EL RETO DE PENSAR A LA UNIVERSIDAD PUBLICA COMO INDUSTRIA CULTURAL COOPERATIVA Por. Mtro. en E.S. Gustavo A. Segura Lazcano Coordinador General de Difusión Cultural Universidad Autónoma del Estado de México EMAIL: [email protected] INTRODUCCION El presente trabajo se propone explorar las posibilidades de acción y reacción social que se originan de concebir a la universidad publica como una industria cultural cooperativa. Cabe advertir que dicho planteamiento, bajo nuestra perspectiva, puede contribuir a lograr una institución educativa mas interactuante con su entorno. “…no hace mucho tiempo la televisión le robo la verdad al abuelo y al profesor…” 1. EL RELATIVO INFLUJO DE LOS MEDIOS MASIVOS Es a partir de la aparición y desarrollo de los massmedia en el mundo que un amplio espectro de la vida cotidiana se ve drásticamente afectada y transformada en cuanto sus valores, formas de producción, distribución, consumo de símbolos y significados. Desde una perspectiva crítica se trata de la industrialización e imposición de patrones culturales hegemónicos, los cuales tienden a imponerse sobre amplios colectivos humanos que primordialmente sirven de audiencias consuntivas. Al respecto y bajo una interpretación extrema a los planteamientos expuestos por diversos pensadores de la Escuela Francfort, autores como Diego Lizarazo, afirman que las “industrias culturales” son finalmente entidades abocadas a producir la mercancía cultura (signos, sueños y valores) que invaden el espacio simbólico, convirtiendo la cultura en un mercado global, lo que para algunos teóricos representa el fin mismo de la cultura como posibilidad de contribución individual y colectiva. En opinión de Edgar Morin se trata de una segunda fase de industrialización avanzada, a través de la cual se permite fabricar, por eficientes medios persuasivos, sentimientos, aspiraciones e ideas para ofertarlas mercantilmente a las indefensas masas con fines de lucro y control ideológico. A pesar del incuestionable alcance teórico de tales afirmaciones, su afán de ser un postulado determinante y generalizador, ciertamente no logra explicar las complejas formaciones culturales contemporáneas, siempre contradictorias e inestables. Suponer que la misión de los medios responde por entero a intereses económicos y políticos, ciertamente simplifica, de forma notable, el grado de competencia entre las empresas culturales, no reconoce diferencias entre las mismas y otorga un papel en extremo pasivo a las audiencias, como masas irreflexivas condenadas a la enajenación absoluta. Considérese para ello que una empresa editorial es también una industria cultural. La critica a las industrias culturales es, en efecto, una critica de corte político en contra de la manipulación y el control mediatico ejercido por los grandes corporativos. Sin embargo, los planteamientos básicos implicados, indirectamente hacen suponer que en ultima instancia son los dispositivos la causa y no el medio de aquello que señalan como altamente nocivo para la formación de la consciencia tanto individual como colectiva. El avance tecnológico, si bien forma parte del imperio de una nueva racionalidad, también resulta ser un agente susceptible de experimentar diversas y contradictorias orientaciones, dependiendo de los agentes y grupos que las hacen operaran en uno u otro sentido. Si bien la prensa, la radio o el Internet trasmiten aquello que previamente ha sido seleccionado, son finalmente las audiencias las que seleccionan, resignifican y otorgan credibilidad o no a las fuentes emisoras. Mas allá de las cuantiosas inversiones en publicidad y su incuestionable influencia sobre las masas, siempre habrá de permanecer latente un factor de juicio y gusto personal en cada uno de los receptores, por lo que aun se hace necesario relativizar el temido control ideológico a través de los medios, así como la implantación de una mentalidad única en todos los receptores. Estemos o no de acuerdo con todos y cada uno de los señalamientos de la afamada escuela de Francfort, lo cierto es que la realidad cultural actual se construye, en todos los grandes centros urbanos, a partir de la presencia y rivalidad discursiva de innumerables industrias culturales. Esta condición es y continuará siendo, por las siguientes décadas, un factor determinante en la significación de la vida cotidiana de millones de seres humanos. Sean promotoras de un enfoque internacional o meramente localistas, para masas numerosas o bien para grupos minoritarios, las industrias culturales representan, hoy en día, las entidades que mayor impacto logran sobre la definición de los rasgos de personalidad, mentalidad y sensibilidad de los diversos sectores sociales urbanos. 2. LAS INDUSTRIAS CULTURALES Y SUS POSIBILIDADES Mantenerse permanentemente en contacto con un numero amplio de industrias culturales resulta ser una forma de relacionarse virtualmente con el mundo entero y sus incesantes transformaciones. Por el contrario, escapar deliberadamente del influjo de éstas puede representar, en la generalidad de los casos, la mayor evidencia de desactualización y ruptura con un entorno tendiente a configurar una compleja realidad informática y tecnológica. En tal sentido puede constatarse que las nuevas generaciones vienen incorporado, desde temprana edad a su proceso de adaptabilidad al mundo, el uso y contacto con los medios e industrias culturales imperantes en su entorno y de ello depende, en buen medida, su grado de participación en la dinámica social, económica y política que les determina. Con lo anterior no hemos pretendido afirmar que el desarrollo humano deba necesariamente limitarse al dictado de los massmedios, sino más bien reconocer la importancia de las industrias culturales en la conformación de una nueva sociedad, lo que sin duda requiere de una nueva axiología en la comunicación que imprima un sentido más constructivo, iterativo y liberador de la consciencia con respecto al contenido actualmente emitido por la mayoría de las entidades difusoras. Es precisamente bajo esta perspectiva, la cual implica un uso crítico y deliberado de los medios masivos de información y divulgación, que la universidad publica se nos revela, en el contexto de las industrias culturales emergentes, como una alternativa reflexiva, renovadora, objetiva y profundamente comprometida con los más altos principios humanistas y cognoscitivos de la sociedad contemporánea, carente de afán de lucro y con un inmenso potencial intelectual contenido, dispuesto a ser compartido y proyectado, en todas la áreas del conocimiento, en favor de la sociedad a la cual se debe. En tal tesitura la universidad publica, como ningún otra institución cultural, constituye un núcleo difusor el cual, a partir de propiciar incesantes debates sobre el devenir humano en todos los ámbitos de la vida moderna, puede y debe incidir en el fortalecimiento de la consciencia colectiva de amplios y diversos sectores de la población. 3. LA UNIVERSIDAD PUBLICA Y LA NUEVA SOCIEDAD Desde nuestra visión, la acción cultural universitaria, misma que en los ultimas décadas ha venido diversificándose de manera notable, enfrenta hoy el desafío de participar deliberadamente en un mercado global de información, arte y entretenimientos con propuestas lo suficientemente atractivas que despierten no solo el interés de amplios públicos, sino además constituyan un contrapeso orgánico y un punto crucial de referencia para las grandes audiencias, quienes por desgracia muchas veces no logran diferenciar el sentido, la calidad y trascendencia de los productos, servicios y mensajes de que son objeto. A diferencia de las industrias culturales de base capitalista que operan normalmente en toda región, la universidad publica, en conjunto, mantiene la capacidad de emerger como una alternativa cultural desalienable en el sentido de divulgar, orientar y facilitar el acceso de la población a fuentes de información y ámbitos culturales más reflexivos, objetivos, dialógicos y propositivos. En tal sentido, las industrias culturales convencionales, mismas que tienden a parcializar la visión del mundo o bien explotar determinados nichos de consumo estético, podrían, bajo la presencia y competencia de las universidades publicas, verse en la necesidad de transformar su dinámica y experimentar al paso del tiempo reorientaciones altamente significativas. No participar de la confrontación de productos y emisiones culturales en favor de públicos amplios, aludiendo a compromisos teóricos o ideológicos en el momento actual, resulta, para la universidad publica, evitar inmiscuirse activamente en favor de una transformación cultural verdaderamente necesaria en todos sentidos y propiciatoria de un mejor desarrollo humano y social. 4. LA INDUSTRIALIZACION COLECTIVA DE LA CULTURA Traducir los conceptos de “industria y estandarización” al ámbito universitario no es una formulación exenta de cuestionamientos severos, todo lo contrario, implica revisar a fondo el papel de la universidad del siglo XXI frente a la sociedad de masas y a la vez garantizar la permanencia de su esencia y razón de ser. En nuestra opinión no existe universidad actual que no hubiese en algún momento incursionado parcialmente en la producción industrial de objetos culturales, sea promoviendo libros, programas de radio, videos didácticos o bien grabaciones en discos compactos, las universidades contemporáneas han logrado articularse con algunos procesos de estandarización y han encontrado en ellos una manera alterna de proyectar su trabajo sobre ámbitos no universitarios en sentido estricto. Bajo esta vertiente la universidad publica, asumiendo paulatinamente tareas equivalentes a una industria cultural, propicia condiciones suficientes que le permiten vertir sobre la población aspectos relevantes emanados de su actividad académica, cumpliendo así de una manera actual con su misión educativa y social. Sin duda alguna buena parte de la crítica a las industrias culturales se ha centrado en su capacidad de instaurar lo aparente como real; considérese por ejemplo argumentos como que una fotografía de la Gioconda nunca será igual a contemplar el original de Leonardo o bien una grabación de la Sinfónica de Berlín, nunca se escuchara tal como acontece en vivo. En tal sentido se denuncia que los medios suelen reducir todo tipo de experiencias a sus propias condiciones tecnológicas y operativas. Sin embargo, para una sociedad que padece un constante proceso de empobrecimiento, donde millones de seres van quedando al margen de lo más representativo de la creación y confección humana, nos parece urgente explorar nuevas formas de producir bienes culturales que permitan retroalimentar su actual visión del mundo y liberar paulatinamente su conciencia de aquello que la ha venido limitando. Para realizar tal tarea la universidad requiere tanto focalizar, como colectivizar su trabajo difusor, pues se trata de ofrecer y facilitar a muchos el acceso a contenidos culturales relevantes, por ello la formula cooperativa, pensamos, es la única capaz de garantizar que no sea solo un enfoque el que prive en la decisiones, sino por el contrario la convergencia de diferentes contribuciones provenientes de diversas disciplinas. Por la misma razón se requiere constituir un núcleo cultural multidisciplinario comprometido con la misión de renovar y desarrollar la cultura de aquellos con quienes se convive. 5. INSTALACION DE LA INDUSTRIA CULTURAL La industrialización de la cultura, desde nuestra óptica, debe entenderse como elección, transformación y promoción de contenidos simbólicos relevantes en favor de las necesidades y capacidades cognitivas de un amplio sector de la población. Se trata entonces de estimular el desarrollo humano en múltiples direcciones y desde las posibilidades mismas que ofrecen las tareas de difusión y divulgación de una universidad publica. Cabe advertir que en la consecución de tal proyecto la universidad necesariamente debe evitarse incurrir en los errores del pasado, los cuales hacían suponer una separación radical entre eruditos y masas calificadas de ignorantes. A diferencia de ello se propone construir un dialogo de interacción cultural con las diversas comunidades interesadas en el proyecto. Con el afán de crear un esquema inicial de trabajo, consideremos configurar una formula organizacional en base a tres tareas fundamentales: 1. Estudios dinámicos del contexto psicosocial y perfil cultural. 2. Producción cooperativa de material cultural. 3. Distribución estratégica de satisfactores culturales. A fin de encaminar los esfuerzos institucionales en la dirección adecuada se requiere primeramente caracterizar la acción de las industrias culturales presentes en el medio y dimensionar sus efectos sobre los distintos grupos sociales, pues ciertamente constituyen el punto de partida del nuevo proyecto. De igual forma el sistema debe lograr que progresivamente un numero creciente de universitarios se involucren en la dinámica de expandir y vincular la industria cultural con el entorno social, pues ello permitirá que esta obtenga el reconocimiento de todos aquellos a los cuales ha de beneficiar. Bibliografía: Cruz Rivero, Juan. Modernidad e industrias culturales. ITESM. Plaza y Valdes.1999. México Curran, James. Sociedad y comunicación de masas. FCE. México, 1981. Cuche, Denys. La noción de cultura en las ciencias sociales. Claves,1996. Lizarazo Arias, Diego. La reconstrucción del significado. Ed. Addison Wesley Longgmann. 1998. México. García Canclini, Nestor. Las industrias culturales en la integración latinoamericana. Ed. UNESCO, Grijalbo. 1999. México. Pérez de Cuellar. Nuestra Diversidad creativa. UNESCO. 1996.Mexico. Rama, Claudio. El capital cultural. Ed. Arca. 1999. Montevideo, Uruguay. Segura, Gustavo. Fantasías y realidades sobre la cultura global. Congreso Iberoamericano de Extensión Universitaria. Costa Rica. 1998. Segura, Gustavo. Redes iberoamericanas de cultura. Congreso Iberoamericano de Extensión Universitaria. México. 2000.