SINOPSI DEL PROJECTE de Nils Burwitz

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EL RETRATO DE LAS LETRAS
« Mon chef-d’oeuvre c’est l’autre »
El joven pintor desterrado, un tal Nils Burwitz, con una determinación
absoluta, ha vivido según el lema de Paul Eluard. En efecto, los años de juventud
como refugiado de las tropas soviéticas le han marcado de por vida como un
estigma. De esta manera, su vida ha transcurrido entre la ensoñación más intensa y
la fulgurante concentración, entre la memoria y el olvido, siendo siempre un víctima
inconsciente del “síndrome de Estocolmo”: una buena razón para intentar/tentar
las escapatorias necesarias de las diferentes tiranías oficiales, sociales, financieras y
políticas.
En este proceso de memoria y de olvido, de salvación en la huida, su
liberación siempre fue el lápiz, transformado en una varita mágica, una especie de
“ábrete sésamo” delante del bastidor entelado para conseguir la presencia de algún
modelo y plasmarle tanto a él mismo como a su aureola invisible. Una tarea
compleja y difícil cuando el mero hecho, en ocasiones, de realizar un encargo,
conlleva ataduras tan obvias como ocultas. Por esta razón, el joven pintor
desterrado, obligado a sobrevivir y llevado por su pasión, ha reservado encargos
alternativos, convertido en patrocinador de sí mismo, en su mecenas personal, para
garantizar su indeclinable libertad de expresión.
Y resulta que esta galería de retratos de eximios y todavía no descubiertos
escritores, en general conocidos del joven pintor desterrado, constituye la máxima
expresión de una libertad adquirida a lo largo y ancho de su dilatada vida. Nunca
creyó alcanzar momento tan excelente como éste, aquí en Formentor, con ocasión
de la celebración de esta nueva edición de las Conversaciones Literarias de tanta
tradición mallorquina, balear, española y, en fin, mundial. Es evidente que este
joven pintor desterrado y recalado hace tantos años en Valldemossa -en Mallorcasoy yo mismo, quien se presenta ante ustedes con una mezcla misteriosa de
satisfacción por la obra consumada y de miedo ante tan ilustres personajes en los
lienzos que nos acogen.
¿Pero por qué llego hasta aquí, hasta las Conversaciones Literarias de
Formentor, en este edición de 2013? Sencillamente por la gentileza de Camilo José
Cela, uno de los fundadores de este evento en 1959, quien, en 1987, me invitó a
realizar su retrato en la casa de la Bonanova. En dos inolvidables sesiones, una en
calzoncillos, mientras una adiestrada masajista palpaba sus piernas de abajo arriba
y de arriba abajo, muy al estilo del escritor de La Colmena. Absolutamente
providencial, porque tal retrato se realizaba un año antes de la entrega del Premio
Nóbel. Pero es que ya antes, en Sudáfrica, por encargo del Instituto Nacional de
Literatura Inglesa (NELM), en Grahamstown, había realizado los retratos de Nadine
Gordimer, en 1978, y de John M. Coetzee, en 1982, ambos Premio Nóbel en 1991 y
2003, respectivamente. Con el tiempo se multiplicaron más retratos de escritores
sudafricanos, en el país o en el exilio. A los que se añadieron otros más por encargo
o sencillamente por placer propio. Óleos y dibujos. Hasta hoy, con el retrato de
Mario Vargas Llosa, unidad en la trinidad de su rostro.
1
Deseo añadir la relevancia para mi obra y para esta presencia de mis retratos
de grandes escritores, todos ellos vinculados con Mallorca y con las Conversaciones
Literarias de Formentor, de un texto sobre José Luis Borges en Costas extrañas, unos
ensayos (1986-1999) del admirado John M. Coetzee. Este detalle, junto a mi honda
relación con Nadine Gordimer, cuyo retrato intenta comunicar su fulgurante fuerza
creativa, y el extraño primer encuentro con Carlos Fuentes en las aguas acogedoras
de este Formentor, por lo que su retrato es como el dios Poseidón saliendo de las
aguas. El texto de Coetzee, como decía, y las traducciones de los personajes de
Gordimer y de Fuentes, forman una maravillosa triangulación para el conjunto de
mi obra como retratista. Es el misterio de la memoria y el olvido, pero sobre todo
de esa memoria empedernida que el artista encierra en su alma como fuente de sus
diferentes versiones de la realidad.
No en vano escribió el gran Beckett: “… no quería escribir, pero finalmente tuve
que resignarme a ello”. Para la gran mayoría de grandes escritores, según sus propios
comentarios, escribir es una endiablada compulsión, algo que comparto cien por
cien en mi afán por retratar. Por ello mismo, me siento como un profesional, hoy
obsoleto, del siglo XVIII, antes del mercantilismo en el arte, como el “arroje” del
teatro barroco. Una tarea de alto riesgo en la que el profesional se agarraba a una
cuerda en lo alto de los bastidores y, lanzándose al vacío, levantaba el telón con el
contrapeso de su cuerpo, dejando contemplar al completo el escenario con los
actores, decorado y figurantes. Algo semejante intento yo al retratar: abrir el telón
de mis personajes retratados para mostrarles en su verdadera realidad a quienes los
contemplan. Un enorme riesgo, un esfuerzo titánico, una satisfacción inexplicable.
Gracias a Marta Buadas, Simón Pedro Barceló, la Consejería de Educación,
Cultura y Universidades, y la Fundación Santillana por la oportunidad de
procurarles a todos ustedes la contemplación de este conjunto de retratos, que
encierran el trayecto vital, profesional y espiritual de aquel joven pintor desterrado
que desde Alemania, pasando por Sudáfrica, recaló en las costas y alturas
mallorquinas, teniendo la suerte incomparable de sumergirse en estas
Conversaciones Literarias de Formentor, como también en sus aguas. Ojalá estas
conversaciones –y mis retratos– respondan a las palabras de José Hierro con
ocasión de su presencia aquí mismo hace algunos años: “Se trataba sencillamente de
reunirse, convocados por la poesía, la amistad y el paisaje”.
Muchas gracias.
Nils Burwitz
Septiembre de 2013
Formentor / Mallorca
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