1 NARRATIVA DEL SIGLO XX (POSTERIOR A 1936) Son años de

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NARRATIVA DEL SIGLO XX (POSTERIOR A 1936)
1) PRIMERAS TENDENCIAS AL FINALIZAR LA GUERRA
Son años de desorientación. La temática principal de la novela versa sobre la contienda,
vista con los valores de los vencedores. Predominan los ataques duros contra los vencidos y la
exaltación católica y patriótica.
CONCHA ESPINA : Retaguardia (1937)
AGUSTÍN DE FOXÁ: Madrid de Corte a checa (1938)
FAFAEL GARCÍA SERRANO: La fiel infantería (1943)
[El propio Franco escribe Raza (1942) bajo el pseudónimo de JAIME DE ANDRADE]
2) GENERACIÓN DE LOS AÑOS 40
Se produce un cambio de orientación. Se dan a conocer escritores que ven la guerra y
sus consecuencias sociales con auténtico dramatismo. Las novelas fundamentales de esta época
son:
La familia de Pascual Duarte (1942), de CAMILO JOSÉ CELA
Nada (1945), de CARMEN LAFORET
La sombra del ciprés es alargada (1948), de MIGUEL DELIBES
Las tres novelas están narradas en primera persona en medio del clima de desolación que
presenta el individuo y la sociedad española tras la guerra.
En esta época se darán a conocer tres escritores que darán un fuerte impulso a la
narrativa española. Se trata de los ya mencionados Camilo José Cela (1916-2002) y Miguel
Delibes (1920), a los que hay que añadir el nombre de Gonzalo Torrente Ballester (19101999). La trayectoria literaria de los tres se mantiene sin interrupciones hasta la época actual.
Las principales tendencias en la narrativa de los 40:
REALISMO CONVENCIONAL:
presenta influencias de los escritores decimonónicos.
Algunos cultivadores de esta línea son: Juan Antonio Zunzunegui (Ay ... esos hijos,
1943; La úlcera, 1949; Esta oscura desbandada, 1952), Delibes (la obra ya citada y también
Mi idolatrado hijo Sisí, 1953), Gonzalo Torrente Ballester (Los gozos y las sombras, 19571962).
TREMENDISMO:
Tendencia que se había puesto de moda tras la guerra y que consistía
en la narración de historias truculentas, muchas veces bélicas, en un ambiente
miserable, reflejado a través de un estilo muy expresivo. Se han buscado antecedentes
en la picaresca española y el naturalismo de Zola; su más directo e inmediato modelo
también podría ser el francés Louis-Ferdinand Celine y su Viaje al fin de la noche. Esta
tendencia alcanza un impulso decisivo con la novela ya citada de Cela, que introduce
un drama humano más hondo, no marcado por el maniqueísmo partidista. A partir de
este momento, se aplicará el nombre de “tremendismo” a esta nueva orientación
iniciada por Cela y que tendrá muchos continuadores. Entre ellos, sirvan de ejemplo
Los Abel (1948) de Ana María Matute o Nosotros, los muertos (1948) de Manuel
Sánchez Camargo.
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REALISMO EXISTENCIAL:
Al mismo tiempo que irrumpe el tremendismo, las secuelas de
la guerra originan el desarrollo de una corriente de realismo existencial, entendida
como actitud o sensibilidad, no como sistema filosófico. Son novelas que centran la
atención en el individuo y sus tensiones íntimas: la incertidumbre del destino, la
dificultad de comunicación, los personajes sufren presiones insoportables,... Aparte de
la obra señalada de Carmen Laforet, pueden incluirse en esta línea: Con la muerte al
hombro (1954) de José Luis Castillo-Puche o Algo pasa en la calle (1954) de Elena
Quiroga.
3) GENERACIÓN DE LOS AÑOS 50 (O “GENERACIÓN DEL MEDIO SIGLO”)
Está integrada por los escritores nacidos entre 1924 y 1936, los llamados “niños de la
guerra”. Se inicia esta etapa con la publicación de La colmena (1951) de Camilio José Cela, en
donde se encuentra el germen de una actitud crítica que luego será desarrollada por otros
escritores. Se trata de una literatura que intenta un acercamiento a la clase obrera, simplificando
técnicas y estilos.
Dentro de esta época pueden distinguirse dos aptitudes fundamentales dentro de la narrativa:
Realismo objetivista: Influido por el cine neorrealista italiano, el conductismo
americano y el nouveau roman francés también conocido como antinovela, género
cultivado por un grupo de escritores franceses tras la II Guerra Mundial que
reaccionaron en contra de la novela tradicional y se lanzaron a la búsqueda de nuevos
temas y nuevas técnicas literarias; entre los más destacados autores figuran Claude
Simon, Robert Pinget, Alain Robbe-Grillet y Michel Butor , refleja la realidad
cotidiana casi documentalmente, de una realidad hosca, donde lo que importa es
sobrevivir. Integran esta tendencia: Ignacio Aldecoa (El fulgor y la sangre, 1954),
Carmen Martín Gaite (Entre visillos, 1956), Ana María Matute (Los hijos muertos,
1958), Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama, 1956), Jesús Fernández Santos (Los
bravos, 1954), Alfonso Grosso, entre otros.
Realismo social: Se trata de escritores que pugnan contra la falta de libertad de
expresión, y utilizan sus obras para impulsar el cambio político, haciendo una literatura
combativa hasta donde la censura lo permitía, crítica, comprometida, e interesada en el
contenido más que en la forma. Su obra, desarrollada en ambientes urbanos o rurales,
tiende hacia el protagonista colectivo, representativo de la realidad, y a la exhibición de
las carencias e injusticias que, aunque sean individuales, se convierten en comunitarias.
Se advierte el influjo del francés Jean-Paul Sartre. Entre los representantes de esta
tendencia están: Juan García Hortelano (Nuevas amistades, 1959), Jesús López
Pacheco (Central eléctrica, 1958), Antonio Ferrés (La piqueta, 1959), Armando López
Salinas (La mina, 1960), Juan Marsé (Encerrados con un solo juguete, 1960), José Manuel
Caballero Bonald (Dos días de septiembre, 1962), Luis Goytisolo (Las afueras, 1959) y
Juan Goytisolo (Juegos de manos, 1954; Duelo en el Paraíso, 1955).
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4) GENERACIÓN DE LOS AÑOS 60
A partir de los años 60, el novelista, aunque todavía sufre las secuelas de la guerra,
adopta una actitud de distanciamiento con respecto al conflicto bélico y a los temas recurrentes
de “vencedores y vencidos”. Consciente de que la novela de las décadas anteriores no ejercía la
influencia sociopolítica deseada, el escritor se aboca definitivamente hacia la afirmación de su
personalidad artística. Se trata de una novela más intelectual que exige del lector cierta cultura.
El giro experimentado por la narrativa de esta década se debe en gran medida a la
influencia ejercida por algunas obras extranjeras. Se lee a autores europeos como el francés
Proust, el checo Kafka, el irlandés Joyce, y a los cultivadores del nouveau roman francés. Llega a
España la obra de los escritores norteamericanos de la llamada “generación perdida” (Faulkner,
Dos Passos, Heminway, Steinbeck). Recordemos también que, precisamente durante estos
años, se produce el gran éxito explosivo de la novela lationoamericana: La ciudad y los perros
(1962) de Mario Vargas Llosa, Rayuela (1963) de Cortázar, Cien años de soledad (1967) de Gabriel
García Márquez, además de las obras Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias, Alejo
Carpentier, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, etc.
La nueva corriente iniciada con la obra de Luis Martín Santos, Tiempo de silencio
(1962)
se conoce con el nombre de NOVELA EXPERIMENTAL. El escritor concederá mucha
más importancia que antes a los rasgos formales, incorporando los nuevos procedimientos
difundidos por Europa y América, entre los que cabe señalar los siguientes:
-
ruptura del relato lineal y mezcla de diversos planos temporales;
-
alternancia de distintos puntos de vista y personas gramaticales;
-
monólogo interior;
-
alteraciones de la disposición tipográfica actual y de las normas ortográficas de
puntuación;
-
fusión de géneros;
-
incorporación de lenguajes técnicos y especializados;
Pese a esta preocupación por la forma, la novela de los años 60 no deja totalmente de
lado los problemas de la sociedad española. En muchos casos significativos, laten las mismas
inquietudes que en sus predecesores adscritos a la corriente social. Continúa el afán de
desmitificación del orden burgués y la denuncia de la alineación que somete al individuo. Todo
ello, naturalmente, adaptado a los nuevos tiempos, que exigen a los escritores un mayor grado
de elaboración en sus obras.
En cuenta al protagonista de las obras, se observará un nuevo cambio de orientación
con respecto a la novela de los años 50. Mientras que en aquella dominaba el protagonismo
colectivo, la narrativa de los 60 dará paso a un protagonista conflictivo que se debate entre sus
anhelos personales de realización y la realidad que le ofrece la sociedad del momento.
Algunas escritores de estos años:
Luis Martín Santos: Tiempo de silencio (1962). Esta novela, iniciadora de la etapa
renovadora e intelectual de los años 60, está ambientada en Madrid, compuesta por
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sesenta y tres secuencias. En ella, Pedro, joven becario que trabaja en la investigación
de un tipo de cáncer, descubre un día que se le faltan ratones de su experimento.
Amador, el bedel del laboratorio, conduce a Pedro a la chabola del Muecas, que había
robado algunas cobayas consiguiendo que se reprodujesen al calor del pecho de sus
hijas. Allí conoce a Cartucho, novio de la hija mayor, Florita. En un café, se encuentra
con un amigo y van a un burdel. Al llegar a la pensión donde vive, Dorita, la nieta de la
patrona, con la que quieren casar a Pedro, lo está esperando y lo seduce. Esa misma
noche, lo busca el Muecas para que salve la vida de su hija mayor, a quien han hecho
abortar, pero Pedro ya la encuentra muerta. Lo detiene la policía y, aunque es puesto en
libertad gracias a las declaraciones de la mujer del Muecas, pierde la beca. Se
compromete con Dorita y, en una verbena, Cartucho, creyéndolo culpable de la muerte
de Florita, mata a Dorita. Fracasados todos sus sueños de investigador, Pedro se hace
médico rural.
Miguel Delibes: Cinco horas con Mario (1966). Con esta novela, Delibes se incorpora
también a la experimentación. En la primera página, aparece la esquela mortuoria de
Mario, catedrático de Instituto. Su esposa, Menchu, tras quedarse sola con el cadáver,
inicia un monólogo que ocupa toda la novela. Las constantes escenas, llenas de
recuerdos y, sobre todo, de reproches, ponen de manifiesto la falta de entendimiento
en el matrimonio, al tiempo que nos presentan el fuerte contraste entre la postura
tradicional y conservadora de Menchu, que no ve más allá de sus propios intereses,
frente a la de su marido, intelectual, defensor de la justicia y los pobres.
Gonzalo Torrente Ballester: Don Juan (1963) es recreación fantástica del viejo mito.
En La saga/fuga de J.B. (1972) da rienda suelta a la imaginación e introduce todo tipo de
innovaciones formales. José Bastida investiga la vida de Castroforte de Baralla, pueblo
que recuerda a Macondo de Cien años de soledad.
Camilo José Cela: San Camilo 1936 (1969), Oficio de tinieblas, 5 (1973).
Juan Goytisolo: Señas de identidad (1966), Reivindicación del conde don Julián (1970), Juan sin
tierra (1975). Trilogía “del desarraigo y la ruptura”, que plantea el problema de España
desde una actitud nihilista y atacando las fuerzas de la tradición.
Juan Benet: Volverás a Región (1967). Novela formada por relatos que se cuentan de
forma fragmentaria por medio de monólogos que carecen de orden cronológico, como
si el tiempo no existiera. Muestra la degradación y la ruina de Región, un lugar
imaginario que es España.
Juan Marsé: Últimas tardes con Teresa (1966), La oscura historia de la prima Montse (1970),
Si te dicen que caí (1973). Sátira contra la burguesía.
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5) GENERACIÓN DEL 66, 68 O 75
Formada por novelistas nacidos entre 1937 y 1950, que comienzan a publicar entre
1968 y 1975.
Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939). Su narrativa arranca con Recordando a Dardé (1996).
El célebre ciclo del detective Pepe Carvalho se compone de los siguientes títulos: Yo maté a Kennedy
(1972), Tatuaje (1974), La soledad del manager (1977), Los mares del Sur (1979), Asesinato en el Comité Central
(1981), Los pájaros de Bangkok (1983), La rosa de Alejandría (1984), El balneario (1986), El delantero centro fue
asesinado al atardecer (1988), Sabotaje olímpico (1993), Roldán, ni vivo ni muerto (1994), El hermano pequeño
(1994), El premio (1996), Quinteto de Buenos Aires (1997).
Al margen de ese ciclo tiene obras como Happy end (1974), El pianista (1985), Los alegres muchachos de
Atzavara (1987), Galíndez (1990), El estrangulador (1994), La gula (1996), O César o nada (1998)… Sus
narraciones se reúnen en el volumen Pigmaleón y otros relatos (1987).
Julián Ríos (Vigo, 1941): Babel de una noche de San Juan (1984), Poundemonium (1986), Monstruario
(1999).
Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943): La verdad sobre el caso Savolta (1975), El misterio de la cripta
embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1982), Sin noticias de Gurb, La ciudad de los prodigios
(1986), La isla inaudita (1989), El año del diluvio (1992), La aventura del tocador de señoras (2001)
José María Merino (A Coruña, 1941): Novela de Andrews Cose (1976), El caldero de oro, La orilla
oscura, El centro del aire, Los trenes del verano, No soy libro, El oro de los sueños, La tierra del tiempo
perdido, Las lágrimas del sol, Tierras mestizas, Las visiones de Lucrecia, Cuentos del reino secreto, El viajero
perdido, Cuentos del Barrio del Refugio (1994).
Juan Pedro Aparicio (León, 1941): Lo que es del César (1981), El año del francés, Retratos de
ambigú, La forma de la noche (1994), Los orígenes del mono, El transcantábrico. Viaje en el hullero (1982)
Luis Mateo Díez (León, 1942): Las estaciones provinciales, La fuente de la edad, Las horas completas,
El expediente del náufrago, Camino de imperfección, Días del desván, Memoria y palabra.
Jesús Torbado (León, 1943): La construcción del odio (1968), Moira estuvo aquí, En el día de hoy,
Sobresalto español, La ballena, El peregrino, Tierra mal bautizada.
José Antonio Gabriel y Galán (Cáceres, 1940-1993): Punto de referencia, El lobo ilustrado, A salto
de mata, Muchos años después.
José María Guelbenzu (Madrid, 1944): El mercurio, El antifaz, El pasajero de ultramar, La noche en
casa, El río de la luna, El esperado, La mirada, En la tierra prometida, Un peso en el mundo.
Félix de Azúa (Barcelona, 1944): Las lecciones del Jena, Las lecciones suspendidas, Mansura, Historia
de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado.
Juan Jesús Armas Marcelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1946): El camaleón sobre la alfombra,
Estado de coma, Las naves quemadas, El árbol del bien y del mal, Los dioses de sí mismos, Así en La
Habana como en el cielo.
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Juan José Millás (Valencia, 1946): Cerbero son las sombras, Visión del ahogado, El jardín vacío, Papel
mojado, Letra muerta, El desorden de tu nombre, La soledad era esto, Tonto, muerto, bastardo e invisible
(1995).
Vicente Molina Foix (Elche, 1946): Museo provincial de los horrores, Busto, La comunión de los
atletas, Los padres viudos, La quincena soviética.
Lourdes Ortiz: Luz de la memoria (1976), Doña Urraca.
Soledad Puértolas: Queda la noche (1989), Si al atardecer llegara el mensajero (1995).
Esther Tusquets : Para no volver (1985), Con la miel en los labios (1997).
Adelaida García Morales: El silencio de las sirenas (1985), Las mujeres de Héctor (1994).
6) GENERACIÓN DE LOS AÑOS 80
Escritores nacidos entre 1950 y 1965 aproximadamente. Señalaremos algunos nombres
y títulos.
Julio Llamazares (León, 1955): Luna de lobos (1985), La lluvia amarilla (1988), Escenas de cine
mudo (1994), Los viajeros de Madrid (1988), Cuadernos del Duero (1999).
Javier Marías (Madrid, 1951): Los dominios del lobo (1971), Travesía del horizonte (1972), El
monarca del tiempo (1978), El siglo (1983), El hombre sentimental (1986), Todas las almas (1989),
Corazón tan blanco (1992), Mañana en la batalla piensa en mí (1994), Cuando fui mortal (1998),
Miramientos (1998), Desde que te vi morir (1999).
Arturo Pérez Reverte (Cartagena, 1951): El húsar (1986), El maestro de esgrima (1988), La tabla
de Flandes (1990), El club Dumas (1993), La sombra del águila (1993), Territorio comanche (1994), La
piel del tambor (1995), El capitán Alatriste (1996), Limpieza de sangre (1997), El sol de Breda (1998).
Andrés Trapiello (Orense, 1953): La tinta simpática (1988), El gato encerrado (1990), El buque
fantasma (1992), Locuras sin fundamento (1993).
Luis Landero (Badajoz, 1948): Juegos de la edad tardía (1989), Caballeros de fortuna (1994), El
mágico aprendiz (1999), El guitarrista (2002).
Rosa Montero: La hija del caníbal (1997), Amantes y enemigos (1998).
Manuel de Lope: Albertina en el país de los Garamantes (1979), Las perlas peregrinas (1998), La
sangre ajena (1999).
Pedro García Montalvo: Las luces del día (1997)
Jesús Ferrero: Lady Pepa (1988), El secreto de los dioses (1993).
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Antonio Muñoz Molina (Jaén, 1956): Beatus ille (1986), El invierno en Lisboa (1987), El jinete
polaco (1991), Beltenebros (1989), Los misterios de Madrid (1992), El dueño del secreto (1994), Ardor
guerrero (1996), Carlota Fainberg (1999), Sefarad (2001).
Alejandro Gándara: La sombra del arquero (1990), Falso movimiento (1992).
Almudena Grandes: Las edades de Lulú (1989), Malena es un nombre de tango (1994).
Benjamín Prado: Nunca le des la mano a un pistolero zurdo (1996), Dónde crees que vas y quién te crees
que eres (1996).
7) ESCRITORES DE LOS AÑOS 90
Bajo este epígrafe recogemos algunos de los escritores que se han dado a conocer en la
última década de los 90, nacidos con posterioridad a 1966.
Martín Casariego: Qué te voy a contar (1989).
Gabriela Bustelo: Veo, veo (1996).
Belén Gopegui: La escala de los mapas (1993), Tocarnos la cara (1995).
Felipe Benítez Reyes: La propiedad del paraíso (1995), El novio del mundo (1998).
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