Los Doce y la Iglesia (Erik Peterson, Johannesevangelium und Kanonsudien, Echter, Würzburg 2003, 271-273). Lo importante es el término técnico ‘los Doce’. Sólo este término técnico ‘los Doce’ es un concepto teológico, el número doce no lo es. Hay una diferencia si se dice “Cristo ha elegido doce discípulos” o si se dice: “Él ha elegido a los Doce”. Si se dice “Él ha elegido doce discípulos”, se está considerando posible que podría haber elegido a más o a menos. Sólo razones externas le habrían motivado a elegir doce. Pero si dice “He elegido a los Doce” queda implícito que no podían ser ni más ni menos, que necesitaba precisamente a ‘los Doce’ para su obra. Ciertamente necesitaba él a los Doce y no a doce discípulos. Necesitaba ese ‘número’, no tanto a esas personas. Necesitaba a los Doce para el fundamento de la Iglesia. Necesitaba a los Doce para erigir el edificio celestial del final de los tiempos. Los dispuso como fundamento en su base. En los muros principales de la Jerusalén celestial están los nombres de los Doce (según Apocalipsis 21, 14). Los apóstoles no han fundado la Iglesia, sino que es Cristo quien la ha fundado, al poner a los Doce como piedras basales en su fundamento. La Iglesia no es una obra de seres humanos, aunque éstos sean los apóstoles, sino una obra de Cristo. Por ello se llama ekklesia Christou. Los Doce son el presupuesto para la estabilidad de este edificio que es la Iglesia. Los apóstoles no han fundado la Iglesia sino que han plantado comunidades. Los apóstoles no es lo mismo que los Doce. Los Doce pueden ser apóstoles pero los apóstoles pueden no pertenecer a los Doce. Pablo fue un apóstol y Bernabé también, pero ni uno ni otro pertenecen a los Doce. La Iglesia no se asienta en Pablo ni Bernabé sino en Pedro y los Doce. La Iglesia es apostólica en cuanto a que los apóstoles han plantado las primeras comunidades. Pero este no es el predicado más elevado de la Iglesia, que sea apostólica, sino que sea la Iglesia de Cristo, ése es su predicado más elevado. La Iglesia no es Iglesia de Cristo porque los Apóstoles con su predicación hayan ligado a las comunidades con Cristo. Entonces no tendríamos derecho a hablar de una ‘Iglesia de Cristo’ sino sólo de comunidades cristianas. Pero ‘Iglesia de Cristo’ significa mucho más que el conjunto de las comunidades cristianas. ‘Iglesia’ es más que comunidad y ‘Cristo’ es más que ‘cristiana’. ‘Iglesia de Cristo’ es más que ‘comunidad cristiana’. ‘Iglesia de Cristo’ significa que Cristo ha fundado la Iglesia. La Iglesia es su obra y por tanto naturalmente su propiedad. ‘Comunidad cristiana’ significa en cambio: obra de los hombres –apóstoles o misioneros– y propiedad de los hombres, con todos los achaques y debilidades de los hombres, es decir ‘cristiana’, que es una designación para seres humanos, no para Cristo. Se debería evitar la expresión ‘Iglesia cristiana’. Se puede decir Iglesia apostólica, católica, santa, pero no cristiana, sólo ‘Iglesia de Cristo’. El presupuesto para la estabilidad de la Iglesia de Cristo es que Cristo ha llamado a los Doce. Los Doce son el fundamento de la Iglesia, pero ‘los Doce’ significa que Cristo ha dirigido la Iglesia, el edificio del fin de los tiempos, que Cristo es el que en el lugar del templo judío ha erigido el templo del fin de los tiempos, en lugar de la torre de Babel, la torre de los que se rebelaron, a erigido la torre de los humildes. Esta imagen no la he elegido por capricho, son imágenes que pertenecen a este contexto. Sólo cuando se tiene claro lo que Jesús pretendía cuando eligió a ‘los Doce’ se entiende la gravedad de cuando dice “¿No os he elegido yo a los Doce? Y sin embargo uno de vosotros es el diablo”. Aquellos cuyos nombres deben estar en los muros de la Jerusalén celestial, que deben sentarse en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel (Ap 21, 12.14; Mt 19, 28; Lc 22, 30), tienen en medio de ellos uno que es el diablo. La traición de Judas no sería tan horrible si Judas sólo hubiera pertenecido a los discípulos y no a los Doce. ¿Está su trono vacío? ¿Falta en los doce muros la grabación de uno de los nombres? En Hechos de los Apóstoles vemos que ese no es el caso. Su lugar lo ha recibido Matías (Hch 1, 26). Así se ha vuelto a completar el número doce y el hueco que había dejado el traidor ha quedado cubierto. Pero es sorprendente que los Doce cubrieran el hueco con una elección y que no fuera Cristo quien nombrara un sustituto para el traidor tras su resurrección. Pero damos ahí con una cuestión que no sabemos contestar.