Los funcionarios siguen obligados por la ley a residir donde trabajan

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Los funcionarios siguen obligados por la ley a residir donde trabajan
Los funcionarios siguen obligados por la ley a residir donde trabajan
Las circunstancias sociales cambian mucho más rápido que las leyes. En pleno siglo XXI, los funcionarios todavía
están obligados por la ley a residir en la localidad donde trabajan, si bien la decisión de un superior puede
permitir lo contrario.
Esta situación ha provocado numerosas quejas de los empleados públicos, que en muchas ocasiones han visto como sus
superiores se han remitido a la normativa para impedirles el cambio de residencia. Muchas de estas reclamaciones han
llegado al Defensor del Pueblo, Enrique Múgica.
En la actualidad, sigue vigente el artículo 77 de la Ley de Funcionarios Civiles del Estado, aprobada por el Decreto
315/1964, que dispone que los funcionarios deben vivir en el término municipal donde radique la oficina, dependencia o
lugar donde presten sus servicios y que sólo por causas justificadas el subsecretario de departamento podrá autorizar la
residencia en un lugar, siempre y cuando sea compatible con el exacto cumplimiento de las tareas propias del cargo. Por
tanto, la decisión recae en un responsable y puede tener carácter subjetivo o estar condicionada. Si se deniega la
posibilidad de traslado, la decisión siempre está respaldada por la ley.
Aunque dicho precepto no tiene carácter básico en la Función Pública, tanto en la Administración local como en muchas
comunidades autónomas se aplica supletoriamente esta norma para resolver solicitudes que formulan los funcionarios.
Junto a esto, el Tribunal Constitucional ha descartado que ese deber de residencia sea contrario al derecho constitucional
a elegir libremente la residencia recogido en el artículo 19 de la Carta Magna. Además, la jurisprudencia del Tribunal
Supremo ha rechazado las pretensiones de los empleados públicos recurrentes de residir en otro municipio diferente al
del su lugar de trabajo, argumentando que su condición de funcionarios está fundada en un acto voluntario de acceso a
la Función Pública que implica asumir las obligaciones derivadas de su Estatuto, entre ellas la de residir en el lugar al
que fuese destinado. Para rematar, la jurisprudencia del Supremo señala que el deber de residencia viene impuesto por la
exigencia que implica la prestación de un servicio público, que siempre prevalece a los intereses de los funcionarios
públicos.
El Defensor del Pueblo, abrumado por las quejas, reconoce que ante esta situación nos está legitimado para intervenir, si
bien ha reclamado al Gobierno y, concretamente, al Ministerio de Administraciones Públicas, que no se siga exigiendo
este deber de residencia. Considera que sería suficiente el control de la observancia del exacto cumplimiento del
horario; de todas las tareas derivadas del puesto de trabajo; así como de las funciones del cargo.
En cualquier caso, puntualiza que en determinados supuestos es razonable que los funcionarios residan en un municipio
concreto, debido a que sus obligaciones consistan por ejemplo en el mantenimiento o conservación de un determinado
edificio o en el caso de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, porque la relación con su servicio justificaría determinas
restricciones.
La Defensoría admite su preocupación porque en alguna ocasión, debido a conceptos jurídicos indeterminados y a la
discrecionaliadad que ampara a las decisiones de no autorizar el cambio de residencia, se haya producido una actuación
administrativa alejada de la verdadera necesidad del servicio o ajena a la interés público y que al final haya supuesto un
perjuicio para el funcionario público.
Asegura que la actual regulación ha dado lugar a la sensación de injusticia en aquellos empleados públicos que ven que
a otros compañeros se les ha autorizado el cambio de residencia y a ellos no, pese a que el ejercicio normal de sus
funciones no se resentiría.
La sociedad española ha cambiado mucho de 1964, fecha en la que se redactó la norma y es preciso ?asegura el
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Defensor del Pueblo? que se redacte una ley más acorde con las circunstancias sociales actuales. Es patente que todo ha
cambiado en 40 años, la Administración está abierta a implantar horarios más flexibles y la jornada a tiempo parcial (ver
LA GACETA del 6-6-2005) lo que sin duda facilitaría el cumplimiento de horarios ?en lo que teóricamente se
justificaba la norma? y la conciliación laboral y familiar. Unido a esto, señala la Defensoría, ha crecido
exponencialmente la red de transporte, al igual que el parque de vehículos privado.
Administraciones Públicas ha aceptado la recomendación del Defensor del Pueblo para que se cambie la legislación, si
bien el ministerio cree que el contenido de la misma debería incorporarse al Estatuto del Empleado Público, en la
actualidad está en trámite de elaboración y del que ya existe un borrador de los expertos.
Asturias, Extremadura, Murcia y Cataluña se han adelantado publicando leyes que con carácter general autorizan a
residir en otro municipio, salvo excepciones.
Lista de administraciones reticentes a cumplir con el Defensor del Pueblo
Un 60% de las quejas remitidas por el Defensor del Pueblo a las diferentes administraciones fueron escuchadas. Sin
embargo, existen administraciones incumplidoras, que han retrasado u obviado su obligación de responder a los
requerimientos del Defensor del Pueblo.
La más reticente a cumplir fue la Secretaría de Estado de infraestructuras, dependiente del Ministerio de Fomento, "que
sin embargo está dispuesta a modificar esta actitud", según se destaca en la última revista del Defensor del Pueblo de
España.
Diez ayuntamientos ?Alcalá de Xivert (Castellón), Calella (Barcelona), Gozón (Asturias), Las Rozas (Madrid), Llanes
(Asturias), Meco (Madrid), Marbella (Málaga), Segovia, Sangonera la Verde (Murcia) y Tresviso (Cantabria? también
se mostraron renuentes a atender las recomendaciones remitidas desde la institución.
Durante el año pasado, el mayor número de quejas tramitadas estaba dirigido a la Administración General del Estado,
seguida de la Administración Local y de la Autonómica.
Dentro de la Administración General del Estado, el primer lugar por quejas lo ocupa la Administración periférica,
seguida por los distintos departamentos ministeriales.
En cuanto a la eficacia de la supervisión de las administraciones públicas, como consecuencia de las quejas tramitadas,
se elaboraron 413 resoluciones durante 2004 ?124 recomendaciones, 183 sugerencias y 106 recordatorios de deberes
legales?.
La Gaceta
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