36 ELPAÍS Jueves 24 de septiembre de 2015 CULTURA EL HOMBRE QUE FUE JUEVES Marcos Ordóñez Dietario de septiembre La gente que en esta tarde todavía veraniega ha decidido, en vez de ir al cine o quedarse en una terraza, entrar en un teatro para que les cuenten las cosas de otra manera, a media distancia: voces próximas, cuerpos próximos. Y prójimos. En La mujer zurda, de Peter Handke, Bernard Minetti es el viejo padre que vive solo y visita a su hija, Edith Clever, que también ha decidido quedarse sola. Viene para advertirla del peligro. Minetti tiene esa única escena y se lleva la película, no puedes olvidarle. Se parece a Laurence Olivier, pero lo que en Olivier era autoconciencia pomposa de la propia importancia (aunque no siempre, hay que ser justos), aquí es intensidad, autoridad que no necesita imponerse: exhala vida interior por los cuatro costados. En un gran actor o una gran actriz percibimos la vida interior de un modo instantáneo, como una función corporal, como la respiración. Decía Anna Lizarán: “El teatro se aprende con la vida. Cuantas más penas, alegrías, desengaños e ilusiones has experimentado, más recursos tienes para mostrar todo este abanico de cosas que es la persona humana”. Julien Gracq: “Esos grandes actores en los que la interpretación de un papel palidece siempre en provecho del rebrote testarudo de su identidad. Poco importa el papel, en el fondo: es a ellos a quienes se va a ver, o mejor, volver a ver: su acento, sus tics, su forma de andar, de saludar, de levantar la nariz. Su presencia”. En una entrevista de hace unos años, Juanjo Puigcorbé hablaba sobre la esencia de la actuación: “Es sentirse íntimo en público. Es algo muy difícil de explicar, pero voy a intentarlo: tener en el escenario una gran conciencia del presente, vivirlo, engrandecerlo si es posible, y compartir esa intimidad del personaje con el público. Esa es la magia del teatro y esa es la ceremonia que los espectadores vienen a ver”. Parece que Puigcorbé lo está dejando. Espero que no del todo: sería una verdadera lástima. Pasmos. Una actriz pregunta: “¿Estáis preparando un clásico, no?”. La otra le contesta: “Sí, pero lo hacemos a contratexto, naturalmente”. Contaba Àlex Rigola que durante muchos años, poco antes de cada estreno, seguía el rito de preguntar: “¿Quién viene esta noche?” Y el actor Joan Carreras le contestaba: “Desmond Tutu y Saza”, ejemplo de público glorioso e imposible. Una noche, en el Teatro Español, no se lo podían creer: en primera fila estaba Saza, ya muy viejecito, sonriendo con su dentadura pianísima. Cuando murió, decidieron que seguirían preguntando por él, que Saza continuaría yendo a sus estrenos. (Y que Tutu era un malqueda). TEATRO La profunda huella de lo invisible MARITS I MULLERS De Woody Allen. Adaptación y dirección: Àlex Rigola. Intérpretes: Andreu Benito, Joan Carreras, Mònica Glaenzel, Sandra Monclús, Mar Ulldemolins y Lluís Villanueva. La Villarroel, 18 de septiembre. JUAN CARLOS OLIVARES Comparado con otros destacados montajes de Àlex Rigola, Marits i mullers podría tomarse de entrada como un ejercicio de modestia. Una excelente función sin la huella del director-creador. Afirmación más que discutible. Igual que aceptar a la ligera que la Nueva Galería Nacional de Mies van der Rohe es menos arquitectura de autor que el Guggenheim bilbaíno de Gehry solo porque el gesto es menos estridente. Si Van der Rohe creó un espacio limpio —aire encerrado en una estructura ligera— para acoger la diversidad expresiva del arte allí expuesto, Rigola ha concebido un espacio dramático sereno para guardar el aire y el tiempo de una comedia dramática que juega con las emociones como carambolas de billar en un club de caballeros. Impulso acolchado, rodar mullido y sonido de contacto sordo. La elegancia de la combinatoria del choque de las ocho bolas en juego. Sin ese firme control y desarrollo de lo intangible esta comedia del desencanto por parejas no tendría la densidad de lo sincero. Las emociones tienen todo el tiempo del mundo —y el director Andreu Benito, Sandra Monclús, Mònica Glaenzel y Joan Carreras. / PROJECTE FONAMENTUM es el maestro relojero— para germinar en el interior de los intérpretes, crecer y morir ante el público. Unas por inanición, otras de manera violenta. Verbalizadas en su mayoría, pero también perceptibles en los silencios que frenan la velocidad de la comedia en seco. La dimensión dramática de lo no dicho, tan importante en la obra de Ingmar Bergman -—inspiración directa de Woody Allen para su película— como en la de Harold Pinter. ¿Pinteriana Marits i mullers? Quizá no esté tan lejos esta adaptación del misterio de lo callado que domina un texto como Traición. Es solo un matiz —como tantos en este montaje de sutilezas—, suficiente para dotar a esta versión de una personalidad propia sin rebajar la carga de humor y sus balas de ironía del guión. El director que deja honda huella en lo invisible para que los intérpretes desplieguen todo su talento. Magma para que Benito, Carreras, Glaenzel, Monclús, Ulldemolins y Villanueva estén magníficos sin ser —o parecer— algo más que ellos mismos. La discreción de llamarse solo Andreu, Joan, Mònica, Sandra, Mar y Lluís y atrapar al público en sus historias agridulces cuando ha- blan o sólo escuchan. Y en este montaje todos están todo el tiempo con la oreja puesta, atentos a los relatos cruzados de sus vidas inventadas. No hay personajes ausentes. Están allí siempre, repartidos en el cuadrilátero de tresillos dispuesto por Max Glaenzel como los invitados exhaustos de una fiesta en su declive, cuando el cansancio, el alcohol y la madrugada ejerce de mantra para insospechadas confesiones de supervivientes. La verdad que nace de la rendición de la barrera de la consciencia. Es un privilegio estar en La Villarroel para compartir ese momento. Magia y delirios en la temporada de La Seca El director del Espai Brossa dirigirá una adaptación de ‘Los ciegos’ de Maetelinck ANNA PAZOS, Barcelona Un armario desmontable de Ikea, marca Aneboda, que quiere representar la transitoriedad de la vida moderna; y un monólogo que sucede a las 4:48 am, hora en la que se cometen muchos suicidios por ser cuando termina el efecto de los antidepresivos tomados en la víspera. Son las dos apuestas escénicas que han inaugurado la temporada 2015-2016 de La Seca-Espai Brossa: se trata de las obras Aneboda, escrita y dirigida por Joan Yago, y 4:48 Psicosis, adaptación dirigida por Moisès Maicas de un texto de la dramaturga británica Sarah Kane, quien padecía depresión maníaca y delirios en el momento de escribirlo. Estos dos títulos estarán en cartel solo hasta el 11 y el 4 de octubre, respectivamente, y serán sustituidos por espectáculos de magia, danza y teatro. El día 7 la bailarina e intérprete Claire Ducreux se disfrazará de “refugiada poética” para su obra homónima, que combina danza, mimo, clown, teatro vi- sual y mucho humor para ponerse en la piel de un vagabundo que se refugia en un parque. Solo tres días después tendrá lugar una maratón de doce horas de ilusionismo, la octava edición de Les 12 hores de màgia de Barcelona, con magos como Sermagus, Selvin o Sandro. La lengua catalana y sus barbarismos estarán en el punto de mira en Paraules d'amor, un texto dirigido y escrito por Joan Ollé e interpretado por Laura Pujolàs y Cristina Arenas. Por otro lado, en Sembla que rigui, la actriz Mont Plans interpreta un monólogo escrito por ella sobre Júlia Català y Jacint Verdaguer (del 13 de enero al 7 de febrero). En marzo (del 9 al 27) cine y teatro se entrelazarán en un producto de metateatro como Watching Peeping Tom, una conferencia teatralizada dirigida por Ferran Doral sobre Peeping Tom, la película de 1960 dirigida por Michael Powell (conocida en España como El fotógrafo del pánico). También en el siglo pasado se sitúa Cabaret Voltai- Un armario desmontable, protagoniza la obra Aneboda en La Seca. re, que reproduce el ambiente de un pequeño cabaret de Zúrich —en el que supuestamente se fundó el movimiento dadá a principios del XX— a través de textos de Hugo Bäll, Tristan Tzara y Kurt Schwitters. Podrá verse del 20 de abril al 15 de mayo. También subirán al escenario de La Seca clásicos tan clásicos como Romeo y Julieta (del 11 de mayo al 5 de junio) y Fuenteovejuna (10 de febrero al 6 de marzo). Marc Chronet se encargará de dirigir el hit de Shakespeare, que contará con banda sonora de las Mamzelles, y Ri- card Soler coordinará a los siete actores que protagonizarán “todos a una” una versión contemporánea de la revuelta popular narrada por Lope de Vega. La adaptación, merecedora del premio del Festival Internacional de Teatre Clàssic d'Almagro, podrá verse del 10 de febrero al 6 de marzo. El mismo director de La Seca, Hermann Bonnín, dirigirá del 6 al 8 de mayo una versión de Los Ciegos de Maurice Maeterlinck, obra simbolista y pesimista que profundiza en la soledad del hombre frente al enigma de la existencia.