EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Ramón Ferrer Barquero Ramón Ferrer Barquero es Doctor en Derecho por la Universidad de Valencia, miembro del Cuerpo Jurídico Militar y Profesor de Derecho Penal del Instituto Valenciano de Seguridad Pública, organismo dedicado a la selección y formación de agentes policiales, habiendo publicado diversos libros y artículos en el ámbito penal y procesal. Ramón Ferrer Barquero holds a doctorate in Law from the University of Valencia; is a Military Judge in Spain’s Army; and a Professor of Criminal Law at the Valencia Public Safety Institute, an institution dedicated to the selection and training of law enforcement personnel. He is also the author of several books and articles on criminal law. ISBN 9977-06-011-8 Ferrer Barquero, Ramón El Castigo del Juez Injusto: Un Estudio de Derecho Comparado Miami, Florida Centro Para la Administración de Justicia, 2003 p. 131; (Colección Monografías No.8) 1. Derecho Penal 2.Administración de Justicia. 3. Jueces 4.Corrupción Library of Congress Catalog Number: 2003111198 © CENTRO PARA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA Universidad Internacional de la Florida Reservados todos los derechos EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO ÍNDICE ABREVIATURAS UTILIZADAS ........................................................ 7 CAPÍTULO 1. LA PREVARICACIÓN JUDICIAL EN EL CÓDIGO PENAL ESPAÑOL .............................................................................. 12 1.1. REGULACIÓN VIGENTE....................................................... 12 1.2. BREVE RESEÑA HISTÓRICA. .............................................. 13 1.3. BIEN JURÍDICO. ..................................................................... 22 1.4. SUJETO ACTIVO DEL DELITO. ........................................... 25 1.4.1. LOS TITULARES DE ÓRGANOS JURISDICCIONALES NO REGULADOS EN LA LEY ORGÁNICA DEL PODER JUDICIAL.................................................................................... 26 1.4.2. REFERENCIA AL MINISTERIO FISCAL. ..................... 27 1.4.3. MIEMBROS DEL JURADO. ............................................ 27 1.5. CONDUCTA TÍPICA. .............................................................. 28 1.6. ASPECTO SUBJETIVO. .......................................................... 37 1.6.1. LA PREVARICACIÓN JUDICIAL DOLOSA. ................ 37 1.6.2. LA PREVARICACIÓN JUDICIAL IMPRUDENTE. ....... 39 1.7. ITER CRIMINIS. ........................................................................ 42 CAPÍTULO 2. EL DELITO DE PREVARICATO EN AMÉRICA LATINA............................................................................................... 44 2.1. REGULACIÓN PUNITIVA. .................................................... 44 2.2. DISCIPLINA JUDICIAL.......................................................... 58 CAPÍTULO 3. FRANCIA.................................................................... 61 CAPÍTULO 4. ALEMANIA................................................................ 63 4.1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y UBICACIÓN SISTEMÁTICA DEL PRECEPTO. ............................................................................ 63 4.2. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO. .............................................. 68 4.3. SUJETO ACTIVO. ................................................................... 70 4.3.1. EL JUEZ............................................................................. 71 4.3.2. OTRO SERVIDOR PÚBLICO. ......................................... 72 4.3.3. ÁRBITRO. ......................................................................... 75 4.4. CONDUCTA TÍPICA. .............................................................. 78 4.4.1. ASUNTO JURÍDICO......................................................... 78 4.4.2. DIRECCIÓN O DECISIÓN............................................... 78 4.4.3. TORCIMIENTO DEL DERECHO A FAVOR O EN CONTRA DE ALGUNA DE LAS PARTES............................... 79 A) CONCEPTO DE DERECHO. PROBLEMÁTICA DEL DERECHO NAZI......................................................................... 79 B) TORCIMIENTO. .................................................................... 84 5 C) A FAVOR O EN CONTRA DE ALGUNA PARTE. ............. 84 4.5. CULPABILIDAD: LA AUSENCIA DE ELEMENTOS SUBJETIVOS DEL INJUSTO Y EL PROBLEMA DEL DOLO EVENTUAL..................................................................................... 85 CAPÍTULO 5. ESTADOS UNIDOS. .................................................. 90 5.1. BÚSQUEDA DE LAS FIGURAS DELICTIVAS SANCIONADORAS DEL JUEZ PREVARICADOR. .................... 90 5.2. ESPECIALIDAD DEL SISTEMA LEGAL ESTADOUNIDENSE: EL JUICIO POR RESPONSABILIDAD O “IMPEACHMENT”. ......................................................................... 93 CAPÍTULO 6. ITALIA...................................................................... 105 6.1. UBICACIÓN SISTEMÁTICA. NATURALEZA JURÍDICA DEL PRECEPTO. .......................................................................... 105 6.2. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO. ............................................ 110 6.3. SUJETO ACTIVO. ................................................................. 112 6.4. CONDUCTA TÍPICA. ............................................................ 113 6.5. CULPABILIDAD. .................................................................. 119 BIBLIOGRAFÍA................................................................................ 123 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO ABREVIATURAS UTILIZADAS ADPCP AP BGH CE CGPJ CP CPC CPM GG JZ LOPJ NJW RDPC RGLJ STPo STS STGB TS ZStW Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales Actualidad Penal Bundesgerichtshof (Tribunal Supremo de Alemania) Constitución Española Consejo General del Poder Judicial Código Penal Cuadernos de Política Criminal Código Penal Militar Grundgesetz für die Bundesrepublik Deutschland (Ley Fundamental o Constitución alemana) Juristenzeitung Ley Orgánica del Poder Judicial Neue Juristische Wochenschrift Revista Derecho Penal y Criminología Revista General de Legislación y Jurisprudencia Strafprozeßordnung (Ley Procesal alemana) Sentencia del Tribunal Supremo Strafgesetzbuch (Código Penal alemán) Tribunal Supremo Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswissentschaft 7 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO INTRODUCCIÓN Contiene esta monografía buena parte de mi tesis doctoral, la cual fue leída y defendida en la Universidad de Valencia el día 27 de abril de 2002 y obtuvo, por unanimidad, la calificación de `sobresaliente cum laude´. El tribunal calificador estuvo presidido por el profesor Tomás Salvador Vives Antón e integrado por los profesores Luis Salas, Luis González Guitián, Carlos Martínez-Buján Pérez y Javier Boix Reig. Desde aquí agradezco a todos ellos el tiempo y esfuerzo que dedicaron a mi investigación, así como sus valiosas observaciones, que han sido tenidas en cuenta al escribir esta obra. Deseo también manifestar mi gratitud a mi director de tesis, Enrique Orts Berenguer, tanto por sus ponderadas sugerencias como por la atención que en todo momento me ha prestado. Cuando reflexionaba sobre un posible tema de tesis deseaba hallar una figura delictiva de interés jurídico y social que no estuviera muy trabajada. En esa línea, centré mi atención en el conjunto de delitos cometidos por servidores públicos, de gran importancia en tanto su comisión mina la Administración, pilar básico de todo Estado de Derecho. En efecto, a pesar de su origen decimonónico gozan de actualidad tales infracciones en todo el mundo -sin perjuicio de que hayan surgido nuevas figuras, como el tráfico de influencias-, pues no deja de repugnar a la sociedad el hecho de que se abuse de un cargo público. Por lo demás, dentro de la esfera funcionarial era especialmente atractiva la figura del Juez prevaricador, por encarnar, tal es su labor, la doble condición de servidor público y de personificación del Poder Judicial. Además, no olvidemos que en España el Juez es inamovible y no rige el sistema electivo temporal propio de los países anglosajones, lo que obedece a que el Juez español recibe su legitimación de la misma Constitución, y no del apoyo de sus vecinos se pretende evitar así que un juzgador actúe, por temor a no ser reelegido, conforme al cambiante y peligroso deseo de sus conciudadanos-. En el plano del Derecho comparado, un somero estudio mostraba que el dictado de una resolución judicial injusta podía originar una infracción (se llame Prevaricación, Prevaricato, Rechtsbeugung, o Corruzione in atti giudiziari…); pero también podía quedar fuera del ámbito punitivo, sin perjuicio de la posible expulsión del juzgador de la carrera judicial vía disciplinaria o mediante el oportuno juicio por responsabilidad (impeachment). Esta diversidad de respuestas aumentaba el interés del tema. 8 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Inmerso ya en la realización de esta obra cobró gran actualidad en España este delito, cuando un Magistrado de la Audiencia Nacional, Gómez de Liaño, fue condenado en 1999 por el Tribunal Supremo como autor de una prevaricación dolosa, siendo luego indultado por el gobierno popular. Asimismo, los tres miembros de una sección del mismo órgano judicial han sido recientemente objeto de una querella interpuesta por el fiscal, por haber otorgado la libertad provisional a un presunto narcotraficante, apodado “El negro”, que escapó de la justicia. No obstante, en este segundo caso se ha archivado la causa, pues se ha estimado que, aún siendo injusta la resolución dictada, no lo era de modo tan manifiesto como exige la modalidad imprudente de la infracción penal, ello sin perjuicio de remitir las actuaciones a la vía disciplinaria. En todo caso, cuando comentemos la regulación española volveremos sobre estos dos supuestos. De esta manera, el análisis jurídico-penal de la prevaricación judicial reunía los presupuestos básicos para ser objeto de investigación desde el punto de vista del Derecho comparado: originalidad, actualidad del tema, diversidad en los ordenamientos extranjeros y escasez de estudios doctrinales a él referidos. Era por ello necesario acudir a sistemas legislativos distintos al español, lo que ha motivado diversas estancias investigadoras. En ese sentido, agradezco las facilidades brindadas por el Instituto de Derecho Penal Económico de Friburgo (Alemania), cuyo director, profesor Tiedemann, me desveló las claves del intrincado Derecho germánico e ilustró sobre el confuso tema del Derecho nulo y los juzgadores nazis, al tiempo que me abría las puertas al examen de los fondos de una de las mejores bibliotecas del mundo en el ámbito penal, la ubicada en el Instituto Max-Planck de Derecho Penal Extranjero e Internacional. Excelentes fueron también las sugerencias y enseñanzas de los profesores Luis Salas y Ana Carazo, Director y Subdirectora del Centro de Administración de Justicia de Florida (Estados Unidos), quienes amén de permitirme el acceso a doctrina y legislación americana, me pusieron en contacto con juristas que me mostraron el funcionamiento del sistema norteamericano desde el interior y, además, posibilitaron desde el principio la publicación de este libro, todo ello buena prueba de la amistad y confianza incondicionada que desde el primer momento me ofrecieron. En cuanto al esquema a seguir, pretendo partir de un examen de la regulación vigente en mi país, para después atender a la diversa respuesta que otros sistemas otorgan al comportamiento del Juez que abusa del cargo y resuelve injustamente. 9 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO CAPÍTULO 1. LA PREVARICACIÓN JUDICIAL EN EL CÓDIGO PENAL ESPAÑOL 1.1. REGULACIÓN VIGENTE. El Código Penal español de 1995 regula la conducta del juzgador injusto dentro del libro II (Delitos y sus penas), y más en concreto en el título XX (Delitos contra la Administración de Justicia), llevando el capítulo 1º por rúbrica “De la prevaricación” y conteniendo los siguiente preceptos: Art. 446. El Juez o Magistrado que, a sabiendas, dictare sentencia o resolución injusta será castigado: 1º. Con la pena de prisión de 1 a 4 años si se trata de sentencia injusta contra el reo en causa criminal por delito y la sentencia no hubiera llegado a ejecutarse, y con la misma pena en su mitad superior y multa de 12 a 24 meses si se ha ejecutado. En ambos casos se impondrá, además, la pena de inhabilitación absoluta por tiempo de 10 a 20 años. 2º. Con la pena de multa de 6 a 12 meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de 6 a 10 años, si se tratara de una sentencia injusta contra el reo dictada en proceso por falta. 3º. Con la pena de multa de 12 a 24 meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de 10 a 20 años, cuando dictara cualquier otra sentencia o resolución injustas. Art. 447. El Juez o Magistrado que por imprudencia grave o ignorancia inexcusable dictara sentencia o resolución manifiestamente injusta incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de 2 a 6 años. Art. 448. El Juez o Magistrado que se negase a juzgar, sin alegar causa legal, o so pretexto de oscuridad, insuficiencia o silencio de la ley, será castigado con la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de 6 meses a 4 años. Art. 449. 1. En la misma pena señalada en el artículo anterior incurrirá el Juez, Magistrado o Secretario judicial culpable de retardo malicioso en la Administración de Justicia. Se entenderá por malicioso el retardo provocado para conseguir cualquier finalidad ilegítima. 12 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO 2. Cuando el retardo sea imputable a funcionario distinto de los mencionados en el apartado anterior, se le impondrá la pena indicada en su mitad inferior. Aunque la prevaricación judicial supone, en puridad, resolver injustamente, observamos como el capítulo que la ley penal española dedica a dicho delito abarca varias modalidades, que podemos denominar de activa (el dictado de resolución injusta) y omisiva (el retardo o denegación de Justicia), existiendo además en la primera una vertiente imprudente y otra dolosa. 1.2. BREVE RESEÑA HISTÓRICA. Con ocasión del estudio de los antecedentes históricolegislativos de la prevaricación hemos podido comprobar que ya las antiguas civilizaciones recogían castigos ejemplares para el Juez que abusaba de su oficio. Así, en el Derecho Hebreo, la Biblia y el Talmud contienen innumerables reglas y consejos dirigidos a una recta administración de justicia, y, concretamente, destinados a los Jueces, exaltando su condición y los principios rectores de su actividad 1 . De hecho, la justicia era una piedra angular de la cultura hebrea, hasta el punto de que los Jueces eran, en puridad, sacerdotes. En relación con el sistema judicial del pueblo hebreo 2 , Moisés mandó que en las capitales de cada tribu fueran elegidos los Jueces y los escribas o intérpretes de la ley, y que se sentaran a las puertas de las ciudades para administrar justicia. Por otro lado, además de las justicias locales, instituyó las apelaciones a un Tribunal superior. Este se formaba por un Juez delegado del Señor y por los sacerdotes de la tribu de Leví, élite privilegiada de la época. La iniquidad del juzgador se intentaba evitar, tal y como demuestran algunos preceptos del Exodo, dirigidos a éste, con el siguiente tenor: “No recibirás presentes que ciegan a los más avisados y 1 Goldstein recogió diversas disposiciones dispersas en la Biblia y el Talmud destinadas a asegurar la ecuanimidad de lo Magistrados, destacando las del Deuteronomio y Levítico, que tienden a asegurar una recta justicia, libre de presiones. Como contrapartida se establecían sanciones severas para las desviaciones de los Jueces en el desempeño de su cometido. En el origen de esta concepción está un concepto trascendente de la Justicia, como elemento básico para el engrandecimiento de la nación (Proverbios, Capítulo 15, Versículo 34). MATEO GOLDSTEIN: Derecho Hebreo, citado por NAHUM BERGSTEIN: Los delitos de prevaricato, Montevideo, 1977, pg. 8. 2 Deuteronomio, XVII, 8,9 y 12. Vid., también, Deut., XVIII, 8 y 12. 13 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO trastornan a los más justos… No serás compasivo ni aún con el pobre si no tiene razón” También los persas se preocupaban de impartir justicia correctamente, y en este sentido Diodoro relataba el caso de un Juez corrupto, convicto de cohecho, que fue condenado a muerte, forrándose con su pellejo la silla en que había su sucesor de dictar sentencia 3 . Si a ello añadimos que el cargo del Juez era, en ciertos casos, hereditario, quien administraba justicia sentado encima de dicha piel, podía ser el hijo del prevaricador. De otro lado, el Derecho Romano contenía disposiciones dirigidas a prevenir y reprimir las ilegalidades cometidas por los juzgadores, como la acción de perduelio, frente a la violación del deber del Magistrado, y la lex Cornelia 4 , que castiga al pretor que se aparta de la correcta aplicación de las leyes. Si bien había Magistrados de diversas clases 5 , sólo eran titulares del imperium los cónsules 3 Groizard opinaba que esta anécdota, tomada de Diodoro de Sicilia, revelaba la repugnancia que aquel pueblo profesaba a los Jueces impuros. GROIZARD Y GÓMEZ DE LA SERNA, A.: El Código Penal de 1870 concordado y comentado, tomo IV, Salamanca, 1891, pg. 78. En relación con este hecho, Nahum Bergstein entendía que se esperaba, con esto, recordar al nuevo Juez los resultados que podía esperar si cedía a la tentación de prevaricar. Para Nahum el efecto de prevención era mayor en aquellos casos en que el cargo de Juez era hereditario, pues, entonces, quien administraba justicia sentado encima de dicha piel era el hijo del prevaricador. NAHUM BERGSTEIN: Los delitos de prevaricato, cit., pg. 5. 4 Estimaba Nahum que en el Derecho Romano hay una serie de disposiciones diseminadas que luego constituyeron el meollo de la prevaricación de funcionarios públicos en general o de los Jueces en especial, en muchas legislaciones modernas, como la acción de perduelio o la lex Cornelia. NAHUM BERGSTEIN: Los delitos de prevaricato, cit., pgs. 8 y 9. Casi desde la aparición del Derecho en Roma existía una acción llamada perduelio que se daba también para cualquier violación de un deber público de Magistrado, cometida en el desempeño de su cargo, que debía estar desempeñado en nombre de la nación. En opinión de Vicente Tejera, ésta, si bien tenía caracteres de acción civil, era, por su naturaleza y por los casos en que procedía darla, lo que más se parecía a la acción pública que se ejercita cuando surge un caso de prevaricación en nuestro Derecho, pero no alcanzaba todos los hechos que supusieran violaciones del Derecho cometidos por todo funcionario. VICENTE TEJERA, D.: La prevaricación, memoria leída el día 1º de septiembre de 1925 por el fiscal de la Audiencia de Matanzas en la solemne apertura de los Tribunales, imprenta de Rambla, Bouza y Cía., La Habana, 1926, pgs. 22 a 23. 5 El cargo de Magistrado no tenía el mismo sentido que en la actualidad, pues incluía, además de a los juzgadores, a aquellos gobernantes con poder supremo, fuera imperium o potestas, siendo todos elegidos para mandatos anuales por asambleas populares. Con el fin de que no abusaran de su oficio, eran colegiados, coincidiendo en cada magistratura dos personas que se podían vetar. El cargo era gratuito, lo que suponía que sólo podían 14 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO (representantes supremos del poder socialmente reconocido) y sus colegas menores, los pretores. Estos últimos surgieron para auxiliar al cónsul, apareciendo primero el pretor urbano (367 a.C.), y luego el peregrino (242 a.C.), teniendo ambos la función de ejercer exclusivamente la administración de justicia, según fuera entre los ciudadanos romanos o interviniera al menos un peregrino. El pretor debía prestar juramento de guardar las leyes, y, al tomar posesión de su cargo, publicaba un edicto en que se contenían las reglas con que pretendía administrar justicia durante el año en que debía ejercer el cargo. Con el fin de evitar arbitrariedades, la citada lex Cornelia castigaba al pretor que no desempeñaba ordenadamente su Ministerio. De esta manera, el pretor Lucrecio 6 fue acusado por el Tribunal ante el pueblo, por haber sido codicioso y cruel respecto de los habitantes de Calcio, y castigado con una multa de un millón de ases, existiendo otros muchos ejemplos de acusaciones contra quien torcía el Derecho a su antojo. Para evitar la pérdida del Derecho Romano, Justiniano, en la tercera década del siglo VI d.C., encargó a una comisión de juristas la redacción de los Digesta, o Pandectas (éste era el nombre en griego, ambos significan materia ordenada), surgiendo el año 533 el llamado Digesto. En esta norma se castigaba la prevaricación, pero no se refería esta locución a un funcionario que incumplía su función, sino que se sancionaba una conducta de deslealtad 7 : serlo quienes ya disfrutaban de una economía desahogada. VALIÑO, E.: Instituciones de Derecho Privado Romano, Valencia, 1991, pgs. 21 a 23. Los Magistrados romanos encargados de administrar justicia tenían las mismas características que las restantes magistraturas, y, con una colegialidad atenuada a medida que se especializaban en tiempos de la República, eran producto de la elección popular, anualmente renovables y fundidos con los más elevados titulares del poder público. BECEÑA,F.: Magistratura y Justicia. Notas para el estudio de los problemas fundamentales de la organización judicial, Biblioteca de Derecho y de Ciencias Sociales, Madrid, 1928, pgs. 1 y 2. 6 Vid. DU BOYS, A.: Historia del Derecho Criminal de los pueblos antiguos hasta el establecimiento del cristianismo, tomo II, Bailly-Bailliere, Madrid, 1850, pg. 7. 7 Quizá en este precepto esté el germen de nuestro actual delito de prevaricación, pues en diversos Tratados de la época encontramos, como pone de manifiesto Nahum Bergstein, una famosa definición de Ulpiano extraída de este precepto del Digesto : Praevaricator est quasi varicator, qui diversam partem adjuvat prodita causa sua. NAHUM BERGSTEIN: Los delitos de prevaricato, cit., pg. 5. Señalaba Vicente Tejera que, aunque la palabra prevaricación tiene su origen en Roma y viene de prevaricato o prevaricatione, no fue usada por aquel pueblo de juristas con la extensión que se usa hoy en el Derecho español y en los Derechos penales positivos de los países que han tomado como patrón su Código Penal. VICENTE TEJERA, D.: La prevaricación, cit., pg. 21. 15 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Digesto. Lib.XLVII.tit.15: 8 “Ley 1: Prevaricador es como si se dijera que “varica”(es decir que anda con las piernas separadas)y ayuda así a la parte contraria traicionando a la que en él confía; Labeón dice que este término se deriva del hecho de “varicar” en la contienda, pues el que prevarica está en un lado y otro, incluso más del otro. Propiamente, se llama prevaricador al acusador en un juicio público, pues de un abogado no se dice con propiedad que es prevaricador. Entonces, ¿qué hacer con un abogado así?. Si ha prevaricado, es decir si ha traicionado a su cliente en un juicio tanto privado como público, el tal suele ser castigado en juicio extraordinario” En nuestro Derecho histórico 9 se ha castigado siempre la falta de integridad al impartir justicia, de conformidad, generalmente, con la ley del Talión, y se han confundido usualmente en un solo delito los delitos de cohecho y de prevaricación 10 . 8 El Digesto de Justiniano, tomo III, versión castellana por D´ORS, A. y otros, editorial Aranzadi, Pamplona, 1975, pg. 661. En latín, la citada ley dice: Ley 1: Praevaricator est quasi varicator, qui diversam partem adjuvat prodita causa sua. Quod nomen Labeo a varia certatione tractum ait. Nam qui praevaricatur, ex utraque parte constitit, quinimo ex altera. Is autem praevaricatur proprie dicitur qui publico judicio accussaverit, caeterum advocatus non proprie praevaricatur dicitur. Quid ergo de eo fiet, sive privato judicio, sive publico praevaricatus sit, hoc est, prodiderit causam? Hic extra odinem solet puniri. 9 Destaca en este Derecho Penal histórico precodificador el Fuero Juzgo, en el cual ya no hay vestigio del vengador de la sangre, se centraliza en el poder real el derecho de penar, y se proclama la igualdad de todos ante la ley. Caída la monarquía visigoda, los árabes permitieron la vigencia de fueros municipales, siéndose indulgente en unos sitios y refinadamente cruel en otros. Hacia el siglo XIII se tendía a una legislación más general, surgiendo en 1255 el Fuero Real, hecho por Alfonso X, y dado por fuero a numerosas municipalidades con el fin de convertirlo en el Código de todo el reino. Poco después el Código de las Siete Partidas (1256-1265), aún reinando Alfonso X, supuso el precedente de artículos hoy vigentes. Tras Las Partidas aparecen normas como el Ordenamiento de Alcalá (1348), o las Leyes de Toro (1505), hasta llegar a la Nueva (1567, Felipe II) y Novísima (1805, Carlos IV) Recopilación, que son los dos cuerpos legales anteriores a la codificación. Vid. BERNALDO DE QUIRÓS, C.: Alrededor del delito y de la pena, Biblioteca de ciencias penales, Madrid, 1904, pgs. 109 y ss. 10 Cuello Calón ponía de manifiesto que la identificación de la prevaricación con el cohecho se observaba tanto en Las Partidas como en el Fuero Juzgo. CUELLO CALÓN, E.: El nuevo Código Penal español, editorial Bosch, Barcelona, 1930, pg. 296. Valeije Alvarez dice que tanto en los textos legales visigodos como en los fueros posteriores sólo encontramos referencias al delito de cohecho dentro de las normas relativas al proceso y a la organización judicial; pero aclara que en estas disposiciones el 16 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Efectivamente, el Fuero Juzgo, del siglo VII, contenía un gran número de disposiciones referidas a desviaciones de los Magistrados, llegando a estipular la muerte del Juez que ajustició a un inocente y otras penalidades por absolver a un culpable. Aunque continuaba esta norma confundiendo la prevaricación con el cohecho, el Fuero Juzgo ya discrimina acertadamente la prevaricación culposa de la dolosa. El rey legislador Alfonso X se ocupó especialmente del juzgador inicuo 11 , disponiendo en Las Partidas (ley 25, título 22, Partida III) que el Juez debía sufrir en su cuerpo la pena que hubiera impuesto injustamente a otro. Sin embargo, el rey podía perdonar la vida al Juez injusto, siendo éste desterrado para siempre del país, quedando infamado perpetuamente y confiscándosele todos los bienes. No obstante, y aquí viene la desigualdad, si la condena injusta había recaído sobre un hombre de clase inferior y no hubo concusión, el Juez era condenado sólo a destierro. En todo caso, no sorprende esta discriminación en una legislación que imponía diversas penas al mismo delito, según fuese el rango que ocupaba en la sociedad el criminal condenado, pues disponían Las Partidas (ley 8, título 31, Partida VII) que debía escarmentarse más cruelmente al siervo que al libre, al hombre vil que al hidalgo y al mancebo que al viejo. Pensemos que en el siglo XIII se atendía a que rodease al hidalgo cierto respeto popular hasta el umbral de una muerte merecida como expiación de un crimen, pues se creía que esto interesaba al honor de todo el cuerpo aristocrático 12 . Si bien parece confundirse en este cuerpo legal la conducta del Juez prevaricador con la actividad delictiva que éste comete al aceptar delito de cohecho y la versión actual de prevaricación forman un único delito, aunque hagan referencia los textos legales al “Juez prevaricador”. VALEIJE ÁLVAREZ, I.: El delito de cohecho pasivo propio (tipo de injusto), Memoria de Tesis Doctoral, Universidad de La Coruña, 1993, pg. 17. 11 Según Du Boys, Alfonso X recogió este tipo de delito buscando conseguir Jueces íntegros, en tanto las mejores leyes son estériles si los que deben aplicarlas no conocen sus deberes. DU BOYS, A.: Historia del Derecho Penal de España, versión al castellano por José Vicente y Caravantes, imprenta J.M.Pérez, Madrid, 1872, pgs. 283 y 284. 12 Criticaba Du Boys que esta singular doctrina, que recomienda hacer excepción de personas en la elección de penalidades, chocaba hasta lo sumo con las ideas y los sentimientos del siglo XIX. Estimaba dicho autor que si la vergüenza de ciertos suplicios tuviera algo más de cruel para el hombre de clase elevada, éste debería dar una cuenta severa a la sociedad del abuso que ha hecho de mejor educación, y que debería haber hallado en su conciencia ilustrada elementos de resistencia que faltan al indigente y al vagabundo. Pero, dice Du Boys, en el siglo XIII no se razonaba así, y se atendía a que rodease al hidalgo cierto respeto popular hasta el umbral de una muerte merecida como expiación de un crimen, pues se creía que esto interesaba al honor de todo el cuerpo aristocrático. DU BOYS, A.: Historia del Derecho Penal de España, cit., pgs. 225 y 226. 17 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO un ofrecimiento o una promesa, aceptación que configura el cohecho, podemos observar una cierta distinción, que, en todo caso, supone un avance respecto a épocas anteriores. Tal distinción se vislumbra en la ley 24, título 22, Partida III, que, si bien en un principio recoge como conducta única la posibilidad de que el Juez juzgue contra derecho a cambio de un ofrecimiento o una promesa, admite también, posteriormente, que el juzgador pueda prevaricar sin que exista cohecho, cuando éste lo hace por interés en el pleito, al decir “ si judga tuerto á sabiendas, por desamor que haya á aquel contra quien da el juyzio, ó por amor que haya con el otro su contendor, é non por algo que le diessen ó le prometiessen…”, variando la pena según exista uno u otro motivo 13 . Por otro lado, merece la pena comentar que el término “prevaricación” se utilizaba en Las Partidas para describir la conducta, no del Juez, sino del abogado que violaba el secreto que le fue confiado, asesoraba al contrario o engañaba de cualquier manera a su parte, configurando esta figura un antecedente directo de formas delictivas modernas. La doctrina de la época precodificadora pedía una legislación clara que evitase la inmoderada y perjudicial tiranía de los Jueces (era tanto su poder que no respetaba ni a los muertos 14 ), llegándose en 1787 a un proyecto frustrado de Código Criminal. Este recogía dentro de los delitos contra el orden público el cohecho o baratería, pues confundía cohecho con prevaricación, de los Jueces 15 . 13 Nahum Bergstein creía que Las Partidas discriminaban la prevaricación judicial y el cohecho, al admitir que el juzgador pueda prevaricar sin ningún fin de lucro, sin perjuicio, por supuesto, de que se incriminen las desviaciones de los Jueces que se motiven en fines de lucro. NAHUM BERGSTEIN, Los delitos de prevaricato, cit., pg. 10. Cuello Calón, sin embargo, no reconocía este avance, y ponía de manifiesto que en Las Partidas todavía se identificaba la prevaricación con el cohecho. CUELLO CALÓN, E.: El nuevo Código Penal español, cit., pg. 296. Valeije Alvarez destaca que en Las Partidas empieza a ofrecerse una distinción más nítida, respecto a épocas posteriores, entre las conductas de prevaricación y cohecho. VALEIJE ÁLVAREZ, I.: El delito de cohecho pasivo propio (tipo de injusto), Memoria de Tesis Doctoral, cit., pgs. 23 y 24. 14 Castellanos llegó a decir: “No se respetaba la tranquilidad de las tumbas, pues los Jueces podían desenterrar y procesar un cadáver. Los Jueces podían incriminar hechos no previstos como delitos en las leyes. De estos derechos ilimitados abusaron los juzgadores, inspirando este espíritu el Derecho Penal europeo hasta el siglo XVIII”. CASTELLANOS, F.: Lineamientos elementales de Derecho Penal, 4ª edic, editorial Porrua S.A, México, 1967, pg. 32. 15 Vid. CASABÓ RUIZ, J.R.: “Orígenes de la codificación penal en España: el plan de Código Criminal de 1787”, en ADPCP, 1969, pgs. 313 y ss. Floridablanca criticaba la arbitrariedad en la imposición de las penas, manifestando la necesidad de un Código 18 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO La reforma era tan urgente que el mismo Fernando VII encargó en 1819 la formación de un Código Penal 16 , propuesta que no llegó a prosperar, justificando su mandato en la arbitrariedad de los Tribunales. La situación suponía tal indefensión para los acusados que sus abogados no podían tener delante un papel para ayudar su memoria, llegando a haber quien se escribía sobre las uñas alguna cifra importante si quería tenerla presente en el informe. La magistratura era tan despótica e inquisitorial a principios del siglo XIX y fines del XVIII, que consideraba un atentado la sola indicación de que sería conveniente que razonase sus fallos, calificando de injuriosa la necesidad de citar una sola ley, como si todo Juez las tuviese siempre en la cabeza 17 . Fue determinante el decreto de Cortes de 24 de marzo de 1813, pues establecía las reglas para que se hiciera efectiva la responsabilidad de los empleados públicos y constituyó, pese a su denominación, una auténtica ley penal 18 que describía los distintos delitos que podían cometer tanto los Jueces como los demás empleados públicos. Su importancia fue tal que constituyó el punto de partida de delitos como el de prevaricación, pues hasta entonces se reservaba esta denominación para la conducta del abogado que descubría los secretos de su cliente a la parte contraria o ayudaba a ésta en perjuicio del primero. De esta Criminal, así, en el mismo sentido que Beccaría, solicitaba “una legislación clara que evitase el inmoderado y perjudicial arbitrio judicial”. Profundizó en el tema Casabó, poniendo de manifiesto que el plan de Código Criminal de 1787 recogía los delitos dispersos, siguiendo el modelo de Filangieri. Dentro de los dirigidos contra el orden público se describía el cohecho o baratería de los Jueces, y entre los delitos contra el Estado la usurpación de la jurisdicción real. CASABÓ RUIZ, J.R.: “Introducción al estudio de los delitos de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos”, en la obra Estudios Penales, Instituto de Criminología y departamento de Derecho Penal de la Universidad de Valencia, Valencia, 1979. 16 Bernaldo de Quirós indicó: “No hay noticia de que este encargo del monarca, al consejo de Castilla, de redactar un Código para evitar abusos judiciales se intentara”. BERNALDO DE QUIRÓS, C.: Alrededor del delito y de la pena, cit., pgs. 121 a 122; también recogió este intento infructuoso TOMÁS Y VALIENTE, F.: Manual de Historia del Derecho Español, editorial Tecnos, Madrid, 1979, pg. 531. 17 Olózaga, en La Iberia, de 21 de mayo de 1862, al realizar una crónica de Tribunales con ocasión de un informe de D.M Silvela, decía: “Pesaba hasta principios del siglo XIX sobre el foro español la tiranía de una magistratura despótica e inquisitorial, que consideraba como un atentado la sola indicación de que sería conveniente que diese la razón de sus fallos, que calificaba de injuriosa la cita de una sola ley, como si ella tuviese en la memoria las dadas desde Eurico hasta Reguera; que prohibía que se pusiera una mesa delante del letrado; que no le consentía sacar un papel para ayuda de su memoria, y que le obligaba, por tanto, a escribir sobre las uñas alguna cifra importante, si quería tenerla presente en el informe”. BERNALDO DE QUIRÓS, C.: Alrededor del delito…, cit., pgs. 120 a 121. 18 Vid. CASABÓ RUIZ, J.R.: “Introducción al estudio…”, cit., pgs. 179 y 180. 19 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO manera, esta norma amplió el concepto dotándole del sentido, que hoy mantiene, de falta de fidelidad en el desempeño de un empleo público. Llega la codificación penal española en pleno trienio liberal, pues la primera ley punitiva se acordó por las Cortes el 8 de junio de 1822 19 . Aunque ríos de tinta han corrido sobre su vigencia 20 , hoy se acepta que la tuvo, si bien por poco tiempo. Influyeron en el texto obras diversas, desde las Partidas del siglo XIII hasta el Código de Napoleón de 1810, y se mezclaron las opiniones de autores como Beccaría, Filangieri y Bentham 21 . Se tipifica, al fin, la conducta prevaricadora del servidor público como algo distinto al cohecho: 19 Debemos puntualizar que el movimiento codificador en Europa hay que situarlo en el último tercio del siglo XVIII. Fue entonces, y como consecuencia de la expansión de las ideas reformistas surgidas de la Ilustración, cuando los diferentes países europeos elaboraron sus primeros Códigos. Estos reflejaban las ideas propugnadas por los autores utilitaristas, especialmente por Beccaría (la idea de que las penas sólo deben ser aplicadas si son "necesarias" de acuerdo con su finalidad preventiva y que han de ser "proporcionales" y "útiles" primó en estos textos). Vid. BONESANA, C., marqués de Beccaria: Tratado de los delitos y de las penas, traducción del italiano por J.A de las Casas, 1774, centro de publicaciones del Ministerio de Justicia, Madrid, 1993, pgs. 12, 59, y 146; ANTÓN ONECA, J.: “Los fines de la pena según los penalistas de la Ilustración”, en la Revista de Estudios Penitenciarios, nº166, 1965, pgs. 418 y ss.; CEREZO MIR, J.: Curso de Derecho Penal español. Parte General, editorial Tecnos, 5ª edición, Madrid, 1996, pgs. 112 a 114; SAINZ CANTERO, J.A.: Lecciones de Derecho Penal. Parte General, editorial Bosch, Barcelona, 1982, pgs. 216 a 223; CUELLO CONTRERAS, J.: “Análisis de un informe anónimo aparecido en Sevilla sobre el proyecto de Código penal de 1822”, en ADPCP, tomo XXX, 1977, pgs. 83 y ss. El profesor Del Rosal se planteó, incluso, la posible existencia de otro intento codificador anterior al señalado, constituido por la "suma de leyes" elaborada por Pradilla en 1621. Sin embargo, el propio autor concluye que dicho texto constituía un mero repertorio de preceptos legales, elaborado con la finalidad de facilitar la aplicación del Derecho, pero que distaba mucho de ser un verdadero Codigo. Vid., al respecto, DEL ROSAL, J.: "Acerca de un supuesto Código Penal del siglo XVII", en RGLJ, tomo 173, 1943, págs. 614 y ss. 20 Vid. CASABÓ RUIZ, J.R.: “La aplicación del Código Penal de 1822”, en tomo XXXII, ADPCP, 1979, pgs. 33 y ss; ÁLVAREZ GARCÍA, F.: “Contribución al estudio sobre la aplicación del Código Penal de 1822”, en CPC, nº5, 1978. 21 La mayor influencia doctrinal provino, sin duda, de Bentham, Beccaría, Filangieri, Bexon, Lardizábal, e, incluso, de Montesquieu. Dichos autores fueron citados a lo largo de las discusiones de la Comisión sobre el articulado del Texto Punitivo. Vid., Diario de discusiones y actas de las Cortes Extraordinarias de 1821 (Discusión del proyecto de Código Penal), tomo I, imprenta Nacional, 1822, pgs. 210 a 216; y tomo II (del mismo año), pgs. 115 a 118, 138 a 139, y 373, entre otras. La doctrina no es unánime acerca de cuál fuere el autor más influyente de los citados. Calatrava (miembro de la Comisión) destacó la trascendencia de las obras de Bentham, Filangieri y Bexon. Vid., Diario de discusiones y actas de las Cortes extraordinarias de 1821, cit., tomo I, pg. 211. Sin embargo, no debemos restar por ello importancia a los demás autores mencionados. Vid., al respecto, ANTÓN ONECA, J.: "Historia del Código de 1822", en ADPCP, 1965, tomo 20 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Art. 451. Son prevaricadores: Primero: los Jueces de derecho ó árbitros de la misma clase, que á sabiendas juzgan contra ley por interés personal, por afecto ó desafecto á alguna persona ó corporación, ó en perjuicio de la causa pública ó de tercero interesado. Cuarto: los funcionarios públicos de cualquiera clase, que ejerciendo alguna autoridad, sea judicial o gubernativa, ó alguna superioridad en su ramo respectivo, nieguen, rehusen ó retarden á sabiendas y del modo referido la administración de justicia, la protección, desagravio, ú otro remedio que legalmente se les pida, ó que la causa pública exija, siempre que deban y puedan ponerlo. Los prevaricadores perderán sus empleos, sueldos y honores, y no podrán obtener cargo alguno público. Si en la prevaricación cometieron otro delito al que esté señalada alguna pena, sufran ésta igualmente. Atendiendo a la regulación que de la prevaricación han realizado los diversos textos que han regido desde entonces en España hemos observado la paulatina suavidad de las sanciones, marcada especialmente por la desaparición de la pena de muerte y el sistema talional en el texto punitivo de 1928; constatándose, además, la tradición de elementos del delito aún vigentes, como “a sabiendas” que ya regía en Las Partidas. Asimismo, tradicionalmente la prevaricación judicial se ha incardinado entre los delitos funcionariales, si bien vigente el texto de 1973 la mayoría de la doctrina pedía que se variara su ubicación sistemática. De esta manera, partiendo de que esta infracción lesiona la misma actividad jurisdiccional, el legislador de 1995 la ha incardinado en el título XX, que tutela la Administración de Justicia. Conviene hacer constar, por último, que aunque inicialmente el legislador exigía una especial intención en el prevaricador -de interés personal, afecto o desafecto se hablaba en el código de 1821-, ésta se suprime en el texto punitivo fechado en 1848, siendo indiferente desde entonces el móvil del Juez prevaricador a efectos de que nazca el delito. XVIII, pg. 271; SAINZ CANTERO, J.M.: "El informe de la Universidad de Granada sobre el proyecto que dio lugar al Código Penal de 1822", en ADPCP, tomo XX, 1967, pg. 517. Tampoco debe olvidarse la notable influencia que en la elaboración del Texto tuvo el Código Penal francés de 1810. Vid., Diario de discusiones y actas de las Cortes extraordinarias de 1821, tomo I, cit., pg. 211. 21 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO 1.3. BIEN JURÍDICO. La ambigua “Administración de Justicia”, concepto que da nombre al título en que se ubica la prevaricación judicial, no tiene la suficiente concreción que requiere un objeto de tutela para ser de alguna utilidad a los prácticos del Derecho. Ya se hablaba de esta noción cuando la ubicación sistemática de esta figura entre los delitos de los funcionarios era un hecho, pues entendido como objeto de protección genérico del título la Administración Pública se concretaba, respecto al delito que nos ocupa, en la Administración Judicial, como parte de aquélla. Creado un título autónomo al respecto, se ha seguido hablando de la Administración de Justicia como bien jurídico protegido con esta infracción; mas discuten los autores los perfiles de este objeto formal. Efectivamente, al intentar especificar el objeto formal, dentro del genérico Administración de Justicia, la doctrina española ha apuntado diversas opciones, a saber: - la función estatal de administrar justicia que se desempeña por los integrantes del Poder Judicial, a través del proceso (García Arán/ Magaldi 22 ), - el servicio público que presta la Administración de Justicia (González Rus 23 ), 22 Creen estas autoras que así debe entenderse la Administración de Justicia como bien jurídico protegido por el Derecho Penal. GARCÍA ARÁN, M./ MAGALDI, M.J.: “Los delitos contra la Administración de Justicia ante la reforma penal”, en Documentación Jurídica, Ministerio de Justicia, 1983, pgs. 1124 y 1125. Posteriormente, García Arán se refiere en otra obra a la función jurisdiccional, estimándola una parte de la función pública, lo que justificaba su ubicación entre los delitos de los funcionarios. Respecto al mencionado cambio de ubicación de estos tipos al título referido a la Administración de Justicia, en atención a la identidad del bien jurídico protegido, la autora lo veía posible siempre que se considerara a la Administración de Justicia como concepto equivalente a la función jurisdiccional, a efectos de protección penal. GARCÍA ARÁN, M.: La Prevaricación Judicial, editorial Tecnos, Madrid, 1990, pg. 48. Poco después, en otra obra, García Arán sigue refiriéndose a la citada función estatal de administrar Justicia, al descartar conceptos, como la “idea” de la Justicia, por ser excesivamente vagos para ser considerados objetos de protección del Derecho Penal. GARCÍA ARÁN, M.: “Consideraciones sobre los delitos contra la Administración de Justicia en el proyecto de Código Penal de 1992”, en Política criminal y reforma penal. Homenaje a la memoria del prof. Dr. D. Juan del Rosal, editorial Revista de Derecho privado, 1993, pg. 520. 23 González Rus entiende como bien jurídico el servicio público que presta la Administración de Justicia, entendido en su dimensión funcional y sustancial. Cree, en todo caso, que los delitos recogidos en el título deben ser interpretados desde esa dimensión funcional, enfocándolos unas veces desde la perspectiva de la prevención, otras desde la del enjuiciamiento y el desarrollo del proceso, y otras, en fin, desde la ejecución judicial. Sólo así encuentra el autor un denominador común capaz de justificar el tratamiento conjunto de los comportamientos regulados en el título XX. GONZÁLEZ 22 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO - el interés del Estado en el buen funcionamiento de la Administración de Justicia (Orts Berenguer; Serrano Gómez 24 ), - el proceso (Quintano Ripollés, García Miguel 25 ), - el Poder Judicial (Quintero Olivares 26 ), - la viabilidad del derecho a la tutela judicial efectiva (Serrano Butragueño 27 ), - el deber de garantizar la realización del Derecho en la Administración de Justicia (Ramos Tapia 28 ). La misma expresión “Administración de Justicia”, que da nombre al título XX del libro II del Código Penal parece designar la RUS J.J.(y otros): Curso de Derecho Penal español. Parte especial, dirigido por Cobo del Rosal, ediciones Marcial Pons, Madrid, 1997, pgs. 455 y 456. 24 ORTS BERENGUER en VIVES, T.S./ BOIX, J./ ORTS, E./ CARBONELL, J.C./ GONZÁLEZ CUSSAC, J.L.: Derecho Penal. Parte especial, Tirant lo Blanch, 3ª edición, Valencia, 1999, pg. 782. Serrano defiende una noción similar, el correcto funcionamiento de la Administración de Justicia, en SERRANO GÓMEZ, A.: Derecho Penal. Parte especial, 2ª edición, editorial Dykinson, Madrid, 1997., pg. 733. De modo similar, Meléndez encuentra el interés tutelado de este delito en la recta Administración de Justicia. MELÉNDEZ SÁNCHEZ, F.L.: “En torno al delito de prevaricación. Especial referencia a los arts. 360 y 361 del Código penal”, en AP, 1990-2, pg. 466. 25 QUINTANO RIPOLLÉS, A.: Código Penal comentado, editorial Revista de Derecho Privado, 2ª edición, 1966, pg. 658; GARCÍA MIGUEL, M.: “Los delitos contra la Administración de Justicia en la propuesta de anteproyecto de nuevo Código Penal”, en Documentación Jurídica, 1983, pg. 1111. 26 Estima Quintero que en este título se protege a la Administración de Justicia, pero no en cuanto Administración, pues para eso bastaría con reunir todos los tipos en el título relativo a la Administración en general, sino en cuanto soporte de la actividad del Poder jurisdiccional del Estado (el Poder Judicial), a pesar de que ese Poder puede defenderse también a través de otros preceptos que no están aquí. QUINTERO OLIVARES, G., en la obra colectiva (Dir: Quintero Olivares, G.): Comentarios a la parte especial del Derecho Penal, editorial Aranzadi, Pamplona, 1996, pg. 1316; reitera la opinión que vertía en la obra colectiva QUINTERO OLIVARES, G., en la obra colectiva (Dir: Quintero Olivares, G.): Comentarios al nuevo Código Penal, editorial Aranzadi, Pamplona, 1996, pg. 1924. 27 Serrano Butragueño cree que aunque este derecho fundamental no garantiza el acierto de las resoluciones judiciales, sino tan sólo el derecho a obtener una resolución fundada en Derecho, sí que es misión del Derecho Penal proteger, en todo caso, su viabilidad. SERRANO BUTRAGUEÑO, I.: “Introducción a los delitos contra la `realización´ de la Justicia”, en la obra colectiva: Delitos contra la Administración de Justicia. Artículos 325 a 338 bis del Código Penal, Instituto de Estudios Penales Marqués de Beccaria, editorial Comares, Granada, 1995, pgs.30 y 31. 28 Estima esta autora que con el delito de prevaricación judicial se protege penalmente el deber judicial de resolver con vinculación exclusiva al Derecho, pues en el cumplimiento de dicho deber por el Juez descansa la propia institución de la Administración de Justicia en un Estado de Derecho. RAMOS TAPIA, M.I.: El delito de prevaricación judicial, editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, pgs. 156 y 157. 23 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO justicia como objeto de protección. Empero, parece inadecuado optar por la ambigua idea de la justicia como `ratio común´ de todos los delitos agrupados en el título que protege su Administración 29 , pues el ideal de justicia es excesivamente amplio y se ofende con cualquier acto injusto, sea o no delictivo 30 . Esto es, tal término no puede merecer una protección penal inmediata, al adolecer de una notable vaguedad e imprecisión. Entendemos este concepto, en el contexto que nos interesa, en un doble sentido. En el primero, amplio e irradiador de todo nuestro sistema jurídico constitucional, es un valor informador de la creación y aplicación del ordenamiento jurídico, cuyo objetivo es que la libertad y la igualdad del ciudadano sea real. Existe, por otro lado, una acepción estricta, pues cuando la palabra justicia se utiliza en el art. 117 CE, equivale a Jurisdicción, o, quizá más estrictamente, a Poder Judicial, lo que hace preciso el estudio de tales expresiones 31 . Igualmente debatida es la extensión del “Poder Judicial”, pareciéndonos lo más adecuado distinguir entre un concepto orgánico de Poder Judicial (el cual abarca el conjunto de órganos gobernados por el Consejo General del Poder Judicial y regulados en la Ley Orgánica del Poder Judicial, dejando fuera aquellos que se regulan por leyes orgánicas específicas), y otro funcional (que incluye a todo órgano judicial que ejerce jurisdicción, con independencia de la ley que regule su actividad, quedando, por tanto, abarcados los Tribunales Militares, el Constitucional y el de Cuentas). Con todo, desechamos aquellos bienes jurídicos apuntados por la doctrina por ser excesivamente ambiguos, como sucede con la Justicia, la viabilidad del derecho a la tutela judicial o con el mismo 29 Aprecian los autores que la idea de Justicia es un concepto excesivamente vago para ser considerado, al menos en primer plano, objeto de protección penal. Vid. MAQUEDA ABREU, M.L.: Acusación y denuncia falsa, Tirant lo Blanch, Valencia, 1999, pgs. 20 y 21; GARCÍA ARÁN, M.: “Consideraciones sobre los delitos contra la Administración de Justicia en el proyecto de Código Penal de 1992”, en Política criminal y reforma penal, cit., pg. 520. Vid. también, de la misma autora: La Prevaricación Judicial, cit., pg. 47. 30 Este título, según Quintero, sólo alcanza a aspectos formales de la vida de la Justicia, sin perjuicio de aceptar que muchas veces coincide la idea de Justicia formal con la de Justicia material, como sucede en la prevaricación judicial. QUINTERO OLIVARES, G (y otros): Comentarios a la parte especial del Derecho Penal, cit., pg. 1316. 31 Montero cree evidente que la palabra Justicia en el art. 117 CE debe equivaler a Poder Judicial o a Jurisdicción, no pudiendo estar empleada en el sentido de valor trascendente o virtud cardinal. Habría así que leer, que el Poder Judicial emana del pueblo o, si se prefiere, que la potestad jurisdiccional emana del pueblo. Esta segunda frase es más correcta, habida cuenta de que hay órganos que no están incluidos en el Poder Judicial organización pero que también ejercen jurisdicción. MONTERO AROCA en Montero Aroca, J./ Ortells Ramos, M./ Gómez Colomer, J.L.: Derecho Jurisdiccional I. Parte General, editorial Bosch, 2ª edición, Barcelona, 1991, pg. 52. 24 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Poder Judicial; asimismo tampoco nos ha convencido que lo verdaderamente protegido sea el proceso, dado que hay actuaciones que no siendo procesales en sentido estricto tienden a garantizar el desarrollo de la función judicial. Más acertadas nos parecen, en general, las propuestas referidas al papel que el juzgador cumple en un Estado de Derecho, o en otros términos, a la función jurisdiccional. En todo caso, nos merece cierto reparo la postura que entronca dicha función con un deber institucional del juzgador, pues aceptar que la esencia de este ilícito reside en el incumplimiento del deber institucional de vinculación exclusiva al ordenamiento jurídico que soporta el Juez, supone atender preferentemente a la sujeción funcionarial del Juez hacía la Administración, en vez de hacerlo a la función judicial que lo une con los ciudadanos, amén de volcar la tutela en un autónomo interés en la obediencia del Juez. En suma, a nuestro entender el objeto de protección se cifra en el correcto ejercicio de la función jurisdiccional conforme al imperio del Derecho. Y es que, parece lógico que, debiéndose guiar la función jurisdiccional por una total sumisión del juzgador al ordenamiento jurídico, responda como prevaricador quien, abusando del cargo, tuerce el Derecho, pues la conciliación de independencia y responsabilidad judicial es inviable si se absolutiza cualquiera de ellas. Por lo demás, la tutela del correcto funcionamiento de la Justicia conforme al imperio del Derecho debe darse a lo largo de tres fases, que podemos denominar preprocesal, procesal y ejecutiva. Por ende, la tipificación de la prevaricación judicial persigue la tutela judicial efectiva del ciudadano, derecho constitucional básico, a lo largo de esas fases. 1.4. SUJETO ACTIVO DEL DELITO. Algunas de las conductas encuadradas en el capítulo que nuestro texto punitivo dedica a la prevaricación judicial, como el dictado de una resolución injusta, sólo pueden cometerse por un juzgador, sea Juez unipersonal o miembro de un órgano colegiado; pero otras, como el retardo en la Administración de Justicia, admite la entrada de otros funcionarios judiciales. 1.4.1. LA COLEGIADOS. PROBLEMÁTICA DE LOS ÓRGANOS En este sentido lo decisivo será que el órgano ejerza jurisdicción, sin que baste ser miembro de un Tribunal administrativo 25 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO (como el Tribunal económico administrativo o el Jurado de expropiación), pues éste no la ejerce, para poder ser sujeto de este delito. Nuestro Código habla expresamente de “Juez o Magistrado”, a diferencia del texto anterior que no se refería al segundo, quedando ahora despejada toda duda respecto a su inclusión. Eso sí, quienes formen parte de un Tribunal colegiado incurrirán en responsabilidad penal sólo si han dado lugar, votándola, a la resolución injusta prevista en el Código, excluyéndose por tanto, a quienes han disentido. 1.4.2. EL JUZGADOR NO PERTENECIENTE A LA CARRERA JUDICIAL. Aunque la función judicial se encomienda, en principio, a los miembros de la carrera judicial, pueden también ejercerla sujetos que no pertenecen a ella. De hecho, cabe que un Magistrado no ejerza la jurisdicción por encontrarse en una situación no activa, como la excedencia, y a la inversa, cabe ejercer la jurisdicción sin pertenecer profesionalmente a la judicatura. Esto es, no siempre se ejerce la función judicial por Jueces de carrera, entendida esta expresión stricto sensu como miembros de la judicatura que pertenecen a alguna de las tres categorías que regula la Ley Orgánica del Poder Judicial – Magistrado del Tribunal Supremo, Magistrado y Juez-. No olvidemos que fuera de esa clasificación existen otros juzgadores, como los seculares Jueces de paz, que siendo legos en Derecho están repartidos por toda nuestra geografía o como los juzgadores de apoyo, que siendo licenciados en Derecho cumplen temporalmente funciones judiciales, básicamente como Jueces sustitutos o como Magistrados suplentes. Por consiguiente, lo esencial para poder cometer una prevaricación judicial no es la pertenencia a la carrera judicial, sino el ejercicio de la jurisdicción. 1.4.1. LOS TITULARES DE ÓRGANOS JURISDICCIONALES NO REGULADOS EN LA LEY ORGÁNICA DEL PODER JUDICIAL. Como es sabido, existe una concepción estricta del Poder Judicial que sólo abarca aquellos órganos judiciales que están recogidos en la LO 6/1985 del Poder Judicial y son gobernados por el CGPJ. Esta especialidad no puede suponer, a nuestro juicio, que los miembros de órganos judiciales que no cumplan tales requisitos estén libres de sanción al torcer el Derecho, dado que lo decisivo para poder cometer 26 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO una prevaricación es la circunstancia de administrar justicia 32 . De este modo, son aplicables los arts. 446 a 449 del Código a los componentes de los Tribunales consuetudinarios, militares, constitucional o de cuentas. 1.4.2. REFERENCIA AL MINISTERIO FISCAL. Dentro del capítulo dedicado a la prevaricación judicial juega poco papel el Ministerio Público, pues sólo cabe en el segundo párrafo del art. 449 CP, sancionador del retardo malicioso. Su intervención en el proceso es básica, como demuestra la ley de 2000, reguladora de la responsabilidad penal del menor, que le concede potestades decisivas y la misma ley de enjuiciamiento criminal, que le otorga facultades relevantes, sea al solicitar la adopción de medidas cautelares (art. 504 bis) o al concluir las diligencias de investigación (art. 785). Así, su colaboración excede la de un mero partícipe y nos lleva a pensar que debería crearse un tipo específico a él referido, de modo similar al propuesto en un proyecto frustrado de Código de 1983, sancionador de la emisión de resoluciones injustas a sabiendas por el Ministerio Público. 1.4.3. MIEMBROS DEL JURADO. Establece el artículo 125 de la Constitución que los ciudadanos podrán participar en la Administración de Justicia, en la forma y con respecto a aquellos procesos penales que la ley determine, habiendo fructificado esa previsión en la LO 5/1995 del Tribunal del jurado. Los jurados podrán, a lo sumo, originar el retardo malicioso del artículo 449 CP, dado que este delito puede cometerse por cualquier funcionario, y el Jurado tiene, a efectos penales, tal condición. No obstante, la función del Jurado no es asimilable a la de un Magistrado si atendemos a la ley que regula su funcionamiento, lo que nos hace negar su condición de sujetos activos del delito que nos ocupa en la mayoría de sus modalidades. Además, la exclusión del miembro del jurado no es un olvido del legislador, como demuestra que en antiguos Códigos Penales se le citara como posible prevaricador. Esto es, los únicos sujetos 32 De hecho, como dice Ramos, la consideración de los miembros de estos órganos como autores de la prevaricación judicial depende de que sus atribuciones puedan entenderse incluidas en la Administración de Justicia, institución en la que se enmarca el delito de prevaricación judicial. RAMOS TAPIA, M.I.: El delito de prevaricación judicial, cit., pg. 175. 27 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO activos mencionados en los artículos 446, 447 y 448 son los Jueces y Magistrados, y no creemos que el miembro del Jurado sea incardinable en ninguna de estas categorías. No estamos ante un mero problema terminológico, ya que su acción no es siquiera asimilable a un Magistrado miembro de un órgano colegiado, en cuanto que los miembros del jurado no dictan de modo independiente resoluciones jurisdiccionales, como autos y sentencias, sino que sólo emiten un veredicto, y lo hacen bajo la cercana dirección de un Magistrado profesional. Así, aunque parece claro que los jurados pueden realizar una aplicación torticera del Derecho, emitiendo un veredicto que vulnere de modo manifiesto el ordenamiento jurídico, no estimamos que ese comportamiento satisfaga los requisitos de la formulación típica 33 . 1.5. CONDUCTA TÍPICA. Las diversas conductas tipificadas en el capítulo que el Código Penal dedica a la prevaricación judicial plantean una problemática variada. En primer lugar nos enfrentamos a la modalidad activa del delito, el dictado de una resolución injusta, siendo diversas las cuestiones controvertidas en el seno de la doctrina: 1.5.1. LA NATURALEZA DE LA PREVARICACIÓN ACTIVA: DELITO DE MERA ACTIVIDAD Y DE LESIÓN. A la hora de calificar un delito como de mera actividad o de resultado lo discutido es el propio concepto de resultado. A nuestro juicio el concepto de “resultado” alude a una consecuencia externa derivada de una previa manifestación de voluntad, separable temporal y espacialmente de ella. Nos lleva este criterio a catalogar la prevaricación como delito de mera actividad y no de resultado, en cuanto que la prevaricación se consuma con el mero dictado de una resolución injusta, es decir, con la realización de la conducta típica, pues es entonces cuando se obstruye la función jurisdiccional, ello con 33 Llabrés y Tomás y Valiente concluyen que el delito de prevaricación de los artículos 446 y 447 CP no es susceptible de ser cometido, de lege data, por el integrante del jurado. Para ellos, tal afirmación viene impuesta esencialmente, por el respeto al principio de legalidad, ya que el jurado no puede ser considerado sujeto activo de la conducta, que los preceptos legales mencionados refieren en exclusiva a Jueces y Magistrados. LLABRÉS FUSTER A./ TOMÁS-VALIENTE LANUZA, C.: La responsabilidad penal del miembro del jurado, Cedecs, Barcelona, 1998, pg. 94. 28 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO independencia de la producción de algún efecto dañoso posterior. Esto es, no nos parece que la resolución en sí sea el resultado de la prevaricación, en cuanto que no es algo temporal y espacialmente separable de la conducta típica, -el dictado de la resolución-. Coincidimos, así, con González Cussac, autor que niega que estemos ante un delito de resultado, en tanto esta infracción no requiere la producción de un cambio en el mundo exterior (concepto estricto de resultado), o sea, la práctica de un acontecimiento en el cual acción y evento pueden separarse espacial y temporalmente 34 . De otra parte, estimada la lesión del bien jurídico como un concepto normativo, en el sentido de que no sólo se abarca la destrucción o daño de un objeto material sino también las ofensas inferidas a bienes jurídicos de tipo ideal, como la Administración de Justicia, que no tienen un sustrato material, y dado que la forma consumada del tipo de prevaricación activa supone una lesión del bien jurídico protegido, no podemos negar que estamos ante un delito de lesión. 1.5.2. CONCEPTO DE INJUSTICIA A EFECTOS DE ESTE DELITO. Las diversas teorías que se han ocupado de definir la injusticia a efectos de la prevaricación se dividen en tres grupos: subjetivas, que atienden a la conciencia del juzgador, objetivas, que utilizan el criterio objetivo de la legalidad de la decisión y mixtas. De la variedad de posturas estudiadas son las de corte objetivo las que más persuaden a la doctrina española, de manera que una resolución judicial será justa si se concilia de modo objetivo con el ordenamiento jurídico. Es interesante la teoría “de los deberes”, elaborada en Alemania y según la cual, indica Rudolphi, prevaricar 34 No cree González Cussac que el delito de prevaricación exija necesariamente ningún cambio en el mundo externo (cambio perceptible sensorialmente), sino únicamente realizar una actividad: dictar una resolución injusta, lo cual supone un incorrecto ejercicio de la función administrativa con perjuicio del servicio público. Cree ello suficiente para la consumación del tipo, de modo que los daños concretos que se deriven de esa actividad abusiva no están contemplados en el desvalor del hecho, y si se producen daños en otros bienes materiales podrá haber concurso de infracciones. GONZÁLEZ CUSSAC, J.L.: El delito de prevaricación de autoridades y funcionarios públicos, 2ª edición actualizada conforme al Código Penal de 1995, editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1997, pgs. 27 a 29. 29 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO supone lesionar el deber que obliga al Juez a actuar en interés de la verdad y del imperio del Derecho 35 . Goza en nuestro país esta postura de múltiples partidarios. Así, Martínez-Buján o Jaén Vallejo estiman este criterio intermedio el más adecuado para determinar la injusticia de una resolución 36 , y Ramos aduce que dicha argumentación es la que permite una interpretación más coherente de las figuras de prevaricación judicial que prevé nuestro Código Penal 37 . Esta postura subsana alguna de las deficiencias de las teorías objetivas y subjetivas, pues, para empezar, no queda aquí, como acontecía con la postura subjetiva, protegida cualquier convicción jurídica libremente obtenida por el Juez, aun cuando ésta sea contraria a Derecho, sino sólo la convicción obtenida de manera conforme al ordenamiento procesal. Por otra parte, la teoría de los deberes no impide hablar de prevaricaciones imprudentes, pues es innegable que el Juez puede también infringir de modo negligente los deberes que le vienen impuestos en la protección del imperio del Derecho 38 . No obstante, creemos esta doctrina más válida en Alemania que en España, al atender antes al deber del Juez y a su condición de 35 RUDOLPHI, H.: “Zum Wessen der Rechtsbeugung”, en ZStW, 1970, pg. 611; Octavio de Toledo hace un estudio minucioso de esta teoría. OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, E.: La prevaricación del funcionario público, editorial Civitas, 1ª edición, Madrid, 1980, pg. 348 y ss. 36 Jaén opta por esa postura, que califica de criterio intermedio, y admite que cuando se trata de una norma ambigua prevarica el Juez que la aplica en un determinado sentido, contrario a su propia convicción o guiado por motivos desviados. JAÉN VALLEJO, M.: “Arbitrio judicial: individualización de la pena, motivación y principios constitucionales”, en la obra colectiva: Estudio y aplicación práctica del Código Penal de 1995, tomo 1, Parte General, Centro Superior de Estudios y Editorial Colex, Madrid, 1997, pg. 173. En sentido similar, MARTÍNEZ BUJÁN PÉREZ, C.: “Lo objetivo y lo subjetivo en el delito de prevaricación de funcionarios. A propósito de la STS sobre el caso Barreiro”, en ADPCP, cit., pg. 384. 37 Para Ramos esta postura supone que la injusticia exigida por el tipo doloso de prevaricación debe interpretarse como la propia de una resolución que contiene una solución que no es la jurídicamente adecuada al caso, bien porque se haya adoptado infringiendo los métodos de interpretación o aplicación del Derecho, en cuyo caso la injusticia de la resolución será perceptible por terceros con la sola lectura de su fundamentación jurídica, bien porque el Juez no haya optado entre las diversas soluciones defendibles por aquella que, según la convicción jurídica obtenida en el proceso, resulte la más adecuada al caso, la más justa. RAMOS TAPIA, M.I.: El delito de prevaricación judicial, cit., pg. 320. 38 González Cussac estima incompatible, en todo caso, esta teoría con la admisión de la incriminación culposa. GONZÁLEZ CUSSAC, J.L.: El delito de prevaricación de autoridades y funcionarios públicos, 2ª edición actualizada conforme al Código Penal de 1995, cit., pg. 52. 30 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO servidor público que a la tutela de la Administración Judicial. Mayor rechazo nos provoca todavía la postura subjetiva, habida cuenta de que no es la injusticia algo que deba valorarse según la convicción interna de cada juzgador. Aunque se aduce frente a las teorías objetivas su incapacidad para fundar la condena por prevaricación de aquellos Jueces y funcionarios nazis que aplicaron leyes antijudías -razones que llevan a parte de la literatura penal alemana a acudir al Derecho natural y otros criterios extralegales, como el respeto a los derechos humanos, para apreciar la injusticia de las decisiones-, resulta ineludible que en un Estado democrático de Derecho es la ley el único puntal fundamental al que se debe acudir para discernir lo justo de lo injusto. Conviene aquí referirnos a las injusticias habidas en Alemania durante la dominación nazi, pues, curiosamente, derivaban de acciones legales. De hecho, el genocidio germano, en el que el pueblo judío fue legalmente desposeído de sus bienes y más de cinco millones de vidas exterminadas, originó resoluciones que con apariencia de injustas eran formalmente válidas, pues los Jueces eran competentes y aplicaban normas que, aún siendo maliciosas, emanaban del parlamento. No cabe duda de que las duras consideraciones que tanto doctrina como jurisprudencia alemana realizaron sobre la actuación de los juzgadores que aplicaron leyes contrarias a los derechos humanos en la época nazi, y las más recientes opiniones críticas vertidas respecto a la actuación de la judicatura en la época previa a la reunificación de 1989 están movidas por un fin loable, el castigo de actuaciones inicuas, pero sancionar a quien sólo aplica la ley puede suponer una peligrosa brecha entre la legalidad y la justicia 39 . 39 El Fiscal Jefe del Estado de Sajonia, doctor J.U. Schroeder, exigió en 1946 la responsabilidad penal de aquellos Jueces que dictaron sentencias inhumanas y condenaron a muerte por bagatelas, como aconteció cuando se condenó a muerte a una persona por el simple hecho de escribir un rótulo en un retrete llamando asesino a Hitler. Creía este jurista que la legislación nazi que sirvió de base a condenas a muerte como la alegada carecía de validez jurídica, pues se aprobó mediante amenazas de Hitler a los parlamentarios, siendo incluso encarcelados diversos diputados comunistas. Además, llega a decir este fiscal que ningún Juez puede invocar una ley que no sólo es injusta, sino que es delictiva, pues los derechos humanos están por encima de todas las leyes escritas. Tras recoger diversas opiniones similares, concluía Radbruch que en todas partes se había alzado la lucha contra el positivismo, apoyando la idea de que hay leyes que no son Derecho y de que hay Derecho por encima de las leyes. De hecho, criticaba este autor que el positivismo, al suponer que ante todo hay que cumplir las leyes, dejó inermes a los juristas alemanes frente a las leyes de contenido arbitrario e injusto. RADBRUCH, G.: “Leyes que no son Derecho y Derecho por encima de las leyes”, en la obra colectiva (Introducción, traducción y selección de textos por RODRÍGUEZ PANIAGUA, J.M.): Derecho injusto y Derecho nulo, editorial Aguilar, Madrid, 1971, pgs. 4 a 13. 31 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO En efecto, la gran cuestión es saber qué es lo que vincula al Juez, es decir, a qué se tiene que atener éste para cumplir con su deber y no incurrir en ninguna responsabilidad. Cabe apuntar que algún órgano judicial, como el Tribunal Supremo de Colonia, ha condenado por delitos contra la humanidad a Jueces que se habían limitado a aplicar correctamente la ley nazi, eso sí, siendo conscientes de la inmoralidad de ésta 40 . Obviamente la cuestión no se resolvía de modo unánime por la doctrina y jurisprudencia de la época, aduciendo, por ejemplo el Tribunal Supremo de Wiesbaden, en 1946, que las leyes que están en contradicción con el Derecho natural “eran ya nulas al promulgarse”, y puntualizando el Tribunal Supremo de Bamberg, en 1950, que los Jueces deben, ante la duda, obedecer las leyes “crasamente inmorales”, pero desobedecer las “contrarias al Derecho natural” 41 . Volveremos sobre el tema de las injusticias nazis con más detenimiento al ocuparnos del Derecho alemán, sin perjuicio de que convenga mencionar la cuestión ahora para poner de manifiesto la dificultad que supone desentrañar si una resolución judicial es “injusta” a efectos de los artículos 446 y 447 CP. En realidad, el concepto etimológico de prevaricación -andar torcido- da a entender que el Juez prevarica cuando tuerce el Derecho también el sentido literal de la infracción alemana equivalente, o “Rechtsbeugung”, alude al torcimiento del Derecho-. Sin embargo, ni está claro el contenido del Derecho, pues veremos que para unos coincide con la ambigua justicia, o con el Derecho natural y para otros con la estricta legalidad, ni tampoco el modo en que éste es torcido o manipulado, ya que hay quien exige cierta convicción subjetiva y otros que atienden a meros factores objetivos. Reconsiderando lo anterior, estimamos injusta, a efectos del delito aquí estudiado, aquella resolución que afecte al bien jurídico protegido -para nosotros se tutela el correcto ejercicio de la función jurisdiccional conforme a Derecho-, sea cual sea la conciencia del juzgador; pero esto nos conduce a otra interrogante: ¿coincide la ilegalidad con la injusticia?. 40 Criticaba Schmidt esta inseguridad jurídica, que conducía a considerar criminal a un Juez, por el hecho de aplicar correctamente una ley. Concluye el autor que es el legislador, y no el Juez, quien tiene que procurar, estableciendo las leyes positivas imprescindibles, que la aplicación correcta de la ley sea garantía del Derecho. SCHMIDT, E.: “La ley y los Jueces”, en la obra colectiva (Introducción, traducción y selección de textos por RODRÍGUEZ PANIAGUA, J.M.): Derecho injusto y Derecho nulo, editorial Aguilar, Madrid, 1971, pgs. 36 y 37, 62 a 64. 41 Vid. Neue Juristische Wochenschrift, 1949, pgs. 473 y ss; Deutsche Richterzeitung, 1950, pgs. 302 y 303, y Süddeutsche Juristenzeitung, 1946, pg. 36. 32 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Esto es, nos preguntamos si, a efectos de este delito, resolución injusta equivale a ilegal. Debemos precisar, partiendo del principio de legalidad en nuestro sistema jurídico-constitucional, que no toda aplicación contraria a Derecho de una norma constituye la injusticia necesaria para colmar la conducta típica; así, existen multitud de ilegalidades leves subsanables por el sistema de recursos 42 . Más conflictiva es la posible calificación como justas de decisiones claramente contrarias a la legislación. Efectivamente, el tema no es baladí, pues se ha llegado a hablar de resoluciones judiciales infractoras de la legalidad que, por razones de justicia material, no deberían configurar una prevaricación. En consecuencia, la denominada “iusta prevaricatio” supone primar una solución justa del caso y desatender la estricta aplicación de la ley, con la ausencia de seguridad jurídica y el peligro que esto supone para configurar un Derecho punitivo democrático. Efectivamente, se refiere Bello a “ilegalidades justas” al mencionar esta posibilidad, distinguiendo, eso sí, el trato que merece la injusticia legal del referido a la resolución ilegal pero justa 43 . El quid de la cuestión estriba en aceptar, o no, un concepto de justicia más amplio y ambiguo que el de legalidad, como punto de referencia para determinar si la resolución es “injusta”. Es evidente, pues, que la literalidad de la ley puede conducir a algún resultado no deseado por el legislador, y ahí es necesaria una tarea interpretativa, en la que el espíritu de la ley y los principios generales del Derecho cumplen un papel básico. Y no puede negarse el peso que la interpretación, función judicial reina por excelencia, tiene aquí, pues no 42 Recuerda Orts que cabe hablar de interpretaciones erróneas de la ley que pueden ser tildadas de injustas y no constituyen prevaricación, apuntando al sistema de recursos como dato indicativo de la tolerancia del ordenamiento jurídico a las equivocaciones en aplicación del Derecho. ORTS BERENGUER en VIVES, T.S./ BOIX, J./ ORTS, E./ CARBONELL, J.C./ GONZÁLEZ CUSSAC, J.L.: Derecho Penal. Parte especial, 3ª edición, cit., pg. 783. Es evidente la dificultad que envuelve, en ciertos casos, la labor judicial, y así, aunque Bergalli habla del “apego a la letra de la ley” como guía orientadora de toda actividad jurisdiccional, reconoce que a veces es necesaria una labor exegética importante, convertida en el eje de la cultura jurídica continental. Éste será el único medio de determinar la solución más justa en cada caso. BERGALLI, R.: “Movimientos sociales, pluralismo jurídico y alternativas al sistema de justicia criminal”, en RDPC, 4-1994, pgs.213 y 214. 43 Considera Bello Landrove atípica la injusticia legal, mientras que duda de la tipicidad de aquella resolución ilegal que sea justa, recomendando, en su caso, la aplicación de posibles eximentes como el estado de necesidad. BELLO LANDROVE, F.: “Los elementos de injusticia y manifiesta injusticia en el delito de prevaricación del Código Penal español”, en RGLJ, julio-diciembre, 1977, pgs. 253 a 256. 33 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO son hoy los Jueces meras bocas de la ley. Mas, tampoco debe ser tal su poder que les permita acudir a principios de Derecho natural, dejando de lado al Derecho positivo, a la hora de impartir justicia. En efecto, reconocer que es misión del Poder Judicial la interpretación de los preceptos y que ésta no es una mera operación automática, no supone desvincularla del ordenamiento jurídico. Aún hay más, la vinculación del juzgador al Derecho positivo no debe estorbar tal misión, recordando Vives que la injusticia a la que la ley se refiere, al sancionar la prevaricación, ha de valorarse con parámetros de Derecho positivo y contiene una apelación al sistema de fuentes, de modo que en la actualidad tan injusta es una resolución que se funde en un reglamento ilegal como la que aplique una ley inconstitucional44 . A la luz del principio de Derecho Romano “Summum ius, summa iniuria”, indicativo de que en ciertos casos la aplicación rígida de la ley puede conducir a situaciones indeseables, no puede olvidarse que nuestro sistema democrático parlamentario está dotado de una gran diversidad de medios de control de aquellas irregularidades a que puede conducir la aplicación de una norma, desde el fundamental sistema de recursos, en vía administrativa o judicial, hasta el recurso de inconstitucionalidad. En consecuencia, la función interpretativa del juzgador es de tal calibre que nos proporciona la clave por la que debe regirse el binomio “injusticia-ilegalidad”. Concebido el proceso de aplicación de la ley no como una simple operación automática, de incardinar un hecho en un supuesto típico, sino más bien como la búsqueda del sentido más adecuado del precepto a la resolución del caso, coincidimos con García Arán en que los conceptos de legalidad y justicia se acercan de tal forma que una aplicación correcta de la legalidad no puede producir una injusticia 45 . 44 Vives defiende que el Juez que resuelva de acuerdo con una ley inconstitucional será prevaricador, pues la legalidad de la resolución ha dejado de garantizar al Juez su conformidad como consecuencia de una Constitución normativa y rígida, pero más aún, ha dejado de exonerar al Juez de toda responsabilidad personal. No le resulta, en todo caso, satisfactorio, que un Juez pueda ser condenado como prevaricador por aplicar leyes, sobre todo, en el caso de leyes postconstitucionales, y cree aconsejable limitar la responsabilidad delictiva a las hipótesis en que la constitucionalidad de la ley hu biese sido cuestionada en el proceso y el Juez decidiese no plantear injustamente la cuestión oportuna. VIVES ANTÓN, T.S.: “La responsabilidad de los Jueces en el proyecto de Ley Orgánica del Poder Judicial”, en Estudios Penales y Criminológicos IX, Universidad de Santiago de Compostela, 1986, pgs. 274 y 275. 45 A través del proceso de interpretación el Juez debe descubrir en los aspectos formales de la legalidad su contenido material, es decir, debe materializar la ley administrando Justicia. Indica García Arán que la solución a que debe llegarse es la Justicia material y si 34 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Un repaso de la actuación de los Tribunales españoles al respecto, con especial atención a la jurisprudencia de nuestra sala 2ª TS, nos ha mostrado como una teoría objetiva pura, -en la que sólo era resolución injusta la que contenía una contradicción patente y notoria con el ordenamiento jurídico, requiriendo la sala 2ª “que no resultase de ningún método o modo aceptable como interpretación del Derecho” (STS 14-6-99)-, deja paso a una postura todavía objetiva pero más matizada, derivada en parte de la teoría germánica de los deberes, cuya incidencia comienza a dejarse sentir en nuestra más moderna jurisprudencia, de lo que es ejemplo la sentencia relativa al Magistrado Gómez de Liaño (STS 15-10-99). En efecto, tanto el Fiscal como un Magistrado que emitió voto particular defendieron la absolución de Gómez de Liaño al atender a un criterio subjetivo, en tanto se valoraba el empecinamiento del instructor como indicio de la justicia de las decisiones tomadas. Empero, la opinión mayoritaria, que conforma la sentencia condenatoria, niega que “este delito dependa exclusivamente de la actitud interna del autor” y rechaza la postura subjetiva por caracterizar ésta la injusticia “sólo como una actitud subjetiva del Juez al aplicar el Derecho”, lo que implicaría reconocer “que la única ley del Estado es la voluntad o la convicción de los Jueces, en clara contradicción con el art. 117.1 CE”. El Magistrado discrepante rechaza el concepto objetivo de la injusticia, y entiende que la injusticia típica requiere “tanto la contrariedad objetiva a Derecho de la resolución como la conciencia del sujeto activo de que está siguiendo un camino torcido en su resolución”, concluyendo que “es necesario que concurra la conciencia del Juez sobre la injusticia para reputar injusta una conducta judicial”. También el Ministerio Fiscal defiende que “el empecinamiento del instructor, desde el convencimiento de lo adecuado de la medida, debería excluir el carácter injusto de la resolución.” A nuestro juicio es más acertado el criterio mayoritario, de talante objetivo, para apreciar una injusticia, habida cuenta de que el subjetivo supone, por un lado, introducir elementos subjetivos en la conducta típica -lo que impide sancionar una conducta imprudente-, y, por otro, sustituir la legalidad como criterio de justicia por la convicción judicial, cediendo el Estado de Derecho ante un “Estado de Jueces”. Además, la postura subjetiva conlleva una dificultad probatoria mucho mayor que la contradicción objetiva con la legalidad, pues, ¿cómo averiguar el pensamiento del juzgador?. el resultado no es compartible con arreglo a lo que entendemos es Justicia, será porque la propia ley es injusta, no porque una cosa sea la aplicación de la legalidad y otra la realización de la Justicia. GARCÍA ARÁN, M.: La Prevaricación Judicial, cit., pg. 116. 35 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Sin embargo, lo más destacable de la sentencia es, no ya la aceptación de la tesis objetiva frente a la subjetiva, sino cierto acercamiento a la teoría intermedia o de los deberes. Mejora esta teoría, de raíces germánicas, el inadecuado trato otorgado por la objetiva pura a la discrecionalidad procesal y a las leyes multívocas y atiende a la obligación del Juez de buscar la solución más justa de las procesalmente posibles, sin que baste cualquiera. Así, la sentencia funda el ilícito de la prevaricación judicial en el quebranto por el Juez de su deber constitucional de resolver con sujeción exclusiva al Derecho, usando expresiones como “el delito de prevaricación consiste en el abuso de la posición que el Derecho otorga al Juez o funcionario, con evidente quebranto de sus deberes constitucionales”, y “quebranta la función judicial de decidir aplicando únicamente el Derecho en la forma prevista en el art. 117 CE” 46 . En suma, dicho acercamiento a la teoría de los deberes permite perseguir conductas en las que el juzgador malinterpreta o de otro modo abusa del Derecho, respetando éste tan sólo formalmente 47 . No cabe olvidar, por último, el papel esencial que juega la Constitución en orden a verificar la Justicia de una norma o decisión. La función que cumple la Carta Magna como informadora de todo nuestro sistema jurídico, y su carácter vinculante para Jueces y Tribunales, nos ha conducido a tachar de injusta, a efectos del delito que nos ocupa, aquella resolución judicial que, por un lado, se dirige a impedir un funcionamiento adecuado de nuestros órganos jurisdiccionales con arreglo a Derecho y, por otro, conculca, al mismo tiempo, algún principio constitucional. A este respecto, no se puede 46 Ramos destaca que en esta sentencia se pronuncia por primera vez de forma clara el TS sobre el fundamento del ilícito de la prevaricación y remarca que dicho Tribunal lo sitúa en dicho quebranto y en la postergación por el prevaricador de la validez del Derecho o de su imperio. Se confirma, según la autora, lo que era evidente para la doctrina, la directa relación que este delito guarda con el deber constitucional de vinculación exclusiva al Derecho del art.117 CE. RAMOS TAPIA, M.I.: El delito de prevaricación judicial, cit., pg. 592; GARCÍA ARÁN, M.: La Prevaricación Judicial, cit., pgs. 117 y ss. 47 Zugaldía cree que de las tres teorías dominantes, -subjetiva, objetiva y de los deberesesta sentencia opta por la de los deberes. ZUGALDÍA ESPINAR, J.M.: “El tobogán de la ciencia penal y el caso Liaño”, en El País, 27 de octubre de 1999; también Ramos se pronuncia a favor de dicha tesis y aprecia cierta aproximación en esta resolución. Al fin y al cabo, cree, cuando como en el caso enjuiciado en la sentencia, las resoluciones son teóricamente defendibles, ello se debe a que el juez ha infringido su deber de observar las reglas y métodos que rigen la interpretación judicial del Derecho. RAMOS TAPIA, M.I.: El delito de prevaricación judicial, cit., pg. 595. En el mismo sentido se expresa la autora en: “La interpretación del tipo de prevaricación judicial en el Estado democrático de derecho: comentario a la sentencia del caso Gómez de Liaño (STS 15 de octubre de 1999)”, en La Ley, 1999-6. 36 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO olvidar que el Derecho Penal es, de todas las ramas del ordenamiento, la más estrechamente ligada a la Carta Magna, siendo su función básica la tutela de valores constitucionales. 1.6. ASPECTO SUBJETIVO. El dictado de una resolución injusta por el juzgador puede hacerse de modo consciente, pues el art. 446 CP recoge la expresión “a sabiendas”, o de modo negligente, según admite el art. 447 CP, por lo que debemos distinguir entre la vertiente dolosa y culposa del delito. 1.6.1. LA PREVARICACIÓN JUDICIAL DOLOSA. Acompaña a este delito una expresión desde el texto punitivo de 1848, “a sabiendas”, de la que se deduce por cierta doctrina y jurisprudencia consecuencias jurídico penales, tanto en sentido negativo -impidiendo la aparición del dolo eventual-, como positivo -haciendo nacer un elemento subjetivo-. Pues bien, en tanto que el dolo está compuesto por los elementos intelectual y volitivo, el sentido de la expresión “a sabiendas” en la prevaricación judicial será meramente recordar que el Juez debe conocer que su resolución es contraria al ordenamiento jurídico y, aún así, quererla. No es lógico, por tanto, deducir de tal expresión la existencia de un elemento subjetivo del injusto ni la exclusión del dolo eventual. A la misma conclusión llega Martínez Pérez, quien no encuadra el elemento anímico “a sabiendas” en el ámbito de la antijuridicidad, sino en el de la culpabilidad, y, en consecuencia, identifica esta expresión con el dolo y cree que no encierra, por tanto, más elementos que el conocimiento y la voluntad propios del dolo 48 . De otro lado, la misma evolución histórica del precepto confirma que cuando el legislador ha querido exigir un ánimo especial en el juzgador lo ha hecho, pues ya en Las Partidas se hablaba del Juez que actuaba “por maldad o por malquerencia”, o “por amor o por ayuda”. Mas, a partir del fechado en 1848 nuestros Códigos suprimen la referencia a finalidad alguna, de modo que la existencia de un móvil particular en el Juez que resuelve injustamente nos parece indiferente a 48 MARTÍNEZ-BUJÁN PÉREZ, C.: “Lo objetivo y lo subjetivo en el delito de prevaricación de funcionarios (a propósito de la STS sobre el caso Barreiro)”, en ADPCP, 1991, tomo XLIV, pg. 386; del mismo autor: “De nuevo sobre el delito de prevaricación en el caso Barreiro (a propósito de la STS 3-5-94 de la Sala 3ª, sección 6ªTS)”, en ADPCP, 1995, tomo XLVIII. 37 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO efectos del nacimiento del delito; lo que no empece para que pueda tener valor procesal, a efectos probatorios, y aún penal, en cuanto ciertos móviles como la discriminación racial configuran una agravante. En suma, ni exige el legislador dolo directo en este delito, ni nos parecen determinantes los argumentos doctrinales emitidos en tal sentido. Además, tal exigencia supondría un extraño e infundado privilegio del juzgador (Richterprivileg) y restringiría peligrosamente su responsabilidad, lo que no sucede con el resto de figuras delictivas del Derecho penal especial, por lo que conviene buscar otra interpretación más abierta a la locución “a sabiendas”, máxime cuando no parece que el legislador desee equipararla al dolo directo, en tanto que si éste hubiese sido su propósito disponía de términos más adecuados, utilizados en otros lugares, como “intencionadamente”. Empero, una concepción muy amplia del dolo eventual en este campo dificultaría en exceso la misión del Juez, que en multitud de ocasiones resuelve a pesar de temer equivocarse, dado que el Derecho no es una ciencia exacta, como demuestra el sistema de recursos. Así, nos parece oportuno el castigo del dolo eventual, pero no de modo amplio. Esto es, no calificamos de prevaricador al Juez que resuelve tras plantearse la posibilidad de que su solución sea injusta, pues la resolución es obligatoria y los recursos procesales presuponen esos errores. Pero sí existirá tal infracción si añadimos a esa posibilidad de injusticia un elemento corrector, a saber, que el juzgador “se conforme” con la producción de esa injusticia, evitando acudir, quizá por desinterés, a otros expedientes legales que evitarían o atenuarían la injusticia que su resolución puede infligir. En cuanto a la jurisprudencia del TS, ha exigido la Sala 2ª TS en algún caso que concurra en el Juez prevaricador un especial ánimo de quebrantar la justicia (STS de 22 de noviembre de 1901) o que el juzgador sepa y le conste que la resolución que dicta es injusta por contraria a la ley y que, aún así la dicte voluntaria y conscientemente (STS de 3 de mayo de 1986). La Sala 2ª ha llegado a indicar, (STS de 29 de noviembre de 1993), que la modalidad dolosa de la prevaricación exige un dolo específico y en cierto modo reforzado, en cuando que se exige que se trate de una resolución tomada a sabiendas y con el conocimiento pleno de su injusticia. No obstante, ha sido innovadora al respecto la STS de 15 de octubre de 1999 que condena a Gómez de Liaño, pues la Sala 2ª estima que la expresión típica “a sabiendas” se cumple con el conocimiento del elemento objetivo del tipo, con independencia de cualquier móvil o finalidad. En efecto, en el voto particular emitido en sentido 38 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO absolutorio, se entiende que tal expresión ha incorporado al delito un elemento subjetivo del injusto, más concretamente una intención del Juez de faltar deliberadamente a la justicia, intención que no se considera probado concurriese en el inculpado, apoyándose tal interpretación en un auto de la Sala especial del art. 61 LOPJ, de 9 de julio de 1999. Sin embargo, la opinión mayoritaria del Tribunal no acepta dicha postura, pues en la sentencia condenatoria se estimó que en el tipo no se exige aquella intención en el juzgador. Con todo, dicha tesis no puede interpretarse en el sentido de que se pueda prescindir del elemento doloso al analizar si el juzgador ha torcido el Derecho, ni suponer que no deba tenerse en cuenta su intención 49 . De hecho, en una reciente resolución referida a una prevaricación judicial dolosa (STS de 11 de diciembre de 2001), la Sala 2ª vuelve a referirse a la intencionalidad del sujeto para fundar la concurrencia del elemento subjetivo concretado en la expresión “a sabiendas” y reitera que los móviles concretos no forman parte del tipo. En conclusión, la expresión “a sabiendas” es útil en la prevaricación judicial para distinguir la vertiente dolosa de la imprudente y supone, en concreto, que prevarica dolosamente el Juez que conoce la ilicitud de la resolución en cuestión e incluso así, la dicta, pero ello no supone que el prevaricador deba obrar con una especial intención de beneficiar o perjudicar a una parte o de lesionar la misma función judicial, y tampoco conlleva una restricción al dolo directo. 1.6.2. LA PREVARICACIÓN JUDICIAL IMPRUDENTE. La modalidad imprudente de la prevaricación judicial se recoge en el art. 447 CP, y requiere que un Juez o Magistrado dicte sentencia o resolución manifiestamente injusta por imprudencia grave o ignorancia inexcusable. Respecto a los requisitos exigidos en esta figura delictiva debemos aclarar que la resolución sólo será “manifiestamente injusta” cuando infrinja el ordenamiento jurídico de modo evidente o notorio, según el punto de vista de alguien con similares conocimientos a los del Juez. En cuanto a la inexcusabilidad o gravedad del descuido 49 Carretero Sánchez distingue una jurisprudencia clásica, que exige que el sujeto tenga conciencia de la ilegalidad, y otra renovadora, a partir de la sentencia de 15 de octubre de 1999, pues se condenó a Gómez de Liaño sin exigirse malicia especial. Aunque el autor reconoce que para la tesis renovadora es imposible apreciar el error de prohibición en la conducta del Juez, concluye que el Tribunal Supremo no ha llegado a prescindir del dolo, teniendo en cuenta siempre la intención del juzgador. CARRETERO SÁNCHEZ, A.: “Notas sobre la prevaricación judicial dolosa”, en La Ley, nº 5541, mayo de 2002, pgs.1 a 5. 39 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO estimamos que merece la oportuna sanción sólo el Juez que, teniendo capacidad de actuar con Justicia, lo que debe determinarse caso por caso, no dicta una resolución adecuada a Derecho, poniendo así de manifiesto su desinterés en cumplir correctamente su labor. Por nuestra parte, proponemos de lege ferenda la desaparición de esta variedad imprudente, como acertadamente ha hecho el legislador de 1995 al eliminar la prevaricación administrativa imprudente, ya que estimamos que la Administración de Justicia queda suficientemente protegida con la modalidad dolosa, máxime si, como hemos propugnado, la expresión “a sabiendas” abarca el dolo eventual. Y es que la propia acción de prevaricar, cuyo sentido etimológico “andar torcido”- ha derivado en un sentido jurídico -“torcer el Derecho”-, no parece abarcar a quien, en suma, sólo es negligente al impartir Justicia. Por otro lado, el principio de intervención mínima del Derecho Penal y la existencia de un Derecho disciplinario judicial son razones que también nos llevan a tal conclusión. En este plano, se puede objetar que es peligroso relegar esta imprudencia al ámbito disciplinario, en cuanto que el control por el CGPJ de las resoluciones judiciales podría afectar la independencia judicial. Empero, siendo cierto que el Consejo General del Poder Judicial no puede entrar a valorar el fondo de una resolución judicial, no es ello algo vedado a otro Tribunal. Así, es posible que se inicie un proceso por una presunta prevaricación dolosa y el Tribunal absuelva al Juez inculpado por no apreciar dolo, pero remita testimonio de lo actuado a la comisión disciplinaria del Consejo General por estimarlo materia de infracción disciplinaria. Esta remisión a los cauces disciplinarios acontece ya en la práctica, como sucedió cuando el TSJ de Cataluña acordó, por auto de 25 de enero de 1999, el sobreseimiento libre del proceso respecto a dos Magistradas de la AP de Barcelona -acusadas de prevaricación inicialmente por el Ministerio Fiscal-, poniendo en conocimiento del CGPJ los hechos objeto del proceso, por si constituían una falta disciplinaria muy grave del art. 417.9 LOPJ, por la desatención en la tramitación de un proceso. Conviene acudir en este punto al caso “El Negro”, pues amén de estar el asunto de máxima actualidad en España otorga fundamentos jurídicos que abonan nuestra tesis. En efecto, el auto recientemente dictado en la fase sumarial de este proceso no observa prevaricación y remite a vía disciplinaria la conducta de los Magistrados inculpados. Las actuaciones se incoaron por una querella presentada por prevaricación, por la Fiscalía General del Estado, contra los tres 40 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Magistrados de la sección 4ª de la Audiencia Nacional, por haber acordado, basándose en un informe psiquiátrico, la libertad bajo fianza de un presunto narcotraficante -C. Ruiz Santamaría, apodado “El Negro”-, que escapó de la justicia. De otro lado, el instructor del sumario imputó un delito de cohecho al psiquiatra que había realizado tal informe, pues hay indicios de que recibió alrededor de seis millones de pesetas del presunto narcotraficante. No ha quedado probado que los Magistrados fueran injustos de modo consciente o deliberado, y es que no consta que hubiera recompensa, o promesa de ésta, ni tampoco ningún interés en beneficiar de modo especial al inculpado. Así, no parece que se haya colmado el dolo necesario, esto es, no hay indicios de que se haya dictado una resolución injusta “a sabiendas”. Supone ello que la única modalidad prevaricadora en que pueda pensarse es la imprudente, lo que requiere que el auto de libertad sea manifiestamente injusto. Pues bien, aquí se aplicó una normativa procesal que permite que se acuerde la libertad en ciertos supuestos, incorporándose a la causa un informe psiquiátrico en el que se apoya la excarcelación, lo que creo que impide que se pueda hablar de una resolución “manifiestamente injusta”. De esta manera, pensamos que se aplicó una medida cautelar, la de libertad bajo fianza, con cobertura legal y con base en un informe psiquiátrico, como se hace en otras ocasiones por cualquier juzgador penal, si bien las circunstancias del caso -elevada acusación, cercanía de la vista oral, disposición del acusado de fuertes sumas de dinero- no la hacían la más adecuada, por poderse prever una fuga. Empero, aún no siendo la decisión justa, en el sentido de que no era la más adecuada al ordenamiento jurídico, no creemos que haya prueba para entender colmados los elementos volitivo e intelectivo necesarios del presupuesto típico “a sabiendas”, ni que la injusticia sea de carácter tan manifiesto para dar origen a la modalidad prevaricadora imprudente. Además, el propio principio de intervención mínima del Derecho Penal nos lleva a entender que el Derecho disciplinario judicial es suficiente para dar respuesta a la negligencia en que se haya podido incurrir. La propuesta de archivo del instructor nos parece, por tanto, muy congruente, pues, aunque en el auto se llega a tachar de “desacertada”, “injusta” y de “contraria al ordenamiento jurídico” la medida de libertad, se afirma que no es “palmariamente injusta”, especificándose que se otorgó sin móvil alguno, económico o de otro tipo, que justificare un retorcimiento del Derecho, y que, ni hubo intención de procurar una injusta excarcelación de Ruiz, ni tampoco se quiso facilitar posteriormente la fuga de éste. 41 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO El Magistrado de la Sala 2º designado instructor ha concluido el sumario sin hallar indicios para el procesamiento, pero ha emplazado, de manera implícita, al CGPJ a que actúe en el plano disciplinario por una conducta que califica de errónea e injusta pero no de delictiva. De hecho, la Comisión Disciplinaria del Consejo General ya había abierto expediente disciplinario contra ellos, por una falta muy grave de desatención de sus funciones, y los había suspendido cautelarmente a la espera de la finalización del proceso penal. Por consiguiente, basta el cauce disciplinario para resolver este tipo de conductas, por lo que conviene eliminar el mencionado tipo culposo. De otro lado, el mismo delito de prevaricación judicial, que nunca existió en EEUU y ha desaparecido del nuevo Código Penal francés de 1993, por caduco e inaplicado, subsiste en un modo similar al texto español en Alemania o Italia, pero lo hace exclusivamente en forma dolosa, quedando relegada la imprudencia judicial al ámbito disciplinario. Además, coadyuva a pensar que esta modalidad delictiva está desfasada la sequía de condenas en el panorama judicial español actual. En síntesis, la degradación de la prevaricación judicial culposa a una infracción disciplinaria tiene peculiaridades, ya que la independencia judicial impide a un órgano administrativo entrar en el fondo de las decisiones judiciales, pero ello no es motivo suficiente para perpetuar una modalidad negligente obsoleta. 1.7. ITER CRIMINIS. En el camino hacía la consumación del delito (Iter criminis) cabe que el sujeto inicie la ejecución del delito directamente por hechos exteriores, practicando todos o parte de los actos que objetivamente debieran producir el resultado y que éste no se produzca por causas independientes del autor, hablando entonces el Código de tentativa de delito (art. 16 CP). Por otro lado, indica el mismo precepto penal que queda exento de pena quien evita voluntariamente la consumación del delito, bien desistiendo de la ejecución ya iniciada, bien impidiendo la producción del resultado, sin perjuicio de la responsabilidad en que pueda haber incurrido por los actos ejecutados. Pues bien, aclarados los conceptos que nuestro texto punitivo otorga de la tentativa o del desistimiento, conviene averiguar si tales conceptos caben respecto a la prevaricación judicial. Una vez que el Juez ha plasmado por escrito y firmado su resolución injusta y que ésta ha salido de su dominio, lo normal será que entre de modo automático en el universo jurídico, al 42 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO unirse a las actuaciones, quedando así consumada la prevaricación. No obstante, la intervención de alguno de los funcionarios de la oficina judicial puede impedir este resultado. En síntesis, cuando el juzgador se desprende de la resolución judicial injusta por él realizada y firmada, hemos diferenciado tres posibilidades: a) si el escrito ya está en manos del funcionario que ha de unirlo al procedimiento, pero el Juez recapacita y lo recupera antes de que se incorpore al procedimiento, podrá hablarse de desistimiento; b) si el juzgador desea la ejecución y entrega la resolución injusta al secretario judicial, o al oficial de justicia competente, con el deseo de que se incorpore al procedimiento y ejecute, pero el funcionario no lleva a cabo tal incorporación, v.gr. por estimar que encierra un acto manifiestamente ilícito y no le vincula, conforme al art. 410.2 CP, estaremos ante un caso de tentativa; y, c) si el Juez mismo, el secretario judicial o el oficial de justicia competente, une la decisión injusta a la causa habrá consumación delictiva. Puede que tras ese instante el juzgador cambie de opinión y no ejecute la decisión injusta, pero ello no impide que la prevaricación haya existido. 43 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO CAPÍTULO 2. EL DELITO DE PREVARICATO EN AMÉRICA LATINA. La corrupción pública, que durante muchos años ha viciado los sistemas políticos latinoamericanos, amenaza hoy día con desestabilizar las frágiles democracias que intentan consolidarse, siendo uno de los mayores obstáculos a que se enfrentan sus gobernantes 50 . Desgraciadamente, este fenómeno se extiende a los tres poderes del Estado, por lo que no están libres tales sociedades de Jueces injustos que, en vez de impartir Justicia, abusan de su oficio. 2.1. REGULACIÓN PUNITIVA. En efecto, aunque el marco constitucional y legal de los países latinoamericanos asegura la independencia del Poder Judicial, observan Salas y Rico que ésta se ve limitada en la práctica por la posibilidad de diversos tipos de presiones y amenazas, por un lado, y, por otro, por la existencia de corrupción en el mismo aparato judicial. La situación es preocupante si se tienen en cuenta los resultados de diversas encuestas de opinión según las cuales una proporción considerable de entrevistados consideran que los fallos judiciales son interferidos por presiones, lo cual pone en tela de juicio el principio de la independencia del Poder Judicial y constituye un indicio, según los citados autores, de que las sentencias y otras resoluciones dictadas por sus miembros investidos de esta potestad pueden ser injustas 51 . 50 Como escriben Salas y Rico, aparte de los costos económicos y sociales que este fenómeno implica, sus consecuencias políticas son de enorme gravedad, en la medida en que ponen en tela de juicio la credibilidad y la legitimidad de los gobiernos. Aluden los autores como ejemplo reciente de corrupción generalizada los supuestos de Colombia, Perú o Venezuela. SALAS, L./ RICO, J.M.: La Corrupción Pública en América Latina. Manifestaciones y Mecanismos de Control, Centro para la Administración de Justicia, Florida International University, Miami, 1996, pgs. 1 a 3. 51 Toman en consideración Salas y Rico varias encuestas efectuadas en algunos países de América Central y el Caribe, en las que se observa que tanto la población y los reos, como los propios intervinientes en el proceso, abogados y fiscales, manifiestan una actitud crítica sobre el tema. A título de ejemplo, en Venezuela el 46% de los Jueces del Estado Zulia reconocen la existencia de presiones sobre los funcionarios judiciales, procedentes de grupos políticos, económicos y de los medios de comunicación. SALAS, L./ RICO, J.M.: Independencia judicial en América Latina: replanteamiento de un tema tradicional, Centro para la Administración de Justicia, Florida International University, Miami, 1990, pgs. 34 y 35. Los resultados de una interesante encuesta realizada en Honduras sobre “la justedad de las decisiones judiciales” se encuentra recogida en SALAS, L./ RICO, J.M.: La Justicia Penal en Honduras, colección Aula, Universidad Internacional de Florida, 44 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO De hecho, los propios Jueces admiten la existencia de tal corrupción entre sus compañeros. Se trata, deducen Salas y Rico, de una corrupción básicamente de carácter económico, aunque en ciertos países, como en Honduras o en la República Dominicana, también destaca la influencia política, y en otros, como Costa Rica o Guatemala, se abusa de las relaciones de amistad o de compadrazgo. Baste destacar que en Colombia, el 88% de los Jueces entrevistados opinaron que más de la mitad de los juzgadores del país se dejaban comprar 52 . Pues bien, no pueden combatirse los diversos supuestos abarcados en la categoría genérica de corrupción sin un cuerpo detallado de normas que los contemplen. En este sentido, suelen recoger los países latinoamericanos en sus ordenamientos infracciones destinadas a perseguir la acción del servidor público infiel, como el peculado (delito que se comete por el funcionario que, aprovechando su cargo se apropia de dinero o bienes cuya administración o custodia le ha sido confiada, regulado por ejemplo, en los arts. 352 del Código penal de Costa Rica, o 142 del de Bolivia), o el cohecho (que consiste en la recepción o solicitud de dádivas o presentes por un funcionario con la finalidad de ejecutar o abstenerse de un acto relativo al ejercicio de su cargo, y se regula, entre otros, en los arts. 300 y 301 del texto punitivo de la República del Paraguay o 338 y 339 del de Costa Rica). Ahora bien, aunque el juzgador corrupto suele estar movido por un interés económico, por lo que suele ser castigado como autor de un cohecho, cabe que las razones que mueven a un Juez a ser injusto sean otras, como la amistad o enemistad con una parte, o la discriminación sexual o racista. Para evitar que en tal caso el funcionario judicial quede impune, regulan los Códigos latinoamericanos el delito de prevaricato, similar a la prevaricación española. Recuerdan Rico y Salas que este delito tiene lugar básicamente cuando un empleado público, por razón de su cargo o funciones, dicta una resolución o dictamen manifiestamente contrario a la ley, y se aplica especialmente a los Jueces y otros funcionarios judiciales 53 . Es constatable la similitud que existe entre los textos penales latinoamericanos y el español, si bien aquellos suelen referirse al prevaricato en vez de a la prevaricación, término que, no obstante, 1989, pg. 174. 52 Vid. SALAS, L./ RICO, J.M.: Independencia judicial en América Latina: replanteamiento de un tema tradicional, cit., pg. 37. 53 Vid. SALAS, L./ RICO, J.M.: La Corrupción Pública en América Latina. Manifestaciones y Mecanismos de Control, cit., pgs. 73 y 74. 45 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO asumen Códigos como el chileno. Recordemos que el origen de la voz prevaricato parece remontarse al Digesto, recopilación legal ordenada por el emperador romano Justiniano en 533, pues en el libro XLVII, título 15, se recoge la ley 1, que comienza con el siguiente tenor: Ley 1: Praevaricator est quasi varicator, qui diversam partem adjuvat prodita causa sua. Quod nomen Labeo a varia certatione tractum ait. Nam qui praevaricatur, ex utraque parte constitit, quinimo ex altera. Is autem praevaricatur proprie dicitur qui publico judicio accussaverit, caeterum advocatus non proprie praevaricatur dicitur. Quid ergo de eo fiet, sive privato judicio, sive publico praevaricatus sit, hoc est, prodiderit causam? Hic extra odinem solet puniri 54 . En efecto, aunque en diversos Tratados de Derecho Romano se atribuye a Ulpiano la clásica y famosa definición del prevaricato, Praevaricator est quasi varicator, qui diversam partem adjuvat prodita causa sua-, ésta era una mera trascripción de la norma apuntada. Por 54 El Digesto de Justiniano, tomo III, versión castellana por D´ORS, A. y otros, editorial Aranzadi, Pamplona, 1975, pg. 661. Ley 1: Praevaricator est quasi varicator, qui diversam partem adjuvat prodita causa sua. Quod nomen Labeo a varia certatione tractum ait. Nam qui praevaricatur, ex utraque parte constitit, quinimo ex altera. Is autem praevaricatur proprie dicitur qui publico judicio accussaverit, caeterum advocatus non proprie praevaricatur dicitur. Quid ergo de eo fiet, sive privato judicio, sive publico praevaricatus sit, hoc est, prodiderit causam? Hic extra odinem solet puniri. Ley 1: Prevaricador es como si se dijera que “varica”(es decir que anda con las piernas separadas)y ayuda así a la parte contraria traicionando a la que en él confía; Labeón dice que este término se deriva del hecho de “varicar” en la contienda, pues el que prevarica está en un lado y otro, incluso más del otro. Propiamente, se llama prevaricador al acusador en un juicio público, pues de un abogado no se dice con propiedad que es prevaricador. Entonces, ¿qué hacer con un abogado así?. Si ha prevaricado, es decir si ha traicionado a su cliente en un juicio tanto privado como público, el tal suele ser castigado en juicio extraordinario. 46 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO otra parte, cabe traducir esta definición así: Prevaricador es como si se dijera que “varica”(es decir que anda con las piernas separadas) y ayuda así a la parte contraria traicionando a la que en él confía. Obviamente, esta infracción castiga una especie de deslealtad y no tiene el sentido que hoy se otorga al prevaricato, más bien referida a una infracción del deber de actuar conforme a la ley que compete a todo servidor público. En este sentido, señalaba Vicente Tejera que el término prevaricato tiene su origen en Roma, si bien recalca que no fue usada por aquel pueblo de juristas con la extensión que se usa hoy tanto en el Derecho español como en los Derechos penales positivos de los países que han tomado como patrón su Código Penal. De hecho, en la norma romana no se hacía referencia al Juez como posible sujeto activo de esta conducta 55 . Por otro lado, en lo referente a la conducta prefieren los legisladores sudamericanos referirse a la contradicción de la actuación del funcionario con la ley, huyendo así de las ambiguas expresiones usadas en nuestro Código como “injusticia” o “arbitrariedad”. El acudir a la ley como instrumento objetivo con el que confrontar la injusticia de la decisión es útil, y evita las controversias que los conceptos jurídicos indeterminados apuntados hacen nacer; pero hay que huir de la literalidad de la ley y el automatismo en su aplicación, ya que la labor hermenéutica del juzgador es la base del Poder Judicial y, por ende, de la democracia. Pues bien, no obstante estas diferencias, pueden ser de utilidad al jurista latinoamericano, que guste de estudiar el Derecho comparado, muchas de las manifestaciones hechas antes a propósito de la legislación española, como el alcance del término “a sabiendas” o la determinación de la injusticia a efectos de la “sentencia manifiestamente injusta”. Por otro lado, estos textos suelen ubicar este delito entre los referidos a los funcionarios, lo que permite sancionar a servidores públicos tan diversos como el Juez, el Fiscal o el auxiliar administrativo, sistemática que era la mantenida en España hasta que el legislador de 1995 otorgó autonomía a la prevaricación del Juez, que hoy se ubica entre los delitos que lesionan la Administración de justicia. En este sentido, entiendo que un texto punitivo moderno debe contener un título dedicado a tutelar la Administración de Justicia, y que ese es el 55 Recuerda Nahum Bergstein que Ulpiano y otros tratadistas extendieron esta definición del prevaricador, partiendo de este texto legal. NAHUM BERGSTEIN: Los delitos de prevaricato, cit., pg. 5. Según Vicente Tejera aunque la palabra prevaricación tiene su origen en Roma y viene de prevaricato o prevaricatione, no fue usada por aquel pueblo de juristas con la extensión que se usa hoy en el derecho español y en los derechos penales positivos de los países que han tomado como patrón su Código Penal. VICENTE TEJERA, D.: La prevaricación, cit., pg. 21. 47 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO lugar en que debe encuadrarse el prevaricato del juzgador, pues, antes que funcionario público un Juez personifica el Poder Judicial. Sentadas estas consideraciones generales, conviene plasmar aquí y comentar, someramente, la regulación concreta de este delito en algunos de estos países: 1.- Costa Rica. El Código Penal de Costa Rica de 1970 recoge en su libro II (De los Delitos), título XV (Delitos contra los deberes de la función pública) una sección, la 4ª, que se dedica al “Prevaricato y al Patrocinio infiel”. Dispone el art. 348: “Se impondrá prisión de dos a seis años al funcionario judicial o administrativo que dictare resoluciones contrarias a la ley o las fundare en hechos falsos. Si se tratare de una sentencia condenatoria en causa criminal la pena será de tres a quince años de prisión. Lo dispuesto en el párrafo primero de este artículo será aplicable, en su caso, a los árbitros y arbitradores”. Cabe mencionar que este precepto unifica la sanción de la prevaricación administrativa y la judicial. Esto es, el legislador no estima que el prevaricato cometido por el Juez, funcionario del Poder Judicial, merezca una atención distinta de la cometida por cualquier otro servidor del poder ejecutivo. En este sentido, creemos que sería conveniente tal distinción, en tanto que el Juez que rompe su neutralidad al cumplir su función, ataca de modo directo a la misma Administración de Justicia, antes que a los deberes de la función pública (rúbrica del título XV en el que se encuadra esta norma), siendo su conducta, si cabe, mucho más reprochable que la del funcionario no judicial corrupto. Por consiguiente, sería deseable el traslado de tan execrable conducta por parte de un juzgador al apartado del Código dedicado a tutelar la Administración de Justicia. No olvidemos que un funcionario administrativo, dependiente del poder ejecutivo, puede ver enmendados sus actos por un Juez; pero las acciones de éste llegan a ser firmes, e inatacables, si se dejan transcurrir los plazos de recurso o éste se interpone y es desestimado. 48 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO En cuanto a la conducta típica, recordemos que el Código Penal español castiga al funcionario que dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo (art. 404), y, más específicamente, al Juez o Magistrado que dicta una sentencia o resolución injusta (art. 446). Observamos que en Costa Rica las conductas coinciden, pues se persiguen, vengan de uno u otro funcionario, las resoluciones contrarias a la ley o fundadas en hechos falsos. Pues bien, la elección de la conducta punible no se aleja tanto de la que yo deduzco del texto hispano. Esto es, las expresiones “arbitraria” e “injusta”, utilizadas en el texto español, son meros conceptos jurídicos indeterminados, y no pueden entenderse sin acudirse a la ley. En efecto, estando vigente el principio de legalidad en nuestro sistema constitucional, no surge una injusticia o una arbitrariedad, a efectos de esta infracción, sin una previa vulneración de la ley. Debemos precisar, en todo caso, que no toda aplicación contraria a ley de una resolución constituye la injusticia necesaria para colmar la conducta típica, en cuanto existen multitud de ilegalidades leves subsanables por el sistema procesal de recursos e incluso, si hay negligencia profesional, por la vía disciplinaria. Por otro lado, una vinculación total del Juez a la norma podría originar consecuencias no deseables, pues es sabido que hay normas formalmente vigentes pero inaplicables, bien por ser caducas al contener nociones pasadas de moda, -recordemos que hay conceptos como el honor o la moral que varían en el tiempo- o bien por ser nulas al infringir derechos humanos reconocidos en textos constitucionales o tratados internacionales vinculantes para el poder. Por consiguiente, la ley debe aplicarse con justicia, y no de modo literal, ya que existen derechos fundamentales que ninguna norma puede vulnerar, siendo esencial en este ámbito la labor interpretativa del juzgador, que ha dejado de ser mera boca de la ley para pasar a “personificar” el Poder Judicial. Por otro lado, observamos una referencia a los hechos falsos que nos recuerda la legislación punitiva germánica. En efecto, la conducta típica que el Código alemán sanciona como prevaricadora es el torcimiento del Derecho, y recuerda la doctrina y la jurisprudencia germana que éste puede producirse, básicamente, de tres formas: por falseamiento de los hechos, por infracción del Derecho y por abuso de la discrecionalidad al determinar la pena, pudiendo darse juntas o separadas tales 49 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO variantes 56 . Pues bien, siendo verdad que una de las modalidades de la prevaricación es el falseamiento de los hechos estimamos innecesario que ello se haga constar en el precepto punitivo sancionador de tal infracción, en cuanto que se puede prevaricar, o contrariar a la ley, de modos muy diversos y no conviene citar unos y olvidar otros. En suma, proponemos un recorte y una ampliación del apartado del artículo 348 referido a la conducta típica. En primer lugar, nos parece adecuado eliminar, por superflua e innecesaria, la expresión “o las fundare en hechos falsos”, pues es obvio que las resoluciones fundadas en falsedades vulneran la legalidad y constituyen prevaricato. En cuanto a la ampliación, entendemos que a la locución “contrarias a la ley” podría añadirse el adjetivo “manifiestamente”, pues muchas contrariedades a la ley tienen cobijo en interpretaciones judiciales plenamente admisibles o en meros errores sobre la vigencia o aplicabilidad de una norma. Así, la utilización de esta expresión recortaría el ámbito delictivo en consonancia con el principio de intervención mínima del Derecho Penal. 2.- Colombia. El Estatuto anticorrupción aprobado por ley 190 de 1995 reformó diversos preceptos del Código penal colombiano. De esta manera, recoge ahora el Código tres modalidades de prevaricato, a saber: Art. 149. “Prevaricato por acción. El servidor público que profiera resolución o dictamen manifiestamente contrario a la ley incurrirá en prisión de tres a ocho años, multa de cincuenta a cien salarios mínimos legales mensuales vigentes e interdicción de derechos y funciones públicas hasta por el mismo tiempo de la pena impuesta”. Art. 150. “Prevaricato por omisión. El servidor público que omita, retarde, rehúse o deniegue un acto propio de sus funciones incurrirá en las penas previstas en el artículo anterior”. Art. 151. “Prevaricato por asesoramiento ilegal. El servidor público que asesore, aconseje o patrocine de 56 Vid., al respecto, SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pgs. 53 a 59; CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2280; RUDOLPHI, H./HORN, E./SAMSON, E.: Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, cit., pg. 43. 50 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO manera ilícita a persona que gestione cualquier asunto público de su competencia, incurrirá en prisión de tres a seis años, multa de cincuenta a cien salarios mínimos legales mensuales vigentes e interdicción de derechos y funciones públicas por el mismo término de la pena principal”. Respecto a esta legislación, se observa la unificación del prevaricato con independencia del servidor público que lo cometa. Así pues, podemos repetir las consideraciones hechas respecto a Costa Rica, en cuanto que convendría deslindar la conducta de apartamiento de la ley de un mero funcionario ejecutivo de la de un Juez, pues éste, por ser personificación del Poder Judicial y por tener sus acciones una solución más controvertida, merece un mayor reproche punitivo. En cuanto a la conducta típica, es plausible la utilización del adjetivo “manifiestamente”, que recorta adecuadamente la intervención punitiva del Estado, así como la previsión de una modalidad omisiva del prevaricato. 3.- Nicaragua. El Código Penal de la República de Nicaragua de 1974 recoge, en el libro II, título VIII (Delitos peculiares de los funcionarios y empleados públicos) un capítulo que lleva por rúbrica “Prevaricato”. El art. 371 tipifica varias clases de prevaricato, ocupándose el siguiente precepto de asignar penas diversas de inhabilitación y multa. “Art. 371. Comete prevaricato: 1º. El Magistrado o Juez que conoce, juzga o resuelve contra la ley expresa, por soborno, interés personal o afecto o desafecto a alguna persona o corporación. 2º. El Magistrado o Juez que conoce en causa que patrocinó como abogado. 3º. El que da consejo a alguno de los que litigan ante él, acerca de negocios pendientes en su Tribunal. 4º. El Magistrado o Juez que se niega a juzgar bajo pretexto de oscuridad o insuficiencia de la ley. 5º. El Magistrado o Juez que durante la tramitación de una causa entra en relaciones carnales o 51 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO amorosas con algunas de las partes del juicio o sus parientes dentro del segundo grado de consanguinidad”. Este texto punitivo, a diferencia de los anteriores, sí que se refiere expresamente al prevaricato cometido por el juzgador, sea Juez o Magistrado, a similitud del Código español. A mi juicio esa opción es acertada, e igualmente lo es la de regular la modalidad omisiva a imagen del texto hispano. No obstante, el artículo 448 español es algo más amplio, pues persigue al Juez o Magistrado que se negase a juzgar, sin alegar causa legal, o so pretexto de oscuridad, insuficiencia o silencio de ley. Baste apuntar que el añadido “sin alegar causa legal” es novedoso, y muy útil para evitar que por esa vía quede impune la conducta del Juez injusto, por lo que, dado que en Nicaragua ya se sanciona la omisión, podría añadirse esa expresión. En lo referido a la culpabilidad, el legislador ha optado por un dolo directo, lo que es de nuestro agrado, pues entendemos que la modalidad imprudente, que todavía subsiste en España, no se compadece con la misma razón de ser de este delito. No obstante, se especifican los móviles del juzgador que prevarica, y ello es peligroso, pues hay móviles no incluidos, como el racismo, la homofobia o la xenofobia que deben ser igualmente perseguibles cuando guían a un juzgador. Efectivamente, se castigan en el precepto estudiado los móviles de “soborno, interés personal o afecto o desafecto a alguna persona o corporación”, y se dejan de citar otros también reprochables, lo que conduce, bajo la vigencia del principio de legalidad, a dejar impunes conductas que vulneran el espíritu de la norma punitiva. Esto es, lo que el legislador pretende, sin duda, es castigar al Juez que se aparta de la neutralidad e imparcialidad que debe a su cargo y ello se hace de modo más adecuado si no se limita tal maldad a cuatro móviles concretos (soborno, interés, afecto o desafecto). Conviene, por ello, eliminar esas intenciones concretas y sustituirlas por otra expresión más amplia, que cobije cualquier intencionalidad maliciosa, del estilo de “a sabiendas de su injusticia” o similar. 4.- Chile. El Código Penal de la República de Chile de 1989 dedica, dentro del libro II, título V (delitos cometidos por los empleados públicos en el desempeño de sus cargos), una sección, la 4ª, a la prevaricación (arts. 223 a 232). 52 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Art. 223. “Los miembros de los Tribunales de justicia colegiados o unipersonales y los funcionarios que desempeñan el Ministerio público sufrirán las penas de inhabilitación absoluta perpetua para cargos y oficios públicos y profesiones titulares y la de presidio o reclusión menores en cualesquiera de sus grados: 1º. Cuando a sabiendas fallaren contra ley expresa y vigente en causa criminal o civil. 2º. Cuando por sí o por interpuesta persona admitan o convengan en admitir dádiva o regalo por hacer o dejar de hacer algún acto de su cargo. 3º. Cuando ejerciendo las funciones de su empleo o valiéndose del poder que éste les da, seduzcan o soliciten a mujer procesada o que litigue ante ellos”. Art. 224. “Sufrirán las penas de inhabilitación absoluta temporal para cargos y oficios públicos en cualquiera de sus grados y la de presidio o reclusión menores en sus grados mínimos a medios: 1º. Cuando por negligencia o ignorancia inexcusable dictaren sentencia manifiestamente injusta en causa criminal 2º. Cuando a sabiendas contravinieren a las leyes que reglan la sustanciación de los juicios, en términos de producir nulidad en todo o en parte sustancial. 3º. Cuando maliciosamente nieguen o retarden la administración de justicia y el auxilio o protección que legalmente se les pida. (…)” Art. 225. “Incurrirán en las penas de suspensión de cargo o empleo en cualquiera de sus grados y multa de once a veinte sueldos vitales, o sólo en esta última, cuando por negligencia o ignorancia inexcusables: 1º. Dictaren sentencia manifiestamente injusta en causa civil. 2º. Contravinieren a las leyes que reglan la sustanciación de los juicios en términos de producir nulidad en todo o en parte sustancial. 53 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO 3º. Negaren o retardaren la administración de justicia y el auxilio o protección que legalmente se les pida. (…)” Estamos ante el texto que más desciende al detalle al regular esta infracción, guardando gran similitud con la norma española, por lo que son aplicables aquí las consideraciones efectuadas en el capítulo referido a este último Derecho. No obstante, hay ciertas diferencias, algunas de forma o estilo y otras de fondo. Entre las diferencias de estilo destaca el hecho de que esta figura se incrimina entre las que protegen la función de los empleados públicas, y no entre las que tutelan la Administración de Justicia. En cuanto a las diferencias de fondo, la esencial es la incriminación del Ministerio Público cuando falle contra ley expresa, precisamente una de las reformas que propugno respecto al Código Penal español de 1995. De hecho, entiendo que la función de este servidor es esencial en el proceso, por lo que no es explicable su ausencia entre las figuras delictivas que nuestro texto punitivo dedica a la Administración de Justicia. Por el contrario, si algo me parece criticable del texto chileno es que sancione, a imagen y semejanza de lo que sucede en el Código español, la modalidad imprudente de esta infracción, ya que estimo que es suficiente con incriminar el dolo, incluido el que acontezca a título eventual, y acudir a la vía disciplinaria para sancionar tales comportamientos. 5. Estados Unidos Mexicanos. En materia punitiva coexiste un Código federal con diversos Códigos estatales. El Código Penal Federal, vigente desde 1931 y reformado por última vez, al menos al escribir estas líneas, el 18 de diciembre de 2002, es aplicable a toda la República en materia de fuero federal, y contiene un título dedicado a los delitos contra la Administración de Justicia. Efectivamente, a ese objeto se dedica el título undécimo del libro segundo, que se inicia con un capítulo que lleva por rúbrica “Delitos cometidos por los servidores públicos”. Dentro de éste se encuadra el artículo 225, que sanciona con penas de prisión, multa e inhabilitación diversas conductas contrarias al buen funcionamiento de la justicia. 54 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Art. 225: Son delitos contra la Administración de Justicia, cometidos por servidores públicos, los siguientes: VI. Dictar, a sabiendas, una resolución de fondo o una sentencia definitiva que sean ilícitas por violar algún precepto terminante de la ley, o ser contrarias a las actuaciones seguidas en juicio o al veredicto de un jurado, o omitir dictar una resolución de trámite, de fondo o una sentencia definitiva lícita, dentro de los términos dispuestos en la ley. VII. Ejecutar actos o incurrir en omisiones que produzcan un daño o concedan a alguien una ventaja indebidos. VIII. Retardar o entorpecer maliciosamente o por negligencia la Administración de Justicia. También existen, en la esfera estatal, referencias al Juez injusto, y así, acudiendo al texto estatal de mayor aplicación, el correspondiente al Estado de México, promulgado en 1999, encontramos un capítulo dedicado a los delitos cometidos por servidores públicos de la Administración de Justicia. Bajo esta rúbrica, el capítulo 6º, -ubicado en el subtitulo 3º (Delitos contra la Administración de Justicia, del título 1º (Delitos contra el estado), del libro 2º- contiene el artículo 166, que sanciona, con penas similares a las recogidas en el texto federal, diversas acciones obstructivas del juzgador. Art. 166: Son delitos cometidos por los servidores públicos de la Administración de Justicia: IV. Retardar o entorpecer maliciosa o negligentemente la Administración de Justicia. V. Omitir, acordar o no resolver dentro de los términos legales, los asuntos de su conocimiento, aun cuando sea con el pretexto de silencio, oscuridad de la ley o cualquier otro. VII. Dictar un auto o resolución, con violación de algún precepto de la ley o manifiestamente contrario a las constancias de autos o cuando se obre indebidamente y no por simple error de opinión. VIII. Ejecutar actos o incurrir en omisiones que produzcan un daño o concedan a alguien una ventaja indebida. IX. Admitir recursos notoriamente improcedentes, conceder términos o prórrogas indebidos. 55 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Lo primero que nos llama la atención es que en estos preceptos –art. 225 del Código federal y 166 del estatal- se abarcan diversas infracciones, desde una detención ilegal a una revelación de secretos, que tienen por nexo de unión estar cometidas por servidores públicos y agredir la función judicial. Así, no se especifica, a diferencia de lo que ocurre en España, que el hecho de dictar una resolución judicial contraria a la ley configure un delito de prevaricato, o prevaricación, si bien nos consta que por cualquiera de estos nombres se conoce en la doctrina el delito que nos ocupa. Por tanto, sería conveniente subdividir tales normas en atención a los diversos delitos que se abarcan. Respecto a la ubicación sistemática del tipo relativo a la conducta injusta del juzgador, nos parece muy adecuada, ya que se parte de reconocer la condición funcionarial del Juez, -pues el capítulo en que se colocan se refiere a delitos cometidos por servidores públicos-, pero no se niega la especialidad de ciertas infracciones, como la de dictar sentencias contrarias a la ley, lo que lleva al legislador a ubicarlas en el título dedicado a los delitos cometidos contra la Administración de Justicia. En cuanto al fondo de la regulación que podría ser aplicable al juez corrupto, lo primero que salta a la vista es su exhaustividad. Ello es de alabar, por un lado, en cuanto recoge no sólo conductas activas sino también omisivas, a imagen del texto español; empero, por otro, peca de innecesaria. Esto es, el hecho de tipificar conductas como la de conceder a alguien una ventaja indebida o la de admitir recursos notoriamente improcedentes, no aporta nada nuevo a la infracción y llega a ser algo irrelevante y superfluo, pues tales acciones quedan, en todo caso, cobijadas bajo la más amplia de dictar un auto o resolución que viola la ley. Así, quizá convendría eliminar tanto detalle, pues siempre hay conductas que escapan a lo tipificado, y recurrir a fórmulas más generales, del estilo de la recogida en el art. 166 punto VII, que acude como término de comparación a la violación de la ley. También sería mejorable, a mi juicio, el aspecto culpabilístico, pues conviene que estas conductas vayan acompañadas de una conciencia clara de lo antijurídico de la conducta, a lo que ayudaría el uso de alguna cláusula similar al “a sabiendas” español. 6. Brasil. El Código Penal brasileño es de 1940, si bien ha sufrido reformas importantes, entre las que destaca la datada 56 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO en 1984. Dentro de su parte especial se dedica el título XI a los delitos contra la Administración Pública, comenzando éste por un capítulo referido a los delitos practicados por los funcionarios públicos. En ese apartado se encuentra el precepto que nos interesa. Artículo 319. PREVARICAÇAO: El funcionario que retarde o deje de practicar, indebidamente, un acto de oficio, o lo practique contra disposición expresa de la ley, para satisfacer intereses o sentimientos personales, será sancionado con detención de tres meses a un año y multa. Respecto a la ubicación sistemática de la norma, observamos como se acogen como sujetos activos tanto al funcionario judicial como al no judicial, pues se estima que lo tutelado es la Administración Pública. Podemos recordar aquí que si es el juzgador quien, ejerciendo su función, viola el Derecho, lo agredido será la Administración de Justicia antes que la Administración Pública en su totalidad, por lo que, una vez más, propugnamos un cambio de sistemática que atienda al bien jurídico protegido. Por otro lado, es de apreciar que el legislador requiere dolo, pero no opta por una solución similar al uso de la expresión española “a sabiendas”, sino que escoge un dolo específico, el satisfacer intereses o sentimientos personales, lo que puede ser peligroso, pues es demasiado vago y, además, podría dejar fuera ciertos móviles abyectos, -por ejemplo, no podría castigarse conforme a este precepto al juzgador que absuelve a un asesino múltiple movido, no por interés personal, sino por miedo a su venganza-. Es, en todo caso, función de la jurisprudencia del país, delimitar tan ambiguo concepto y dotarlo de la precisión que la seguridad del tráfico jurídico requiere. 7. Paraguay. El Código penal de la República de Paraguay, de 1996, recoge en su parte especial, dentro del título VIII (Hechos punibles contra las funciones del Estado), varios capítulos. Pues bien, el primero se dedica a los hechos punibles contra la Administración de Justicia, el segundo a los hechos punibles contra la Administración Pública y el tercero a los hechos punibles contra el ejercicio de funciones públicas. En el último de estos capítulos se encuadra el artículo 305, que con la 57 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO rúbrica “Prevaricato”, dispone una pena privativa de libertad de hasta diez años al Juez, árbitro u otro funcionario que, teniendo a su cargo la dirección o decisión de algún asunto jurídico, resolviera violando el derecho para favorecer o perjudicar a una de las partes. De este precepto cabe decir que es casi idéntico al homólogo alemán, pues el Código penal alemán dedica el parágrafo 339 al “Rechtsbeugung” (expresión que literalmente significa “torcimiento del Derecho”), tipificando la conducta con un tenor muy similar, por lo que las observaciones aducidas al estudiar dicho texto son plenamente aplicables aquí. 2.2. DISCIPLINA JUDICIAL. Una vez constatada la existencia de normativa penal que persigue al Juez que incumple su función y rompe su imparcialidad, conviene que estudiemos someramente los mecanismos existentes para asegurar la disciplina judicial. Distingue Capelletti tres modelos de control para asegurar la disciplina judicial: el represivo (o modelo de dependencia) que otorga el control de la conducta judicial a otro de los poderes del Estado; el modelo autónomo corporativista, que asigna este papel al mismo Poder Judicial, y el modelo orientado hacia el usuario del sistema, que combina los anteriores creando órganos especiales de control 57 . Supone el primer modelo la sumisión del Poder Judicial a otros de los poderes estatales, y constituye un ejemplo el denominado Juicio por Responsabilidad (impeachment) previsto en la Constitución de Estados Unidos, y según el cual los jueces federales sólo pueden ser destituidos después de ser acusados ante la cámara baja y juzgados por el senado 58 . Este modelo ha sido tomado por algunas legislaciones latinoamericanas, como Brasil o México 59 . Encuentran Salas y Rico que la limitación más importante de este modelo consiste en que la única 57 Vid., al respecto: CAPELLETTI, M.: “Who Watches the Watchmen?. A comparative Study of Judicial Responsability”, en The American Journal of comparative Law, nº 31, 1983, pgs. 1 a 62. 58 Señalan Salas y Rico que uno de los aspectos más importantes de la carrera judicial es la obligación de rendir cuentas por errores o mala conducta, lo que implica un delicado equilibrio entre la independencia judicial y el derecho del público a una magistratura eficiente e imparcial. SALAS,L./ RICO, J.M.: Carrera Judicial en América Latina, Centro para la Administración de Justicia, Florida International University, Miami, 1990, pgs. 37 y 38. 59 Conforme a los artículos 42 de la Constitución brasileña y 110 de la mexicana. 58 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO medida disciplinaria asignada al Poder legislativo es la destitución del cargo, quedando sin regular las faltas menores. El segundo modelo, autónomo corporativista, deja en manos del Poder Judicial la potestad disciplinaria. Buen ejemplo de este sistema es Costa Rica, cuyos Jueces sólo están sujetos a una disciplina interna. De hecho, los Magistrados de la Corte Suprema sólo pueden ser suspendidos de su función por el voto de las dos terceras partes de la Corte Plena. El resto de los miembros de la judicatura ven supervisada su conducta por un Tribunal de Inspección Judicial, si bien las decisiones de esta inspección son examinadas por la Corte Plena 60 . El modelo orientado hacia el usuario representa la tendencia más reciente en materia de control de la conducta judicial, y se da en aquellos países que han creado Consejos de la Judicatura, como Panamá y Honduras, ante los que se sustancian las acciones disciplinarias incoadas contra los juzgadores infieles. Conviene apuntar la evolución que podemos observar en Argentina, que carecía de órgano de control disciplinario hasta hace poco. En efecto, podía ubicarse entonces este sistema en el primer modelo de sumisión del Poder Judicial a otro de los poderes estatales (una especie de juicio de responsabilidad ante el Poder Legislativo). No obstante, a partir de la reforma constitucional de 1994 se creó en Argentina el Consejo de la Magistratura, que ejerce ahora las facultades disciplinarias sobre los Jueces y decide la apertura de los juicios de remoción de los Jueces, ordena la suspensión y formula la acusación pertinente. De este modo, los Jueces de tribunales inferiores pueden ser removidos por un jurado de enjuiciamiento, creado a tal efecto, integrado por legisladores, magistrados y abogados. El efecto de ese fallo es sólo la destitución del magistrado pudiendo quedar sujeto a un eventual juicio ante los tribunales ordinarios. Para finalizar este epígrafe deseamos poner de manifiesto que en muchos casos no es adecuada la vía penal, bien por su excesiva gravedad, o por ser inviable en el ámbito probatorio, pues no siempre es fácil demostrar que lo resuelto contradice la ley de modo doloso, ante lo que sería deseable acudir, en primera instancia, a medios disciplinarios para combatir al Juez injusto. En todo caso, los Consejos mencionados pueden valorar si la gravedad de la actuación judicial supone, o no, la pertinencia de remitir lo actuado a los tribunales penales. No obstante, convenimos con Salas y Rico en que los mecanismos destinados a 60 RICO, J.M. (Y OTROS): La Justicia Penal en Costa Rica, San José, EDUCA, 1988, pg. 122. 59 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO asegurar el control de la conducta de los jueces sólo pueden ser efectivos si el país goza de estabilidad política 61 . 61 SALAS, L./ RICO, J.M.: Carrera Judicial en América Latina, cit., pg. 41. 60 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO CAPÍTULO 3. FRANCIA. El Código Penal francés recientemente derogado recogía, dentro de los delitos relativos a la corrupción funcionarial (art. 180 y siguientes), un delito autónomo dedicado al juzgador que abusaba del cargo, perjudicando o beneficiando injustamente a una parte 62 . Se trataba del artículo 183, cuyo texto decía 63 : "Todo Juez o administrador que decida a favor o en contra de una parte será culpable de prevaricación y castigado con inhabilitación". El libro IV del Código Penal francés de 1994, titulado "Delitos contra la nación, el Estado y la paz pública", recoge las infracciones relativas a la denominada "Chose publique". Este libro es, precisamente, el que ha sufrido más modificaciones respecto al texto anterior. Junto a la supresión de figuras delictivas anacrónicas como el antiguo "Vagabondage" (art. 269 y ss.), y la "Mendicité" (art. 274 y ss.), desaparecen otras como la acusación de un Ministro o un miembro del Parlamento sin las autorizaciones previstas en la ley (art. 121) o la prevaricación, "Forfaiture", del Juez (art. 183). Así, ha apreciado el legislador francés que era innecesaria la tipificación de esa última figura delictiva, que ya no pervive en el nuevo texto, al entender que si el Juez abusa del cargo y obtiene un beneficio de éste corresponde aplicar el delito de corrupción, infracción que abarca o consume el desvalor de la acción de prevaricar, y no creer que merezca sanción penal, relegándose al ámbito disciplinario, el acto de favorecer o perjudicar a una parte sin que medie contraprestación alguna. Efectivamente, justifica el Parlamento la supresión de las diferentes infracciones de este libro por tres razones, bien por haber caído algunas en desuso, bien por suponer otras una doble incriminación o bien, por último, por estimarse que 62 Militello entendía que ello obedecía a la relevancia penal concedida al comportamiento del Juez que dolosamente juzgaba de modo injusto. MILITELLO, V.: "Sulla corruzione in atti giudiziari", en la obra colectiva (coordinada por A.M. Stile): La reforma die Delitti Contro la Publica Amministrazione, Jovene Editore, Nápoles, 1987, pgs. 362 y 363. 63 La voz "Forfaiture" la traduce Le Docte por "prevaricación", o "abuso de cargo público", aduciendo que se trata del nombre común que el Código Penal francés dedica a los delitos cometidos por un funcionario público en el ejercicio de su cargo. LE DOCTE, E.: Dictionnaire de termes juridiques en quatre langues, editorial Bruylant, Bruselas, 2ª edición, 1995, pg. 316. 61 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO ciertos comportamientos hoy en día no deben ser relevantes para el Derecho Penal 64 . Contiene el nuevo libro IV, dentro del título III (Atentados contra la autoridad del Estado), el capítulo cuarto, dedicado a los "Atentados contra la acción de la Justicia", ubicándose ahí el artículo 434-9. Este precepto sanciona, a lo largo de tres párrafos, la denominada "corrupción judicial". En el primero se castiga al Magistrado, jurado, miembro de un órgano jurisdiccional o perito que solicita a las partes, sin tener derecho a ello, una promesa, cosa o ventaja por el cumplimiento o la omisión de un acto de servicio. El segundo párrafo sanciona a cualquiera de estos sujetos que cede a la solicitud de una persona y acepta su presente o promesa por cumplir u omitir un acto de servicio. El tercero supone una agravación de la pena en caso de que la infracción definida en el primer párrafo se cometa por un Magistrado en beneficio o en perjuicio de un persona sometida a un proceso penal. No se observa en el nuevo Código ningún precepto similar al antiguo artículo 183; no obstante, la corrupción activa o pasiva de un Magistrado, jurado, miembro de un órgano jurisdiccional, árbitro o perito se sigue sancionando (art. 434.9), de modo similar a los derogados artículos 177 a 182. De hecho, las definiciones de lo que constituyen actos de corrupción activa o pasiva, contenidas en los vigentes artículos 432-11 y 433-1, no suponen modificación respecto al antiguo texto punitivo 65 . En conclusión, el Juez francés que dicte dolosamente una resolución injusta a favor o en contra de una parte (acción que antes suponía su inhabilitación) no comete, de acuerdo con el Código Penal vigente, ningún delito, quedando a salvo la posible responsabilidad disciplinaria. Tan sólo será delictiva su conducta si la acción u omisión injusta ha sido movida por una recompensa o promesa de ésta. 64 Vid. Circulare Generale presentant les Dispositions du Noveau Code Penal, Comentaire des Dispositions de la Partie Legislative du Noveau Code Penal (Livres I a V) et des Dispositions de la Loi du 16 de dezembre de 1992 relative a son entree en vigueur, Direction des Affaires Criminelles et des Graces, Mayo, Ministere de la Justice, 1993, pg. 227. 65 Vid. Circulare Generale presentant les Dispositions du Noveau Code Penal, Comentaire des Dispositions de la Partie Legislative du Noveau Code Penal (Livres I a V) et des Dispositions de la Loi du 16 de dezembre de 1992 relative a son entree en vigueur, cit., pg. 283. 62 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO CAPÍTULO 4. ALEMANIA. 4.1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y UBICACIÓN SISTEMÁTICA DEL PRECEPTO. El moderno Estado de Derecho ha dotado al Juez de una posición que le posibilita libre e independientemente decidir sobre la libertad y propiedades de sus conciudadanos. Esa especial posición que sólo vincula al Juez a la ley, decía Otto Henning, refiriéndose a Alemania, justifica que un abuso del poder en el cargo judicial sea sancionado con una pena alta, para reafirmar la vigencia del ordenamiento estatal 66 . La prevaricación del Juez se sanciona en Alemania entre los delitos de los funcionarios, dedicando el texto punitivo germánico la sección 30 de su libro II a los delitos cometidos en el ejercicio del cargo (Straftaten in Amt) 67 . Contiene la referida sección los delitos especiales, propios e impropios, más importantes de funcionarios, caracterizados, según Cramer, por conllevar una lesión para la relación de fidelidad que une a aquellos al Estado, o a la confianza del público en la integridad del aparato funcionarial estatal 68 . Aunque, añade dicho autor, no sea completa la repetida sección al existir fuera de ella delitos de esa clase. En cuanto a la injusticia del delito del cargo (Amtsdelikte) consiste, básicamente, en la infracción de las normas que guían la conducta del servidor público y en el perjuicio para el interés del Estado en la buena apariencia del sistema estatal. Suelen diferenciarse dos tipos 66 HENNING, O.:Die Rechtssprechung im geltenden Recht und in den deutschen Strafgesetzbuch unter besonderer Berüchsichtigung der Amtlichen Entwürfe eines Allgemeinen deutschen Strafgesetzbuches von 1925 und 1927, Gießen, 1929, pg. 14. 67 Como sucede en las leyes penales europeas, este Código alemán (Strafgesetzbuch, en adelante STGb), se divide en una parte general (Allgemeiner Teil) y otra especial (Besonderer Teil). Se regula la prevaricación, dentro de la especial, en la sección 30, titulada "Straftaten in Amt". Aunque, según Schumann, no siempre el título de la sección sugiere el interés protegido, en este caso no puede negarse que se protege, sin perjuicio, como veremos, de otros objetos de tutela, el deber del cargo o la obligación funcionarial de cumplir sus cometidos. SCHUMANN, H.: Introduction to German Law, 1996, pgs. 384 y 411. 68 Bajo el epígrafe ”Straftaten im Amt”, se abarcan los principales delitos especiales (propios e impropios) del servidor público, los cuales se caracterizan, según Cramer, por una lesión de la relación de fidelidad que une al sujeto con el Estado o de la confianza pública en la integridad del aparato funcionarial, si bien no es un título completo al existir delitos de funcionario fuera de éste. CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, 25ª edición, Munich, 1997, pg. 2255. 63 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO de delito del cargo: el propio, comisible tan sólo a título de autor por alguien que ejerce un cargo público, y el impropio, del cual toda persona puede ser autor, suponiendo el ejercicio de cargo público una mera cualificación penal 69 . La agravación del segundo grupo deriva de la lesión por el autor de la relación de confianza y servicio público así como del abuso que ha realizado de su cargo, pues se ha servido del poder estatal como medio de comisión del delito. Reza el parágrafo 339: “El Juez, funcionario distinto o árbitro que realice culpablemente una prevaricación -literalmente se habla de un torcimiento del Derecho- en la dirección o decisión de un asunto, sea a favor o en contra de una parte, será castigado con pena privativa de libertad de uno a cinco años”. La ley de reforma del STGb, de 13 de agosto de 1997, ha variado la numeración de este precepto, aunque su contenido sigue intacto, pues antes de esa fecha la prevaricación se ubicaba en el parágrafo 336. De mayor calado fue, por variar el elemento subjetivo, la modificación que introdujo el art. 19 n° 188 de la EGSTGb de 2 de marzo de 1974. Esa reforma, puesta en relación con el §11.1 STGb, resolvía afirmativamente la hasta entonces controvertida cuestión de si los Jueces honoríficos (ehrenämtliche Richter) podían prevaricar 70 . Desde entonces el sujeto deja de ser funcionario o árbitro (Beamter oder Schiedsrichter), para abarcar también al Juez, quedando así la esfera subjetiva: "Richter, anderer Amtsträger oder Schiedsrichter" (Juez, otro servidor público o árbitro). Ya antes otra reforma afectó al elemento subjetivo, pues suprimió la expresión "vorsatzlich" (doloso) sin sustitución alguna 71 . De esta manera, aunque en el proyecto se pensó en sustituir esa expresión por otra con sentido similar "absichtlich oder wissentlich" (a propósito o a sabiendas), la ley reformadora, EGSTGb de 4 de abril de 69 Vid. CRAMER, P.: ibidem. Así lo pone de manifiesto Rudolphi en: RUDOLPHI, H./HORN, E./SAMSON, E.: Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, editorial Alfred Metzner, 5ª edición, Berlín, 1993, pg. 40. 71 Fischer cree que la nueva redacción ha dejado claro que no es necesaria una acción a sabiendas o a propósito para cometer la conducta típica. Fischer en: TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, 49ª edición, Beck´sche Verlagsbuchhandlung, Munich, 1999, pg. 1836. 70 64 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO 1972, eliminó la expresión sin más, lo que mueve a gran parte de la doctrina a defender que basta el dolo eventual para colmar el tipo 72 . En lo que respecta a la terminología, el concepto alemán que más se asemeja a la palabra española prevaricación es "Rechtsbeugung". Ello es así a pesar de que exista el vocablo alemán "Prävarikation", casi idéntico al que da nombre al delito en nuestro texto punitivo, pues aunque en el lenguaje usual tiene un alcance similar al término español, en sentido jurídico penal se usa para definir la deslealtad del abogado al servicio de las partes contrarias en un mismo asunto, acción también llamada "Parteiverrat" (traición a la parte) 73 . Es por ello, en este contexto, más adecuada la voz "Rechtsbeugung", referida, en el § 339 STGb, a las decisiones imparciales emitidas por Jueces, otros funcionarios y árbitros. En efecto, la palabra "Rechtsbeugung" proviene de la unión del sustantivo "Recht" (Derecho) y el verbo "beugen" (torcer), significando, literalmente, "torcimiento del Derecho". A pesar de sonar extraña en nuestro idioma, no cabe negar que esa voz expresa exactamente la acción que se pretende sancionar, esto es, la extensión del Derecho más allá de lo permisible. En las leyes alemanas de los siglos XVIII e inicios del XIX se desconocía el delito de prevaricación judicial. Se sancionaban, eso sí, las arbitrariedades judiciales aplicando otras figuras, como el tipo del abuso de cargo público "Mißbrauch der Amtsgewalt" (aparece esta infracción ya en el Codex Iuris Bavarici Criminalis, en su parte 1, capítulo 9, §§ 5 y 9) 74 . Así, los principales textos punitivos de la época, como los de Bayern (1815) y Oldenburg (1814), no perdonaban al juzgador, aunque todavía sin usar la expresión "prevaricación", su actuación abusiva. La expresión "Rechtsbeugung" aparece por primera vez en los Código Penales de Württemberg (1839), §§ 437 y ss, y de Braumscheig (1840), §§ 228 y ss. Para realizar el § 336, idéntico al vigente § 339, el legislador alemán tomó como modelo la disposición que el Código Penal de 1851 recogía para el Estado prusiano 75 . En todo 72 Así lo cree Spendel. SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, editorial Walter de Gruyter, 10ª edición, 1988, pg. 33. 73 Sobre el significado de estos conceptos resulta de utilidad la obra de Quintano y Heilpern. QUINTANO RIPOLLÉS, A./ HEILPERN DE QUINTANO, J.: Diccionario de Derecho Comparado, editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1951, pgs. 373, 401 y 402. 74 Realiza Otto Hennig un excelente estudio de esta evolución, en: HENNING, O.:Die Rechtssprechung im geltenden Recht und in den deutschen Strafgesetzbuch unter besonderer Berüchsichtigung der Amtlichen Entwürfe eines Allgemeinen deutschen Strafgesetzbuches von 1925 und 1927, cit., pgs. 11 a 13. 75 Si lo comparamos con el texto vigente observamos gran similitud, aunque hay dos diferencias esenciales, pues por un lado el texto moderno une los dos párrafos del § 314, 65 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO caso, los antecedentes de esta expresión superan estas fechas, pues, como aduce Spendel, el modismo "das Recht beugen" (torcer el Derecho) como expresión que supone la realización de un acto injusto es mucho más antigua que su plasmación en la ley penal, pues ya la Biblia dice "No deberás torcer el Derecho ni tomar bienes ajenos" 76 . Ciertamente, la prevaricación no ha exigido mucho tiempo a los Tribunales alemanes. El Tribunal Supremo del Reicht (Reichtsgericht) se ocupó, en todo el periodo de su vigencia sólo de dos casos, como indica Musielak 77 . En el primero se inculpó al presidente de un Tribunal de escabinos "Schoffengericht" por falsear los hechos en un asunto penal, mientras que en el segundo el procesado era un funcionario policial acusado de emitir una orden de detención a pesar de conocer que el hecho punible había prescrito y que esa prescripción excluía toda imposición de pena. La doctrina ha estimado correcta la ubicación sistemática del precepto, al tratarse de un delito cometido en el ejercicio del cargo 78 . No falta, empero, quien reclama un delito autónomo, dentro de esa sección, que tenga como sujeto activo sólo al Juez. De esta opinión es Ursula Schmidt, quien señala como prototipo de prevaricación la cometida por el Juez y pide, por el singular cargo desde el que se delinque, la creación de un delito específico que no pueda ser cometido por otros funcionarios, sino sólo por los Jueces. En la búsqueda de una razón imparcial a favor de esta diferenciación, concluye Ursula Schmidt, se debe acudir a la independencia como señal distintiva del status que diferencia al Juez del resto de funcionariado 79 . y, por otro, ya no habla de la comisión de una "Ungerechtigkeit" (injusticia), pues usa la expresión "einer Beugung des Rechts" (torcimiento del Derecho). WACKER, H.: Die Rechtsbeugung. Dogmatische und rechtspolitische Untersuchungen zu § 336 des Reichtsstrafgesetzbuches mit besonderer Berücksichtigung der Strafgesetzentwürfe, Kiel, 1931, pgs. 15 y 16. 76 Además de esta cita (Moisés, libro 5º, capítulo 16, versículo 19), condena también la Biblia a quien "tuerza los derechos" de los desprotegidos, como el huésped, el huérfano o la viuda. "Verflucht sei, wer das Recht des Fremdlings, des Waisen und der Witwe beugt" (Moisés, libro 5º, capítulo 27, versículo 19). Spendel también observa referencias similares en la época de Lutero. SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 34. 77 Musielak sólo ha encontrado estos dos casos. MUSIELAK, H.: Die Rechtsbeugung(§ 336 STGb), Köln, 1960, pg. 1. 78 Cramer dice que estamos ante un "Amtsdelikt", lo que parece dar a entender que la ubicación, en una sección dedicada a éstos, es la adecuada. CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2279. 79 El que se cometa el delito desde un cargo judicial independiente caracteriza este delito, en el que el Juez hace precisamente lo contrario de lo que corresponde a su cargo, pues no aplica el Derecho correctamente, sino que lo "tuerce". SCHMIDT-SPEICHER, U.: 66 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO No obstante, y aunque se atienda a la nota de la independencia judicial para solicitar una diferenciación sistemática entre la prevaricación del Juez y la de los otros funcionarios, no es esta característica el objeto de protección, pues, sin perjuicio de reconocer la necesidad de su salvaguarda, lo que se intenta evitar es, precisamente, que nadie abuse de esa privilegiada situación. La grave pena prevista responde a la posición especial que el Juez ostenta en un Estado de Derecho. De hecho, dice Heinitz, todas las garantías dirigidas a sustentar la independencia de la Administración de Justicia no pueden evitar el peligro de que un Juez abuse de su poder, desconociendo el imperio del Derecho 80 , lo que nos lleva a buscar el objeto de tutela de este precepto, tema que ocupa nuestro siguiente apartado. Hauptprobleme der Rechtsbeugung unter besonderer Berücksichtigung der historischen Entwicklung des Tatbestandes, editorial Duncker-Humblot, Berlín, 1982, pgs. 390 y 391. 80 A la protección de tal imperio se refiere Heinitz como "die Herrschaft des Rechts", en HEINITZ, E.: Probleme der Rechtsbeugung, editorial Colloquium, Berlín, 1961, pg. 5; Fischer también niega que la independencia judicial sea el objeto de protección del § 339, pues no ve esa nota en el espíritu del precepto. Señala, en todo caso, que se confirma esta esfera de libertad del juzgador en los artículos 97 I y 103 II de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania (Grundgesetz). Fischer en: TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, cit., pg. 1837. 67 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO 4.2. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO. Una amplia corriente de opinión caracteriza todos los delitos de funcionarios (Straftaten in Amt), entre los que se encuentra la prevaricación, por la infracción del deber al que obliga el cargo público que se ostenta. No es éste, empero, el único objeto de protección en este delito, pues el tipo concreto se puede afectar desde diversos puntos de vista. Así, estima Peter Cramer que el contenido del injusto del llamado delito del cargo (Amtsdelikte) consiste, por un lado, en el ataque a un ejercicio de la función pública adecuado al ordenamiento y, por otro, en el perjuicio del interés estatal producido al afectarse el aparato administrativo jurídico estatal 81 . En todo caso, gran parte de la doctrina defiende que el bien jurídico concretamente protegido por este delito es la Administración de Justicia, aunque parece, dado el tenor literal del parágrafo, que tal concepto se usa en un sentido amplio, comprensivo tanto de la actividad propiamente jurisdiccional como de aquellas funciones decisorias de la Administración, no propias de un Juez sino de un funcionario administrativo sin potestad judicial. Según Rengier, la sociedad espera, del Juez y del resto de funcionarios que deben dirigir o decidir asuntos jurídicos, que ejerzan su misión imparcialmente y se basen sólo en el Derecho, por lo que la comisión de este delito supone un ataque interno a la propia Administración de Justicia 82 . En la misma línea, Fischer entiende que el § 339 protege la Administración de Justicia, o "Rechtspflege", en especial la validez del ordenamiento jurídico en la dirección y decisión de asuntos jurídicos, de ataques procedentes del interior 83 . También Lackner opta por ese objeto de protección, que se plasma, según él, en la misión que dicha Administración asume de pronunciar el derecho adecuado a cada caso, 81 Bajo el epígrafe ”Straftaten im Amt”, se abarcan los principales delitos especiales (propios e impropios) del servidor público, los cuales reflejan una esencia común, según Cramer, por suponer una lesión de la relación de fidelidad que une al sujeto con el Estado o de la confianza pública en la integridad del aparato funcionarial, si bien no es un título completo al existir delitos de funcionario fuera de éste. CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2255. 82 RENGIER, R.: Strafrecht. Besonderer Teil II, Delikte gegen die Person und die Allgemeinheit, C.H. Beck´sche Verlagsbuchhandlung, 2ª edición, Munich, 1999, pg. 412. 83 Por el contrario, no cree Fischer que sea, de ningún modo, la independencia judicial lo protegido. Fischer en: TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, cit., pg. 1836. 68 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO considerando que a la salvaguarda de las partes se otorga sólo una protección indirecta 84 . En todo caso, no queda así la cuestión resuelta, ya que sobre la referencia a la protección del Derecho objetivo existen opiniones enfrentadas en la doctrina, planteándose dos teorías posibles según se vea la esencia del delito en la tergiversación de la normativa vigente; esto es, en el incumplimiento jurídico apreciable de modo objetivo; o en la maldad subjetiva del funcionario, que incumple su deber de fidelidad, condenándose así, la perversión objetiva o la subjetiva 85 . De modo conciliador, Seebode propone una teoría mixta, que conjuga la injusticia objetiva de la decisión y el elemento subjetivo que supone la intención o tendencia subjetiva del autor a infringir el Derecho 86 . Aunque la teoría subjetiva tiene algún defensor que reconoce en la prevaricación el único delito de convicción (Überzeugungsdelikt) 87 que queda en el STGb, la mayoría estima más acertada la objetiva. En efecto, suele entenderse que por mucho convencimiento que exista de que se realiza una lesión del Derecho, no aparecerá realmente ésta sin colmarse el elemento objetivo 88 . De hecho, 84 Lackner en LACKNER, K./ KÜHL, K.: Strafgesetzbuch mit Erläuturungen, C.H. Beck´sche Verlagsbuchhandlung, 22ª edición, Munich, 1997, pg. 1450. 85 Al analizar Hupe cúal es el fin que se protege de modo directo con la referencia a la Administración de Justicia recoge estas teorías, caracterizando la subjetiva por condenar la falta de escrupulos del funcionario que infringe su obligación, y la objetiva por condenar la aplicación del Derecho de modo objetivamente erróneo. HUPE, A.: Der Rechtsbeugungsvorsatz. Eine Untersuchung zum subjektiven Tatbestand des § 336 STGb unter besonderer Berücksichtigung des richterlichen Haftungsprivilegs, cit., pgs. 104 a 106; Spendel habla de estas dos teorías refiriéndose a la perversión objetiva del funcionario, que se plasma en el torcimiento exterior del Derecho, y la ruptura jurídico objetiva, y a la perversión subjetiva, o falta de escrúpulos del aplicador jurídico. SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pgs.35 y 36. 86 SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, editorial Luchterhand, Darmstadt, 1969, pg. 18. 87 Vid. MUSIELAK, H.: Die Rechtsbeugung(§ 336 STGb), cit., pgs. 19 a 22; SCHOLDERER, F.: Rechtsbeugung im demokratischen Rechtsstaat. Zur Rekonstruktion des § 336 STGb für die Gegentwart, Nomos Verlagsgesellschaft, 1ª edición, BadenBaden, 1993, pgs. 60 y 61, 67 a 69. 88 Peter Baisch rechaza la subjetiva porque supone sancionar la infracción del servidor público que traiciona su función, sin atender, ahí reside el fallo, al resultado de su actividad. La actividad de tales empleados estatales no es libre, por estar sujeta (art. 20 GG) al Derecho vigente, concluyendo este autor que el tipo tiende a reafirmar tal sujeción. BAISCH, P.: Der Schutz des Opportunitätsprinzips im Ordnungswidrigkeitenrecht durch den Tatbestand der Rechtsbeugung, Köhler-Druck, Tübingen, 1992, pgs. 122 y 123. Cree también dudoso Scholderer que exista una lesión del Derecho sin haber cumplido el tipo objetivamente, especificando que lo protegido aquí es la Administración de Justicia estatal contra ataques internos. SCHOLDERER, F.: 69 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO como aduce Spendel, en caso de que un Juez crea que su conducta al decidir un asunto jurídico es incorrecta jurídicamente, y que la aplicación jurídica realizada es punible, siendo, realmente, correcta la decisión, surge un delito putativo impune 89 . 4.3. SUJETO ACTIVO. La sección 30 del libro II del STGb, dedicada a los delitos cometidos en el ejercicio del cargo (§§ 331 a 358), no contiene sólo tipos que puedan cometer funcionarios, pues hay también en ella ciertas conductas que cualquier tercero, sin carácter público, puede realizar 90 . De hecho, aunque ciertos autores entienden que el § 339 es un delito especial propio de funcionario no es ello del todo cierto, pues puede ser sujeto activo del delito el árbitro, que no es sino un particular sin potestad pública alguna 91 . Se trata, eso sí, de un delito especial propio, cuya comisión se reserva a ciertas personas 92 . Así, el tenor literal limita la autoría al Juez, a otro servidor público, y al árbitro. Rechtsbeugung im demokratischen Rechtsstaat. Zur Rekonstruktion des § 336 STGb für die Gegentwart, cit., pg. 67. 89 Incluso para la doctrina subjetiva entiende Spendel muy singular la admisión de la tentativa de prevaricación. En caso de que un Juez crea que su conducta al decidir un asunto jurídico es incorrecta jurídicamente, y que la aplicación jurídica realizada es punible, siendo, realmente, correcta la decisión, surge un delito putativo impune. Cuando el Juez se confunde no sólo sobre una cuestión jurídica sino también sobre un elemento fáctico el delito putativo se convierte en una tentativa inidónea. SPENDEL, G.: Rechtsbeugung durch Rechtsprechung. Sechs strafrechtliche Studien, editorial Walter de Gruyter, Berlín, 1984, pgs. 84 y 85. 90 Rohlff se refiere a este hecho y a la clasificación doctrinal entre delitos de funcionarios propios o impropios, según pueda un tercero cometerlo. ROHLFF, A.: Die Täter der Amtsdelikte. Amtsträger und für den öffentlichen Dienst besonders Verpflichtete. Die Gesetzdefinition des § 11 Absatz 1 Nr. 2 bis 4 STGb, Verlag für Wissenschaft und Forschung, 1ª edición, Berlín, 1995, pg. 34; vid. también: MEURER, D.: Grundkurs Strafrecht. Besonderer Teil, Elwert Verlag Marburg, 3ª edición, 1999, pgs. 311 a 313. 91 Haft cree estar ante un delito propio de funcionario, "echtes Amtsdelikt", que al tiempo es un delito especial "Sonderdelikt", y de propia mano "egenhändiges Delikt". HAFT, F.: Strafrecht. Besonderer Teil. Die wichtigsten Tatbestände des Besonderen Teiles des Strafgesetzbuches, C.H. Beck´sche Verlagsbuchhandlung, 6ª edición, Munich, 1997, pg. 300. 92 Spendel especifica que no estamos ante un delito del cargo público "Amtsdelikt", sino ante un delito especial propio. SPENDEL, G., en JESCHECK, H.(y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg.35; así lo califica también Schmidt. SCHMIDT-SPEICHER, U.: Hauptprobleme der Rechtsbeugung unter besonderer Berücksichtigung der historischen Entwicklung des Tatbestandes, cit., pg.398; Cramer cree que el precepto configura un delito del cargo "Amtsdelikt", aunque aclara que respecto al árbitro se trata más bien de un delito especial propio. CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2279; 70 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO 4.3.1. EL JUEZ. Estamos ante el prototipo de autor de esta infracción, pues históricamente fue el primero en aparecer y su comportamiento inicuo ha calado siempre profundamente en la conciencia popular 93 . El Juez, que según el § 11 I n°2 es funcionario a efectos penales, se cita al mismo tiempo, a modo de ejemplo y sin ser ello necesario, como uno de los posibles sujetos del § 339. Resalta tan superflua mención, según Baisch, su especial posición jurídico constitucional como portador de la potestad de pronunciar el Derecho que le otorgan los artículos 92 y 97 GG 94 . Además de ese reconocimiento, supuso la mención expresa de esta figura la resolución de un punto litigioso. Efectivamente, la vieja versión de la norma mencionaba como posibles autores sólo al funcionario y al árbitro, y no al Juez específicamente. Se discutía la inclusión de este último en la voz funcionario, en tanto que la doctrina mayoritaria creía inmerso en el tipo al Juez profesional pero excluidos al Juez a título honorífico y al lego. Todos señalaban lo incongruente de tal ausencia 95 , que el legislador subsanó con el artículo 19 n° 188 EGSTGb de 2 de marzo de 1974, modificador del entonces § 336. El tenor literal de esta norma, en relación con el § 11 I n° 3 STGB, ha despejado toda duda y da cabida en el concepto Juez al Juez lego y al que lo es a título honorífico "Laien- oder ehrenamtliche Richter", categorías entre las que se cuentan el Juez escabino "Schöffe", el laboral "Arbeitsrichter", el disciplinario "Disziplinarrichter" o el de comercio "Handelsrichter" 96 . Como decíamos, antes de esa reforma no parecían ser sujetos típicos esos juzgadores. Deducía Seebode, incluso, Wessels lo clasifica acertadamente como delito especial propio "echtes Sonderdelikt", especificando que respecto al Juez y demás funcionarios es un delito propio de funcionario "echtes oder eigentlich Amtsdelikt". WESSELS, J./ HETTINGER,M.: Strafrecht. Besonderer Teil.1. Straftaten gegen Persönlichkeits- und Gemeinschaftswerte, cit., pg. 289. 93 Schmidt cree que, pese a la amplitud subjetiva del tipo, sigue siendo el autor prototipo de la conducta el Juez profesional. SCHMIDT-SPEICHER, U.: Hauptprobleme der Rechtsbeugung unter besonderer Berücksichtigung der historischen Entwicklung des Tatbestandes, cit., pg. 390. 94 BAISCH, P.: Der Schutz des Opportunitätsprinzips im Ordnungswidrigkeitenrecht durch den Tatbestand der Rechtsbeugung, cit., pg. 30. 95 BAISCH, P.: ibidem. 96 Cramer o Spendel ponen de relieve la amplitud que actualmente tiene la voz "Richter". CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2282; SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 39. 71 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO de la evolución histórica de los §§ 336 y 359 STGb, que no era un olvido, sino que el legislador quiso expresamente excluir a los Jueces legos del círculo de sujetos típicos a estos efectos, y no los consideró funcionarios en sentido penal 97 . Se aplaudió esta admisión, pues tal carencia era inexplicable, dado que originariamente era el Juez el único autor de esta infracción, y, aún sin ser Jueces en el sentido técnico, también los legos buscaban una decisión neutral. Además, la justicia lega abarcaba miembros de Tribunales llamados a cumplir un fin social de acuerdo con la legislación constitucional vigente, y dotados, por tanto de cierto poder estatal, por lo que se veía lógico que tuvieran consideración funcionarial a efectos penales 98 . 4.3.2. OTRO SERVIDOR PÚBLICO. Se abarca aquí, según § 11. 1. n°2 STGb, a quien, según la normativa alemana, sea funcionario o Juez, esté en otra situación jurídico pública similar, o esté encargado de realizar funciones de la Administración pública desde una posición de autoridad. Esta enumeración debe limitarse a quien ejerza la dirección o decisión de un asunto jurídico. Así, sólo el funcionario que desempeña una función similar a la judicial tiene cabida en el tipo. La doctrina no cree que sea imprescindible que el funcionario disfrute de independencia y tenga libertad de decisión en el asunto jurídico 99 . Tras puntualizar lo anterior, es oportuno referirnos a los supuestos más importantes de funcionarios que pueden ser sujetos típicos de esta figura. 1.- El Secretario Judicial (Rechtspfleger). Puede ser autor del tipo, en cuanto realiza funciones del Poder Judicial y goza de cierta independencia en sus decisiones 100 . De hecho, cumple el requisito básico de decidir imparcialmente conforme a principios jurídicos 101 . 97 SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, cit., pgs. 49 a 51. A favor de esta inclusión: SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, ibidem; BAISCH, P.: Der Schutz des Opportunitätsprinzips im Ordnungswidrigkeitenrecht durch den Tatbestand der Rechtsbeugung, cit., pgs. 30, 31 y 35; MUSIELAK, H.: Die Rechtsbeugung(§ 336 STGb), cit., pg. 68. 99 Así, entre otros, Kühl en LACKNER, K./ KÜHL, K.: Strafgesetzbuch mit Erläuturungen, cit., pg. 1598, o Wessels, en WESSELS, J./ HETTINGER,M.: Strafrecht. Besonderer Teil.1. Straftaten gegen Persönlichkeits- und Gemeinschaftswerte, pg. 290. 100 De esa opinión es Kindhäuser, fundándose en jurisprudencia (BGHSt 35, 224-230), en KINDHAÜSER, U.: Strafrecht. Besonderer Teil, Straftaten gegen Persönlichkeit, Staat 98 72 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO 2.- El oficial judicial fedatario (Urkundsbeamte). Se ocupa, entre otras cosas, de determinar las costas. Tiene que decidir según principios jurídicos y es independiente al tomar sus decisiones, lo que permite configurarlo como posible autor del tipo 102 . 3.- El Ministerio Fiscal (Staatsanwalt). Su papel es fundamental en el proceso, pues dirige la instrucción sumarial. La opinión mayoritaria entiende que se incardina esta figura en el tipo, ya que no cabe duda ni de que sea funcionario, ni de que dirija asuntos jurídicos 103 . Sin embargo, se alega por Seebode que el Fiscal no es más que un abogado que representa al Estado, y configura, por tanto, una de las partes del proceso. Por ello, Seebode no lo ubica en el circulo de autores de la prevaricación, dado que parte y autor no pueden coincidir 104 . Aducen Spendel y Käsewieter, no obstante, a ello, que el Fiscal debe, según § 160 II STPo, recoger durante la instrucción todas las circunstancias, sean favorables o contrarias al Estado, pues como representante de la acusación penal y como autoridad que dirige la instrucción debe esclarecer los hechos objetivamente y con igual imparcialidad que un Juez 105 . Así, se trata de un funcionario estatal que debe incluirse en el precepto, aunque no ejerza con independencia su und Gesellschaft, 1ª edición, Nomos Verlagsgesellschaft, Baden-Baden, 1999, pg. 408; tampoco Cramer duda esta inclusión, que apoya en la citada jurisprudencia. CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2281; también Spendel y Rengier piensan así. SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 40; RENGIER, R.: Strafrecht. Besonderer Teil II, Delikte gegen die Person und die Allgemeinheit, cit., pg. 413. 101 Aunque exactamente no disfrute de "independencia judicial", Seebode cree que ocupa una posición cercana al Juez y debe incluirse entre los posibles sujetos activos. SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, cit., pg. 81. 102 SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 41. 103 La mayoría de autores no dudan de que el tipo abarca esta figura. Rudolphi cree que su actividad debe guiarse por la imparcialidad y es similar a la del Juez, por lo que lo incluye como sujeto, aunque represente al Estado. RUDOLPHI, H./HORN, E./SAMSON, E.: Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, cit., pg. 41; también Cramer y Weber aceptan esta posibilidad. CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pgs. 2281 y 2282; KAUFFMANN, H./ WEBER,K. (y otros): Rechtswörterbuch, C.H. Beck´sche Verlagsbuchhandlung, 14ª edición, Munich, 1997, pg. 1017; de similar opinión es Kindhäuser, que recuerda que le competen funciones como ejercer la acusación o solicitar un sobreseimiento. KINDHAÜSER, U.: Strafrecht. Besonderer Teil, Straftaten gegen Persönlichkeit, Staat und Gesellschaft, cit., pg. 408. 104 SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, cit., pg. 75. 105 SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 41; KÄSEWIETER, V.: Der Begriff der Rechtsbeugung im deutschen Strafrecht, editorial Shaker, Aachen, 1999, pgs. 110 y 111. 73 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO actividad. En esa línea, Fischer hace hincapié en que el proceso queda en manos del Fiscal en diversos momentos (§§ 153 I, 153 a I, 170 II STPo), y cree que la intervención imparcial que ostenta en los asuntos penales supone su inclusión en la esfera de sujetos que pueden prevaricar 106 . De hecho, el Fiscal "dirige" y "decide" un asunto jurídico, pues, como arguye Haft, el Fiscal no sólo instruye la fase sumarial del proceso (función claramente directiva), sino que puede concluirla, retirando la acusación, según § 170 STPo (lo que supone una decisión) 107 . 4.- En ciertos casos hasta el policía se incluye en esta figura delictiva. El Tribunal del Reich (Rechtsgericht), inculpó, por prevaricador, a un policía que había emitido una orden de detención contra una persona a pesar de ser consciente de que existía una prescripción sobrevenida que hacía ilegal tal detención. Es lógico pensar, lo que conviene apuntar por ser frecuente en la práctica esta cooperación, que un agente policial que auxilie a un Fiscal en una instrucción sumarial pueda cometer este delito, pues está, en cierto modo, dirigiendo un asunto jurídico 108 . 5.- El Tribunal Supremo alemán (Bundesgerichtshof), ha considerado también servidor público a efectos del § 336 -hoy § 339-, al funcionario administrativo que impone multas en el proceso administrativo oportuno (Ordnungswidrigkeitenverfahren). Además de ser su posición similar a la del Juez, se encuentran estos funcionarios ante la misión de imponer una multa, como puede hacer un Juez, tratándose claramente de una decisión tomada sobre un asunto jurídico 109 . 6.- El funcionario que ostenta poder disciplinario. La normativa disciplinaria, que acoge sanciones graves que pueden incluso restringir la libertad, tiene especial relevancia en las fuerzas armadas y cuerpos de seguridad del Estado, así como en el ordenamiento penitenciario, y su utilización indebida puede originar una prevaricación. Ello es lógico, 106 Vid. Fischer en: TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, cit., pg. 1839. 107 HAFT, F.: Strafrecht. Besonderer Teil. Die wichtigsten Tatbestände des Besonderen Teiles des Strafgesetzbuches, cit., pg. 301. 108 Según Michael Sieveking, dirección, a efectos del precepto que aquí tratamos, es toda medida que impulsa el proceso hacia la decisión final, por lo que podría cometer este delito, como director de un asunto jurídico, el policia que auxilia al Fiscal en un sumario. SIEVEKING, W.M.: Der Täterkreis bei der Rechtsbeugung, Munich, 1964, pg. 45; MUSIELAK, H.: Die Rechtsbeugung(§ 336 STGb), cit., pg. 1; SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 41. 109 SPENDEL, G., en ibidem. 74 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO dadas las terribles consecuencias que un uso desviado de esta potestad puede suponer, como un largo arresto militar impuesto por pura animadversión personal de un superior a un subordinado o una injusta reclusión injustificada en celda de aislamiento de un preso 110 . 4.3.3. ÁRBITRO. El § 339 admite excepcionalmente como autor a una persona que, no siendo empleado público, ha sido contratada para dirigir o decidir un asunto jurídico controvertido, básicamente de carácter civil o laboral, evitando así las partes acudir a un Tribunal. Se trata del árbitro, figura que no debe confundirse con otras similares del Derecho alemán. Quedan excluidos, pues, el hombre bueno (Schiedsmann), o el arbitrador (Schätzer o arbitrator), porque no cumplen los requisitos que la legislación requiere para el árbitro 111 . Además, recalca Seebode, en estos casos no podría nunca hablarse de autores porque no deciden ni dirigen un asunto jurídico, sino que se limitan a resolver pequeñas cuestiones fácticas controvertidas, como la cuantía de los perjuicios sufridos en un accidente o el valor de un inmueble 112 . A pesar de que se ha puesto en duda la conveniencia de incluir al árbitro, que no es funcionario, en el § 339, incardinado en una sección dedicada a éstos, no cree Spendel que ello permita defender seriamente, dado el claro tenor literal de la ley, su exclusión en la práctica del círculo de autores. Ello iría mucho más allá de meras propuestas que de lege ferenda, piden su ubicación en otro precepto, dado que asumir posturas como la de Oppenheim, que no cree que un árbitro pueda prevaricar, conlleva simplemente inaplicar la ley 113 . Sin perjuicio de aceptar que el árbitro puede, según el tenor literal de la ley, "torcer el Derecho", no faltan posiciones contrarias a tal posibilidad. Binding creía que ubicar al árbitro junto al Juez o a otro funcionario no judicial supone la cima de la insensatez (den Gipsel der Sinnlosigkeit), puesto que, como recuerda Wacker, no está investido de 110 A favor de esta inclusión están, entre otros: SPENDEL, G., en ibidem; Wessels, en WESSELS, J./ HETTINGER,M.: Strafrecht. Besonderer Teil.1. Straftaten gegen Persönlichkeits- und Gemeinschaftswerte, pg. 289. 111 Vid. Fischer en: TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, cit., pg. 1838. 112 SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, cit., pg. 88. 113 Autores como Oppenheim defienden que, según el espíritu de la ley y contra lo que el Código Penal parece decir, el árbitro no puede prevaricar. Spendel no considera viable esa postura. SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 43. 75 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO la autoridad estatal para decidir, y sólo puede lesionar el contrato que lo liga con las partes, en caso de ser infiel con la misión que se le encomendó 114 . Spendel rebate ese argumento al alegar que la razón que justifica la pena no es la lesión del contrato, porque al árbitro se le castiga, sobre todo, porque estando vinculado a los principios jurídicos y obligado a respetar el Derecho no lo hace. Para este autor, tal vinculación al Derecho existe aun cuando las partes soliciten al árbitro que decida según equidad o como simple mediador. Estima, además, que su actividad es análoga a la del Juez estatal, y que, en consecuencia, un ejercicio parcial de ésta, que suponga un "torcimiento" del Derecho, es igualmente merecedor de sanción penal 115 . También Seebode se opone a Binding, afirmando que un árbitro puede, al ejercer su función cuasi-judicial, torcer el Derecho a propósito, por ejemplo interpretando de modo incorrecto una norma. Así, apoya el castigo del árbitro que actúa dolosamente a favor o en contra de una parte al dirigir o decidir un asunto jurídico, al tiempo que funda la necesidad de recoger esa amenaza penal en el Código en la enorme extensión que actualmente tiene el arbitraje y su importante significado, sobre todo en el comercio internacional y en la economía 116 . Salvo estas tímidas defensas, encontramos mayoritariamente opiniones que no ven con buenos ojos que se hable de un árbitro en una sección dedicada a los delitos cometidos por servidores públicos en el ejercicio de su cargo. Para aclarar si estos reproches están justificados, Musielak estudió la posición que el Derecho vigente otorga a esta figura, comparándola con la que tienen los otros sujetos. Según este autor, lo básico del sujeto típico del § 339 no es el nombre, pues puede, o no, llamarse Juez, sino el hecho de que éste dirija o decida un asunto jurídico. Por otro lado, prosigue, lo que une al Juez y a los funcionarios a que se aplica este precepto es el estar investidos, para realizar esa 114 Wacker coincide con la argumentación de Binding, haciendo suya la frase de éste "no se vulnera por el árbitro la ley, sino el contrato", mostrándose estos dos autores en contra de la incardinación del árbitro, que es un particular contratado para resolver un conflicto, en un precepto que debía restringirse al empleado público. WACKER, H.: Die Rechtsbeugung. Dogmatische und rechtspolitische Untersuchungen zu § 336 des Reichtsstrafgesetzbuches mit besonderer Berücksichtigung der Strafgesetzentwürfe, cit., pgs. 36 a 38. 114 SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, cit., pgs. 88 a 90; 115 Explicando su planteamiento contrario al de Binding, vid. SPENDEL, G.: ibidem. 116 Aunque al escribir su obra no conocía Seebode ningún árbitro que hubiera sido acusado de prevaricación, estima correcta la ubicación sistemática pues parte de que un árbitro puede, igual que un Juez, realizar una incorrecta interpretación de un principio jurídico o aplicar una norma que no esté en vigor. SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, cit., pgs. 88 a 90. 76 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO dirección o decisión, de un poder que el Estado les ha trasladado. Tras preguntarse Musielak, a continuación, si el árbitro ocupa algún cargo público, concluye que la legislación reguladora del proceso arbitral (§§ 1025 y ss ZTPo) no le otorga status público alguno, fundándose toda su posición mediadora en un contrato privado. Ciertamente, el legislador posibilita, con la existencia de ese contrato, que el árbitro cumpla un papel similar al judicial, examine testigos y peritos, e incluso el § 1040 ZTPo otorga al fallo arbitral un valor tan vinculante como el de una sentencia. A pesar de lo anterior, deduce Musielak que ni el fallo es una sentencia, pues sólo tiene efecto entre partes, ni el árbitro ocupa cargo público 117 . Como vemos, suelen basar las críticas los autores en la falta de carácter público del árbitro y en su vinculación meramente contractual con las partes. Así, Sieveking advierte que, dado ese convenio previo, la antijuridicidad de la conducta arbitral sólo supondría una ruptura contractual, aunque inmediatamente después reconoce que la posición imparcial del árbitro hacia las partes no difiere de la ostentada por el Juez 118 . Ya en 1931, mostraba Wacker su desacuerdo, en parecidos términos, con el hecho de que el legislador incluyera al árbitro como sujeto de la prevaricación, dado que no creía que pudiera cometerla del modo en que un Juez lo haría, al no poseer cargo público, siendo éste el objeto de tutela de la sección 119 . En el fondo el problema conecta con la determinación del bien jurídico protegido que se haga, pues quienes lo encuentran, como estos últimos autores, en el deber del cargo, deducen que sólo puede vulnerar este deber quien ostenta un cargo público, por lo que nunca prevaricaría un árbitro. Si, por el contrario, se cree que lo lesionado con estas conductas es el imperio del Derecho, o, más exactamente, su correcta aplicación, se aceptará que también un árbitro, a pesar de ser un mero particular contratado, puede interpretarlo torticeramente y "torcerlo", admitiéndose entonces, como hacían Seebode o Spendel, que cabe aquí hablar de prevaricación 120 . 117 MUSIELAK, H.: Die Rechtsbeugung(§ 336 STGb), cit., pgs. 69 a 71. SIEVEKING, W.M.: Der Täterkreis bei der Rechtsbeugung, cit., pgs. 94 a 96. 119 Además de tomar como esencial el carácter de cargo público, Wacker va más lejos, al negar, como veíamos que hacía Binding, que, incluso un árbitro con carácter público pueda lesionar el Derecho objetivo, pues cree que debe decidir según la equidad, y si las partes le obligaran contractualmente a seguir el Derecho, y lo vulnerara, sólo encuentra un incumplimiento contractual. WACKER, H.: Die Rechtsbeugung. Dogmatische und rechtspolitische Untersuchungen zu § 336 des Reichtsstrafgesetzbuches mit besonderer Berücksichtigung der Strafgesetzentwürfe, cit., pgs. 36 a 38. 120 SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, cit., pgs. 88 a 90; SPENDEL, 118 77 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO 4.4. CONDUCTA TÍPICA. La acción típica del § 339 STGb consiste en realizar culpablemente un torcimiento del Derecho, en el ámbito de la dirección o decisión de un asunto jurídico, a favor o en contra de alguna de las partes. Necesitamos aclarar diversos conceptos. 4.4.1. ASUNTO JURÍDICO. Según la doctrina, en esta expresión se engloba todo asunto en el que intervengan diversas partes con intereses jurídicos enfrentados, y que deba resolverse de acuerdo con principios jurídicos; teniendo cabida en ella no sólo los litigios judiciales y procesos penales decididos ante algún Tribunal, sino también los asuntos de jurisdicción voluntaria o los diversos procedimientos competencia de la jurisdicción laboral, social, tributaria o administrativa, en tanto que su desarrollo se guía por principios jurídicos y el funcionario debe decidir desde una posición comparable a la de un Juez, siendo, de hecho, indiferente, que se trate de un acto reglado o discrecional 121 . 4.4.2. DIRECCIÓN O DECISIÓN. El servidor público, o árbitro, debe ser objetivamente competente en la dirección o decisión de asunto. La "dirección" y la "decisión" son alternativas, por lo que no es necesario que se den al mismo tiempo para cometer la conducta 122 . Bajo la dirección de un asunto se incluye el dominio de un proceso, como el que puede tener un Juez o el Presidente de un G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 43; en una postura, a mi juicio demasiado radical, no aceptan esta opción tampoco, como advertiamos antes, quienes creen que el Derecho nunca obliga a un árbitro, que decide sólo por equidad. Vid.: WACKER, H.: Die Rechtsbeugung. Dogmatische und rechtspolitische Untersuchungen zu § 336 des Reichtsstrafgesetzbuches mit besonderer Berücksichtigung der Strafgesetzentwürfe, cit., pgs. 36 a 38. 121 Wacker expone como ya se usaba esta expresión en el § 314 STGb de 1851, antecedente de la norma actual, con el sentido apuntado. WACKER, H.: ibidem. De ese modo entienden también la expresión autores como Cramer, Wessels, Kühl, Weber, Spendel. CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pgs. 2279 y 2280; WESSELS, J./ HETTINGER,M.: Strafrecht. Besonderer Teil.1. Straftaten gegen Persönlichkeits- und Gemeinschaftswerte, pg. 290; LACKNER, K./ KÜHL, K.: Strafgesetzbuch mit Erläuturungen, cit., pgs. 1598 y 1599; KAUFFMANN, H./ WEBER,K. (y otros): Rechtswörterbuch, C.H. Beck´sche Verlagsbuchhandlung, 14ª edición, Munich, 1997, pg. 1017; SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 43. 122 Vid. Kühl en LACKNER, K./ KÜHL, K.: Strafgesetzbuch mit Erläuturungen, cit., pgs. 1600 y 1601. 78 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Tribunal, o un Fiscal en la instrucción sumarial 123 . Respecto a la decisión, no es obligado que ésta sea definitiva, lo que permite incluir en este vocablo toda decisión provisional, que sea injustamente tomada en el proceso previo o intermedio, como una orden de detención 124 . La jurisprudencia ha intentado aclarar estos conceptos diciendo que el autor del § 336, hoy § 339, debe decidir "como lo hace un Juez"; expresión en la que Cramer no cree que se haga referencia a la posición del Juez, independiente e inamovible, sino más bien a su función, esto es, a una actividad similar a la judicial en la que el autor no es independiente, (unabhängig), en el asunto, pero debe resolver imparcialmente, (unparteiisch), entre intereses de partes contrapuestas y tender primariamente a la correcta realización del Derecho 125 . 4.4.3. TORCIMIENTO DEL DERECHO A FAVOR O EN CONTRA DE ALGUNA DE LAS PARTES. Subdividiremos este epígrafe en diversos apartados, pues debemos atender al concepto de Derecho del § 339, así como al significado de la expresión "torcimiento del Derecho" y a la extensión que se otorgue a las partes. A) CONCEPTO DE DERECHO. PROBLEMÁTICA DEL DERECHO NAZI. Según Spendel, "Derecho", a efectos del § 339 es, en primer lugar, el Derecho legal, "Gesetzesrecht", o sea las normas jurídicas materiales y procesales de Derecho público y privado así como las normas generales de Derecho internacional (artículo 25 GG), así como también el Derecho consuetudinario y el Derecho contractual que las partes han creado en el marco de la ley 126 . No parece, sin embargo, que 123 Vid. Fischer en: TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, cit., pg.1838; RUDOLPHI, H./HORN, E./SAMSON, E.: Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, cit., pg. 43; WESSELS, J./ HETTINGER,M.: Strafrecht. Besonderer Teil.1. Straftaten gegen Persönlichkeits- und Gemeinschaftswerte, pg. 290. 124 Así lo entiende Cramer. CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2280. 125 Con esta comparación, la jurisprudencia otorga un criterio, -desde el Tribunal del Reicht, "Reichtsgericht",(RGSt 71, 315), hasta el vigente Tribunal Supremo alemán (BGHSt 24, 327)-, muy útil para averiguar si en ciertas conductas cometidas por un funcionario no judicial o un árbitro hay efectiva prevaricación. Vid. SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pgs. 43 y 44. 126 Vid. SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 50. 79 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO la actividad de los Tribunales, el mal llamado Derecho judicial, configure este Derecho 127 . Controvertida es, en cambio, la cuestión de si comprende también el Derecho extrapositivo, esto es, aquellos principios jurídicos que se suponen ya existían en la conciencia humana antes de crearse el Estado, los cuales no están, en muchos casos, plasmados por escrito, aunque su vigencia es igualmente reconocida por la doctrina y los órganos judiciales 128 . En caso de que en el concepto Derecho del § 339 se recogiera el Derecho supralegal, se llegaría a la consecuencia de que la aplicación de una ley, injusta según tales principios, supondría una prevaricación, resultando afectados, obviamente, los supuestos de aplicación, en la época nazi, de leyes antijudías contrarias a toda justicia natural, como las que requisaban las propiedades judías en beneficio del Estado. Recuerda Spendel, al estudiar minuciosamente el tema, que la jurisprudencia ha eludido entrar en el fondo de la cuestión, pues aunque el Tribunal Supremo alemán ha estimado tal normativa nula, (BGH NJW 1971, 571 y 572, caso Nürnberg-Katzenberger), calificando en concreto la legislación antijudía de injusticia legal, (gesetzliches Unrecht), ni siquiera en ese tipo de supuestos se ha pronunciado sobre si la mera aplicación de legislación radicalmente nula constituye prevaricación 129 . Por otro lado, se ha reconocido por los Tribunales, germanos e internacionales, que las leyes alemanas racistas causaron graves perjuicios a los judíos, por lo que el Estado y las empresas que 127 Aunque suelen limitarse los Tribunales a aplicar la ley al caso concreto, Müller se refiere a aquellos Jueces que no se limitan a esto, sino que van más allá de esa subsunción, y habla de la creación de un Derecho judicial o "Richterrecht". Según este autor, ese Derecho domina el Derecho desde principios de siglo y se amplia considerablemente en la actualidad a través, básicamente, de la actuación de la jurisdicción laboral. Encuentra Müller cierto espíritu pionero, tendente a una soberanía del Juez frente a la ley, en la dogmática del Derecho constitucional. El único área jurídica que no admite la creación de Derecho judicial es el Derecho penal, pues la analogía se prohibe en el artículo 103. 2° de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania (Grundgesetz), no permitiéndose al Juez atenuar o agravar la pena fijada en la ley. MÜLLER, F.: Richterrecht. Elemente einer Verfassungstheorie, Duncker-Humblot, Berlín, 1986, pg. 58. 128 A favor de incluir este Derecho se muestra, entre otros, Spendel, que reconoce muchos de estos principios en brocardos latinos de uso forense común, como "Quod tibi fieri non vis, alteri ne faceris", "Venire contra factum proprium", "Audiatur et altera pars" o "In dubio pro reo". Vid. SPENDEL, G.: Die goldene Regel als Rechtsprinzip, en Fritz v. Hippel Fest., 1967, pg. 491. 129 Critica Spendel que los Tribunales hayan puesto de manifiesto "tristes ejemplos de como la Justicia muere al torcerse el Derecho", con sentencias relativas a la arbitraria y nula legislación antijudía, y no hayan aprovechado para calificar como verdaderas prevaricaciones su mera aplicación. SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pg. 51. 80 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO se beneficiaron de sus bienes y de su trabajo han sido condenados a indemnizar a esta comunidad con grandes sumas de dinero, existiendo una profusa normativa reparadora en tal sentido. Según Spendel, coadyuva esto a apreciar que la simple aplicación de tales normas, contrarias a la dignidad humana, constituía una prevaricación delictiva, y cree que los mismos juristas que están de acuerdo en las anteriores resoluciones judiciales deberían entrar en razón y aceptar que delinquieron quienes aplicaron tal perversión del Derecho. Concluye este autor que ni la aplicación de una injusticia con forma de ley, puede excluir la prevaricación, ni la inaplicación de una ley completamente injusta, puede fundar tal delito 130 . El interés de las nuevas generaciones germanas por conocer su pasado ha provocado recientes estudios sobre un tema antes considerado tabú. En efecto, hasta hace poco famosos juristas alemanes que desempeñaron un papel importante en la época nacionalsocialista seguían en activo, y debido a cierto espíritu corporativo no se cuestionó su actuación 131 . Tras levantarse esos tabúes, existen estudios referidos no sólo a los llamados “juristas terribles”, participantes directos en la creación y aplicación de leyes nazis, sino también a quienes desde sus cátedras universitarias las comentaron e interpretaron en sus obras, como el penalista Edmund Mezger 132 . La doctrina mayoritaria coincide en que en "Derecho", a efectos del § 339, se incluyen los principios extrajurídicos, y que el juzgador o, más correctamente, quien "dirija" o "decida" el asunto jurídico, puede prevaricar al aplicar "injusticias con forma de ley" 133 . 130 SPENDEL, G.: ibidem. Según Uwe Wessel hubo demasiado juristas supervivientes con poder social, como Jueces y profesores, a los que no se quería o podía molestar; pero poco a poco van desapareciendo, y con ellos el espíritu corporativo, elaborándose en los últimos tiempos el rico material existente. WESSEL, W.: Juristische Weltkunde, 7ª edición, Frankfurt a.M., 1997, pg. 145. 132 La expresión mencionada, “furchtbare Juristen”, es utilizada como título de un libro de Ingo Müller, en 1997, en el que analiza la contribución al régimen nazi de juristas con puestos destacados en la política, en la Administración de Justicia o en la enseñanza del Derecho de la época. De hecho, en los procesos de Nüremberg se enjuició no sólo a militares, sino también a políticos y a Jueces que habían impuesto penas crueles, como la de muerte o el internamiento en campos de concentración, por hechos leves. Sobre estas cuestiones, y en especial sobre la obra, en ese periodo, del penalista Edmund Mezger, puede verse la excelente obra de MUÑOZ CONDE, F.: Edmund Mezger y el Derecho Penal de su tiempo. Los origenes ideológicos de la polémica entre causalismo y finalismo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2000. 133 Ursula Schmidt estima que, según el unitario parecer de sus comentaristas el § 336, hoy § 339, abarca como Derecho no sólo el Derecho legal positivo, sino también el supralegal. Advierte, no obstante, que el significado otorgado a éste varia en las distintas 131 81 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Así, Cramer cree que las normas jurídicas no escritas, suprapositivas, deben tenerse en cuenta, y aprecia prevaricación en la aplicación de leyes ostensiblemente nulas 134 . Ante la dificultad de hallar esos ambiguos principios de Derecho natural o supralegal, deviene necesaria la imposición de ciertos límites a la legislación positiva, que suelen encontrarse en la dignidad humana. De este modo, Rudolphi admite la existencia de ciertos principios jurídicos suprapositivos que desarrollan directamente su validez y forman parte de todo ordenamiento jurídico estatal, encontrándose la frontera a las leyes estatales en el desprecio al ser humano como persona 135 . Fischer opina de modo similar, y aunque acepta la vigencia de este Derecho natural, limita tal posibilidad al caso en que el Derecho positivo se muestre abiertamente como una injusticia legal, como en aquellos casos en que la ley desprecia la dignidad humana y sin aspirar a justicia alguna 136 . En sentido análogo, Seebode se muestra a favor de castigar a quienes aplican lo que él llama leyes inmorales (unsittliche Gesetze) 137 . Heinitz, por su parte, tras advertir que hasta hoy no es pacífico el tema ni existe unanimidad doctrinal, se plantea el supuesto de si deben responder penalmente los Jueces que en la época nacionalsocialista aplicaron normas inmorales, por más que formalmente fueran leyes. Aunque cree que, en principio, debe negarse esa posibilidad, pues parece que la voz Derecho del § 339 sólo acoge el Derecho positivo escrito, reflexiona posteriormente y lo admite. Estima que enfrentar el Derecho positivo y el no escrito puede llevar a peligrosas consecuencias, y que el Derecho es un sistema unitario de ambos, pues del no escrito se sacan medios deductivos o fuentes del Derecho positivo 138 . Ya en 1946 se ocupó del tema Radbruch, formas de Estado y épocas históricas, realizando un estudio muy completo sobre el Derecho constitucional y el Derecho natural en el Estado democrático de Derecho. SCHMIDT-SPEICHER, U.: Hauptprobleme der Rechtsbeugung unter besonderer Berücksichtigung der historischen Entwicklung des Tatbestandes, cit., pgs. 429 a 508. 134 CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2280. 135 Rudolphi cree que la no observancia, por parte del Juez que se dirige o decide un asunto jurídico, de los principios jurídicos suprapositivos supone una prevaricación. RUDOLPHI, H./HORN, E./SAMSON, E.: Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, cit., pg. 43. 136 Vid. Fischer en: TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, cit., pg.1840. 137 SEEBODE, M.: Das Verbrechen der Rechtsbeugung, cit., pgs. 27 y 28. 138 Así, a través de la aplicación de normas jurídicas formalmente válidas, pero materialmente nulas, cabe la prevaricación. HEINITZ, E.: Probleme der Rechtsbeugung, 82 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO criticando los peligros del positivismo puro, de modo que al referirse al conflicto que puede existir entre la justicia (Gerechtigkeit), y la seguridad jurídica (Rechtssicherheit) a que tiende el positivismo afirmó que, cuando la ley positiva alcanza una medida que supera la justicia, deberá ceder aquélla ante ésta 139 . Coincide en ello Käsewieter, quien es partidario de incorporar a la voz Derecho la normativa supralegal, de modo que las leyes estatales que no tiendan a la justicia, esto es, aquellas, como las nazis, que lesionan conscientemente la igualdad esencia de la justicia, según él-, constituirán siempre una injusticia con forma legal (gesetzliches Unrecht), que no vincula al Juez 140 . La cuestión jurídica aquí tratada supera la mera discusión dogmática en Alemania, pues la problemática que se planteó a los Tribunales alemanes tras la Segunda Guerra Mundial cuando se enfrentó a los aplicadores de leyes inmorales y nulas trascendió el ámbito forense. De hecho, la Administración de Justicia alemana se enfrentó con la difícil tarea de valorar, desde el punto de vista jurídico penal, los principios jurídicos que se utilizaron para legitimar las aberrantes e injustas resoluciones, incluidas condenas a muerte, emitidas por los Jueces durante el dominio nacionalsocialista. Estos juzgadores pronunciaron durante esa época unas 60.000 penas de muerte; de ellas, 16.000 los Tribunales ordinarios y especiales, y las otras 40.000, los Tribunales de Guerra entre 1941 y 1944. Ello excede con mucho, dice Frommel, de la cruel normalidad con que suelen actuar los Tribunales penales en tiempo de guerra. Al examinar esos desmanes y las conductas de quienes los cometieron, estima Frommel que la excesiva benevolencia de los Tribunales hacia sus autores conculcó la idea del Derecho justo 141 . cit., pgs. 9 a 11. 139 RADBRUCH,G.: Derecho Justo y Derecho nulo, 1946, pgs. 105 y ss. 140 Käsewieter se ocupa especialmente del conflicto entre la ley positiva y la suprapositiva, de hecho así titula un epígrafe (Der Konflikt zwischen Positiven and überpositiven Gesetz). Tras una exposición de las razones a favor y en contra de incluir el Derecho suprapositivo en el concepto Derecho de la prevaricación, con especial atención a la aplicación por los Jueces nazis de normas nulas y referencias a la obra de Radbruch, concluye Volker Käsewieter que está, con la concepción dominante, a favor de tal inclusión. KÄSEWIETER, V.: Der Begriff der Rechtsbeugung im deutschen Strafrecht, cit., pgs. 37 a 45. 141 Según Frommel, la Justicia se quitó de encima el problema, conculcando la idea del Derecho al no sancionar a quienes cometieron tales desmanes. Sirva como dato comparativo de tal exceso, dice la autora, que mientras que entre 1914 y 1918 se pronunciaron unas 300 condenas a muerte, sólo en 1942 se pronunciaron más del doble cada mes, unas 700. Vid. FROMMEL, M.: "Verbrechensbekämpfung im Nationalsozialismus", en Recht und Rechtslehre im dritten Reich, Ringvorlesung der Universität Kiel, 1990, pgs. 1 y 2.; de la misma autora; "Ungesühnte Nachkriegsjustiz", 83 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO A este respecto, se observó gran desconcierto e inseguridad en diversas resoluciones judiciales que trataban la responsabilidad de los Jueces, aduciendo, por ejemplo el Tribunal Supremo de Wiesbaden, en 1946, que las leyes que están en contradicción con el Derecho natural “eran ya nulas al promulgarse”, alegando el Tribunal Supremo de Colonia, en 1949, que el Juez está sometido a la ley y tiene que aplicarla en todo caso “mientras no se lo prohíba la ley moral general”, o defendiendo confusamente el Tribunal Supremo de Bamberg, en 1950, que los Jueces deben, ante la duda, obedecer las leyes “crasamente inmorales”, pero desobedecer las “contrarias al Derecho natural”, aunque se reconocía la dificultad de esta diferenciación 142 . B) TORCIMIENTO. Aunque parece que sólo es compatible con la acción, se admite el torcimiento por omisión, como ya hizo el Tribunal del Reicht (Reichtsgericht) al sancionar la no realización de preguntas adecuadas. El propio Tribunal Supremo (Bundesgerichtshof) encontró delictivo el hecho de no haber citado al defensor de una parte. De hecho la modalidad omisiva es adecuada para, por esta vía, castigar ciertos recortes dolosos de la defensa de las partes 143 . La doctrina y jurisprudencia aprecian que el torcimiento se produce, básicamente, de tres formas: por falseamiento de los hechos, por infracción del Derecho y por abuso de la discrecionalidad al determinar la pena, pudiendo darse juntas o separadas tales variantes 144 . C) A FAVOR O EN CONTRA DE ALGUNA PARTE. No todas las personas implicadas en el proceso son parte a estos efectos, pues lo será por ejemplo, el acusado pero no su defensor 145 . Parte es quien se enfrenta a otro con intereses jurídicos en STERZ, Zeitschrift für Literatur, Kunst und Kulturpolitik, Graz, 1987, n° 41, pgs. 16 y ss. 142 Vid. Neue Juristische Wochenschrift, 1949, pgs. 473 y ss; Deutsche Richterzeitung, 1950, pgs. 302 y 303, y Süddeutsche Juristenzeitung, 1946, pg. 36. 143 Heinitz recuerda como se sancionó, por el Reichtsgericht, esa omisión de preguntas (RGST 57, 31 y ss) y, en tiempo más reciente, se consideró delictiva la ausencia de una citación al defensor de una parte (BGHSt 10, 294 y ss). Advierte este autor que el recorte de las posibilidades de defensa de las partes puede originar conductas claramente prevaricadoras. HEINITZ, E.: Probleme der Rechtsbeugung, cit., pg. 8; Fischer también acepta la modalidad omisiva, en: TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, cit., pg. 1840. 144 SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pgs. 53 a 59; CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2280; RUDOLPHI, H./HORN, E./SAMSON, E.: Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, cit., pg. 43. 145 Kühl en LACKNER, K./ KÜHL, K.: Strafgesetzbuch mit Erläuturungen, cit., pg. 84 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO contrarios. No se debe entender, pues, este concepto, en el sentido técnico que le otorga el Derecho procesal civil 146 . 4.5. CULPABILIDAD: LA AUSENCIA DE ELEMENTOS SUBJETIVOS DEL INJUSTO Y EL PROBLEMA DEL DOLO EVENTUAL. Al margen de adscribirse a la teoría finalista o causalista, observa la doctrina alemana la necesidad de una intención delictiva en el prevaricador, quedando impune la actuación negligente. Ello se infiere del tenor literal del § 339 –donde se usa la expresión “culpablemente” (schuldig)- así como del actual § 15, ambos del STGb. En efecto, la imprudencia no basta para colmar el tipo. Debe existir dolo, y éste debe abarcar tanto el conocimiento de que se dirige o decide un asunto jurídico como la conciencia de que se tuerce el Derecho y de que se produce, con ello, un efecto perjudicial o beneficioso para una parte 147 . Extiende Anne Rohlff, por su parte, el dolo respecto al elemento funcionario, o sea, que cree que el autor debe conocer los hechos a los que debe la condición de funcionario 148 . No obstante, no entiende la mayoría de la doctrina que se requiera una especial intención añadida de querer favorecer o perjudicar a alguna de las partes, aunque, excepcionalmente, Wacker deducía del tenor literal de la ley esa doble intencionalidad 149 . Como veíamos al ocuparnos de la evolución históricolegislativa de esta figura, se eliminó la voz "vorsatlich" (dolosa) 1599. 146 Así lo cree Wessels, en: WESSELS, J./ HETTINGER,M.: Strafrecht. Besonderer Teil.1. Straftaten gegen Persönlichkeits- und Gemeinschaftswerte, pg. 292. 147 Así se pronuncia Wessels. WESSELS, J./ HETTINGER, M.: Strafrecht. Besonderer Teil.1. Straftaten gegen Persönlichkeits- und Gemeinschaftswerte, pgs. 292 y 293. 148 Del estudio jurisprudencial que realiza Rohlff resulta que basta para colmar la referencia interna del interesado que éste realmente conozca las relaciones que le conviertan en funcionario en sentido jurídico penal. No cree que deba tener relevancia la circunstancia de que el autor no se considere funcionario por razones jurídicas. ROHLFF, A.: Die Täter der Amtsdelikte. Amtsträger und für den öffentlichen Dienst besonders Verpflichtete. Die Gesetzdefinition des § 11 Absatz 1 Nr. 2 bis 4 STGb, pg. 24. 149 Fischer no cree que el tipo exija esa especial intención "Absicht". TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, cit., pg.1841; tampoco Meurer lo cree. MEURER, D.: Grundkurs Strafrecht. Besonderer Teil, pg. 317; Wacker dice que no comparte la opinión mayoritaria en este aspecto, pues cree que el tenor literal de la ley exige una intención especial de perjudicar o beneficiar a la parte. WACKER, H.: Die Rechtsbeugung. Dogmatische und rechtspolitische Untersuchungen zu § 336 des Reichtsstrafgesetzbuches mit besonderer Berücksichtigung der Strafgesetzentwürfe, cit., pg. 40. 85 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO mediante una reforma de 1972. A pesar de que se propuso sustituir dicha forma de culpabilidad por los elementos subjetivos "absichtlich oder wissentlich" (a propósito o a sabiendas), con cuya admisión el legislador habría clarificado la cuestión al optar, de modo tajante, por la admisión únicamente del dolo directo, no se reemplazó este elemento. Por ello, la doctrina discute si cabe el dolo eventual (bedingter Vorsatz), existiendo opiniones a favor y en contra. Una gran parte de la doctrina se muestra favorable a su admisión, apoyándose en determinadas sentencias del Tribunal Supremo 150 , e incluso en la misma legislación punitiva vigente. Se alude en algunas ocasiones a la nueva redacción que en 1975 se otorgó al parágrafo 15, que estima punible el dolo en general, sin distinción de clases, y en otras a la modificación de 1972 antes apuntada, que parece también ir en esa línea; desde este prisma, el legislador habría aceptado de modo claro el dolo eventual al retirar de la norma que sanciona la prevaricación la expresión "dolosa". En este sentido, Spendel estima irracional e injustificada la postura de quienes creen que el dolo de esta figura es sólo directo. En su opinión es aconsejable admitir el dolo eventual, pues además de que esta opción no lesiona la Administración de Justicia, reducir la conducta punible al dolo directo restringiría peligrosamente la responsabilidad del Juez. De hecho, dice, el fin perseguido por este delito no es asegurar la independencia judicial, lo que liberaría al Juez de responsabilidad, sino todo lo contrario, pues se busca garantizar la responsabilidad del juzgador y a esto coadyuva el limitar su campo de decisión 151 . La limitación del dolo de la prevaricación a la forma directa se ha definido por los detractores de esa postura como un extraño privilegio del titular de la justicia, estimando algún autor que se trata realmente de una manipulación de la ley 152 . En este sentido, Seemann ve peligroso restringir a la forma dolosa directa, privilegiadamente y sin 150 Según Spendel esta postura ha avanzado especialmente desde 1945 y se puede reconocer en el BGH (BGHSt 10, 294, 299, sentencias de fecha 9 de junio de 1953 y de 30 de noviembre de 1954). SPENDEL, G., en JESCHECK, H.( y otros): Strafgesetzbuch. Leipziger Kommentar, cit., pgs. 62 a 64; de esa opinión es también Kühl, en LACKNER, K./ KÜHL, K.: Strafgesetzbuch mit Erläuturungen, cit., pgs. 1601 y 1602. 151 Alega este autor que el Tribunal Supremo (BGHSt 10, 294, 298) ha negado que se busque aquí asegurar la independencia judicial, aduciendo que se pretende restar poder al Juez, esto es, limitar su libertad de decisión, (Entscheidungsfreiheit). SPENDEL, G.: ibidem. 152 Maurach o Schroeder se manifiestan en este sentido, al estimar forzada y excesiva la defensa de esa limitación de la culpabilidad a la forma dolosa directa, tal y como expone, en su misma línea, Spendel. SPENDEL, G.: ibidem. 86 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO apoyo legal, la comisión de este delito, cuando rige para los autores de la generalidad de las infracciones el dolo eventual. Así, cree que la ley no desea privilegiar al prevaricador, sin duda afectado por el § 15 STGb que hace punible todo tipo de dolo. Aduce también Seemann como razón a favor de la admisión del dolo eventual, que respecto al delito de prevaricación no contiene el Derecho Penal alemán ningún tipo imprudente 153 . Cramer se alinea en esa postura, y tras indicar que el dolo debe referirse tanto a la lesión de una norma jurídica como al beneficio o perjuicio de otra parte, no duda en que el tenor literal de la ley, tras la reforma apuntada, se colma con un simple dolo eventual, bastando con que el autor de la prevaricación reconozca la posible incorrección de su decisión y se conforme con ella. Este autor, sin embargo, hace constar que ello supone una dilatación insostenible de la punibilidad, porque en caso de que un Juez no tuviese clara la corrección de una decisión podría apreciarse dolo eventual y, al menos, tentativa punible de prevaricación. Para evitar esa consecuencia se ha propuesto, indica, entender que hay dolo eventual sólo si el Juez hubiera actuado igual de estar convencido de la injusticia de su decisión 154 . En esta dirección, Fischer recomienda, tras aceptar la entrada del dolo eventual, ser cauto y no limitarse a la teoría de la aprobación (Billigungstheorie), que supone el castigo de quien se conforma con el posible error y actúa. Estima este autor que si un Juez duda a la hora de decidir un asunto, sigue dudando tras agotar todas sus fuentes de conocimiento, y toma finalmente, pues la ley le obliga a impartir justicia, una resolución cuya antijuridicidad se le aparece tan posible como cualquiera de las otras alternativas, no habrá prevaricación incluso si posteriormente esa decisión resultara ser injusta 155 . 153 Así de crítico se muestra Seemann con este postura, en: SEEMANN, P.: Die Haftungsprivilegierung des Richters im Rahmen des § 336 STGb, Gießen, 1991, pgs. 18 y 19; se refiere también a este privilegio de la forma del dolo en una obra posterior, dedicando a este tema un largo epígrafe, titulado "Haftungsprivilegierung bei der Vorsatzform", pg. 18 y ss., y tras plantearse si la protección de la independencia judicial obliga a tal limitación, concluye que no es necesario, por lo que no cree que en el marco del entonces § 336, hoy § 339, se deba penalizar exclusivamente la forma dolosa directa. SEEMANN, P.: Rechtsbeugung, die Strafbarkeit des Richters, editorial Shaker, Aachen, 1996, pg. 65. 154 Aunque Cramer reconoce que admitir el dolo eventual puede incidir en la libertad del juzgador, que puede verse psíquicamente coaccionado, no cree que el tenor literal del delito permita otra cosa. CRAMER, P. en: SCHÖNKE, A./ SCRÖDER, H. (y otros): Strafgesetzbuch Kommentar, cit., pg. 2281. 155 Fischer en: TRÖNDLE, H./ FISCHER, T.: Beck´sche Kurz Kommentare, Band 10, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, cit., pg. 1842. 87 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO De manera similar, Rudolphi se preocupa por la extensión de la punibilidad que supone esta admisión, pues cree que el Juez que dude de su decisión podría verse amenazado por la sanción de este delito y ello afectaría a su función. Para contener tal coacción, al menos psicológica, se muestra también contrario a la teoría de la simple aprobación (Billigungstheorie) y sólo reconoce el dolo eventual cuando el Juez haya asumido la posibilidad de que su decisión lesiona el Derecho tan íntimamente que habría actuado igual aunque hubiera estado convencido de su ilegalidad. Según este autor, el problema excede al dolo y se refiere al contenido mismo del precepto, de manera que el Juez que acuda a todas sus fuentes de conocimiento y escoja aquella decisión, entre varias dudosas, que crea más justa, no realizará la conducta típica, aunque resulte después esa decisión errónea 156 . También Scholderer se plantea si conviene otorgar al Juez un privilegio que sólo le haga responder por dolo directo, dado que aunque dude de una solución está obligado a resolver todos los casos que se le presenten. No apoya, no obstante, tal trato de favor, pues tiene en cuenta este autor que las infracciones imprudentes que un Juez cometa contra la obligación de su cargo no conllevan pena, a diferencia de otros estamentos profesionales como los médicos 157 . Schroth cree que el dolo de esta figura puede ser eventual; pero dado que la mera aplicación de una ley que ostensiblemente viole los derechos humanos supone prevaricación propugna este autor su reforma de modo que se requiera dolo directo 158 . Una segunda posición exige el dolo directo en todo caso, entendiendo que ello es lo que exige la posición constitucional del Juez, pues éste debe resolver los asuntos que conozca pese a todo tipo de dudas, y admitir el dolo eventual afectaría a su independencia. 156 RUDOLPHI, H./HORN, E./SAMSON, E.: Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, cit., pg. 46; también Heinitz advierte de la posible coaccción que puede recaer sobre el Juez al ejercer su función. HEINITZ, E.: Probleme der Rechtsbeugung, cit., pgs. 6 y 7; sobre el concepto y evolución del dolo eventual en la jurisprudencia y doctrina alemana puede verse la obra de SCHUMANN, H.: Introduction to German Law, cit., pg. 389. 157 Los médicos también deben tomar decisiones vitales que no pueden evitar, por ejemplo deben decidir qué hacer si en una operación quirúrgica surge una complicación, y ante tales decisiones vitales también están coaccionados por la ley, que les obliga a responder, si algo sale mal, remarca Scholderer, no sólo por dolo, sino también por mera imprudencia. SCHOLDERER, F.: Rechtsbeugung im demokratischen Rechtsstaat. Zur Rekonstruktion des § 336 STGb für die Gegentwart, cit., pgs. 89 y 90. 158 SCHROTH, U.: Strafrecht. Besonderer Teil. Strukturen, Aufbauschemata, Fälle und Definitionen, cit., pg. 267. 88 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Así, Krause, consciente del excesivo constreñimiento que la opción anterior supone para el Juez, pues es lógico que en ocasiones dude entre distintas posibilidades, tras criticar que el legislador no incluyera alguno de los adjetivos propuestos en el trámite de reforma, lo que habría zanjado la cuestión-, propone una interpretación restrictiva al dolo directo. Este tipo de lectura sería, según él, el más adecuado conforme a los principios constitucionales 159 . Para Olshausen la utilización de términos que denotan favorecimiento o perjuicio para una parte, implica una tendencia subjetiva que no se satisface con el dolo eventual. Beckenkamp justifica la aplicación al Juez de tan discutido privilegio (Richterprivileg), defendiendo que sólo se le debería sancionar penalmente si actuara con dolo directo. Desde su punto de vista, el dolo directo de prevaricar es la frontera, clara, comprensible por todos y éticamente justificada, existente entre una prevaricación que debe ser castigada, por un lado, y una acción errónea del Juez, subsanable casi siempre por el sistema de recursos y que debe quedar impune penalmente, por otro. A ello se suma, dice, que en este precepto la delimitación entre el dolo directo y el indirecto es tan difícil de establecer como diferenciar entre el dolo eventual y la imprudencia consciente 160 . 159 KRAUSE, H.G.: "Richterliche Unabhängigkeit und Rechtsbeugungsvorsatz", en Neue Juristische Wochenschrift 1977, pgs. 285 y 286. 160 Estos dos aspectos dan origen, según Beckenkamp, a supuestos dudosos en los que no es fácil decidirse por la punición. No es fácil encontrar la frontera éticamente justificada, "ethisch gerechtfertigte Grenze", que separa la acción imprudente, que queda impune, del delito sancionable, sin que el tenor literal del § 336, hoy § 339, ayude de ningún modo. Cita Scholderer las opiniones de Olshausen y Beckenkamp, y estudia el tema, con razones a favor y en contra de la protección de la independencia judicial como fundamento del privilegio judicial mencionado, en SCHOLDERER, F.: Rechtsbeugung im demokratischen Rechtsstaat. Zur Rekonstruktion des § 336 STGb für die Gegentwart, cit., pgs. 86 a 90. 89 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO CAPÍTULO 5. ESTADOS UNIDOS 161 . 5.1. BÚSQUEDA DE LAS FIGURAS DELICTIVAS SANCIONADORAS DEL JUEZ PREVARICADOR. Si acudimos a los diversos Códigos penales estadounidenses estatales, o a la más general legislación punitiva federal, contenida básicamente en el Código de los Estados Unidos (United States Code), cuyo título 18 se dedica a los delitos y al procedimiento penal (Crimes and Criminal Procedure), y la parte primera en concreto a los delitos (Crimes)-, no es sencillo encontrar un precepto que castigue las conductas del Juez prevaricador, al menos de la forma como se entiende esta figura en España. Sancionando el Código Penal español básicamente dos conductas como prevaricación judicial, -una activa (dictar resoluciones injustas), y otra omisiva (negarse a juzgar sin causa legal o retardar maliciosamente la función jurisdiccional)-, dedicaremos las siguientes líneas a la búsqueda de una normativa similar en la legislación estadounidense. Algún autor ve en la sección 242 de la parte primera del citado título 18 el equivalente a la prevaricación judicial, mas no es ello del todo cierto, pues se sanciona en ese precepto una acción muy amplia que también puede cometer quien no sea Juez, como es la de vulnerar, abusando de una posición pública, los derechos constitucionales de una persona, tipo de recogida que creemos insuficiente y demasiado vago para incardinar aquí nuestra prevaricación 162 . Fue condenado por ejemplo, por infringir esta sección el Juez estatal David W. Lanier, 161 La esencia de este epígrafe se debe al gran apoyo e interesantes ideas que me aportaron los profesores Luis Salas y Ana Carazo, director y subdirectora del Centro para la Administración de Justicia de la Universidad Internacional de Florida, en el marco de una estancia investigadora en dicho centro que disfrute en 1998, así como al hecho de que me pusieran en contacto con Jueces, Fiscales y Abogados en ejercicio, pues sin esa inestimable y desinteresada ayuda se me habría hecho muy difícil entender los principios que sustentan un sistema jurídico tan diferente al español y dar respuesta a las cuestiones surgidas en este apartado. 162 Militello realiza un estudio comparativo de la "Corruzione Giudiziari", comparando esa conducta con la recogida en los entonces vigentes artículos 351 a 357 del Código Penal español y § 336 del texto alemán (STGb) y, en referencia a Estados Unidos, se refiere, como tipo más similar, a la violación de derechos constitucionales o legales que castiga la sección 242 del título 18 del United States Code, aunque pone de relieve que no se limita la autoría al Juez. MILITELLO, V.: "Sulla corruzione in atti giudiziari", en la obra colectiva (coordinada por A.M. Stile): La riforma die delitti contro la publica amministrazione, Jovene editore, Nápoles, 1987, pgs. 363 y 364, nota 4. 90 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO quien forzó a diversas litigantes a tener relaciones sexuales con él 163 . También puede tener cabida la conducta ilícita del Juez en el delito de cohecho (Bribery), recogido en la legislación penal norteamericana respecto al Juez que solicita o recibe intereses económicos con ocasión del ejercicio de su función jurisdiccional. No obstante, pese a que seguramente la mayoría de las veces el Juez que actua injustamente lo hace movido por intereses económicos, -con lo cual el delito de cohecho podría suplir la inexistencia de la prevaricación-, ello no siempre es así. Por un lado, cabe que un Juez actúe de modo manifiestamente injusto sin que exista una contraprestación económica que le impulse a ello, pues quizá le muevan razones abyectas como la envidia, el odio, la venganza o el racismo, y, por otro, cabe que exista tal contraprestación pero no pueda demostrarse su existencia, a pesar de que haya una resolución manifiestamente injusta. A averiguar cómo se castigaría en tales casos el hecho de cometer tan palmaria injusticia en el ejercicio de su función judicial se encaminan estas líneas. Entendemos, para empezar, que la independencia judicial y el amplio arbitrio que a sus titulares debe corresponder, no puede suponer la impunidad de quien juzga apartándose de la recta Administración de Justicia. El Juez norteamericano que aplica el Derecho a su antojo podría cometer, en todo caso, no sólo un cohecho, sino también otros delitos como una detención ilegal, una violación de los derechos constitucionales o legales de la persona 164 , o una obstrucción a la 163 Este precepto castiga a quien viola los derechos de un ciudadano actuando "under color of law", lo que supone, según dice la sentencia que condenó a este Juez, abusar del poder que se posee en virtud de una ley estatal. Así, se incluyen aquí actos en que servidores públicos se aprovechan de su situación. El Juez federal David W. Lanier fue condenado por cinco agresiones sexuales a mujeres, empleadas o litigantes ante él, entendiendo el Tribunal de distrito de Tennessee que tales hechos infringían la mencionada sección 242, pues el Juez había actuado abusando de su posición, rodeado, dice el Tribunal, de un aura de autoridad oficial, e infringiendo claramente los derechos de las afectadas. Se consideraron vulnerados los derechos constitucionales a la integridad física (bodily integrity) y el derecho que garantiza la cuarta enmienda a todo ciudadano de que su privacidad personal y dignidad (personal privacy and dignity) quede a salvo de ataques ilícitos provenientes del Estado, pues entendió el Tribunal que éste precepto se viola si un funcionario estatal agrede sexualmente a un ciudadano. La Corte de apelación rechazó su recurso, al estimar suficientes todas las pruebas y negar que hubiera una actuación meramente personal, como aducía el acusado, pues cree dicha Corte que abusó de su posición de Juez. US. v. LANIER, 33 F.3d 639 (6° Circuito 1994). 164 El título 18 del Código de los Estados Unidos, dedicado al Derecho Penal y Procesal Penal, contiene en su capítulo 13, relativo a "Civil Rights", la sección 242, aprobada el 6 de abril de 1998, que lleva por rúbrica "Deprivation of rights under color of law". Se 91 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO justicia 165 . Esta última infracción, que da título a un capítulo, el 73 de la parte primera del título 18 del Código de los Estados Unidos (United States Code), supuso la condena del corrupto Juez del tercer circuito de Florida Samuel S. Smith. Infringió éste concretamente la sección 1503, imputándosele que recibía dinero (también se le condenó por cohecho) por proteger a ciertas personas y las actividades ilícitas de éstos, pues favorecía en sus resoluciones a quienes le pagaban 166 . Efectivamente, aunque en su inicio el precepto se limita a sancionar a quien amenaza o intimida a un testigo, jurado o funcionario público con ocasión de la función que éstos deben cumplir en un proceso, dice esa norma, in fine, algo que nos llama la atención: "quienquiera que ... o corruptamente o por amenazas violentas o por carta o comunicación intimidante, influya, obstruya, impida o intente influir, impedir u obstruir la debida Administración de Justicia será sancionado con multa de un máximo de 5.ooo $, con pena privativa de libertad de hasta cinco años o con ambas penas". sanciona aquí a cualquiera que, abusando de su cargo, viole los derechos, privilegios o inmunidades que protegen la Constitución o las leyes de Estados Unidos, incluido quien, imponga distintas sanciones de las procedentes por razón de ser la persona extranjera, o por su color o raza. También un Juez puede infringir los derechos civiles de alguna de las partes, título 42 del Código de los Estados Unidos, sección 1983, si bien difícilmente prosperan tales acusaciones, y así, encontramos el caso Stump Vs. Sparkman, en el que el Tribunal Supremo desestimó la demanda contra un Juez al entender que éstos son inmunes, en el ámbito civil, en el ejercicio de su cargo. 435 VS 349 (1978). Vid. BARRINEAU, H.E.: Criminal Justice Studies, Anderson Publishing Co, Cincinatti, Ohio, 1987, pgs. 6 y ss. 165 El delito de obstrucción a la Justicia es de larga tradición en la Justicia norteamericana, y admite diversas variantes. El título 18 del Código de los Estados Unidos (United States Code), regula en su parte primera los delitos, y dedica el capítulo 73 a la obstrucción de la Justicia (Obstruction of Justice). Este capítulo sanciona, en las secciones 1501 y siguientes, hechos como influir en un jurado, alterar la documentación del proceso u obstruir una investigación criminal. 166 Diversas personas, entre ellas dos Jueces de Florida, Samuel S. Smith y William Arvel Drury, y varios abogados, formaron una red de compraventa de la Justicia, siendo sus integrantes acusados de soborno, manipulación de miembros del jurado,protección de actividades ilegales y amenazas contra testigos. Fue acusado el Juez Smith, en concreto, de haber recibido pagos económicos, directamente o por medio del personal del Tribunal, como pago a la protección de actividades ilegales y por otorgar un trato favorable en el Tribunal. Se le condenó por diversos cargos, uno de ellos el de obstrución a la Justicia del § 1503. A este interesante proceso se refieren Noonan y Winston, en NOONAN, J.T./ WINSTON, K.I.: The responsible Judge. Readings in Judicial ethics, editorial Praeger, 1ª edición, Londres, 1993, pgs. 328 a 330. 92 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Podría entenderse que el Juez que dicta a sabiendas una resolución manifiestamente injusta, pongamos que por mera venganza personal hacia la víctima, obstruye no "con amenazas", pero sí "corruptamente" la "debida Administración de Justicia", concepto que parece ser similar a la "Recta Administración de Justicia" que se defiende en España como bien jurídico de nuestra prevaricación judicial. Este es, en principio, el modo más correcto de sancionar al Juez prevaricador conforme a la legislación norteamericana. Contra esta interpretación puede alegarse que el concepto "debida Administración de Justicia" es demasiado ambiguo, pues sucede como con la voz justicia, lo justo de una sociedad y época no lo es en otra, y lo justo para un juzgador no lo es para otro, además de que perseguir a un Juez con esta norma puede coaccionar la libertad que éste requiere para ejercer su función. Se une a ello que esa norma no se ideó para sancionar al Juez en el desempeño de su cargo, dado que de la práctica forense se deduce que su finalidad es castigar a quien pretenda atentar contra la función judicial, lo que parece hacer referencia al ciudadano que, desde fuera y por interés propio ataca a una comisión investigadora de algún crimen, o a algún miembro del aparato judicial (Juez, fiscal, abogado, jurado, testigo...). El espíritu de esta ley no permite que se deduzca de ella la finalidad apuntada. Con todo, es necesario advertir que lo infructuoso de la búsqueda de una figura delictiva similar a nuestra prevaricación judicial no es casual, pues se debe a la especialidad del sistema legal estadounidense. 5.2. ESPECIALIDAD DEL SISTEMA LEGAL ESTADOUNIDENSE: EL JUICIO POR RESPONSABILIDAD O “IMPEACHMENT”. Debe indicarse que todos los delitos antes mencionados pueden cometerse en EEUU por cualquiera, no siendo necesaria la cualidad de servidor público, y ello es así porque la agravación de la pena asignada a una conducta punible por razón de la profesión que se ejerza iría en contra de la concepción que se tiene en ese sistema legal del principio de igualdad ante la ley penal 167 . De hecho, tampoco merecen los Jueces la prerrogativa de un antejuicio o proceso especial que les diferencie de 167 Como nos ha ilustrado el Director del Centro de Administración de Justicia de la Universidad de Florida, Luis Salas, la concepción norteamericana del principio de igualdad ante la ley penal impide que exista ninguna especialidad penal o procesal respecto a los funcionarios en el ejercicio de su cargo. 93 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO otro ciudadano, sufriendo el mismo procedimiento que el resto de los miembros de la sociedad. Así pues, quien obstruye la justicia, comete cohecho o detiene ilegalmente a otro (por citar algunas de las actividades delictivas que puede cometer un Juez en el ejercicio de su cargo), es sancionado conforme al mismo tipo, sea particular o servidor público. En todo caso, el juzgador que ejerce su función jurisdiccional de modo manifiestamente injusto no podrá ser perseguido penalmente por ese “apartamiento de la ley”. Así, tomemos el caso imaginario de un Juez norteamericano que concede la libertad provisional a un terrorista a pesar de existir gran riesgo de huída, y pensemos que lo hace movido por la simpatía que le merece el grupo armado al que pertenece el acusado, y que es sabedor de su intención de escapar. Supongamos incluso que se tome esa medida en contra de la fiscalía, que advierte del riesgo de fuga, y que, de hecho, el inculpado huye del país al día siguiente de salir de prisión. Pues bien, si no hay prueba de la recepción de ningún beneficio por el Juez, no parece que pueda procederse penalmente contra él, aunque se llegue a probar que adoptó esa decisión maliciosamente y que conocía que con ella dañaba la justicia, a diferencia de lo que sucedería en España, donde se perseguiría a ese juzgador como prevaricador. A nuestro juicio no hay un precepto penal que sancione ese tipo de injusticias, a pesar de que la maldad que irradie la resolución sea flagrante a ojos de cualquier jurista, pudiendo quedar ese tipo de conductas, eso sí, sujeta a alguna sanción disciplinaria del consejo judicial competente. La inexistencia de un delito similar a nuestra prevaricación judicial no supone que no exista preocupación por la equidad en la conducta que debe presidir toda actuación judicial y, de hecho, el artículo III, sección 1 de la Constitución estadounidense dice, al prever que puede ser necesaria su destitución, que los Jueces federales "continuarán en sus funciones mientras observen buena conducta". Ello se debe a que carecer de un tipo que expresamente castigue al Juez que actúa de modo manifiestamente injusto o con negligencia inexcusable no significa que Estado Unidos carezca de Jueces de los que necesite desprenderse por contaminar el sistema judicial. En relación con los Jueces no federales, el sistema electivo y temporal de su mandato comporta que difícilmente continuará ejerciendo mucho tiempo su empleo un Juez que actúe de modo manifiestamente arbitrario, y ello con independencia de que exista, o no, condena penal, pues, además, de los consejos judiciales que controlan la conducta de éstos, pudiéndoles imponer sanciones 94 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO disciplinarias, los Colegios de Abogados y los medios de comunicación influyen en gran medida en los electores, que son quienes eligen a sus administradores de justicia. Respecto a los Jueces federales el panorama varía, debido a que la Asamblea constituyente intentó conseguir un mecanismo tendente a garantizar la independencia del Poder Judicial, pues consideraba fundamental que la judicatura federal protegiera a los ciudadanos de los excesos de poder del legislativo o del Ejecutivo. Esto supuso que se adoptaran diversas garantías: por un lado se establecieron cargos vitalicios para todos los niveles de la judicatura federal, sin que sus salarios pudieran reducirse durante el desempeño de su función, por otro se limitó la destitución de Jueces al Juicio por Responsabilidad. No tienen los servidores públicos, sean o no Jueces, en Estados Unidos tantas prerrogativas como en nuestro país, resumiendo Luis Salas en cuatro los principios que configuran su especial situación procesal 168 : -ningún funcionario público es inmune a ser procesado penalmente, ni se requiere que el Poder al que pertenece levante su inmunidad; -el Juicio por Responsabilidad es el único mecanismo constitucional que existe para lograr la destitución del Presidente, el Vicepresidente, los legisladores y los Jueces federales de los Estados Unidos; -no existe ningún fuero procesal especial para juzgar penal o civilmente a estos funcionarios y, en consecuencia, cualquier juicio se desarrolla ante el tribunal ordinario competente en la materia; -la Constitución protege a los citados funcionarios; pero únicamente contra demandas que tengan su origen en actos relacionados con su función constitucional. 168 Vid. SALAS, L.: "Las inmunidades y privilegios de los altos funcionarios en Estados Unidos: aspectos constitucionales, penales, civiles y procesales", pg. 3. Este minucioso y elaborado trabajo constituyó, en esencia la conferencia que Luís Salas pronunció en la Universidad Jaume I, de Castellón, dentro del seminario "Los límites personales de la ley penal: aspectos constitucionales, procesales y penales", que transcurrió entre el 10 y el 16 de marzo de 1998; vid. también, sobre este tema: KASTENMEWIER, R.W./ REMINGTON, M.J.: "Symposium on judicial discipline and impeachment: judicial discipline: a legislative perspective", en Kentucky Law Journal, vol. 76, 1988, pgs. 763 a 781; GAVISON, R.: "The implications of jurisprudential theories for judicial election, selection and accountability", en California Law Review, vol. 61, 1988, pgs. 1617 a 1626. 95 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Así, para lograr la remoción de quienes se aprovechan de un cargo público federal, entre los que se cuentan los Jueces más influyentes de la nación, se debe seguir el cauce del Juicio por Responsabilidad (impeachment) 169 . Si retrocedemos en la historia norteamericana, unida en sus inicios a la inglesa, observamos que siempre se ha repudiado a quienes, abusando del puesto, emitían juicios injustos. Ya en la edad media, el juzgador inicuo perdía su puesto y su posición social, y además la víctima de tal abuso podía retarle a duelo, aunque aquél en ocasiones enviaba campeones pagados 170 ; y antes de ratificarse la Constitución de los Estados Unidos existía una gran variedad de mecanismos que posibilitaban la remoción de altos funcionarios en las trece colonias. Durante la formulación de la propuesta constitucional surgieron cinco aspectos conflictivos en relación con el Juicio por Responsabilidad. Dos de ellos, estaban relacionados con el fuero en el que el proceso debía tener lugar y la estructura del proceso mismo. Así, Edmund Randolph, de Virginia, abogó en favor de la competencia de los tribunales federales en relación con juicios políticos contra altos funcionarios; otros, por el contrario, argüían que esa facultad debía ser ostentada por los gobernadores de los diferentes Estados. Pero, la propuesta que gozó de mayor aceptación fue la que concedía al Senado el poder de remoción de funcionarios federales por medio de un juicio parlamentario 171 . 169 El término en inglés es "impeachment", pero en la mayoría de los países latinoamericanos que han adoptado este proceso lo han denominado Juicio por Responsabilidad, que es el vocablo que va a ser utilizado en el presente trabajo. Sobre este tema, vid., HOFFER, P., y HULL, N.E.H.: Impeachment in America, 1635-1805, New Haven, Conn. Yale University Press, pg. 2974; PETERSON, T.D.: "The role of the executive branch in the discipline and removal of federal judges", en University of Illinois Law Review, 1993, pgs. 809 y ss. 170 Indica Glanville, al describir la época de Enrique II (1133-1189), que una queja sobre un juicio injusto "debía muy correctamente, decidirse por duelo", y determina que el Juez "debería defender su juicio por sí mismo sin poner, como era costumbre, a un campeón en su lugar". En todo caso, el Juez condenado perdía el derecho de impartir Justicia. GLANVILLE, R.: A threatise on the laws and customs of the kingdom of England, J. Beames, 1900, pgs. 171 y 172. Bajo el reinado de Guillermo el conquistador, quien emitía juicios perdía su posición en la sociedad feudal a menos que pudiera jurar sobre las santas reliquias que no supo como dictar un juicio mejor. RIGHTMIRE, G.: The law of England at the Norman Conquest, volumen 70, 1932, pgs. 84 y 85. 171 Sobre la evolución y el significado actual de esta institución puede verse: BERGER, R.: Impeachment: The Constitutional Problems, Harvard University Press, Canbridge, 1973; y GERHARDT, M.: The Federal Impeachment Process: a Constitutional and Historical Analysis, Princeton University Press, Princeton, 1996. 96 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Durante el proceso de ratificación de la nueva Constitución por los Estados, se presentaron serias objeciones a la propuesta sobre el proceso para enjuiciar y/o remover a los altos funcionarios públicos. En primer lugar, se argumentó que el ejercicio de este poder por parte del Congreso, alteraba el equilibrio de poder entre los tres poderes del Estado. Tal crítica fue respondida por Hamilton, al entender que los posibles abusos de poder se habían reducido al repartir la carga que supone el Juicio por Responsabilidad entre la Cámara de Representantes y el Senado. Frente a quien decía que se fundían en un solo cuerpo las autoridades legislativa y judicial respondía que siendo la independencia de esos departamentos necesaria en general, una mezcla parcial resultaba no sólo conveniente, sino necesaria para la mutua defensa de sus miembros. Ante la posibilidad de que fuese el Tribunal Supremo el órgano decisor, dudaba de que éste órgano conservara la imparcialidad requerida entre un individuo acusado y los representantes del pueblo, que son sus acusadores, y no creía que los miembros de ese Tribunal poseyeran la fortaleza necesaria para desempeñar tal tarea. Mantenía que encomendar a un órgano judicial la labor de juzgar la conducta de los miembros de la Judicatura constituiría un error, pues a los Tribunales compete también la responsabilidad de juzgar al funcionario por cualquier violación de la ley que surgiera de la conducta que causó su destitución. Estimaba Hamilton, por ello, que el Senado tenía más dignidad e independencia para realizar tal función 172 . 172 En este sentido, el citado autor afirma que “es muy dudoso que los miembros de este tribunal posean siempre la gran dosis de fortaleza necesaria para desempeñar una tarea tan difícil; y todavía más dudas deben abrigarse de que posean el grado de ascendiente y autoridad que racionalmente serán indispensables en ciertas ocasiones para reconciliar al pueblo con una decisión que chocara con la acusación presentada por sus propios representantes. La deficiencia en lo primero resultaría fatal para el acusado, y en lo segundo peligrosa para la tranquilidad pública. En ambos casos, el azar solo podría eludirse constituyendo un tribunal más numerosos con lo que es compatible con las consideraciones económicas. La necesidad de un tribunal numeroso para juzgar en los casos de acusación por delitos oficiales la impone, asimismo la naturaleza de sus actuaciones. Estas nunca pueden conformarse a reglas tan estrictas, ni en lo que se refiere a la definición del delito por parte de los acusadores, ni a su interpretación por los Jueces, como las que sirven en casos ordinarios para limitar el arbitrio de los Tribunales en favor de la seguridad personal. No habrá un jurado que se interponga entre los Jueces que deben pronunciar la sentencia y el sujeto que tiene que sufrirla. El tremendo poder discrecional que necesariamente han de poseer estos tribunales, para destinar al honor o al oprobio a los personajes en quienes más se confía y más distinguidos de la comunidad, impide que esta misión se encomiende a un número reducido de personas”. Y continúa afirmando que “parece que estas consideraciones bastan por sí solas para llevarnos a la conclusión que la Corte Suprema no hubiera sido el sustituto oportuno del Senado como tribunal de responsabilidades oficiales. Pero queda otra que confirmará no poco esta conclusión: con el castigo que puede ser la consecuencia de estas acusaciones, no terminará la expiación 97 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Además, una acción de este tipo, decía, requiere de la aprobación de una mayoría cualificada de los parlamentarios. En segundo lugar, se afirmó que esta norma asignaría demasiado poder al Senado, al permitir que esta institución juzgare a funcionarios cuyo nombramiento ha ratificado. A lo que Hamilton opuso que muchos Estados hacían uso de este sistema sin que ello, provocara resultados negativos y, además, el Senado no tenía por qué guardar lealtad a los funcionarios cuyo nombramiento había aprobado, puesto que esta Cámara se limitaba a ratificar los nombramientos propuestos por el Ejecutivo. Por otra parte, pensaba que el interés de los miembros del Senado en la administración respetable de los asuntos, determinaba que estuvieran dispuestos a impedir la participación en ella de quienes por su conducta hubieran demostrado ser indignos de la confianza depositada en ellos 173 . No obstante, hay que precisar que, además del recurso al Juicio por Responsabilidad, se han intentado arbitrar otros mecanismos que posibilitaran la sanción de Jueces federales. En efecto, en 1790, el Congreso emitió la Ley sobre Sobornos (“Bribery Act of 1790”), en la que disponía la separación de un Juez de su cargo si era condenado penalmente por soborno, pero ésta es dudosamente constitucional y hasta la fecha no ha sido aplicada 174 . Volviendo al sistema por el que se intenta en este país controlar estas actuaciones abusivas de los Jueces federales, se ha discutido sobre la legalidad de acusar penalmente a un Juez antes de que fuera del delincuente. Después de ser sentenciado a ostracismo perpetuo, perdiendo la confianza y la estimación así como los honores y los emolumentos que le concedía su país, estará aún sujeto a un proceso y a la pena que le corresponda según las leyes ordinarias. ¿Sería justo que las personas que han dispuesto en un proceso de su fama y de sus derechos más valiosos como ciudadano dispusieran también en otro, y por la misma ofensa, de su vida y su fortuna?”. HAMILTON, A.: El Federalista, Nueva York, 1788, traducción española de G.R. Velasco, 2ª edición, Fondo de Cultura Económica, México, 1957, pgs. 277 a 280. 173 Alegó, de hecho, que: “su decisión entre las dos ramas de la legislatura, por la cual se atribuye a una el derecho de acusación y a la otra el de instruir el proceso y dictar sentencia, evita el inconveniente de que las mismas personas acusen y juzguen; y protege contra el peligro de una persecución originada por el espíritu faccioso que pudiera prevalecer en cualquiera de esas ramas. Como para condenar son necesarios los votos de las dos terceras partes del Senado, la garantía que ofrece a los inocentes esta circunstancia suplementaria será todo lo completa que puedan desear”. HAMILTON, A.: El Federalista, cit., pgs. 277 a 285. 174 Duda Luís Salas, aduciendo opiniones de expertos en Derecho constitucional, sobre la constitucionalidad de esta ley, norma que nunca ha sido aplicada en relación con un Juez. SALAS, L.: “Las inmunidades y privilegios de los altos funcionarios en Estados Unidos: aspectos constitucionales, penales, civiles y procesales”, cit., pg. 25, nota 108. 98 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO removido de su cargo, por medio del oportuno Juicio de Responsabilidad 175 . Quienes creen que un Juez no debería estar sujeto a un juicio penal, con anterioridad a su remoción, suelen aducir como argumento que el texto constitucional señala (Artículo I, sección 3, cláusula 7 de la Constitución de los Estados Unidos): “las sanciones en casos de Juicio por Responsabilidad no excederán de la destitución del funcionario y la descalificación del mismo de cualquier posición de honor, confianza o ganancia en el Gobierno de los Estados Unidos; pero el funcionario así sancionado será, sin embargo, responsable penalmente y estará sujeto a una acusación, juicio, sentencia y sanción de acuerdo con la ley”. No obstante, los Tribunales que se han pronunciado sobre el tema, han concluido que la introducción de tal precepto obedece a la intención de distinguir un proceso penal de un Juicio por Responsabilidad y, por ende, diferenciar el sistema de la práctica inglesa que permitía al Ejecutivo la imposición de una sanción penal al separar a un funcionario de su cargo. El primer caso en el que un Juez defendió que la Constitución vetaba su enjuiciamiento penal con anterioridad a su destitución, tuvo como protagonista al Juez Otto Kerner, miembro de una Corte de Apelaciones federal y exgobernador del estado de Illinois 176 . Kerner fue acusado penalmente por delitos cometidos antes de asumir su cargo judicial. La Corte de Apelaciones, rechazando su alegación de inmunidad, estimó que “la protección del término vitalicio no es una licencia para cometer delitos o un perdón por delitos cometidos antes de asumir el cargo judicial” 177 . La Corte tampoco tuvo en consideración el argumento según el cual permitir una acción penal en contra de un Juez 175 Sobre la inmunidad judicial, interesa acudir a: GOLD, S.W.: “Temporary Criminal Immunity for Federal Judges: a Consdtitutional Requirement”, en Brooklyn Law Review, vol. 53, 1987, pgs. 699 a 721; HAMILTON, W.: “Indictment of Federal Judges: Chilling Judicial Independence”, en University of Florida Law Review, vol. 35, 1983, pgs. 296 a 315; SIMON, M.: “Bribery and Other Not So Good Behavior: Criminal Prosecution as a Supplement to Impeachment of Federal Judges”, en Columbia Law Review, vol. 94, 1994, pgs. 1617 a 1673; NOTO, T.J.: “Pulliam v. Allen: Delineating the inmunity of judges from prosprective relief”, en Catholic University Law Review, 1985, vol. 34, pgs. 829 a 856. 176 United States v. Isaacs, 493 F.2d 1124 (7° Circuito), cert. denied, 417 US 976 (1974). 177 Ibidem, pg. 1142. 99 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO debilitaría el principio de independencia judicial. Y, en este sentido, declaró que dicha independencia está mejor protegida “cuando las acusaciones penales en contra de Jueces son vistas en un tribunal y no en el Congreso. En un Tribunal, un Juez goza de todas las garantías reconocidas a quienes estén acusados de un delito” 178 . En un caso más reciente, el Juez Claiborne presentó un recurso de inconstitucionalidad contra la sentencia que le condenaba, basado en que la condena recibida y su posterior encarcelamiento, tenían como consecuencia práctica el removerlo de su cargo, lo que, en su opinión, vulneraba la garantía del cargo vitalicio que se establece constitucionalmente 179 . La Corte de Apelaciones reconoció que los Jueces federales únicamente podían ser removidos mediante un Juicio por Responsabilidad. Sin embargo, concluyó que, aunque el encarcelamiento de un Juez tiene el efecto práctico de impedir el ejercicio de su función judicial, esto no equivale a ser destituido del cargo. Son numerosos los autores que se muestran conformes con esta línea jurisprudencial, entre los que puede destacarse a Gerhardt, para quien “el concepto de independencia judicial protege a los Jueces solamente en su papel de Jueces. Aunque los Jueces tienen el poder de interpretar la legislación penal, su posición oficial no les ofrece inmunidad para dejar de acatar la ley” 180 . Además, se señala que el encarcelamiento no es sinónimo de la remoción del cargo, puesto que los Jueces que están encarcelados continúan recibiendo su salario, retienen su título, no pierden su derecho a pensiones y pueden retornar a la función judicial, salvo que sean removidos por el oportuno Juicio por Responsabilidad posterior 181 . 178 Ibidem, pg. 1144. Una última razón apuntada por Claiborne fue que la posibilidad de una acusación penal tenía un efecto intimidante sobre Jueces y, por ello, el Ejecutivo podía hacer un mal uso de la misma como un medio especialmente apto para presionar a la judicatura. Al respecto, la Corte de Apelaciones declaró que el principio de independencia judicial debía ser ponderado en relación al objetivo de garantizar la integridad del Poder Judicial y la confianza popular en la Judicatura. Y, dicho conflicto, ha de ser resuelto en favor del principio de igualdad de todos ante la ley. Por tanto, la responsabilidad penal de un juez, con anterioridad a ser cesado por medio de un Juicio por Responsabilidades, suponía una menor lesión sobre la independencia judicial que las consecuencias que su inmunidad podrían tener sobre la responsabilidad y transparencia judicial. United States v. Claiborne, 727 F.2d 842 (9th Cir.), cert. denied, 469 US 829 (1984). 180 GERHARDT, M.: The Federal Impeachment Process: a Constitutional and Historical Analysis, cit., 1966, pgs. 90 y 91. 181 Véase también: PETTERSON, T.: “The Role of the Executive Branch in the Discipline and Removal of Federal Judges”, en University of Illinois Law Review, vol. 1993, pgs. 809 a 895; SHANE, P.M.: “Who May Discipline or Remove Federal Judges? A Constitutional Analysis”, en University of Pennsylvania Law Review, vol. 142, 1993, 179 100 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Respecto al modo de controlar las arbitrariedades de los Jueces, el Congreso aprobó en 1908 la ley de reforma de consejos judiciales, conducta e incapacidad judicial (Judicial Councils, Reform and Judicial Conduct and Disability Act). En virtud de la misma se autoriza a los consejos judiciales a investigar la conducta profesional de Jueces de Distrito (primera instancia) y de Circuito (apelaciones). Asimismo, se les reconoce la posibilidad de imponer medidas disciplinarias, salvo la remoción del cargo. El proceso disciplinario nace con la presentación de una denuncia que cualquiera puede interponer contra un Juez. En ninguna instancia existe la posibilidad de que el Juez en cuestión sea removido de su puesto o privado de sus beneficios salariales. Si el Consejo Judicial considera que hay indicios suficientes para iniciar un juicio de responsabilidad, está facultado para remitirlo a sus superiores, quienes pueden enviarlo a la Cámara de Representantes del Congreso. Los detractores de este Juicio no ocultaban su preocupación por la aparente facilidad que existe para su inicio; lo que necesariamente, habría de producir abusos constantes en el proceso y un gran número de Juicios por Responsabilidad. Sin embargo, la historia republicana norteamericana demuestra que esto no ha sido así. En efecto, la Cámara de Representantes únicamente ha presentado acusaciones formales en contra de quince funcionarios: un presidente (Andrew Johnson), un senador, un ministro de defensa, un miembro de la Corte Suprema, un Juez de apelaciones y diez Jueces de distrito. De estos, el senado consideró culpables a siete, absolvió a cinco y desestimó el proceso contra otros tres (dos por razones personales y, en relación con el tercero, porque había renunciado a su cargo) 182 . En otras ocasiones, entre las que destaca el caso de Nixon, la Cámara inició procesos, pero estos no se materializaron en acusaciones en contra de funcionarios. Son varias las razones que alega Luis Salas para explicar que hayan sido escasos los Juicios por Responsabilidad, especialmente en los últimos años 183 . Al respecto, aprecia que la mayoría de las veces pgs. 209 a 242. 182 Los siete funcionarios que fueron considerados culpables por el senado han sido Jueces federales. El Juez Pickering fue removido en 1804, por razones de embriaguez y senilidad; el Juez Humpreys por incitar a la rebelión durante la Guerra Civil; el Juez Archbald por soborno en 1913; el Juez Ritter por soborno y evasión de impuestos, en 1936; el Juez Claiborne por evasión de impuestos en 1986; el Juez Hastings por solicitar un soborno en 1989; y el Juez Nixon por mentirle al Gran Jurado en 1989. Asimismo, el senado impuso una inhabilitación para ocupar puestos políticos en el futuro a los Jueces Humpreys y Archbald. GERHARDT, M.: The Federal Impeachment Process: a Constitutional and Historical Analysis, cit., pg. 184, nota 4. 183 SALAS, L.: "Las inmunidades y privilegios de los altos funcionarios en Estados Unidos: aspectos constitucionales, penales, civiles y procesales", cit., pg. 33. 101 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO aparecen involucrados funcionarios de bajo nivel -principalmente Jueces- que carecen de la suficiente importancia como para paralizar el trabajo del Congreso durante un tiempo indefinido. En estos supuestos, resulta más sencillo resolver el problema con una solución distinta. Por ejemplo, en el caso de un Juez anciano que se niega a retirarse, es posible nombrar otro Juez en su mismo territorio y dejar al primero sin casos que resolver. En cambio, si los actos objeto de la investigación son constitutivos de delito, el modelo más reciente ha consistido en esperar hasta la finalización del proceso penal y, una vez concluido, iniciar el Juicio por Responsabilidad. Incluso, es frecuente que suceda que el mismo proceso penal ocasione la dimisión del funcionario enjuiciado 184 . Sin embargo, en los últimos procesos, se observa que los Jueces optan por mantenerse en sus cargos, por lo que han tenido que ser destituidos a través de un Juicio por Responsabilidad. Curiosamente, ni siquiera se requiere la existencia probada de un delito en el ejercicio de su cargo para destituir a un Juez. Gerald Ford, cuando fue presidente de la minoría republicana en la Cámara de representantes, dijo que un acto por el que un funcionario puede ser cesado es “lo que la mayoría de la Cámara de Representantes considere en un momento dado de la historia”, y que “la determinación de la culpabilidad es el resultado de cualquier acto que dos tercios de la otra cámara (senado) estimen suficientemente grave para que el acusado sea removido de su cargo” 185 . Sintetizando la regulación norteamericana, la conducta castigada por el delito español de prevaricación judicial puede tener cabida en muchas ocasiones en los amplios tipos estadounidenses de violación de los derechos constitucionales o legales del ciudadano (sección 242, parte primera del título 18 USC) o de obstrucción a la justicia (cuyas diversas facetas se recogen en el capítulo 73 de la parte primera del título 18, secciones 1501 y siguientes), aunque puede que, al no darse los presupuestos requeridos, una mala conducta en el cargo no sea suficiente para fundar una acusación por esos delitos. No obstante, el Juez que no actúa como su empleo requiere no dura mucho en la función judicial, debido al control que ejercen los consejos judiciales y a los mecanismos populares de elección de ésta, con la excepción de los Jueces federales, que no tienen carácter temporal. 184 Véanse los ejemplos de los Jueces Albert Johnson en 1945, Otto Kerner en 1974 y Herbert Fogel en 1978. 185 Gerald Ford respondió así al Juez del Tribunal Supremo William O´Douglas que alegó que no existía ninguna causa ilícita contra él. GERHARDT, M.: The Federal Impeachment Process: a Constitutional and Historical Analysis, cit., pg. 103. 102 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO También, no obstante, hemos visto como respecto a ellos requiere la Constitución "buena conducta", procediendo, en otro caso, su remoción por medio de un Juicio de Responsabilidad. La no tipificación expresa en el Derecho Penal estadounidense de un delito similar al español de prevaricación judicial, que inhabilite o imponga prisión al Juez que abuse del cargo obedece a proteger la independencia judicial, pues la vaguedad de expresiones como "resolución manifiestamente injusta" o "negligencia inexcusable" supondría un poder excesivo en manos de quien juzgara a los Jueces. Por otra parte, si aparecen conductas de esta naturaleza, verdaderamente graves para la Administración judicial, de ellas se ocupan los consejos judiciales y el propio electorado, pudiendo solicitar los citados consejos, si el Juez es federal, el inicio del Juicio, no penal, por Responsabilidad. En efecto, la creación de un delito de esas características en el sistema norteamericano podría dar lugar a su derogación por inconstitucionalidad, al ser la conducta muy ambigua e incidir en el libre arbitrio judicial, no siendo, de otro lado, bien recibida la creación de un tipo que, basándose en conceptos tan ambiguos como la injusticia, podría coaccionar en gran manera la función judicial, -pues tengamos en cuenta que la existencia de esta infracción permitiría a cualquier ciudadano denunciar al Juez que le desestimó alguna petición, por el mero hecho de entenderla injusta-. En conclusión, en el sistema norteamericano los juristas creen que la introducción de un delito de prevaricación judicial, a imagen y semejanza del español, es algo peligroso, por su ambigüedad, para la libertad de decisión del juzgador, -pues siempre debe tener éste un margen de actuación dentro de la ley y le coaccionaría poder ser denunciado por quienes fueron condenados en sus resoluciones o quedaron descontentos con ellas-, y también innecesario, pues hay mecanismos suficientes de control, y remoción, en su caso, de ese tipo de servidores públicos. De hecho, estima la doctrina que la existencia de ciertas inmunidades es el precio a pagar por la independencia de la judicatura 186 . En todo caso, como vemos, a pesar de no contar este sistema con un delito de prevaricación el Juez que manipula el Derecho 186 Así lo piensa Wilson. WILSON, S.R.: English Legal System, 3ª edición, Blackstone Press, 1996, pg. 237. Realizan Comisky y Patterson un exhaustivo estudio sobre las inmunidades civiles y penales que cubren al Juez en el ejercicio de su función. COMISKY, M./ PATTERSON, P.C.: The judiciary selection, compensation, ethics and discipline, Quorum Books, Londres, 1987, pgs. 233 a 245. Puede verse también, sobre la independencia judicial del Juez norteamericano: BRIGHAM, J.: The cult of the Court, Temple University Press, Filadelfia, 1987, pgs. 66 y 69. 103 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO en el ejercicio de su función es apartado, de uno u otro modo, de su cargo, si bien en Estados Unidos dicha acción, por execrable que llegue a ser, no lleva nunca aparejada pena de prisión. 104 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO CAPÍTULO 6. ITALIA. 6.1. UBICACIÓN SISTEMÁTICA. NATURALEZA JURÍDICA DEL PRECEPTO. La actuación parcial del Juez se tipifica, en el Código Penal italiano, entre los delitos contra la Administración, lo que dice mucho sobre el bien jurídico que el legislador intenta defender, pues pudo optarse por incardinarlo en el título dedicado a la protección de la Administración de Justicia. De esta manera, los delitos contra la Administración de Justicia configuran el título III del libro II del Código Penal italiano, dirigido a tutelar esa Administración en sentido amplio, lo que comprende, según Antolisei, todos los comportamientos que amenazan el fin último de la justicia 187 . Este amplio contenido abarca tres grupos de delitos, divididos en otros tantos capítulos. En el primero, posiblemente el más importante, "Delitos contra la actividad judicial", se tutela el normal y eficaz funcionamiento de la Administración de Justicia, abarcando delitos como el falso testimonio, la simulación de delito o la prevaricación. La prevaricación, sin embargo, es una denominación usada por la doctrina para definir la conducta traicionera del "patrocinatore o il consulente tecnico". Sanciona este delito la infidelidad de estos sujetos cuando, inmersos en un proceso judicial, incumplen su deber de servicio, vulnerando el deber de defensa, representación o asistencia pericial que contrajeron con la parte a la que sirven 188 . Aunque habría tenido cabida en este 187 ANTOLISEI, F.: Manuale di Diritto Penale. Parte Speciale II, ediciones Giuffrè, 12ª edición, Milán, 1997, pgs. 425 y 426, 188 Mirri dice que tradicionalmente se conocen los delitos previstos en los artículos 380 (patrocinio o consulenza infidele) y 381 (altre infideltà del patrocinatore o del consulente tecnico) con el término "prevaricazione". Aunque esta palabra significa, en sentido amplio, desviarse del deber profesional, es usada en un sentido más estricto por la doctrina italiana para referirse a esta infracción. MIRRI, M.B.: "Infideltà del patrocinatore o consulente tecnico", en DIGESTO delle Discipline Penalistische, tomo VI, editorial Unione Tipografico Editrice Torinese, Torino, 1992, pg. 418; Pannain también se refiere al genérico título de "Prevaricazione" para referirse a esta figura. Se trata, dice, de la infidelidad del "patrocinatore" o del "consulente tecnico" que, incumpliendo sus deberes perjudica los intereses de la parte que asiste, representa o defiende ante la autoridad judicial. Recuerda que estamos ante un delito propio, pues sólo puede realizarlo quien posee una cualidad personal determinada. PANNAIN, R.: "Prevaricazione e infideltà del patrocinatori", en NOVISIMO DIGESTO ITALIANO, tomo XIII, editorial Unione Tipografico Editrice Torinese, Torino, 1966, pg. 808; Tentori Montalto dice que los delitos de los artículos 380 a 381 se ubican en la categoría de "delitos de infidelidad", pues aunque no tienen ubicación autónoma en el Código son 105 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO título la conducta del Juez que abusa del cargo, actuando injustamente, que ataca sin duda la realización de la justicia, el legislador italiano ha rechazado tal posibilidad, al atender más bien al deber de fidelidad del juzgador como servidor público y al mal funcionamiento de la Administración, y entender que la actividad judicial forma parte de la Administración 189 . Así, tras hacer constar el diverso trato que respecto a los delitos de corrupción han merecido el Juez penal y el funcionario administrativo, pues creen que con la modificación de 1990 el legislador ha intentado reducir la intervención del Juez penal y otorgar mayor espacio a la discrecionalidad de la Administración Pública, los autores no suelen referirse a la corrupción como un tipo protector de la justicia, sino del “buon andamento e l´imparzialita de´ll Amministrazione” 190 . El título II del libro II del Código Penal italiano contempla los delitos contra la Administración Pública, incardinándose en su capítulo primero, dedicado a los delitos de los funcionarios públicos contra la Administración Pública, el artículo 319 ter, con la rúbrica "Corruzione in atti giudiziari". El título citado recoge dos clases de delitos, los cometidos por funcionarios públicos y los realizados por particulares, considerados ambos contra la Administración Pública. Eso sí, en los primeros existe siempre una violación del deber del cargo que vincula al empleado público con la función administrativa, mientras que en los segundos se agrede a la actividad funcionarial externamente. En otras palabras, si en los primeros la ofensa al interés estatal procede del interior de la Administración, en los segundos viene del exterior 191 . resultado de una elaboración doctrinal. TENTORI MONTALTO, S.: "La infideltà del patrocinatore e del consulente tecnico", en Rivista Penale, n° 119, 1993, editorial La Tribuna, Piacenza, pg. 155. 189 Se atiende aquí a la magistratura como un cuerpo de funcionarios de la Administración, siendo éste un caso especial de órgano tenido como administrativo a pesar de ejercer funciones no administrativas. Nos recuerda Pannain que a efectos de los delitos contra la Administración se consideran constitutivos de la organización administrativa, en sentido amplio, valores relativos a órganos de la función legislativa y judicial. PANNAIN, R.: I delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, editorial E. Jovene, Nápoles, 1966, pgs. 2 y 3. Pisapia cree que aquí se comprenden los delitos que lesionan ”la actividad del Estado y de otros entes públicos, no sólo en el desarrollo de la función administrativa estrictamente considerada, sino también en el ejercicio de las otras funciones que son propias del Estado: esto es, la legislativa y la judicial”. PISAPIA, G.D.: Istituzioni di Diritto Penale, Padua, 1975, pg. 237. 190 D´ALBERTI, M./ FINOCHI, R.: Corruzione e sistema istituzionale, editorial Il Mulino, Bologna, 1994, pg. 255. 191 ANTOLISEI, F.: Manuale di Diritto Penale. Parte Speciale II, cit., pg. 261. 106 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO Sin duda, el precepto italiano vigente más similar a la prevaricación judicial española es la denominada corrupción en acto judicial. El texto punitivo italiano preveía, antes de la reforma de 1990, una agravación de la pena correspondiente al cohecho, dentro del artículo 319 (corruzione propria), cuando del acto de servicio ilícito se derivaba un favorecimiento o daño a una parte inmersa en un proceso civil, penal o administrativo. El artículo 9 de la ley n° 86, de 26 de abril de 1990, introdujo el precepto 319 ter que se refiere expresamente al cohecho del Juez (corruzione in atti giudiziari). La doctrina se mostró favorable a la creación de esa figura, poniendo de relieve los autores la particular gravedad de ese delito y el hecho de que era ya objeto de incriminación autónoma en muchas legislaciones. Se justificaba la sensible agravación de pena en atención a que el hecho de abusar del cargo en un proceso lo merecía, pues no era apropiada la regulación anterior ya que regía el tipo base de la corrupción propia, y aunque se preveía una circunstancia agravante, podía quedar ésta vacía de contenido por el juego de las circunstancias modificativas de la responsabilidad 192 . Dice el artículo 319 ter, bajo la rúbrica de "Corruzione in atti giudiziari": "Si el hecho indicado en los artículos 318 y 319 se comete para favorecer o dañar a una parte en un proceso civil, penal o administrativo se aplicará la pena de reclusión de tres a ocho años. Si del hecho deriva la condena injusta de alguien a una reclusión no superior a cinco años, la pena será de reclusión de cuatro a doce años; si se deriva una condena injusta de reclusión superior a cinco años o a 192 Justifican en estos términos la reforma, entre otros, Militello y De Luca. MILITELLO, V.: "Sulla corruzione in atti giudiziari", en la obra colectiva (coordinada por A.M. Stile): La Riforma dei Delitti contro la Pubblica Amministrazione, editorial Jovene, Nápoles, 1987, pgs. 362 y 363; De Luca, en SEGRETO, A./ DE LUCA, G.: I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, editorial Giuffrè, 2ª edición, Milán, 1995, pgs. 415 a 418; del mismo autor: SEGRETO, A./ DE LUCA, G.: Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, editorial Giuffrè, 3ª edición, Milán, 1999, pgs. 416 a 418. Sobre el alcance de la reforma, resulta muy útil la obra de Iadecola. IADECOLA, G.: I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione dopo le Leggi di Riforma. (Note di commento alle leggi 26 aprile 1990 n° 86, 7 febbraio 1992 n° 181 e 16 luglio 1997 n° 234 con rassegna di giurisprudenza), 3ª edición, editorial G. Giappochelli, Torino, 1998, pgs. 53 a 57; MIRRI, M.B.: "Corruzione propria e corruzione impropia tra costituzione e politica legislativa", en Rivista Italiana di Diritto e Procedura Penale, editorial Giuffrè, Milán, 1980, pg. 444. 107 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO cadena perpetua, la pena será de reclusión de seis a veinte años". La referencia del precepto a los artículos 318, titulado "Corruzione per un atto d´ufficio", y 319, "Corruzione per un atto contrario ai doveri d´ufficio", nos obliga a acercarnos a su contenido. Sanciona el artículo 318, en su primer párrafo, con pena de reclusión de tres meses a tres años al funcionario público que recibe una retribución o la promesa de ésta por cumplir, en el futuro, un acto legítimo de servicio. En el segundo párrafo se castiga, con inferior pena, al funcionario que recibe alguna retribución por un acto de servicio ya cumplido. Por su parte, el artículo 319 castiga con reclusión de dos a cinco años al funcionario público que recibe una remuneración o la promesa de ésta por omitir o retardar un acto debido de servicio, o por realizar un acto contrario a sus deberes públicos. Sobre la naturaleza jurídica de esta subespecie de corrupción no hay unanimidad doctrinal. Algunos defienden que la norma configura una figura autónoma de delito y otros sólo aprecian una mera circunstancia agravante. En la primera posición se alinea De Luca, al recordar que la previsión en forma autónoma de este fenómeno proviene de la propuesta de ley n° 1250, presentada por el senador Vassalli en la IX legislatura. En ella se solicitaba la configuración autónoma de esa corrupción por razón de la peculiaridad de los intereses en conflicto y de la exigencia de una tutela particular que persiguiera el correcto ejercicio de la función jurisdiccional 193 . También Grosso cree que en la gestación de la nueva ley de delitos de funcionario está clara la intención de configurar un delito distinto, pues incluso se le otorga rúbrica autónoma, y asegura que la mencionada ley ha transformado en delito autónomo lo que era una circunstancia agravante de la corrupción propia, modificando su esencia profundamente 194 . Según De Luca se 193 El senador Vassalli presentó la propuesta de ley n° 1250 en la IX legislatura (Giustitia Penale 1988, tomo I, pgs. 28 y ss.). Posteriormente, durante la X legislatura el ministro Vassalli propone nuevamente, en el proyecto de ley gubernamental n° 2441 la configuración autónoma de la corrupción judicial, apoyándose como razones en la peculiaridad de los interese en conflicto y la exigencia de una tutela particular para el correcto ejercicio de la función jurisdiccional (Camara dei Deputati, Ministro Vassalli, Relazione al disegno di legge n° 2441, X legislatura, pg. 4). Se refiere a ese proceso De Luca, en SEGRETO, A./ DE LUCA, G.: Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pgs. 416 a 418. 194 GROSSO, C.F., en la obra colectiva (coordinada por T. Padovani): I Delitti dei 108 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO intentó crear una figura delictiva que castigase duramente esta actuación en consideración a su especial gravedad, no dejando lugar a dudas la fórmula utilizada de que estamos ante un delito autónomo 195 . Y admitir que estamos ante un delito autónomo tiene importancia práctica, a efectos de los principios generales aplicables para determinar las circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal196 . Otros autores sólo reconocen en esta corrupción en acto judicial la naturaleza de una circunstancia agravante. Es el caso de Antolisei, a quien no convencen los razonamientos que configuran el precepto como un tipo autónomo, pues según él, aludir al distinto nomen iuris o a la peculiaridad de los intereses en juego no son argumentos determinantes para encontrar algo más que una simple circunstancia agravante, que es lo único que resulta de la referencia a un tipo base y la agravación de su pena 197 . También Padovani, Basile o Capaldo defienden, en dirección similar, que estamos ante una mera circunstancia agravante del delito base de corrupción propia o impropia, caracterizada por exigirse una especial intención de favorecimiento o daño a una parte procesal 198 . Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, Unione Tipografico Editrice Torinese, Torino, 1996, pgs. 204 y 205; en igual sentido se manifiesta este autor en la obra colectiva: Codice Penale. Parte Speciale, IV, 2ª edición, Unione Tipografico Editrice Torinese, 1996, pgs. 257 y 258. 195 El propio Ministro Martinazzoli adujo, recuerda De Luca, que la agravante prevista en el artículo 319 se transformaba en un nuevo delito (nuovo titolo di reato, avente a specifico oggetto la "corruzione in atti giudiziari"), para evitar, dada la gravedad de la infracción, que el agravamiento penal previsto fuera en vano al entrar en juego otras circunstancias modificativas. Encuentra apoyo el autor para su postura en la misma jurisprudencia y alega que ésta apoya su tesis de la autonomía de este delito, refiriéndose a diversas sentencias, de 1990, 1992 y 1995. De Luca en: SEGRETO, A./ DE LUCA, G.: Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pgs. 417, 421 y 422. A favor de su configuración como delito autónomo se muestran D´ALBERTI, M./ FINOCHI, R.: Corruzione e sistema istituzionale, cit., pg. 253. 196 En ese sentido, vid.: MARINI, G.: "Rilevanza ed applicabilità di circostanze aggravanti ed attenuanti nei delitti di concussione e corruzione", en "Revisione e riformulazione delle norme in tema di corruzione e concussione", Atti del Convegno di Studi di Diritto Penale (Bari, 21 y 22 de abril de 1995), editorial Cacucci, Bari, 1996, pgs. 128 a 130; DE LUCA, G.: ibidem. 197 Antolisei cree difícil motivar la tesis del delito autónomo, y considera que en realidad se trata de aumentar la pena refiriéndose a un delito base, lo que supone, según la técnica típica del Código, que se trata de una circunstancia. Aduce que sólo es una circunstancia agravante ubicada ahí por razones sistemáticas. ANTOLISEI, F.: Manuale di Diritto Penale. Parte Speciale II, cit., pg. 318. 198 La referencia a los artículos 318 y 319 hace creer a estos autores que se trata de una mera agravante, especificada por la referencia a un finalidad de la acción. BASILE, T./ CAPALDO, G.: I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, 109 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO 6.2. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO. Como ya anticipábamos, la corrupción en acto judicial se encuadra entre los delitos de funcionarios, y no en el título dedicado a la Administración de Justicia. Obedece ello a que la corrupción es un delito, similar al cohecho español, cuya comisión no se reduce al Juez, sino que puede cometerse por todo servidor público e incluso, como corruptor, por un particular. Por consiguiente, la mayoría de autores estiman que lo tutelado es la Administración, sea el "buon andamento" de ésta, entendida esta expresión como sinónimo de eficiencia, o sea su mismo prestigio e imparcialidad 199 . Conviene resaltar que este concepto se usa en sentido amplio, comprensivo del aparato estatal por entero, incluidas las facetas administrativas, legislativa y estatal. Esta tutela unitaria responde a una opción precisa de política criminal que contrasta con la autonomía de las respectivas funciones expresadas por la Constitución. Así, el interés tutelado es la actividad administrativa, entendida en sentido objetivo y, por tanto, ejercitable no sólo administrativa sino también legislativa y judicialmente, la cual encuentra una referencia concreta de rango constitucional en el art. 97, en las expresiones ”buen andamento” e ”imparzialita” 200 . También la jurisprudencia italiana dominante cree, como manifiesta Grosso, que los artículos 318 a 322 del Código Penal italiano persiguen la tutela del buen funcionamiento de la Administración Pública. Aunque no niega este autor que la corrupción pública también lesiona el deber de fidelidad del funcionario, cree que lo editorial Giuffrè, Milán, 1996, pg. 143; PADOVANI, T.: "Commento alla lege 26 aprile 1990 n° 86", en Corriere Giuridico, 1990, pg. 543. 199 Vid., al respecto, CERQUETTI, G.: Tutela penale della Pubblica Amministrazione e tangenti, Edizioni Scientifiche Italiane, Nápoles, 1996, pg. 116. De modo similar, Groso especifica que el ”buon andamento e imparzialita” deben colocarse sobre la base del prestigio de la Administración, interés protegido a cuya salvaguarda se predispone el conjunto de delitos referidos a la Administración Pública. GROSSO, C.F., en la obra colectiva (coordinada por T. Padovani): I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pgs. 222 y 223. 200 “Buon andamento” significa eficiencia o funcionamiento regular de la actividad de la Administración Pública. “Imparzialita” supone que en el cumplimiento de su función la Administración Pública debe actuar tras comparar los intereses contrapuestos de modo exclusivamente objetivo. CRESPI, A./ ZUCCALÁ, G./ STELLA, F.: Commentario Breve al Codice Penale, editorial Dott. Antonio Milani, 1992, pg. 691. 110 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO verdaderamente protegido es la imparcialidad y el buen funcionamiento de la Administración Pública 201 . Tiene la ventaja esta postura de ser tan válida para el caso del empleado público, como para el particular. De hecho, estima Manzini que tanto en la corrupción propia como en la impropia se tutela el interés en el normal funcionamiento y en el prestigio de la Administración Pública en sentido amplio. La protección de la Administración Pública exige castigar las acciones que realizan los servidores públicos contra el servicio, pero también conviene, según él, intimidar y sancionar al corruptor, que es un particular, para evitar que se tiente moralmente al agente público 202 . Por otra parte, no estamos ante una modalidad más de corrupción, toda vez que el tipo reviste una configuración autónoma precisamente porque se protege en él el ejercicio de la función judicial, como expuso el Ministro de Justicia al presentar el proyecto de ley que contenía este precepto. De hecho, y aunque los autores no llegan a decantarse por este bien jurídico claramente, no faltan referencias a este aspecto. En ese sentido, estima Militello, que la voluntad de otorgar autonomía al delito de corrupción en acto judicial buscaba reforzar el control de la judicatura, ante posibles comportamientos inicuos de sus miembros 203 . Segreto y De Luca estiman que la reiterada configuración autónoma de este delito se justifica por la peculiaridad de los intereses afectados y la exigencia de una tutela particular del correcto ejercicio de la función judicial. Sin embargo, tales autores no creen que la creación de una nueva figura de delito de corrupción se haya debido a la necesidad de proteger un interés jurídico distinto del protegido con el delito de corrupción ordinaria, a pesar de tal referencia al correcto 201 Así lo pone de manifiesto Groso, quien especifica que el “buon andamento e imparzialita” deben colocarse sobre la base del prestigio de la Administración, interés protegido a cuya salvaguarda se predispone el conjunto de delitos referidos a la Administración Pública. GROSSO, C.F., en la obra colectiva (coordinada por T. Padovani): I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pgs. 222 y 223. 202 El legislador italiano, apunta Manzini, ha abandonado la distinción del texto de 1889 y ha equiparado la pena del corruptor particular a la del corrompido funcionario, considerando el hecho de corromper como un delito por si mismo, al tiempo que sancionaba la instigación como titulo delictivo. MANZINI, V.: Trattato di Diritto Penale Italiano. Volumen quinto: Dei Delitti conttro la Pubblica Amministrazione e l´Amministrazione della Giustizia, 5ª edición, Unione Tipografico Editrice Torinese, Torino, 1982, pg. 258. 203 MILITELLO, V.: "Sulla corruzione in atti giudiziari", en La reforma die Delitti Contro la Publica Amministrazione, pg. 363. 111 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO ejercicio de la función judicial. Creen obvio que la imparcialidad debe caracterizar toda actividad de la Administración Pública, lo que se presenta como una necesidad imprescindible en el caso de la función jurisdiccional, objeto en Italia de garantía constitucional 204 . Se puede, en todo caso, convenir con Benedetta que el delito de corrupción en acto judicial se caracteriza por una mayor lesividad respecto a otras formas de corrupción, dado que además del buen funcionamiento y la imparcialidad de la Administración Pública, se lesiona también, y sobre todo, la Administración de Justicia. Esto cualifica, en su opinión, al delito y otorga un mayor desvalor a la conducta. En el mismo sentido, Minutoli caracteriza la corrupción en acto judicial como un delito autónomo pluriofensivo que, de hecho, no afecta sólo a los intereses del buen funcionamiento y a la imparcialidad de la Administración Pública, sino también a la Administración de Justicia 205 . 6.3. SUJETO ACTIVO. Antes de la reforma de 1990 que creó el artículo 319 ter, la corrupción era una conducta delictiva que el Juez podía cometer en el ejercicio de su cargo, como uno más de los servidores públicos que tenían cabida en los artículos 318 y 319, si bien se hacía referencia especial a su función, ya que se preveía una agravante (art. 319.2) "si del hecho se derivaba el favorecimiento o el daño de una parte en un proceso civil, penal o administrativo" 206 . Tras la mencionada reforma, sólo alguien con potestad judicial puede realizar la conducta típica, pues se trata de una "corrupción en acto judicial", si bien debemos hacer dos puntualizaciones. La primera es que se atiende al Juez como mero funcionario administrativo, y no como integrante del Poder Judicial, pues el sujeto activo del precepto es todo "Pubblico Ufficiale" que dañe o beneficie a una parte en el ejercicio de su función consistente en la dirección de un proceso civil, penal o administrativo, y mientras que en los dos primeros casos será un Juez, en sentido propio, quien domine el 204 SEGRETO, A./ DE LUCA, G.: I delitti dei pubblici ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pg. 422. 205 BENEDETTA, M.: ”La corruzione in atti giudiziari”, en La corruzione, editorial Dott. Antonio, Milán, 1995, pg. 103. 206 Iadecola recoge la reforma que los articulos referentes a la corrupción sufrieron. IADECOLA, G.: I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione dopo le Leggi di Riforma. (Note di commento alle leggi 26 aprile 1990 n° 86, 7 febbraio 1992 n° 181 e 16 luglio 1997 n° 234 con rassegna di giurisprudenza), cit., pgs. 53 a 56. 112 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO proceso, en el ejercicio de una verdadera actividad jurisdiccional, en el último será un funcionario administrativo el único responsable. Así, se solapan la jurisdicción ordinaria y el procedimiento administrativo, asimilando esta norma conductas de muy distinta significación. En segundo lugar, debemos hacer notar que también el particular que promete o entrega el beneficio es castigado, como corruptor. El artículo 321 sancionaba a los corruptores (particulares que premian con un soborno, o prometen éste, al funcionario que realiza un acto de servicio, lícito o ilícito) que participaban en las conductas descritas en los artículos 318 y 319. 6.4. CONDUCTA TÍPICA. Según Mirri el delito de corrupción ha sido conocido en los ordenamientos antiguos como uno de los más graves contra la Administración estatal y estriba en un acuerdo entre el funcionario público y el particular, conforme al cual el primero acepta del segundo una compensación no debida, o una promesa de ésta, por cumplir un acto de oficio. Se configura en él un "pactum sceleris" que tiende a desprestigiar la función pública 207 . Respecto al Juez corrupto que sanciona el artículo 319 ter, la acción típica supone realizar las acciones u omisiones de los artículos 318 o 319 y, además, pretender favorecer o perjudicar a una parte del proceso. El hecho de que llegue a recaer una condena injusta y la duración de ésta influyen en la pena a sufrir por el juzgador que abusó del cargo. Para comprender la acción típica del artículo 319 ter conviene hacer una somera exposición de las figuras de corrupción base que sanciona el Código Penal italiano, pudiendo después señalar las peculiaridades del nuevo precepto. A) Conducta de la "corruzione impropria". Conforman este delito los artículos 318, 320 y 321 del Código Penal italiano: 207 Mirri habla de un "baratto della pubblica funzione", y recuerda que en el Derecho medieval esta infracción se conocía como "baratteria". MIRRI, M.B.: "La corruzione dopo la riforma", en la obra colectiva (coordinada por F.Coppi): Reati contro la Pubblica Amministrazione. Studi in memoria di A. R. Latagliata, editorial Giappichelli, Torino, 1993, pg. 78; Antolisei también define de ese modo la corrupción, y cree que afecta a los interese de la Administración e impide el correcto cumplimiento de los deberes funcionariales. ANTOLISEI, F.: Manuale di Diritto Penale. Parte Speciale II, cit., pg. 307. 113 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO - El artículo 318 regula dos tipos de infracción, que la doctrina cataloga como antecedente o subsiguiente. La "corruzione impropria antecedente" (art. 318.1) supone que el funcionario recibe dinero u otra utilidad, o acepta la promesa de su entrega, como retribución por cumplir en el futuro un acto de servicio. La "corruzione impropria susseguente" (art.318.2) requiere que el funcionario reciba la retribución o su promesa cuando el acto de servicio ya está cumplido 208 . - Dispone el artículo 320 que se sanciona la acción del 318 cuando sea cometida por la persona encargada de un servicio público. - Por último, el artículo 321 establece que la pena establecida en el 318.1 se aplique a quien entregue o prometa dinero u otra utilidad al funcionario o al encargado de un servicio público. Resaltan los autores de esta regulación, que la pena prevsta para el corruptor se limita a la hipótesis del 318.1, no sancionándose al particular que participa en la corrupción impropia subsiguiente. Según Antolisei, incriminar la corrupción impropia obedece al deseo de evitar el perjuicio que se deriva para la Administración del comportamiento indigno de los servidores públicos, pues aunque no se induzca a éstos a realizar un acto ilegítimo, se vulnera la dignidad y el prestigio de la Administración, desacreditando y poniendo bajo sospecha su funcionamiento 209 . A propósito de todo ello, debemos precisar dos nociones: 1. El acto de servicio (atti d´ufficio) que debe ser objeto del delito es un acto legítimo cumplido en el ejercicio de la función pública y debe recaer dentro de la competencia del funcionario o encargado del servicio público de que se trate, sin que ello deba entenderse en sentido formal, pues se admite tanto la acción como la omisión y no se requiere que se trate de un acto definitivo e irrevocable 210 . 2. La retribución indica la compensación que el particular entrega o promete, y consiste en una prestación dineraria u otra utilidad que corrompa al servidor estatal. Y ha de existir proporcionalidad entre la prestación del particular y el acto funcionarial, por lo que no habrá delito si existe una manifiesta 208 Fiandoco y Musco entienden la corrupción antecedente mucho más reprobable que la subsiguiente, porque realizar el "pactum scaeleris" antes de desempeñar la actividad administrativa revela una peligrosidad más acentuada. FIANDACA, G./ MUSCO, E.: Diritto Penale. Parte Speciale, cit., pgs. 158 a 160. 209 ANTOLISEI, F.: Manuale di Diritto Penale. Parte Speciale II, cit., pg. 313. 210 Antolisei remite a una sentencia que sancionó una conducta omisiva. Cass. 5 junio de 1972. ANTOLISEI, F.: ibidem. 114 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO desproporción, como el caso de pequeños donativos (cigarrillos, bebida..) 211 . Apunta Manzini que en la corrupción impropia, referida a un acto legítimo de servicio (atto del suo ufficio), el delito requiere que un particular corrompa, dando o prometiendo algo en méritos a un acto futuro, con la particularidad de que se tratará de un acto conforme al servicio. De ahí, concluye, que la retribución por un acto de servicio ya cumplido no suponga la comisión de un delito por parte del particular que entrega el bien, ello aunque la retribución extra del funcionario siempre sea delictiva. El funcionario público que recibe una retribución por un acto de servicio ya cumplido no parece que ponga en peligro ni el "buon andamento" ni la imparcialidad de la Administración, protegiéndose, a lo sumo, el decoro y prestigio del aparato burocrático. Tampoco faltan autores que, al estimar que no es digno de protección tal objeto, piden la supresión del precepto 212 . Se justifica en todo caso la "corruzione impropria susseguente" como forma de impedir delitos más graves, pues no sancionar al funcionario que acepta una recompensa por realizar un acto público, aunque sea lícito, permite abrir una peligrosa puerta a acciones más graves 213 . B) Conducta de la "corruzione propria". A esta forma de corrupción se refieren básicamente tres preceptos, el 319, 320 y 321. - El artículo 319 sanciona, de modo análogo al 318, una modalidad antecedente y otra subsiguiente. La primera consiste en la acción del funcionario que recibe, por sí o por un tercero, dinero u otra utilidad o acepta la promesa de su entrega, por omitir o retardar, un acto de servicio, o bien por cumplir un acto contrario a su deber del servicio. La subsiguiente es aquella en la que la retribución se da o promete tras haberse omitido o retardado el acto legitimo, o tras cumplirse el acto contrario al deber de servicio. 211 ANTOLISEI, F.: ibidem. Mirri se pronuncia en tal sentido. MIRRI, M.B.: "Corruzione propria e corruzione impropia tra costituzione e politica legislativa", en Rivista Italiana di Diritto e Procedura Penale, cit., pg. 442. 213 Fiandaca y Musco creen que la verdadera razón de esta forma de corrupción es el impedimento "di una sorta di progressione criminosa", puesto que tiende este delito a prevenir la comisión de infracciones más graves. FIANDACA, G./ MUSCO, E.: Diritto Penale. Parte Speciale, cit., pg. 170. 212 115 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO - Aplica el artículo 320 esa disposición al encargado de un servicio público. - Extiende también el artículo 321 la sanción penal indicada en los dos preceptos anteriores al corruptor. Observa Antolisei como en este delito se sanciona al particular no sólo en el supuesto de corrupción antecedente, sino también en la subsiguiente. Cree que se tutela aquí el funcionamiento regular de la Administración Pública, interés gravemente ofendido cuando el funcionario vende su deber de fidelidad a la Administración. En su opinión la corrupción propia causa un perjuicio mayor que la impropia porque el comportamiento del empleado público no sólo causa descrédito al ente público, sino que también perjudica su funcionamiento 214 . C) Consumación del delito. Este delito se consuma del mismo modo en su modalidad propia e impropia, sin que el 319 ter suponga ninguna particularidad en este aspecto, pues el hecho de que se requiera la existencia de una especial intención de favorecer o perjudicar a una parte no afecta al iter criminis. En efecto, se consuma la infracción en el momento en que el funcionario acepta la retribución o la promesa de retribución. De hecho, no se requiere que se haya cumplido el acto de servicio, pues cabe la corrupción antecedente que se perfecciona, precisamente, antes de que el servidor estatal realice el acto de oficio oportuno 215 . Dice, así, la jurisprudencia: "El delito de corrupción se configura como delito de doble esquema, principal y subsidiario. Según el principal el delito se comete con dos actividades, la aceptación de la promesa y el recibimiento de la utilidad. Según el subsidiario, que interviene cuando la promesa no se mantiene, el delito se perfecciona con la única aceptación de la promesa" (Cass. Pen. Sez. VI, 9 mayo 1997, n° 4300); así, caracteriza la jurisprudencia esta infracción por "la particularidad de perfeccionarse alternativamente, o con la aceptación de la promesa o con el recibimiento del dinero o utilidad prometido" 214 215 ANTOLISEI, F.: Manuale di Diritto Penale. Parte Speciale II, cit., pg. 316. ANTOLISEI, F.: Manuale di Diritto Penale. Parte Speciale II, cit., pgs. 315 a 317. 116 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO (Cass. Pen. Sez. VI, 13 de marzo de 1998, n° 3234) 216 . D)Especialidades de la "corruzione in atti giudiziari". Utiliza el artículo 319 ter, como veíamos, la técnica del reenvío, y se refiere a los artículos 318 y 319, entendidos como medio para favorecer o dañar a una parte en un proceso civil, penal o administrativo. Aun siendo simple en apariencia, este sistema envuelve en realidad diferentes problemas, ya que la nueva figura se diferencia profundamente de la circunstancia agravante de la que procede (art. 319.2) 217 . Mientras la vieja circunstancia requería el favorecimiento o perjuicio de una parte en el proceso civil, penal o administrativo, en el nuevo delito basta la intención de favorecer a esa parte, elemento a ubicar en el terreno del dolo específico. Esto es, la presencia de un beneficio o un daño es totalmente irrelevante a efectos de estimar consumado el tipo, incurriéndose, incluso sin tal resultado, en responsabilidad penal, dado que lo que cuenta es la intención, ("per favorire o per danneggiare", dice el 319 ter). Por otro lado, mientras que la vieja circunstancia era sólo una subespecie de corrupción propia antecedente, -y por lo tanto sólo entraba en juego si había habido un acuerdo de remuneración previamente al cumplimiento de un acto contrario al deber de oficio-, el nuevo precepto recoge formalmente todas las posibles hipótesis de corrupción propia e impropia, antecedente y subsiguiente. Estima Grosso, de modo didáctico, que la corrupción judicial del artículo 319 ter pretende abarcar la conducta del oficial público que, con la finalidad de beneficiar o perjudicar a una parte en el proceso civil, penal o administrativo: -recibe de un particular, por si o por un tercero, dinero u otra utilidad, o acepta la promesa de su entrega, a cambio de omitir o retardar, o por haber omitido o retardado, un acto de servicio, o por cumplir, o haber cumplido, un acto contrario al deber del cargo (corruzione propria antecedente e susseguente); 216 Sobre la jurisprudencia en este aspecto puede acudirse a Alibandri. ALIBANDRI, L.: Il Codice penale commentato con la giurisprudenza, cit., pgs. 948 y 949. GROSSO, C.F., en la obra colectiva (coordinada por T. Padovani): I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pgs. 206 y 207; BASILE, T./ CAPALDO, G.: I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pg. 144. 217 117 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO -recibe de un particular una retribución que no se le debe, dinero u otra utilidad, o acepta la promesa de su entrega, por cumplir, en el futuro, un acto conforme a su deber o bien recibe tal retribución o promesa por un deber legítimo ya cumplido (corruzione impropria antecedente e suseguente). Critica la doctrina las consecuencias jurídicas a que esta figura mixta conduce. En este sentido, califica Grosso de irracional (del tutto irragionevole), el sistema de penas. Por un lado, dice, el comportamiento de un Magistrado que acepta dinero por realizar un acto contrario a su deber público (como emitir una sentencia injusta u ordenar ilegalmente la liberación de un preso) es un hecho socialmente gravísimo merecedor de una enorme sanción por parte del ordenamiento penal. Por otra, añade, mucha menor gravedad supone la aceptación por un Juez de un soborno, aunque sea valioso y pueda calificarse de "retribución", por haber realizado un acto absolutamente legítimo que corresponde a su cargo. La idea de colocar estos dos hechos en una única subespecie de "corruzione in atti giudiziari", símbolo de gran significación jurídico penal, se estima un sinsentido, reclamando los autores un tratamiento diferenciado 218 . El que la estructura del delito no contenga un tipo totalmente autónomo, por razón de la remisión a otros preceptos, y la determinación en modo unitario de todos los casos de corrupción judicial, ponen de relieve, según Pagliaro, la "tecnica legislativa imperfetta" que utilizó el legislador de 1990 219 . El requisito de favorecer o dañar a una parte en un proceso civil, penal o administrativo es legalmente imprescindible para configurar la conducta típica. La doctrina cree que el sujeto a quien se pretende beneficiar o perjudiciar debe ser parte en sentido procesal. Lo es, así, quien interpone una demanda o aquel frente al cual se presenta ésta. Esto supone que una persona jurídica también puede ser parte. En el proceso penal, en particular, se estima que son parte el imputado, el 218 Coinciden Grosso y Pagliaro en que determinar una pena de modo unitario para todos los casos de corrupción en acto judicial, sea corrupción por un acto contrario al deber o conforme a él, se trate de corrupción antecedente o subsiguiente, conduce al grave inconveniente de que una pena puede ser demasiado leve para el Juez que se dejó corromper y pronunció una sentencia injusta, a la vez que demasiado leve para el que tras pronunciar una sentencia justa acepta un regalo. PAGLIARO, A.: Principi di Diritto Penale. Parte Speciale. Delitti contro la Pubblica Amministrazione, cit., pg. 204; GROSSO, C.F., en la obra colectiva (coordinada por T. Padovani): I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pg. 208. 219 PAGLIARO, A.: ibidem. 118 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO actor civil, la persona ofendida por el delito, el responsable civil, el Ministerio Público, así como el "indagato" (persona sometida a unas diligencias previas, "indagini preliminari", que todavía no recibe la condición de imputado) 220 . No lo será el defensor, pues siendo una parte técnicamente necesaria no posee una posición sustancial propia en el proceso. Tampoco lo será, porque ya lo ha sido, el condenado, de modo que la corrupción que le favorezca o perjudique no entra en la previsión de esta norma, aunque es punible conforme al artículo 319 221 . La ley no requiere la "injusticia" del favorecimiento o del perjuicio, aunque cree Pagliaro que este presupuesto debe añadirse por pura lógica, pues sería absurdo y contrario al principio de ofensividad trazar la faceta más grave del delito de corrupción, la cometida en el ejercicio de la función judicial, de modo que la violación de una regla de Derecho procesal suponga una corrupción cuando el resultado buscado sea justo desde el punto de vista del Derecho sustantivo 222 . En ese sentido, De Luca cree que la referencia a una condena injusta (art. 319 ter.2) y la propia lógica jurídica no permiten que exista, a efectos de este delito, un favorecimiento o un daño que fueran justos 223 . 6.5. CULPABILIDAD. En las diferentes formas de corrupción, propia e impropia, juega un papel importante el elemento culpabilístico. Efectivamente, al tratar el dolo recuerda Antolisei que el sujeto activo (funcionario público, encargado del servicio o particular corruptor) debe conocer necesariamente, en el supuesto de la corrupción propia, que el dinero o la utilidad entregada, o la promesa hecha, tienen por objeto la omisión o retardo de un acto de servicio, o la realización de un acto contrario al 220 Así lo entienden, entre otros: De Luca, en SEGRETO, A./ DE LUCA, G.: Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pgs. 424 y 425; GROSSO, C.F., en la obra colectiva (coordinada por T. Padovani): I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pg. 212; PAGLIARO, A.: Principi di Diritto Penale. Parte Speciale. Delitti contro la Pubblica Amministrazione, cit., pgs. 204 y 205. 221 Se refiere De Luca al condenado que, no siendo parte, puede sufrir una injusta exclusión del beneficio de la remisión condicional. De Luca, en SEGRETO, A./ DE LUCA, G.: ibidem. 222 PAGLIARO, A.: ibidem. 223 De Luca, en SEGRETO, A./ DE LUCA, G.: Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pg. 426. 119 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO cargo público 224 . Obviamente, no rige este requisito para la corrupción impropia, ya que aquí el acto de servicio es legítimo. Pues bien, en la corrupción judicial rige, además de la forma culpabilística precisa para colmar la conducta base de los artículos 318 y 319, un elemento subjetivo del injusto. De hecho, la formulación típica no deja lugar a dudas, al exigir que el funcionario judicial, -lo que se aplica al particular que, debido a la remisión del artículo 321, es castigado por corruptor-, tenga la finalidad de favorecer o dañar a una parte en un proceso civil, penal o administrativo, "per favorire o per danneggiare una parte en un processo civile, penale o amministrativo". Si bien es imaginable fácilmente que exista un acuerdo de corrupción en el que se tiende a conseguir que se favorezca a una parte del proceso con un acto futuro del juzgador (corruzione antecedente), no alcanza a comprender Grosso como puede cumplirse esa finalidad, si no existe un acuerdo previo similar, respecto a un acto judicial corrupto que ya haya acontecido (corruzione susseguente). En tal caso, si se realiza la donación o promesa de dinero u otra utilidad después de que se favoreció o perjudicó a una parte, sólo se tratará de una acción ya realizada, pero será imposible encontrar esa intención especial de beneficiar o perjudicar. Constata Grosso que el legislador de 1990 ha construido un delito doloso cuya estructura es incompatible, en realidad, con al menos una parte de la conducta de hecho que debe concurrir para integrar el tipo 225 . En este punto cabe efectuar una lectura integradora de esa posibilidad, según la cual al decir el artículo 319 ter "per favorire o danneggiare una parte del processo", debe entenderse "per favorire o danneggiare o per avere favorito o danneggiato una parte del processo". Grosso no cree sostenible esa lectura, por apartarse demasiado del texto legal, denunciando el grave defecto de técnica incriminatoria del legislador, que conduce a que, faltando el dolo específico requerido por este precepto en la hipótesis de corrupción subsiguiente, al Magistrado envuelto en esa conducta se le aplicará el tipo común de corrupción y no este específico 226 . Así, la consecuencia fundamental que supone el requerimiento de este elemento subjetivo del injusto, o finalidad de favorecer o dañar 224 ANTOLISEI, F.: Manuale di Diritto Penale. Parte Speciale II, cit., pg. 317. GROSSO, C.F., en la obra colectiva (coordinada por T. Padovani): I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pgs. 208 y 209. 226 Grosso no comparte esta posible interpretación, remitiendo a las obras de Seminara y Militello. GROSSO, C.F.: ibidem. 225 120 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO a una parte, es la no aceptación de la corrupción subsiguiente, a pesar de que existe una remisión expresa al artículo que la regula. Por otro lado, añade De Luca, no basta el deseo psicológico del corrupto y del corruptor de querer ese beneficio o el perjuicio de una parte en el proceso, sino que es necesario que el acto procesal en cuestión sea adecuado, objetivamente, para dicho fin. Además, cree que ese beneficio o perjuicio debe entenderse en sentido sustantivo y no meramente procesal 227 . La corrupción impropia antecedente queda abarcada entre las conductas punibles. Esto supone que un Juez que emite un acto objetivamente justo, beneficiando a una parte del proceso será sancionado duramente según este precepto, -la pena se agrava respecto a la hipótesis normal-, en caso de que en un acuerdo previo con la parte luego beneficada aceptara una recompensa, o su promesa. A la doctrina tal agravación le parece excesiva, propugnándose una interpretación según la cual al juzgador que no resuelva injustamente, pero acepte un beneficio o promesa de la parte beneficiada por su decisión, no le debe ser aplicado el artículo 319 ter, sino el 318, tipo base de corrupción impropia. Efectivamente, estiman los autores que el legislador requiere, en todo caso, la existencia de un favorecimiento o perjuicio injusto; lo que debería excluir del campo de aplicación la modalidad impropia, en la que se recompensa por el particular un acto legítimo que el Juez toma al ejercer su función. 228 . En consecuencia, el aceptar que ese favorecimiento o daño debe ser injusto supone restringir todavía más el tipo. A una primera restricción, fundada en que ese favorecimiento requiere un acuerdo previo con el particular, que excluye la corrupción subsiguiente de la conducta típica, se suma una segunda, si aceptamos que la "injusticia" debe impregnar ese favorecimiento o perjuicio, que impide tener en cuenta la corrupción impropia antecedente. Así, a pesar de su aparente mayor extensión, continua refiriéndose el nuevo tipo a la única 227 De Luca, en SEGRETO, A./ DE LUCA, G.: Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pg. 431. 228 Funda Grosso esta interpretación restrictiva del tipo en que el artículo 319 ter.2 recoge una agravación cuando se haya dictado una condena injusta. De ello deduce que a la "injusticia" objetiva del daño de la hipótesis agravada le debe corresponder una análoga "injusticia" en la finalidad de favorecer o perjudicar, por lo que descarta la inclusión de la corrupción impropia. GROSSO, C.F., en la obra colectiva (coordinada por T. Padovani): I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pgs. 208 a 210; para Pagliaro la lógica jurídica obliga a aceptar este hecho, así como a valorar tal injusticia según el derecho sustantivo y no según el procesal. PAGLIARO, A.: ibidem. 121 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO hipótesis de la corrupción propia antecedente, respecto a la cual ya existía en el artículo 319.2 una circunstancia agravante 229 . En conclusión, estudiadas las peculiaridades de esta figura delictiva encontramos cierto parangón con la que configura el tipo básico de nuestra prevaricación judicial, el dictar una resolución judicial injusta a sabiendas; no obstante, como vemos, no se sanciona penalmente en Italia al Juez que emite una resolución injusta, sea ésta a favor o en contra de una parte, a no ser que la injusticia se haya emitido como consecuencia de una contraprestación económica, que puede ser, incluso, posterior al pronunciamiento injusto. Estamos, pues, ante una mezcla entre las infracciones conocidas en España como cohecho y prevaricación. 229 GROSSO, C.F., en la obra colectiva (coordinada por T. Padovani): I Delitti dei Pubblici Ufficiali contro la Pubblica Amministrazione, cit., pg. 211. 122 EL CASTIGO DEL JUEZ INJUSTO: UN ESTUDIO DE DERECHO COMPARADO BIBLIOGRAFÍA ALIBANDRI, L.: Il Codice penale commentato con la giurisprudenza, 9ª edición, editorial La Tribuna, Piacenza, 1999. 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ZUGALDÍA ESPINAR, J.M.: “El tobogán de la ciencia penal y el caso Liaño”, en El País, 27 de octubre de 1999. 133 La presente monografía contiene gran parte del material que el autor recopiló en diversos países para confeccionar su tesis doctoral tesis que obtuvo la máxima calificación de sobresaliente “cum laude” en la Universidad de Valencia (España)-, y pretende examinar, desde la óptica de diversos sistemas legislativos, el castigo previsto para el Juez que incumple su función y dicta una resolución injusta, conducta que puede originar en España un delito de “prevaricación”, en América Latina uno de “prevaricato”, en Alemania un ilícito de “Rechtsbeugung” (literalmente: torcimiento del Derecho), en Italia una “corruzione in atti giudiziari” o en EEUU dar lugar a un “impeachment” (juicio de responsabilidad). The subject of this monograph was treated previously by the author in the thesis for his doctorate in law from the University of Valencia in Spain. The author reviews the way in which diverse legal systems seek to curb and sanction judicial abuse by judges who issue unjust rulings. These range from criminalization as found in the penal codes of Spain, Italy and Germany to removal from office through a public impeachment in the United States. U.S. Office: University Park Campus MARC 330, Miami, Fl 33199