cultos y dioses romanos

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La religión romana originaria rendía culto a
unas fuerzas sobrenaturales de carácter
indefinido llamados Numina como
Flora, Fauno, etc. Los de la vivienda
familiar eran los Foruclus (que guardaban
las puertas), Los Limentius (que guardaban
los umbrales), Cardea (de los goznes),
etc...
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“Pax Deorum” significa la paz de los dioses. Incluso en el momento de la
fundación de la ciudad por Rómulo, se piensa que los dioses han dado
su acuerdo a esa decisión y han trasmitido buenos presagios sobre la
misma. Este acuerdo no es sólo un apoyo de los dioses, sino que los
romanos veían más allá: Este acuerdo significa que los dioses le son
favorables a Roma y que, por tanto, los romanos están en paz con los
dioses. Esto les asegura protección eterna. Este favor y este soporte de
los dioses son esencial y, por tanto, es importante mantenerlo. Los dioses
al estar del lado de Roma, ayudarán constantemente a los romanos.
Así, todo acontecimiento desfavorable para la ciudad de Roma, se
pensaba que era consecuencia de una ofensa hecha a los dioses y
que convenía reparar lo antes posible.
El sacrificio es el rito más importante porque permite mantener el "Pax
Deorum" reconociendo la superioridad de los dioses a través de un
voto. Es practicado por un magistrado o por un padre de familia para
la religión doméstica. El ateísmo no existe. Los ciudadanos no tienen el
derecho de devolver culto al dios público sin convocación.
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El culto imperial en la Antigua
Roma era la veneración de unos
pocos emperadores elegidos
como dioses una vez que
fallecieron; el único emperador
que se declaró a sí mismo dios
mientras aún vivía fue
Domiciano lo que causó
escándalo.
 Hacer que ciertos emperadores
fallecidos se convirtieran en
dioses se convirtió en un
elemento prominente de
la religión en el Imperio romano
El culto pronto se divulgó por
toda la extensión del Imperio.
Sólo se abandonó en el
Dominado, después de que el
emperador Constantino
comenzara a apoyar
el cristianismo.
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Existían además dioses considerados negativos
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Vejovis, diosa de la impotencia
Laverna, diosa de los ladrones y carteristas
Dioses del aire pestilente
Dioses de la fiebre, enfermedades y demás
Lémures o fantasmas que despertaban gran temor al pueblo
Vejovis es uno de los dioses romanos más antiguos. Es un dios
curativo y fue asociado más adelante al Asclepio griego. Véjove
se retrata como un hombre joven, sosteniendo un manojo de
flechas (o los pernos del relámpago) en su mano, y es
acompañado por una cabra. Lo basan probablemente en el
dios Veive de los etruscos. Tenia como opuesta a la diosa
Juventas, diosa de la juventud. Otros mitos, hacen de Vediovis un
dios malévolo; el Júpiter malo que con sus rayos hiere y mata, así
se dice que era un dios de la muerte por tormentas eléctricas.
 Laverna es una deidad romana protectora de los ladrones y los
impostores.
 Tenía una cueva consagrada a su culto en la vía Salaria y
un altar propio en la puerta Lavernalia (puerta que cogía el
nombre de la deidad). Su nombre, probable contracción
de Lativerna, podría derivar del verbo latere (ladrón).
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Era obligado rendir culto a los dioses
de la casa (lares, manes y penates),
en forma de fuego del hogar,
mientras no se extinguiera la familia.
Su sacerdote era el Pater familias, y se
celebraba en el lararium. Había
dioses específicos para la vida
cotidiana:
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Nundina, dioses o genios protectores
del nacimiento y desarrollo del
hombre
Educa y Pontina, dioses del comer.
Cunina o Cunaria, diosa que
guardaba los niños en la cuna y a la
cual ofrecían libaciones de leche las
matronas romanas.
Ossipago, dios que robustece los
huesos.
Abeona y Adeona, diosas que
enseñaban a andar.
Fabulinus, Farinus y Locutius, dioses
que enseñaban a hablar.
Terduca, diosa que llevaba al niño a
la escuela y lo protegía en el
camino.
Los pontífices se encargaban del
culto público dirigidos por
el Pontifex Maximus. Literalmente
los constructores de puentes,
formaban el calendario, los días
de fiesta, los días propicios, las
solemnidades, los días de culto y
los destinados la justicia, y
concedían la palabra en
reuniones y otros actos. Con el
tiempo los pontífices fueron los
guardianes supremos del culto y
sus anexos. El Colegio de los
Pontífices era elegido entre
personajes respetados por todos.
 También había sacerdotes
sometidos a duras reglas y que
estaban consagrados a un dios.
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A los dioses se les
dedicaron santuarios
(Aedicula) y Templos
(Templum), y en
algunos de ellos se
encontraba la estatua
del dios
correspondiente. Para
su mantenimiento los
diversos templos
disponían de tierras
propias, y contaban
además con los
ingresos procedentes
de los depósitos
judiciales.
La mitología romana,
es decir las
creencias mitológicas
de los habitantes de
la Antigua Roma,
puede considerarse
formada por partes. La
primera,
principalmente tardía
y literaria, consiste en
préstamos
completamente
nuevos procedentes
de la mitología griega.
La otra,
mayoritariamente
antigua y cúltica,
funcionaba en formas
muy diferentes a las
de la equivalente
griega.
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Los romanos no tenían relatos
secuenciales sobre sus dioses
comparables a
la Titanomaquia o la seducción
de Zeus por Hera, hasta que sus
poetas comenzaron a adoptar
los modelos griegos en el último
lapso de tiempo de la república
romana. Sin embargo, lo que si
tenían, era:
Un sistema muy desarrollado de
rituales, escuelas sacerdotales y
panteones de dioses
relacionados;
Un rico conjunto de mitos
históricos sobre la fundación y
auge de su ciudad por parte de
actores humanos con
ocasionales intervenciones
divinas.
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Júpiter se convirtió en el más grande de los dioses del Olimpo: Dios de
la luz, Júpiter mantenía la orden entre los dioses y los hombres, e
intervenía y juzgaba sus conflictos. Sus decisiones eran justas y
equilibradas: No concedía favores a nadie.
Júpiter era un dios muy poderoso, cuya voluntad fue limitada
solamente por las detenciones del destino. Sus atributos ordinarios son
el cetro, el águila y el rayo.
Su madre, Rea, se lo confió a la guardia de cabra Amaltea, porque su
padre, Saturno, devoraba a los niños. Al hacerse grande, Júpiter
destronó a Saturno y compartió el mundo con sus hermanos, Plutón y
Neptuno. Júpiter buscó a su hermana gemela Juno en Creta, donde la
cortejó, primero sin éxito, aunque finalmente ella sintió lastima de él.
Júpiter tuvo muchas aventuras amorosas y fue el padre de numerosos
dioses, semidioses, ninfas, héroes y reyes. Júpiter se convirtió en tan
insoportable, que otros dioses organizaron una rebelión contra él.
Júpiter castigó a Apolo y a Neptuno enviándolos a edificar Troya en la
tierra.
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Neptuno era el dios del mar, de los buques, de los
temblores de tierra y de la navegación. Junto a Júpiter y
a Plutón, se repartieron el mundo de su padre, Saturno. Y
él recibió las aguas marinas y las dulces. Sus atributos son
el tridente (ofrecido por sus hijos los Cíclopes), el caballo
que él mismo había domesticado, el toro y el delfín.
Neptuno era muy aguerrido y a menudo, armado con su
tridente, recorría su reino sobre un carro tirado por
caballos hechos de algas y de espuma, o por delfines.
Neptuno era el dios marino: medio humano, medio pez. Él
se casó con Anfitrite. Los romanos festejaban Neptuno
todos los meses de Febrero.
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Plutón es fruto de la unión entre Saturno (Crono), dios de la agricultura, y Ops
(Rea), diosa de la fertilidad. La parte más conocida de su historia es aquella en
la que rapta a Proserpina (Perséfone), nacida de Ceres (Démeter), diosa
hermana suya, y la convierte en su esposa.
Cuentan que Ceres, llena de dolor, acudió ante el padre de ambos, Saturno,
para pedirle que intercediera ante el dios de lo oculto para que le devolviera a
su hija. Tan inmenso era el dolor de la diosa de la fecundidad y de las cosechas
que se olvidó por completo de bendecir la tierra y ésta prácticamente llegó a
secarse provocando una gran hambruna entre los mortales. Entonces Saturno
no tuvo más remedio que intervenir.
Pero Plutón no podía dejar marchar, así sin más, a su amada Proserpina así que
le hizo comer pepitas de granada, semillas venenosas, para que no pudiera
regresar al mundo de los vivos. La única solución posible fue el compartir la
compañía de la bella joven. Pasaría entonces 6 meses con su madre, los meses
de la primavera y del verano en los que todo nace y florece, y los otros 6 meses
en el inframundo, los del otoño y el invierno, esos en los que la naturaleza se
marchita y duerme en espera de que regrese la primavera.
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El cristianismo comenzó entre un pequeño número
de judíos. En el libro de los Hechos de los
Apóstoles 1:15 se mencionan cerca de 120. En
el siglo III, el cristianismo creció hasta convertirse en
la congregación dominante en el norte del mundo
mediterráneo. También se extendió de forma
importante al este y al sur del Mediterráneo. Esta
sección examinará aquellos primeros 300 años.
Los hechos que acontecieron en los primeros años
del cristianismo se relatan en el libro de los Hechos
de los Apóstoles. Actualmente se cuestiona la
veracidad de estos relatos debido a la gran
proliferación de libros falsos sobre los Hechos (o
Actos) de los apóstoles que abundaban durante el
cristianismo primitivo.
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Una carta de Plinio el Joven al
emperador Trajano sobre los cristianos (Cartas, X, 96),
confirma otras noticias sobre la gran expansión de
las comunidades cristianas en Asia Menor ya a
comienzos del siglo II. La difusión del cristianismo en
Occidente fue posterior, al margen de los viajes
de Pedro y de Pablo a Roma y de la interpretación
que se ofrezca sobre el dudoso viaje de Pablo a
Hispania. Desde finales del siglo II y en un lento pero
continuado proceso durante el siglo III, se fueron
creando comunidades cristianas en todo Occidente.
Pero el cristianismo se había difundido casi
exclusivamente en los medios urbanos.
Las catacumbas son los antiguos cementerios subterráneos
usados durante algún tiempo por las comunidades cristianas y
hebreas, sobre todo en Roma. Las catacumbas cristianas, que
son las más numerosas, tuvieron sus comienzos en el siglo
segundo y sus ampliaciones continuaron hasta la primera mitad
del quinto.
 En su origen fueron sólo lugar de sepultura. Los cristianos se
reunían en ellas para celebrar los ritos de los funerales y los
aniversarios de los mártires y de los difuntos.
 Durante las persecuciones sirvieron, en casos excepcionales,
como lugar de refugio momentáneo para la celebración de la
Eucaristía. Los cristianos no las usaron como lugar para
esconderse; esto es pura leyenda y una ficción en novelas y
películas.
 Terminadas las persecuciones, las catacumbas se convirtieron,
sobre todo en tiempo del papa San Dámaso I ( 366-384), en
verdaderos santuarios de los mártires, centros de devoción y de
peregrinación desde todas las partes del imperio romano..
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Hecho por ÁLVARO
Múñoz
Y
Daniel Sánchez
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