Pág. : G002 Pais vasco 2006-Feb-27 Autor: Joseba VIVANCO ¿Le gustaría poder elegir el sexo del bebé? Me parece bien siempre que no sea un negocio Creo que no es el momento para plantearlo El azar de la selección de sexos no se debe alterar Pie de Foto: Kai FIRSTERLING | EFE Estudios europeos no revelan que la sociedad actual tenga una preferencia definida por ninguno de los dos sexos. Ni el influjo de la Luna, ni la postura sexual. Ningún consejo de tres al cuarto nos garantiza tener un bebé del sexo deseado. Sólo lo logra el diagnóstico preimplantacional. Pero la selección de sexo está prohibida por ley en la práctica totalidad de países. Sin embargo, hay voces que reclaman su regulación. El infanticidio, el abandono de niñas o el aborto selectivo después de una ecografía han sido los métodos tradicionales, y crueles, en la historia humana para la elección del sexo de los descendientes. Hoy, existe la alternativa genética. En mayo de 2003, la clínica Fertility Clinic, en la ciudad belga de Gante, anunciaba el nacimiento del primer bebé europeo cuyo sexo fue elegido previamente por sus progenitores, sin finalidad terapéutica alguna. Una posibilidad que, hasta entonces, sólo era posible ofertar en EEUU, de hecho, el semen extraído al padre en Bélgica viaja hasta otra clínica estadounidense, donde se separan los espermatozoides masculinos Y de los femeninos X, y una vez cribado, el esperma «unisexual» regresa de vuelta al centro belga donde es utilizado para fecundar el óvulo de la madre, bien por una inseminación artificial o por la técnica in vitro. Bélgica es uno de los escasos países que no tiene nada legislado respecto a la selección del sexo del bebé. Australia es otro, o al menos en algunas clínicas de Sydney practican decenas de selecciones de sexo y la mayoría optan por niñas. EEUU es desde 2001 lugar de destino para parejas con ese deseo. El Congreso español acaba de dar luz verde a su renovada Ley de Reproducción Asistida, que reconoce la selección del sexo siempre con fines terapéuticos, es decir, para curar a un tercero. Sin embargo, sobre los mal llamados «bebés a la carta» ha echado el candado. Trató de evitarlo en la tramitación del nuevo texto legislativo el grupo Esquerra Republicana, que planteó que se admitiera esa selección en aquellos supuestos en que la pareja tuviera ya dos hijos del mismo sexo. El rechazo de PP o CiU fue frontal; el PSOE prefirió no ir más allá en la ley; y formaciones como IU o PNV pidieron tiempo para valorar una iniciativa tan delicada. La novedosa propuesta de ERC tenía su origen, seguramente, en el documento impulsado en Catalunya que sobre selección de sexo firmaron en febrero de 2003 un total de 19 expertos en reproducción asistida, derecho y ética, que defendían que «no es razonable que el Estado prohíba la elección del sexo de los futuros hijos». Entre los firmantes, el catedrático de Etica Javier Sádaba o la directora del departamento de Ginecología del Instituto Dexeus, Anna Veiga. opiniones dispares Una de las personas que coordinó este transgresor informe es la directora del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona, María Casado. «Consideramos que la selección de sexo por razones no terapéuticas debe ser admitida, en determinadas circunstancias, siempre que no sea utilizada como sistema de discriminación y que los medios que se utilicen para efectuarla sean proporcionados», resume su postura y la de los signatarios del texto. A juicio de esta experta en Bioética, «la prohibición tajante sobre la selección de sexo constituye una barrera que limita la decisión ciudadana, resulta inefectiva para evitar el fantasma de los ‘hijos a la carta’ y no se justifica en nuestro contexto por razones reales de peligro, ni siquiera de tipo demográfico». Los estudios llevados a cabo hasta la fecha en distintos ámbitos europeos en ningún momento revelan que la sociedad actual tenga una preferencia definida por ninguno de los dos sexos. Este debate, insisten sus defensores, nada tiene que ver con políticas del hijo único como la aplicada en China desde hace décadas. De ahí que se insista en que una regularización de este derecho para nada pecaría de discriminatoria, al menos en el contexto occidental. Argumento similar plantea Begoña Jugo, profesora de Genética de la UPV-EHU. «Según las leyes de la Genética, la proporción de sexos al nacer es de 1 a 1. Este es un valor medio, lo que quiere decir que en unas familias pueden nacer todos los hijos del mismo sexo, pero teniendo en cuenta un gran número de familias, la media se acercará a los valores esperados». La posible legalización de la selección de sexo, para esta experta, «a nivel poblacional tendría poco efecto por dos factores: porque hay un porcentaje muy pequeño de la población que utiliza los procedimientos de fecundación asistida y porque en principio la elección de sexo sería variable esto es que en algunos casos fecundación asistida y porque, en principio, la elección de sexo sería variable, esto es, que en algunos casos se elegiría chica y en otros chico». No comparte esa opinión Isabel Tejada, responsable del Laboratorio de Genética Molecular del hospital de Cruces. «Estoy totalmente en contra de la elección de sexo por simple capricho. A la larga, esto acabaría en un serio desequilibrio demográfico, pues la proporción de hombres y mujeres al 50% sólo se cumple cuando manejamos grandes series de población. Por otra parte, podría ser al azar, o sea al 50%, el capricho de ‘yo quiero niño’ o ‘yo quiero niña’ si las condiciones de nuestra sociedad fueran de total igualdad entre los sexos, lo que en absoluto es cierto». En el Estado español hay un precedente en el que esta cuestión saltó a la opinión pública. En 1990, una mujer de la localidad catalana de Mataró y tras haber dado a luz a cinco hijos varones, pidió permiso a un juez para que, a sus 43 años, su seguramente último embarazo fuera de una niña. Alegó, incluso, razones sicológicas. En primera instancia le dieron la razón, pero después la Audiencia Provincial revocó la sentencia. Una situación, la de esta mujer, para la que, según muchos, el derecho estaría legitimado. Koldo Carbonero, jefe de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Quirón en Bilbo, opina que la posibilidad de elegir el sexo de un bebé «se enmarca dentro del sentido común, es decir, me parecería totalmente lícita con unas condiciones razonables, como pueden ser el haber tenido tres hijos o más del mismo sexo, sabiendo que en estos casos no correría peligro el equilibrio demográfico». No es un debate sencillo. Más allá de la opinión de la calle, entre los expertos en la materia hay posturas en contra y opiniones a favor. Entre los primeros está muy presente la acusación de que el desequilibrio demográfico puede verse afectado. O que se abra la puerta a las manipulaciones genéticas sin fines terapéuticos. O, incluso, que el ser humano está intentando jugar a ser dios. tener ganas y dinero Texto Hay también un argumento que siempre aparece en estas discusiones: la discriminación por razones económicas. Sólo los más pudientes podrían acceder a este tipo de técnicas. En el caso de la clínica belga que ya las practica, el precio es de unos 6.000 euros el primer intento; la mitad los siguientes. Quienes discrepan de este razonamiento económico para negarse argumentan que también otro tipo de operaciones médicas son accesibles sólo a partir de determinados bolsillos. Otro argumento para quienes lo defienden es que el deseo tiene que ser grande para someterse a una operación que tampoco garantiza el éxito. Se habla de una fiabilidad del 90% para concebir niñas y del 60% para niños. Y no es sencillo. A base de inyección de hormonas a la mujer, se consigue provocar una mayor producción de óvulos. Mediante una pequeña intervención que requiere anestesia, se extraen dichos óvulos, que después son fecundados en un frasco de laboratorio con el semen de su pareja. A cada uno de los embriones que se forman hay que hacerle una biopsia para conseguir una célula en la que analizar sus cromosomas y diferenciar, así, los que serán mujeres (XX) de los varones (XY). En esta operación queda inútil un 30% del material. De los restantes, se implantan en la mujer tres o cuatro con el fin de que se desarrolle al menos un feto. El tratamiento son tres meses de consultas. En cualquier caso, como opinaba en su día la doctora Anna Veiga, una de las firmantes del documento catalán en favor de la selección de sexo, «me cuesta imaginar que hubiera parejas dispuestas a someterse a todo eso por el capricho de elegir el sexo de su hijo, incluso aunque fuera legal. La demanda aumentaría si fuese un proceso barato y sencillo, como tomarse una pastilla». Lo que es evidente es que estamos ante un debate apenas explorado. Los británicos pulsaron la opinión de su ciudadanía y resultó negativa, también hay encuestas puntuales como la del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), que en 2001 consultó a 150 parejas que iban a someterse a un tratamiento de fecundación in vitro, y el 90% respondió que le gustaría elegir el sexo de su bebé. Pero de momento nadie se atreve a legislar a este respecto. En la legislación europea no hay nada sobre esta materia. Lo más aproximado dentro de un consenso general es la Convención sobre los Derechos Humanos y Biomedicina de 1997, que prohíbe la elección del sexo salvo por razones terapéuticas. La doctora María Casado va más allá y considera que si bien una de las justificaciones para defender esa elección es el llamado ‘equilibrio familiar’, cree que «es más razonable aceptar la mera preferencia para autorizar dicha selección, dado que para ciertas personas el sexo de su futuro hijo puede tener una significación especial». Hasta que los responsables políticos se decidan a legislar de nuevo sobre esta cuestión, habrá que conformarse con preguntar: Y usted, ¿considera legítimo elegir el sexo de los bebés? - GASTEIZ Catedratico de Sociologia UPV-EHU Me parece muy bien que la gente pueda elegir el sexo de sus descendientes, siempre y cuando las investigaciones y políticas en materia de reproducción asistida no sigan siendo un negocio y sólo puedan acceder a estas prácticas quienes tienen medios económicos para elegir para decidir cómo y con quien vivir acceder a estas prácticas quienes tienen medios económicos para elegir, para decidir cómo y con quien vivir o el sexo de sus criaturas. En el momento en que todo el mundo pueda elegir libre y gratuitamente el sexo de sus descendientes, estaremos en una sociedad más libre e igualitaria. Los grandes desequilibrios demográficos no tienen nada que ver con la proporción de uno u otro sexo, sino con otros factores como la explotación económica. Profesora de Derecho y Bioetica Hay autores que lo rechazan y otros que lo defienden. Quienes dicen que queremos jugar a ser dioses y quienes dicen que los seres humanos siempre han jugado a eso. Personalmente, considero que no es el momento para la selección de sexo sin motivos terapéuticos. Por otro lado, hay que pensar que, además, se presionaría a las mujeres a acudir a técnicas de reproducción asistida para esa elección del sexo cuando realmente ellas no tuvieran problemas reproductivos ¡Las técnicas son un proceso largo, duro sicológicamente y caro desde un punto de vista económico! Vamos, que sería otro dolor de cabeza añadido para la mujer. Catedratico de Teologia de Deusto No soy un experto bioético, aunque sí me preocupan estas cuestiones cruciales para el futuro de nuestra especie. Más allá de la selección con motivos terapéuticos estrictos, estoy en total desacuerdo con la selección de vástagos según el gusto de los progenitores. Creo que la intervención humana en estos procesos de la naturaleza tienen que ser muy cuidados, controlados y mínimos. El azar de la selección de los sexos produce un equilibrio que no se debe alterar. El capricho y la capacidad de inducir las modas más arbitrarias acecha a nuestra civilización por todas partes y sería fatal que le dejásemos entrar en este espacio natural. No hay razones objetivas para oponerse Marcelo palacios Sociedad Internacional de Bioetica Son cuestiones, como la gestación de alquiler, que siempre quedan abiertas, y donde el legislador opta en una u otra dirección. Yo creo que son asuntos que se debieran sopesar porque posiblemente no hay una razón objetiva para oponerse a ellos. Si se legalizara, yo creo que no debería contemplar ninguna excepcionalidad, más allá de si debiera ser público o privado, porque los argumentos que se dan en contra no tienen mucho peso. Yo pienso que la cuestión está en el plano de las libertades. Posiblemente, habrá que dejar una puerta abierta. No olvidemos la eliminación de los embriones sanos gorka barrenetxea Ginecologo de la Clinica Quiron Uno de los motivos que se aducen para no permitir la selección del sexo sin indicación médica es que en ese proceso se descartan embriones sanos del sexo opuesto al elegido. Con la nueva Ley, las indicaciones del diagnóstico genético preimplantacional se han visto ampliadas. Por un lado, la posibilidad de seleccionar embriones histocompatibles con hermanos enfermos cara a la posibilidad de un transplante de médula, por ejemplo. En esta nueva posibilidad legal, se descartarán embriones que siendo sanos, no sean histocompatibles con el hermano al que hay que practicar un transplante de médula por padecer una leucemia, etc. Por tanto, esta ampliación podría permitir en teoría abrir una puerta a la selección embrionaria del sexo. Sí pienso que deberíamos considerar si la selección del sexo mediante el diagnóstico genético preimplantacional justifica la eliminación de facto de embriones sanos, solamente por el hecho de que son del sexo contrario al elegido. Respecto a la razón que habla del desequilibrio demográfico, no creo que fuera real en nuestro medio, máxime cuando no hay sesgos hacia uno u otro sexo. ¿Es tan terrible tenerlo del sexo que se quiera? Javier armentia Director del Planetario de Iruñea El caso de la selección de sexo no tiene por qué dar problema alguno. El asunto de un desequilibrio demográfico se produciría sólo en el caso de que un porcentaje relevante de la población decidiera tener su hijo mediante métodos de reproducción asistida. ¿Es ese el caso? No, ni siquiera en un futuro cercano. Los desequilibrios poblacionales suceden en condiciones que nada tienen que ver con estas técnicas clínicas. Realmente, ¿cuántos casos de selección del sexo se darían? ¿Es tan terrible tener el vástago del sexo que la pareja quiera? © Baigorri Argitaletxea S.A-Distribuido por My News on line