La literatura española finisecular: Modernismo y Generación del 98

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La literatura española finisecular: Modernismo y Generación del 98.
1. Lee con atención los siguientes poemas.
2. Escoge uno y realiza las siguientes actividades:
a) Busca y aclara todas las dudas que te plantee el poema tanto a nivel de
vocabulario como de contenido.
b) Busca información sobre el autor, el poema así como del recopilatorio al
que pertenece. Realiza un breve resumen, éste servirá de introducción, al
mismo tiempo que te puede ayudar a comprender mejor el texto.
c) Repasa la teoría trabajada en relación a esta época, concretamente:
características, estética, temática y técnicas de la poesía. Y reflexiona
sobre los diferentes aspectos estudiados que puedes observar en el poema
escogido.
d) Analiza el lenguaje, fíjate en las categorías gramaticales.
e) Busca ejemplos de figuras literarias.
f) Lee otra vez el poema, reflexiona sobre el contenido, sobre lo que te
transmite, y expresa tu opinión sobre las siguientes preguntas: ¿cuál es el
tema del poema? ¿qué intención tiene el autor? ¿qué nos quiere
transmitir? ¿qué opinión te merece?
* Es una actividad voluntaria que tiene como principal objetivo que los alumnos se aproximen a algunas
de las obras de la literatura finisecular, y así poder observar y trabajar la teoría estudiada sobre un texto.
Como cualquier actividad voluntaria siempre servirá para subir nota, nunca para descontar. Se debe
entregar la semana siguiente al control de mediana evaluación. Se puede entregar a mano o a ordenador.
Espacio
“Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo”. Yo tengo, como ellos, la sustancia
de todo lo vivido y de todo lo por vivir. No soy presente sólo, sino fuga raudal de cabo a fin. Y
lo que veo, a un lado y a otro, en esta fuga (rosas, restos de alas, sombra y luza) es sólo mío,
recuerdos y ansia míos, presentimiento, olvido. ¿Quién sabe más que yo, quién, qué hombre o
qué dios, puede, ha podido, podrá decirme a mí qué es mi vida y mi muerte, qué no es? Si hay
quien lo sabe, yo lo sé más que ése, y si quien lo ignora, más que ése lo ignoro. Lucha entre este
ignorar y este saber es mi vida, su vida, la vida.
La trasparencia, Dios, la trasparencia
Dios del venir, te siento entre mis manos,
Aquí estás enredado conmigo, en lucha hermosa
De amor, lo mismo
Que un fuego con su aire.
No eres mi redentor, ni eres mi ejemplo,
Ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano;
Eres igual y uno, eres distinto y todo:
Eres dios de lo hermoso conseguido,
Conciencia mía de lo hermoso.
(Juan Ramón Jiménez)
Fragmento de Morfina
El crimen
¡Suprimir el dolor!... ¡Necia quimera!...
La existencia sin él fuera mezquina.
¿Suprimiréis la rosa por la espina?
Sin el dolor el hombre, ¿qué supiera
de su estirpe divina,
ni cómo pensaría en el mañana?...
Se le vio, caminando entre fusiles,
Por una calle larga,
Salir al campo frío,
Aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
No osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
Rezaron; ¡ni Dios te salva!
Muerte cayó Federico
-sangre en la frente y plomo en las entrañas... Que fue en Granada el crimen
sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada.
Lucha es la vida humana,
lucha siempre será. Si no barruntas
la suprema razón que entenebrece
del universo la mitad en tanto
que la otra resplandece:
si no adivinas del progreso santo
la ley, tu ceguedad ya no merece
que responda mi voz a tus preguntas.
En región de tinieblas engendrado
con dolor a la vida te ha lanzado
tu madre y con dolor darás la vida.
Vencerlo es tu misión; si tanto alcanza
la Humanidad, su fin habrá logrado;
pero ¡ay de mí! Que, roca y aturdida,
desprecia mi enseñanza
y al través de los siglos ha olvidado
que los ojos que aquí nunca han llorado
no reflejan la luz de la esperanza!
(Antonio Machado)
Walt Whitman
En su país de hierro vive el gran viejo,
Bello como un patriarca, sereno y santo.
Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo
Algo que impera y vence con noble encanto.
Su alma del infinito parece espejo;
Son sus cansados hombros dignos del manto;
Y con arpa labrada de un roble añejo
Como un profeta nuevo canta su canto.
(Ricardo Gil, La caja de música)
Ocaso
Era un suspiro lánguido y sonoro
La voz del mar aquella tarde... El día,
No queriendo morir, con garras de oro,
De los acantilados se prendía.
Pero su seno el mar alzó potente,
Y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
Hundió en las olas la dorada frente,
En una brasa cárdena deshecho.
Para mi pobre cuerpo dolorido,
Para mi triste alma lacerada
Para mi yerto corazón herido,
Para mi amarga vida fatigada...,
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar en nada!...
(Manuel Machado, Alma)
Sacerdote, que alienta soplo divino,
Anuncia en el futuro, tiempo mejor.
Dice el águila: ¡Vuela! ¿Boga!, al marino.
Y ¡Trabaja!, al robusto trabajador.
¡Así va ese poeta por su camino con su
soberbio rostro de emperador!
(Rubén Darío, Rubén Darío)
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