Justicia Española, luces y sombras

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iuris diciembre 2008
Crónicas
Autor: Ana Belén del Pozo. Periodista
JUSTICIA ESPAÑOLA
Luces y sombras
Desde hace años se viene denunciando: la Justicia española adolece de
carencias, defectos y un anquilosamiento en algunos de sus
procedimientos y rutinas que conducen a la ineficacia, a pesar de los
esfuerzos de los profesionales que trabajan en ella. La maquinaria
judicial, forzada y al límite de sus posibilidades, funciona sujeta a normas
obsoletas que contrastan con los avances técnicos operados en otras
áreas de la Administración o en la empresa privada. Algunos fallos
imperdonables, cuya responsabilidad es difícil delimitar, como la muerte
de la pequeña Mari Luz Cortés, cuyo asesino estaba en libertad por
retrasos en la ejecución de una condena por abusos sexuales, han
actuado como revulsivo para alentar un reclamo generalizado para que
las cosas de la Justicia cambien.
El pasado 21 de octubre, los secretarios judiciales convocaron paros de tres
horas en todos los juzgados y tribunales de España, y los jueces, juntas
simultáneas. Su objetivo era pedir que las responsabilidades por su trabajo se
exijan en condiciones de independencia e imparcialidad pero, sobre todo, para
reclamar más medios y racionalidad en los procesos judiciales. Los paros
tuvieron un seguimiento masivo, incluso el recién nombrado Consejo General
del Poder Judicial emitió un comunicado, tras reunirse con los portavoces de
las asociaciones judiciales y representantes de los jueces decanos, en el que
aseguraba coincidir con ambos «en cuanto a las históricas carencias de medios
personales, económicos, materiales y tecnológicos de la Administración de
Justicia que obligan a un sobreesfuerzo de todos los que trabajan en ella y
perjudican la adecuada prestación de ese servicio público».
En el diagnóstico de saturación, disfuncionalidad, descoordinación,
carencias y vetustez de la Administración de Justicia coinciden todos los
agentes implicados, profesionales y entes con responsabilidad como el
Ministerio de Justicia, el CGPJ o los Gobiernos Autonómicos. Todos se han
volcado en buscar una solución a este problema, con recetas para todos los
gustos, cuya viabilidad dependerá, una vez más, de la dotación presupuestaria
que se vaya a destinar a su puesta en marcha.
Nueva oficina judicial
Desde el Ministerio de Justicia se ha anunciado que se va a dar prioridad
absoluta a la reforma de la oficina judicial, una iniciativa legislativa que lleva
varios años de retraso, cuyo Anteproyecto fue presentado al Consejo de
Ministros el pasado mes de julio y que modifica 891 artículos de diferentes
leyes procesales. Entre otros aspectos, el texto prevé redefinir el papel de los
secretarios judiciales, que asumen nuevas responsabilidades, sobre todo
en lo referente al impulso procesal para descargar de trabajo la función
jurisdiccional.
Asimismo, regula la posibilidad de que los secretarios puedan dictar
«decretos» que pongan fin a determinados procedimientos en materia de
jurisdicción voluntaria, por desistimiento de la parte actora o si los implicados
llegan a un acuerdo. Por su parte, los secretarios se verán liberados de una
importante carga de trabajo al no ser necesaria su presencia en sala para
dar fe de las actuaciones practicadas ya que todos los juicios serán
grabados —como ya ocurre en la jurisdicción civil— y la validez de lo grabado
quedará acreditada mediante firma electrónica.
Se prescinde, de esta forma, de las actas manuscritas, un salto importante
hacia la desaparición de los engorrosos expedientes en papel que se acumulan
en mesas y estanterías de los juzgados, y un paso más hacia el expediente
electrónico.
La nueva oficina judicial requerirá la reasignación de tareas que actualmente
desempeñan jueces, secretarios y demás funcionarios de Justicia y una nueva
cultura organizativa entre los colectivos profesionales que prestan este servicio
público en el que tendrán una importancia básica los servicios comunes. La
intención del Ministerio es remitir el Proyecto a las Cortes antes de final de año
para que se apruebe durante el siguiente periodo de sesiones y pueda entrar
en vigor a principios de 2010.
El CGPJ aprobó el 29 de octubre su Informe favorable al Anteproyecto de la
nueva oficina judicial con una única puntualización de alcance referente a la
conveniencia de que se «reflexione» sobre quién debe desempeñar las
facultades de señalamiento: el juez, como hasta ahora, o el secretario, en cuya
defensa, por otro lado, tampoco ha manifestado excesivo empeño.
Por otro lado, el CGPJ aplaude en su informe al Anteproyecto que la
«redefinición de la fe pública judicial e impulso procesal por parte del secretario
en los trámites en que no sea preceptiva la intervención del juez» propiciará
que jueces y magistrados «concentren sus esfuerzos en las funciones que la
Constitución les encomienda».
Plan de modernización
El renovado CGPJ también ha querido implicarse desde sus primeras
decisiones en aquellos aspectos que pueden impulsar la renovación de la
Administración de Justicia.
El mismo día que daba el visto bueno al Anteproyecto de la nueva oficina
judicial, el órgano de gobierno de jueces y magistrados aprobaba un Plan de
Actuación Inmediata como adelanto de un proyecto más ambicioso para la
modernización de la Administración de Justicia, confeccionado en colaboración
con el Ministerio de Justicia y las Comunidades Autónomas, que tendrá un
desarrollo quinquenal.
En el Plan de Actuación Inmediata, que pretende obtener objetivos a corto
plazo, el Consejo «exige» la coordinación de los vocales de su Comisión de
Modernización, los vocales territoriales, las CCAA y el Ministerio de Justicia
para abordar cuestiones como: la coordinación de programas y aplicaciones
informáticas estatales y autonómicas; la mejora de los sistemas informáticos de
gestión procesal con unos adecuados procedimientos de alarmas, plazos,
ejecutorias…; la reducción y formación adecuada de los funcionarios interinos;
el establecimiento de sistemas de control para mejorar la eficacia del servicio
que se centren en detectar problemas de absentismo, cumplimiento de
horarios, permisos e incentivos, y, por último, el refuerzo urgente de aquellos
juzgados y tribunales que se enfrentan a una desmedida sobrecarga de trabajo.
Además, este plan a corto plazo también incluye un impulso de las medidas
necesarias para una efectiva conciliación de la vida laboral y familiar, así como
el fomento de la adaptación de sistemas de prevención de riesgos laborales
que cumplan con los preceptos de salud y seguridad en el trabajo.
El Plan de Modernización del CGPJ no se hizo esperar mucho más tiempo;
apenas 15 días después de la aprobación del Plan de Actuación Inmediata, el
12 de noviembre, recibió el respaldo de los nuevos vocales con un calendario
para su desarrollo hasta 2011 y la previsión de revisar sus medidas al finalizar
el mandato del actual CGPJ, dentro de cinco años.
Medidas aprobadas
Entre las medidas aprobadas, se prevé la desconcentración del CGPJ a
favor de las Salas de Gobierno de los Tribunales Superiores de Justicia y
el aumento de las competencias de esos órganos para la revisión y
ejecución de la planta judicial cuando no comporte reformas legislativas.
Otra de las novedades incluidas es la creación de la figura del juez
«volante» adscrito a los Tribunales Superiores de Justicia pero sin plaza fija en
un órgano judicial.
Esta nueva figura permitirá que sean jueces de carrera los que cubran las
sustituciones de sus compañeros.
En cuanto a las mejoras informáticas y, en la línea con el proyecto del Gobierno
para la nueva oficina judicial, se prevé la grabación de las vistas en todos
los órdenes jurisdiccionales, la mejora de los sistemas informáticos de
gestión procesal en los juzgados y la conexión segura entre éstos y las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Del avance hacia la gestión informática de los procedimientos dependerá en
gran medida el resultado del programa piloto Minerva, que desde mediados
de octubre se utiliza en los juzgados de Murcia para digitalizar los procesos
judiciales. No es el primero de los sistemas de gestión judicial que se pone a
prueba en los tribunales —Lexnet ya ensaya desde hace años la notificación
electrónica entre juzgados y profesionales privados de la Justicia— pero
Minerva incorpora una novedad, la interconexión de los órganos judiciales y un
sistema que muestra a los requeridos por la Justicia para que nadie se ampare
en la burocracia para eludir un reclamo judicial.
El control de los requeridos por la Justicia es una de las mayores
preocupaciones del Ministerio de Justicia, sobre todo después de la
incomprensión que causó entre la ciudadanía un error como el sucedido en el
caso de Mari Luz Cortés, cuyo asesino entraba y salía de los juzgados sin que
los jueces se percataran de su amplio historial de abusos y violaciones al no
ser firme ninguna de las condenas dictadas contra él. Por ello, el departamento
de Mariano Fernández Bermejo va a poner en marcha, entre otras medidas, un
Registro de Medidas Cautelares que permitirá al juez contar con parámetros
más concretos en el momento de decidir sobre la prisión o libertad provisional
del imputado, así como sobre la suspensión o sustitución de las penas
privativas de libertad por otro tipo de medidas cautelares.
Prioridades
La lista de prioridades establecida en los diferentes planes de actuación —
modernización informática, interconexión y racionalización del trabajo— parece
ser un diagnóstico compartido por todos los profesionales y agentes judiciales;
sin embargo, las dudas surgen en el momento de saber con cuánto
presupuesto se cuenta para acometer todas estas reformas. Antonio
García Martínez, portavoz de la Asociación Profesional de la Magistratura
(APM), asegura que tiene la sensación de que una y otra vez se habla de lo
mismo sin que las cosas cambien. «Lo primero que hay que hacer es saber
cuánto dinero quieren gastarse quienes tienen responsabilidades en la materia
para reformar la Justicia y a partir de ahí habrá que determinar qué reformas se
acometen», señala.
Las necesidades, apunta Antonio García, son claras. En primer lugar, aumentar
la ratio de juez por habitante pero sabiendo antes qué modelo instructor se
quiere tener y redefiniendo una planta judicial que hoy por hoy sigue estando
diseñada conforme a parámetros obsoletos. También es necesario rediseñar
todos los puestos de trabajo de la Administración de Justicia y que éstos estén
perfectamente dotados, sin que existan diferencias entre CCAA; además, es
imprescindible que exista un circuito único de comunicación y coordinación
entre todos los órganos judiciales y los programas informáticos de gestión
judicial. «En definitiva, hace falta consenso en torno al proyecto, presupuesto y
un diseño integrado; si no se puede hacer todo ya, que se establezca una hoja
de ruta a medio y largo plazo para alcanzar los objetivos», pide el portavoz de
la APM.
Lorenzo del Río, portavoz de la Asociación Francisco de Vitoria, también
señala entre las prioridades la aplicación de un sistema informático de gestión
procesal único, que permita la comunicación entre todos los juzgados de
España, y la digitalización de todos los trámites documentales del
procedimiento judicial. Además, reclama una redistribución de la carga de
trabajo y un nuevo diseño de la planta judicial. «Las prioridades son claras,
sobre todo después de siete años de parálisis y anemia legislativa», asegura.
El nuevo diseño de la Administración de Justicia debería potenciar los servicios
comunes, «especializados y con un jefe de gestión que distribuya y controle la
exigencia de responsabilidades»; todo ello, asegura Lorenzo del Río, servirá
para dinamizar los procesos.
No muy diferente es la opinión de Miguel Ángel Gimeno, portavoz de Jueces
para la Democracia (JpD), que reclama una reforma de la oficina judicial,
adaptada a las necesidades del momento social y con una correcta distribución
de competencias entre jueces y secretarios. «El problema de la Justicia no es
sólo de falta de medios, al menos no en primer lugar, sino de desorganización y
de procedimientos caducos», afirma.
JpD también cree necesario modificar la Ley de marca y demarcación judicial,
«que ha cumplido más de 20 años y no se ajusta a las necesidades reales de
la sociedad». Pero para determinar dónde y cuántos juzgados es necesario
crear habría que realizar previamente un estudio sobre los módulos de trabajo
razonables que debe asumir cada juez.
«Un sistema de módulos que no esté sujeto a criterios de productividad, sino
de calidad de trabajo, de servicio al público y de calidad de vida del juez»,
señala Miguel Ángel Gimeno.
En la actualidad, se da la paradoja de que el actual sistema de módulos prima
a quienes dictan más sentencias, sin tener en cuenta la calidad, ni la dificultad
ni siquiera otros trámites y resoluciones necesarias para un buen
funcionamiento del juzgado, como, por ejemplo, las ejecutorias.
De momento, el Ministerio de Justicia ha presentado un presupuesto para el
próximo año que crece casi un 10%, que prevé la creación de 150 plazas de
jueces, 75 de fiscales y 4.000 funcionarios nuevos para la Administración de
Justicia.
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