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A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
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tipos de locationes ni alteraron su proceso de
diferenciación en época clásica, y poco mas
tarde Kaufmann, a quien debemos un estudio
económico y social sobre el origen de nuestro
contrato, intentó demostrar que la unidad
terminológica y procesal de la locatio-conductio
derivaba de los usos lingüísticos anteriores a
su configuración como contrato consensual.
No cree Kaufmann en el carácter primordial
de la locatio rei porque considera que los tres
tipos ya existían desde la época arcaica58. En
realidad Kaufmann intentó resolver la vexata
quaestio de la que nos venimos ocupando
mediante las fórmulas de las actiones locati y
conducti y especialmente por sus demonstrationes,
pero como no tenemos constancia de ellas
apela a los usos lingüísticos suponiendo que
recogían los diversos tipos de locationes.
Cuando el pretor una vez generalizado el
bonae fidei iudicium y no pudiendo recurrir a los
usos típicos del lenguaje salvo locare y
conducere, debió excluir la constante referencia
a las res de modo que recogió bajo una misma
acción relaciones (arrendaticias) económicamente diversas, relaciones solo unidas por un
mismo paraguas terminológico. Sin duda la
LA POLEMICA SOBRE LA TRICOTOMIA
‘RES’, ‘OPERAE’, ‘OPUS’ Y LOS ORIGENES DE
LA ‘LOCATIO-CONDUCTIO’
1. La locatio-conductio suele ser explicada en
la inmensa mayoría de los manuales institucionales a través de una tricotomía de
figuras arrendaticias (locatio-conductio rei, operarum, operis), como si los juristas romanos
hubieran acuñado estas expresiones y delineado cuidadosamente estos tipos dotándolos de una cierta autonomía conceptual.
Este modo de exposición acaso pueda ser
válido para alumnos de primer curso de las
Facultades de Derecho, pero a nivel científico
no resiste una mínima crítica, porque ni los
juristas romanos ni los intérpretes medievales
trabajando sobre las fuentes romanas explicaron el arrendamiento diferenciando conceptualmente aquellos tipos.
En todo caso hay una serie de puntos
indiscutibles: en derecho clásico estos tres tipos se enmarcan dentro de los contratos
consensuales como una categoría unitaria 1 (al
1
58
H. KAUFMANN, Altrömische Miete, cit., 148 ss., 180
ss. (opera), 205 ss. (opus).
Según F. WUBBE, Opus selon la définition de Labéon (D.
50,16,1,5), en TR, L, 1982, 242, nt. 8, «le langage de
nos sources montre clairement que leurs auteurs ont
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2
menos terminológicamente unitaria, dice Talamanca2); otro punto indiscutible es que
están tutelados por una misma acción. Tratando de poner orden en la polémica sobre la
tricotomía abierta desde que a finales del s.
XVII Voet diera el certificado de bautismo a
aquella tripartición, Arangio-Ruiz3 desde la 1ª
ed. de sus Instituciones en 1921, sentó que la
tripartición no responde a la concepción de
los romanos que nunca pensaron explícitamente en aquellas distinciones; consiguientemente Arangio-Ruiz pensó en un
contrato unitario como lo prueba procesalmente la existencia de una única actio locati y una única actio conducti, y sustancialmente porque en todos los subtipos
antedichos se encuentra siempre una res dada
o restituída, algo obvio en la locatio rei, pero
también aplicable en la locatio operis en que se
daría una cosa para que fuera transportada,
limpiada, utilizada como material de conconsideré la locatio-conductio comme une unité». Esta
concepción unitaria ya había sido destacada por U.
BRASIELLO, L’unitarietà del concetto di locazione in diritto
romano, en RISG, II, 1927, 529 ss; III, 1928, 3 ss.
2
M. TALAMANCA, Istituzioni di diritto romano, Milano,
1990, 593.
3
V. ARANGIO-RUIZ, Istituzioni di diritto romano, Napoli
1960, 346.
27
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D. 19.2.31) tiene un peso mayor que el factum
quod locari solent de Paul. 5 quaest. D. 19.5.5.2
que los compiladores atribuyen a Paul., y que
nada se gana desplazando la polémica sobre
el contrato de arrendamiento a las acciones
locati y conducti.
6. Parecería que la crítica de Niedermeyer
iba a quedar aislada en la doctrina, cuando
Mayer-Maly reemprendió la batalla sobre los
fundamentos establecidos por Niedermeyer.
La importante monografía de Mayer-Maly
publicada en 1956 recibió importantes críticas
de Kaser, De Robertis, Burdese y Voci57.
Partiendo también de la devaluación del
andamiaje terminológico y procesal, por un
lado parece compartir los argumentos de
Niedermeyer; por otro parece admitir la realidad histórica del concepto unitario de
manera que cuando las figuras arrendaticias
se encauzaron a través de bonae fidei iudicia no
alteraron la fisonomía anterior de los tres
57
Cfr. las recensiones de M. KASER, Recension, cit., 229
ss.; F. M. DE ROBERTIS, Recension a T. MAYER-MALY,
‘Locatio-conductio’, cit., en TR, XXV, 1957, 398 ss.; A.
BURDESE, Recension a T. MAYER-MALY, ‘Locatioconductio’, cit., en Iura, VIII, 1957, 481 ss.; P. VOCI,
Recension a T. MAYER-MALY, ‘Locatio-conductio’, cit., en
SDHI, XXIII, 1957, 371 ss.
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muy claro: «die römische Einheitsvorstellung
von der locatio-conductio Beruht nicht auf einem wesentlich herausgearbeiten Kontraksbegriff der locatio-conductio [...] sondern
auf der alten usuell gehandhabten und fertgebildeten actio locati und der Gegenklage
actio conducti». Estas acciones fueron la clave
para que la locatio-conductio llegara a la categoría de contrato quedando desde entonces
liberada de sus «Klage-fundamenten» en mucha menor medida que la emptio-venditio; de este modo si la ‘Haupt-nachteil’ de ArangioRuiz desde el punto de vista dogmático partía
de un concepto unitario de la locatio-conductio,
su tesis no puede fundarse sobre ningún elemento jurídicamente significativo como
unidad de los fines del contrato, soporte del
riesgo, pago de la merces, y son precisamente
estos elementos objetivos los que hacen que
en derecho clásico se distingan las locatio rei,
operarum y operis. Esta explicación de Niedermeyer en su día recibió una breve contestación del propio Arangio-Ruiz56 que le
opuso que en el campo de formación de los
dogmas romanos el testimonio de los duo
genera locatorum de Alfeno (Alf. 5 a Paul. epit.
3
strucción, y en la locatio operarum donde por lo
general se daría un esclavo, y por tanto res en
la concepción romana, por cuya actividad se
pagaba una merces al dueño del esclavo, y muy
a finales de la República un hombre libre que
por ello mismo no se daba como res sino que
contrataba sus operae entendidas como res4,
arrendamientos que se hicieron muy frecuentes con el ingente número de manumisiones (a las que pretendió poner coto
las leyes limitadoras augústeas5 para aprovechar los patroni el trabajo gratuito de los
libertos, o el pagado cuando éstos como
hombres libres comenzaron a arrendar sus
servicios. En resumen, la doctrina mayoritaria que ha tratado el tema monográficamente, en la que me incluyo, se pronuncia
por un esquema unitario de la locatio-conductio
que se superpone a una eventual diferente
disciplina de los distintos supuestos; los
romanos no conocieron la tripartición,
tampoco los medievales ni los primeros
humanistas, y hubo que llegar muy a finales
del s. XVII para que el jurista holandés
4
V. ARANGIO-RUIZ, Istituzioni, 345 ss.
Vid. con lit. L. RODRIGUEZ ALVAREZ, Las leyes limitadoras de las manumisiones en época augústea, Oviedo,
1978.
5
56
V. ARANGIO-RUIZ, Recensión a S. VON BOLLA, Untersuchungen, cit., en SDHI, VIII, 1942, 319, nt. 1.
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Johannes Voet6, profesor en la Universidad
de Leiden, rubricara el certificado de
bautismo de la tripartición.
Sin pretensiones de polemizar en la discusión sobre el nacimiento, operatividad y autonomía de la tripartición 7 en los juristas romanos8, considero que indudablemente la forma
6
J. VOET, Commentarius ad Pandectas. In quo praeter Romani iuris principia ac controversias illustriores, ius etiam hodiernum et praecipue Fori quaaestiones excutiuntur. La primera edición es de 1698; la mas accesible está publicada en dos vols. en 1773.
7
En general toda la doctrina romanística está de
acuerdo en que la tripartición no se encuentra en las
fuentes; en contra aisladamente se sitúa A. D. E. LEWIS, The Trychotomy in locatio conductio, en IJ, VIII, 1973,
164 ss., que habiendo realizado un análisis palingenésico de los textos oportunos de las Pandectas justinianeas, no sólo intenta demostrar que los juristas
clásicos conocían las tripartición, sino que incluso trataban cada uno de los subtipos en libros diferentes.
Es obvio que su tesis no encuentra evidencias seguras
y ha quedado sin seguidores en la ciencia romanística.
8
Con cierta exageración A. GUARINO, Diritto privato
romano¹², Napoli, 2001, 903, nt. 79.1.3 señala: «a nostro avviso è pura fantasia (o quasi) precisare quale sia
potuta essere la struttura originaria dell’istituto e come si siano formate le singole derivazioni». Obviamente no comparto esta opinión al cien por cien; por
supuesto que muchas veces hay explicaciones que
pueden ser producto de la fantasía, pero otras que
25
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secondaire»53. Las objeciones a esta tesis son
obvias; en primer lugar porque da como
establecido que desde una época muy antigua
ya funcionaban los tres tipos de locationes
aglutinadas como locatio rei; en segundo lugar
porque sus explicaciones sobre la locatio operis
en estricta óptica jurídica se acercan mas al
contrato de societas que a la locatio (basta leer
los formularios de contratos agrarios de
Catón).
No fue unánime la acogida a la tesis unitaria de Arangio-Ruiz que se topó con algunos detractores como Niedermeyer54, y en
el mismo sentido se pronunció Mayer-Maly55.
Ambos niegan que pueda sostenerse la unidad de un contrato en el que faltan reglas
comunes respecto a la finalidad, periculum,
pago de la merced que si en las locationes rei y
operarum corresponde al conductor en la locatio
operis corresponde al locator. Niedermeyer es
53
R. VIGNERON, La conception, cit., 513.
H. NIEDERMAIER, Recensión a S. VON BOLLA, Untersuchungen zur Tiermiete und Viehpacht im Altertum, München, 1940, en Göttingische Gelehrte Anzeigen, CCIII,
1941, 319 ss.
55
T. MAYER-MALY, ‘Locatio-conductio’, cit., 15 ss., reafirmando su comprensión del problema en ID., Tipicità e unità della ‘locatio conductio’. Recensión a L. AMIRANTE, Ricerche, cit., en Labeo, V, 1959, 390 ss.
54
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24
sentido material) sino el cultivo del mismo 50.
Otro autor unitarista es Vigneron, aunque
entiende que el factor unificante es económico51 antes que dogmático, sin por ello dejar
de seguir la línea de pensamiento mayoritaria
que tiene en cuenta el valor primordial de la
locatio rei. Dado su planteamiento económico
Vigneron ve en todas las hipótesis de locationes
la valoración de un bien mediante el trabajo
de otros52 (aquí coincide con Pinna Parpaglia
en la exaltación del valor del trabajo).
Vigneron que se está refiriendo a una situación originaria ofrece las consabidas explicaciones respecto a las locatio rei y
personarum, admitiendo para la locatio operis la
idea del paterfamilias que cada año compartía
con un pastor o un labrador los frutos del
rebaño o del cultivo del fundo. Todos los tipos de locationes tuvieron siempre una base
económica y le parece inútil buscar una
unidad dogmática: «l’habillage juridique est
5
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de entenderla puede arrojar luz dar para
conocer la andadura originaria de la locatioconductio, cuyas reglas fundamentales acogieron supuestos muy diversos que si no recibieron un tratamiento autónomo por los
juristas romanos, sí lo han recibido en la
romanística moderna que se complace en
analizar situaciones muy particulares de locatio-conductio sin que por ello reniegue la
doctrina mayoritaria de la idea de unidad sustancial de figuras que en los ordenamientos
modernos tienen un tratamiento del todo autónomo (contratos de suministro, de transporte, de promoción inmobiliaria, etc.).
Como punto de partida haré mía la afirmación de Kaser9 que si bien los romanos no
conocieron la tripartición10, sin embargo
desarrollaron reglas particulares para los
diferentes tipos de actividad: res, operae, opus.
También los glosadores estudiaron la locatioconductio como figura unitaria, y hay que llegar
50
P. PINNA PARPAGLIA, ‘Vitia ex ipsa re’. Aspetti della
locazione in diritto romano, Milano, 1983, 131.
51
R VIGNERON, La ‘locatio conductio’ secondo i Romani.
Recensión a P. PINNA PARPAGLIA, ‘Vitia’, cit., en Labeo,
XXXIV, 1988, 361 ss.
52
R. VIGNERON, La conception originaire de la ‘locatio
conductio’ romaine, en Mélanges F. Wubbe, Fribourg,
1993, 509 ss.
parten del estudio de las fuentes, son mas adherentes
a la realidad.
9
M. KASER, Recensión a L. AMIRANTE, Ricerche sulla locazione, en Iura, XI, 1960, 229, 233.
10
Cfr. F. OLIVIER-MARTIN, Des divisions de louage en
droit romain, en RHD, XV, 1936, 419 ss.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
6
a Ugo Donello11 (1527-1591) para empezar a
reconocer que los juristas romanos tenían
cierta conciencia de la distinción entre
aquellos subtipos del contrato que por tanto
convenía ser analizados separadamente12.
2. Es evidente que la tripartición no
aparece en Gai 3.142-147 ni en D. 19.2: locati
conducti, siendo desconocida la terminología
de la tripartición hasta en la misma compilación justinianea, lo que tampoco es de
asombrar dada la escasa propensión romana a
la abstracción y a la formación de subcategorías cuando el ordenamiento contaba
con esquemas generales capaces de cubrir
11
Vid. A. TORRENT, voz Locatio-conductio, en Diccionario
de derecho romano, Madrid, 2005, 293.
12
H. DONELLUS, Commentarius de iure civili, ad D.XIII.
6. 1, en ID., Opera omnia, III, Lucae, 1763, 813. Un
estudioso italiano que ha realizado un excelente trabajo analítico con la doctrina romanística y crítico con
las fuentes, R. FIORI, La definizione della ‘locatio conductio’. Giurisprudenza romana e tradizione romanistica, Napoli, 1999, 8, nt. 31, advierte como con una distancia de
cuatro siglos coinciden Donello y M. KASER, Das römische Privatrecht², I, München, 1971, 563 ss.: ambos
defienden una definición unitaria de locatio-conductio,
«ma poi, passando a trattare in modo più analitico il
contratto, sottolineano con parole quasi identiche la
necessità di discutere separadamente le tre ipotesi».
23
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había avanzado Wubbe48 que objeto y núcleo
del contrato debía ser «l’effort accompli» y no
«l’objet matériel qui résulte éventuallement de
l’opus factum».
Como vemos, las explicaciones de Amirante desarrollando la exposición de
Arangio-Ruiz, desde un punto de vista dogmático y de la misma reconstrucción del
pensamiento jurídico romano dejaban abiertos varios flancos críticos. En realidad esta
concepción ya había sido criticada por Betti 49
que la considera de factura materialística en el
sentido de comprender la res locata como
«cosa materialmente collocata». Por el contrario Betti sostuvo que res locata era la
composición de intereses puestos en vida por
las partes al contraer este tipo de obligación.
Otros autores también participan de la
teoría unitaria (dación-restitución) a la que
van añadiendo pequeñas variantes. Es el caso
de Pinna Parpaglia, que a propósito de la
locatio rei de un fundo para su cultivo piensa
que se arrendaba no tanto el fundo (res en
48
F. WUBBE, ‘Opus’, cit., 246. Cfr. también A. BISCARDI, Quod Graece ‘apotelesma’ vocant, en Labeo,
XXXV, 1989, 163 ss.
49
E. BETTI, Istituzioni di diritto romano, II.1, Padova,
1960, 220.
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19.2.22. 2) señalando Amirante44 que «l’idea
di una consegna della res da parte del locatore
al conduttore giunge al suo limite di rottura
[...] esistendo solo idealmente la res al momento della conclusione dell’accordo». Esta
idea implica una arriesgada concepción del
opus locatum, dificultad que pretende superar 45
profundizando en el concepto de opus locatum
de Labeón, al que sobre la base de Paul. 2 ad
ed. D. 50.16.5.1 atribuye «l’idea arditissima
che proprio l’opus, e cioè l’insula da costruire o
la statua da scolpire, fosse consegnata, in
senso meramente ideale, ben s’intende, dal
locatore al conduttore». Ciertamente que éste
el gran obstáculo que presentan tanto la locatio
operarum como la locatio operis: ¿qué se restituye?, porque ya había dicho Cervenca 46
que la locatio de las operae de un trabajador libre era un arrendamiento sin obligación de
restituir la cosa arrendada47, y respecto al opus
44
L. AMIRANTE, Ricerche, cit., 102; ID., voz Locazione,
cit., 993.
45
Cfr. A. MASI, voz Locazione, cit., 909.
46
G. CERVENCA, In tema di ‘locatio-conductio’. (A proposito di un recente studio), en Bull. della Scuola di perfezionamento in dir. del lavoro dell’Univ. di Trieste, 1963, 7.
47
Cfr. F. M. DE ROBERTIS, I rapporti di lavoro nel diritto
romano, Milano, 1946, 24.
7
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diversas situaciones que podían ser
encuadradas dentro de la locatio-conductio, una
de las instituciones jurídico-económicas mas
importantes del derecho romano (y de todos
los ordenamientos), que comprende situaciones tanto del derecho público como del
privado. Al respecto hay que subrayar que los
estudios romanísticos mas relevantes sobre la
materia, salvo algunos pocos dedicados a las
locationes censoriae, responden fundamentalmente a enfoques privatísticos13. En esta sede
pretendo rastrear los orígenes de nuestro
contrato a caballo entre materias públicas 14 y
privadas, dando por descontado los complejos y delicados confines entre ambas
partes del ordenamiento que como recalcó
Ulpiano no son sino duae positiones en el
studium iuris. De todos modos, y aunque
13
C. LONGO, La locazione conduzione, Pavia, 1921; T.
MAYER-MALY, ‘Locatio conductio’. Eine Untersuchung zum
klassischen römischen Recht, Wien-München, 1956; L.
AMIRANTE, Ricerche sulla locazione, en BIDR, LXII,
1959, 9-119; A. BISCARDI, Il concetto romano di ‘locatio’
nelle testimonianze epigrafiche, en Studi Senesi, LXXII,
1960, 409 ss.
14
Frente a la vieja tesis de Mommsen la doctrina del
s. XX ha abandonado la idea de un origen público de
la locatio-conductio; vid. H. KAUFMANN, Die altrömische
Miete, Köln-Graz, 1964, 265; A. GUARINO, Diritto, cit.,
902 i. nt.
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faltan testimonio directos para la época
predecemviral siendo asimismo exiguos en la
republicana, esto no constituye una razón
válida para abandonar el intento de formular,
aunque solo fuera en via de conjetura, una
hipótesis sobre los orígenes de la locatioconductio. La utilidad de remontar a los orígenes el estudio de las instituciones jurídicas
hoy está fuera de toda duda15, en cuanto los
orígenes pueden aportar datos importantes
para la resolución de otros problemas de la
institución de qua loquitur, y para la comprensión y reconstrucción de toda la
articulada y compleja evolución sucesiva
como es el caso de la locatio-conductio.
15
Vid. P. DE FRANCISCI, ‘Primordia civitatis’, Roma,
1959, 13; G. BROGGINI, ‘Coniectanea’. Studi di diritto
romano, Milano, 1966, 133 ss.; R. ORESTANO, I fatti di
normazione nell’esperienza romana arcaica, Torino, 1967,
40; R. SANTORO, Potere e azione nell’antico diritto romano,
en AUPA, XXX, 1967, 116 ss.; G. NICOSIA, Il processo
privato romano. I. Le origini, Catania, 1980, 27 ss.; G.
PUGLIESE, Poteri ‘negotia’ ‘actiones’ nell’esperienza romana
arcaica, en Atti del Convegno di diritto romano Copanello,
Napoli, 1984, 271 ss.
21
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definitivo, en la locatio independientemente
del fin previsto en el contrato, tenía carácter
temporal. Esta obligación de restitución es el
mínimo de tipicidad que si por un lado distingue la locatio-conductio de la emptio-venditio,
por otro permite reunir todos los diversos
posibles contenidos encuadrados en el esquema de la locatio-conductio. En la locatio operarum
introduce una disquisición importante porque
en su concepción las operae de esclavos y libertos no debían cualificarse como res sino
más bien como fructus por lo que éstos no se
daban sino la persona del operarius41. Respecto
a la locatio operis piensa que objeto del contrato
no era la actividad del artífice sino el material
de construcción sujeto a reddere, y así fue
hasta Labeón42; a partir de entonces se
contemplaría la restitución del resultado del
trabajo, se esperaría la restitución de un opus
ideal previsto en el momento de la contratación43; así lo confirma en la hipótesis de
insulam aedificandam loco (Paul. 36 ad ed. D.
41
L. AMIRANTE, Ricerche, cit., 60 ss. Se basa en Ulp. 32
ad ed. D. 19.2.13. 3 y 4; Paul. 13 ad ed. D. 19.2. 42;
Paul. 21 ad ed. D. 19.2.43; Marcell. 8 dig. D. 19.2.48.1.
42
L. AMIRANTE, Ricerche, cit., 533 ss., 554 ss., 566 ss.
43
Vid. una magnífica síntesis del pensamiento de Amirante sobre la locatio operis en R. FIORI, La definizione,
cit., 4, nt. 9.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
20
6. También sigue la tesis unitaria
Amirante38 que aporta alguna novedad interesante a la explicación de Arangio-Ruiz que no
veía en la res el elemento unificante de los tres
tipos de locationes sino en la obligación de las
partes de dare y reddere39, traspasando el problema a otros ángulos dentro de la ticipidad
de la locatio Amirante entiende que la locatio
fue abordada por los juristas fundamentalmente en relación a la emptio venditio, de
modo que a diferencia de la compraventa en
la locatio la cosa debia ser dada pero además y
sobre todo, restituída, algo obvio en la locatio
rei, dado que el locare – a diferencia de la compraventa – no contiene en sí mimo la cesión
del uso o del disfrute. Según Amirante40 tanto
el vendedor como el arrendador se obligan a
entregar la res al emptor o al conductor, pero
mientras en la emptio-venditio la puesta a
disposición de la cosa tiene carácter
38
L. AMIRANTE, Ricerche, cit., 9 ss.; ID., ‘Locare usum
fructum’, en Labeo, VIII, 1962, 206 ss.; ID., voz Locazione (diritto romano), en Noviss. dig. it., IX, Milano,
1963, 49 ss.; ID., ‘Locare habitationem’, en Studi in onore
di B. Biondi, I, Milano, 1965, 455 s.; ID., In tema di ‘opus
locatum’, en Labeo, XIII, 1967, 49 ss.
39
Vid. R. FIORI, La definizione, cit., 3.
40
L. AMIRANTE, Ricerche, cit., 47 ss.; ID., voz Locazione, cit., 992 ss.
9
TSDP – IV 2011
3. Ya he dicho en otra parte16 que sigue
discutiéndose el problema de cuando se
reconoció la locatio-conductio como contrato
consensual. La generalidad de la doctrina
entiende que se produjo a finales de la República, y de este momento hacia atrás todo son
conjeturas, por lo que aún es mas problemático determinar su primeros pasos; otro
dato claro es que ya había alcanzado una
cierta consolidación en las XII Tab. según la
información de Gai 4.2817. Fiori18 es de la
16
A. TORRENT, Manual de derecho privado romano¹³, Madrid, 2008, 461.
17
XII Tab. 12.1 = Gai 4.28: Lege autem introducta est pignoris capio velut lege XII Tabularum adversus eum… quod
quis mercedem non redderet pro eo iumento, quod quis ideo locasset, ut inde pecuniam accipere acceptam in dapem, id est in
sacrificium, inpenderet La regla decemviral recordada
concedía la pignoris capio contra el que hubiese comprado una víctima para el sacrificio y no la hubiera
pagado, y contra el que hubiese tomado en arriendo
un jumento y no lo hubiese pagado al locator, aunque
resulta muy extraña la parte final desde ut inde, que
parece apuntar a que el ejercicio de la pignoris capio por
parte del acreedor estaba condicionado a que destinase el pretium en la compraventa y la merces en la locatio
a adquirir a su vez otro objeto de sacrificio. Pero dejando aparte estos arcaísmos, y teniendo en cuenta
que las citas de las XII Tab. son siempre reelaboraciones posteriores de su tenor originario que incluso
pueden haberse producido en diversos momentos hi-
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
10
opinión que en los formularios de Catón (por
tanto s. III a.C.) se encuentran los primeros
testimonios ciertos de una tutela del
consentimiento en las relaciones arrendaticias, y que precisamente en Catón se
puede captar el momento de tránsito desde
una fase en que la relación todavía se
instrumentaba mediante una verborum obligatio,
una fase intermedia en la que se utilizan
instrumentos de garantía indirecta (satisdatio,
pignus sobre los invecta et illata), hasta una
tercera fase de protección del simple consentimiento que hace que Gayo la encuadre
dentro de los cuatro contratos consensuales
del ius gentium. No es éste el problema que
debe ocuparnos en estos momentos sino la
aparición de la locatio-conductio en Roma, tema
sobre el que como es sabido Mommsen
conjeturó que la primera figura arrendaticia
stóricos (cfr. O. DILIBERTO, Materiali per la palingenesi
delle XII Tavole, I, Cagliari, 1992; vid. con lit. R. FIORI,
La definizione, cit., 14, nt. 7; 16) apunto por significativa la mención conjunta de la emptio-venditio y la locatioconductio, que algún sector doctrinal ha puesto de relieve incluso para explicar los orígenes de estos contratos que tienen una historia con grandes paralelismos, tema sobre el que tendré ocasión de ocuparme
mas adelante.
18
R. FIORI, La definizione, cit., 11 ss.
19
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iusnaturalismo de la época34. Respecto al
rastreo de su evolución histórica en la Glosa
y en los canonistas medievales son insuficientes los apuntes aportados por Bussi35,
aunque por lo que sé del tema mucho me
temo que investigaciones sobre el argumento
no puedan arrojar gran luz a lo que interesa
en esta sede. Como acabo de decir, la tesis
unitaria expresada por Arangio-Ruiz fue
ampliada por Brasiello que entendió la locatio
operarum como arrendamiento de cosas y
esclavos, dentro de la cual podía distinguirse
cuándo se daba el esclavo como tal esclavo, y
cuándo se daba el esclavo como productor de
operae, distinción que adquirirá gran relieve
cuando a finales de la República se desarrolló
la locatio de operae de los libertos, aunque
todavía seguía siendo locatio de res36, como
también la locatio operis37.
34
Sobre el iusnaturalismo racionalista de los s. XVII y
XVIII, vid la síntesis que ofrezco en mis Fundamentos,
cit., 285 ss.
35
E. BUSSI, La formazione dei dogmi di diritto privano nel
diritto comune, II, Padova, 1939, 44 ss.
36
U. BRASIELLO, Unitarietà, cit., I, 544.
37
U. BRASIELLO, Unitarietà, cit., I, 554 ss.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
18
en cuanto en todos los tipos la exigencia de
su cumplimiento (como la responsabilidad y
los problemas del riesgo contractual en cada
tipo que son los temas preferidos de la
romanística de nuestro tiempo) se encauzaban mediante una acción única (actio locati y
actio conducti según el reclamante), y en todos
los supuestos de locatio había siempre una res
que debía ser dada o restituída. Arangio-Ruiz
defendía por tanto la unidad sustancial de la
locatio, tesis seguida por su discípulo Ugo
Brasiello32 que realizó una profunda aportación exegética a la tesis unitaria, y que desde
entonces puede entenderse como doctrina
casi unánime, cuya diferenciación se debe a la
Escuela Culta Holandesa del s. XVII (Voet)
como demostró Olivier-Martin33, que considera la tripartición surgida al margen tanto de
la tradición jurídica francesa como del
cita de lit. unitarista en R. FIORI, La definizione, cit., 7,
nt. 28.
32
U. BRASIELLO, L’unitarietà, cit., I, 529 ss.
33
F. OLIVIER-MARTIN, Divisions, cit., 419 ss. Señala L.
AMIRANTE, Ricerche, cit., 12, nt. 10, que dada la amplitud de la materia analizada por Olivier-Martín, quizá
sea algo fragmentaria debiendo ser mirada con reserva.
11
TSDP – IV 2011
se daría en los arrendamientos públicos que
habrían servido de modelo para la configuración de los privados, de forma que la
figura mas antigua, la locatio-conductio rei, se
habría derivado del arrendamiento por los
censores de los agri vectigales; a su vez la locatioconductio operarum se habría derivado del
arrendamiento por los magistrados de los servicios de personas como apparitores y lictores
(ejecutando tareas auxiliares de los magistrados), y la originaria locatio-conductio operis
había consistido en la realización de obras
públicas encomendadas por las autoridades
administrativas comunales.
Hasta el s. XIX y primeros decenios del
XX dominaba la idea19 que el término locatioconductio era común a tres tipos contractuales
diversos: 1) la locatio-conductio rei: cesión del
uso y disfrute temporal de una cosa contra el
pago de una merces (dejo aparte también el
problema del precio, pues podía pagarse in
pecunia e in specie; 2) la locatio-conductio operarum:
puesta a disposición de otro de la propia
actividad laboral contra el pago de una
cantidad de dinero; c) la locatio-conductio operis:
19
Cfr. A. MASI, voz Locazione. I. Locazione in generale.
Storia, en Enc. dir., XXIV, Milano, 1974, 908.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
12
la prestación consistía en una actividad
compleja dirigida a la obtención de un cierto
resultado, lo que llamamos en derecho actual
arrendamiento de obra (contrata en derecho
positivo español). Se suscita así, como hemos
dicho, el problema de la unidad de la locatio y
su expansión hacia tipos contractuales próximos con necesidad de una regulación específica, y de esto sí fueron conscientes los juristas romanos. Como el tema interesa al
objeto de nuestra investigación conviene detenernos algo sobre la tripartición, reconociendo obviamente que la doctrina mayoritaria es propensa al carácter unitario de la
locatio-conductio. Como ha dicho Amirante20 , la
exigencia de llegar a una construcción unitaria
de la figura no es nueva en cuanto lo sugería
e imponía la unidad innegable de la
terminología.
4. No voy a entrar en la discusión terminológica sobre locare y conducere para lo que
remito a la investigación exhaustiva y bien
documentada de Fiori, pero sí quiero decir
que en mi opinión a nivel de reconstrucción
dogmática el tipo originario en la primitiva
economía romana predecemviral tuvo que ser
20
L. AMIRANTE, Ricerche, cit., 10.
17
TSDP – IV 2011
tipos sigulares de locatio no cabían en un
concepto unitario aún dentro de su gran
vecindad conceptual, y Rabel29 que no renegaba de las tres vertientes (‘Abarten’) de la
locatio fijándose en la inversión de la terminología en la locatio operis, apuntaba a la
derivación (como la de su correspondiente
institución griega) de «körporlichen Hingeben
der Sache», en definitiva de la locatio rei.
5. La polémica sobre la unitariedad o
tripartición de las relaciones arrendaticias
estaba servida, y puede decirse que ha
seguido planteándose en los mismos términos en la literatura posterior. Mucho contribuyó a reavivar la polémica la contribución
de Arangio-Ruiz que como hemos dicho
anteriormente, desde 1921 hasta la última
edición de sus Istituzioni en 196030, trató de
demostrar que la polémica es un producto
artificial de la tradición romanística en cuanto
Roma no conoció la distinción entre los tres
tipos de locationes de manera que el contrato
de arrendamiento era esencialmente unitario 31
29
F. RABEL, Grudzüge des römischen Privatrechts², Basel,
1955, 110 ss.
30
V. ARANGIO-RUIZ, Istituzioni, cit., 345 ss.
31
La tesis del caracter unitario de nuestro contrato se
hizo mayoritaria en la romanística; vid. la larguísima
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
16
mann negó la construcción unitaria de la
locatio no admitiendo la datio rei en la locatio
operis: es absurdo que la utilidad de este
contrato sea a favor del dans, que éste deba
pagar la cantidad estipulada al contratista, que
este pago pueda ser configurado nummo uno,
absurdo que ya había sido puesto en
evidencia por Ulp. 69 ad ed. D. 19.2.46: Si quis
conduxerit nummo uno, conductio nulla est, quia et
hoc donationis instar inducit27. Llegados a este
punto la ciencia alemana del XIX y primeros
dos decenios del XX ya no daba mas de sí.
Todavía Karlowa28 seguía afirmando que los
1988, 195 ss. También fue contradicha la tesis de Bechmann por C. LONGO, La locazione, cit., 14 ss.
27
Desde un punto de vista actual, y dejando aparte
los problemas dogmáticos que suscita el texto de Ulpiano como la nulidad de la locatio y la asimilación del
pago nummo uno a la donación, se sigue repitiendo en
nuestros días (me refiero fundamentalmente a la situación española pero también se ha dado en algún
otro país de la UE) dando lugar a supuestos de corrupción que están llegando a nuestros Tribunales,
numerosos hechos de este tipo en los que intervienen
políticos que prácticamente pagan nummo uno a los
promotores y constructores inmobiliarios no solamente obras de refacción, sino también en casos de
obra nueva.
28
O. KARLOWA, Römische Rechtsgeschichte², Leipzig,
1901, 632 ss.
13
TSDP – IV 2011
la locatio rei, lo cual no es ninguna «mia
scoperta» pues en el s. XIX ya lo intuía
Degenkolb21 y poco después confirmaría
ampliamente Bechmann22, que proponía reconducir el origen de las species al esquema
unitario de la locatio rei, afirmación que como
vió Fiori23 no pretendía sostener la inexistencia en derecho romano de la tripartición tradicional, sino simplemente encontrar una común justificación histórica para los distintos supuestos de hecho. Bechmann advirtió que objeto de la locatio operarum
mas antigua era un esclavo, por lo que antes
de poder hablarse de una autónoma locatio
operarum ésta originariamente no era otra cosa
que una locatio rei, y lo mismo sostenía para la
locatio operis sólo posible en su fase mas
antigua cuando el locator suministraba al
conductor los materiales para la construcción.
21
H. DEGENKOLB, Platzrecht und Miethe. Beiträge zu ihrer Geschichte und Theorie, Berlin, 1867, 134.
22
A. BECHMANN, Der Kauf nach gemeinen Recht. I. Geschichtge des Kaufs im römischen Recht, ·Erlangen, 1876,
420 ss. No cabe duda que sus explicaciones abrieron
una vía fecunda para aclarar la tripartición y los orígenes unitarios de la locatio-conductio, y su tesis fue poco
después seguida en su ‘Habilitationsvorlesung’) por C.
BURKHARDT, Zur Geschichte der ‘locatio conductio’, Basel,
1889, 31 ss.
23
R. FIORI, La definizione, cit., 2.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
14
Se fija especialmente Bechmann entre otros
textos que destacan el dare rem en las relaciones arrendaticias originarias, en Pomp. 9
ad Sab. D. 18.1. 20, que en realidad trata de
las diferencias entre locatio-conductio y emptiovenditio. De la lectura de Bechmann se deriva
que dentro de la unidad sustancial de las
relaciones arrendaticias en Roma no son tan
distintos entre sí los diferentes tipos de
locationes, por ejemplo la única diferencia que
advierte entre la locatio rei y la locatio operis es
que en la primera el conductor paga la merces,
mientras que en la segunda se obliga a
transformar la cosa y a pagar una suma
simbólica (nummus unus), pagando el locator
una suma de dinero por su transformación.
En definitiva, a la base de todas las hipótesis
de locatio había un dare, y de ahí la reconducción de todas las figuras bajo la locatio
rei. En este punto se ha advertido un fallo de
su tesis, porque si puede admitirse en las
locatio rei y operarum, es difícilmente admisible
en la locatio operis; además en unos casos la
datio rei se entrega en interés del locator y en
otros en interés del conductor24.
24
Cfr. las observaciones críticas de L. AMIRANTE, Ricerche, cit., 10-11.
15
TSDP – IV 2011
A mi modo de ver la tesis de Bechmann,
que desde 1921 sería ampliamente desarrollada por Arangio-Ruiz, que con el papel
central otorgado a la datio rei situaba la locatio
mas cerca de los dogmáticamente llamados
contratos reales que de los consensuales,
como se sabe, la ultima categoría de contratos
configurada por los juristas romanos a finales
de la República y ampliamente desarrollada
en época clásica. De todos modos la tesis de
Bechmann en la misma Alemania de finales
del s. XIX que había producido los asombrosos resultados de la Pandectística25 a la que en
el terreno que nos interesa debemos el papel
estelar de la locatio rei como cesión del uso de
una cosa contra el correspectivo de una
prestación (económica o en especie) por
parte del conductor, encontró un adversario
formidable en Pernice26 que contra Bech25
Vid. con lit. y desde un punto de vista muy amplio,
A. TORRENT, Fundamentos del derecho europeo. Derecho
romano, ‘ius commune’, ciencia del derecho europeo, Madrid,
2007, 308 ss. Puede situarse el punto inicial y final de
la Escuela Histórica Alemana en Savigny y Windscheid.
26
A. PERNICE había esbozado su pensamiento en
primer lugar en Labeo, I, Halle, 1873, 466 ss., pero sobre todo desarrolló el núcleo de su pensamiento en
ID., Zur Vertragslehre der römischen Juristen, en ZSS, IX,
29
TSDP – IV 2011
aportación de Kaufmann es aguda, pero no
debemos olvidar que no se basa sobre datos
sino sobre conjeturas.
Otro intento para aclarar el problema lo
realizó Alzon59 que parte de una cronología
diferente para cada uno de los tipos que habrían nacido en épocas diversas y con
finalidades también diversas, de modo que la
única posibilidad que tuvo el pretor para conceder la misma actio en todos los supuestos
fue usar el instrumento dogmático de la tripartición60; así, siendo las partes libres para
negociar en la forma que les fuera mas
conveniente, el iudex respetando su voluntad
y en base a la bona fides llevaría a que ni las
partes ni el juez necesitaran razonar en
términos de la tripartición por lo que los
juristas romanos verían la locatio-conductio
como un contrato carente de tipicidad salvo
en sus categorías singulares. Se fija Alzon en
las relaciones entre emptio-venditio y locatioconductio; ambos contratos tienen de común el
59
C. ALZON, Reflexions sur l’histoire de la ‘locatio conductio’,
en RH, XLI, 1963, 553 ss.; ID., Problémes relatifs à la
location des entrepôts en droit romain, Paris, 1965, 220 ss,;
ID., Les risques dans la ‘locatio conductio’, en Labeo, XII,
1966, 311 ss.
60
C. ALZON, Problémes, cit.,. 224 ss.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
30
cambio de res por pretium61, siendo el reddere el
factor discriminador entre ambos contratos.
Se puede oponer a Alzon la misma objeción
que a otros estudiosos; lo que dice Alzon
puede aplicarse a las locatio rei y operarum,
¿pero qué se restituye en la locatio operis? Tiene
razón Amirante62 al señalar que los múltiples
contenidos y fines económico-sociales que
podían realizarse con la locatio implican una
gran dificultad para entender de un modo
unitario los precedentes históricos de la locatio
consensual. En el fondo son las mismas
dificultades para conocer el origen de la locatio
antes de su reconocimiento como contrato
consensual.
7. El último gran intento para clarificar
nuestro tema ha sido acometido por Fiori
que tras realizar un estudio minucioso de las
fuentes y la doctrina, lo considera un problema abierto, no siendo totalmente satisfactorias ni las teorías de la unitariedad ni las de
la tripartición 63 aunque sustancialmente
defiende una doctrina unitaria: los juristas
romanos tienen ante sus ojos el esquema
61
C. ALZON, Problémes, cit., 224; ID., Reflexions, cit.,
554, nt. 8.
62
L. AMIRANTE, voz Locazione, cit., 994.
63
R. FIORI, La definizione, cit., 10.
51
TSDP – IV 2011
una magnífica monografía sobre la locatioconductio) defendió una concepción unitaria
basado en el caracter único para todos los
subtipos de las actiones locati y conducti, y por en
todos veía una res que debía darse o restituirse. Respecto a los orígenes de la locatioconductio contra Mommsen que pensó en los
arrendamientos públicos, en mi opinión no
fue así, porque siendo un fenómeno primariamente económico de disfrute racional de
los bienes, esto implica un fenómeno privado
antes que público.
ARMANDO TORRENT
Catedrático de Derecho Romano
Universidad Madrid ‘Rey Juan Carlos’.
E-mail: [email protected]
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
50
medieval ones, and his baptism certificate
was at the end of XVIIIth Century by Johannes Voet, later on followed by the Pandectists. Consequently, Arangio-Ruiz thought in
a unitary contract by the only character of the
actio locati and actio conducti for all the subtypes
of leasing contracts, and because in all subtypes there is the same idea: a res given or restitued. I don’t see things so clearly as Arangio-Ruiz does, and in certain way Fiori
follows this unitary thesis as well. On the
origins of the locatio-conductio, I don't share
the thesis of Mommsen about the earlier antiquity of public locatio respect to private one.
From my point of view the locatio-conductio
was a phenomenon primary economically
directed to a more rational benefit of the
goods, that didn’t necessarily produce effects
in the public area before that in the private
one.
La locatio-conductio se explica generalmente
en todos los manuales mediante la tricotomía
locatio-conductio rei, operarum, operis faciendi, pero
esta concepción no es de los juristas romanos
ni de los medievales, sino que se debe a
Johannes Voet a finales del siglo XVIII, posteriormente seguida por los pandectistas.
El mismo Arangio-Ruiz (y en cierto modo
Roberto Fiori que el último que ha escrito
31
TSDP – IV 2011
unitario de la locatio-conductio en las recíprocas
obligaciones de las partes de praestare mercedem
y praestare uti frui, y en virtud de este esquema
unitario para tutelar los intereses de las partes
se utilizan la mismas acciones, de donde deriva que la ‘tipicidad’ de la locatio en el sistema
contractual romano reside en una similar
unidad obligatoria y procesal64. Dentro de
cada tipo sin embargo los juristas
individualizan una serie de ‘modelos negociales’ que no llegan a ‘tipo’ en el sentido que
no determinan un diferente esquema obligatorio fundamental, y por tanto no requieren
una acción distinta, pero que constituyen
figuras de referencia para las partes, juristas y
pretor. Por eso concluye Fiori65 que la locatioconductio es una y múltiple: unidad de ‘tipo’ en
cuanto subyace siempre el sinalagma merces-uti
frui; multiplicidad de los modelos negociales
que varían al compás de la diversa comprensión del uti frui. El plano de la ‘tipicidad’
dirige las acciones locati et conducti; el plano de
los ‘modelos negociales’ consiente escoger
entre la actio locati y la actio conducti según la
actividad a desarrollar.
64
65
R. FIORI, La definizione, cit., 286 ss.
R. FIORI, La definizione, cit., 362.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
32
8. Estos tres tipos o ‘modelos negociales’
que prefiere llamar Fiori ¿tienen todos la
misma antigüedad?, o dicho de otro modo,
¿cuál sería el modelo inicial en la etapa
preconsensual? ¿en qué medida se fueron diferenciando unos tipos de otros? ¿advirtieron
los juristas romanos sus diferencias? ¿advirtieron que requerían una regulación específica
para cada tipo?. La respuesta a cada una de estas preguntas es muy problemática, en
primer lugar porque falta totalmente en los
juristas una definición de la locatio-conductio, y
de ahí la discusión doctrinal que hemos visto
a propósito de la tricotomía que probablemente impedía una definición unitaria
oscureciendo el problema de los orígenes de
la locatio-conductio con una historia muy antigua estando en conexión su carácter unitario
con el reconocimiento tardío de su naturaleza
consensual. El gran esfuerzo de reconstrucción dogmática de la Pandectística sentó
la definición genérica de la locatio-conductio
como contrato de cambio de uso (frui) de
cosas o de personas (energías de trabajo)
contra pretium, de donde surgía una primera
bipartición: locatio rei y locatio operarum. El
problema realmente lo presenta la locatio
operis, los hoy llamados arrendamientos de
obra que a su vez abría diversas finalidades o
49
TSDP – IV 2011
aspectos económicos de las relaciones humanas en un pueblo que hizo del comercio
uno de sus fines vitales, eran motivos suficientes para que pudieran partir de una noción común de locare y advertir las diferencias
específicas de cada subtipo, de modo que
dentro del concepto unitario de locatio-conductio supieron prever una regulación específica para cada tipo a la vista de sus distintas funciones económico-sociales, y desde
luego no se puede decir absolutamente que
los juristas romanos no tuvieran una visión económica que puede advertirse a la base de
las soluciones aportadas a los problemas jurídicos, o si se prefiere, conciencia de los aspectos económicos de los problemas so-ciales89. Las diferenciaciones dogmáticas vendrán muchos siglos mas tarde.
ABSTRACT
The locatio conductio is usually explained
trough a trichotomy of leasing forms (locatioconductio rei, operarum, operis faciendi) but such
conception is not of roman jurists, neither of
89
A. TORRENT, Moneda crédito y derecho penal monetario en
Roma (s. IV a.C. –IV d.C.), en SDHI, LXXIII, 2007,
112. Cfr. G. MELILLO, Categorie economiche nei giuristi
romani, Napoli, 2000.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
48
Servio hipotiza Fiori88 ) Alf. 5 dig. a Paul. epit.
D. 19.2.31 que deja entrever la posibilidad de
duo genera locatorum: en el primero debía restituirse la misma cosa; en el segundo el idem
genus, y finalmente a Lab. (Paul. 2 ad ed. D.
50.16.5.1) que contempla el opus locatum conductum como ex opere facto corpus aliquod
perfectum, lo que significa una concepción del
opus «ideal» (Fiori) que no existe en el
momento de la contratación.
13. Creo que la polémica sobre si la
unidad del arrendamiento es sólo un dato
terminológico, procesal, o una unidad conceptual, ha aportado muchos factores para un
mejor entendimiento de la locatio-conductio, pero que a veces en la romanística ha recibido
una atención demasiado especializada sobre
cada tipo que de alguna manera oscurece una
visión de conjunto sobre el argumento para
fijarse en unos términos y unas concepciones que nunca plantearon los romanos, a
quienes bastaban unas líneas teóricas básicas
comunes a los tres tipos conocidos para entender las conexiones entre ellos. La estricta
adherencia de los juristas romanos a la
realidad de cada día, su entendimiento de los
88
R. FIORI, La definizione, cit., 4, nt. 9.
33
TSDP – IV 2011
posibilidades: contrato dirigido al opus en
cuanto tal opus, y contrato dirigido al
resultado final de la ejecución del opus, con la
dificultad añadida que en esta ultima modalidad se invierte la posición de locator y
conductor.
9. No voy a entrar en el problema de la
definición romana de la locatio-conductio sobre
el que se han vertido ríos de tinta; me remito
al documentadísimo trabajo de Roberto Fiori,
pero sí quiero dejar algo claro: los juristas
republicanos se dieron cuenta que la locatioconductio tenía una gran vecindad con la emptiovenditio66, y acaso el problema de la romanística actual pudiera ser rastrear sus posibles
orígenes comunes compartiendo un dare rem
que se traduce en términos mutuados recíprocamente entre ambas figuras; ejemplos
de lo que acabo de decir son suficientemente
elocuentes y van desde el tratado de agri cultura
de Catón que considera la locatio fundi como
66
Vid. U. BRASIELLO, L’unitarietà, cit., 542 ss.; T.
MAYER-MALY, ‘Locatio-conductio’, cit., 63 ss.; L. AMIRANTE, Ricerche, cit., 51 ss.; R. FIORI, La definizione,
cit., 285 ss.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
34
venta de los productos del fundo 67, hasta
cinco siglos mas tarde Gai 3. 145:
emptio et venditio et locatio et conductio
familiaritatem aliquam inter se habere videntur, ut in
quibusdam causis quaeri soleat, utrum emptio et
venditio contrahitur an locatio et venditio.
Dada su similar función económico-social
desde los momentos preconsensuales ambos
contratos comparten un mínimo de tipicidad
centrado en un dare rem que es definitivo en la
compraventa y temporal en el arrendamiento,
dare que en el s. XIX llevó a pensar a un
sector de la Pandectística en el carácter real
del arrendamiento de ahí que Degenkolb defendiera el carácter real originario del
arrendamiento.
Respecto al problema de los orígenes de la
locatio-conductio Mommsen68 había avanzado
67
Vid. A. BURDESE, Studi sull’‘ager publicus’, Torino,
1952, 47.
68
T. MOMMSEN, Die römischen Anfänge von Kauf und
Miethe, en ZSS, VI, 1885 = ID., Gesammelte Schriften,
III, Berlin, 1907, 132 ss. Le sigue U. VON LÜBTOW,
‘Catos leges venditioni et locationi dictae’, en Eos, XLVIII,
1956, 227 ss. = Symbolae Taubenschlag, III, Varsovia,
1957, 229 ss, 241 ss. También la tesis mommseniana
han pretendido revitalizarla F. CANCELLI, L’origine del
47
TSDP – IV 2011
servirse de personas auxiliares) y restituir al
locator la cosa manipulada o reelaborada. Respecto al arrendamiento de un opus faciendum
el locator estaba obligado a convenir con el
conductor el plano, modelo o proyecto de la
obra a realizar, y a pagarle la merces convenida85. La locatio operis es la figura mas compleja dentro de la locatio-conductio en general, y
de ahí que la jurisprudencia clásica discutiera
su configuración como arrendamiento o como compraventa cuando el conductor se obligaba hacia el locator a realizar una obra con
materiales propios; según Gai (3.147; cfr. I.
3.24.2) la mayoría (plerique) se inclinaba por
ver una compraventa; pero Pomp. 9 ad Sab.
D. 18.1.20 lo entendían arrendamiento 86. Este
es uno de los temas mas discutidos en la
romanística donde se advierten diferentes
vías de aproximación a la consideración de la
locatio-conductio que van desde Quinto Mucio
que según Amirante87 aún tenía una concepción fuertemente materialistica de modo
que solo podía tratarse de una res que pudiera
reintegrarse en su identidad, a Alfeno (quizá
85
Iav. 11 epist. D. 19.2.51. 1 preve incluso el pago por
jornadas de trabajo.
86
Cfr. R. FIORI, La definizione, 50 ss.
87
L. AMIRANTE, Ricerche, cit., 65 ss.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
46
merces, y aunque en la mayoría de los casos la
utilidad de la datio rei está dirigida a quien la
recibe, en la locatio operis una vez superada lo
que tuvo que ser la primera fase de su
evolución como fue la entrega de materiales,
la utilidad de quien da la cosa para que sea
manipulada y la restituya, o del que recibe
una obra terminada en la que incluso no ha
dado nada siendo a cargo del comitente la
búsqueda de los materiales, apunta a la pretensión de unos resultados globales finales
cuyo andamiaje jurídico común fue advertido
por los juristas romanos, como demuestra las
tentativas de explicación de la probatio operis83.
No teorizaron los juristas romanos la locatio
operis, pero de los textos se derivan dos hipótesis que Masi84 sintetiza de la siguiente
manera: 1) Que la res sea locata para que el
conductor realice un servicio sobre la misma y
la devuelva; 2) Que objeto de la locatio sea un
opus faciendum. En el primer caso el locator se
obliga a entregar la cosa al conductor y pagarle
la merces, y este último a realizar la actividad
que se hubiera comprometido (pudiendo
35
TSDP – IV 2011
una primera solución pensando en la mayor
antigüedad de las locationes públicas sobre las
privadas; por tanto serían las locationes
públicas las que proporcionaron no solamente la terminología sino también las líneas
fundamentales de nuestro contrato. Mommsen parte de que había dos grandes sectores
en el derecho patrimonial romano de la época
mas antigua: de un lado el stipulari spondere del
derecho privado; de otro el dare locare y emere
conducere. Esto es una generalización de
Mommsen con grandes visos de certeza, porque cuando el ius civile tardo-republicano reconoció como contratos consensuales la
compraventa y el arrendamiento, los juristas
clásicos no dejaron de advertir las grandes
similitudes entre ambos; es significativo que
Gayo acaba su exposición de la compraventa
en Gai 3.141 y en el inmediato 3.142 dice:
Locatio autem et conductio similibus regulis
constituitur rell.
a lo que hay que añadir
83
La probatio operis exoneraba de responsabilidad al
conductor por los vicios de construcción y la pérdida de
la obra; vid. C. A. CANNATA, Per lo studio della responsabilità per colpa nel diritto romano, Milano, 1969, 204 ss.
84
A. MASI, Locazione, cit., 914.
contratto consensuale di compravendita nel diritto romano, Milano, 1963, 9 ss,, y P. LEUREGANS, L’origine administravie du terme ‘locatio’ dans la ‘locatio-conductio’ romaine, en
Eos, LXV, 1977, 303 ss.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
36
Paul. 34 ad ed. D. 19.2.1: Locatio et conductio
cum naturalis sit et omnium gentium non verbis sed
consensu contrahitur, sicut emptio et venditio.
Según Mommsen la locatio-conductio nació en la contratación propia de la administración de la comunidad; quizá en principio
los dos cónsules se ocupaban de estos temas,
y con la diferenciación de tareas entre los
nuevos magistrados en la medida que el
Estado se iba organizando empezaron a tomar funciones económicas los censores y los
questores.
De la administración del patrimonio
comunal, tanto del activo como del pasivo se
ocupaban los censores, y faltando éstos los
cónsules y los pretores. De los contratos con
personas para ocupar funciones subalternas
se ocupaba cada magistrado, de modo que
sería la comunidad quien por primera vez a
través de sus magistrados res et personae locare
(locatio rei y operarum). Igualmente sería la
comunidad la que originariamente concluía
las locatio operis. Las locationes rei y operis serían
de competencia censoria, mientras que las
locatio operarum corresponderían a cada
magistrado para el mejor funcionamiento de
los servicios que tenían encomendados.
45
TSDP – IV 2011
tutela procesal. Wlassak y Mitteis pensaban
en general en actiones in factum; Kaser sin excluir del todo las actiones in factum piensa que
no constituyeron la única forma de tutela, sino que los contratos consensuales antes de
ser amparados por sus respectivas acciones típicas, habían estado protegidas por acciones
pretorias modeladas sobre la legis actio per
iudicis arbitrive postulationem. Por su parte
Broggini82 entiende que antes de la actio locati
de buena fe, los relativos procesos se encauzarìan a través de arbitria bonae fidei en base
al imperium del magistrado.
12. El núcleo central de la reflexión jurídica tuvo que ser locare y probablemente la
figura mas antigua habría sido la locatio rei,
modelo apto para los otros subtipos que van
implicando por sí mismos una idea mas
evolucionada del locare; la misma existencia de
diversos subtipos dentro de una categoría unitaria ya es indicativa de cómo estos conjuntos de situaciones vistas desde la óptica
jurídica conducían a núcleos sistemáticos
organizados en torno a la correlación dare rem82
G. BROGGINI, ‘Iudex Arbiterve’. Prolegomena zum officium des römischen Privatrichters, Köln-Graz, 1957, 218
ss.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
44
consigo o sobre sí. La bilateralidad de las
obligaciones asumidas entre las partes 79 (sustancialmente ultro citroque obligatio) sería teorizada mucho mas tarde, pero en las XII
Tab.80 (Gai 4.28) ya puede hablarse de ello.
Otra idea que puede darse como segura es
que en época predecemviral en un contrato
como la compraventa que tantas concomitancias tuvo siempre con la locatioconductio compartiendo dos elementos estructurales precisos: res y pretium (merces), ambos con una importantísima función económico-social tuvieron que ser formalizados
jurídicamente desde una época muy antigua 81,
como asimismo tuvieron que recibir una
adecuada protección procesal. Obviamente
no hubo que esperar a ser configurado la
locatio como contrato consensual. Todavía hay
quien sostiene que ya había sido reconocida
como tal en época de las legis actiones, aunque
no se ponen de acuerdo sobre los medios de
79
Vid. G. GROSSO, Schemi giuridici e società nella storia del
diritto privato romano, Torino, 1970, 389 ss.; A. SCHIAVONE, Studi sulle logiche dei giuristi romani. ‘Nova negotia’ e
‘transactio’ da Labeone a Ulpiano, Napoli, 1971, 88 ss.
80
Sobre el valor del lenguaje en las XII Tab. vid. con
lit. R. Fiori, La definizione, cit., 14 ss.
81
Vid. M. TALAMANCA, voz Vendita (diritto romano), en
Enc. dir., LXVI, Milano, 1993, 371.
37
TSDP – IV 2011
Todos estos contratos comunales (incluídos en lo que llama Mommsen «Gemeindevermögensrecht») no eran formales; las formalidades serían propias de las relaciones arrendaticias que siguiendo el modelo público
comenzaron a practicar los particulares cuando el conductor respondía spondeo a la pregunta
del locator. La consensualidad vendría siglos
mas tarde.
No puede decirse que la tesis de Mommsen haya sido seguida salvo por un sector
doctrinal muy minoritario y en general ha
sido ampliamente rechazada69. A mi modo de
ver debe descartarse esta conexión pública
que exigiría que la vida política y la autoridad
administrativa de los magistrados romanos
hubieran llegado a un grado de desarrollo y
cierta perfección de las autoridades administrativas y de los mecanismos de interrelación inter homines que no se encuentra en
épocas primitivas.
A mi modo de ver, la locatio-conductio como
fenómeno primariamente económico dirigido
a un disfrute mas racional de los bienes, a
69
Vid. por ej., y tanto mas interesante en cuanto procede de un historiador, la crítica a Mommsen de G.
DE SANTIS, Storia dei Romani, IV.2.2, Firenze, 1958,
114 ss.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
38
aprovechar la actividad laboral de los
hombres en una economía que comenzaba a
contar con artesanos especializados, a
pretender un resultado final originariamente
en el mercado inmobiliario poniendo o no los
materiales la parte que se va a beneficiar de la
obra contratada, que se fue ampliando a las
actividades de suministro (a las ciudades, al
ejército, al arrendamiento de los impuestos),
son fenómenos que no necesariamente se
produjeron antes en el ámbito público que en
el privado. La tesis de Mommsen otorga un
plus sobrevaloranado la actividad pública en
el campo económico (podría decirse desde
este punto de vista que se adelantó seseenta
años a Keynes, que como es sabido, ensalzó
el papel directivo de la inversión pública),
situando en manos de las autoridades
comunales una función preponderante en las
relaciones jurídico-económicas proporcionando modelos a la posterior actividad
económica privada, y de ahí la prioridad
temporal de las locationes publicae sobre las
pivatae, pero no hay ninguna evidencia de ello.
La ciencia económica (con distintos planteamientos ideológicos la escuela austríaca
centrada a torno a Hayek, y la de Chicago
personificada en Milton Friedman) ha
demostrado que las iniciativas en este campo
43
TSDP – IV 2011
No veo ninguna afinidad por tanto salvo el
utendum dare en estas figuras, y no hace falta
llegar a la época clásica para ver la diferencia
entre negocios jurídicos gratuitos (precario) y
onerosos (locatio-conductio), de la que tuvieron
que ser conscientes los romanos antes de la
configuración técnica del arrendamiento como contrato consensual típico del ius gentium,
lo que también es significativo porque antes
tuvo que estar contemplado en el ius civile
vetus.
11. A modo de conclusiones diré que creo
en la autonomía de la locatio-conductio desde el
momento en que la vida económica exigió ir
clarificando situaciones que en un primer
momento podían aparecer amalgamadas bajo
esquemas generalísimos. La jurisprudencia
pontifical en primer lugar, mas tarde la laica
junto con la imprescindible función jurisdiccional pretoria tuvieron que ir aclarando
los perfiles de la locatio-conductio a partir –
como dice Betti78– de una noción general del
locare cuyo sentido fundamental era poner a
disposición, colocar, situar, con la que confluye el correlativo conducere: asumir, tomar
78
E. BETTI, Istituzioni di diritto romano, II.1, Padova,
1960, 21 ss.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
42
verbis, y a mi modo de ver no hay ninguna
coincidencia con la locatio-conductio ni entonces
ni en la época primitiva, en la que consistía en
la concesión gratuita de los patricios a sus
clientes de tierras para su cultivo revocable en
cualquier momento (ad nutum). Su nombre
procede de praeces, ruegos del precarista al
dominus para que le permitiera usar y gozar
gratuitamente de una concesión graciosa
(Ulp. 1 inst. D. 43.26.1pr.), y el mismo Ulp.
69 ad ed. D. 41.2.10.2 ofrece los elementos
para distinguir entre locatio y precarium: si quis et
conduxerit et rogaverit precario, uti possideret, si
quidem nummo uno conduxit, nulla dubitatio est,
quin ei precarium solum teneat, quia conductio nulla
est, quae est in uno nummo: sin vero pretio, tunc
distinguendum, quid prius factum est. Tratando de
la aplicabilidad del interdicto unde vi el jurista
se ve en la necesidad de discernir si el
supuesto de hecho era un precario o una
locatio-conductio captando el núcleo diferencial
en la merces como elemento diferenciador77.
77
Vid. en este sentido T. MAYER-MALY, ‘Locatio- conductio, cit., 128 ss; I. MOLNAR, Rechte und Pflichten der
Subjekte der ‘locatio conductio’, en Index, XII, 1983-84,
169. Sobre la vecindad postclásica entre ambas figuras
vid. con lit. P. ZAMORANI, ‘Precario habere’, Milano,
1969, 75 ss. Sobre las diferencias con el comodato y
la donatio vid. R. FIORI, La definizione, cit., 276 ss.
39
TSDP – IV 2011
siempre las toman los emprendedores individuales, y lo más que me atrevo a decir es
que la locatio fue utilizada desde el principio
tanto por los particulares como por las
autoridades públicas; mas probablemente por
los particulares aunque claro no hay
evidencias de ello. La mención de Cuyacio 70
que explicaba el arrendamiento por cinco
años: id faciebant exemplo censorum et consulum qui
etiam publica locabant in quinquennium, no parece
prueba decisiva del originario carácter público de la locatio-conductio, aparte de que es
muy aventurado afirmar que los romanos
distinguieran entre publicus y privatus en momentos en que el Estado no había asumido
otras tareas que no fueran la defensa hacia el
exterior y el mantenimiento de la pax deorum
en el interior. No tiene sentido por tanto acudir a las locationes censoriae y del texto al que
se refiere Cuyacio (Paul. 34 ad ed. D.
19.2.20.2) para nada se infiere que de estas locatio se derivasen las locationes fundi entre los
particulares.
A pesar del poco peso del texto cuyaciano, Esmein71 ha pretendido demostrar que
70
J. CUJACIUS, In libros Pauli ad edictum, en ID., Opera,
V, Neapoli, 1758, col. 518 sobre la ley locati.
71
P. ESMEIN, Les baux de 5 ans du droit romain, en
NRHD, 1896, 134-137 y 149 nt. 2.
A. TORRENT – La polemica sobre la tricotomia
40
los arrendamientos privados son deudores de
los públicos, y entre otros argumentos cita las
locationes censoriae por un quinquenio. En mi
opinión no tiene sentido esta apelación, porque cuando aparece la locatio como contrato
consensual son las partes las que fijan libremente el período de ejecución y la fecha de
terminación del contrato, y no hay ninguna evidencia que no fuera así en períodos anteriores, donde para delimitar la duración del
contrato no hay ninguna razón para ajustarla
a los arrendamientos censorios.
También Leuregans sigue la tesis de
Mommsen y se empeña en demostrar el
tránsito de lo que llama locatio de derecho
administrativo al derecho privado 72; no me
parecen convincentes sus argumentos.
10. Tampoco parece mas convincente la
tesis de Perozzi73 que sostenía el carácter real
de la locatio conductio incluso en el derecho clásico; las fuentes non dicen que al menos
desde el s. II a.C. ya era un contrato
consensual, y si nos fijamos en Catón ya estaba plenamente consolidado como o72
P. LEUREGANS, L’origine, cit., 304.
S. PEROZZI, Istituzioni di diritto romano², II, Roma,
1928, 289.
73
41
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bligación personal en el s. III. Ciertamente
que en los primeros balbuceos del ordenamiento jurídico romano en que los
poderes jurídico-económicos estaban exclusivamente en manos de los patresfamilias,
muchas instituciones que en el desarrollo
posterior fueron netamente admitidas como
figuras obligacionales o reales en su caso, no
podían diferenciarse según estos esquemas
que aún no habían sido calificados como
obligaciones o derechos reales. Pero de esta
ambivalencia primitiva no puede derivarse sin
más un pretendido valor de derecho real de la
locatio-conductio primitiva.
No mas convincente es la tesis que
arranca de Degenkolb 74 y seguida por Costa,
Perozzi y Scherillo75 de que la locatio-conductio
tiene su punto de partida en el precarium. Pero
el precarium76 es una relación gratuita que los
postclásicos encuadraron entre los contratos
innominados tutelados por la actio praescriptis
74
H. DEGENKOLB, Platzrecht, cit., 188 ss.
E. COSTA, La locazione di cose nel diritto romano,Torino, 1915, 2 ss.; S. PEROZZI, Istituzioni, cit., I,
880; G. SCHERILLO, Locazione e precario, en Rendiconti
dell’Istituto Lombardo di scienze lettere e arti, LII, 1929,
389 ss.
76
Vid. A. TORRENT, voz Precarium, en Diccionario, cit.,
968-969.
75
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