Origen del Universo

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Profesora: Ms.C. Teresa Corvalán G.
Origen del Universo
¿Cómo empezó todo? Antigua pregunta con respuestas polémicas y disímiles. Vieja interrogante
de la humanidad que en otras palabras se traduce en ¿qué agentes dieron origen al universo? Y, si
los hubo ¿qué los creó? O quizás, el universo, o los agentes que lo crearon, existieron siempre, y
no tienen que ser creados.
Hasta hace poco tiempo, los científicos se excusaban de dar respuestas a tales preguntas, ya que
consideraban que ellas pertenecían a la metafísica o la religión más bien que a la ciencia. Sin
embargo, en los últimos años, se ha podido explicar con leyes de la ciencia hasta una fracción
mínima del primer segundo del universo.
En realidad es posible que nunca lo alcance, dado que a medida que se acrecienta la información,
se plantean cada vez nuevas interrogantes.
Así, el verdadero científico reconoce con humildad y modestia que lo que actualmente se sabe del
cosmos es eminentemente provisorio, constituyendo por así decir, los primeros andamiajes del
conocimiento sobre él.
Relativo a la interrogante de sí, y cómo, el universo comenzó, la
gente ha reflexionado muchos siglos sobre esa cuestión. La
historia registra, básicamente, dos escuelas de pensamiento sobre
el tema. Una de ellas, estaba basada en las antiguas tradiciones, y
las religiones judía, cristiana e islámica. Sostenía que el universo
tuvo una creación que data tan sólo unos pocos miles de años.
Por ejemplo, el Obispo Usher desarrollando un sumatorio de
acontecimientos relatados en el Antiguo Testamento, estimó que
el universo había sido creado cuatro mil cuatro años AC.
Esa afirmación del Obispo también fue usada para apoyar la idea de que en el transcurso de ese
tiempo aparece, evoluciona y se desarrolla técnica y culturalmente la raza humana. Si ello hubiese
sido así, la evolución de la humanidad sería mucho más avanzada que la que comporta
actualmente. De hecho, esa fecha bíblica estimada por el Obispo Usher para la creación del
universo, es cercana al final de la pasada época glacial, la cual coincide con la aparición de los
modernos seres humanos.
Por otra parte, la historia nos difunde el pensamiento del filósofo griego Aristóteles, a quién no le
gustaba la idea que el universo tuviese un principio. Sentía que ello implicaba una intervención
divina. Prefirió sostener que el universo, había existido, y existiría siempre. Algo que era eterno y,
mucho más perfecto que si hubiese tenido una creación. Sobre la evolución humana, sostenía que
la aparición de la raza se retardó debido a las catástrofes periódicas que padecía la Tierra.
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Además, ambas escuelas sostenían que el universo no había experimentado cambio alguno en el
tiempo. Este había sido creado tal como lo es en el presente, o había existido siempre como se le
observa. Esta afirmación debe ser considerada como algo bastante natural, ya que la vida humana,
así como los registros históricos, no tienen un muy largo camino recorrido como para poder tenido
la oportunidad de apreciar los cambios sufridos por el universo. Pero el meollo del debate estaba
centrado en si el universo ha existido siempre, o si éste fue creado en un tiempo finito en el
pasado.
Un universo como lo presentaban ambas escuelas, era
realmente un tema para la metafísica o la religión. En 1781, el
filósofo alemán Immanuel Kant, arbitra sobre la materia en su
monumental trabajo la «Crítica de la razón pura».
En él, Kant concluyó que había argumentos igualmente válidos, tanto para creer que el universo
tenía un principio, como para creer que éste no había tenido un comienzo. Como su título sugiere,
sus conclusiones fueron basadas simplemente sobre la razón. En otras palabras, en ellas no se
tomaron en cuenta ninguna observación sobre el universo. Después de todo, en un universo que
es invariante, qué debía observarse allí.
Sin embargo, en el siglo XIX, se empezaron a acumular evidencias de que tanto la Tierra como el
universo sufrían cambios en el tiempo. Por un lado, estudios de geólogos establecieron que tanto
la formación de las rocas, así como los fósiles que se encuentran en ellas, habría tomado cientos o
miles de millones de años. Ello otorgaba a la Tierra una edad muy superior a la estimada para el
universo por el Obispo Usher.
Por otro, el físico alemán, Ludwing Boltzmann, descubrió la Segunda
Ley de la Termodinámica: la cantidad total de desorden en el
universo (que es medido por una cantidad llamada entropía),
siempre aumenta con el tiempo. Esto, como el argumento sobre el
progreso humano, sugiere que el universo tiene un tiempo de vida
finito, ya que, si no fuese así, habría degenerado en un estado de
desorden completo, en el que todo estaría a la misma temperatura
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Pero lo que en definitiva cambió el giro del debate sobre el origen del universo fue el
descubrimiento de su expansión. El estudio del movimiento de las galaxias nos lleva, al retroceder
en el tiempo, a concluir que ellas, hace unos 15.000 millones de años, se encontraban en algún
momento «apiñadas» unas encima de las otras.
Se trata de un momento del universo, en que la densidad de la materia y la curvatura del espacio
tiempo eran infinitos. Un escenario en el cual no son aplicables las leyes conocidas de la ciencia.
Pero con un Big Bang, la física cuenta con leyes y sólidas herramientas teóricas para poder explicar
cómo pudo haber sido el proceso físico que dio origen al universo.
Sin embargo, no a todos los científicos satisfizo o satisface la idea del Big Bang. Muchos de ellos,
como los del grupo denominado «los miserables»*, hicieron y hacen intentos para evitar el Big
Bang. Los argumentos que usaron o usan van desde el científico al político y religioso. Uno de esos
intentos es el que se traduce en el modelo del estado estacionario (steady state).
En lo medular, sus creadores los astrofísico ingleses Fred Hoyle, Hermann Bondi y John Lyttleton
conjeturaron que a pesar de la expansión global vivíamos en un «universo estacionario»: el
escenario cósmico se mantendría inmutable, pese al alejamiento de las galaxias unas de otras, ya
que en los espacios que se irían generando aparecían nuevas galaxias como producto de materia
de continua creación. El universo habría existido, y seguiría existiendo siempre, en más o menos el
mismo estado que se le observa hoy.
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La idea matriz de esos destacados hombres de ciencia ingleses era la de formular una nueva
cosmología. Su motivación: restablecer la estabilidad del universo. En esta teoría se admite el
movimiento de recesión de las galaxias. Pero se compensa el enrarecimiento del universo con la
hipótesis de una continua creación de materia. Así, a pesar de la expansión, la densidad del
cosmos (galaxias y átomos) permanece invariable. Resultado: pese a las apariencias, el universo es
estático y eterno.
El modelo del estado estacionario tuvo enorme éxito. Hasta los finales de la década de los años 60
del siglo XX gozó de una gran popularidad entre los científicos. Pero algunas observaciones lo
pusieron en aprietos. Los resultados astronómicos contradecían sus predicciones .Sin embargo,
Fred Hoyle continúo sosteniéndolo hasta, prácticamente, el día de su muerte el 21 de agosto del
2001. Esta obstinación de uno de los investigadores más originales de nuestra época ilustra una
vez más la fuerza del paradigma del universo estático.
Para los adherentes del modelo del estado estacionario, el universo puede ser infinito en el
espacio y lo es con certeza en el tiempo. Pero los datos astronómicos, como ya lo señalamos, no
apoyan este modelo, apoyan el del Big Bang, según el cual hasta el tiempo es finito y hubo un
«principio». Nuestro universo puede ser finito; no existen, al menos, pruebas importantes en
contra.
Si el universo es finito pese a su gran tamaño, nuestra cosmología empieza a asemejarse a la
imagen de un mundo limitado de la época medieval. Irónicamente, a pesar de los grandiosos
avances científicos, estaríamos descubriendo el carácter esencialmente finito y limitativo de la
existencia en nuestro universo. Pero no son ni Dios ni el universo los que ponen esos límites a lo
posible. Son las propias leyes naturales.
Si algún día cercano llegan los científicos a saber las leyes fundamentales de la creación y de la
posterior evolución del universo, entonces, como lo ha apuntado más de una vez Steven Hawking,
estará próximo el fin de la física teórica. Muchos científicos no comparten esta opinión, que les
recuerda la mantenida a finales del siglo XIX, que opinaban también que la física se acercaba a su
fin. Estos físicos creen que la física existirá siempre y que hay estructuras inacabables y nuevas
leyes aún por descubrir.
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