EE.EE. Reglas para ordenarse en el comer. -1- ORDENARSE EN EL COMER Como se puede leer en la primera anotación [1], los Ejercicios Espirituales son “todo modo de preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas las afecciones desordenadas”. De aquí la importancia de las reglas que propone San Ignacio para que el ejercitante no se deje arrastrar por sus apetencias y sepa controlarse por lo que toca “el comer”. No es que esto sea un fin en sí mismo, en plan ascético, sino que esto se hace para mejor buscar y hallar la voluntad divina en la propia vida. Si recordamos ahora el Principio y Fundamento, [23] el cual debemos tener siempre presente durante los Ejercicios, nos encontramos que todas las cosas sobre la tierra han sido criadas para el hombre, y para que le ayuden en laprosecución del fin para el que ha sido criado. “De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar dellas, quanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, quanto para ello le impiden”. Por tanto, en relación con “el comer” también debemos tener presente en qué medida ayuda a no cumplir la voluntad divina. El ordenarse en el comer no hay que confundirlo con las penitencias en el comer que se indican en la 10ª adición [83], pues estas últimas se hacen en una situación determinada y con tres fines concretos [87], mientras que el ordenarse en el comer debe ser una actitud permanente de la persona. Veamos ahora las orientaciones de San Ignacio acerca de esto: 1ª Regla. La primera regla es que del pan conviene menos abstenerse, porque no es manjar sobre el cual el apetito se suele tanto desordenar, o a que la tentación insista como a los otros manjares. [210]. 2ª Regla. La segunda: acerca del beber paresce más cómmoda [más provechosa] la abstinencia, que no acerca el comer del pan; por tanto, se debe mucho mirar lo que hace provecho, para admitir, y lo que hace daño, para lanzallo. [211] Es necesario y provechoso, el abstenerse, pero “se debe mucho mirar lo que hace provecho”. No se trata de privarse sin más, sino mirando en qué medida eso es o no provechoso para acercarnos a Dios, que es lo que realmente interesa y se debe tener presente en todo momento: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabras que sale de la boca de Dios” [Mt 4,4]. 3ª Regla. La tercera: acerca de los manjares se debe tener la mayor y más entera abstinencia; porque así el apetito en desordenarse como la tentación de investigar [instigar] son más prontos en esta parte, y así la abstinencia en los manjares para evitar desorden, se puede tener en dos maneras: + la una en habituarse a comer manjares gruesos. + la otra, si delicados, en poca cantidad. [212] 4ª Regla. La quarta: guardándose que no caiga en enfermedad, quanto más hombre quitare de lo conveniente, alcanzará más presto el medio que debe tener en su comer y beber, por dos razones: + la primera, porque, así ayudándose y disponiéndose, muchas veces sentirá más las internas noticias, consolaciones y divinas inspiraciones para mostrársele el medio que le conviene; + la segunda, si la persona se ve en la tal EE.EE. abstinencia, y no con tanta fuerza corporal ni disposición para los exercicios espirituales, fácilmente vendrá a juzgar lo que conviene más a su sustentación corporal. [213] El privarse cuanto más de lo conveniente, sin caer en enfermedad, es algo que debe ayudar para dos cosas: + una, a sentir lo que Dios nos dice, lo que Dios quiere de nosotros en este proceso de buscar su voluntad que son los Ejercicios Espirituales, + la otra es cómo desde ahí, desde una situación de abstinencia que persigue la búsqueda de la voluntad divina, será más fácil juzgar cual es el punto de equilibrio que conviene a la sustentación corporal, de tal manera que no se haga la abstinencia por la abstinencia, sino en tanto en cuanto ayuda a hacer mejor los Ejercicios Espirituales y a encontrar lo que Dios quiere de mí. 5ª Regla. La quinta: mientras la persona come, considere como que ve a Christo N.S. comer con sus apóstoles, y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla, y procure de imitarle. … [214]. 6ª Regla. La sexta: otra vez mientras come, puede otomar otra consideración o de vida de santos o de alguna pía contemplación o de algún negocio espiritual que haya de hacer; … [215] 7ª Regla. La séptima: sobre todo se guarde que no esté todo su ánimo intento en lo que come, ni el comer vaya apresurado por el apetito; sino que sea señor de sí, ansí en la manera del comer como en la quantidad que come. [216] Estas tres reglas pretenden que la persona no se deje llevar por el apetito, “sino que sea señor de sí”; para ello ayuda el ser moderado y pensar en algunas cosas pías. Especialmente puede ayudar el “ver” como N.S. como Reglas para ordenarse en el comer. -2con sus imitarle. apóstoles,… y procurar Más aún, este ser “señor de sí mismo”, sin dejarse arrastrar, “ni ir apresurado por el apetito”, creemos que es lo fundamental. Por ello, al comer hay que “saborear” el alimento, tener presente que el pan, el agua, la fruta, la leche,… todos son dones del Señor para sustentar mi vida, son un regalo de su Amor por mí y debo usarlos en tanto en cuanto me ayudan a descubrir y sentir este Amor de Dios. 8ª Regla. La octava: para quitar el dessorden mucho aprovecha que, después de comer o después de cenar o en otra hora que no sienta apetito de comer, determine consigo para la comida o cena por venir, y ansí consequenter cada día, la cantidad que conviene que coma; de la cual por ningún apetito ni tentación pase adelante, sino antes por más vencer todo apetito desordenado y tentación del enemigo, si es tentado a comer más, como menos. [217] Estas reglas ignacianas no son, ni mucho menos, un régimen alimenticio. Cada persona concreta debe practicarlas en tanto en cuanto le ayudan a hacer los Ejercicios Espirituales de una manera mejor y a encontrar así la voluntad de Dios en su vida. Por ello esta octava regla invita al ejercitante a considerar, en un momento en que no esté tentado por el apetito, cual es la mejor medida que él debe usar en su comer y beber, para no dejarse arrastrar en el momento mismo de la comida, sino “ser señor de sí” buscando siempre la voluntad divina.