LAS INSTITUCIONES HUMANAS PRIMITIVAS

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DOCUMENTO 69
LAS INSTITUCIONES HUMANAS PRIMITIVAS
E
N el plano emocional, el hombre trasciende a sus antepasados animales
por su capacidad para apreciar el humor, el arte y la religión. En el plano
social, el hombre muestra su superioridad fabricando herramientas,
comunicándose con los demás y estableciendo instituciones.
Cuando los seres humanos mantienen sus grupos sociales durante mucho
tiempo, estos colectivos siempre ocasionan la creación de ciertas tendencias
a la actividad que culminan en la institucionalización. La mayoría de las
instituciones del hombre han demostrado que economizan trabajo y al mismo
tiempo contribuyen en cierta medida a mejorar la seguridad colectiva.
El hombre civilizado está muy orgulloso del carácter, la estabilidad y la
continuidad de sus instituciones establecidas, pero todas las instituciones
humanas son simplemente las costumbres acumuladas del pasado, tal como
han sido conservadas por los tabúes y dignificadas por la religión. Estos legados
se convierten en tradiciones, y las tradiciones se transforman finalmente en
convenciones.
1. LAS INSTITUCIONES HUMANAS FUNDAMENTALES
Todas las instituciones humanas sirven para alguna necesidad social,
pasada o presente, aunque su desarrollo excesivo resta méritos infaliblemente
al individuo, eclipsando su personalidad y disminuyendo sus iniciativas. El
hombre debería controlar sus instituciones, en lugar de dejarse dominar por
estas creaciones de la civilización en progreso.
Las instituciones humanas son generalmente de tres clases:
1. Las instituciones de autoconservación. Estas instituciones abarcan las
prácticas nacidas del hambre y de sus instintos asociados de autopreservación.
Incluyen a la industria, la propiedad, la guerra de intereses y toda la maquinaria
reguladora de la sociedad. Tarde o temprano, el instinto del miedo fomenta el
establecimiento de estas instituciones de supervivencia mediante los tabúes,
las convenciones y las sanciones religiosas. Pero el miedo, la ignorancia y
la superstición han jugado un papel sobresaliente en el origen inicial y en el
desarrollo posterior de todas las instituciones humanas.
2. Las instituciones de autoperpetuación. Son las organizaciones de la
sociedad que surgen del apetito sexual, del instinto maternal y de los sentimientos
afectivos superiores de las razas. Abarcan las salvaguardias sociales del hogar
y la escuela, de la vida familiar, la educación, la ética y la religión. Incluyen las
costumbres matrimoniales, la guerra defensiva y el establecimiento del hogar.
3. Las instituciones de satisfacción personal. Son las prácticas que surgen
de las tendencias a la vanidad y de los sentimientos de orgullo; abarcan las
costumbres de la vestimenta y del adorno personal, las usanzas sociales,
las guerras de prestigio, el baile, la diversión, los juegos y otras formas de
placeres sensuales. Pero la civilización nunca ha producido por evolución unas
instituciones definidas para las satisfacciones personales.
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Estos tres grupos de prácticas sociales están íntimamente interrelacionados y
son minuciosamente interdependientes los unos de los otros. En Urantia representan una organización compleja que funciona como un solo mecanismo social.
2. LOS ALBORES DE LA INDUSTRIA
La industria primitiva se desarrolló lentamente como un seguro contra los
terrores del hambre. Desde el principio de su existencia, el hombre empezó a
tomar lecciones de algunos animales que almacenaban la comida durante las
cosechas abundantes para los períodos de escasez.
Antes de la aparición de la frugalidad inicial y de la industria primitiva,
la suerte que corrían las tribus de tipo medio era la miseria y los auténticos
sufrimientos. El hombre primitivo tenía que competir con todo el reino animal
para conseguir su comida. La presión de la competitividad siempre arrastra al
hombre hacia el nivel de la bestia; la pobreza es su estado natural y tiránico. La
riqueza no es un don natural; es el resultado del trabajo, del conocimiento y de
la organización.
El hombre primitivo no tardó en reconocer las ventajas de la asociación. La
asociación condujo a la organización, y el primer resultado de la organización
fue la división del trabajo, con su ahorro inmediato de tiempo y de materiales.
Estas especializaciones del trabajo surgieron de la adaptación a las presiones —
siguiendo las líneas de menor resistencia. Los salvajes primitivos no realizaron
nunca un trabajo real con alegría o de buena gana. La conformidad que tenían
se debía a la fuerza de la necesidad.
El hombre primitivo tenía aversión por el trabajo duro, y no se apresuraba
a menos que tuviera que enfrentarse con algún peligro grave. El tiempo, considerado como un elemento del trabajo, la idea de realizar una tarea determinada
dentro de un cierto límite de tiempo, es una noción totalmente moderna. Los
antiguos nunca tenían prisa. La doble exigencia de la intensa lucha por la
existencia y del progreso constante de los niveles de vida fue lo que empujó a
las razas de hombres primitivos, ociosas por naturaleza, por los caminos de la
industria.
El trabajo, los esfuerzos creativos, distinguen al hombre de la bestia, cuyos
esfuerzos son ampliamente instintivos. La necesidad de trabajar es la bendición
suprema del hombre. Todo el estado mayor del Príncipe trabajaba; contribuyeron
mucho a ennoblecer el trabajo físico en Urantia. Adán fue horticultor; el Dios
de los hebreos trabajaba —era el creador y el sostén de todas las cosas. Los
hebreos fueron la primera tribu que dio un valor supremo a la industria; fueron
el primer pueblo que decretó que «el que no trabaje no comerá». Pero muchas
religiones del mundo volvieron al ideal primitivo de la ociosidad. Júpiter era un
juerguista y Buda se convirtió en un partidario meditabundo del ocio.
Las tribus sangiks fueron bastante trabajadoras mientras residieron lejos de
los trópicos. Pero hubo una larguísima lucha entre los adeptos perezosos de la
magia y los apóstoles del trabajo —los que practicaban la previsión.
La primera previsión humana tuvo como finalidad la conservación del fuego,
el agua y la comida. Pero el hombre primitivo era un jugador nato; siempre
quería obtener algo a cambio de nada, y durante aquellos tiempos primitivos, los
éxitos procedentes de un trabajo asiduo se atribuían con demasiada frecuencia a
los hechizos. La magia tardó mucho tiempo en ceder su lugar a la previsión, la
abnegación y la industria.
3. LA ESPECIALIZACIÓN DEL TRABAJO
Las divisiones del trabajo, en la sociedad primitiva, estuvieron determinadas,
primero, por las circunstancias naturales, y luego por las sociales. El orden
primitivo de la especialización del trabajo fue el siguiente:
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1. La especialización basada en el sexo. El trabajo de la mujer tuvo su
origen en la presencia selectiva de los hijos; las mujeres, por naturaleza, aman
a los bebés más que los hombres. La mujer se convirtió así en la trabajadora
rutinaria, mientras que el hombre se hizo cazador y luchador, pasando por
períodos muy diferenciados de trabajo y de descanso.
A lo largo de todas las épocas, los tabúes han funcionado para mantener a la
mujer estrictamente en su propio campo. El hombre ha escogido, de la manera
más egoísta, el trabajo más agradable, dejando a la mujer el pesado trabajo
rutinario. Al hombre siempre le ha avergonzado hacer el trabajo de la mujer,
pero la mujer nunca ha mostrado la menor reticencia en hacer el trabajo del
hombre. Y un hecho extraño a indicar es que tanto el hombre como la mujer
siempre han trabajado juntos para construir y amueblar el hogar.
2. Las modificaciones debidas a la edad y las enfermedades. Estas diferencias
determinaron la siguiente división del trabajo. A los ancianos y los lisiados los
pusieron pronto a fabricar las herramientas y las armas. Más tarde se les asignó
la construcción de las obras de regadío.
3. La diferenciación basada en la religión. Los curanderos fueron los primeros
seres humanos que estuvieron exentos del trabajo físico; fueron los pioneros de
las clases profesionales. Los herreros formaban un pequeño grupo que competía
con los curanderos como magos. Su habilidad en el trabajo de los metales hizo
que la gente tuviera miedo de ellos. Los «herreros blancos» (hojalateros) y los
«herreros negros» (forjadores) dieron origen a las creencias primitivas en la
magia blanca y la magia negra. Estas creencias se mezclaron más tarde con la
superstición de los fantasmas buenos y malos, de los buenos y malos espíritus.
Los herreros fueron el primer grupo no religioso que disfrutó de privilegios
especiales. Eran considerados neutrales durante las guerras, y este tiempo libre
adicional los llevó a convertirse, como clase, en los políticos de la sociedad
primitiva. Pero debido a los grandes abusos que hicieron de estos privilegios,
los herreros fueron odiados universalmente, y los curanderos se apresuraron en
fomentar este odio por sus rivales. En esta primera contienda entre la ciencia
y la religión, la religión (la superstición) fue la que triunfó. Después de ser
arrojados fuera de los pueblos, los herreros mantuvieron las primeras posadas,
las primeras casas de huéspedes públicas, en las afueras de las poblaciones.
4. Los amos y los esclavos. La siguiente diferenciación del trabajo tuvo su
origen en las relaciones entre los conquistadores y los conquistados, lo que
significó el comienzo de la esclavitud humana.
5. La diferenciación basada en los diversos dones físicos y mentales. Las
diferencias intrínsecas entre los hombres favorecieron las nuevas divisiones del
trabajo, pues todos los seres humanos no nacen iguales.
Los primeros especialistas de la industria fueron los tallistas de sílex y los
albañiles; a continuación vinieron los herreros. Posteriormente se desarrollaron
las especializaciones colectivas; las familias y los clanes enteros se dedicaron a
ciertos tipos de trabajos. El origen de una de las primeras castas sacerdotales,
aparte de los curanderos tribales, se debió a la exaltación supersticiosa de una
familia de expertos fabricantes de espadas.
Los primeros especialistas colectivos de la industria fueron los exportadores
de sal gema y los alfareros. Las mujeres fabricaban la alfarería sencilla y los
hombres la de fantasía. En algunas tribus, la tejeduría y la costura las realizaban
las mujeres, y en otras los hombres.
Los primeros comerciantes fueron las mujeres; se las empleaba como espías,
ejerciendo el comercio como actividad suplementaria. El comercio se expandió
enseguida y las mujeres actuaron como intermediarias —como corredoras. Luego
surgió la clase mercantil, que cobraba una comisión, un beneficio, por sus servicios.
El crecimiento del trueque entre los grupos dio nacimiento al comercio, y al intercambio de las mercancías le siguió el intercambio de la mano de obra especializada.
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4. LOS PRINCIPIOS DEL COMERCIO
De la misma manera que el matrimonio por contrato siguió al matrimonio
por captura, el comercio de trueque siguió a las incautaciones de los ataques
por sorpresa. Pero transcurrió un largo período de piratería entre las primeras
prácticas del trueque silencioso y el comercio posterior realizado con métodos
de intercambio modernos.
Los primeros trueques estuvieron dirigidos por comerciantes armados que
dejaban sus mercancías en un sitio neutral. Las mujeres mantuvieron los primeros
mercados; fueron las primeras comerciantes, y esto se produjo porque eran ellas
las que llevaban las cargas; los hombres eran guerreros. Los mostradores de venta
aparecieron muy pronto; se trataba de unos muros lo bastante anchos como para
impedir que los comerciantes se alcanzaran con sus armas.
Se utilizaba un fetiche para montar la guardia en los depósitos de mercancías
destinados al trueque silencioso. Estos lugares de mercado estaban protegidos
contra el robo; no se podía retirar nada, a menos que se hiciera mediante la
permuta o la compra; con un fetiche de guardia, las mercancías siempre estaban
a salvo. Los primeros comerciantes eran escrupulosamente honrados dentro de
sus propias tribus, pero consideraban totalmente correcto engañar a los extraños
que venían de lejos. Incluso los primeros hebreos admitían la utilización de un
código ético distinto para sus transacciones con los gentiles.
El trueque silencioso continuó existiendo durante miles de años, antes de
que los hombres aceptaran reunirse sin armas en la plaza sagrada del mercado.
Estas mismas plazas de los mercados se convirtieron en los primeros refugios,
y en algunas regiones se conocieron más tarde como «ciudades de refugio».
Cualquier fugitivo que alcanzara la plaza del mercado estaba a salvo y
protegido contra todo ataque.
Los primeros pesos que se utilizaron fueron los granos de trigo y de otros
cereales. El primer medio de cambio fue un pescado o una cabra. Más tarde, la
vaca se convirtió en una unidad de trueque.
La escritura moderna tuvo su origen en los primeros registros comerciales; la
primera literatura del hombre fue un documento de propaganda comercial, una
publicidad para la sal. Muchas guerras primitivas se libraron por la posesión de los
depósitos naturales, tales como el sílex, la sal y los metales. El primer tratado oficial
entre tribus estuvo relacionado con la explotación en común de un depósito de sal.
Estos lugares protegidos por un tratado proporcionaron la oportunidad, a las diversas
tribus, de entremezclarse e intercambiar sus ideas de manera amistosa y pacífica.
La escritura progresó desde las etapas del «bastón mensajero», las cuerdas
anudadas, la pictografía, los jeroglíficos y los cinturones de cuentas de concha,
hasta llegar a los primeros alfabetos simbólicos. El envío de los mensajes
evolucionó desde las señales de humo primitivas hasta los corredores, los
jinetes, los ferrocarriles y los aviones, así como el telégrafo, el teléfono y la
comunicación radiofónica.
Los comerciantes de la antigüedad llevaron nuevas ideas y métodos mejores por
todo el mundo habitado. El comercio, unido a la aventura, condujo a la exploración
y al descubrimiento. Y todo esto dio nacimiento al transporte. El comercio ha sido
el gran civilizador al estimular la fecundación cruzada de las culturas.
5. LOS PRINCIPIOS DEL CAPITAL
El capital es un trabajo realizado, al que se renuncia en el presente en
favor del futuro. Los ahorros representan una forma de seguridad para poder
mantenerse y sobrevivir. La acumulación de la comida desarrolló el autocontrol
y creó los primeros problemas del capital y del trabajo. El hombre que tenía
comida, a condición de que pudiera protegerla contra los ladrones, poseía una
clara ventaja sobre el que no la tenía.
El banquero primitivo era el hombre más valiente de la tribu. Guardaba
en depósito los tesoros del grupo y todo el clan defendía su choza en caso de
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ataque. De esta manera, la acumulación del capital individual y de la riqueza
colectiva condujo inmediatamente a la organización militar. Al principio, estas
precauciones estaban destinadas a defender la propiedad contra los invasores
exteriores; pero más tarde se estableció la costumbre de mantener entrenada a
la organización militar efectuando ataques por sorpresa contra la propiedad y la
riqueza de las tribus vecinas.
Los impulsos fundamentales que condujeron a la acumulación del capital
fueron los siguientes:
1. El hambre —asociada a la previsión. Guardar y conservar la comida
significaba poder y comodidad para aquellos que tenían la suficiente previsión
como para precaverse así contra las necesidades futuras. El almacenamiento de
los alimentos era un seguro adecuado contra el hambre y los desastres. Todo el
conjunto de las costumbres primitivas estaba realmente diseñado para ayudar
al hombre a subordinar el presente al futuro.
2. El amor a la familia —el deseo de asegurar sus necesidades. El capital
representa el ahorro de unos bienes a pesar de la presión de las necesidades del
presente, a fin de asegurarse contra las exigencias del futuro. Una parte de estas
necesidades futuras puede estar relacionada con la posteridad del interesado.
3. La vanidad —el vivo deseo de mostrar la acumulación de sus bienes. La
ropa suplementaria fue uno de los primeros signos de distinción. La vanidad de
coleccionar atrajo pronto el orgullo del hombre.
4. La posición social —el ansia de comprar el prestigio social y político.
Pronto surgió una nobleza comercializada, y el ser admitido en ella dependía de
la prestación de algún servicio especial a la realeza, o simplemente se concedía
a cambio de dinero.
5. El poder —el ansia de ser el amo. Prestar tesoros se empleó como un medio
de esclavizar, pues en aquellos tiempos antiguos el interés de los préstamos era
del cien por cien al año. Los prestamistas se convertían en reyes al crearse un
ejército permanente de deudores. Los criados hipotecados se encontraron entre
las primeras formas de propiedad que se acumularon, y en la antigüedad, la
esclavitud ocasionada por las deudas se extendía incluso hasta tener autoridad
sobre el cuerpo después de la muerte.
6. El miedo a los fantasmas de los muertos —los honorarios que se pagaban
a los sacerdotes para protegerse. Los hombres empezaron pronto a hacer regalos
fúnebres a los sacerdotes con la idea de que estos bienes se utilizaran para
facilitar su progreso en la próxima vida. Los sacerdotes se volvieron así muy
ricos; fueron los principales capitalistas antiguos.
7. El impulso sexual —el deseo de comprar una o varias esposas. La primera
forma de comercio entre los hombres fue el intercambio de mujeres; éste comenzó
mucho tiempo antes que el comercio de los caballos. Pero el trueque de esclavos
por motivos sexuales nunca ha hecho progresar a la sociedad; este tráfico era y
es una vergüenza racial, porque obstaculizó el desarrollo de la vida familiar y, al
mismo tiempo, contaminó la aptitud biológica de los pueblos superiores.
8. Las numerosas formas de placeres personales. Algunos buscaron las
riquezas porque conferían poder; otros trabajaron duro para conseguir
propiedades porque significaban una vida fácil. Los hombres primitivos (y
otros después de ellos) tendían a derrochar sus recursos en lujos. Las bebidas
alcohólicas y las drogas intrigaban a las razas primitivas.
A medida que se desarrollaba la civilización, los hombres encontraron
nuevos motivos para ahorrar; al hambre original se agregaron rápidamente
otras nuevas necesidades. La pobreza se volvió tan detestable que se suponía
que los ricos eran los únicos que iban directamente al cielo después de morir. La
propiedad se volvió tan apreciada que bastaba dar un festín presuntuoso para
borrar el deshonor de un nombre.
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La acumulación de las riquezas se convirtió pronto en el símbolo de la
distinción social. En algunas tribus, los individuos acumulaban propiedades
durante años únicamente para causar impresión quemándolas algún día de
fiesta o repartiéndolas gratuitamente entre los miembros de su tribu. Esto
los convertía en grandes hombres. Incluso los pueblos modernos se deleitan
distribuyendo pródigamente los regalos de Navidad, mientras que los hombres
ricos hacen donaciones a las grandes instituciones filantrópicas y educativas.
Las técnicas del hombre varían, pero su naturaleza no cambia mucho.
Pero es justo indicar que muchos hombres ricos de la antigüedad distribuyeron una gran parte de su fortuna a causa del miedo a que los mataran los que
codiciaban sus tesoros. Los ricos sacrificaban generalmente docenas de esclavos
para demostrar su desdén por las riquezas.
Aunque el capital ha contribuido a liberar al hombre, ha complicado
enormemente su organización social e industrial. El empleo abusivo del capital
por parte de unos capitalistas injustos no invalida el hecho de que es la base de
la sociedad industrial moderna. Gracias al capital y a los inventos, la generación
actual disfruta de un alto grado de libertad que nunca se había alcanzado
anteriormente en la Tierra. Esto lo hacemos constar como un hecho, y no para
justificar los numerosos abusos que los custodios irreflexivos y egoístas hacen
del capital.
6. EL FUEGO EN RELACIÓN CON LA CIVILIZACIÓN
La sociedad primitiva con sus cuatro divisiones —industrial, reguladora,
religiosa y militar— nació gracias al papel decisivo que jugaron el fuego, los
animales, los esclavos y la propiedad.
Saber encender el fuego separó para siempre, de un solo salto, al hombre
del animal; es el invento o descubrimiento humano fundamental. El fuego
permitió al hombre permanecer en el suelo durante la noche ya que todos los
animales le temen. El fuego estimuló las relaciones sociales a la caída de la
tarde; no solamente protegía del frío y de las bestias feroces, sino que también se
empleaba como protección contra los fantasmas. Al principio se utilizaba más
para alumbrar que para calentar; muchas tribus atrasadas se niegan a dormir a
menos que esté ardiendo una llama durante toda la noche.
El fuego fue un gran civilizador, proporcionando al hombre el primer medio
para ser altruista sin perder nada, pues le permitía ofrecer unas brasas ardientes
a un vecino sin despojarse de nada. El fuego de la casa, que era cuidado por
la madre o la hija mayor, fue el primer educador, pues necesitaba vigilancia
y seriedad. El hogar primitivo no era un edificio, sino que la familia se reunía
alrededor del fuego, del hogar familiar. Cuando un hijo fundaba un nuevo
hogar, se llevaba una tea del hogar familiar.
Aunque Andón, el descubridor del fuego, evitó tratarlo como si fuera un
objeto de adoración, muchos de sus descendientes consideraron la llama como
un fetiche o un espíritu. No lograron cosechar los beneficios higiénicos del fuego
porque no querían quemar los residuos. El hombre primitivo tenía miedo del
fuego y siempre procuraba mantenerlo de buen humor, de ahí que lo rociara de
incienso. Los antiguos no hubieran escupido en el fuego bajo ningún concepto,
ni tampoco hubieran pasado nunca entre una persona y un fuego encendido.
La humanidad primitiva tenía por sagrados incluso las piritas de hierro y los
pedernales que se utilizaban para encender el fuego.
Apagar una llama era un pecado; si una choza se incendiaba, se dejaba que
se quemara. Los fuegos de los templos y de los santuarios eran sagrados y nunca
se permitía que se apagaran, salvo que existía la costumbre de encender nuevos
fuegos cada año o después de alguna calamidad. Las mujeres fueron escogidas
como sacerdotisas porque eran las que custodiaban los fuegos caseros.
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Los primeros mitos sobre la manera en que el fuego descendió de los dioses
nacieron de la observación de los incendios provocados por los rayos. Estas ideas
sobre el origen sobrenatural del fuego condujeron directamente a su adoración, y
la adoración del fuego llevó a la costumbre de «pasar por el fuego», una práctica
que se conservó hasta los tiempos de Moisés. Todavía persiste la idea de que se
pasa a través del fuego después de la muerte. El mito del fuego fue un gran vínculo
en los tiempos primitivos, y aún perdura todavía en el simbolismo de los parsis.
El fuego condujo a la cocción, y «come crudo» se convirtió en una expresión
desdeñosa. La cocción disminuyó el gasto de energía vital necesaria para digerir
la comida, y dejó así al hombre primitivo algunas fuerzas para cultivarse
socialmente; al mismo tiempo, la cría de ganado redujo el esfuerzo necesario
para conseguir alimentos, y proporcionó tiempo para las actividades sociales.
Se debe recordar que el fuego abrió las puertas de la metalurgia y condujo
al descubrimiento posterior de la energía del vapor y al empleo actual de la
electricidad.
7. LA UTILIZACIÓN DE LOS ANIMALES
Al principio, todo el reino animal era enemigo del hombre; los seres humanos
tuvieron que aprender a protegerse de las bestias. El hombre empezó primero a
comerse a los animales, pero más tarde aprendió a domesticarlos y a ponerlos a
su servicio.
La domesticación de los animales se produjo por casualidad. El salvaje
cazaba las manadas poco más o menos como los indios norteamericanos cazaban
el bisonte. Rodeaban la manada y podían mantener así el control de los animales,
pudiendo matarlos entonces a medida que necesitaban comida. Más tarde
construyeron corrales y capturaron manadas enteras.
Fue fácil domar a algunos animales, pero muchos de ellos, al igual que el
elefante, no se reproducían en cautividad. Posteriormente se descubrió además
que algunas especies de animales se sometían a la presencia del hombre y se
reproducían en cautividad. La domesticación de los animales se desarrolló así
mediante la cría selectiva, un arte que ha hecho grandes progresos desde los
tiempos de Dalamatia.
El perro fue el primer animal que se domesticó, y la difícil experiencia de
domarlo empezó cuando cierto perro, después de seguir a un cazador durante
todo el día, lo acompañó efectivamente hasta su casa. Durante miles de años,
los perros se utilizaron como alimento, para la caza y el transporte, y como
animales de compañía. Al principio los perros se limitaban a aullar, pero más
tarde aprendieron a ladrar. El agudo sentido del olfato del perro condujo a la
idea de que podía ver los espíritus, y así es como surgieron los cultos de los
perros fetiches. El empleo de perros guardianes permitió por primera vez que
todo el clan pudiera dormir por la noche. Entonces se estableció la costumbre
de emplear los perros guardianes para proteger el hogar contra los espíritus, así
como contra los enemigos materiales. Cuando el perro ladraba, algún hombre
o alguna bestia se acercaba, pero cuando aullaba, los espíritus andaban cerca.
Incluso hoy en día, mucha gente cree todavía que el aullido de un perro por la
noche es un presagio de muerte.
Cuando el hombre era cazador, era bastante amable con la mujer, pero
después de la domesticación de los animales, unido a la confusión ocasionada
por Caligastia, muchas tribus trataron a sus mujeres de manera vergonzosa. Las
trataron en conjunto de manera muy similar a como trataban a sus animales. El
tratamiento brutal que los hombres han infligido a las mujeres constituye uno de
los capítulos más sombríos de la historia humana.
8. LA ESCLAVITUD COMO FACTOR DE LA CIVILIZACIÓN
El hombre primitivo no dudó nunca en esclavizar a sus semejantes. La mujer
fue la primera esclava, una esclava familiar. Los pastores esclavizaron a sus
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mujeres como si fueran unas compañeras sexuales inferiores. Este tipo de esclavitud sexual surgió directamente del hecho de que el hombre dependió cada vez
menos de la mujer.
No hace mucho tiempo, la esclavitud era el destino de los prisioneros de guerra
que se negaban a aceptar la religión de sus conquistadores. En épocas anteriores,
los prisioneros habían sido comidos, torturados hasta morir, obligados a luchar
entre sí, sacrificados a los espíritus o esclavizados. La esclavitud fue un gran
progreso sobre las masacres y el canibalismo.
La esclavitud fue un paso hacia adelante en el tratamiento más clemente de los
prisioneros de guerra. La emboscada de Hai, con la matanza total de hombres,
mujeres y niños, en la que sólo se salvó el rey para satisfacer la vanidad del
vencedor, es una imagen fiel de las masacres bárbaras que practicaban incluso los
pueblos supuestamente civilizados. El ataque por sorpresa a Og, el rey de Basan,
fue igual de brutal e impresionante. Los hebreos «destruían por completo» a sus
enemigos, y se apoderaban de todos sus bienes como botín. Imponían un tributo
a todas las ciudades, so pena de «destruir a todos los varones». Pero muchas
tribus de la misma época, que tenían menos egoísmo tribal, habían empezado a
practicar desde hacía mucho tiempo la adopción de los cautivos superiores.
Los cazadores, al igual que los hombres rojos americanos, no practicaban la
esclavitud. O bien adoptaban a sus cautivos, o los mataban. La esclavitud no
estaba extendida entre los pueblos pastoriles porque necesitaban poca mano de
obra. Durante las guerras, los pastores tenían la costumbre de matar a todos los
hombres cautivos, y sólo se llevaban como esclavos a las mujeres y los niños.
El código de Moisés contenía instrucciones específicas para que estas cautivas
se convirtieran en esposas. Si no eran satisfactorias, podían echarlas, pero a los
hebreos no se les permitía vender como esclavas a estas consortes rechazadas —al
menos fue un progreso en la civilización. Aunque las normas sociales de los hebreos
eran rudimentarias, estaban muy por encima de las de las tribus circundantes.
Los pastores fueron los primeros capitalistas; sus rebaños representaban un
capital, y vivían de los intereses —de los incrementos naturales. Estaban poco
dispuestos a confiar esta riqueza a los esclavos o a las mujeres. Pero más adelante
hicieron prisioneros varones y los forzaron a cultivar el suelo. Éste es el origen
primitivo de la servidumbre —el hombre atado a la tierra. A los africanos se les
podía enseñar fácilmente a cultivar la tierra, y por eso se convirtieron en la gran
raza esclava.
La esclavitud fue un eslabón indispensable en la cadena de la civilización
humana. Fue el puente por el que la sociedad pasó del caos y la indolencia al
orden y a las actividades civilizadas; obligó a los pueblos atrasados y perezosos
a trabajar y a proporcionar así a sus superiores la riqueza y el tiempo libre
necesarios para el progreso social.
La institución de la esclavitud obligó al hombre a inventar el mecanismo
regulador de la sociedad primitiva; dio nacimiento a los inicios del gobierno.
La esclavitud necesita una fuerte reglamentación, y desapareció prácticamente
durante la Edad Media europea porque los señores feudales no podían controlar
a los esclavos. Las tribus atrasadas de los tiempos antiguos, al igual que los
aborígenes australianos de hoy, nunca tuvieron esclavos.
Es verdad que la esclavitud era opresiva, pero en las escuelas de la opresión
es donde el hombre aprendió la diligencia. Los esclavos compartieron finalmente
las ventajas de una sociedad superior que habían ayudado a crear de manera
tan involuntaria. La esclavitud crea una organización de cultura y de logros
sociales, pero pronto ataca insidiosamente a la sociedad desde el interior como la
enfermedad social destructiva más grave de todas.
Los inventos mecánicos modernos han dejado obsoleto al esclavo. La
esclavitud, al igual que la poligamia, está desapareciendo porque no es rentable.
Pero siempre ha sido desastroso liberar repentinamente a una gran cantidad de
esclavos; su emancipación paulatina origina menos dificultades.
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Hoy día los hombres ya no son unos esclavos sociales, pero miles de ellos
permiten que la ambición los haga esclavos de las deudas. La esclavitud involuntaria ha cedido el paso a una forma nueva y mejorada de servidumbre industrial
modificada.
Aunque el ideal de la sociedad sea la libertad universal, la ociosidad no debería
tolerarse nunca. Todas las personas sanas deberían ser obligadas a realizar una
cantidad de trabajo que al menos les permita vivir.
La sociedad moderna está dando marcha atrás. La esclavitud casi ha
desaparecido; los animales domésticos se están extinguiendo. La civilización está
volviendo al fuego —al mundo inorgánico— en busca de energía. El hombre
salió del estado salvaje por medio del fuego, los animales y la esclavitud; hoy
vuelve hacia atrás, descartando la ayuda de los esclavos y la asistencia de los
animales, e intentando arrebatar nuevos secretos y nuevas fuentes de riqueza y
energía a los depósitos elementales de la naturaleza.
9. LA PROPIEDAD PRIVADA
Aunque la sociedad primitiva era prácticamente comunal, el hombre
primitivo no practicaba las doctrinas modernas del comunismo. El comunismo
de aquellos primeros tiempos no era una mera teoría o una doctrina social; era
una adaptación automática simple y práctica. Aquel comunismo impedía el
pauperismo y la miseria; la mendicidad y la prostitución eran casi desconocidas
en aquellas tribus antiguas.
El comunismo primitivo no niveló especialmente a los hombres por abajo, ni
tampoco ensalzó a la mediocridad, pero sí dio un gran valor a la inactividad y
a la pereza, y ahogó la diligencia y destruyó la ambición. El comunismo fue un
andamiaje indispensable para el crecimiento de la sociedad primitiva, pero cedió
el paso a la evolución de un orden social más elevado porque iba en contra de
cuatro poderosas inclinaciones humanas:
1. La familia. El hombre no solamente anhela acumular propiedades,
sino que desea legar sus bienes de equipo a sus descendientes. Pero en la
sociedad comunal primitiva, el capital que un hombre dejaba a su muerte era
consumido inmediatamente o bien se repartía entre los miembros del grupo.
La propiedad no se heredaba —el impuesto sobre la herencia era del cien por
cien. Las costumbres posteriores de acumular capitales y heredar propiedades
representaron un progreso social indudable. Y esto es cierto a pesar de los
grandes abusos posteriores que han acompañado al mal uso del capital.
2. Las tendencias religiosas. El hombre primitivo también quería conservar
sus propiedades como base para empezar su vida en la siguiente existencia. Este
motivo explica por qué existió durante tanto tiempo la costumbre de enterrar
con el difunto sus efectos personales. Los antiguos creían que sólo los ricos
sobrevivían a la muerte con algún tipo de placer y dignidad inmediatos. Los
instructores de la religión revelada, y en particular los educadores cristianos,
fueron los primeros que proclamaron que los pobres podían salvarse en las
mismas condiciones que los ricos.
3. El deseo de libertad y de tiempo libre. En los primeros tiempos de la
evolución social, el reparto de los ingresos individuales entre los miembros del
grupo era prácticamente una forma de esclavitud; el trabajador se convertía
en el esclavo del holgazán. La debilidad suicida de este comunismo fue que el
imprevisor vivía habitualmente a expensas del ahorrativo. Incluso en los tiempos
modernos, los imprevisores cuentan con el Estado (con los contribuyentes
ahorrativos) para que cuide de ellos. Los que no tienen ningún capital esperan
todavía que los que lo tienen les den de comer.
4. La necesidad de seguridad y de poder. El comunismo se destruyó finalmente
debido a las estratagemas engañosas de los individuos prósperos y progresistas,
que recurrieron a diversos subterfugios para evitar convertirse en los esclavos de
Las Instituciones Humanas Primitivas
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los holgazanes indolentes de sus tribus. Pero al principio todo atesoramiento se
hacía en secreto; la inseguridad que reinaba en los tiempos primitivos impedía
que se acumulara abiertamente el capital. Incluso en una época más tardía fue
sumamente peligroso amasar demasiadas riquezas; el rey no dejaría de inventar
alguna acusación para confiscar las propiedades de un hombre rico; cuando un
rico moría, los funerales se retrasaban hasta que la familia donaba una gran
suma para el bienestar público o al rey, un impuesto sobre la herencia.
En los tiempos más primitivos, las mujeres eran propiedad de la comunidad
y la madre dominaba la familia. Los caciques primitivos poseían todas las
tierras y eran propietarios de todas las mujeres; para casarse se necesitaba
el consentimiento del jefe de la tribu. Cuando el comunismo desapareció, las
mujeres se volvieron propiedad individual, y el padre asumió gradualmente
el poder doméstico. Así es como nació el hogar, y las costumbres polígamas
imperantes fueron reemplazadas paulatinamente por la monogamia. (La
poligamia es la supervivencia del concepto de esclavitud femenina en el
matrimonio. La monogamia es el ideal, libre de toda esclavitud, de la asociación
incomparable entre un hombre y una mujer en la delicada empresa de formar un
hogar, criar a los hijos, cultivarse mutuamente y mejorarse.)
Al principio, todos los bienes, incluidas las herramientas y las armas, eran
propiedad común de la tribu. La propiedad privada consistió en primer lugar en
todas las cosas que había tocado una persona. Si un extraño bebía en una copa,
desde ese momento en adelante la copa era suya. Más adelante, todo lugar donde
se había derramado sangre se convirtió en la propiedad del herido o de su grupo.
La propiedad privada se respetó así en un principio porque se suponía que
estaba cargada con alguna parte de la personalidad de su dueño. La honradez
con respecto a la propiedad descansaba sin peligro sobre este tipo de superstición;
no se necesitaba ninguna policía para proteger los efectos personales. No había
robos en el interior del grupo, pero los hombres no dudaban en apropiarse de
los bienes de otras tribus. Las relaciones con la propiedad no terminaban con la
muerte; al principio, los efectos personales se quemaban, luego se enterraban con
el difunto, y más tarde los heredaban la familia sobreviviente o la tribu.
Los efectos personales de tipo ornamental tuvieron su origen en el uso de los
amuletos. La vanidad, unida al miedo de los fantasmas, condujeron al hombre
primitivo a resistirse a todos los intentos por liberarlo de sus amuletos favoritos,
ya que estas posesiones las valoraba por encima de sus necesidades vitales.
Una de las primeras propiedades del hombre fue el lugar donde dormía. Más
tarde, el domicilio familiar era asignado por el jefe de la tribu, el cual tenía en
fideicomiso todos los bienes raíces del grupo. Luego, el lugar donde estaba un
fuego confería su propiedad; y más tarde aún, un pozo constituyó un título de
propiedad sobre las tierras adyacentes.
Los abrevaderos y los pozos figuraron entre las primeras posesiones privadas.
Se utilizaron todas las prácticas fetichistas para proteger los abrevaderos, los
pozos, los árboles, los cultivos y la miel. Cuando desapareció la fe en los fetiches,
se desarrollaron leyes para proteger las pertenencias privadas. Pero las leyes de
la caza, el derecho a cazar, fueron muy anteriores a las leyes sobre los bienes
raíces. El hombre rojo americano nunca entendió la propiedad privada de las
tierras; no pudo comprender el punto de vista del hombre blanco.
La propiedad privada pronto llevó la marca de la insignia familiar, y éste
es el origen lejano de los emblemas familiares. Los bienes raíces también se
podían poner bajo la custodia de los espíritus. Los sacerdotes «consagraban»
un terreno, que luego quedaba bajo la protección de los tabúes mágicos erigidos
sobre él. Se decía que los propietarios de estos terrenos poseían una «escritura
de propiedad sacerdotal». Los hebreos tenían un gran respeto por estas marcas
familiares: «Maldito sea el que quite la marca de su vecino». Estos indicadores
de piedra llevaban las iniciales del sacerdote. Incluso los árboles se convertían
en propiedad privada cuando se les ponían unas iniciales.
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La Historia de Urantia — Documento 69
En los tiempos primitivos, sólo los cultivos eran privados, pero las cosechas
sucesivas conferían un derecho; la agricultura fue así la génesis de la propiedad
privada de las tierras. Al principio los individuos sólo recibían un arrendamiento de por vida; a su muerte, la tierra volvía a ser de la tribu. Las primeras
titularidades de tierras que las tribus concedieron a los individuos fueron
las tumbas —los cementerios familiares. En tiempos posteriores, la tierra
perteneció a quien la cercara. Pero las ciudades siempre reservaron cierta cantidad de tierras para pastos y para utilizarlas en caso de asedio; estos «ejidos»
representan la supervivencia de las formas primitivas de propiedad colectiva.
Con el tiempo, el Estado asignó la propiedad a los individuos, reservándose
el derecho de cobrar impuestos. Una vez que habían asegurado sus títulos, los
propietarios podían cobrar alquileres, y la tierra se convirtió en una fuente de
ingresos —en un capital. Finalmente la tierra se volvió realmente negociable,
con ventas, traspasos, hipotecas y ejecuciones hipotecarias.
La propiedad privada acrecentó la libertad y aumentó la estabilidad; pero
la propiedad privada de la tierra sólo recibió la aprobación social después de
que el control y la dirección comunales hubieron fracasado, a lo cual pronto le
siguió una sucesión de esclavos, de siervos y de clases sociales sin tierras. Pero
el perfeccionamiento de las máquinas está liberando gradualmente al hombre
del duro trabajo servil.
El derecho a la propiedad no es absoluto; es puramente social. Pero todos
los gobiernos, las leyes, el orden, los derechos civiles, las libertades sociales, las
convenciones, la paz y la felicidad que disfrutan los pueblos modernos se han
desarrollado alrededor de la propiedad privada de los bienes.
El orden social actual no es necesariamente justo —no es ni divino ni
sagrado— pero la humanidad hará bien en proceder lentamente a efectuar
sus cambios. El sistema que tenéis es muy superior a todos los que conocieron
vuestros antepasados. Cuando cambiéis el orden social, aseguraos de que lo
cambiáis por otro mejor. No os dejéis persuadir de que hay que experimentar
con las fórmulas desechadas por vuestros antecesores ¡Avanzad, no retrocedáis!
¡Dejad que continúe la evolución! ¡No deis un paso atrás!
[Presentado por un Melquisedek de Nebadon.]
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