Los mundos de Nelson Goodman

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NOTAS Y DISCUSIONES
tman (ed.), The Inner Citadel, Oxford, Oxford
Unív, Press, 1989, pp. 170-189.
27. La rnetapreferencia de autonomía es equivalente al segundo «Interés del más alto orden.
de Rawls: el interés por formar, construir y revisar uno mismo una concepción de lo que es bueno para uno mismo.
28. Imaginemos el caso de que si me inyectaran una peculiar droga adictiva me hubiera de
despertar cada mañana con el intenso deseo de
recibir una nueva dosis (el ejemplo es de Derek
Parfít, que lo discute con mucha agudeza en
Reasons and Persons, Oxford, Clarendon Press,
1984, pp. 497 Y ss.), Ese deseo no sería inmediatamente doloroso, y alguien le daría por lo demás
siempre rápida satisfacción. A la larga esto conllevaría una gran cantidad sumativa de deseos locales satisfechos. Según la apreciación atomista
de las preferencias, lo recomendable habrfa de
ser crear artificialmente preferencias fácilmente
saciables (crear un Brave Ne\J,! World). Con todo,
si alguien diese ese paso, lo más probable es que
luego yo deseara no haberme convertido en un
drogadicto. Pero dado que este deseo no sería tan
perentorio ni pertinaz como mis matutinos anhelos de droga, el total sumativo sería siempre favorable a la iniciativa de convertirme en un droga.
dicto. Una consideracíon de las metapreferencias
excluye en cambio esta extraña conclusión. Si
tanto antes de ser convertido en un drogadicto
como después de serlo tengo la metapreferencia
de no tener preferencias locales por la droga,
por más que estas preferencias fueren satisfechas siempre, la metapreferencía o preferencia
global adquiere prioridad sobre esas preferencias
locales.
Los mundos de Nelson Goodman
MANUEL LIZ
Universidad de La Laguna
La presente nota viene motivada por la
reciente publicación en castellano del
libro de Nelson Goodman Maneras de
hacer mundos (trad. de Carlos Truebaut), Madrid, Visor, 1990, col. La Balsa de la Medusa.
El titulo original del libro que vamos
a comentar es Ways of Worldn-laking.
Este título queda perfectamente traducido como «Maneras de hacer mundos», y no como «Maneras de construcción del mundo», «Formas de
construir el mundo» o cosas semejantes. Estas últimas traducciones, realizadas en algunos textos, traicionarían
por completo el sentido de la obra de
Goodman. Por cierto, el resto de la traducción que del libro realiza Carlos
Thíebaut resulta asimismo impecable,
conservando perfectamente el tono estilístico del propio autor.
180
La primera edición de este libro de
Goodman data de 1978, Doce años
después, aún continúa siendo novedad.
En realidad, toda la obra de Nelson
Goodman tiene la novedad de los clásicos. Estamos ante uno de los filósofos
analíticos que más han marcado el
desarrollo de la filosofía analítica contemporánea. Sin embargo, Goodman
es un filósofo heterodoxo y fronterizo.
Su estilo y la temática de algunos de
sus trabajos son difíciles de clasificar
dentro de las principales corrientes de
la filosofía analítica. Al igual que otros
de sus· colegas en Harvard (en otro
tiempo, C.I. Lewis, del que el propio
Goodman fue discípulo, )', más recientemente, Quine, Putnam, Nozick,
Rawls, etc.), más que seguir determinadas corrientes, las inaugura.
15EGORíA18 (1993)
NOTAS Y DISCUSIONES
1, « Ways ofWorldmaking;) en el
contexto de otros trabajos de Goodman.
Antes de referirnos al trabajo de Goodman que nos ocupa, será conveniente
recordar algunas cosas.
En 1951 aparece, basado en su tesis
doctoral, su primer libro. Se titulaba
The Structure of Appearence,' En él se
presenta un sistema fenomenalista de
la familia de los sistemas fenomenalístas de Mach, Russell y Camap.' Estos
sistemas exploran la posibilidad de reconstruir lógicamente todo nuestro conocimiento a partir exclusivamente de
datos sensoriales. Se trata de un proyecto audaz y radical. Lo sorprendente
del sistema de Goodman es su máximo
radicalismo dentro de este radicalismo.
El sistema de Goodman es fenornenalista, su material básico son los datos
sensoriales tal como se le presentan inmediatamente a un sujeto con su peculiar carácter cualitativo. Estos datos
sensoriales son llamados qualia (en
singular, quale). Un ejemplo de quale
sería el aparecer como blanco el papel
en el que estoy ahora mismo escribiendo. Su «ser de color blanco» podría
ser, acaso, una propiedad, pero no
un quale: su «aparecer como de color blanco;' o, sencillamente, su «parecer blanco» sí sería un quale. Esta diferencia es fundamental en todo sistema
fenomenalista. Hemos dicho que el sistema de Goodman era fenomenalísta,
pero también es extensíonalísta y nominalista. El aparato lógico empleado
es cierta versión particular del cálculo
de individuos. Su rechazo ontológico a
cosas como los significados, las clases,
las esencias, los mundos posibles, etc.,
se convierte desde aquí en un tema
constante de toda su obra. El colmo
del radicalismo de Goodman surge.
cuando reconoce explícitamente que
no considera al fenomenalismo como
una filosofía en sí misma mejor que,
ISEGORfNB (1993)
por ejemplo, el físícalísmo. El desarrollo de ambos tipos de sistemas no tiene
por qué ser excluyente. La elección de
un sistema sobre otro siempre dependerá de nuestros cambiantes objetivos
concretos.
En 1954 publica Fact, Piction, and
Forecasts tal vez su libro más influyente, En él se enfrenta al problema de la
justificación de los condicionales contrafácticos, de la inducción y, en general, de toda generalización (como, por
ejemplo, la que acabamos de hacer),
de toda generalización descriptiva o
normativa. Detengámonos un momento en su especial tratamiento de estas
cuestiones. Entre las generalizaciones
y los casos particulares debe darse
cierto tipo de equilibrio. Los enunciados generales son aceptables mientras
no vayan en contra de casos particulares que no estemos dispuestos a ignorar. Por otro lado, los casos particulares son tenidos en cuenta en la medida
que no contraríen las generalizaciones
que no estemos dispuestos a abandonar. Mediante este equilibrio reflexivo
se justifica toda generalización descriptiva o normativa. Así debe responderse también al viejo escepticismo
humeano acerca de la inducción.'
El caso es que surge un nuevo problema. El llamado por Goodman nuevo enigma de la inducción. Un equilibrio reflexivo entre generalizaciones y
casos particulares permitiría justificar
tanto la generalización «todas las esmeraldas son verdes» como, por ejemplo, una generalización del tipo «todas
las esmeraldas son verdules», donde el
predicado «verdul» (traducimos así
el predicado grue de Goodman) se aplicaría a todo aquello que es azul y a
todo aquello que al ser examinado antes de cierto momento t es verde. Respecto de todo momento t, nos encontraríamos con multitud de casos particulares en los cuales toda esmeralda
181
NOTAS Y DISCUSIONES
que sea verde es, asimismo, verdul. La
totalidad de nuestra evidencia respecto
a la generalización «todas las esmeraldas son verdes» es, pues, evidencia
también respecto a la generalización
«todas las esmeraldas son verdules».
Una de estas generalizaciones nos parece apropiada y la otra no, pero
¿cómo rechazar la generalización que
nos parece inadecuada? ¿Qué justifica una generalización concreta por encima de todas las alternativas que
nuestra imaginación puede llegar a
construir?
El problema se complica si consideramos que los predicados «verde» y
«azul» pueden ser también redefinidos
con ayuda del predicado «verdul» y de
otro extraño predicado, del predicado
«azurde», donde «azurde» (traducimos
así el término bleen de Goodman) se
aplica a todo aquello que es verde y a
todo aquello que al ser examinado antes de cierto momento t es azul. Asf,
«verde» se aplicaría ahora a todo aquello que es azurde y que al ser examinado antes de 1 es verdul. De manera similar, «azul» se aplicaría a todo aquello que es verdul y que al ser examinado antes de t sea azurde, Tanto «verde» y «azul» como «verdul» y «azurdepodrían, en principio, funcionar como
predicados primitivos en nuestros lenguajes y en nuestras organizaciones
conceptuales de la experiencia.
Pero, aún hay más. Otra vuelta de
tuerca. Sí no distinguimos de alguna
forma las generalizaciones genuinas de
las indeseadas, siempre será posible, a
través de ciertos predicados apropiadamente dispuestos, llegar a la conclusión de que cualquier cosa podrá servir como evidencia favorable respecto
a cualquier generalización. Veamos.
Sea, por ejemplo, «esmerrosa» (traducimos así el término esmerose de
Goodman. Curiosamente, volvemos a
traducir de un idioma a otro palabras
182
que no existen en ninguno de ellos) un
predicado que se aplica a las esmeraldas examinadas antes de cierto tiempo
t y a las rosas examinadas después
de t. La misma evidencia que confirma
la generalización de que todas las esmeraldas son verdes confirmará, como
vimos, la generalización de que todas
las esmeraldas son verdules. Esta misma evidencia, por definición, confirma
también la generalización de que todas las esmerrosas son verdules, Pero,
también por definición, justamente esa
evidencia será evidencia a favor de la
hipótesis de que todas las rosas examinadas después de t serán azules. La
evidencia a favor de que todas las esmeraldas sean verdes es asimismo evidencia a favor de que todas las rosas
serán azules. Sustitúyase en «esmer... »
y «ver->-» los lugares vacíos por lo que
se quiera y, de acuerdo a nuestras estipulaciones, obtendremos que aquella
evidencia lo es también para la generalización de que todo ... será ---o
El problema es importante y sumamente radical. Ya fue señalado
también por Hempel' a propósito de
los mecanismos de confirmación de
nuestras hipótesis. La distinción entre hipótesis confirmadas correcta e
incorrectamente, así como entre generalizaciones genuinas y generalizaciones indeseadas, se resiste a ser trazada mediante criterios meramente
formales.
La solución original que propone
Goodman consiste en traer a colación
el resto de las generalizaciones ya
aceptadas como genuinas. Nuestros
predicados «verde» y «azul» han sido
mucho más ampliamente utilizados en
nuestras generalizaciones, han sido
muchas más veces proyectados (la terminología es de Goodman) sobre el
mundo, que los predicados «verdul. y
«azurde», Los primeros predicados, a
diferencia de los segundos, se encuen18EGOAíN8 (1993)
NOTAS Y DISCUSIONES
tran muy bien atrincherados (la terminología vuelve a ser de Goodman) en
nuestros lenguajes y esquemas conceptuales y están dispuestos a volver a
ser fácilmente utilizados, proyectados,
siempre que se presente la ocasión.
Ésta es la única diferencia fundamental que permite considerar ciertas hipótesis o generalizaciones como correctamente confirmadas o genuinas
frente a otras que no lo son. La manera peculiar como organizamos nuestra
experiencia en el presente ha de justificarse en relación a nuestra historia língüístíca y conceptual. Lo proyectable
depende, directamente, de lo que haya
sido efectivamente proyectado en el
pasado.
Aún debemos recordar algo sumamente importante. Algo que siempre
está muy presente en la obra de Goodmano Su interés por la estética y la teoría del arte. La mejor prueba de ello la
constituye su libro de 1972 titulado
Languages of Art,6 punto de referencia
obligado para buena parte de la estética contemporánea Tanto las formas
artísticas como los lenguajes permiten
organizar nuestra experiencia y articular nuestro conocimiento del mundo.
Aunque el arte se refiera al mundo de
una forma típicamente no denotativa.
comparte con el lenguaje la capacidad
de expresar y ejemplificar nuestros
más diversos puntos de vista. Los análisis que Goodman realiza en esta obra
acerca de cosas como la metáfora, el
estilo o las diversas formas artísticas,
en relación a nuestra capacidad de referirnos a algo sin denotarlo lingüísticamente, siguen siendo, como decimos, profundamente estimulantes para
la actual reflexión estética. Pero, también, para toda aquella reflexión epistemológica que quiera situarse en un
continuo entre la ciencia y el arte.
lSEGORíAl8 (1993)
2. «Ways of Worldmaking»
en su propia salsa
En Ways of Worldmaking volvemos a
tener gran parte de toda la problemática anterior," En primer lugar, nos encontramos con un programa filosófico
reconstructivo, esta vez mucho más liberal que su anterior sistema fenomenalista aunque siga estando también
aquí presente el profundo rechazo de
Goodman a cualquier presunta hipóstasis de los significados, las clases, las
esencias, los mundos posibles, etc.
Asimismo, nos resultará ya conocida
la tenaz insistencia de Goodman en la
radical pluralidad de formas como podemos llegar a organizar nuestra experiencia y, así, llegar a tener mundos alternativos. Lo cual, sin embargo, no
conducirá a ningún relativismo; así
como tampoco conducía a un relativismo el fomento de sistemas fenomenalistas y fisícalistas, o la posibilidad de
emprender generalizaciones a través
de los predicados «verdul» y «azurde»
en lugar de con los predicados «verde»
y «azul». En el primer caso, eran nuestros objetivos concretos los que, en
cada circunstancia, guiaban la elección
del tipo de reconstrucción deseable.
En el segundo caso, había predicados
más proyectables que otros en función
de las proyecciones que realmente hubiéramos realizado en el pasado. A fin
de desmarcarse del relativismo, el pluralismo de Ways of Worldmaking realiza una pirueta semejante: los mundos
que construimos no los construimos
de la nada, sino siempre a partir de
otros mundos previos.
También nos encontramos en este líbro con un persistente interés por
acercar los mundos de la ciencia y del
arte. Hasta el punto de que, según el
mismo Goodman, una de las tesis
principales del libro consistiría justamente en que «el arte no debe tomarse
183
NOTAS Y DISCUSIONES
menos en serio que las ciencias en tanto forma de descubrimiento, de creación y de ampliación del conocer, en
el sentido más amplio de promoción
del entendimiento humano, y que, por
lo tanto, la filosofía del arte debe concebirse como una parte integral de
la metafísica y de la epistemología»
(p. 141 de la traducción que estamos
comentando).
Hay, pues, muchos mundos. Algunos
de ellos alternativos. Y, también, hay
muchas formas de construirlos y de
llegar a captarlos. Tantas como formas
de organizar el conjunto de nuestra experiencia.
En el capítulo 1 de su libro, titulado
Palabras, trabajos, mundos, Goodman
discute el problema del pluralismo y
señala algunos procedimientos generales de la construcción de mundos; procedimientos como 1) la composición
y descomposición a través de sus partes, miembros o rasgos, 2) la ponderación de la pertinencia y el énfasis relativo que deben tener ciertos elementos,
3) la ordenación de sus relaciones internas, 4) la supresión y la complementación, O 5) la deformación. Estos
procedimientos se ejemplifican más
tarde en todo el capítulo 5, titulado
«Un rompecabezas para la percepción", ilustrando el viejo tema de la
construcción de nuestro mundo perceptivo, y en el apartado 3 del capítulo
6, en relación a las primeras disputas
filosóficas presocráticas acerca de la
constitución última de la realidad.
Tanto la captación perceptiva de un
mundo como su conceptualización
teórica no son otra cosa sino formas
peculiares de construcción. Goodman,
en cualquier caso, no propone ninguna
sistematización definitiva de las formas de construir mundos. No puede
hacerlo. Las razones que favorecen el
pluralismo de mundos favorecen también el pluralismo en todo aquello que
184
pudiera tratar de englobarlos. Como
dice Goodman, «no sólo no existe un
único mundo sino que tampoco existe
un único mundo de mundos» (p. 37 de
la traducción que comentamos).
Pero, ¿cuáles son esas razones para
el pluralismo? ¿cuáles son las razones
que invitan a hablar de muchos mundos en lugar de uno solo? La respuesta
de Goodman es ésta: lo que distingue
algo como un nuevo mundo en lugar
de como otra versión del mismo mundo no puede ser establecido de una vez
por todas. A la distinción entre versiones de un mismo mundo, por un lado,
y mundos distintos, por otro, le ocurre
lo mismo que a la distinción entre esquema y contenido. Tales distinciones
son arbitrarias. 0, en otras palabras,
no tienen ninguna importancia ontológica destacable. Lo que haría de algo
una versión sería su particular presentación, a través de cierto esquema conceptual concreto, de un mismo contenido que se supone compartido por el
resto de las versiones. Cada versión
presentaría ese mismo contenido a través de versiones diferentes. Pero no
hay normas inquebrantables que impidan considerar a un determinado rasgo como constitutivo de un contenido
en lugar de como parte de un esquema, ni viceversa. El rechazo de este
dogma del empirismo, la distinción entre esquema y contenido, así como de
los dogmas de la distinción analítico/sintético y de la existencia de una
base empírica incontrovertible, está
ciertamente en la base del pluralismo
de Goodman. Y las distinciones entre
estilo y contenido, o entre convención
y naturaleza, no serían sino otras formas camufladas de presentar los anteriores dogmas. No podemos destacar
un mundo sobre los demás, haciendo
de él la auténtica realidad de la cual el
resto de los mundos sean versiones,
porque podríamos hacer lo mismo con
ISEGORJAl8 {1993}
NOTAS Y DISCUSIONES
cualquiera de sus versiones. Hablar de
versiones diferentes viene a ser, en definitiva, lo mismo que hablar de mundos distintos.
Todo lo anterior, sin embargo, no
quiere decir que no haya mundos mejores y peores, más o menos correctos
e incorrectos, ni tampoco que podamos construir cualquier mundo que
queramos. Sólo quiere decir que ningún mundo correctamente construido
tiene por sí mismo más realidad que
los restantes.
Los capítulos 2, 3 Y 4, titulados respectivamente «Sobre el estilo», «Sobre
la cita» y «¿Cuándo hay arte?», se ocupan de la creación de mundos artísticos. No obstante. muchas de las ideas
que en ellos aparecen serían directamente aplicables a la construcción de
cualquier mundo. Deben destacarse
aquí dos cosas. En primer lugar, la insistencia de Goodman en la tesis de
que, además de la denotación. hay
otras importantes formas no lingüísticas de referirse a un mundo. Por ejemplo, la ejemplificación (de una idea,
concepción, etc.) y la expresión (de
unos sentimientos, emociones, etc.).
En segundo lugar. su tratamiento de la
metáfora. La corrección de algo como
las metáforas sólo es posible a través
de falsedades literales. Esto tiene consecuencias importantes, pues si cosas
como las metáforas. las generalizaciones, las Iormas no denotativas de referencia, etc., están siempre presentes en
nuestra construcción de mundos, los
criterios de corrección de nuestras
construcciones deberán tener en cuenta más aspectos que la verdad. Estas
ideas se desarrollan más extensamente
en los capítulos 6 y 7 del libro bajo los
títulos respectivos "La fabricación de
los hechos» y «Sobre la correcta interpretación».
Como ya hemos indicado en varios
lugares, Goodman no quiere ser simlSEGORíAls (1993)
plemente un relativista. Con otras palabras, con sus mismas palabras (véase
el Prólogo del libro), sólo sería un relativista radical bajo rigurosas restricciones. No todo vale. No podemos construir los mundos que queramos. Sólo
construimos mundos sobre mundos ya
existentes. Además, si bien no podemos recurrir a la idea de que haya hechos objetivos que se encuentran o
descubren mientras que las ficciones y
versiones las construimos nosotros,
hay construcciones mejores y peores.
La noción de corrección sigue vigente.
Una noción de corrección que es mucho más amplia que la noción de verdad.
3. ¿Cómo ser pluralistas
sin ser relativistas?
A lo largo de todo el libro, a veces uno
desearía encontrar alguna mayor aclaración respecto a la diferencia que
debe haber entre considerar algo como
correcto o real y, por otra parte, que
ese algo sea correcto o real. Goodman
tal vez contestaría, como también contestaría Hilary Putnam desde su «realismo interno," que esa diferencia sólo
puede hacerse dentro de cada mundo,
que cada mundo tiene en sí mismo su
propio ideal de corrección y realidad,
que tal vez algún mundo particular
consiga englobar a otros muchos extendiendo así sus propios criterios de
corrección y realidad, pero que, incluso a pesar de esto último. querer señalar definitivamente, de una vez por todas, a un mundo particular como el
mundo indiscutiblemente correcto y
real es absurdo.
Examinemos más de cerca este último punto. En su recensión al libro de
Goodman que estamos comentando,
Quirie? intentaba poner un límite a su
proliferación de mundos señalando los
privilegios de la física. Recojamos un
185
NOTAS Y DISCUSIONES
fragmento de la argumentación de
Quine:
Se tiene la impresión de que esta secuencia de mundos
o versiones se desploma en
la absurdidad.'? Considero que la defensa
que hace Goodman de ella consiste en afirmar que no hay ningún punto intermedio
razonable en el cual ponerle un alto, Yo le
pondría el alto después del primer paso: la
teoría física. Concedo la posibilidad de teorfas físicas alternativas sobre las cuales no
podemos pronunciamos; pero el resto de su
secuencia de mundos o versiones de mundo me parece sólo una rnetafóra más bien
débil.
¿Por qué esta especial deferencia hacia la
leona física?, pregunta Goodman. Ésta es
una buena pregunta y una parte de su mérito es que admite una buena respuesta. La
respuesta no es que todo lo que vale la pena
decir puede ser traducido al vocabulario técnico de la física; ni siquiera que toda buena
ciencia puede traducirse a ese vocabulario.
La respuesta es, en cambio: nada ocurre en el
mundo, ni la vibración de un párpado, ni el
aleteo de Un pensamiento, sin una redistribución de estados microitsicos. Es normalmente inútil e insensato determinar exactamente cuáles estados microfísicos desaparecen y
cuáles otros sobrevienen en cada evento,
pero tiene que haber alguna barajadura en
ese nivel; la física no puede afinnar menos
que eso. Sí el físico sospechara que hay algún evento que no consiste en una redistribución de los estados elementales admitidos
en su teoria física, buscarla una [orma de
completar su teoria. En este sentido, llegar a
cubrirlo todo es el negocio mismo de la {{sica
y sólo de la física [...] De ahí mi especial
deferencia hacia la teoría física como versión del mundo y hacia el mundo físico
como el mundo. '
Confío en que habrá merecido la
pena una cita tan extensa. El argumento de Quine se apoya en la idea de que
cualquier variación o cambio en el
mundo debe entrañar un cambio físico, una variación en los estados microfísicos del mundo. A veces se expresa
186
esta idea diciendo que todo sobreviene
a lo físico."
Como se desprende de parte del texto (primer subrayado), esa relación de
sobreveniencía, tal como la entiende
Guine, seria en sí misma un asunto exclusivamente ontológico. No sólo no se
requiere ninguna sinonimia entre las
expresiones que describan algo sobreveniente y aquellas expresiones que
puedan llegar a describir la base microfísica de tal sobreveníencía. Ni siquiera se exige que las relaciones de
sobreveniencia deban ser expresables
en ningún lenguaje. Tales intuiciones
resultan sugerentes; y sin embargo, no
son incontestables. Pues, como Quine
mismo afirma en las últimas frases del
texto (segundo subrayado), aunque esa
sohreveníencía sea en sí misma un
asunto puramente ontológico, el interés que para nosotros pueda tener afirmar la sobreveniencía sobre lo físico
de cualquier otro fenómeno y las razones para aceptar tal sobreveniencía sí
presuponen un lenguaje y cierto límite
ideal de la ciencia física. Y aquí empiezan los problemas. Porque ese límite
ideal de la ciencia física es del mismo
tipo que el que asimismo podría ser
postulado, por ejemplo, para un sistema fenomenalísta. Pero en este último
caso, también podríamos decir que
todo sobreviene sobre aquellos qualia
del fenomenalismo a los que nos referíamos algo más arriba."
La apelación a una sobreveniencía
parece no favorecer a la física más que
como una cuestión de hecho: los programas físicalistas han tenido más desarrollos exitosos que los programas fenomenalistas (que los programas idealistas en general). Gran parte de nuestra historia como constructores de
mundos se ha orientado por la idea de
que merecía la pena señalar un mundo
como el más correcto y real; a saber, el
mundo de la física (o, de una manera
ISEGORíN8 (1993)
NOTAS Y DISCUSIONES
más vaga, el mundo material). Empe- situación contradictoria parecen conñados en esta obsesión hemos cons- sistir en rechazar la anterior suposítruido, destruido y vuelto a recompo- ción (2), y las suposiciones análogas
para lo correcto, lo real, etc., o bien en
ner sistemas cosmológicos enteros.
negar que tenga sentido preguntarnos
Estoy de acuerdo en que querer señalar, definitivamente y de una vez por por lo que es verdadero (correcto, real,
todas, a un mundo particular como el etc.) para otros y, con ello, por lo que
mundo indiscutiblemente correcto y puede hacer de ellos, justamente, perreal es absurdo. Sin embargo, si cam- sonas como nosotros.P Esta segunda
biáramos el anterior «definitivamente opción vuelve a conducirnos al relatívísmo, la primera nos compromete con
y de una vez por todas» por un «míentras dure satisfactoriamente según la convergencia última de lo que cada
nuestros criterios y conocimientos discual piense que es la verdad (lo con-ecponibles» (cosa sumamente razonable to, la realidad, etc.).
en otros contextos), tal obsesión dejaEsta última alternativa parece ser la
ría de ser tan absurda.
adoptada por Putnam a fin de rescatar
De todas formas, a'>e «mientras dure su internalismo del inmediato relativismo al que otras posiciones hasta cierto
satisfactoriamente según nuestros critepunto similares se verían sujetas.t!
rios y conocimientos disponibles» no
También es una alternativa muy cercapuede tener, a su vez, una lectura demasiado restringida. Imaginemos (1) que na al planteamiento de Goodman. Sin
restringimos el significado de <,es verda- embargo, hay diferencias importantes.
dero» de manera que estipulemos que Mientras que para Putnam esa converalgo sea S-verdadero si y s610 si es ver- gencia última es algo así como un postulado de la razón, postulado que, en
dadero para cierto sujeto o grupo cultural S. Imaginemos también (2) que, en último término, se apoyaría en nuestra
un sentido parecido, lo que es verdad idea de bondad, para Goodman es algo
para S no lo es para otro sujeto o grupo sumamente frágil y contingente que
cultural S', por ejemplo. para nosotros. también se debe construir.
El proyecto constructivo de GoodLlamemos S-verdadero a lo que, en este
caso, es verdadero para nosotros. Si aho- man, ese proyecto constructivo iniciado ya en The Structure of Appearence,
ra nos preguntáramos (nosotros, es decir, 5') qué cosas son verdaderas para S, se adopta hasta sus últimas consecuenla única respuesta posible seria que para cias. Se trata de un proyecto radicalS es verdad aquello que según nuestros mente opuesto tanto a los relativispropios criterios es verdad para S. Sería mos deconstruccionistas postmodernos
verdadero para S aquello que según nos- como a las, a veces un poco ingenuas,
otros es verdadero para S. Es decir, sería vueltas a Kant. Su manera de ver las
S-verdadero parte de aquello que es S'- cosas tiene implicaciones importantes
verdadero. Paralelamente, sería verdade- en todo el debate actual en torno al
ro para nosotros aquello que según S es pluralismo y al relativismo en ética y
verdadero para nosotros. Es decir, sería filosofía política. Si Goodman está en
S-verdadero parte de lo que es S-verda- lo cierto, será más que nunca verdad
dero. Pero, estos resultados contradicen aquello de que tenemos el mundo que
nuestra suposición (2). Fácilmente po- . nos merecemos. Claro que, si Goodman también está en lo cierto al negar
dríamos construir casos semejantes rescualquier preexistencia de lo posible,
pecto de lo correcto, lo real, etc.
Las únicas formas de escapar de esta asimismo será verdad que el mejor de
ISEGORíN8 (1993)
187
NOTASY DISCUSIONES
los mundos está siempre a nuestro alcance. Contemos con los materiales,
con los mundos previos, con los que
contemos.
Es muy difícil permanecer impasible
al empuje de los argumentos e intuiciones de Goodman. Nelson Goodman
nos ha construido un universo del que
resulta muy difícil escapar. Y resulta
muy difícil escapar porque sus límites
son indeterminables.
Tal vez sea éste, justamente, el principal motivo de desasosiego. Los «in-
numerables mundos, creados de la
nada mediante el uso de símbolos» de
Cassirer y Goodman (Goodman comienza su libro con esta cita de Cassirer), pueden llegar a constituir un universo tan inhóspito como el más austero universo fisicalista y, también, pueden llegar a cuajar en un universo más
desconcertante que el que jamás hayan
llegado a imaginar los postmodernos.
Y, sin embargo, no hay nada tan realista y seguro como aprender a confiar
en nuestras propias fuerzas.
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- (1982); Consecuences of Pragmatismo Minneápolis, Universily of Minnesota Press,
(1985); «Solidarity 01' Objectívity», en J. Rajchman y C. West (eds.), Post-Analytic Philosophy, Nueva York, Columbia Uníverslty Press.
SOSA, E. (1991): Knowledge in Perspective, Cambridge, Cambridge University Press,
STlCH, S. (1990): The Fragmentatian of Reason,
Cam bridge. MIT Press,
VV.AA. (1984): Southem Joumal of Philosophy, 22
(Suplemento monográfico sobre sobreveniencia].
ISEGORíAlS (1993)
NOTAS Y DISCUSIONES
NOTAS
1. Véase Goodman 0977a) para la tercera edición de este libro. Su tesis doctoral llevaba por
titulo «A Study of Gualities•.
2. Un análisis pormenorizado de los sistemas
fenomenalistas de Mach, Carnap, Russell y Goodman, así como una discusión crítica del alcance y
supuestos de todo el programa fenomenalista se
encuentran en cllibro de Moulines (1973).
3. Véase la tercera edición de este libro en
Goodman (1977b).
4, El procedimiento de Goodman ha sido ampliamente utilizado dentro y fuera de la filosoffa
analítica. Tal vez, el caso más conocido sea la
aplicación que Rawls (1971) hace de cierto «equilibrio reflexivo en sentido amplio» a problemas
de filosofía del derecho y filosofía política. La crítica más mordaz a este tipo de estrategias la podemos encontrar en el capítulo 4 de! reciente libro de Stich (1990). Una, a mi modo de ver convincente, respuesta a las criticas de Stich aparece
en el capítulo 15 del también reciente libro de
Sosa (1991).
5. Véase, por ejemplo, Hempel (1945).
6. Véase la segunda edición' de este libro en
Goodman (1976).
7. Problemática que se repite también en otras
dos obras suyas que no hemos comentado, Goodman (1972 y 1984).
8. Como inmediatas referencias bibliográficas
respecto al «realismo interno» de Hilary Putnam,
destacaría Putnam (1981, 1983, 1987 Y 1990).
9, Quine, .Gooi!man's "Ways of Worldmaking?», New York Review (25 de noviembre de
1978). Los subrayados son míos. Este texto se encuentra reimpreso en Quine (1981). La cita proviene de la traducción castellana de este último
libro. Un interesante intercambio de comentarios
entre Ouíne, Goodman y otros apareció el 25 de
enero y el 17 de mayo de 1979 también en New
York Review,
10. Como se ve, las acusaciones recíprocas de
absurdidad son síntoma indiscutible de que nos
encontramos entre filósofos.
11. La actual discusión filosófica de este concepto de sobreveníencía o superveniencia (disponemos de estos dos términos en castellano para
traducir la palabra inglesa supen!eHience) comienza a resultar ya desbordante. Indicaré sólo tres
referencias bibliográficas: Kim (19M y 1990) Y
VV.AA. (1984).
12. Este problema es señalado, con gran acierto, por Putnam en su recensión del libro de
Goodman que se recoge en Putnam (1983) bajo
el título -Reflections on Goodman's "Ways of
Worldmaking" », En esa misma recensión se analizan y rechazan diversas posibles réplicas físícalistas al pluralismo de Goodman que, en buena
medida, Putnam mismo comparte.
13. He adaptado aquí algunos argumentos de
Putnam (1981) y Sosa (1991).
14. Posiciones como, por ejemplo, la que a veces adopta Rorty (1979. 1982 Y 1985), o la que
podemos también encontrar en autores como Feyerabend (1970), Foucault (1966) o Derrida
(l967a y b).
La caligrafía de la Historia
M. TERESA LÓPEZ DE LA VIEJA
Universidad de Salamanca
Posiblemente uno de los problemas fundamentales del lenguaje filosófico consiste en
un doble desarraigo. Por un lado, de la experiencia «vital» que haya puesto en marcha la reflexión filosófica, y que apenas si,
es perceptible ya en la escritura. Por otro
lado, de la marcha propia de un discurso
que se sostiene a sí mismo, estableciendo
ISEGORíN8 (1993)
una cierta forma de coherencia en el engarce y justificación de sus proposiciones. Sin
embargo, la aparente neutralidad de ese
discurso, y la «lógica» de sus articulaciones,
mantienen todavía formas de vinculación
con el lenguaje natural. El olvido de su propia historia, al caer el lenguaje de la filosofía en el presente eterno de un tiempo
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