Los diez errores fatales para los inventores.

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LOS DIEZ ERRORES FATALES PARA LOS INVENTORES
Fuente: “Marketing your invention”. Capítulo 11. (Comercialice su invento). Páginas
169 a 179.
Autor: Thomas E. Mosley. Jr. / Upstart Publishing Company. Inc. / Dover, New
Hampshire – USA. – 1992).
Traducción del inglés, por Eduardo R. Fernández, 9 abril de 1999.
Todo inventor debería advertir a tiempo, el riesgo que corre de padecer alguno de los
diez errores más frecuentes, y que pueden llevar al fracaso a cualquier proyecto
inventivo, y hacer todo lo necesario para evitarlos, o corregirlos lo antes posible.
Los diez errores fatales para los inventores pueden resumirse de la siguiente manera:
1).- Paranoia.
2).- Omnipotencia.
3).- Avaricia.
4).- Impaciencia.
5).- El síndrome del nido vacío.
6).- Descontrol de las emociones.
7).- Sordera psicología.
8).- Excentricidad y chifladura.
9).- El síndrome de la postergación.
10).- El síndrome del miedo al éxito.
1).- Paranoia: Consiste en un sentimiento profundo y persistente, que hace que los
inventores desconfíen de los demás; y de la recurrente convicción de que alguien
intentará defraudarlos, copiarlos o vulnerar sus ideas, derechos y/o proyectos.
La sospecha y el temor invaden al inventor, y es incapaz de confiar en otras personas,
incluso en aquellas de las cuales depende para avanzar en sus proyectos.
2).- Omnipotencia: Consiste en la actitud de creer que uno puede hacerlo todo por sí
mismo, sin la ayuda, el consejo o el apoyo de los demás.
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Con mucha frecuencia, esta actitud lleva a los inventores a creer que su sola convicción
y su solo entusiasmo bastan para llevar adelante un proyecto, sin tener en cuenta las
limitaciones técnicas, legales, financieras, y de conocimientos específicos, que todo
proyecto inventivo suele presentar.
3).- Avaricia: Consiste en la actitud desubicada que lleva a un inventor a sobrevalorar
tanto a su propio invento, como a sus propias habilidades y experiencia, en relación con
el potencial y las necesidades de desarrollo de su invento.
Habitualmente esta circunstancia lleva al inventor al fracaso prematuro, al exigir o
demandar imperiosamente pagos iniciales desmedidos, o regalías fuera de la realidad,
que coinciden más con sus necesidades y fantasías inmediatas, y con su falta de
perspectiva comercial, que con el real valor potencial de su invento.
4).- Impaciencia: Consiste en una actitud irrefrenable de esperar que las cosas resulten
positivas, o progresen, mucho antes de lo que la lógica, la experiencia, y le potencial del
invento lo hacen suponer.
Esto lleva al inventor a acosar a los gerentes de una empresa que está evaluando su
invento, a perseguir a un inversor para que arriesgue más dinero, antes de evaluar los
resultados preliminares, o a forzar los tiempos previstos para el estudio de mercado, la
producción de prueba, y los intentos exploratorios de comercialización.
5).- El síndrome del nido vacío: Consiste en el sentimiento de vacío, temor y
desconfianza que provoca la perspectiva de poder perder el control sobre el destino y
manejo de un invento.
Con mucha frecuencia, un inventor a punto de llegar a un acuerdo de licenciamiento de
un invento, o de la venta de una patente de invención, se siente invadido por una
profunda depresión, angustia, nostalgia y desamparo, que lo hacen desarrollar actitudes
que ponen en peligro los acuerdos que está a punto de lograr.
Esto puede explicarse en parte a la enorme cantidad de tiempo, esfuerzo, inversiones, y
compromisos emocionales, que los inventores suelen concentrar en sus inventos (sus
“hijos”). El temor que provoca la perspectiva de perder control sobre su invento, los
impulsa a reaccionar en una forma inmadura, irresponsable y de “auto-boicot”.
6).- Descontrol de las emociones: Consiste en la pérdida de control sobre las propias
respuestas emocionales, y está fuertemente relacionado con el “Síndrome del nido
vacío”, y con el “animismo del invento”, como una consecuencia inmediata del temor a
la pérdida de control sobre el destino del invento.
Esto suele generar angustia, ira, violencia, desconfianza, temor, ansiedad e imprudencia;
reacciones que no sólo bloquean las chances de éxito de un inventor, sino que malogran
los logros incipientes que pudieran haberse alcanzado.
Cuanto más emocional se vuelve un inventor, mayores son sus posibilidades de fracaso.
7).- Sordera psicológica: Consiste en la fuerte resistencia de un inventor a no tener en
cuenta los consejos, opiniones y análisis de terceras personas, sobre las posibilidades de
riesgo, defectos y falencias de su invento.
En apariencia, un inventor puede decir que valora y busca la opinión de los demás, pero
cuando sufre de “sordera psicológica”, tiende a rechazar todo comentario o
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información que contradiga o ponga en duda a sus previsiones y convicciones más
profundas, aunque estas choquen evidentemente con los datos de la realidad.
La imposibilidad de escuchar a las opiniones de los expertos, o a los comentarios y
respuestas del público consumidor, lleva al fracaso inevitable de cualquier proyecto
inventivo.
8).- Excentricidad y chifladura: Consiste en desarrollar una conducta real o aparente,
que muestra al inventor fuera de las respuestas que las personas comunes esperan de un
interlocutor, socio o compañero.
Esto puede deberse a reales problemas psicológicos, o a un mal hábito de querer
aparentar ser diferente, superior o excepcional, ante los ojos de los demás, con el fin de
impresionarlos y de sacar alguna ventaja.
En estos casos, los inventores suelen cambiar de opinión con demasiada frecuencia, o
plantean cambios en los términos y condiciones de los acuerdos ya establecidos, o
exigen cosas fuera de toda lógica o razonabilidad.
9).- El síndrome de la postergación: Consiste en el mal hábito de dejar las cosas para
más tarde, o para cuando el entorno sea totalmente favorable.
Esta actitud, o mal hábito, distingue enseguida a los inventores serios, de los que no lo
son. La postergación hace que los inversores, socios o posibles licenciatarios consideren
al inventor poco confiable, como para seguir trabajando con ellos.
En estos casos, los inventores suelen involucrarse con demasiados proyectos al mismo
tiempo, siendo incapaces de concluir ninguno de ellos, postergando indefinidamente el
desarrollo completo de cualquiera de sus inventos.
10).- El síndrome del miedo al éxito: Consiste en la extraña inclinación a estar
convencido de que uno, como persona, no merece el éxito; o al temor profundo de
asumir las responsabilidades, y el trabajo extra que el éxito suele atraer aparejado.
Esta actitud es muy difícil de explicar y de entender, pero en todos los casos siempre es
muy negativa tanto para el inventor como para quienes están involucrados en el
proyecto inventivo.
En estos casos, lo mejor que el inventor puede hacer, cuando es consciente de este
síndrome, que sabotea sus mejores oportunidades, es buscar ayuda psicoterapéutica.
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