EL ARTE GÓTICO INTRODUCCIÓN INDICE

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EL ARTE
GÓTICO
INDICE
INTRODUCCIÓN
El arte gótico es el que corresponde a la Baja Edad Media. Es un período dinámico desde el punto de
vista socioeconómico, muy variado, con intensos contactos con Oriente a través de las cruzadas y las
rutas comerciales. La burguesía nace en las ciudades.
La orden del Císter fue la que creó y difundió el nuevo estilo, tras la reconstrucción de la abadía de
San Denis por el abad Suger. Era una arquitectura sobria, austera y luminosa.
EL ORIGEN DE SU NOMBRE Y CRONOLOGIA
El absurdo nombre de gótico con que se conoce el estilo que como consecuencia de la evolución del
románico impera durante los tres últimos siglos de la Edad Media, se debe al gran historiador del arte
italiano del siglo XVI, Vasari que lo cree de origen germánico. El estilo gótico adquiere una difusión
geográfica más amplia que el románico, pues de una parte los cruzados llevan sus fronteras por Oriente
hasta Tierra Santa y Chipre, y en sus últimos momentos, los españoles, por Occidente, al otro lado del
Atlántico.
Cronológicamente comprende desde fines del siglo XII hasta muy entrado el siglo XVI, e incluso en
Inglaterra, por un extraño fenómeno de tradicionalismo, sobrevive sin evolucionar hasta enlazar con su
resurreción romántica del siglo XIX.
EVOLUCIÓN Y CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES
No obstante ser el estilo gótico la consecuencia lógica de la evolución del románico, desde el punto de
vista estético refleja una actitud espiritual y un gusto completamente distintos, y en muchos aspectos
opuestos.
Si las características fundamentales del románico son debidas al dominio de la masa sobre el vano, y en
los interiores la sombra casi triunfa sobre la luz, el resorte que mueve al arquitecto gótico es su
ansiedad de elevación y de luz y el consiguiente horror al macizo. Contribuyen a crear esta nueva
sensibilidad, de una parte, ese eterno movimiento pendular del gusto, que llega ahora a una de sus
metas más extremas, y de otra, la natural evolución del sistema de presiones y contrarrestos
concentrados en determinados puntos, que se inicia en los últimos tiempos del Imperio romano.
El afán de luz hace al arquitecto gótico prescindir del muro en grado no superado en Occidente hasta
que se comienza a emplear el hierro y el cemento, los dos nuevos materiales que revolucionan la
arquitectura contemporánea. En la arquitectura gótica, el muro llega a perder su función especial de
soporte y, como sólo sirve de cerramiento, se remplaza por vidrieras. Los amplísimos ventanales góticos
son el extremo opuesto a las ventanas románicas, a veces simples saeteras.
Los arquitectos romanos y bizantinos construyen edificios de no menor altura que muchas catedrales
góticas− Termas de Cascalla, Santa Sofía −, pero para ellos la altura es un factor más de su aspiración
fundamental, que es la monumentalidad. Para el arquitecto gótico, en cambio, lo primero es la
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elevación y el hacer sentir ese movimiento ascendente, que en el fondo es ansia de Dios, con la mayor
intensidad posible. Soportes y cubiertas parecen concebidos para servir a ese efecto. Las columnas
pierden materia, se adelgazan y espiritualizan hasta transformarse en finísimos baquetones, y con ellas
las molduras verticales producidas por las aristas de los antiguos pilares cruciformes. Gracias al
paralelismo de unos y otras, la mirada, y con ella el espíritu del observador, se sienten fácilmente
impulsados hacia las alturas, donde los arcos apuntados de las bóvedas señalan el camino del cielo.
La tensión espiritual hacia las alturas es decisiva en el monumento gótico, y a ella se subordinan todos
sus valores formales. En el exterior del edificio una serie de elementos arquitectónicos nuevos ayudan a
ese mismo fin, y las torres, para servir a ese deseo, terminan agudas como flechas.
No obstante, la gran importancia que durante el período gótico conserva la arquitectura monástica,
vivificada de nuevo por el nacimiento de las grandes Órdenes mendicantes de San Francisco y de Santo
Domingo, el monumento donde el gótico alcanza su expresión más plena es la catedral, el edificio que se
levanta en el centro de la gran ciudad, y en cuya altura y magnificencia cifran todo su orgullo los
vecinos. Si la obra magna del románico ha sido el monasterio, pequeña ciudad en sí, es decir, la obra del
monacato, la catedral es el templo de las grandes masas burguesas formadas en los últimos siglos
medios. Es la manifestación plástica más perfecta de cuanto hay de espiritualidad en la Edad Media.
ROMÁNICO
GÓTICO
SOMBRA
LUZ
MUROS, MACIZOS
VACÍOS
PEQUEÑAS VENTANAS
GRANDES VIDRIERAS
MONUMENTALIDAD
ELEVACIÓN, ESPIRITUALIDAD
MONASTERIO
CATEDRAL
EL ARTISTA Y LA SOCIEDAD
Por lo general, la consideración social del artista durante los siglos del gótico es análoga a la de los
demás artesanos, y lo que la sociedad valora preferentemente de su trabajo no es tanto la capacidad de
creación propiamente dicha, como un mayor y mejor dominio de las técnicas del correspondiente oficio.
Hasta muy avanzada la época gótica no empezará a considerarse cometido propio del artista la
concepción teórica e iconográfica de sus obras. En muchos casos le bastará con reproducir unos
modelos determinados o con traducir las instrucciones de personas a las que se reconoce un nivel
cultural superior.
Conforme avanzan los tiempos, es cada vez más frecuente, que los artistas firmen sus propias obras en
un intento de acreditarse. Así, por ejemplo, maestro Mateo inscribe su nombre en el dintel del Pórtico
de la Gloria (1188). Giovanni Pisano hace lo propio en el púlpito del baptisterio de Siena, con unos
extensos versos en los que especifica las circunstancias relativas a la ejecución de aquella obra
(1302−1310), y Jan van Eyck dejaba constancia de su presencia en la boda de G. Arnolfini firmando su
famoso retrato del siguiente modo: Jan van Eyck estuvo aquí Aunque se trata sólo de ejemplos, debe
tenerse en cuenta que al principio se firmaban con mayor frecuencia las obras arquitectónicas o
escultóricas que las de arte mueble.
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Como todos los demás estamentos artesanales, los artistas también comienzan a organizarse
corporativamente en cofradías y gremios, aunque en muchos casos éstos no se corresponden
exactamente con los de arquitectos, pintores, escultores, etc. ... Por ejemplo, sabemos que los pintores
florentinos de principios del siglo XIV estaban agrupados con los médicos, los boticarios y los
comerciantes de especias. Un caso algo distinto es el de los constructores, entre los que se da una clara
diferencia entre el maestro de obra, arquitecto o ingeniero, y el simple albañil, lapiscida o alarife. En
ocasiones, el papel de las asociaciones permanentes de constructores − o logias − ha sido mitificado en
exceso por el carácter cerrado y casi secreto que podían llegar a tener.
De todos modos, es evidente que alrededor de las grandes obras surgen auténticas escuelas donde se
transmiten por medio de la práctica las experiencias y las técnicas propias del oficio.
El taller de los pintores. escultores, orfebres, etc. desempeñaba una función análoga. Raro es el artífice
de alguna importancia que no tenga a su lado algún aprendiz, colaborador, esclavo o familiar que
aprenda las técnicas de la profesión y que le ayude en alguno de los múltiples procesos que implica la
ejecución de una obra. Normalmente, cabe pensar que el maestro era el responsable del diseño de la
misma y de su acabado, mientras que los ayudantes se encargarían de las fases preparatorias. En base a
esta lógica suposición, los historiadores del arte medieval distinguen las obras de un maestro de las de
su taller según su mayor o menor calidad.
El progresivo desarrollo de las comunidades urbanas a lo largo de los siglos del gótico implica la
concentración en las ciudades del mercado artístico. Los artífices tienden a establecerse en su seno,
amparándose en leyes favorables y en las posibilidades de asociación. Sin embargo, no resulta válida la
idea según la cual el artista de los siglos XIII, XIV o XV es un artista sedentario, en contraposición al
artista del período románico, que sería un artista itinerante. Salvo los pintores o los orfebres que
pueden desarrollar su labor en el propio taller, los demás artistas (arquitectos, escultores o fresquistas)
están obligados a una constante movilidad.
Lo que sí es evidente es que, a medida que avanza el período que estudiamos, el mundo del artista se
especializa y se configura con cada vez mayor nitidez.
Debido a la institucionalización de las sociedades, comienza a generarse una gran cantidad de
documentación, parte de la cual alude a aspectos relacionados directa o indirectamente con la vida del
artista y la creación artística propiamente dicha. Así pues, resulta más fácil relacionar obras y autores,
e incluso establecer biografías de los mismos.
Aunque se tienen noticias de talleres especializados en la producción seriada de obras de arte. La
mayoría de los artistas trabajaban por encargo.
Evidentemente, los contratos en que aquellos se formalizaban constituyen una fuente de información de
gran importancia, puesto que a través de ellos se de terminan los gustos del cliente, el precio de las
obras, sus plazos de ejecución y de liquidación, los modelos a imitar, las calidades de los materiales e
incluso los procedimientos a aplicar, etc.
El margen de libertad del artista para dar forma a las obras que se le encargaban se situaba entre sus
propias limitaciones técnicas y los gustos aceptados por el comitente o por la sociedad.
Pueden distinguirse varias categorías de encargos, que, generalizando, podrían corresponder a otras
tantas categorías de obras de arte. Es evidente que los encargos reales o cortesanos habrían de
determinar las obras de mayor calidad, ya que el afán de autoafirmación y el espíritu de lujo y de
ostentación estuvieron siempre presentes en las grandes cortes europeas.
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Sin embargo, tampoco debe infravalorarse el papel de la burguesía, puesto que si en sus orígenes el arte
gótico va estrechamente unido a los ideales monárquicos, a partir de un momento dado es la clase
burguesa la que asume el máximo protagonismo, imponiendo un nuevo sentido de la realidad. La
acción de la burguesía también se puede percibir en realizaciones arquitectónicas tales como lonjas,
sedes de gobiernos municipales, palacios, etc.
Muchas de las grandes obras de carácter religioso o vinculadas a usos religiosos (iglesias, capillas,
retablos, sepulcros, ornamentos, libros, etc. ...) cuentan también con el patrocinio real o de burgueses.
Quizás los encargos de origen estrictamente religioso sean los que a nivel estético aportan menos
novedades.
Del mismo modo que distinguimos varias categorías de encargos, también podemos constatar que entre
los artistas llegan a existir diferencias sociales bastante acusadas.
Casos como el de Giotto (que percibía cantidades muy importantes por su trabajo, poseía algunos
terrenos, prestaba capitales y arrendaba telares) o Jan van Eyck (que fue hombre de confianza del
duque de Borgoña y realizó para él algunas misiones diplomáticas) señalan los más altos niveles sociales
alcanzados por los artistas de la época gótica, siendo absolutamente excepcionales.
Tampoco son infrecuentes los casos de artistas que desarrollan provechosamente más de una
especialidad (arquitectos−escultores, escultores orfebres, muralistas−miniaturistas; etc. ...).
LA CIUDAD MEDIEVAL EN EL GÓTICO
La construcción de catedrales góticas estuvo precedida, desde el siglo XI, por una renovación urbana
sin precedentes, cuyo origen está en la nueva expansión económica e industrial de Europa. La ciudad
medieval fue en general el resultado de la iniciativa de los comerciantes, preocupados por garantizar su
independencia con respecto al poder feudal y por asentar el poder municipal con el fin de favorecer la
producción, el comercio y los intercambios en el interior y el exterior. Los poseedores de esta riqueza se
protegían detrás de poderosas fortificaciones (Siena, siglo XI; Carcasona, 1240−1285), que podían
englobar una fortaleza condal (Brujas, siglo XI) o real (Louvre, París, 11801210). La defensa estaba
encomendada a milicias burguesas mantenidas por los acaudalados habitantes que ejercían el poder
municipal, que era todo menos democrático.
Obligada a desarrollarse dentro de este recinto, la ciudad medieval era necesariamente de gran
densidad. La red viaria, en la mayoría de los casos, no tenía trazado geométrico salvo en las fortalezas
construidas, en el sur de Francia, sobre un plano ortogonal: Montpazier (1284). Más bien estrechas, de
amplitud y trazados irregulares, las calles se oponían a la plaza principal que se extendía a los pies del
ayuntamiento, dominado por su torre almenada, símbolo del poder municipal (plaza del Campo Siena,
1297−1310). En Lovaina el exuberante decorado del ayuntamiento (1447−1463) es una metáfora de la
opulencia burguesa.
En las ciudades importantes, la plaza del mercado era distinta de la del ayuntamiento. Más aún, las
ricas ciudades mercantiles de Flandes construyeron inmensos y suntuosos mercados que incluían
almacenes y dependencias, como es el caso de Ypres (1202−1304) o de Brujas (siglos XIII y XIV).
Cerca de estos lugares, la catedral profusamente decorada pero de accesos poco despejados, no aparecía
como un objeto aislado, salvo en Pisa. Estrechamente articulada con su entorno, realzaba los espacios y
exaltaba con su esplendor y sus múltiples funciones las aspiraciones de identidad de la ciudad. La
ordenación de la ciudad medieval es ajena a cualquier planificación. Sin embargo, en Siena, por
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ejemplo, las calles principales siguen las tres líneas de los desniveles del emplazamiento, en una relación
orgánica con la topografía. Además, todas las ciudades importantes se ordenan mediante reglamentos.
Siempre refiriéndonos a Siena, el Ufficiali dell' Ornato (Oficina de Ornamentación) controlaba la
organización de las calles. la calidad de las fachadas de las casas; en Londres. a partir del siglo XII la
Alcaldía regulaba la construcción de casas privadas obligatoriamente de piedra y dos plantas.
En casi todas partes el uso habitual de procedimientos constructivos sistemáticos contribuyó,
integrando los diferentes programas y tipos arquitectónicos, a la cohesión del paisaje urbano. En los
siglos XIV y XV, cuando los grandes encargos religiosos se agotan, la demanda arquitectónica proviene
cada vez más de la alta aristocracia y de la gran burguesía de los negocios o la banca, quienes fundan
instituciones asistenciales, (Hospital de Beaune, de Nicolás Rollin, en 1443), que en algunos casos se
orientan hacia el prestigio, a veces de forma insolente. Por ejemplo, el hospital Jacques−Coeur, de
Bourges (1443−1453), que revela la calidad arquitectónica y el nivel de lujo propio de esa sociedad
burguesa, algunos de cuyos miembros habían sido ennoblecidos. Se comprende así el grado de
complejidad y de refinamiento alcanzados por la cultura urbana de finales de la Edad Media.
ARQUITECTURA
LA CONCEPCIÓN ESPACIAL
EL ARCO Y LA BÓVEDA DE CRUCERÍA
Como en el románico, el germen de la evolución del gótico se encuentra en la cubierta. Las innovaciones
son consecuencia de las novedades introducidas en la bóveda.
El arco apuntado, que, empleado ya por los abasíes en el siglo IX, se utiliza en el románico borgoñón,
es, gracias a su mayor verticalidad, de presiones laterales menores que el semicircular. Se le dan
diversos nombres, según la proporción entre su altura y su luz. Así se llaman de todo punto cuando sus
centros están en los arranques; de tercio punto cuando, dividida su anchura en circo partes, los centros
se encuentran en los extremos de los tres quintos centrales, y de cuarto punto si, dividida esa anchura
en cuatro, se hace centro en los extremos de los dos cuartos inferiores.
El arco gótico nace con capacidad de transformación sólo equiparable a la del arco árabe. En el siglo
XV se generaliza el arco apuntado conopial o cóncavoconvexo de cuatro centros, dos dentro, a la altura
de las impostas, y dos fuera, en la parte superior. Poco posterior es la aparición del arco rebajado del
tipo carpanel o de tres centros, dos en la línea de las impostas y uno mucho mayor por debajo de ella.
Típico de Inglaterra es el llamado Tudor. También se emplea en vanos secundarios de la arquitectura
gótica el arco escarzano, que no llega al semicírculo. Propio de los últimos tiempos del gótico es,
finalmente, el arco mixtilíneo, producido por la introducción de pequeños trozos rectilíneos dentro del
arco.
La sección del arco gótico, como consecuencia de las molduras cada vez más ricas de las aristas del
románico, es apuntada, y se decora con las mismas molduras que el pilar.
La bóveda de crucería o de ojivas góticas deriva de la bóveda de aristas románica, pero se diferencia
esencialmente de ella. El arquitecto gótico descompone la bóveda en dos elementos; los arcos que
cruzan diagonalmente como antes las aristas, que son los arcos cruceros, ojivos u ojivas − de la palabra
hispanoárabe aljibe −: los formeros y los fajones o perpiaños, todos los cuales constituyen el esqueleto
de la bóveda, y los plementos, palos o témpanos, que, apoyándose en ese esqueleto, cierran la bóveda.
Según la teoría tradicional, la desaparición de una sola dovela de los arcos de ese esqueleto lleva consigo
el derrumbamiento de la bóveda, y eso se ha repetido hasta que la ruina de las catedrales francesas
producida por la primera guerra europea demuestra la falsedad de esa teoría, y que los plementos de
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por sí constituyen una bóveda con vida propia. Debido a ello, hoy se apunta que las razones de orden
mecánico deben influir las de orden estético en el nacimiento de la bóveda de crucería.
Resuelta la organización de la bóveda de nervios gótica sobre los dos arcos cruceros en diagonal y los
cuatro exteriores, gracias a los cuales, lo mismo que en la arista, la carga se concentra en cuatro puntos,
no tardan en introducirse sobre este patrón primario novedades que van enriqueciendo su traza.
Al agregarse un nervio que una las claves de dos arcos laterales con la bóveda, se crea la bóveda
sexpartina, así llamada por los seis plementos en que resulta subdividida. Cuando, para subrayar la
continuidad de la nave, se dispone un nervio en el sentido del eje de ésta, uniendo las claves de todas sus
bóvedas, ese nervio se denomina combado. De más importantes consecuencias es la novedad de trazar
por las bisectrices de los ángulos inferiores de cada témpano una pareja de nervios, que en su punto de
convergencia se unen con otro nervio secundario o ligadura, que desciende de la clave. Este tipo de
bóveda, llamada de terceletes, es de gran valor decorativo y representa un paso en el proceso de
enriquecimiento de la bóveda, e incluso en la transformación misma de su estructura.
La transformación de terceletes y nervios intermedios termina dando lugar a las bóvedas estrelladas,
cuya traza semeja, efectivamente, una estrella. Su uso se generaliza en el siglo XV.
Papel también decisivo en el enriquecimiento de la bóveda de crucería desempeñan los múltiples
nervios curvos que ligan las naves secundarias. En Inglaterra, evolucionándose en ese sentido, se crea la
bóveda de abanico y en Alemania la reticulada, en la que se prescinde de los nervios cruceros e incluso
perpiaños.
Como es natural, la bóveda de crucería ofrece otros aspectos interesantes, aunque de menor
importancia desde el punto de vista decorativo. Tales son los de la altura y forma de los arcos; cruceros
y el despiece de los plementos, en todos los cuales se manifiestan notables diferencias entre las diferentes
escuelas.
Los precedentes de la bóveda de ojivas son varios y, al parecer, bastante antiguos. Para algunos tienen
ese valor las bóvedas de aristas reforzadas de las Termas de Diocleciano y de otros monumentos
romanos. También se pueden apreciar en la mezquita de Córdoba del siglo X. Pero, tal vez, el
precedente más valioso es el grupo de bóvedas con nervios decididamente constructivos de Armenia que
comienza en el siglo X en la iglesia de Ani y conserva su vitalidad hasta el siglo XIII. Este tipo de
bóveda de Armenia ofrece, además, el especial interés de su semejanza con el de las bóvedas de
Lombardía, la más antigua de las cuales, la de Sannazaro Sesia, se considera comenzada en 1040.
Precisa, sin embargo, reconocer que ninguna de estas escuelas ha sido capaz de sacar las consecuencias
que a principios del siglo XII permiten crear en el norte de Francia la arquitectura gótica que después
se difunde por toda Europa.
En estos comienzos de la bóveda de ojivas propiamente gótica debe desempeñar un papel decisivo la
escuela anglonormanda, ya que la catedral de Durham, en el norte de Inglaterra, la utiliza en su capilla
mayor en 1096. En la primera mitad del siglo XII existen ya varios monumentos importantes en
Normandía −catedral de Evreux, 1119− que se cubren con bóvedas de ojivas, y algo análogo sucede en
las provincias de la Corona francesa −Domaine royal− y limítrofes.
Las de Monrienval (1133) se han considerado como las más antiguas bóvedas de ojivas. Al segundo
cuarto de siglo pertenecen ya Saint Denis (1144) y la catedral de Sens (1140).
PILARES Y ARBOTANTES
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Consecuencia inmediata de multiplicar los nervios secundarios de la bóveda de crucería es la
transformación del pilar, que, en el fondo, se limita a continuar el proceso iniciado en el pilar románico.
Si en un principio las columnas adosadas conservan toda su personalidad y su sección semicircular, a
medida que avanza el tiempo, al multiplicarse para recibir los nervios de las bóvedas, se van haciendo
más finas y transformando su sección circular en apuntada. Convertida así la columna en simple
baquetón, la sección de éste continúa evolucionando y adoptando formas semejantes a las descritas en
los arcos. Como es natural, la pérdida de personalidad de las columnas adosadas y el convertirse en
delgados baquetones, lleva consigo la desaparición del capitel individual y su fusión en una estrecha
faja, que es ya el capitel corrido del pilar. En las basas no se llega a esta fusión, pero, en cambio, se
labran alternativamente a diversa altura.
De mayor importancia aún son las consecuencias que el contrarresto de los empujes laterales de la
bóveda tiene en el exterior del edificio. La gran elevación del templo gótico y el deseo de crear interiores
luminosos impide utilizar los estribos empleados por el románico. Los maestros góticos, para resolver el
problema siguen el camino iniciado por los maestros tolosanos al cubrir sus tribunas con esa bóveda de
cuarto de círculo que sirve, al mismo tiempo, de contrarresto de los empujes de la de cañón de la nave
central. El sistema es revolucionario porque, en lugar de oponer a la fuerza siempre viva de la bóveda
la masa inerte del estribo, dispone la fuerza no menos viva de otro arco, y este equilibrio de fuerzas
contrapuestas es lo que convierte al monumento gótico en un ser viviente.
El arquitecto gótico reduce la vieja bóveda románica de cuarto de círculo a un simple arco, el arbotante
o botarel, que apoyado en su parte superior en el arranque de la bóveda de ojiva, conduce su empuje
lateral a un estribo situado en el muro de la nave inmediata, sin restar luminosidad al ventanal abierto
en el muro de la nave cuya bóveda contrarresta.
Para evitar el desplazamiento del estribo por el empuje del arbotante, sin elevarlo excesivamente en su
totalidad, y contribuir al mismo tiempo a ese efecto ascendente, inspirador de la arquitectura gótica, se
le corona con el pináculo o pilar terminado en forma apiramidada en su parte superior. El arbotante,
además de esta función mecánica, sirve para conducir al exterior, a través de los pináculos, el agua de
lluvia de las bóvedas. Cuando por la gran altura de la nave se emplean dos arbotantes superpuestos, el
más alto desempeña aquella función. Las bocas o cañones de desagüe, por lo general decorados con
figuras animadas, son las gárgolas.
DECORACIÓN: PUERTAS Y VENTANAS
Mientras en lo constructivo, el gótico es consecuencia de la evolución del románico, en lo decorativo esa
continuidad no existe. Sin perjuicio de llegar en los últimos momentos a extremos de riqueza y
exuberancia que superan a los del estilo anterior, la decoración gótica nace después de la reacción
cisterciense, uno de cuyos postulados es, como veremos, el raer todo ornamento.
Los temas geométricos preferidos son los que nacen del arco mismo, por la combinación de curvas de
uno o varios centros. El dibujo geométrico o tracería gótica comienza yuxtaponiendo círculos o
triángulos curvos, decorados en su interior con arquillos de medio punto o apuntados. El empleo del
arco conopial con su doble curva abre en el siglo XV una nueva etapa en la decoración geométrica
gótica. El entrecruzamiento de sus líneas crea una serie de curvas y contracurvas que, por semejar el
ondulante movimiento de la llama, ha dado el nombre de flamígero al gótico en que se emplea. Los
temas decorativos, que hasta entonces son circulares o triangulares, se transforman en una serie de
óvalos apuntados de las más diversas proporciones.
Si la decoración geométrica gótica está llena de novedad, donde se advierte que la actitud espiritual del
decorador gótico no sólo es diferente, sino opuesta a la del románico, es en la de carácter vegetal.
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Cuando ésta se forma, San Francisco ha predicado el amor a la naturaleza y a sus más humildes
criaturas, y ese aliento vital que anima la época, hace que el decorador descubra la belleza natural de
las plantas y no sienta la necesidad de transformarlas al esculpirlas en sus edificios. Las preferidas,
sobre todo en los primeros tiempos, son las hojas de hiedra, de vid, de roble y de trébol. A su lado va
ganando terreno la hoja de cardo, que los castellanos de la época llamaban berza, y que termina
convirtiéndose en el tema vegetal corriente para decorar arquivoltas, jambas y capiteles.
Además de estos temas de follaje, en los últimos tiempos del gótico se pone de moda otro, también
vegetal, que refleja el agudo realismo característico del gótico tardío. Los troncos de plantas erizados de
nudos y muñones y de rugosas cortezas deleitan el cincel minucioso del decorador del siglo XV. Son,
además, frecuentes la flor del cardo y la granada, que se emplean sobre todo en los tejidos.
La decoración de animales se distingue igualmente por el naturalismo de su interpretación, aunque no
por ello se representen monstruos y seres fantásticos, que aparecen entremezclados con el follaje o
formando pequeñas escenas o aislados en gárgolas, remates de barandales, etc.
La decoración gótica, como la romántica, se concentra en las puertas, ventanas y claustros, si bien los
capiteles son mucho menos importantes desde el punto de vista decorativo. En cambio, en el interior del
templo se abren tres nuevos campos, que son las vidrieras de los grandes ventanales, el retablo y la
sillería del coro.
Las portadas góticas son abocinadas, como las románicas; pero el tímpano suele dividirse en varias
zonas horizontales, la decoración escultórica de las arquivoltas no se dispone radialmente, sino en el
sentido de su curva, y las esculturas de arquivoltas y jambas suelen protegerse con chambranas o
doseletes.
La forma apuntada de la portada gótica suele completarse con el gablete o moldura angular, que le
sirve de coronamiento. El gablete se aplica también a otros elementos arquitectónicos, como la parte
superior de los estribos, pilares decorativos, etc.
La ventana, por su gran amplitud, ofrece problemas inexistentes en el estilo románico. Para cerrar y
decorar su gran vano se levantan en su interior una o varias columnillas o baquetones unidos en su
parte superior por arcos sobre los que descansa una tracería calada. En los primeros tiempos, esa
tracería se limita a uno o varios óculos circulares tangentes; después se enriquece el interior con
arquillos decorativos; por último, se introduce la tracería flamígera. En los ventanales del templo los
vanos de la tracería se cierran con vidrios de colores.
EL TEMPLO
Las principales novedades de la planta del templo gótico son debidas al reflejo que sobre ella tiene la
cubierta. En la planta gótica desaparecen las formas curvas debido a las dificultades de construir
grandes ventanales en muros de esa forma, y, naturalmente, donde esto se hace más sensible es en la
parte de la cabecera. Los ábsides, las girolas y las capillas de ésta y del crucero dejan de ser
semicirculares y se hacen poligonales.
El empleo de la forma poligonal en la capilla mayor produce en la girola una serie de tramos
trapezoidales que, al cubrirse con bóvedas de crucería, obligan a que la clave no se encuentre en el
centro o a que las ojivas se quiebren para que su cruce tenga lugar en él. En este caso, no es raro que
para reforzarla se trace un nervio desde la clave al arco del testero. Entre las soluciones excepcionales
se encuentran la de la catedral de París, consistentes en tramos trapezoidales con nervios en triángulo, y
la de la catedral de Toledo, que reemplaza los tramos trapezoidales por otros rectangulares y
triangulares. En cuanto a la sección del templo, es frecuente que la nave central se eleve mucho sobre
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las laterales exteriores.
Como los arbotantes hacen innecesarias las bóvedas laterales de contrarresto, que el románico
aprovecha en segunda planta para la tribuna, ésta pierde importancia y el arquitecto gótico la convierte
en simple galería o triforio a través del grosor de los pilares, ya que la presión de las bóvedas se
transmite en buena parte por los baquetones adosados a él. Ese triforio, como sucede en algunas
catedrales francesas, se continúa exteriormente en la fachada principal.
Los monumentos de carácter civil, tanto domésticos como públicos, adquieren ahora mayor
importancia
EVOLUCIÓN DEL ESTILO
Como es natural, tratándose de un estilo que vive más de tres siglos, la evolución de las formas
arquitectónicas góticas es grande, y, según es frecuente, esa evolución se realiza en el sentido de su
progresiva complicación y de su creciente riqueza decorativa.
Después de una etapa transitoria representada por el estilo cisterciense, suelen distinguirse tres
períodos principales, que corresponden en España aproximadamente a los siglos XIII, XIV y XV.
En cuanto a la estructura, pueden distinguirse en Francia, el país que marcha a la cabeza, las etapas
siguientes: Una inicial de iglesias con tribunas de la segunda mitad del siglo XII. Otra correspondiente a
los siglos XIII y XIV, de iglesias con triforio, primero sólo con ventanas al interior de la nave, y después
con fondo de vidriera al exterior del templo. Y una tercera que comienza a fines del siglo XIV, en la que
se suprime el triforio, y el gran ventanal cerrado de la vidriera ocupa toda la altura de la nave mayor
hasta la cubierta de las laterales.
Durante el siglo XIII, las columnas adosadas a los pilares conservan toda su personalidad y sus capiteles
son independientes.
Es típico el capitel formado por dos cogollos angulares y uno central, y los de hojas diversas, muy
separadas entre sí. No se pasa de la bóveda de terceletes y sexpartita, y las tracerías de los ventanales se
reducen a un círculo liso sobre dos arcos apuntados o poco más.
La segunda etapa es propiamente transitoria, en la que las formas se van complicando y la decoración
enriqueciéndose. Por ser la época en que los círculos se decoran en su interior con arquillos,
subrayándose con gran claridad y reiteradamente su distribución radiada, se le ha dado por algunos el
nombre de radial a esta etapa.
En el último período, la fusión de las columnas en el pilar es completa, y los capiteles, o son minúsculos,
o se unen en una faja corrida; las basas se disponen a distinta altura. A veces los baquetones no se
continúan en los nervios de la bóveda. La traza de la bóveda se puebla de nervios secundarios curvos y
de ligamentos. Nacen las bóvedas estrelladas y reticulares, y se hacen grandes alardes técnicos,
labrándose algunas extraordinariamente planas. Aparecen los arcos conopial, carpanel y escarzano, y
la decoración geométrica flamígera, cuyo origen es, al parecer, inglés, considerándose iniciada en
Inglaterra a mediados del siglo XIV, e introducida en Francia durante la guerra de los Cien Años. La
decoración vegetal, en particular la de cardina, es abundantísima, poblándose de figuras animadas y
llegando a rebasar las molduras que la encuadran. Se introduce el tema de los troncos, la flor del cardo
y la granada.
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LAS PRIMERAS CATEDRALES GÓTICAS
Saint Denis
Los primeros templos propiamente góticos son Saint Denis (1144) y la catedral de Sens (1140),
anteriores a mediados de siglo. En Saint Denis, la obra del célebre abad Suger, por desgracia muy
restaurada, lo más importante es la parte de la girola. La catedral de Sens, que, en cambio, se conserva
en perfecto estado, es la primera gran catedral gótica. Como las inmediatamente posteriores − Noyon,
Laon y París− se cubren con bóvedas sexpartitas en la nave central, correspondiendo a cada una de
éstas dos en las laterales. Lo mismo que en la de Noyon, que le sigue en fecha, los pilares alternan con
las columnas.
Catedral de Sens
En las de Laon (1174) y París (1163) sólo se emplean gruesas columnas, lo que contribuye
poderosamente a producir el efecto de un interior ligero y diáfano. Sobre la arquería que en ellos
cabalga marchan, en Laon, tres cuerpos de vanos: el de la tribuna, que carga sobre las naves laterales;
el del triforio y el de las ventanas. Es un templo que carece de girola, y sus tres naves terminan en un
mismo plano. La fachada ofrece una composición de origen normando que hará fortuna: un primer
cuerpo de tres profundos pórticos, claraboya, arquería y dos grandes torres mochas de planta
cuadrada, y un último cuerpo octogonal con torrecillas también octogonales en las ochavas. Además de
estas dos torres, tiene otras dos menores en cada brazo del crucero, y un elevado cimborrio en el tramo
central de éste.
Notre Dame de París es de cinco naves, tiene tribuna, y en la girola los tramos trapezoidales se
encuentran cubiertos por bóvedas muy originales de nervios en triángulo. La nave de crucero, como en
Laon, casi en el centro del templo y alejada de la capilla mayor, no sobresale lateralmente, por lo que la
anchura, salvo en la parte de las torres, es uniforme. Las capillas que se abren a la girola, y que son de
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testero plano y no poligonal, con lo que la cabecera del templo resulta semicircular, se agregan en el
siglo XIII.
Gárgola de la catedral de Notre −Dame
La fachada, obra ya también del siglo XIII, presenta un triple pórtico, friso de estatuas, claraboya
circular y arquería. Las torres son de sección uniforme y terminan en plano, aunque se proyectan con
flecha de coronamiento. Como es lógico, la catedral de París ejerció influencia decisiva no sólo en la
comarca, sino en catedrales más lejanas, como las de Bourges y Le Mans. La girola de ésta es
particularmente interesante para la arquitectura gótica española por estar formada por bóvedas de
planta rectangular y triangular alternadas, como en la catedral de Toledo.
Catedral
Notre Dame
Las tres principales catedrales francesas de la primera mitad del siglo XIII son las de Chartres (1194),
Reims (1210) y Amiens (1220), todas ellas de cinco naves desde el crucero. En Chartres el impulso
ascensorial del gótico es ya manifiesto. No sólo porque las columnillas adosadas no arrancan, como en
Laon y París, de los capiteles de las gruesas columnas, sino del suelo.
La de Reims es el ejemplar más representativo de catedral gótica francesa. Aproximadamente de la
misma altura que la de Chartres, pero mucha más larga (ciento cincuenta metros), no se termina hasta
principios del XIV, fecha a que corresponde la fachada de los pies.
Sin la sobriedad de Notre Dame, de París, la composición de esa fachada principal responde, sin
embargo, al mismo esquema.
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Las diferencias consisten en que el friso de los reyes ha desaparecido para incorporarse a la galería que
corre por encima del gran rosetón, y, sobre todo, en que mientras la fachada de París está concebida en
plano, la de Reims, como la de Laon, delata un deseo de profundidad manifiesto en las hornacinas, los
pináculos que se anteponen a los estribos, y principalmente en el avance del pórtico, cuyo frente,
destacado del de la fachada, subrayan agudos gabletes. Ligados los gabletes de las tres puertas y los de
los arcos ciegos de los estribos inmediatos, el conjunto del pórtico adquiere una personalidad
extraordinaria. Los campanarios, inspirados en los de Laon, parece que se conciben con chapiteles
apiramidados. Además de estas dos torres de fachada, se proyectan dos en cada extremo de la nave del
crucero y un elevado cimborrio en el tramo central de éste. El primer maestro, y probablemente el
autor de la traza del templo, es Jean d'Orbais. Se conocen los nombres de sus sucesores hasta principios
del siglo XIV.
El gótico de la segunda mitad del siglo XIII cuenta con dos monumentos insignes, en los que las dos
grandes aspiraciones de la arquitectura gótica, la ligereza unida a la luminosidad y la elevación,
alcanzan sus metas extremas. La Saint Chapelle (1245), del antiguo Palacio Real de París, construida
por el arquitecto Pierre de Montreuil, para guardar la reliquia de la Corona de espinas enviada por el
emperador de Bizancio, es de una sola nave de esbeltas proporciones; pero lo más importante es que la
vidriera casi ha reemplazado totalmente al muro, descendiendo hasta el suelo.
En el sur de Francia se forma un tipo de templo de características bastante definidas, y de especial
interés para la arquitectura gótica española, por servir de modelo a la escuela catalana. Es de una nave
muy amplia, con capillas alojadas entre los numerosos estribos que contrarrestan los grandes empujes
de aquélla. De ejemplo sirven los franciscanos de Toulouse y la catedral de Albi.
ESPAÑA: EL ESTILO CISTERCIENSE. CATEDRALES CASTELLANAS DEL SIGLO XII
Como en Francia, la arquitectura gótica es en España de grandes catedrales, si bien en el siglo XV la de
carácter civil adquiere notable importancia. Durante su primera etapa, que corresponde al siglo XIII,
deja sus monumentos principales en Castilla− catedrales de Burgos, León y Toledo −, desplazándose el
centro de gravedad en el siglo siguiente a Levante− catedrales de Barcelona, Palma y Gerona −, para
volver desde el XV a manifestar su mayor vitalidad en Castilla− catedrales de Sevilla, Salamanca,
Segovia, escuelas de Burgos y Toledo −, si bien en Levante crea espléndidos edificios de administración
pública −Lonjas de Barcelona, Valencia y Palma− y numerosas casas de amplias proporciones y aspecto
monumental.
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Las dos grandes catedrales castellanas de Burgos y Toledo se comienzan, aproximadamente, en el
segundo cuarto del siglo XIII, y aunque algunas portadas y las torres terminan en fecha muy tardía, en
lo esencial responden a la traza primitiva. Todas ellas son obra de primer orden dentro de la
arquitectura de su época, y tienen rasgos muy definidos que las distinguen entre sí.
La catedral de Burgos (1221−1260) se debe a los deseos del obispo y gran viajero Mauricio, y del propio
San Fernando, y se atribuye al maestro Enrique, aunque, en realidad, no es probable que haya hecho su
traza primitiva. Templo de tres naves, con brazo de crucero muy alargado, tiene girola de tramos
trapezoidales de ojivas quebradas y reforzadas por un nervio secundario, de la clave central a la del
arco exterior, y dobles arbotantes. Fundándose en la gran longitud del brazo del crucero y en otros
pormenores, se ha supuesto que la primitiva catedral se comienza con arreglo a una traza anterior, de
inspiración cisterciense, debida a algún maestro discípulo del de las Huelgas, sin girola y con cinco
capillas abiertas al crucero, de las que sólo se conservaría una. Esta traza se cree transformada en la
gótica actual, probablemente por el maestro Enrique. Con posteridad se ha pensado que no ha existido
tal transformación. Tiene triforio y arbotantes dobles.
Las fachadas de los brazos del crucero terminan en tupida arquería con estatuas, y las puertas mismas,
llamadas del Sarmental y de la Coronería, tienen rica decoración escultórica. Completa la serie de
portadas la del claustro, ya de hacia 1300, y también con historias y estatuas y ajedrezado de castillos y
leones. Las caladas agujas que coronan sus torres son ya obra del siglo XV.
Catedral de Burgos
La de Toledo, por la influencia árabe que existe en la arquería de su triforio y por la honda huella que
deja en la arquitectura posterior, resulta más española. Es un templo de cinco naves, más dos capillas, y
otra de crucero que no sobresale lateralmente en la planta, es decir, es de anchura uniforme,
diferenciándose en ello de las catedrales de Burgos y León. Pero su parte más interesante es la
organización de su girola doble, distribuida en tramos rectangulares y triangulares, que dan lugar a
una serie de capillas alternadas, grandes y pequeñas. De sus torres sólo llega a construirse una, que se
termina en el siglo XV. De sus portadas, aunque de estilo bastante avanzado, corresponden todavía a
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este período las tres de la fachada principal, con escultura y decoración ajedrezada de castillos y leones,
y la del crucero o del Reloj, con tímpano distribuido en fajas y profusa decoración escultórica.
La catedral de León, terminada hacia 1280, es la más luminosa de las españolas. En ella el muro se
reduce a lo más indispensable y las vidrieras ocupan amplísimas superficies.
El único nombre de arquitecto conocido en la época de su construcción es el del maestro Enrique. De
tres naves, las tiene también en el crucero, más otra transversal entre éste y el comienzo de la girola,
que es de tramos trapezoidales con nervios quebrados, pero sin el nervio de refuerzo de la catedral de
Burgos. Las torres, contra lo que sucede en ésta y en la de Toledo, se encuentran adosadas a los pies del
templo. El triforio, que se aloja en el grosor del pilar, tiene por fondo las vidrieras.
En la fachada principal se abre un gran pórtico triple sumamente abocinado, con arcos muy apuntados
en los machones que separan cada una de sus tres puertas. El cuerpo central, que le sirve de remate, es
de invención moderna, pues al parecer sólo existirían en su lugar tres grandes gabletes, y de las torres
que no encuadran una es del siglo XIV y la otra de fines del siglo XV. Las portadas del crucero, como
las anteriores, tienen rica decoración escultórica.
Menos conocida, pero de gran interés, y muy de principios del siglo XIII, es la catedral de Cuenca.
Tanto la nave central como la de crucero se cubren con bóveda sexpartitas.
El gótico se caracteriza por la verticalidad y la luz, que es el reflejo de la divinidad. Su expresión más típica
es la catedral, en la que encontramos todos los elementos del arte gótico.
Utiliza un nuevo tipo de arco y de bóveda: el arco ojival y la bóveda de crucería, lo que posibilita un muro
diáfano que se recubre con vidrieras.
Los rosetones son el marco privilegiado de las vidrieras de colores.
Predominan las plantas de cruz latina en las que se distingue: la cabecera, el crucero y las naves, de tres
a cinco. La cabecera tiene girola y capillas radiales. La nave central y el crucero son más anchos y altos
que las laterales.
Aparece el pilar fasciculado, que tiene el fuste formado por varias columnillas delgadas (baquetones).
En el edificio gótico se necesita un sistema de contrapeso adicional: los arbotantes.
Es la época de la bóveda de crucería, que permite cubrir espacios rectangulares a mayor altura. Está
formada por dos arcos (nervios) que se cruzan en la clave. El resto de la superficie se cubre con
plementos.
Las vidrieras se organizan en tracerías. Cada vidriera posee un armazón de hierro y un emplomado.
La portada se revaloriza. En ella se colocan las torres y las puertas. La fachada típica tiene forma de H.
Está formada por dos torres cuadradas, rematadas con un elemento piramidal. Poseen tres niveles: la
portada de entrada, los ventanales y el rosetón.
En el alzado de la catedral se distinguen tres partes: la arquería, el triforio y el claristorio o ventanales.
Además de las catedrales adquieren importancia otros edificios civiles. Se levantan el ayuntamiento, las
lonjas, sin dejar de construirse castillos y fortificaciones militares.
Su división se ha estructurado a partir de las distintas etapas que se sucedieron en Francia: período
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primitivo o de transición, período radiante y período flamígero. En algunos países, no obstante, resulta
difícil hablar, en términos generales, de arquitectura gótica: así, en Italia, con excepción del gótico
borgoñón (introducido por los cistercienses y la dinastía Anjou en Nápoles) y algunos edificios
relacionados con la escuela germánica (catedral de Milán, 1938), la arquitectura siguió vinculada a los
esquemas de la tradición clásica.
EL GÓTICO EN DISTINTOS PAISES:
Francia
La arquitectura gótica aparece a mediados del s. XII en el deambulatorio y corode la abadía de
Saint−Denis (1140). La catedral de Sens, primer edificio totalmente gótico, y las de Noyon, Laon y
París, son los mejores exponentes del primer período, con elevavión de cuatro pisos, grandes arcadas,
tribuna, triforio, altas ventanas y bóvedas sexpartitas de la nave principal, que implican la alternancia
de soportes esbeltos o macizos. La catedral de Chartres, posterior a 1194, define el tipo clásico
netamente articulado, con bóvedas más largas por un lado que por el otro, y sistematiza los arbotantes
que sustituyen la tribuna en su función de soporte. Hacia 1230−1240 surge el segundo período
(Sanint−Denis, catedral de Amiens y Santa Capilla de París), donde la estructura y proporciones de las
obras ofrecen una mayor unicdad espacial. La acentuación del efecto de continuidad procurada
mediante la desaparición de los capiteles, la efervescencia gráfica de las bóvedas, de los ventanales, de
los pináculos y de los gabletes de los pórticos son las características del período flamígero, que aparece
en Francia y Alemania a fines del s. XVI. Sus principales obras son la torre de la catedral de Ruán
(1480) y la fachada de la abadía de la Trinidad de Vendome (1485). En esta última etapa, en el norte de
Francia y en los países bajos se construyeron gran número de edificios de carácter civil (lonja de los
paños de Ypres, ayuntamiento de Bruselas [1455]).
Inglaterra
Los ejemplos del período primitivo son las catedrales de Salisbury y de Lincoln; como representante del
segundo, caracterizado por la tracería geométrica de sus bóvedas, figura la catedral de exeter; el último
período adopta una solución específica (estilo perpendicular, con tendencia vertical de su tracería) y
está representado en la capilla de King´s college de Cambridge.
Alemania
La influencia de la arquitectura francesa es evidente en las catedralesde Estrasburgo y de complejidad,
es más propiamente alemana; las iglesias de San Esteban de Viena y de Santa Isabel de Manburgo (s.
XIV), del tipo Hallenkirchen son creaciones específicamente alemanas, con igual elevación para las tres
naves.
España.
En España el gótico tiene dos ámbitos fundamentales, el camino de Santiago y las ciudades comerciales
de la Corona de Aragón.
El gótico tarda en introducirse en España (siglo XII). Destacan las plantas en forma de T, las capillas de
la cabecera y el transepto y el claustro con dos pisos. Monasterios de Poblet, La Espina, Gradefes y La
Moreruela. Se comienzan a construir las catedrales de Zamora, Salamanca, Tarragona y Lérida.
La segunda etapa, en el siglo XII, es la del gótico pleno. Las catedrales más importantes son las de León,
Burgos y Toledo.
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La tercera etapa, en el siglo XIV. Se acaban las catedrales de Palma de Mallorca, Santa María del Mar
(Barcelona) y Gerona. Son templos más austeros, la nave central es más ancha y las laterales son más
altas.
En el siglo XV aparece el gótico flamígero, que en Castilla se denomina isabelino. En esta época la
decoración se desborda, las plantas tienden a ser cuadradas de una sola nave y los soportes más
delgados. El coro se desplaza a los pies y en alto. Lonjas de Palma de Mallorca y Valencia. En Castilla
aparecen dos escuelas: la de Toledo y la de Burgos. Puerta de los leones de la catedral de Toledo, la
cartuja de Miraflores.
Los inicios aparecen en edificios de planta románica (catedrales de Tarragona, Lérida y Zamora). La
catedral de Ävila es el ejemplo más representativo del gótico de transición. En el s. XIII las catedrales
de Burgos, León y Toledo definen los tipos clásicos ligados a la corriente frencesa. En el s. XIV las
catedrales de Barcelona, Palma de Mallorca y Gerona configuran las características de la arquitectura
gótica catalana emparentada con la del sur de Francia (Albi) y con la del norte de Italia.
En el último período (s. XV y principios del XVI) las catedrales de Sevilla, Salamanca y Segovia, junto
con las torres de la catedral de Burgos y el convento de San Juan de los Reyes de Toledo, ponen punto
final al período flamígero. Desde fines del s. XIV, se levantaron las más importantes lonjas de comercio
en Barcelona, Palma de Mallorca y Valencia.
Portugal
Los edificios góticos más notables son el monasterio de Batalha (s.XV) y el de Belem (principios del s.
XVI), prototipo del estilo manuelino.
Conclusión. Francia es la cuna del gótico. En la fase protogótica encontramos los edificios cistercienses
como la abadía de San Denis, y Notre−Dame de París. En el período clásico destacan las catedrales
reales, Reims, Amiens y Chartres. En el período manierista destaca la Santa Capilla de París y la
catedral de Rouen.
En lo técnico y estructural el Gótico lleva a la per-fección el sistema de baldaquino iniciado en Bizancio,
situados estos estilos uno al comienzo y otro al final de la época medieval (Sedlmayr). La catedral gótica
se construye como un agregado de «capillas» (así figura en los documentos); es decir, de tramos de
nave. El arquitecto tiene conciencia de que lo que realiza es una perfecta estructura de dinámica
arquitectónica formada por pilares y nervios de bóveda, de gran altura y precisión en la localización
dinámica de dispersión de empujes hasta el suelo; esta estructura es diáfana y lógica, suprimiéndose lo
accesorio y teniendo cada elemento un papel concreto; de aquí surge el arbotante en lugar del
contrafuerte macizo. Entre los conocimientos técnicos es fundamental saber que cada tramo es como
una unidad o módulo, susceptible de multiplicarse coordinativamente, para así prolongar una cadena
de tramos.
Dos ejes direccionales dominan la construcción de las famosas catedrales góticas: el longitudinal axial
de progresión hacia el altar (eje o camino constante en la basílica cristiana) y el vertical, que se imprime
en el espacio construido y es evocado por los pilares que, sin solución de continuidad, se alzan desde el
suelo hasta la bóveda y enlazan allí con los nervios. Pero ninguno de ambos ejes es ajeno a tiempos
pasados; el mismo Románico de las iglesias de peregrinación acentuaba la altura y el camino
direccional hacia el altar; lo que el Gótico hace es suprimir el sentido de unidad rítmica y
pausadamente estructurada, tanto en longitud como en altura, de la nave central románica; ahora, al
acentuar la longitud por la repetición rápida y seriada de un mismo motivo, crea ya no un ritmo
pausado hacia el altar, sino una aceleración rítmica, un conjunto más continuo, aunque nos podamos
dar cuenta en alguna ocasión de que es un agregado de formas repetidas, sin que exista un muro que lo
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envuelva todo.
El camino hacia el altar se hace velozmente perspéctico y convergente, la repetición de pilares crea una
aceleración rítmica y evita que se provoque la conciencia de pausa presente en el Románico. En este
camino, el crucero −muy frecuentemente casi en la mitad de la iglesia− o es más que una pausa que
concentra otras cortas direcciones transversales, y que obliga a admirar desde él la grandeza
constructiva para después continuar hacia el altar; éste se halla situado en la cabecera, allí donde el
ritmo de repetición se hace más rápido y prieto, viniendo a ser como el varillaje de un paraguas que,
por sus nervios, recoge la dirección de la bóveda para llevarla en sentido envolvente al altar. Este
sentido direccional incluso se resalta con un nervio que a modo de espinazo recorre longitudinalmente
todas las bóvedas (Burgos, Pamplona).
La directriz vertical es fruto de la tectónica, y, más que un eje direccional, es una multiplicación de
ellos, que juntos crean el ritmo longitudinal; no es, pues, un eje compositivo, y por ello, si bien está
presente en la espacialidad del templo, se subordina e incluso es parte del sentido longitudinal.
Al decidirse los constructores por este sistema, que anula por completo el muro, pensaron también en
ocupar su sitio con vidrieras, pero no para aumentar la lu-minosidad del interior, pues las catedrales
góticas en su estado puro (Chartres) son tan sombrías como los templos románicos, sino para poder así
aumentar su evocación poético−simbólica, hasta llegar a extremos como el de la Sainte Chapelle, en la
que la arquitectu-ra no es más que un marco para sustentar estas vidrieras.
El mundo europeo ha cambiado: lo civil y lo humano sustituyen a la mística religiosa; la ciudad, al
monasterio; el obispo, al abad. Riqueza y poder se concentran en florecientes ciudades de comerciantes,
menestrales y agricultores libres. La catedral es la aspiración de estas ciudades, timbre de prestigio y
fuente de ganancias económicas; todo el grupo social participa y contribuye a su construcción. Será
también, incluso, marco escénico de actividades laicas, mercado, escenario de teatro burlesco, etc.
Pero, ante todo, la catedral es el templo regio por excelencia imagen poética de la Jerusalén Celeste, un
segundo paraíso, el Cielo mismo. Al ser coronado y ungido, el rey pasa a adquirir carácter sacro, al
igual que el templo.
La imagen poética y metafórica del templo como cielo tiene gran tradición y apoyatura literaria tanto
en la misma época como en épocas anteriores.
La luz filtrada por las vidrieras es la que fundamentalmente crea el aspecto sensible de esta
espacialidad sacra y celeste, de modo que la vidriera viene a ser origen de la luz policromada, como si
fueran piedras preciosas con luz propia cuyos destellos, al teñir el suelo y toda la arquitectura, le dan el
mismo carácter a la piedra, que estructuralmente ya ha adquirido carácter simbólico:
«En el centro se alzan doce columnas correspondientes al número de los apóstoles, y otras tantas en las
naves laterales para significar el número de los profetas; ellas sustentan el alto edificio según las
palabras del Apóstol...» (Abad Suger). Las vidrieras de la iglesia, por las cuales se transmite la claridad
del sol, significan las Sagradas Escrituras que nos protegen del mal y en todo nos iluminan (Pierre de
Roissy, c. 1200).
... me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo de parte de Dios, que tenía la gloria de
Dios. Su brillo era semejante a la piedra más preciosa, como la piedra de jaspe pulimentado"
(Apocalipsis, 21 10−12). Estas paredes luminosas como piedras preciosas delimitan herméticamente el
recinto, y no lo ponen en comunicación con el Cielo porque la catedral gótica es el mismo cielo
(Sedlmayr).
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Por otra parte, el sentido litúrgico de los ritos se hace más complicado −sobre todo en el culto a la
Eucaristía− , acentuándose los sistemas procesionales, que en la iglesia gótica encuentran un marco y
coro; el resto es ocupado por los fieles, que sólo tangencialmente verán los oficios divinos, y es que, en
esencia, la catedral como obra litúrgica, es sólo para los clérigos.
LUMINOSIDAD Y RELACIÓN ENTRE ESTRUCTURA
Y APARIENCIA EN EL EDIFICIO GÓTICO.
Hay dos aspectos de la arquitectura gótica que carecen de precedente y de paralelo: la utilización
de la luz y una relación original entre la estructura y la apariencia.
Por utilización de la luz entiendo más específicamente su relación con la sustancia material de los
muros. En una iglesia románica, la luz es algo que se distingue de la sustancia pesada, sombría y
tangible de los muros y que contrasta con ella. En el gótico, el muro da la impresión de que fuera
poroso: la luz se filtra a través de él, penetrándolo, fundiéndose con él, transfigurándolo. (...)Las
vidrieras del gótico sustituyen a los muros vivamente coloreados de la arquitectura románica:
estructuralmente no son, como tampoco estéticamente, vanos abiertos en el muro para permitir que
pase la luz sino muros transparentes,(...) La luz, que normalmente se ve ocultada por la materia, es aquí
el principio activo;...
En este decisivo aspecto, por lo tanto, es en el que se puede considerar al gótico como el estilo de
una arquitectura transparente y diáfana. (...) Ningún segmento del espacio interior podía permanecer
en la oscuridad, sin ser definido por la luz.(...) Al final del proceso parecen un fino revestimiento que
rodea la nave central y la cabecera mientras las ventanas vistas desde el interior, pierden sus límites de
definición como si se fusionaran, vertical y horizontalmente en una esfera continua de luz, en una zona
de contraste luminoso detrás de todas las formas tangibles del sistema arquitectónico.
Estos mismos principios los hallamos en juego incluso en los detalles en el románico el hueco de la
ventana es un vano rodeado de un marco pesado y sólido; en la ventana gótica los elementos sólidos de
la tracería flotan por así decirlo, en la superficie luminosa de la ventana, articulándose dramáticamente
su dibujo por obra de la luz."
... Para los siglos XII y XIII, la luz era la fuente y la esencia de toda belleza visual. (...) Por poseer
luminosidad se consideran hermosas a las estrellas, al oro y a las piedras preciosas. En la literatura
filosófica de la época y también en la épica cortesana los términos "lúcido", "luminoso" y "claro" son
los adjetivos que se utilizan con más frecuencia para describir la belleza visual. Esta preferencia
estética se ve intensamente reflejada en las artes decorativas de la época, que se deleitan en la vistosidad
de objetos relucientes materiales brillantes y superficies pulidas. La aparición de la vidriera, movida
por la asombrosa idea de sustituir los muros opacos por otros transparentes, refleja este mismo
gusto.(...) Para el pensador medieval la belleza no era un valor independiente de los demás sino más
bien el resplandor de la verdad, el brillo que despide la perfección ontológica, y esa cualidad de las
cosas que indica que tienen su origen en Dios.
Según la metafísica platónica de la Edad Media la luz es el más noble de los fenómenos naturales,
el menos material, el que se acerca más a la forma pura. La luz es, además, el principio creativo de
todas las cosas y es especialmente activa en las esferas celestiales... Según los pensadores medievales la
luz es el principio del orden y del valor. El valor objetivo de una cosa se halla determinado por el grado
en que participa de la luz.
El segundo rasgo sobresaliente del gótico es la nueva relación que se establece entre función y
forma, entre estructura y apariencia. En la arquitectura románica o en la bizantina la estructura es un
medio necesario pero invisible para llegar a un fin artístico y se halla escondida tras una ornamentación
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de pinturas o estucos. Y muchas veces todo el edificio no es, de hecho, más que un andamiaje para
exhibir grandes frescos o mosaicos.(...) De la arquitectura gótica puede decirse exactamente lo
contrario. La decoración se halla en ella subordinada al dibujo que forman los elementos estructurales,
los nervios de las bóvedas y los fustes sustentantes, y el sistema estético se halla determinado por ellos.
En la arquitectura gótica, por otra parte, la estructura del edificio adquiere una dignidad estética
desconocida hasta entonces. La maravillosa precisión, por ejemplo, con que se cortaban todos los
bloques y se colocaban en la bóveda gótica −sin dejar juntas irregulares que hubiera que ocultar−
sugiere no sólo una técnica de ejecución perfecta sino también un gusto nuevo y un aprecio del sistema
tectónico.
En la arquitectura gótica la situación es en cierta forma ambivalente, pues no es fácil determinar
en ella si la forma ha seguido a la función o la función a la forma.
Un tipo de nervio falso se utilizó desprovisto de función práctica alguna con fines ornamentales bajo las
bóvedas de cuarto de esfera de ábsides románicos.
Hasta la forma de los elementos inequívocamente estructurales del gótico se ve deliberadamente
modificada muchas veces a expensas de la eficacia funcional, por conseguir un cierto efecto visual. De
este modo nunca se deja ver el macizo espesor de muros y pilares ... producen la ilusión de no de un
muro, sino de una superficie delgada como una membrana. También en los soportes su verdadero
volumen se esconde como si se desintegrase en ellos, tras haces de frágiles y altísimos fustes.
Y sin embargo, no podemos entrar en una iglesia gótica sin experimentar la sensación de que todos
los elementos visibles de ese gran sistema tienen una función que cumplir. No hay muros, sólo soportes;
la masa y la carga de la bóveda parecen haberse contraído en la vigorosa red de nervios(...) Los valores
estéticos de la arquitectura gótica son en un grado sorprendente, valores lineales. Los volúmenes se ven
reducidos a líneas... Puede demostrarse de hecho cómo el nervio fue precedido y preparado por la
tendencia del arquitecto a entender y dirigir los ángulos de una bóveda de arista, no como la conjunción
de superficies curvas sino como intersección de líneas rectas. ...la bóveda de crucería es, así, en gran
medida no la causa sino el producto del grafismo geométrico de la traza gótica.
El gótico es, en verdad, funcionalista especialmente si lo comparamos con el románico. La iglesia
es, mística y litúrgicamente una imagen del cielo. Tales imágenes sugieren el motivo espiritual del
antifuncioanlismo del arte románico y bizantinos la experiencia mística que los frescos o los mosaicos
van a ayudar a suscitar en los fieles es una experiencia que, categóricamente no pertenece a este mundo
la visión celestial allí representada va a hacernos olvidar que nos hallamos en un edificio de piedra y
mortero. Estas grandes evocaciones pictóricas de la significación mística del edificio de la iglesia no
tienen ya sitio en el templo gótico. En el interior de las catedrales... las imágenes ocupan, ahora un lugar
menos destacado.
La arquitectura gótica se creó, a modo de respuesta enérgica a la demanda de una arquitectura
especialmente armonizada con la experiencia religiosa,... La iglesia se concebía como imagen de la
Jerusalén Celestial, pero que a su vez se veía prefigurada en el templo salomónico.
Si pretendemos entender el nacimiento de la arquitectura gótica, no basta con que nos
preguntemos qué representa la catedral gótica. Las preguntas sobre las que debe centrarse nuestra
atención son cómo representa la visión celestial esa catedral y cuál era la experiencia religiosa y
metafísica que pedía esa nueva forma de representación.
Los maestros góticos no se pronunciaron acerca del significado simbólico de sus proyectos, pero
fueron unánimes en rendir tributo a la geometría como base de su arte. Los elementos arquitectónicos
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se presentan sin ninguna indicación de volumen y hasta finales del S. XIV no hay tampoco indicaciones
de espacio y perspectiva.
Cada nada más que una de las dimensiones básicas el arquitecto gótico desarrollaba todas las
demás magnitudes de la planta y del alzado por medios estrictamente geométricos usando como
módulos ciertos polígonos regulares, el cuadrado sobre todo. todas las proporciones de la construcción,
..., guardan entre sí una misma relación que los lados de una serie de cuadrados cuyas áreas
disminuyan o aumenten en proporción geométrica. Las proporciones así obtenidas son proporciones
"conforme a la medida cierta". El artista gótico... no utilizaba sus cánones geométricos por motivos
puramente estéticos... En otras palabras, la arquitectura para ser científica y correcta, ha de basarse
indefectiblemente en la geometría, y si no obedece a las leyes de esta disciplina, el arquitecto fracasará
con toda seguridad. ...se da por sentado que la estabilidad técnica y la belleza de un edificio no son dos
valores distintos, y que no obedecen a leyes diferentes, sino que por el contrario, ambas se hallan
comprendidas en la perfección de las formas geométricas.
ESCULTURA
En la escultura gótica se observa una progresiva liberación del marco arquitectónico y un mayor
naturalismo. No falta en la iconografía el bestiario fantástico. Las imágenes se comunican entre sí
expresando sentimientos, alegría, tristeza, dolor, etc., hasta llegar al patetismo en el siglo XV.
Reaparece el retrato.
El artista tiene libertad para hacer sus obras y las firmará. Existirá una escultura monumental.
También adquiere gran importancia la escultura funeraria. Este es el ámbito del retrato, donde hay un
mayor realismo.
Durante el período protogótico destaca el conjunto del pórtico de la Gloria, atribuido al maestro
Mateo y el pórtico real de Chartres.
En el período clásico encontramos una tendencia a la belleza ideal, a la ingenuidad y a la sencillez.
Suelen ser conjuntos narrativos que ocupan principalmente las portadas.
El gótico flamígero se caracteriza por la utilización de manera decorativa, de la curva y la
contracurva, que da movimiento a las figuras. La escultura se hace totalmente exenta y se difunde la
estatuaria funeraria.
LA ESCULTURA GÓTICA EN DISTINTOS PAISES
EUROPA
Las primeras manifestaciones de escultura se encuentran en Francia. Destacan: la fachada de la
catedral de Chartres, y San Esteban de Notre−Dame de París. En Francia destaca la escuela borgoñesa,
y dentro de ella Claus Sluter, el Pozo de Moisés.
En Italia la escultura está al servicio del mobiliario de las iglesias y del arte funerario. Nicolás
Pisano: púlpito del baptisterio de Pisa, Giovanni Pisano: púlpito de la catedral de Pisa.
FRANCIA
Las fachadas occidentales de Saint−Denis y de la catedral de Chartres inician el rigor de la distribución
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de las estatuas y relieves en los pórticos góticos. El hieratismo propio del estilo románico se encuentra
sustituido en Senlis (fines del s. XII) y más tarde en Chartres (crucero), París, Reims y Amiens, por una
tendencia a la soltura, por un naturalismo todavía idealizado, que evolucionará hacia una mayor
expresión y un movimiento más acentuado en Reims, Amiens, Bourges y Estramburgo. Las estatuas
aisladas, vírgenes de bellos ropajes, estatuas yacentes con cierta tendencia al retrato, se multiplican a lo
largo del s. XIV, y durante el s. XV el naturalismo de Claus Sluter en Borgoña transforma el arte
escultórico, en el que aparecen los temas de dolor representados con gran expresividad en el sepulcro de
Felipe el Atrevido.
ITALIA
Los núcleos principales florecieron en la Toscana y en el norte. Los púlpitos del baptisterio de Pisa y de
la catedral de Siena, de Nicola Pisano, demuestran el retorno a lo clásico; en cambio la obra de su hijo
Giovanni, el púlpito de la catedral de Pisa, por su elegancia y refinamiento se relaciona con el arte
parisino. En los últimos años del s. XIV la corriente internacional influyó en la escultura del Véneto. El
punto final lo pone Lorenzo Ghiberti al realizar las puertas del baptiserio de Florencia, en las que se
combinan el refinamiento internacional y el retorno al clasicismo.
ALEMANIA
Los inicios se observan en la portada de las vírgenes prudentes y fatuas de los vicios y virtudes, del
crucero de la catedral de Estrasburgo. En la catedral de Bamberg, el sentido realista y profano alcanza
un alto nivel en las figuras desnudas de Adán y Eva. A fines del s.XV, el naturalismo cada vez más
acusado tiene en el sur de Alemania los mejores ejemplos (retablo de la coronación, obra de Pacher, en
Gries, Tirol).
INGLATERRA
La aportación inglesa más interesante a la escultura gótica son los retablos de alabastro, especialmente
en el s. XIV, que fueron exportados a toda Europa.
ESPAÑA
Alamparo de la construcción de las catedrales de León y Burgos florecieron los dos focos más
importantes de la escultura castellana del s. XIII, representados en la triple portada de la Pulchra
leonina y en las puertas del Sarmental y de la Coronería burgalesas. Durante el s. XIV y principios del
XV adquiere gran auge la escultura en la Corona de Aragón, que denota una conexión con la del norte
de Italia (virgen de la portada de la catedral de Tarragona, retablo de Cornellá de Conflent, obra de J.
Cascalls). Hacia 1400 la influencia de Borgoña se deja sentir en las obras de G.Sagrera, P.Johan
(retablo de santa Tecla, catedral de Tarragona) y en la decoración de la capilla de los corporales de la
colegiata de Daroca, En el s.XV recobra importancia el taller de Burgos con las obras de la Cartuja
(sepulcro de Juan II y doña Isabel de Portugal, obra de Gil de Siloé). A su vez el taller de Toledo
produce obras más severas (sepulcro del Doncel de la catedral de Sigüenza). En Sevilla en naturalismo
flamenco aparece en el sepulcro del cardenal Cervantes, de Mercadante de Bretaña.
El período protogótico. Se conoce al maestro Mateo que hace el pórtico de la Gloria en Santiago.
En el período clásico, mediados del siglo XIII, se entronca con la tradición francesa. Portadas de las
catedrales de Burgos y León.
En el período manierista los talleres más importantes se encuentran en Toledo. Destacan las puertas
del Reloj y de Escribanos en la catedral de Toledo y el claustro de la catedral de Pamplona.
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En el período hispano−flamenco se acentúan las notas patéticas y dolorosas en las expresiones de las
figuras, que se hacen más naturales. Pere Anglada: Ángel del Ayuntamiento de Barcelona, Juan de
Colonia: retablo de san Nicolás en Burgos, y Gil de Siloé: sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal en la
Cartuja de Miraflores.
PINTURA
La pintura es el arte que más radicalmente cambia en el gótico. Pierde su lugar natural: el muro. La
técnica más utilizada es la del temple y el óleo, que da un mayor colorido y permite un acabado más
minucioso.
La primera etapa corresponde a la pintura conocida como gótico lineal, hacia el 1200. Se
caracterizan por tener un fondo dorado, de influencia bizantina, un espacio simbólico. Las figuras
tienden a ser planas, los colores vivos y aún tienen muchos convencionalismos románicos.
La segunda etapa corresponde a la Italia del Trecento, o pintura italogótica. Este será el germen de
la pintura moderna, desaparece la línea negra. Podemos distinguir tres escuelas; la toscana, Giunta
Pisano: Madona de la catedral de Pistoia; la escuela romana, Pietro Cavallini: Nacimiento y muerte de
María; y la escuela florentina, Giotto di Bondone: Madona de Uffizi. Su aventura es la conquista de la
técnica, el estudio del espacio, la perspectiva lineal, la coloración objetiva, la luz y la degradación de los
colores.
En Italia también hay una escuela en Siena, que se caracteriza por hacer un arte cortesano, colorista,
cromático e irreal, con los fondos dorados de tradición bizantina. Duccio di Buoninsegna: Madona
Rucellai. Llegará en el siglo XIV a Cataluña Jaume Ferrer Bassa: capilla de San Miguel de Pedralbes.
La última etapa corresponde al gótico internacional, en torno al 1400. Se caracteriza por su afición
al lujo, los colores brillantes, el dibujo curvilíneo, las pocas preocupaciones espaciales y por ser un estilo
un tanto decorativo. Jean Fouquet: Díptico de Melum. En España encontramos: en CataluñaLluis
Borrassà: retablo del Salvador en la catedral de Barcelona; en ValenciaLorenzo Zaragoza: San Roque
de Jérica; y en Castilla Nicolás Francés: retablo de la catedral de León.
En esta época destaca, también, la escuela flamenca, protegida por una potente burguesía que es su
principal cliente. Los pintores se organizarán en gremios, por lo que habrá una búsqueda colectiva de
la perfección técnica y dibujística, lo que la hace muy minuciosa en los detalles. Los hermanos Jan y
Hubrecht van Eyck: retablo del Cordero Místico; Petrus Christus: Leyenda de san Eloy; Roger van der
Weyden, Descendimiento de la cruz; y el Bosco: El juicio final, El carro de heno y el tríptico de El
jardín de las delicias.
Fuera de Flandes fue en España donde este estilo tuvo más éxito. Bartolomé Bermejo: Piedad del
canónigo Desplá y Pedro Berruguete: retablo de Santo Tomás de Ávila.
Análisis y Comentarios:
La Casa de las Conchas
Nos encontramos frente a un edificio Gótico de carácter civil. Este edificio, es de planta rectangular y se
podría decir que casi cuadrada. La Casa de las Conchas, es conocida así, gracias a la gran cantidad de
conchas que decoran su fachada, en concreto 153, que sumadas a las del resto del edificio, alcanzan la
300.
La estructura arquitectónica de esta obra, no tiene ninguna característica especial, ya que se trata de
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una estructura adintelada, en la que el elemento vertical son las paredes de la casa, y el elemento
horizontal, es el techo, que es en su totalidad plano. Así pues, se podría decir, que este edificio no
presenta ninguna innovación arquitectónica. Eso sí, se consigue dar una gran sensación de volumen.
Los elementos sustentantes, son principalmente las propias paredes de la casa, que no son
excesivamente gruesas, pero que lo parecen, y esto se debe fundamentalmente a la falta de altura del
edificio. Otro elemento que actúa como sustentante, son las pequeñas columnas de la escalera, que están
ricamente decoradas. El último elemento sustentante son los pilares y columnas del interior, muy
sencillos y exentos de decoración.
Los elementos sustentados de esta casa, son el techo, que es totalmente plano, y que es continuo, salvo
en el centro, donde hay un pequeño patio interior, que consta de dos galerías de arcadas. También, es
un elemento sustentado, la caja de la escalera, que está dotada de pequeñas columnas decoradas, leones
y techo artesonado.
La fachada de la Casa de las Conchas, es muy rica en lo que se refiere a decoración, ya que tiene una
gran obra escultórica, además de por las conchas, por los escudos que se encuentran en la fachada.
Tiene una gran cantidad de pequeños vanos, algunos con balcón, y otros con rejas (planta baja).
Destaca también en la parte superior de las ventanas, la tracería Gótica existente que es de lo poco que
se puede observar característico del Gótico. Destacar que en este edificio, predominan los volúmenes
horizontales sobre los verticales, y esto, junto con la falta de altura del edificio, es lo que provoca esa
sensación de edificio pesado o tosco.
Lo que caracteriza a este edificio, es que no es completamente Gótico, sino que se mezcla con otros
estilos, como son el Mudéjar (que se observa fundamentalmente en las rejas y en alguna escultura) y el
Renacentista (sobre todo en los escudos).
En resumen, se podría decir que este edificio, no es una construcción espectacular, en lo que se refiere a
arquitectura, pero sí en lo referente a escultura y decoración, donde como ya dije anteriormente, se ha
realizado un espléndido trabajo. Además, la mezcla de estilos en este edificio, hace de él uno de los más
importantes de su época.
Como ya se comentó anteriormente, este edificio, es una mezcla de estilos, y esto es lo que solía ocurrir
en la antigüedad, debido fundamentalmente a las técnicas de trabajo, que eran antiguas, y esto hacía
que el tiempo necesario para completar un construcción, fuese elevado; pero en este caso, la razón se
encuentra en el espíritu innovador de la familia a la que pertenecía la casa.
La decoración del interior, es casi inexistente, y la del exterior (escudos y conchas), en de bulto redondo,
no es relieve, lo que pasa es que se encuentra adosada al tresbolillo. Hay un gran número de escudos,
que simbolizan a los personajes importantes de la ciudad.
Por último, habría que comentar, que tanto en Salamanca, como en el resto de la geografía española, el
Gótico, es de influencia francesa, y esta casa no iba a ser menos, pero el estilo predominante en esta
obra arquitectónica, es el Gótico isabelino, que adquiere su nombre por coincidir con el reinado de la
reina Isabel en España.
Historia
La Casa de las Conchas, tiene dos versiones muy distintas, pero cuyo final es el mismo: Por una parte,
se dice que se trataba de un pequeño taller castellano, mientras que en otra fuente de las consultadas se
comenta que se trataba de un palacio. En lo que sí coinciden es en que la construcción de esta casa, se
llevó a cabo por el Doctor Maldonado, caballero de la orden de Santiago, y consejero de la reina Isabel.
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Y la hizo construir para él, allá por el año 1600.
Este edificio civil, se encuentra en Salamanca, donde también destacan otros edificios de este tipo, de
relativa importancia y pertenecientes a otra época, como por ejemplo la Universidad, La casa de los
duques, o la casa de las muertes, etc. Lo realmente importante de esta ciudad, son las catedrales, la
antigua s. XII, y la nueva s. XVI, junto con la plaza mayor.
La Lonja de Palma
La Lonja de Palma es un edificio Gótico de carácter civil. Su planta es rectangular, y está rematada en
las esquinas por cuatro enormes torres octogonales unidas entre sí por una pequeña balaustrada,
decorada con tracería Gótica. Cada parte de la balaustrada, está dividida en cuatro partes iguales,
rematada en la parte superior con unos picos, que simbolizan almenas.
Al igual que en la mayoría de los edificios Góticos, en este predominan las líneas verticales, sobre las
horizontales, dando una gran sensación de altura. Esta sensación, se ve aumentada por la altura de las
torres que enmarcan al edificio. Esta obra arquitectónica, consta de una estructura adintelada, ya que
está compuesto por unos muros (verticales) que sujetan un techo plano (horizontal).
Los elementos sustentantes de este edificio, son los muros (que no son muy gruesos, y de ahí la sensación
de ligereza y que están hechos mediante un aparejo regular de ladrillos. Cabe destacar la falta de vanos
en las paredes exteriores del edificio. Los pilares, son altos y esbeltos en su totalidad, salvo en un
pequeño salón, de tres naves, sostenido por seis columnas de aristas helicoidales, de donde surgen, como
si de palmeras se tratase, los nervios de la bóveda.
Los elementos sustentados de la Lonja, son principalmente el techo, de carácter plano visto desde fuera,
pero que en el interior, es de muy variadas formas: Bóvedas en el salón anteriormente comentado, o
plano en el resto. El arco es el clásico Gótico, y también, cabe destacar como elemento sustentado, las
torres, que a la vez que son sostenidas por el muro, hacen de nexos de unión del mismo, dando a éste
una mayor consistencia.
Es un edificio muy sobrio, y esto se debe fundamentalmente a la falta de vanos, sobre todo en las
fachadas laterales, donde no hay nada más que dos ventanas, con una clara tracería Gótica. Sin
embargo, en las fachadas principales, hay un mayor número de aberturas, en concreto ventanas, que
están formadas por tres arcos que comparten pilar, es decir, que tienen el tronco común el primero con
el segundo, y éste con el tercero.
Por la disposición de sus elementos, este edificio, se asemeja mucho a un castillo, en especial, por los
triángulos de la balaustrada, por las torres, y por la falta tanto de vanos, como de decoración en el
exterior.
Como ya se dijo anteriormente, este es un edificio civil, y cabe destacar que durante el periodo Gótico,
no destacaron estas construcciones. Pese al decaimiento de las peregrinaciones, el edificio, sin duda,
más característico de la época, continuó siendo la Catedral, en la que se daban una serie de
características, que se dan también en esta lonja, como por ejemplo:
a) La tracería que se puede observar en la balaustrada, y los arcos que decoran los escasos vanos que
encontramos.
b) Siguiendo con las ventanas, también son característicos de algunas catedrales, los arcos compartidos.
c) Por último, cabe destacar el predominio de la línea vertical sobre la horizontal.
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Historia
La Reconquista, efectuada por Jaime I el conquistador, en 1229, marca una nueva época, como lo
demuestran los grandes monumentos civiles y religiosos de los siglos XIV y XV. Casas antiguas de
Palma, la Catedral, la Lonja, el castillo de Bellver, son los más representativos de la capital, pero no hay
que olvidar la ciudad de la Alcudia.
La Lonja, es uno de los más importantes edificios del Gótico civil español. Está situada en el Paseo de
Sagrera. Fue encargada por el Colegio de Mercaderes a Guillem Sagrera en 1426, y terminada en el
mismo siglo por Guillem Vilasolar. Además, la Lonja de Palma, es considerada, como uno de los
edificios más notables de toda la Península.
Las lonjas, como edificios públicos destinados a contrataciones comerciales y mercantiles, aparecieron
en la Corona de Aragón, a fines de la Edad Media. Fueron construidas entre los siglos XIV y XVI, en
estilo Gótico, y constituyen uno de los escasos ejemplos de edificios de este estilo y de carácter civil.
Bibliografía:
− Nueva Enciclopedia Larousse − VV.AA.
− Descubra España paso a paso − VV.AA, Ediciones Baleares
− Guía turística de Palma − VV.AA − Folleto de Información y Turismo
− Descubrir España (Mallorca y Baleares) − VV.AA.
− Diccionario Enciclopédico Larousse − VV.AA
− Enciclopedia Espasa Calpe − VV.AA.
• España interactiva (vol. 5) − VV.AA
• El Levante (Diario)
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