654 155 449 [email protected] luisjuarezcastillo.com Las cadenas musculares según Françoise Mézières “Cuando en una mañana de primavera de 1947 vimos entrar en nuestro gabinete una paciente con una gran cifosis, no imaginábamos que nuestra profesión y el tipo de enfermos iban a cambiar. Se trataba de un sujeto longilíneo, muy alto y delgado. Un corsé de hierro y cuero, lejos de detener el progreso inevitable de su enfermedad, había provocado numerosas heridas en las caderas y alrededor de los hombros, incluso que siete vértebras quedasen en carne viva, igual que el ángulo inferior de los omoplatos. Pero la enferma no se rendía y acudía a nosotros porque no podía levantar los brazos ni trabajar. Como es natural, probamos con los ejercicios de enderezamiento y el trabajo de las dorsales para fortalecer los músculos extensores de la espalda, pero la rigidez era tal que le era imposible realizarlos. Entonces tumbamos a nuestra enferma en el suelo, en decúbito supino, provocamos el apoyo de los hombros y descubrimos con asombro que se producía una enorme lordosis lumbar cuando en el examen en bipedestación, la paciente únicamente presentaba una cifosis dorsal. Para evitar añadir un mal a aquél que ya existía, provocamos una retroversión pélvica llevando las rodillas hacia el abdomen y, de nuevo para nuestra sorpresa, vimos que la lordosis en la zona lumbar se borraba y se desplazaba hacia la nuca, mientras que la cabeza se iba hacia detrás impidiendo acercar el mentón al cuello." "La puerta hacia la verdad estaba justo delante de nosotros, abierta de par en par, pero no quisimos apresurarnos y, dudando de lo que habíamos visto, repetimos varias veces la experiencia, finalmente ante un colega." "Nuestra observación princeps era tan inesperada y los hechos comprobados tan sorprendentes para un facultativo henchido de teorías ortodoxas, admirador de sus maestros, a los que tenía hasta entonces como grandes sabios, que no podía creer lo que estaba viendo. Pero la verdad era tan evidente que buscó desesperadamente una excepción que confirmase esta regla intocable. Hubo que resignarse al sacrilegio y reconsiderar las bases de la ortodoxia. Sólo quedaba despejar las leyes de esta fisiología hasta entonces desconocida, y descubrir sus mecanismos. Las delicias de la herejía sucedieron a las angustias de la blasfemia. En efecto, es una alegría inefable verificar a cada momento y de mil formas la legitimidad de una teoría que explica de forma iluminadora las causas de todos los dimorfismos y sobre la que puede ser edificada una técnica seguramente curativa”.1 En la época en la que ocurrió este descubrimiento Françoise Mézières era profesora de anatomía y fisiología en la Escuela Francesa de Ortopedia y Masaje. Con este caso demostró lo siguiente: que todo acortamiento de la musculatura posterior provoca el acortamiento del conjunto de dicha 1 http://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A9todo_M%C3%A9zi%C3%A8res 1 musculatura, como lo demuestra que la elongación de la zona lumbar de su paciente se tradujera en un acortamiento en la zona cervical. Posteriormente se dio cuenta que la musculatura de las piernas actúa conjuntamente con la de la espalda. Este fenómeno se observa al llevar en retroversión la pelvis, el movimiento provoca la flexión de las rodillas, formando, así, una tercera lordosis. La razón del habitual procedimiento de fortalecimiento de la musculatura con el que generalmente se trata en fisioterapia a las personas en rehabilitación es que se considera que los dolores y disfunciones son consecuencia de una hipotética falta de fuerza y que las deformidades son causadas por la ineficacia de la musculatura para resistir la fuerza de la gravedad. Sin embargo, Mézières concluyó que ningún músculo posterior era demasiado débil o largo, sino al contrario, excesivamente fuertes –contraídos- y que la gravedad no era la causa de que sus pacientes estuvieran aplastados, sino la rigidez de su musculatura. El método Mézières llegaría a demostrar de forma empírica que el tratamiento para los problemas tensionales de la espalda pasa por relajar la musculatura dorsal y estirarla desde la cabeza a los pies. Con estos hallazgos Mézières formuló su teoría de las cadenas musculares y las leyes que explican el funcionamiento muscular. Enumeró las leyes como sigue: 1. Los numerosos músculos de la parte posterior del cuerpo se comportan como un solo músculo. 2. Estos músculos son siempre demasiado fuertes y cortos 3. Toda acción localizada sobre la musculatura provoca instantáneamente el acortamiento del conjunto de la cadena muscular 4. Toda oposición al acortamiento muscular provoca instantáneamente latero flexiones y rotaciones de la columna vertebral y de las extremidades La autora definió la cadena muscular como un sistema de músculos poli articulares que se enlaza, imbrican y superponen como las tejas de un tejado. Y sigue: Todos los elementos de una cadena son solidarios, de modo que cualquier acción localizada -alargamientos o acortamientos- provoca el acortamiento del conjunto del sistema –por flexión o rotación-.2 Que las cadenas están hipertónicas lo ilustra bien la cadena braquial: cuando la mano y el brazo están en extensión siempre aparece una semiflexión y una pronación del antebrazo. Mézières diferenció cuatro cadenas musculares: 1. Cadena posterior. Comporta los músculos desde la base del cráneo hasta los pies, continuando por la parte anterior de las piernas hasta debajo de las rodillas 2. Cadena braquial. Constituida por los músculos de la parte anterior de brazo y mano, siguiendo por la parte posterior del brazo hasta el codo 3. Cadena anterior del cuello. Formada por los músculos recto, anterior, mayor, menor y largo del cuello 4. Cadena antero interna. Formada por los pilares del diafragma y el músculo psoas-ilíaco Las compensaciones producidas por las cadenas musculares y la estática del cuerpo Como hemos visto, las distintas cadenas musculares actúan como si se tratara de un solo músculo. Esta es la razón que explica que el trabajo aislado en un conjunto de músculos de cualquier parte del 2 Francçoise Mézières (1948). Originalité de la Méthode Mézières. París: Editions Maloine 2 cuerpo se vuelva ineficaz si no se observa lo que sucede en el resto del cuerpo. Salvando las distancias, las cadenas musculares se comportan de forma similar a una goma elástica, que se alarga cuando se la estira desde ambos cabos. Mirando la disposición de la cadena posterior, por ejemplo, se aprecia que los músculos poli articulares tienen una triple función: 1. Posteroflexión. Cuando el cuerpo se flexiona hacia atrás 2. Lateroflexión. El cuerpo se inclina hacia un lado 3. Rotación. El cuerpo gira sobre el eje longitudinal Siguiendo a Mézières, cuando estiramos la musculatura desde la cabeza a los pies el cuerpo defenderá su rigidez curvándose lateralmente y/o rotando sobre su eje, es decir, compensando el estiramiento con nuevos acortamientos en otras áreas. El movimiento corporal es el resultado de la acción conjunta de los grupos musculares agonistas y antagonistas. Esta acción queda ilustrada de forma clara cuando se observa el movimiento del brazo, por ejemplo, cuando pasa de una postura flexionada a otra estirada. Para que este movimiento ocurra los músculos de la parte interna del brazo y antebrazo (cadena braquial) han de poder soltar su contracción simultáneamente a la contracción de los oponentes (tríceps braquial). En el caso de que la cadena braquial no pueda soltar su contracción, los músculos posteriores han de hacer una fuerza mayor que sus antagonistas para vencer la resistencia de los primeros. Por tanto, la pérdida de flexibilidad de las cadenas musculares provoca una lucha entre los diferentes músculos antagonistas del cuerpo mermando el equilibrio corporal. Para Mézières, un cuerpo está en equilibrio cuando su centro de gravedad se sitúa en su polígono de sustentación, estado que no requiere el socorro de ninguna fuerza.3 En el caso del humano, el polígono de sustentación se reduce al contorno de los pies (ver dibujo). Es por ello que tenemos mayor estabilidad cuando separamos un pie del otro. 3 Francçoise Mézières (1948). Originalité de la Méthode Mézières. París: Editions Maloine 3