Vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva por falta de

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JULIÁN
CABALLERO
AGUADO
Procurador
S
entencia de la Sala Primera del Tribunal
Constitucional (STC 195/2007, de 11 de
septiembre de 2007) dictada en
un recurso de amparo en el que ha sido
ponente el magistrado Roberto García
Calvo y Montiel, en la que se estima
el recurso al haber sido vulnerado el
derecho a la tutela judicial efectiva por
falta de emplazamiento para comparecer
ante la Audiencia en un recurso
de apelación civil.
Vulneración del derecho a la tutela
judicial efectiva por falta
de emplazamiento para comparecer
en el recurso de apelación civil
Jurisprudencia
P
Nº 71/Diciembre 2007
romovido un recurso de apelación en
un proceso civil, el juzgado dictó providencia en
la que acordaba literalmente que “conforme a lo
ordenado en el art. 463.1 LEC, remítanse los autos
a la Audiencia Provincial de Córdoba para resolver la apelación previo emplazamiento de las partes por treinta días”. La representación de la parte
apelada se personó ante la Audiencia Provincial
sin que hiciera lo propio la de la parte recurrente,
por lo que ésta dictó auto por el que se le tuvo
por desistida aduciendo que no se había personado en la segunda instancia en el plazo concedido para ello.
Contra el auto que tuvo por desierto el recurso
de apelación se promovió por la recurrente un
incidente de nulidad de actuaciones aduciendo
falta de emplazamiento, que sería resuelto por la
Audiencia sin dar lugar a la nulidad interesada al
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Procuradores
entender la sala que el texto de la ley (art. 463.1
LEC), no previene absolutamente nada acerca de
la necesidad de que el acto de notificación de la
providencia y el acto de emplazamiento se lleven
a cabo de manera independiente y separada. Y,
por dicha razón, que “la comunicación del con­
tenido íntegro de la providencia a la representación procesal de la parte, por razón de un elemental criterio de economía procesal, constituye un
acto procesal unitario que lleva en sí misma contemplados tanto la notificación del trámite como
el emplazamiento, de tal manera que llegada la
misma a poder de la representante procesal de la
parte, la inacción de ésta no lleva aparejada indefensión alguna productora de la causa que ahora se aduce”. La parte recurrente dirigió demanda de amparo contra ambas resoluciones de la
Audiencia Provincial de Córdoba alegando la vul-
“
y concreto, cual era el emplazamiento
de la parte.
De este modo –continúa manifestando el fundamento cuarto de la sentencia– al margen de la razonabilidad
de la interpretación realizada por la
Audiencia Provincial sobre los requisitos procesales legalmente previstos
para acceder al recurso, en este caso
concreto no fue razonable estimar que
la parte no sufrió indefensión efectiva, o que incurrió en negligencia por
haber ajustado escrupulosamente su
comportamiento procesal a una indi­
cación judicial expresa, máxime cuando la misma constituía una interpretación de la legalidad procesal alternativa
a la que posteriormente se mantuvo
por el órgano judicial, pero igualmente razonable. La afirmación realizada
por el juzgado de primera instancia de
que llevaría a cabo el emplazamiento de las partes antes de remitir los
­autos a la Audiencia Provincial, dada
la auctoritas que corresponde a quien
la hizo constar (SSTC 26/1991, de 11
de febrero, FJ 1; 241/2006, de 20 de
julio, FJ 3) y “dada la autoridad que
necesariamente ha de merecer la decisión judicial” (SSTC 79/2004, de 5 de
mayo, FJ 2; 244/2005, de 10 de octubre,
Jurisprudencia
“
Si el órgano judicial
ofreció indicaciones
precisas sobre los
trámites procesales
que seguiría, era
lógico que se
entendiera que tales
indicaciones fijaban
con precisión los
pasos o trámites
que el propio
juzgado seguiría
para comparecer ante ella, acto de comunicación que nunca se produjo.
Tramitado el recurso de amparo, la
Sala Constitucional considera en el fundamento cuarto de su sentencia que
aunque la interpretación de la legalidad procesal efectuada por el tribunal
de apelación no sea la más favorable
al acceso al recurso, considerar que la
comunicación del contenido íntegro de
la providencia dictada al amparo del
art. 463.1 LEC hace referencia a un acto
procesal unitario que lleva en sí misma
contemplados tanto la notificación del
trámite como el emplazamiento, constituye una interpretación del referido
precepto que se ajusta al canon de
constitucionalidad imperante en esta
vertiente del derecho a la tutela judicial
efectiva, en cuanto no puede tildarse
de arbitraria, notoriamente infundada
o incursa en error patente. Aunque
estima que la resolución de la Audiencia Provincial de Córdoba no puede
desconectarse de la circunstancia de
que el juzgado de primera instancia había establecido, con total nitidez, que
se remitirían los autos a la Audiencia
Provincial para resolver la apelación
“previo emplazamiento de las partes
por treinta días”, lo que, sin embargo,
no llevaría a cabo, y pudo provocar
confusión, puesto que parecía deferir la
llamada al tribunal superior a la realización de un acto procesal determinado
Procuradores
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Nº 71/Diciembre 2007
neración del derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE) en su vertiente del derecho a acceder a los recursos, considerando que la notificación
de la providencia ordenando remitir los
autos al tribunal ad quem no sustituye la necesidad de emplazarla en forma
Se ha producido
una situación de
indefensión efectiva
al haber dado por
desistida del recurso
de apelación por no
haberse personado
la recurrente
cuando nunca
fue emplazada en
tiempo y forma
Jurisprudencia
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FJ 3), era susceptible de determinar
el comportamiento procesal de la
parte litigante. Si el órgano judicial ofreció indicaciones precisas
sobre los trámites procesales que
seguiría, era lógico y natural que
la entidad interesada, aun estando
asistida por expertos en la materia,
entendiera que tales indicaciones,
más allá de ser ciertas y correctas,
fijaban con precisión los pasos o
trámites que el propio juzgado
seguiría, y obrara en consecuencia. De igual manera, en ningún
modo se ha puesto de manifiesto
que la recurrente tuviese cono­
cimiento extraprocesal de la sustanciación del recurso, y no le es
exigible que pruebe dicha ignorancia, dada la imposibilidad de probar un hecho negativo. Tampoco,
finalmente, puede reputarse falta
relevante de diligencia el hecho
de que, durante el lapso de tiempo
transcurrido entre la interposición
del recurso y la notificación de la
sentencia de apelación, no se interesase la recurrente por el curso
de las actuaciones y la falta de
emplazamiento (STC 56/1992, de
8 de abril, FJ 4).
Concluye la sentencia estiman­
do que se ha vulnerado el art. 24.1
CE y se ha colocado en situación
de indefensión efectiva a la recurrente, al haberla dado por desistida del recurso de apelación por
no haberse personado ante la Audiencia Provincial, cuando nunca
fue emplazada en tiempo y forma
para ante dicho órgano, habida
cuenta que el órgano de instancia
expresamente acordó que tal emplazamiento se produciría antes
de la remisión de las actuaciones
al órgano superior.
Para restablecer a la recurrente en la integridad de su derecho
fundamental se acuerda anular la
resolución impugnada y retrotraer
las actuaciones al momento en
que aquélla debió ser emplazada
por el juzgado de primera ins­
tancia para comparecer en el recurso de apelación, con el fin de
que pueda hacerlo si así lo estima
oportuno. q
Procuradores
Representación de
personas jurídicas
en la fase inicial
del monitorio
L
a sección 19ª de la Audiencia Provincial de
Madrid, por auto de 7 de noviembre de 2007,
resuelve un recurso de apelación interpuesto
contra la resolución de un juzgado de primera
instancia que inadmitió a trámite una demanda
de procedimiento monitorio instado por persona
física con poder de representación de una
sociedad anónima que no constaba inscrito
en el Registro Mercantil.
C
omienza la resolución de
esta sección la Audiencia madrileña
recordando que la presentación del escrito inicial del procedimiento moni­
torio está excluida de la preceptiva intervención de procurador (arts. 31 y 23
en relación con el 814 LEC), pero que,
según se ha manifestado en anteriores
ocasiones, ello no supone que la representación de la parte pueda ser ostentada por un representante que no sea
procurador habilitado para actuar en el
lugar del juicio, pues ésa es la deno­
minación que la LEC, junto con la de
proceso, da al monitorio, por lo que
cualquiera que fuera la naturaleza del
monitorio, lo cierto es que legalmente
aparece configurado como un juicio o
proceso.
Dice el auto comentado que la cuestión a decidir es si la representación
sólo puede encomendarse a las personas físicas que forman parte del órgano de administración, a quienes la ley
les encomienda la representación de
las personas jurídicas (que es lo que
entendió el juzgado en la resolución
apelada), o si se puede apoderar a cualquier otra persona para representarlas
(postura que defendía la recurrente).
La antigua LEC de 1881, en su art. 4,
establecía, para los procedimientos en
que no era preceptiva la presencia de
procurador, que los interesados debe-
Procuradores
Jurisprudencia
“
La Sala llega a
la conclusión de
no aceptar un
apoderamiento
puramente
procesal porque
podría arrastrar
a situaciones
fraudulentas
y no queridas
por el legislador
podría arrastrar a situaciones fraudulentas y no queridas por el legislador,
pues si se desliga totalmente la repre­
sentación procesal de la sociedad de
una relación previa con la persona jurídica con facultades materiales, nada
impediría que tales poderes se confieran a letrados en ejercicio con lo que,
a través de estos apoderamientos procesales, se podría quebrar la situación
de igualdad que el legislador ha querido establecer en los procesos en los
que no sea preceptiva su presencia,
pues no ha de olvidarse que en esos
casos, cuando una parte se valga o
quiera valerse de un letrado, la ley obliga (art. 32 LEC) a poner este hecho en
conocimiento de la contraria para que
pueda adoptar las medidas que estime
necesarias en defensa de su derecho;
pero en estos casos, al desconocer la
condición del apoderado que, además,
no acude como letrado sino como representante de una de las partes en
litigio, no se podría realizar el mínimo
control. Concluye el razonamiento jurídico del auto diciéndonos que podría
aducirse que tal peligro no existe en
la fase inicial del procedimiento monitorio, pero que no hemos de olvidar
que si existiese oposición y se tratase de un asunto de cuantía inferior a
900 euros, automáticamente se convocaría a las partes a juicio verbal con
lo que se produciría el mismo efecto
negativo que se quiere excluir. q
Nº 71/Diciembre 2007
rían comparecer por sí mismos pero
no valiéndose de otra persona que no
fuera procurador, haciendo una salvedad respecto a las personas jurídicas,
en cuanto aceptaba que pudiesen actuar en su nombre los factores mer­
cantiles cuyos apoderamientos constasen inscritos en el Registro Mercantil.
La actual LEC mantiene silencio al respecto, por lo que la solución habrá de
encontrarse compaginando el silencio
de tal disposición con lo establecido
en su art. 7.4, que establece que la
comparecencia de las personas jurídicas deberá hacerse a través de aquellos
que “legalmente la representen”. Ante
esto, la jurisprudencia de las audiencias ha venido dando soluciones tan
dispares que irían desde la interpretación totalmente flexible de la frase
que permitiría cualquier apoderamiento voluntario, hasta la interpretación
estrictamente restrictiva.
Dicha interpretación restrictiva, según la resolución comentada, obligaría
a acudir a las normas concretas que
regulan la persona jurídica interesada
en el proceso, y así ante la sociedad
anónima, atiende a lo dispuesto en el
artículo 128 de la Ley de Sociedades
Anónimas, determinando que deben
ser los miembros del órgano de representación, recordando que el art. 438
de la LOPJ establece una especie de
reserva a favor de los procuradores,
pues exclusivamente a los mismos les
corresponde la representación de las
partes en todo tipo de procesos. Ahora bien, como el citado precepto establece la excepción de “salvo que la ley
autorice otra cosa”, ha de entenderse
que tal artículo de la LOPJ no puede
ser definitivo, por lo que habrá de ser
analizado cada caso concreto.
En el caso que resolvía la resolución
comentada la persona que acudía en
representación de la entidad mercantil ostentaba un poder estrictamente
procesal que simplemente le facultaba para actuaciones procesales, especialmente para los procedimientos
monitorios, sin que se le ­concediera
ninguna facultad sobre relaciones ju­
rídicas o derechos sustantivos o materiales de la sociedad. La Sala llega a la
conclusión de no aceptar un apoderamiento puramente procesal porque
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