1 Título: Denominación de sucursales de sociedades extranjeras

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Título:
Denominación de sucursales de sociedades extranjeras: Comentario de la
Resolución de la Dirección General de los Registros y del Notariado
Autor: Ángel Peña
Abogado del Bufete IURIS VALLS Abogados
Fecha: 20-08-07
ISSN : 1885-1738
1. Para ser inscritas en el Registro Mercantil en España, las sociedades y sus sucursales
han de constituirse mediante escritura pública ante notario. Por lo que se refiere a la
constitución de sociedades, entre otros requisitos, está el de aportar una certificación
negativa de la denominación social expedida con vigencia de dos meses. La
certificación expresa si la denominación que se solicita está o no registrada en el
Registro Mercantil. Si la certificación es negativa ello implica que durante 15 meses la
denominación solicitada se incorpora provisionalmente a la sección de denominaciones
del Registro Mercantil Central. Si durante este plazo, el solicitante del certificado inicial
o renovado no utiliza la denominación reservada (constituyendo una nueva sociedad , o
modificando, en el artículo correspondiente de los Estatutos Sociales, la denominación
social de una sociedad entonces la denominación registrada provisionalmente caduca y
se cancela de oficio. Como es evidente, el mencionado requisito pretende evitar que
haya dos sociedades con la misma denominación inscritas en el Registro Mercantil
español, para evitar confusiones.
Sin embargo, desde nuestro punto de vista existía la duda sobre la necesidad de obtener
la certificación de reserva de denominación social para inscribir la sucursal en el
Registro Mercantil, puesto que algunos Registradores eran de la opinión que sí era
necesario. Dichos Registradores sostenían que en base a lo que establece el artículo 413
del Reglamento del Re gistro Mercantil es necesario aportar en la escritura de apertura
de la sucursal la certificación de reserva de denominación social. Sin embargo, desde
nuestra perspectiva no hay que olvidar que una sucursal no es una entidad
independiente, sino un estable cimiento secundario, sin personalidad jurídica y no parece
encuadrarse dentro de ninguno de los supuestos para los que el Reglamento del Registro
Mercantil obliga a obtener previamente la certificación del Registro Mercantil, sobre
todo, porque el propio Reglamento del Registro Mercantil en el capítulo dedicado a las
sucursales únicamente exige una mención que las identifique como tales. Es decir,
constará inequívocamente como sucursal de una determinada sociedad, a cuya
denominación se añadirá la expresión "sucursal".
No obstante, el hecho de que no haga falta el certificado negativo de denominación,
plantea un problema si lo que se pretende es inscribir en el Registro Mercantil español
la sucursal de una sociedad extranjera, porque puede dar lugar a ident idad o confusión
entre la denominación de una sociedad española y la extranjera cuya sucursal se
constituye en España: como que el registro de denominaciones tiene sólo ámbito
nacional, puede ser que una sociedad extranjera tenga la misma denominación que una
sociedad española. Desde el punto de vista de las sucursales de sociedades españolas, no
cabría el mismo problema porque para la constitución de la sociedad es requisito
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necesario obtener el certificado de reserva de denominación social y ello evita dicho
riesgo de identidad o confusión. Pero respecto de la inscripción de una sucursal
española de la sociedad extranjera podría dar lugar a que existiera una sucursal con la
misma denominación que otra sociedad, esta vez española, de la que no es sucursal.
¿Hay que exigir la certificación negativa para inscribir una sucursal extranjera, para
evitar un caso así? ¿Hasta qué punto es necesario que haya coincidencia entre
denominación de la sucursal y la denominación de la sociedad extranjera de la que
forma parte?
2. En el caso de la Resolución de la DGRN de 24 de mayo de 2007, la sociedad
extranjera "Sas Globe Europe" abrió la sucursal "Globe Europe, sucursal en España" y
se presentó la escritura en el Registro Mercantil sin la certificación negativa de
denominación. El Registrador mercantil denegó la inscripción por este motivo, pero la
sociedad recurrió y la DGRN le ha dado la razón: no es exigible la certificación
negativa de denominación para la constitución de una sucursal en España de una
sociedad extranjera. La Resolución también indica de qué manera se evita la posible
confusión.
En primer lugar, hay una razón de principio para estimar el recurso: la sucursal no es
más que un establecimiento secundario de la sociedad, nacional o extranjera, de la que
forma parte. De esto se deriva que las sociedades reconocidas como sociedades
extranjeras en España puedan estar sometidas a una ley extranjera en varios aspectos
relevantes. El Registrador no parece dar mucha importancia a este punto de partida,
pero en realidad es el que determina que cada uno de sus argumentos ceda ante los de la
recurrente, que sí lo tuvo en cuenta. En relación a éstos, la DGRN recuerda que en otra
Resolución de 29 de febrero de 1992 ya indicó que lo que queda inscrito con la
inscripción de la sucursal de la sociedad extranjera es dicha sucursal y no la propia
sociedad de la que forma parte, lo que ahora ya queda claro en la vigente normativa
societaria.
La Resolución da la razón a la sociedad recurrente en el sentido de que, literalmente, la
normativa del Registro Mercantil no exige la certificación para la constitución de
sucursales. Esto permite afirmar a la DGRN que continúa siendo aplicable la doctrina
que ya siguió en su Resolución de 11 de septiembre de 1990, bajo la vigencia de
anterior normativa societaria, menos precisa que la actual. Por lo tanto, rechaza el
argumento del Registrador según el que la propia legislación exige la certificación para
la inscripción de todas las entidades inscribibles en el Registro Mercantil y que las
sucursales son en sí mismas entidades inscribibles.
Pero la Resolución va más lejos que el recurrente, al señalar que tratándose de una
sociedad extranjera hay que tener en cuenta lo que dice el Derecho internacional
privado y también, en su caso, el Derecho comunitario. Tratándose de una sociedad
extranjera, es su ley la que ha de establecer en qué condiciones cabe constituir una
sucursal y, entre otras cosas, esta ley dirá si puede o no tener una denominación distinta
de la de la sociedad de la que forma parte. Esto no significa que la legislación del
Registro Mercantil español no pueda imponer sus condiciones para la inscripción de la
sucursal en España de una sociedad extranjera, p. ej., que sea constituida en documento
público y con una debida identificación de la sociedad extranjera a la que pertenece.
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Hasta aquí, el Derecho internacional privado. En el caso incide además el Derecho
comunitario, que impide limitar el derecho de establecimiento de sociedades de otros
Estados Miembros de la Comunidad Europea más allá de lo que prevea el propio
Derecho comunitario. Este no prevé que se pueda exigir que la sucursal se inscriba
previa presentación de un certificado negativo acreditativo de que la sociedad a la que
pertenece no tiene una denominación coincidente con otra sociedad española. Y no lo
prevé, entre otras razones porque, según el Derecho comunitario, asumiendo las
diferencias entre las leyes de los Estados Miembros, es posible que la sucursal a
inscribir no tenga la misma denominación que la sociedad a la que pertenece (artículo
2.1.c) de la Directiva 89/666/CEE, de 21 diciembre 1989), aunque no sea el caso del
Derecho español, aplicable a las sociedades españolas. Además, el derecho de
establecimiento de la sociedad extranjera garantizado por el Derecho comunitario
quedaría vulnerado si, como consecuencia de que hubiese otra sociedad española con la
misma denominación, no se le permitiera la inscripción de la sucursal en España. Es
decir, no se podrían evitar las siguientes dos situaciones: a) Inscribir en el Registro
Mercantil español la sucursal de una sociedad extranjera con denominación diferente a
la de la sociedad a que pertenece, ésta coincidente con la de una sociedad española; b)
Inscribir una sucursal extranjera con denominación coincidente con la de una sociedad
española, con independencia de que la denominación de la sucursal fuera o no la de la
sociedad extranjera a la que pertenece.
Naturalmente, queda pendiente el problema de que la sucursal extranjera, adoptando la
denominación de la sociedad de que forma parte u otra denominación distinta al amparo
de su ley nacional, tenga a fin de cuentas una denominación coincidente con la de una
sociedad española, constituida con anterioridad. En este punto, la Resolución concluye,
también de acuerdo con la recurrente, que el riesgo de confusión queda disipado con la
obligatoria inclusión, al final de la denominación, de "sucursal extranjera". Esta
exigencia está prevista por el Derecho internacional privado y por el Derecho
comunitario y, si bien no está específicamente contemplada en la legislación española
del Registro Mercantil, cabe en la expresión que manda hacer constar en el Registro
Mercantil "cualquier mención que, en su caso, identifique a la sucursal."
3. La Resolución de la DGRN de 24 de mayo de 2007 ha despejado la duda que podía
persistir acerca de si la certificación negativa de denominación social es exigible al
constituir una sucursal española de una sociedad extranjera. La argumentación que ha
dado introduce un elemento destacable, como es la posibilidad de denominaciones
coincidentes salvo la indicación "sucursal extranjera", tal como prevé el Derecho
internacional privado y garantiza el Derecho comunitario. Otra cosa distinta es que la
coincidencia con una sociedad preexistente pueda dar lugar a otras cuestiones jurídicas a
abordar desde la perspectiva del Derecho de propiedad industrial (nombre comercial,
marcas) o del Derecho de la competencia desleal. Por otra parte, tampoco se evita que
las sucursales en España de dos sociedades extranjeras distintas tengan la misma
denominación con el riesgo de confusión que ello puede conllevar.
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