las necropolis medievales cristianas de la honor de sedano

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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao
Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia
N.º XXII, 1995
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA
HONOR DE SEDANO (BURGOS)
Jacinto Campillo Cueva (*)
RESUMEN
El artículo estudia las manifestaciones sepulcrales cristianas de época medieval descubiertas en la Honor de
Sedano (Burgos). Después de exponer la metodología seguida y de analizar la historia de la investigación, el
trabajo se centra en la descripción de los yacimientos catalogados y en el análisis de las tumbas y estelas. Los
datos aportados dejan vislumbrar la presencia antigua de repobladores, cosa que las fuentes escritas apenas mencionan, su desarrollo artístico y su profunda religiosidad.
RESUME
Le travail parle des manifestations sépulcrales des chrétiens dans le Moyen Age trouvées dans "La Honor
de Sedano" (province de Burgos). Apres l'exposition de la méthode utilisée et de l'avancement de l'investigation, l'étude mettre l'accent sur la description des gisements catalogués et sur l'analyse des sépultures et des steles funeraires. Les renseignements apportés montrent la présence ancienne des colonisateurs chrétiens -malgré
le silence des sources écrites- ainsi que leur développement artistique et leur religion profonde.
LABURPENA
Artikulu honetan Honor de Sedano-n (Burgos) aurkitutako erdi aroko hilobi-agerpenak aztertzen dira. Erabilitako metodología azaldu eta ikerketaren historia aztertu ondoren, lan horretan, katalogatutako aztarnategiak
azaldu eta hilobi eta harri-tenteak ikertzen dira. Agertzen diran datuen arabera, orain arte idatziniko iturrietan
ia-ia aitatzen ez dan berjendeztaketa egon zala ikusi daiteke, baita euren garapen artistikoa eta erlijiotasun sakona be.
(*)
Petronila Casado, 22
BURGOS.
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JACINTO CAMPILLO CUEVA
1.- INTRODUCCION
l. ACLARACIONES PREVIAS
Para una mejor comprensión del título conviene
realizar una serie de aclaraciones previas. Nuestro
propósito es investigar toda manifestación sepulcral
tanto aparecida de forma aislada como formando un
conjunto cementerial. Se recoge, por tanto, cualquier
clase de sepulcro que presumiblemente haya sido utilizado a lo largo de la Edad Media por los cristianos
de la Honor de Sedano. Esto presupone prescindir de
los vestigios funerarios anteriores (romanización,
Edad del Hierro ... ), de los coetáneos marginales
(musulmanes y judíos) y de los cristianos posteriores
al siglo XV. Se excluyen asimismo los cementerios de
las parroquiales ya que todas ellas disponían de uno a
su alrededor 1• De ellas, únicamente se exceptúan
aquéllas que hayan deparado tumbas de una determinada tipología. No se consignan, sin embargo, los
hallazgos esporádicos relacionados con huesos sueltos o hueseras. Pero se incluyen aquellos cementerios
pertenecientes a iglesias desaparecidas hace siglos,
como sucede con las de los despoblados.
El marco cronológico es, por tanto, muy amplio
ya que abarca todo el medievo, desde el siglo V al
XV, ambos inclusive. No obstante, dadas las características geográficas de la zona, los comienzos de estas
manifestaciones deben adelantarse hasta las centurias
VIII o IX, momento de una eclosión y un desarrollo
cultural auspiciados por la llegada de repobladores
foramontanos y mozárabes. Junto a las tumbas se
incorporan otros restos relacionados íntimamente con
ellas como son las estelas; pero se desecha cualquier
otro tipo de hallazgo coetáneo.
A tenor de la ausencia de evidencias materiales
antiguas, la penetración del cristianismo en la comarca sedanesa debió producirse en época tardía. Los
vestigios artísticos descubiertos no parecen remontar
el siglo VIII, pese a la fuerte tradición visigótica
detectada en Valdelateja, Quintanilla-Escalada,
Tablada, Tubilla ... (REGUERAS, 1990; CAMPILLO,
1992-1993). Sin embargo, la noticia del martirio de
las santas Centola y Elena en Siero de Valdelateja
durante el mandato de los emperadores Diocleciano y
Maximiano (284-305 d.C.) permite entrever lo contrario (FLOREZ, 1772).
En el siglo IV las tierras de la Cantabria burgalesa, que años atrás habían pertenecido a la Tarraconense, estaban agregadas a la Gallaecia, según refieA pesar de las reales órdenes de 1785 que reglamentaban la construcción de cementerios fuera de las iglesias, en los templos
honoriegos se siguió enterrando dentro hasta 1833 en que se erigieron los actuales camposantos, salvo en Sedano que se hizo en
1821.
ren las actas martiriales del obispo burgense Gonzalo
de Hinojosa. Con la nueva organización administrativa impuesta por los visigodos, la comarca pasó a
depender del ducado de Cantabria hasta que la invasión musulmana propició su integración en el núcleo
de resistencia astur.
Dada la escasez de huellas romanas y visigodas,
es muy verosímil que la población autóctona de origen cántabro morecano perdurase sin solución de
continuidad hasta el medievo. A partir de la segunda
mitad del siglo VIII se sumaron a este sustrato humano algunos contingentes de repobladores procedentes
de Asturias y de la Montaña como confirman las
fuentes epigráficas, diplomáticas y toponímicas.
Aunque la documentación escrita altomedieval es
paupérrima cuando se refiere a estas tierras, parece
segura su inclusión dentro del territorio situado al
norte de la línea de castillos que jalonaban el sur del
reino cristiano desde las Conchas de Raro a los Valles
de Sedano (SERRANO, 1935). Esta aceptación
supondría su pertenencia a la Castilla Vieja tal como
afirma un documento falsificado del siglo IX pero
conocido a través de un copia del siglo XIII (PEREZ
DE URBEL, 1945).
El alejamiento del peligro sarraceno junto con el
afianzamiento de los repobladores en este reducto
perteneciente al condado castellano hicieron posible
la primera división administrativa cristiana vigente
durante los siglos X y XI. La célula básica de esta
nueva organización fue el alfoz o pequeño territorio
formado por varias aldeas o villas sujetas al gobierno
y administración de un señor o tenente nombrado por
el conde castellano y residente en el castillo de la
localidad que daba nombre a la demarcación. El área
que luego ocupó la Honor de Sedano estuvo compartida por los alfoces de Siero y Moradillo, cuya línea
divisoria, según MARTINEZ (1981 a), coincidiría
con los límites arciprestales de Covanera y La Rad.
Un documento del siglo XII menciona el alfoz de
Sedano, denominación que reemplazaría al de Siero a
raíz de la pérdida de la primitiva importancia estratégica de su castillo y del creciente protagonismo de la
villa. Sin embargo, todavía no es segura la identificación de este alfoz con la posterior Honor de Sedano
pese a que ambos respondan a entidades de rasgos
políticos y económicos comunes. Desde la misma
centuria, honor es sinónimo de tenencia, es decir de
concesión territorial hecha por parte del rey a un
noble para que la administre en su nombre. En virtud
de esta jurisdicción sus habitantes quedaban obligados a pagarle una renta en especie ("el pan de la
honor") o en moneda (ALVAREZ, 1987).
La mayor complejidad administrativa de siglos
siguientes conllevó la unión de varios alfoces para
formar las merindades menores. Según el Becerro de
Behetrías, en 1352 los alfoces de Siero-Sedano y
LAS NECROPOUS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
Moradillo estaban integrados en la de Burgos con Río
Ubiema que a su vez pertenecía a la Merindad Mayor
de Castilla (MARTINEZ, 1981 b).
Esta común andadura se estrechó aún más al fundar Alfonso XI (1321-1350) la Honor de Sedano y
entregarla a su hijo ilegítimo D. Tello, quien asimismo recibió el título de señor de Aguilar. Muerto éste
sin hijos legítimos, el señorío aquilarense pasó a su
hermana Dª Inés de la Cerda, casada con Femando
Rodríguez de Villalobos. Al enviudar, Dª Inés vendió
el señorío a Ruy González de Castañeda que luego lo
cedió a Juan Rodríguez de Castañeda, marido de Juana de Guzmán. La hija de ambos, Isabel de Castañeda, señora de la Honor, casó con Alfonso de Silva, 11
conde de Cifuentes, señor de la casa de Tubilla del
Agua e hijo de Juan de Silva, alférez mayor de Juan
11 y conde de Cifuentes por Enrique IV. El 11 de julio
de 1480 D. Juan Manrique, conde de Castañeda y
señor de Aguilar, compró a Lope de Silva, segundón
del 11 conde de Cifuentes, el señorío jurisdiccional de
la Honor de Sedano por 2.756.715 mrs. El 10 de
agosto de 1482 los Reyes Católicos concedieron a su
sucesor García Femández Manrique, canciller mayor
de Castilla, el título de Marqués de Aguilar (GUTIERREZ, 1984; CIDAD, 1985). Los Marqueses ejercieron el derecho de señorío y vasallaje sobre la villa y
valle de Sedano hasta el siglo XIX pese a la oposición
de la población honoriega que únicamente se lo reconocía sobre algunos moradores y bienes, así como la
facultad de nombrar corregidor en juez de letras,
escribano y procuradores de audiencia.
La villa, valle y honor de Sedano, más comúnmente el/la Honor de Sedano, aglutinaba un conjunto
de tierras, situadas en tomo a esta localidad, pertenecientes a las cuencas del Rudrón y Ebro. Estaba integrada por 25 lugires, un barrio (el barrio de Sedano
en Porquera del Butrón) y una villa (Sedano) que
componían un único ayuntamiento 2 •
2. EL MARCO GEOGRAFICO (FIG. 1)
El territorio histórico de la Honor se halla al NO
de la provincia de Burgos ya en los confines de Cantabria. Su perímetro está comprendido entre los 42º
En los momentos de esplendor la constituyeron los siguientes
pueblos: Ayoluengo, Bañuelos del Rudrón, Ceniceros de Sedano,
Cortiguera, Covanera, Cubillo del Butrón, Escalada, Gredilla de
Sedano, Huidobro, Moradillo del Castillo, Moradillo de Sedano,
Mozuelos, Nocedo, Pesquera de Ebro, Porquera del Butrón,
Quintanaloma, Quintanilla-Escalada, San Andrés de Montearados, San Felices del Rudrón, Santa Coloma del Rudrón, Sedano,
Tablada del Rudrón, Terradillos de Sedano, Tubilla del Agua,
Turzo, Valdeajos y Valdelateja.
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37' 20" y los 42º 50' 45" de latitud norte y los Oº 04'
22" de longitud este y los Oº 16' 10" de longitud oeste según el meridiano de Madrid. Está formado por
tierras elevadas, dispuestas entre los 1.203 m (El Otero de Huidobro) y los 634 (Pesquera), si bien gran
parte de su superficie se sitúa entre los 900 y 1.050 m.
de altura. Prueba de ello es que cuatro poblaciones se
localizan por encima de los 1000 m.
Aunque siguiendo la red viaria principal, el punto
más meridional dista 39,5 km. de la capital burgalesa
y el más septentrional 66,5, de hecho casi todos los
pueblos suelen rebasarlos debido a la ausencia de un
acceso directo; ello obliga a tomar los desvíos sinuosos impuestos por la orografía. El eje vertebrador de
la comarca es la N-623, de Burgos a Santander, que la
atraviesa de N a S aprovechando los valles del
Rudrón y Ebro. A ambos lados de ella, y con idéntico sentido, se disponen la N-622, de Burgos a Aguilar de Campoo, y la C-629, de Burgos a Villarcayo,
que, aunque no la cruzan, contribuyen, junto con la
transversal BU-504 y la 514, a prestarle una mayor
comunicabilidad. A partir de estos 5 ejes se tienden
carreteras locales y caminos vecinales que ponen en
contacto cada núcleo con sus vecinos y con el exterior, salvo aquellos casos en los que concluye la
carretera. Quedan al margen algunas aldeas, en gran
medida abandonadas, que carecen de acceso asfaltado.
Los límites geográficos de esta entidad obedecen
sobre todo a razones históricas, aunque sobre ellos
hayan gravitado también influjos de carácter físico.
Por ello su perímetro es convencional a pesar de que
sus tierras presenten una cohesión y una uniformidad
tanto desde el punto de vista geográfico como humano. Como consecuencia de ello, la figura resultante es
claramente irregular, pero de aspecto compacto.
El terreno de la Honor está vinculado genética y
morfológicamente a la formación y evolución de la
Cordillera Cantábrica. Su alejamiento de la línea de
cumbres favorece su disminución en altura a medida
que nos acercamos a la Submeseta Norte así como su
conexión con el Sistema Ibérico a través de los Montes Obarenes. Se trata pues de una región marginal,
sin grandes elevaciones, pero predominantemente
montañosa. De acuerdo con su génesis, los materiales
más abundantes son los de la era secundaria, plegados por la orogenia alpina y erosionados con posterioridad hasta transformarlos en una penillanura. De
hecho, los páramos sedaneses responden a un tipo de
relieve plegado invertido, de amplios sinclinales colgados de culminación plana, en el que las fallas juegan un papel importante. Las zonas más bajas, constituidas por los fondos de los valles fluviales, están
ocupadas por materiales propios del Cretácico Inferior en sus fases weáldicas. Mayor extensión ocupan
los materiales del Cretácico Superior que se van esca-
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JACINTO CAMPILLO CUEVA
lonando en diferentes estratos desde las margas y
calizas arenosas del Cenornanense -en contacto con
los materiales inferocretácicos-, pasando por las calizas turonenses y acabando con las dilatadas superficies de los pisos coniacense, santoniense y, en menor
medida, carnpaniense que se muestran en las cimas.
El predominio absoluto de los materiales bicarbonatados favorece la carstificación y proporciona abundante piedra al hombre.
Desde el punto de vista morfológico, se distinguen dos unidades bien diferenciadas. Por un lado los
páramos -estructuras tabulares, vastas y monótonas
que enrasan a 1.000 rn de altitud- y por otro los
valles, excavados por ríos y arroyos, que introducen
fuertes desniveles con profundos y angostos cauces
encajonados entre peñas de culminación plana.
La Honor se halla en una zona de transición entre
el clima mediterráneo continentalizado y el atlántico,
si bien ambas influencias quedan modificadas por la
altura. Las precipitaciones, aunque son rnás abundantes que en la Meseta, no llegan a alcanzar las cuantías
oceánicas. Los 700-600 rnrn anuales se explican en
gran medida por su situación latitudinal y el relieve.
Las temperaturas responden a una mayor rigurosidad
que en el clima mediterráneo continentalizado ya que
son rnás bajas en invierno y menos altas en verano.
Con todo, conviene recordar la dicotomía existente
entre los páramos desprotegidos y los abrigados
valles en lo referente a la oscilación térmica, innivación, número e intensidad de las heladas, vientos, etc.
El bosque clirnácico de la Honor tiene un carácter
transicional, a caballo entre el dominio mediterráneo
y el atlántico. De ahí la coexistencia de árboles perennifolios y caducifolios. Sin embargo, existen diferencias rnuy marcadas entre la vegetación de los valles y
la del páramo. Esto es debido a diversos factores
corno son la orografía, la insolación, los suelos, el clima, etc. La acción antrópica ha alterado el equilibrio
primitivo provocando la deforestación sistemática de
páramos y laderas. No obstante, aún subsisten algunos rodales de carrascas o monte bajo, frente al predominio del matorral subserial. Para corregir este
desequilibrio, el hombre ha acometido la repoblación
de estas áreas con pinos, a veces sin éxito. Es, sin
embargo, en los valles y vallejos donde se concentra
la mayor parte de la masa arbórea que, en ocasiones,
llega a escalonarse en función de la altura, si bien lo
rnás frecuente es que los hayedos ocupen las umbrías
mientras que los robledales se sitúan en las solanas. A
lo largo de las corrientes de agua se desarrolla una
tupida vegetación ripícola. El reciente éxodo rural ha
favorecido el abandono de las tierras rnás pobres y
marginales con el consiguiente desarrollo del matorral y la paulatina regeneración de las especies autóctonas.
La casi totalidad de la zona pertenece a la cuenca
del río Rudrón, afluente del Ebro. Aquél nace en San
Marnés de Abar y, después de 49 krn. de recorrido en
sentido 0-E-N, desagua en Valdelateja. En él vierten
sus aguas el San Antón y el Moradillo entre otros
menos importantes. En el extremo septentrional discurre el Ebro durante escasos kilómetros.
Los suelos son, en general, pobres, delgados y
pedregosos especialmente los de los páramos y laderas. Su valor agrícola es rnínirno, no así su potencial
económico de cara a un aprovechamiento ganadero.
Mayor interés tienen las huertas y vegas situadas en
las riveras de los ríos y susceptibles de riego.
11.- HISTORIA DE LA INVESTIGACION
El estudio de la arqueología cristiana del medievo
ha sido un fenómeno tardío debido al escaso valor
artístico y rnuseístico de sus materiales. Esta rnisrna
postergación se constata dentro de la Honor de Sedano. La ausencia de trabajos rigurosos hizo de esta parcela cultural un mundo casi desconocido y lleno de
lucubraciones, cuyo vislumbre era posible únicamente mediante aportaciones aisladas y fortuitas. Sin
embargo, la labor iniciada por A. DEL CASTILLO
(1972) marcó su despegue definitivo -especialmente
del mundo funerario- en nuestra provincia aunque su
incidencia dentro de la Honor haya llegado con retraso.
Paradójicamente, la cronología del proceso investigador resulta bastante amplia pues arranca de 1923.
Estos rnás de 70 años transcurridos pueden subdividirse en tres etapas.
lª.-Lafase inicial (1923-1980). Comprende desde la publicación de la primera not\cia hasta la aparición de varias necrópolis en un rnisrno artículo. Pese
a la amplitud de la etapa, el número de catalogaciones
es reducido. Estas responden invariablemente a descubrimientos casuales ya que, a pesar de la antigüedad e importancia de la repoblación, los especialistas
ignoraron la comarca. El rasgo rnás significativo de
estas noticias es su carácter secundario. El fundamento de su inclusión en los estudios no fue otro que
completar ternas artísticos o arqueológicos. Además,
sólo se basaron en la información oral, ocasionalmente confirmada y acrecentada con otros aportes.
De esta manera se incorporaron a un núcleo principal
corno algo puramente anecdótico y desconectado.
Conforme a su cometido, estas referencias presentan
múltiples deficiencias. Una de ellas es la esporádica
descripción de los sepulcros, y cuando se realiza se
hace de forma somera, sin llevar datos dimensionales
ni valoraciones de otra índole. A ello se suman los
errores de cronología o filiación, casi siempre silenciadas. Su construcción se atribuye a moros, celtas y,
en el mejor de los casos, a los repobladores cristianos.
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
El primero de los investigadores en mencionar restos sepulcrales fue HUIDOBRO (1923). Entre los
muros de la antigua iglesia de Santa Eulalia de Valdelateja, ya por entonces sin culto, descubrió fragmentos
de sarcófagos decorados con círculos concéntricos
grabados. En similares términos se manifestó años
después (HUIDOBRO, 1929) al datarlos dentro del
siglo XI. Más tarde MARTINEZ BURGOS y LUIS
MONTEVERDE (1938) se personaron en Pesquera
con el fin de verificar una noticia sobre la aparición de
una necrópolis en el pago de Santiuste. La visita comprobó la existencia de un cementerio de época románica que sus descubridores relacionaron certeramente
con el monasterio de los santos Justo y Pastor. Lo
encontrado consistió en varios sarcófagos de forma
trapezoidal y antropomórfica con las superficies exteriores ornamentadas a base de círculos concéntricos
inconclusos, líneas paralelas verticales y estrellas de
seis puntas inscritas en círculos, temática de clara raigambre céltica pese a encuadrarlos dentro del siglo
XII. Una década después, HUIDOBRO (1948), al volver a referirse a Valdelateja, abunda en lo ya adelantado y afirma que al pie de El Castillo se hallaron sepulcros bien labrados y decorados con rayas pertenecientes a la primera poca de la reconquista. Poco después
GONZALEZ (1950) aludiría a la existencia de una
capilla dentro de la antigua iglesia de Valdelateja en
cuyas paredes se conservaban lápidas visigóticas y
otros adornos de igual época. Todo ello debe corresponder a lo ya comunicado por Huidobro. Por entonces, GARCIA SAINZ DE BARANDA (1950) mencionó la aparición de sepulcros excavados en la roca
dentro del partido judicial de Sedano, aunque no especifica en qué lugares. La siguiente noticia la proporcionó HUIDOBRO (1952) al citar el hallazgo de
sepulcros esculturados dentro de la iglesia de San
Miguel de Tubilla. El mismo autor (HUIDOBRO,
1956) acrecentó el número de yacimientos al incorporar un juego de bolillos de oro aparecido durante el
siglo XIX dentro de unos sepulcros descubiertos en el
bosque de Quintana (Gredilla) y que fueron atribuidos
a la época romana. El dato fue reproducido fielmente
por OSABA (1964). A estas breves y contadas referencias sumó DE LA CRUZ (1973) las tumbas antropomorfas excavadas en la roca sitas en el paso de San
Juan y la Cueva de Tobazares de Sedano. Cómputo
incrementado por CIDAD (1976 y 1978) al confirmar
la presencia de sepulturas en el término de El Cementerio o San Juan de Valdeajos.
2ª.- La fase intermedia (1981-1984). Comprende
un cuatrienio y está marcada por un aumento considerable en el número de descubrimientos. La diferencia esencial con respecto a la etapa precedente estriba
en la catalogación de varios yacimientos dentro de un
mismo trabajo, aspecto que prevalece sobre el carácter esporádico anterior. Con todo, perviven algunas
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características retrógradas tales como la brevedad de
las noticias (falta de descripciones, medidas ... ), la
casualidad de los hallazgos, etc. Sin embargo, se
advierten ciertas novedades como es la progresiva
sustitución de la información oral por el trabajo de
campo y la comprobación "in situ", hechos que permitirían incorporar yacimientos inéditos y completar
los ya publicados. Esto trajo consigo un enriquecimiento en cuanto a la descripción de los vestigios
sepulcrales. Asimismo se inició la actualización e
interpretación de estos nuevos datos a la luz de los
más recientes estudios generales de la arqueología
medieval como puede apreciarse en la introducción
de las nuevas corrientes en cuanto a la cronología,
tipología, etc.
Este cambio observado en la segunda fase se fue
consolidando paulatinamente. Así MARTINEZ
(1981 a) cita un conjunto de cementerios pertenecientes a despoblados medievales tales como los de
Quintana (Valdeajos), San Antón (Santa Coloma),
San Vítores (San Andrés), Los Corrales (Moradillo
de Sedano), San Quirce (Tubilla) y Santiuste (Pesquera). Su existencia está únicamente avalada por la
tradición oral y no por la verificación personal, lo que
explica el laconismo del autor. Concisión también
evidente en DELIBES, RODRIGUEZ, SANZ y DEL
VAL (1982) cuando se refieren a las numerosas
necrópolis de sepulcros olerdolanos halladas en los
términos sedaneses de El Castro, El Campillo, Corrales de Valdemoro, Cueva de la Tobaza y Cuevas de
Lagos. La ruptura definitiva con la etapa anterior viene marcada por la publicación de la carta arqueológica de los partidos judiciales de Sedano y Villarcayo
(BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984). En
ella se recogen todas las manifestaciones arqueológicas precedentes, matizando y completando cada una
de ellas. Así en Quintana (Gredilla); Santiuste (Pesquera); La Ermita o San Antón (Santa Coloma); San
Juan, La Tobaza, Corrales de Valdemoro, El Campillo y Cuevas de Lagos (Sedano ); San Miguel y San
Quirce (Tubilla); El Cementerio o San Juan (Valdeajos) e iglesia de Santa Eulalia (Valdelateja). También
se incorporan nuevos yacimientos como La Abadía
(Quintanilla-Escalada); La Casona, La Ermita, La
Plaza, El Pozo, Barrio Quemadillo y Espinosa (Tablada); Santa María, La Hornillera y Cueva los Moros
(Tubfüa) y San Saturnino (Porquera). Con todo se
continúan observando algunas deficiencias heredadas
del pasado tales como abordar su tratamiento al margen del resto de los yacimientos arqueológicos, claro
exponente de su subestimación. En el mismo sentido
indicar que, aunque las descripciones y los datos de
localización son más detallados, siguen siendo insuficientes a la hora de conseguir una visión unitaria.
Además este mundo cultural no despertaba apenas
interés dada la ausencia de elementos materiales des-
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JACINTO CAMPILLO CUEVA
tacables o bien debido a la polarización ejercida por
otro tipo de manifestaciones más ricas o llamativas.
3ª.- La fase reciente (1984-1994). Abarca un
decenio y se caracteriza por el definitivo afianzamiento de las novedades introducidas en la etapa precedente con la recopilación exhaustiva de yacimientos en la carta arqueológica. A la vez se publicaron
los primeros estudios monográficos que analizaban
las necrópolis medievales de Tubilla y Tablada. Este
cambio implicaba el reconocimiento implícito de la
importancia de este fenómeno dentro de la Honor. Se
superaban así todas las deficiencias constatadas con
anterioridad (localización, descripción, cronología... )
si bien ello no conllevaría la resolución última de
todos sus problemas, máxime cuando la falta momentánea de excavaciones científicas impedía su culminación. Paralelamente a estos avances, algunos autores localistas mantuvieron viva la vieja tendencia con
obras salpicadas de noticias escuetas y ocasionales
referentes a hallazgos sueltos. A partir de los comienzos de esta etapa y hasta su final, se ha producido un
estancamiento en cuanto al cómputo de yacimientos
catalogados, trayectoria radicalmente rota con la
publicación del presente artículo.
El inicio de la fase está marcado por un trabajo
monográfico sobre la necrópolis de San Quirce de
Tubilla (CAMPILLO y RAMIREZ, 1984 a). Su aparición representa un hito en el conocimiento científico de las manifestaciones sepulcrales pertenecientes a
la Edad Media de nuestra comarca. En él se realiza
una introducción específica sobre el tema a la vez que
se recoge la totalidad de yacimientos afines conocidos en la localidad. A continuación se aborda la situación y descripción del yacimiento para posteriormente culminar en el análisis pormenorizado de los restos
sarcofágicos tanto en cuanto a sus formas y temática
decorativa como a sus paralelismos y cronología. Sin
embargo, esto suponía una excepción frente al predominio de las viejas tendencias. Nosotros mismos
(CAMPILLO y RAMIREZ, 1984 b y CAMPILLO,
1985) volvíamos a citar las necrópolis de Tubilla y
Tablada. Poco después CIDAD (1988) recogía nuestros datos acerca de los restos sepulcrales hallados en
término de la primera a los que añadía el descubrimiento de un sarcófago en el término de Santa Olalla.
En la misma línea se manifestó GUTIERREZ (1989)
al mencionar escuetamente los hallazgos sedaneses
de La Tobaza, Valdetubilla y Santiago, concretando
que la necrópolis de San Juan estaba formada por
tumbas antropomorfas, ordenadas en grupos familiares, pertenecientes al siglo X. Algo similar hizo el
mismo autor (GUTIERREZ, 1991) al reproducir el
texto de MARTINEZ (1987), sólo enriquecido por las
sepulturas aparecidas en Monasteruelo. Al margen de
esto, aunque no en la divulgación, está la obra de
DELIBES, ROJO y REPRESA (1993). En ella se alu-
de a la destrucción de la necrópolis de San Quirce de
Tubilla constituida por numerosos sarcófagos de caliza decorados con motivos circulares. También certifican que al excavar un túmulo de la necrópolis de
Fuentepecina (Sedano) se hallaron 3 ó 4 enterramientos medievales en decúbito supino, desprovistos de
ajuar y orientados de oeste a este. Igualmente la trascendencia de algunos hallazgos ha quedado patente
por la cita de DE LA CASA (1993) de una necrópolis tubillense. La etapa culmina con otro artículo
nuestro (CAMPILLO, 1992-1993). Se trata de un
análisis detallado y monográfico sobre los vestigios
descubiertos en La Ermita de Tablada. Junto a las
antiguas tumbas de lajas aparecieron varios sarcófagos y sobre todo una estela discoidal y tres piezas
sepulcrales decoradas, hoy empotradas en los muros
del santuario.
111.- METODOLOGIA
La Honor de Sedano es una de las zonas arqueológicas más pobres de la provincia. Unicamente escapan a este parecer el fenómeno megalítico y las
necrópolis medievales. El elevado número y densidad
de estas últimas constituye una fuente de primer
orden para conocer el medievo local dada la escasez
y parquedad de la documentación escrita. Además
ofrecen la particularidad de proporcionar mayor
número de datos que los despoblados coetáneos. A
ello hay que sumar su estrecha relación con la ocupación humana del territorio en fecha muy temprana y
su continuidad posterior. La concentración de la
población en los valles fluviales y el rechazo de los
páramos se refleja asimismo en la localización de las
necrópolis, ubicadas preferentemente junto a construcciones sagradas.
Antes de acometer el estudio de este tipo de manifestaciones sepulcrales era necesario recopilar toda la
bibliografía existente sobre el tema. Esta tarea estaba
realizada hasta 1984 en que se editó la carta arqueológica de los partidos de Sedano y Villarcayo. La
publicación permitió reunir todas las referencias anteriores a la vez que se actualizaban e incorporaban
nuevos hallazgos. Ello habría de suponer un hito
importante en este campo de la arqueología comarcal
si bien hoy ya superado. Ha transcurrido una década
y el número de yacimientos casi se ha triplicado, a la
vez que ha ganado cualificación, lo cual implica la
necesidad de una nueva actualización. Desde este
punto de vista la carta arqueológica presentaba algunas deficiencias. Así la poca atención concedida a los
hallazgos medievales que eran catalogados aparte,
indicio de su menor valoración. Además, y frente al
resto de yacimientos, sólo se consignaba una breve
nota alusiva al pago y tipo de enterramiento, sin más
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
detalles. Hacía falta una mayor precisión (descripción
pormenorizada de las tipologías, medidas, circunstancias de los hallazgos, estado actual...) y un estudio
específico a base de una sistematización de los datos
ya publicados y por publicar. Para ser exhaustivos, a
esa primera recopilación bibliográfica había que
agregar los artículos y noticias divulgados con porterioridad así como las citas no incluidas en su da en la
carta por no aportar material arqueológico alguno.
Recopilado todo lo impreso, el segundo paso consistió en la consulta de las fuentes manuscritas entre
las que cabe destacar los apeos de los bienes fabricales y beneficiales (A.D.B.). Los más antiguos son
bastante prolijos en noticias acerca de cementerios de
ermitas, mientras que los del siglo XVIII lo hacen
esporádicamente. No obstante, se advierte que tampoco abundan los apeos pertenecientes a los siglos
XVI y XVII por lo que resulta excepcional hallar
referencias para muchos pueblos. Asimismo, este tipo
de información se reduce a constatar la mera existencia de tales recintos y, a lo sumo, la delimitación del
lugar sagrado mediante mojones. Para la gente de la
Edad Moderna su conocimiento y antigüedad eran
evidentes, no así para nosotros ya que se ha roto la
tradición al desaparecer los vestigios. Sin embargo,
este tipo de informaciones son irrefutables como han
permitido demostrar los descubrimientos de Tablada
(San Miguel y La Ermita), Turzo, etc. Junto a esta
documentación manuscrita están los amojonamientos
y deslindes de términos (caso de Escalada y Quintanilla-Escalada), los pleitos (concejo de QuintanillaEscalada y canónigos de la abadía de San Martín de
Escalada) y excepcionalmente los libros de fábrica
(Quintanilla-Escalada) (A.D.B.).
El tercer paso ha consistido en realizar un análisis
de la toponimia menor con vistas a descubrir en ella
huellas o alusiones a necrópolis. En ningún caso se
mencionan topónimos como Las Sepulturas o El
Sepulcro, pero sí El Cementerio. En un caso -Valdeajos- se trata de una denominación antigua, atestiguada ya en el Catastro del Marqués de la Ensenada;
en los otros -Huidobro y Mozuelos- responde a un
apelativo más o menos reciente y debido al hallazgo
en esos pagos de vestigios sepulcrales. No obstante
las referencias indirectas también pueden arrojar
alguna luz. Así la estrecha relación existente entre
ciertos hagiotopónimos cercanos a una necrópolis nos
permite suponer que todos los circuitos de iglesias y
ermitas próximas a los núcleos habitados poseyeron
un cementerio. Está claro que la mayoría de los
hagiotopónimos reflejan la existencia de un templo
anterior en ese paraje hoy yermo. Como casi todos
tuvieron cementerio, es lógico encontrar restos en la
práctica totalidad de los mismos.
El último paso ha consistido en una labor de campo a fin de comprobar todos los datos precedentes,
159
hacer acopio de una documentación gráfica y fotográfica sobre el tema y, en fin, realizar una encuesta
arqueológica en los pueblos honoriegos. Estos cuestionarios responden a un interés por allegar el mayor
número de datos posibles. Por ello se ha encuestado a
varias personas por localidad a fin de contrastar, precisar, detallar e incorporar más información. A continuación se procedió a la visita de los yacimientos
dudosos para obtener mayores precisiones.
Estos tres procedimientos utilizados no agotan el
tema. Seguramente bajo el suelo subyacen otras tantas necrópolis que, de momento, ni las tardías fuentes
escritas ni la tradición oral ni la arqueología permiten
conocer ya que la despoblación y el abandono de las
tierras de cultivo dificultan la tarea. Así como el presente ha quedado esbozado en estas líneas, para el
futuro queda, más que incrementar el catálogo, la realización de estudios científicos bien mediante monografías bien mediante excavaciones arqueológicas.
Como tarea última se impone la defensa y conservación de todo este patrimonio que sistemática e impunemente se sigue expoliando y destruyendo.
IV.- CATALOGO DE YACIMIENTOS (FIG. 2) 3
COVANERA
l. A 250 m. al S-SO del centro del pueblo se halla
el término de Pomar, próximo al puente de piedra que
cruzaba la carretera N-632 para salvar la corriente del
Rudrón. Sus coordenadas de localización coinciden
con los 42º 44' 02" de latitud norte y los Oº 07' 01"
de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del
I.G.C., escala 1:50.000.
En 1992, a raíz de las obras de rectificación del
trazado de la vía, se exhumó un esqueleto, entre el río
y la carretera. Los restos, tal vez expoliados, pertene-
Agradecemos muy sinceramente Ja colaboración de cuantos han
contribuido a la elaboración de este trabajo. De Covanera: José
Femández y Basiliso Bárcena; de Cubillo: Gregario Gallo; de
Escalada: Narciso Ruiz; de Huidobro: Cirilo González; de Moradillo de Sedano: Agueda Ruiz; de Mozuelos: Venancia Martínez;
de Noceda: Francisco Andrés Báscones y Claudia Gallo; de Pesquera: Felipe Varona; de Porquera: Tomás Ruiz Gallo; de Quintanaloma: Pablo Puente y Julián Vicario; de San Andrés de Montearados: Leonor Díez y Aventino Díez; de San Felices: Fermín
Marquina, Rosita y Femando Hidalgo; de Santa Coloma: Rosario Rodríguez y Joaquín Bañuelos; de Sedano: Darío Espinosa y
Cirilo González; de Tablada: Jacinto Campillo, Teresa Cueva,
Bernardo Díaz y Antonio Femández; de Terradillos: Jesús
Bañuelos; de Tubilla: Rafael Vicario, Alfredo Femández, Felipe
Iglesias y Avelino Juarros; de Turzo: Nemesio Ruiz; de Valdeajos: Joaquín Ruiz, Ceferino Hidalgo y Luis González y de Valdelateja: Rafael Ruiz, Santiago Santidrián y Fermín Santidrián.
Asimismo recordamos a cuantos de forma anónima respondieron
a nuestras preguntas.
160
JACINTO CAMPILLO CUEVA
cían a una persona joven de unos 22 años y 1,60 m.
de altura que yacía a 1,5 m. de profundidad en posición decúbito supino. El hecho de no estar asociado a
ninguna estructura sepulcral fue responsable de
encontradas opiniones (Diario de Burgos, 18 y 19VIII-1992).
Proponemos como hipótesis su relación con el
cementerio de la ermita de San Tirso situada, según la
documentación escrita, a la vera del camino que una
Covanera con Tubilla.
CUBILLO DEL BUTRON
2. En el extremo NO de esta aldea, en un pequeño
alto, conocido como Las Eras de San Miguel, se
hallan las ruinas de la ermita de San Miguel Arcángel. Sus coordenadas de localización coinciden con
los 42º 48' 01" de latitud norte y los Oº 00' 12" de
longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del
I.G.C., escala 1:50.000.
Los apeos de los bienes fabricales (A.D.B.) refieren la existencia de un cementerio a su alrededor,
aunque los recientes desmontes realizados al este y
sur del recinto no han deparado vestigios que lo ratifiquen.
ESCALADA
3. A 800 m. al S de la localidad está el término de
San Julián, asiento de las ruinas de un ermita con esta
misma advocación. Se sitúa entre la mojonera de
Escalada y Quintanilla-Escalada, próxima al camino
y ribera del Ebro. Sus coordenadas de localización
coinciden con los 42º 48' 21" de latitud norte y los Oº
05' 26" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Varios apeos de los siglos XVII y XVIII (A.D.B.)
mencionan su cementerio cercado de paredes, peñas
y lindes. En la actualidad el paraje se denomina Los
Llanos y en él no se ha descubierto ningún indicio
que avale los datos de las fuentes escritas.
4. A 300 m. al SO del pueblo está el pago de El
Campo de San Pedro y en sitio más elevado estuvo
San Pedro. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 48' 33" de latitud norte y los Oº 05'
29" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano)
del I.G.C., escala 1:50.000.
Los apeos de los bienes fabricales de 1738 y 1772
(A.D.B.) recuerdan que en este punto existió una
ermita dedicada al apóstol que llegó a disponer de un
cementerio a su alrededor. Su ubicación en paraje
agreste no ha favorecido la confirmación de estos
datos.
5. A 500 m. al E, debajo del cruce de la carretera
local con la de Santander, está el término de San Esteban, más conocido por Los Higares. Sus coordenadas
de localización coinciden con los 42º 48' 32" de latitud norte y los Oº 05' 18" de longitud oeste, según la
hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
El apeo de los bienes fabricales de 1658 (A.D.B.)
cita la presencia de unas ruinas pertenecientes a la
antigua ermita de San Esteban. Por la misma fuente
se sabe que dispuso de cementerio alrededor ya que
un vecino se propasó y aró parte del mismo. De
momento no han aparecido vestigios que confirmen
la noticia.
6. A 200 m. al E de la iglesia está el término de
San Miguel o La Costaniza, parte arriba de la carretera que conduce a Orbaneja del Castillo. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 49' 05"
de latitud norte y los Oº 04' 55" de longitud oeste,
según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala
1:50.000.
Los apeos de los bienes fabricales de 1738 y 1772
(A.D.B.) anotan la existencia de un ermita en esta
parte. Estaba dedicada a San Miguel Arcángel y disponía de cementerio a su alrededor, salvo al lado norte. Aunque en el solar del antiguo santuario se ha
construido recientemente un chalé, no se han detectado restos sepulcrales, tal vez por la premura con que
se hizo la cimentación.
7. En la parte alta del pueblo se halla La Iglesia de
Santa María, pegante a la carretera local que se dirige a Polientes. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 48' 43" de latitud norte y los Oº 05'
23" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano)
del I.G.C., escala 1:50.000.
Fuera de la barbacana del cementerio se descubrieron hacia 1950 varios vestigios sepulcrales al realizarse la ampliación de la carretera y, posteriormente,
al reformarse los accesos al templo. Todos los sepulcros correspondieron a la modalidad de sarcófagos,
fabricados en toba y provistos de un hueco semicircular en la cabecera para encaje de la cabeza. Actualmente sólo se conserva un fragmento de cabecera de
uno de ellos, depositado en el coro del templo. Además se exhumaron abundantes restos humanos.
Estos hallazgos pertenecen al cementerio de la
parroquial.
GREDILLA DE SEDANO
8. A 1.800 m. al N del pueblo se encuentra La
Fuente de Quintana o Las Quintanas, no lejos de las
ruinas del despoblado de Las Lastras. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 44' 04" de
latitud norte y los Oº O1' 26 '' de longitud oeste, según
la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Según refiere HUIDOBRO (1956) allí aparecie-
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
ron en el siglo XIX varios sepulcros de tipología desconocida y un juego de bolillos de oro que se atribuyeron a la época romana. En la actualidad nadie
recuerda nada al respecto ni la prospección del lugar
ha proporcionado indicios que lo confirmen. Con
posterioridad la noticia fue recogida por OSABA
(1964) y por nosotros mismos (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984).
Este descubrimiento, relacionado con el despoblado inmediato, debe responder al cementerio de algún
templo cuya advocación se ha perdido.
161
ta de San Blas.
11. A 3.500 m. al NE de la localidad se encuentran
las ruinas de un despoblado conocido por Los Corrales o Sutiello. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 43' 01" de latitud norte y los Oº 01'
11" de longitud este, según la hoja nº 135 (Sedano)
del I.G.C., escala 1:50.000.
G. MARTINEZ (1981 a y 1987) refiere la existencia de su cementerio a 150 m. al norte de los casares. Sin embargo, ni los informes del vecindario ni la
prospección del paraje han podido corroborarlo, sin
duda por haberse perdido todo indicio.
HUIDOBRO
MOZUELOS
9. A 1.500 m. al O de la localidad se encuentra el
término de El Cementerio en Dobrillo. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 46' 17" de
latitud norte y los Oº 01' 19" de longitud oeste, según
la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
En la década de 1960 el arado descubrió bajo el
suelo arenoso numerosas losas sepulcrales de notables dimensiones y de naturaleza caliza, material inexistente en las cercanías. Según informaciones, los
hallazgos respondían a sepulturas de lajas desprovistas de decoración, pero acompañadas de abundantes
restos antropológicos. En el sitio apareció también
una estela discoidal lisa que actualmente se conserva
en una vivienda arruinada del pueblo. El disco mide
45 cm de diámetro por 15 de grosor. Es de piedra calcárea muy blanca y exfoliable con facilidad, como
evidencia una de las caras, mientras que la otra está
alisada. El vástago -de 24 cm. de anchura- está roto
aunque se halló íntegro, así como dos protuberancias
a modo de rayos que le flanqueaban, de las que sólo
quedan huellas (Lám. I).
Estos restos deben corresponder al cementerio
de alguna de las ermitas ubicadas dentro del circuito de Dobrillo (San Andrés, Santa Marina o San
Vicente).
MORADILLO DE SEDANO
10. A 300 m. al S-SO de la iglesia, en el término
de Vallejo o San Bias, existen los paredones de una
ermita con esta misma advocación. Sus coordenadas
de localización coinciden con los 42º 42' 05" de latitud norte y los Oº 02' 05" de longitud oeste, según la
hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Hasta mediados de siglo todavía eran visibles en
un terraplén próximo al santuario una serie de nichos
alargados y revestidos con losas de caliza. Se trataba
de tumbas de lajas, actualmente desaparecidas u ocultas entre la vegetación.
Sin duda se trata del cementerio propio de la ermi-
12. En el centro del pueblo se halla La Iglesia de
San Salvad01~ ubicada en un declive del páramo, poco
antes de iniciarse el valle. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 41' 10" de latitud norte
y los Oº 04' 05" de longitud oeste, según la hoja nº
135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Hacia 1940 se descubrió junto al muro norte del
templo una pequeña tumba delimitada por tejas que
cobijaban el cadáver de un recién nacido. En 1990, a
raíz de la construcción de una vivienda situada a 8 m.
al NE de la parroquial, aparecieron bajo su suelo tres
sepulcros excavados en la roca y otros cuatro más en
un corral contiguo a la misma. Según las descripciones proporcionadas por testigos oculares se trataba de
sepulturas de tipo bañera, excavadas en la roca caliza
del subsuelo, ninguna de las cuales sobrepasaría los
160 cm. de largo, 35 de ancho ni 25 de profundidad.
Una, por sus reducidas dimensiones, encerraría un
enterramiento infantil. Dentro de las mismas se constató la presencia de inhumaciones, perfectamente
ajustadas al reducido espacio, con los brazos extendidos y pegados a los costados del cuerpo. Todas ellas
se orientaban de oeste a este. En la actualidad, nada
de esto se conserva ya que fue cubierto con ulterioridad.
Todos estos hallazgos hay que relacionarlos con el
cementerio de la iglesia.
13. A 2.270 m. al SO del pueblo está el término de
San Pedro o La Espina. En una elevación situada
hacia el oeste, que en Tubilla llaman El Cementerio,
se han descubierto algunas tumbas. Sus coordenadas
de localización coinciden con los 42º 40' 21" de latitud norte y los Oº 05' 55" de longitud oeste, según la
hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Hace años aparecieron varios sarcófagos de caliza
sin ornamentar y otras tantas tapas sarcofágicas con
idénticas características. Fragmentos de los mismos
han permanecido "in situ" hasta el presente, si bien
el crecimiento de la maleza impide una descripción
circunstanciada. Dentro del pinar solamente se con-
162
JACINTO CAMPILLO CUEVA
serva una gran losa de cubierta y algunas oquedades
de tumbas saqueadas.
Estos hallazgos deben corresponder a la iglesia
-luego ermita- del despoblado de San Pedro dedicada a este apóstol.
NOCEDO
14. A 900 m. al N del caserío, en la ladera meridional de El Otero se halla La Fuente del Segadero.
Sus coordenadas de localización coinciden con los
42º 45' 29" de latitud norte y los Oº 01' 40" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C.,
escala 1:50.000.
En el pasado siglo el arado desenterró un sarcófago junto al manantial. Su descubridor lo acarreó al
pueblo para reutilizarlo como comedero de cerdos.
Era de piedra caliza, liso y de unos 150 cm. de longitud. La ruina de la vivienda que lo cobijaba imposibilita otro tipo de concreciones.
Este hallazgo está vinculado geográficamente con
el despoblado de Trescasa, localizado en sus inmediaciones y, por tanto, fácilmente asociable con su
iglesia, de advocación desconocida.
PESQUERA DE EBRO
15. A 1.150 m. al S de la localidad, cercano a la
raya con Cortiguera, se halla el término de San Vicente. Sus coordenadas de localización coinciden con los
42º 47' 26" de latitud norte y los Oº 02' 05" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C.,
escala 1:50.000.
Según información general, en este punto existió
un "convento" o ermita, no documentada en los libros
parroquiales. Algunos vecinos recuerdan el descubrimiento de varias tumbas formadas con grandes losas
de piedra caliza. Sin embargo, el abandono de las fincas y la proliferación del matorral dificultan su comprobación.
Estos hallazgos deben corresponder al cementerio
de la ermita dedicada a San Vicente.
16. A 100 m. al N de la iglesia parroquial, contiguo al caserío, se sitúa el término de San Julián. Sus
coordenadas de localización coinciden con los 42º
48' 06" de latitud norte y los Oº 02' 02" de longitud
oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Según un apeo de los bienes fabricales realizado
en 1693 (A.D.B.) en este punto existió un cementerio
propio de una ermita de San Julián. No obstante, faltan testimonios orales y evidencias materiales acerca
de esta nueva necrópolis.
17. A 1.500 m. al N de la localidad está el térmi-
no de Santiuste, próximo a la raya con QuintanillaColina. Sus coordenadas de localización coinciden
con los 42º 48' 51" de latitud norte y los Oº 02' 00"
de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del
I.G.C., escala 1:50.000.
Desde tiempo inmemorial, la roturación del pago
próximo a La Fuente de Santiuste permitió el descubrimiento de sarcófagos y grandes losas de piedra
caliza pertenecientes a su cubierta. Estos sepulcros
eran generalmente lisos y disponían de un espacio
redondeado en la cabecera para facilitar el encaje de
la cabeza. El número de hallazgos no fue numeroso
-media decena- según nos han asegurado. Sin
embargo, MARTINEZ BURGOS y LUIS MONTEVERDE (1938) refieren la aparición de ejemplares
similares, aunque ornamentados en sus caras exteriores a base de círculos concéntricos, líneas paralelas
verticales y estrellas de seis puntas inscritas en motivos circulares. Posteriormente lo cita MARTINEZ
(1981 a y 1987) y nosotros mismos (BOHIGAS,
CAMPILLO y CHURRUCA, 1984). En la actualidad
no quedan indicios en sus inmediaciones bien por
haberse trasladado al pueblo bien porque la vegetación lo haya invadido todo.
Estos vestigios corresponden al cementerio de la
ermita de los santos Justo y Pastor que, según los apeos de los bienes fabricales de 1693 y 1723 (A.D.B.),
ocupaba todo el circuito amojonado.
PORQUERA DEL BUTRON
18. A 850 m. al E del pueblo se sitúa el término de
Santotornino o Santornino, cercano a la carretera
local a Dobro, sobre un alomamiento situado a su
derecha. Sus coordenadas de localización coinciden
con los 42º 48' 25" de latitud norte y los Oº 01' 09"
de longitud este, según la hoja nº 135 (Sedano) del
I.G.C., escala 1:50.000.
Hace años, el laboreo de estas tierras puso al descubierto una necrópolis formada por tumbas de lajas
y sarcófagos, todos de piedra caliza y lisos. Parte de
estos restos se han apilado en las paredes próximas.
También aparecieron huesos humanos. En la actualidad el terreno está inculto y los indicios sepulcrales
son difíciles de detectar. Fue publicado por nosotros
(BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984).
Los hallazgos se corresponden con el cementerio
de una ermita emplazada en este punto y dedicada a
San Saturnino.
QUINTANALOMA
19. A 150 m. al N del barrio de Quintana se ubica
La Iglesia de los santos Camelio y Cipriano, en la
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
parte más elevada de La Loma. Sus coordenadas de
localización coinciden con los 42Q 41' 54" de latitud
norte y los OQ 01' 10" de longitud este, según la hoja
nQ 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Hacia 1950 aparecieron dos sarcófagos al arar una
finca sita al norte de la parroquial. Según las informaciones recabadas eran de piedra caliza, lisos, el
uno de grandes dimensiones, el otro pequeño. Hasta
hace poco estuvieron encima de una pared cercana,
pero ya han desaparecido. Uno de ellos se conserva
dentro del caserío. Actualmente, pese a sus múltiples
desperfectos, sirve de abrevadero y mide 1,86 m. de
largo por 55 y 44 de ancho en la cabecera y los pies
respectivamente.
En la esquina SO del camposanto se halla empotrado un fragmento sarcofágico, correspondiente a la
parte de los pies. Mide 42 cm. de largo por 26 de alto.
Es de piedra caliza blanquecina aunque muy alterada
por los agentes externos. La cara visible porta una
decoración grabada a base de una banda inferior longitudinal delimitada por dos incisiones y ornamentada por una línea quebrada continua a modo de dientes de sierra. En el extremo lleva tres líneas paralelas
entre sí y verticales al motivo precedente. El campo
resultante está ocupado por una decoración incisa
muy estropeada por la intemperie (Lám. II). El flanco lateral se exorna con motivos similares, si bien su
descripción resulta difícil dada su incrustación en el
muro.
En 1992, al realizar el acondicionamiento exterior
de la iglesia, se descubrió una estela discoidal de caliza blancuzca que actualmente ha tomado una tonalidad oscura en la porción expuesta al aire mientras que
el resto adopta tonos parduscos. Su conservación es
regular por haber perdido parte del disco, el vástago
y presentar en sus caras otros desperfectos menores
más recientes. El disco mide 46 cm. de diámetro por
8,5 de grosor y el pie tiene 21 cm. de anchura. Está
toscamente labrada. El anverso lleva un resalte periférico de unos 3 cm. de ancho que deja en su interior
un círculo rebajado. En su centro hay una cruz patada de brazos iguales en relieve rehundido. El reverso
presenta una disposición similar si bien el campo es
ocupado por una cruz de parecidas formas y proporciones flanqueada en alto por otras dos de idénticas
características, en parte destruidas (Lám. III y IV).
Todos estos hallazgos se relacionan con el cementerio situado alrededor de la iglesia románica.
QUINTANILLA-ESCALADA
20. En la plaza situada en el comedio del pueblo,
junto a la actual iglesia de San Miguel Arcángel, se
hallan las ruinas de La Iglesia de San Román, otrora
ermita. Sus coordenadas de localización coinciden
163
con los 42Q 48' 04" de latitud norte y los OQ 04' 56"
de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del
I.G.C., escala 1:50.000.
Según el libro de fábrica (A.D.B.) en el siglo
XVII disponía de un cementerio amojonado a su alrededor, cuya antigüedad habría que remontar centurias
atrás. Pese a las remodelaciones acometidas en sus
cercanías durantes los siglos XIX y XX no hay noticia acerca del hallazgo de vestigios sepulcrales.
21. A 800 m. al S del pueblo está el término de La
Abadía, entre la Peña Mayor de La Lora y la carretera. Sus coordenadas de localización coinciden con los
42º 47' 40" de latitud norte y los OQ 05' 05" de longitud oeste, según la hoja nQ 135 (Sedano) del I.G.C.,
escala 1:50.000.
En 1964 se construyó la estación de carga del
petróleo a la altura del kilómetro 60,3 de la carretera
N-623 apareciendo restos de una necrópolis. A raíz
de estos trabajos se descubrió la huesera del monasterio y numerosas sepulturas así como piedras labradas (columnas, canecillos, etc.). El hallazgo tuvo
lugar a cierta distancia de la carretera, junto a los
muros de la antigua abadía. Predominaban las tumbas
de lajas junto con algún sarcófago, construidos preferentemente en toba. Todos ellos cobijaban esqueletos
humanos. En 1987 (Diario de Burgos, 3-IV-1988), un
corrimiento de tierras, puso a la luz algunas piezas
con ornamentación de estilo románico y algunos huesos humanos. Fue dado a conocer por nosotros
(BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984).
Estos descubrimientos hay que asociarlos con el
cementerio situado alrededor de la abadía de San
Martín de Escalada citado por primera vez en 1501
(A.D.B.).
SAN ANDRES DE MONTEARADOS
22. En la parte elevada del caserío, hacia el N, está
La Iglesia de San Andrés, sobre una eminencia que
domina el pueblo. Sus coordenadas de localización
coinciden con los 42º 42' 45" de latitud norte y los Oº
13' 25" de longitud oeste, según la hoja nº 134
(Polientes) del I.G.C., escala 1:50.000.
Hacia 1945, al realizarse una ampliación del
camino que conduce a la ermita de Brañosera, aparecieron, a unos 20 m. al E de la cabecera, numerosas
tumbas de lajas con abundantes vestigios antropológicos. Las losas de caliza estaban trabajadas, pero
carecían de decoración. Hasta 1994 sólo se conservaba una gran lastra hincada junto al camino, desaparecida este año a raíz de un nuevo ensanchamiento.
Estos hallazgos están vinculados al cementerio de
la parroquial.
23. A 1.300 m. al S-SE del pueblo se encuentra el
término de San Vítores, dentro del valle del Rudrón.
164
JACINTO CAMPILLO CUEVA
Sus coordenadas de localización coinciden con los
42Q 42' 05" de latitud norte y los OQ 13' 18" de longitud oeste, según la hoja nQ 134 (Polientes) del
I.G.C., escala 1:50.000.
Según MARTINEZ ( 1981 a y 1987) en el área que
ocupa el despoblado de San Vitares se halla el
cementerio. Sin embargo, ni las informaciones del
vecindario ni la prospección del lugar han ratificado
su afirmación, sin duda por haberlo cubierto la vegetación.
Su aparición se explicaría en función de la existencia de una necrópolis perteneciente a la ermita o
"convento" que los lugareños ubican en este punto y
que la documentación escrita no ha confirmado.
SAN FELICES DEL RUDRON
24. En el Barrio Bajero o de Nápoles, situado a
1.000 m. del Barrio de Arriba de San Felices, hay una
casa solitaria entre la carretera y el río, terreno conocido como San Martín. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42Q 45' 42" de latitud norte y
los OQ 06' 33" de longitud oeste, según la hoja nQ 135
(Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
A principios de siglo se descubrieron, al labrar
una huerta sita al NE de la vivienda, numerosos vestigios humanos (cráneos, fémures, etc.) así como
losas de piedra correspondientes a tumbas de lajas.
En la actualidad no queda en superficie vestigio alguno.
Estos hallazgos pertenecen al cementerio de la
ermita de San Martín fundada en ese mismo lugar.
25. A 650 m. al N-NE del pueblo está, dentro de
un rellano rocoso de la ladera de La Lora, La Cuesta
de San Román. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42Q 45' 31" de latitud norte y los OQ 06'
55" de longitud oeste, según la hoja nQ 135 (Sedano)
del I.G.C., escala 1:50.000.
Hacia 1930, al construir una carretera de acceso a
La Lora para comercializar la patata, apareció una
tumba. El esqueleto humano y su correspondiente
caja formada a base de lajas calizas se hallaron parte
abajo del camino. En la actualidad no queda vestigio
alguno.
El hallazgo hay que relacionarlo con el cementerio de la ermita de San Román ubicada en este mismo
paraje.
26. En el centro del pueblo, presidiendo el caserío,
está La Iglesia de San Pedro. Sus coordenadas de
localización coinciden con los 42Q 45' 13" de latitud
norte y los OQ 06' 58" de longitud oeste, según la hoja
nQ 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
En un terraplén situado a 5 m. de la cabecera del
templo, salieron luz hacia 1930 diversos vestigios
sepulcrales con abundantes restos antropológicos a
raíz del acomodo del camino. El tipo de tumba documentado es la de lajas, construida mayoritariamente
con toba y con orientación O-E. Hoy nada de esto es
visible por haberse levantado un muro de contención
y transformado el talud en zona ajardinada.
Más recientemente se han descubierto al oeste de
la parroquial, bajo las casas colindantes, restos similares así como un sarcófago de toba, liso, conteniendo su correspondiente esqueleto.
Con esta misma procedencia hay que relacionar la
tapa sarcofágica depositada en la plaza contigua al
templo. Se trata de una cubierta caliza, partida recientemente en dos mitades. El perfil es ligeramente curvilíneo y en su cara superior lleva un dibujo en resalte a modo de gran cruz cuyo eje longitudinal porta
una inscripción de difícil lectura debido al deterioro
sufrido. Lo conservado comienza por una cruz latina
incisa y luego le siguen varios caracteres: OBITVBADEINNIOOEFV. .. La parte de la cabecera mide
111 cm. de largo por 65 de ancho máximo. El fragmento de los pies alcanza los 90 cm. de longitud y 40
de anchura máxima (Lám. V). Actualmente se halla
colocada en posición invertida a modo de asiento.
Todos estos hallazgos inéditos hay que relacionarlos con el cementerio de la primitiva iglesia románica.
SANTA COLOMA DEL RUDRON
27. A 1.800 m. al S del caserío está el término de
San Antón o La Ermita. Se halla en el valle del río
San Antón, a la vera del camino de Terradillos, justo
en el lugar que hoy preside una tosca cruz de piedra.
Sus coordenadas de localización coinciden con los
42Q 42' 18" de latitud norte y los Oº 11' 27" de longitud oeste, según la hoja nQ 134 (Polientes) del
I.G.C., escala 1:50.000.
Hace algunos años surgieron abundantes huesos
humanos a raíz de la reparación del camino real. En
1990 la excavadora ensanchó la vía y descubrió nuevamente vestigios óseos así como teja y los cimientos
de la ermita, todo ello aún patente. Según las descripciones de los testigos, debió tratarse de simples deposiciones sin ningún tipo de delimitación pétrea. Su
conocimiento se debe a MARTINEZ (1981 a y 1987)
siendo posteriormente ampliado por nosotros (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984).
Estos restos corresponden al cementerio de la
ermita dedicada a San Antonio Abad.
28. En el centro del caserío está La Plaza, situada
junto a La Iglesia de Santa Coloma. Sus coordenadas
de localización coinciden con los 42º 41' 19" de latitud norte y los Oº 11' 31" de longitud oeste, según la
hoja nº 134 (Polientes) del I.G.C., escala 1:50.000.
Hace unos 10 años, al cavar las zanjas para la con-
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
ducción del agua, salieron a la luz infinidad de tumbas de lajas con sus correspondientes inhumaciones
en todo el área NE de la parroquial. Las losas eran de
caliza y no llevaban decoración. En 1994 volvieron a
repetirse los hallazgos al acometer una obra de acondicionamiento en el suelo de las antiguas trojes de la
fábrica. Todas ellas presentaban la típica orientación
O-E.
Estos vestigios, hoy destruidos u ocultos, pertenecen al cementerio de la parroquia.
SEDAN O
29. A 800 m. al NE del Barrio de Valdemoro se
halla un morro rocoso, sito al final del vallejo de Valtubilla, que es asiento de dos tumbas excavadas en la
roca caliza. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 43' 34" de latitud norte y los Oº 03'
18" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano)
del I.G.C., escala 1:50.000.
Se trata de dos sepulturas del tipo de bañera
conocidas desde antiguo y orientadas de O a E. La
una mide 150 cm. de largo por 40 y 25 de anchura
extrema en la cabecera y pies respectivamente y 35
cm. de profundidad máxima en los pies. La segunda
alcanza 177 cm. de longitud, por 48 y 27 de anchura máxima en la cabecera y pies respectivamente llegando a una profundidad de 43 cm. también en este
sector. Alrededor de esta última se dispone un canal
de 12 cm. de anchura, separado de la oquedad sepulcral por un resalte, cuya función sería asegurar la
losa de cubierta. Modernamente se ha abierto un
surco en la cabecera a fin de dar salida al agua de
lluvia (Lám. VI). Fueron dadas a conocer por DELIBES, RODRIGUEZ, SANZ y DEL VAL (1982) e
incorporadas por nosotros a la carta arqueológica
(BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984).
Posteriormente fue recogido por GUTIERREZ
(1989).
De momento este yacimiento no puede ser relacionado con ningún templo o despoblado próximo.
30. A 800 m. al N de la iglesia, entre el Barrio de
la Plaza y el de Valdemoro, al este de la carretera, se
yergue una roca tobiza conocida por La Tobaza. Sus
coordenadas de localización coinciden con los 42º
43' 15" de latitud norte y los Oº 03' 41" de longitud
oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
En el cantil occidental se abre una cavidad de
imposible acceso, salvo con escala. Dentro de ella se
encontraron en el siglo XIX enterramientos de tipología desconocida, que DELIBES, RODRIGUEZ,
SANZ y DEL VAL (1982) calificaron de olerdolanos.
Su función sepulcral queda constatada por la presencia de varios restos óseos (fémures, occipital...) en la
165
base del peñasco.
Encima de La Tobaza existe un rellano semicircular donde hace algunas décadas se plantaron pinos.
A raíz de estos trabajos surgieron cuatro tumbas de
lajas hoy totalmente destruidas. No ha mucho se
podían ver los restos de una formada por una losa
caliza de 150 cm. de largo por 50 de ancho máximo
junto a otra más pequeña de toba utilizada como cierre. Había sido excavada clandestinamente y en sus
inmediaciones aparecían vestigios antropológicos
muy dispersos. La mayoría de ellas desaparecieron al
efectuarse la repoblación forestal. En 1992 se amplió
el camino de acceso al depósito de aguas saliendo a
la luz nuevos ejemplares igualmente destruidos.
Hoy, sólo es perceptible entre la espesa vegetación
una oquedad oblonga abierta en sentido O-E que
conserva dos piedras hincadas y una gran losa caliza
de cubierta.
Al pie del tobar discurre el arroyo de La Tobaza.
Antiguamente hubo allí un sarcófago de piedra caliza
de grandes dimensiones reaprovechado como abrevadero. Hoy ha desaparecido. La primera noticia sobre
este yacimiento la dieron DE LA CRUZ (1973) y
DELIBES, RODRIGUEZ, SANZ y DEL VAL (1982)
a la que pronto se sumó nuestra aportación (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984) y la de
GUTIERREZ (1989).
De momento, esta necrópolis no se puede relacionar con una ermita concreta aunque sin duda lo estuvo.
31. A 400 m. al NO del Barrio de Barruelo se
halla el sitio llamado El Campillo. Sus coordenadas
de localización coinciden con los 42º 43' 07" de latitud norte y los Oº 03' 49" de longitud oeste, según la
hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Los vestigios sepulcrales encontrados en este término se conocen desde antiguo y más tarde se reiteraron cerca de un chalé y chopera contigua a la orilla
izquierda del río Moradillo, junto al camino que une
los barrios de Barruelo y Valdemoro. Según informes,
aparecieron tumbas excavadas en la roca y alguna de
lajas, todas de características difíciles de concretar.
Actualmente están ocultas bajo la tierra. Fueron
publicadas por DELIBES, RODRIGUEZ, SANZ y
DEL VAL (1982) e incorporadas por nosotros a la
carta arqueológica (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984).
Es posible que esta necrópolis se corresponda con
el cementerio de la ermita de San Vicente, sita en
estos mismos parajes.
32. A 375 m. al SO del Barrio de Eras está La
Cuesta de Santiago. En un rellano de la parte baja de
la costana se ha descubierto una necrópolis. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 42'
41" de latitud norte y los Oº 03' 30" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala
166
JACINTO CAMPILLO CUEVA
1:50.000.
A principios del siglo XX aparecieron junto al
camino de Mozuelos varias tumbas de lajas. En 1988,
al construirse la carretera que da acceso a la estación
de Rosadillo, volvieron a registrarse hallazgos afines
justo encima de la primera curva a la derecha. En
1989 se excavó una de ellas. Estaba cubierta por tres
losas aunque su interior ya había sido violado antiguamente puesto que sólo se halló parte de un occipital y un fragmento cerámico de cronología moderna.
En la actualidad son evidentes algunas estructuras en
el corte de la cuneta y entre el monte merced a los trabajos de furtivos. El área cementerial es bastante
amplia y puede rebasar los 500 m2 , aunque sólo quedan visibles vestigios de 6 tumbas. Todas ellas están
orientadas de O a E y conformadas por finas losas de
caliza de unos 1O cm. de grosor que, según permite
suponer la mejor conservada, serían cuatro lajas en
los flancos longitudinales y una en los tranversales
(Lám. VII). Se han exhumado asimismo restos antropológicos muy fragmentados, todavía patentes, y trozos de cerámica torneada de color oscuro o anaranjado, esporádicamente decorados con incisiones paralelas y horizontales dispuestas a la altura del cuello y
panza. La única noticia referente a esta yacimiento
fue publicada por GUTIERREZ (1989).
Esta necrópolis corresponde al cementerio de la
ermita de Santiago apóstol.
33. En el espolón rocoso apodado Castro, situado
entre los barrios de Eras, La Plaza y Trascastro, se
ubica la iglesia de Santa María. A unos 100 m. al E
de ella se halla El Paso de San Juan, asiento de una
necrópolis. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 42' 47" de latitud norte y los Oº 03'
20" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano)
del I.G.C., escala 1:50.000.
Estos vestigios sepulcrales son conocidos desde
muy antiguo y su cuantía ha aumentado progresivamente a medida que excavaciones desautorizadas
ponían a la luz nuevos nichos con abundantes restos
antropológicos pero sin ajuar. El conjunto se ha visto
también perjudicado por la ampliación del camino de
Rozas, responsable de la destrucción de varios sepulcros. Además, antaño, al poner en cultivo una finca
inmediata, se descubrieron tumbas de lajas, hoy totalmente desaparecidas. Lo salvado lo forman 17 señales diferentes de sepulturas excavadas en la roca caliza, dispuestas en dos planos desiguales con la típica
orientación de O a E. El nivel superior está constituido por un núcleo principal de 6 sepulcros. El primero, situado más hacia el S, pegando al camino de
Lagos, está en parte destruido, midiendo 50 cm. de
largo por 24 de ancho y 13 de profundo. Al norte se
dispone el segundo de 177 cm. de longitud, por 40 y
25 de anchura máxima en la cabecera y pies respectivamente y 35 de profundidad. El tercero, paralelo al
anterior en dirección norte, tiene también 177 cm. de
largo por 42 y 22 de anchura máxima en cabecera y
pies respectivemente y 25 de profundo. El cuarto,
puesto a continuación, mide 163 cm. de largo por 38
y 24 de anchura máxima en cabecera y pies respectivamente y 25 de profundidad extrema. El quinto,
colocado al lado, mide 72 cm. de longitud parcial, por
18 de anchura en la cabecera y otros tantos de profundidad. Tiene los pies rotos. Hay restos de un sexto, seccionado por el camino de Rozas, de 70 cm. de
largo parcial y 16 de profundidad. Al este de este
núcleo hay restos de otros dos. El primero de 145 cm.
de largo incompleto y 24 de profundidad. El segundo
tiene unas medidas parciales de 90 cm. de largo, 15
de ancho y 20 de profundo. Todos corresponden a la
tipología de bañera con forma tendente al trapecio
(Lám. VIII).
El segundo nivel lo forma una superficie inclinada hacia el oeste. Dentro del mismo se distinguen dos
partes. La primera o más elevada conserva restos de
3 tumbas parcialmente destruidas. Una mide 11 O cm.
de largo, 24 de ancho y otros tantos de profundo. La
segunda tiene 178 cm. de longitud por 33 de anchura
incompleta y 23 de profundidad también parcial. Esta
es la única que responde al tipo antropomorfo con
cabecera semicircular y hombros rectos. La tercera se
halla en gran medida tapada, alcanzando 50 cm. de
longitud la parte visible. La segunda parte, más baja,
conserva un grupo de tumbas en muy mal estado y
generalmente cubiertas de hierba. Sirviendo de enlace entre ambos sectores hay restos de 2 sepulturas.
Una, al SE, mide 150 cm. de largo y la otra 99 de longitud por 20 de ancho en los pies y de profundidad.
En último término se disponen 4 sepulcros que, de sur
a norte, miden: El primero 193 cm. de largo, 49 y 36
de ancho máximo en cabecera y pies respectivamente y 30 de profundo aunque en parte está cubierta de
tierra. El segundo tiene 156 cm. de largo, 30 de ancho
en los pies y 23 de profundo. Ha perdido la cabecera.
El tercero llega a los 182 cm. de largo, 43 y 31 de
ancho máximo en cabecera y pies respectivamente y
28 de profundo. Y el cuarto sólo manifiesta una parte mínima de los pies, que por su estrechez y brevedad, debe responder a un enterramiento infantil.
La primera mención es genérica y se debió a
GARCIA SAINZ DE BARANDA (1950), siendo
seguras las de DE LA CRUZ (1973) y DELIBES,
RODRIGUEZ, SANZ y DEL VAL (1982). El yacimiento fue incorporado por nosotros a la carta arqueológica (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984) y citado luego por GUTIERREZ (1989).
Estos vestigios corresponden al antiguo cementerio de la ermita de San Juan localizada en este punto.
34. A 900 m. al SE del Barrio de Lagos, en una
roca tobosa que se yergue junto a la carretera, se
hallan Las Cuevas de Lagos en el término de Valde-
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
millán. Sus coordenadas de localización coinciden
con los 42º 42' 33" de latitud norte y los Oº 02' 56"
de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del
I.G.C., escala 1:50.000.
En el cortado existe una cueva artificial que,
según referencias bibliográficas y orales, tiene en su
interior varias tumbas excavadas en la roca que han
proporcionado vestigios antropológicos. Debido a la
ubicación, de acceso imposible si no se utiliza escala,
nada de ello ha podido ser comprobado. Fue dada a
conocer por DELIBES, RODRIGUEZ, SANZ y DEL
VAL (1982) e incorporada luego por nosotros a la
carta arqueológica (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984).
Estos restos hay que relacionarlos con algún eremitorio, tal vez convertido posteriormente en ermita,
bajo la advocación de San Millán.
35. A 4.550 m. al SE de la villa está Monasteruelo o Fuentelavega, dentro del valle de Las Hazas. A
unos 300 m. de la carretera, el arroyo de la fuente forma un recodo muy pronunciado a modo de promontorio rocoso, asiento de una necrópolis. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 40' 27"
de latitud norte y los Oº 02' 38" de longitud oeste,
según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala
1:50.000.
Los restos sepulcrales aparecen reaprovechados
en las paredes de un casar. La tupida vegetación impide otro tipo de evidencias. Se han documentado tres
fragmentos de cubierta de sarcófagos de piedra caliza
totalmente lisos, así como la caja de otro que tiene
forma trapezoidal y vaciado sencillo. Esta mide 70
cm. de largo por 58 de ancho máximo y 6 de grosor.
Más llamativa es una tapa de contornos redondeados
que tiene 157 cm. de longitud, 62 y 41 de anchura
máxima y mínima respectivamente y 1O de grosor.
Presenta superficies lisas salvo la cara superior que
lleva un resalto de 10 cm. de ancho, asimismo liso,
que recorre longitudinalmente la pieza por su mitad.
Exhibe dos perforaciones producto de su reutilización
como portillo (Lám. IX). Hasta hace algunos años
existió otra pieza sarcofágica de unos 35 cm. de largo, embutida en la misma pared. Portaba una decoración incisa a base de dientes de sierra y otros motivos
sin especificar. Actualmente ha desaparecido. Igual
suerte ha corrido una estela discoidal lisa provista de
su correspondiente vástago que apareció en 1993
(Lám. IX bis). Esta necrópolis, citada por GUTIERREZ (1991), parece corresponder al cementerio de
alguna ermita (¿Santa Marina? ¿San Pelayo?) relacionada con el despoblado de Fuentelavega, Maripueblo o Monasteruelo, que de las tres formas se
conoce.
36. A 5.150 m. al SE se halla el término de Fuentepecina, asiento de una necrópolis tumular formada
por 4 estructuras recientemente excavadas. Sus coor-
167
denadas de localización coinciden con los 42º 40'
25" de latitud norte y los Oº 01' 42" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala
1:50.000.
En 1990, la excavación arqueológica del sector
occidental del túmulo III, permitió documentar la
existencia de 3 ó 4 enterramientos, atribuidos por sus
descubridores a época medieval. Los cadáveres yacían en el interior de rudimentarias fosas, abiertas en
la roca friable del subsuelo, que adoptaban la típica
orientación de O a E. Los cuerpos se disponían en
decúbito supino, con la cabeza inclinada hacia la
derecha y las extremidades superiores recogidas
sobre la pelvis. No se atestiguó ajuar funerario alguno (DELIBES, ROJO y REPRESA, 1993).
De momento, es imposible relacionar estos restos
con ninguna de las manifestaciones religiosas citadas
por las fuentes escritas.
TABLADA DEL RUDRON
37. A 300 m. al E de la iglesia está la ermita de la
Inmaculada Concepción dentro del término de La
Ermita. Sus coordenadas de localización coinciden
con los 42º 43' 33" de latitud norte y los Oº 09' 09"
de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del
I.G.C., escala 1:50.000.
En 1980, a raíz de la excavación de una zanja para
la conducción del agua al molino, surgieron varias
tumbas de lajas, orientadas de O a E, y abundantes
restos humanos en perfecto estado de conservación.
Posteriormente la excavadora volvió a enterrarlo todo
si bien en superficie se detectaba la presencia de huesos de animales y fragmentos cerámicos elaborados a
mano, de pasta negra y abundante desgrasante.
En 1989 se repitieron los hallazgos al realizar la
explanación del terreno inmediato a la fachada del
mediodía. Aparecieron de nuevo varias sepulturas de
lajas formadas con grandes bloques de piedra caliza
perfectamente labrados y provistos de las características huellas del cincel. Según testigos presenciales
parece que se descubrió una superposición de tumbas. Algunos fragmentos se han reutilizado en la
construcción de los escalones de acceso a la explanada. Todos ellos carecen de ornamentación así como el
sarcófago monolítico hallado a 2 m. de la portada. En
su cabecera tenía una estela discoidal de piedra caliza pardusca en perfecto estado de conservación pero
carente del pie. Su disco mide 31 cm. de diámetro
máximo. Tanto el anverso como el reverso se adornan
con un círculo inciso a modo de rueda solar de 28 cm.
de diámetro que está dividido en ocho porciones por
cuatro líneas diametrales, doble cruz, cruzadas en su
centro. Rodeando el campo ornamental se dispone
una orla lisa de 3 cm. de ancho. En una de las caras,
168
JACINTO CAMPILLO CUEVA
uno de los triángulos resultantes lleva una liavianísima incisión rectangular cuya parte superior es ocupada por dos triángulos contrapuestos por sus vértices.
El canto es liso y mide 9 cm. de grosor. El vástago, de
15 cm. de anchura, se ha perdido (Lám. X).
También en 1989 se picó el encalado del interior
poniendo a la luz tres piezas decoradas incrustadas en
sus muros. La mayor está sobre la escalera de acceso
al coro y mide 28 por 17 cm. Se ornamenta con varias
líneas verticales paralelas que delimitan una red de
rombos asimismo grabados (Lám. XI). Las pequeñas
están en el socoro y muestran una decoración incisa a
base de dientes de sierra. Estos descubrimientos fueron dados a conocer por nosotros en diferentes ocasiones (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA,
1984; CAMPILLO, 1985 y 1992-93).
Todos estos hallazgos corresponden al cementerio
propio de la ermita de La Inmaculada o Santa María
ya citado en el apeo de 1581 (A.D.B.).
38. A 250 m. al E de la iglesia y a 20 al N de El
Pozo, entre éste y la carretera, hay una herrén donde
en 1979 se descubrió de forma fortuita una sepultura.
Sus coordenadas de localización coinciden con los
42º 44' 02" de latitud norte y los Oº 09' 17" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C.,
escala 1:50.000.
El hallazgo tuvo lugar a 1,25 m. de profundidad
cuando se preparaba una fosa séptica. La estructura
estaba delimitada por grandes lajas de toba perfectamente cortadas y alisadas, mientras que la cubierta se
había realizado con piedras calizas más pequeñas.
Medía aproximadamente 200 cm. de largo por 40 de
ancho y 50 de alto y estaba orientada de O a E. Al
vaciarse el interior se extrajeron los restos óseos
humanos en perfecto estado de conservación. El
cadáver se disponía directamente sobre el suelo, salvo la cabeza que descansaba sobre una pequeña losa.
Una vez instalado el pozo negro se volvió a cubrir
todo. Entre la tierra extraída del relleno aparecieron
gran cantidad de fragmentos de cerámica torneada
moderna, algunos cristales y varios objetos de hierro
también recientes, amén de una moneda de vellón
acuñada por Felipe II. Su anverso lleva un castillo
donjonado rodeado de una orla de ocho lóbulos y la
inscripción PHILIPPVS • D G • OMNIVM +. El
reverso tiene un león rampante envuelto por una orla
de ocho lóbulos y la inscripción HISPAN • REGNORVM • REX • 1597. Fue comunicado por nosotros (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984;
CAMPILLO, 1985).
No disponemos de noticias escritas acerca de esta
necrópolis aunque es presumible que se corresponda
con el cementerio de alguna ermita desaparecida tempranamente.
39. En el centro del pueblo está La Plaza. En la
horquilla formada por la calleja de El Arroyón y la
que sube a la iglesia, se ha hallado una necrópolis.
Sus coordenadas de localización coinciden con los
42º 43' 28" de latitud norte y los Oº 09' 20" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C.,
escala 1:50.000.
En la primera mitad del siglo XX aparecieron
algunos vestigios sepulcrales al construir la casa del
maestro, indicios que se reiteraron en 1979 a raíz de
la apertura de una zanja para la conducción del agua
y al solar la plazoleta. Según testigos oculares se descubrieron varias tumbas de lajas de piedra caliza apenas desbastadas acompañadas de los consabidos restos osteológicos. Actualmente no queda rastro alguno
ya que todo se volvió a enterrar y se pavimentó el
lugar. Fue dada a conocer por nosotros (BOHIGAS,
CAMPILLO y CHURRUCA, 1984; CAMPILLO,
1985).
Estos hallazgos deben pertenecer al cementerio de
alguna ermita desaparecida antes de 1581 cuya advocación se ignora.
40. A 100 m. al O de la iglesia, en la parte más alta
y occidental del caserío, está El Barrio Quemadillo.
En una era cercana a El Arroyón se ha detectado una
necrópolis. Sus coordendas de localización coinciden
con los 42º 43' 32" de latitud norte y los Oº 09' 27"
de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del
I.G.C., escala 1:50.000.
En 1980, al convertir la era en finca de cultivo,
salieron a la luz varias tumbas de lajas de piedra caliza, apenas desbastadas y lisas, así como abundantes
vestigios antropológicos. Actualmente sólo son visibles en sus inmediaciones algunos huesos. Fue publicada por nosotros (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984; CAMPILLO, 1985).
Es probable que estos restos se correspondan con
el cementerio de una ermita arruinada, de advocación
desconocida, citada en el apeo de 1581 (A.D.B.).
41. A 250 m. al S-SO de la iglesia está el paraje
llamado La Casona en el extremo del antiguo barrio
de San Miguel. Se halla al final del pueblo, junto a un
colmenar existente para ir a Bañuelos. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 43' 27" de
latitud norte y los Oº 09' 28" de longitud oeste, según
la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
En tomo a 1960 surgieron las primeras muestras
sepulcrales al construirse la actual carretera. Entonces se desenterraron numerosas tumbas de lajas,
abundantes huesos humanos y algunos elementos
materiales (collares, cerámica ... ) que se volvieron a
tapar o se reaprovecharon para el firme. Hacia 1969
se desenterró junto a la cuneta encimera una tumba
formada por dos largas lanchas longitudinales de piedra caliza apenas sin desbastar y orientada de O a E.
También aparecieron fragmentos de huesos humanos
revueltos. En 1992 volvieron a detectarse vestigios
similares 15 m. más arriba de la carretera al plantar
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
un nogal. Sin embargo, ninguno de estos descubrimientos es perceptible en la actualidad. Fue publicado por nosotros (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984; CAMPILLO, 1985 y 1992-93).
Estos hallazgos corresponden al cementerio de la
ermita de San Miguel Arcángel documentado en los
apeos de los bienes fabricales desde 1581 en adelante (A.D.B.).
42. A 2.400 m. al O del pueblo se hallan las ruinas del despoblado de Espinosa, en el principio de
una vaguada abierta dentro del páramo loriego. Sus
coordenadas de localización coinciden con los 42º
43' 40" de latitud norte y los Oº 11' 00" de longitud
oeste, según la hoja nº 134 (Polientes) del I.G.C.,
escala 1:50.000.
En 1984 se encontraron en un recodo del camino,
al final de los casares, abundantes restos óseos humanos, aunque muy fragmentados, tanto inhumados
como quemados junto con carbones y tierra cenicienta. El hecho tuvo lugar a raíz de la remoción de unos
montones de piedras por parte de una excavadora.
También se recogieron varios fragmentos de cerámica torneada, de color negruzco y abundante desgrasante micáceo, decorados con acanaladuras horizontales y paralelas así como con impresiones triangulares. Fue publicado por nosotros (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984; CAMPILLO, 1985).
Creemos que estos restos deben asociarse con el
cementerio de la antigua iglesia del despoblado que
según la toponimia estaba dedicada a San Pedro.
TERRADILLOS DE SEDANO
43. A la entrada del pueblo está La Escuela, junto
a la iglesia de Santa Eufemia, sita en la base de la
ladera oriental del valle del río San Antón. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 39'
01" de latitud norte y los Oº 07' 58" de longitud oeste, según la hoja nº 167 (Montorio) del I.G.C., escala
1:50.000.
Hacia 1985, al realizar unos desmontes detrás de
la escuela, salieron dos sepulcros con sus correspondientes restos óseos a unos 15 m. al N del templo,
otrora asientos de un hospital. Al parecer se trató de
dos tumbas de lajas cubiertas por más de 2 m. de tierra de relleno. Actualmente sólo se conserva la una.
Tiene forma trapezoidal y está delimitada en sus flancos longitudinales por tres tobas de 20 cm. de grosor
mientras que la cubrición se realiza con cuatro piedras de caliza y toba colocadas en sentido transversal.
El hueco sepulcral tiene en su cabecera 30 cm. de alto
por 51 de ancho.
Estos vestigios corresponden al antiguo cementerio de la parroquial.
44. A 500 m. al N de la iglesia, en el término de
169
San Juan, está emplazado el camposanto junto al
antiguo camino de Tubilla. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 39' 16" de latitud norte y los Oº 03' 11" de longitud oeste, según la hoja nº
167 (Montorio) del I.G.C., escala 1:50.000.
Según algunos testimonios, dentro del recinto
cementerial han aparecido vestigios de tumbas construidas a base de lajas calizas. Sin embargo, esta particularidad no ha podido ser comprobada.
Estos vestigios pertenecerían al cementerio de la
ermita de San Juan reedificada en el siglo XIX.
45. A 2.200 m. al NO del pueblo se encuentra el
término de El Canalón, en la base de la ladera occidental del valle del río San Antón. Sus coordenadas
de localización coinciden con los 42º 39' 29" de latitud norte y los Oº 09' 30" de longitud oeste, según la
hoja nº 167 (Montorio) del I.G.C., escala 1:50.000.
Hace algunos años, al ampliar el camino de Valdegómez, salieron a la luz varias tumbas a unos 20 m.
al sur de la Fuente del Canalón. Al parecer se trataba
de sepulturas de lajas, construidas a base de losas de
toba. También se descubrieron numerosos vestigios
antropológicos. Más recientemente se ha realizado
una excavación furtiva que ha puesto al descubierto
otro sepulcro de similares características, hoy asimismo desaparecido. En la actualidad sólo son visibles
algunas losas.
Estos hallazgos corresponden al cementerio de
una ermita que estuvo dedicada a San Cibrián o
Cipriano, cuyos cimientos se hallan 5 m. más arriba.
46. A 2.600 m. al NO del lugar están las ruinas del
despoblado de Valdegómez. Se halla en la margen
derecha del arroyo de Unfrida, poco antes de verter
sus aguas al río San Antón. El pago se denomina también San Clemente. Sus coordenadas de localización
coinciden con los 42º 39' 41" de latitud norte y los Oº
09' 40" de longitud oeste, según la hoja nº 167 (Montorio) del I.G.C., escala 1:50.000.
Desde tiempo inmemorial, la arada del terreno ha
propiciado el descubrimiento y destrucción de numerosos restos sepulcrales así como de los abundantes
vestigios óseos asociados a los mismos. A juzgar por
las descripciones, se trataba de tumbas de lajas calizas desprovistas de ornamentación.
Estos hallazgos corresponden al cementerio de la
ermita de San Clemente, en otros tiempos parroquia
del lugar.
TUBILLA DEL AGUA
47. A 500 m. al NE del pueblo, justo en el borde
del páramo que está encima de la Peña de San Clemente, se encuentra Cueva los Moros. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 42' 30"
de latitud norte y los Oº 06' 30" de longitud oeste,
170
JACINTO CAMPILLO CUEVA
según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala
1:50.000.
La angosta entrada de la cueva da paso a un espacio circular de 8 m. de diámetro máximo. El habitáculo es el resultado de la saca de piedra como
demuestran las huellas dejadas por el cincel y la labra
de grandes bloques rectangulares dispuestos en vertical (Lám. XI). Su destino fue indudablemente la preparación de sarcófagos. Prueba de ello son los vestigios esparcidos por la ladera cercana y los aún visibles en su superficie. En el interior se conserva un
fragmento de cubierta liso de sección semicircular de
53 cm. de largo por 40 de ancho y 13 de grueso. Fue
dado a conocer por nosotros (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984; CAMPILLO y RAMIREZ, 1984 a y b; CAMPILLO, 1985).
A pesar de estas evidencias sepulcrales halladas
en la cavidad no creemos haya servido como necrópolis.
48. En el centro de la población, junto a La Plaza,
se halla La Iglesia de Santa María. Sus coordenadas
de localización coinciden con los 42º 42' 31" de latitud norte y los Oº 06' 55" de longitud oeste, según la
hoja nº 135 (Sedano) de I.G.C., escala 1:50.000.
Hace algunos años, al realizar trabajos de acondicionamiento de la plaza, aparecieron en frente de la
portada varias tumbas de lajas que inmediatamente
volvieron a cubrirse. En 1984, al ampliar un camino
que discurre al N de la parroquial, se descubrieron
numerosas tumbas construidas a base de grandes
losas de caliza y toba perfectamente trabajadas así
como sarcófagos lisos provistos de una cubierta de
perfil semicircular. El peligro de derrumbamiento
aconsejó la construcción de contrafuertes y la disposición de una capa de hormigón a su alrededor lo que
motivó la ocultación de los sepulcros. Estos hallazgos
fueron publicados por nosotros (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984; CAMPILLO y RAMIREZ, 1984 a y b; CAMPILLO, 1985) y citados posteriormente por CIDAD (1988).
Por el lugar de aparición corresponden al cementerio de esta iglesia románica.
49. A 50 m. al O de de Santa María se hallan las
ruinas de La Iglesia de San Miguel. Sus coordenadas
de localización coinciden con los 42º 42' 32" de latitud norte y los Oº 06' 57" de longitud oeste, según la
hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Al reparar el camino que va al Barrio de Abajo
aparecieron a los pies del templo restos sepulcrales
consistentes en sarcófagos y tumbas de lajas. Hasta
no hace muchos años, en la base de estos mismos
muros, que antaño sirvieron de recinto cementerial,
se hallaba incrustada una cubierta sarcofágica de caliza en forma de tejado a doble vertiente, ornamentada
en los flancos laterales con gran exquisitez a base de
estrellas inscritas en círculos, todo ello grabado. Fue
vendida a un anticuario de Reinosa.
Del interior de la iglesia procede otra tapa de sarcófago de piedra caliza. Era plana y tenía forma trapezoidal. En la superficie superior llevaba esculpida
una figura humana en relieve muy tosco. Su exposición a la intemperie y la barbarie popular han provocado su fragmentación y deterioro de tal manera que
sólo es posible percibir los perfiles difuminados de un
cuerpo varonil realizado con trazos muy someros y
descuidados como permiten entrever los rasgos anatómicos. Se ha perdido la parte inferior, desde la cintura a los pies. Hasta hace poco yacía sepultada en el
cauce de La Fuentona, junto al puente de la carretera
nacional. Actualmente parece haber quedado enterrado allí mismo al llevarse a cabo el relleno del nuevo
camino. La primera mención sobre la existencia de
sepulcros se debió a HUIDOBRO (1952). Este dato
fue completado posteriormente por nosotros (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984; CAMPILLO y RAMIREZ, 1984 a y b; CAMPILLO, 1985) y
reproducido por CIDAD (1988).
Los hallazgos responden a dos realidades diferentes. La tapa con la reproducción del difunto debe
corresponder a una lápida de un enterramiento bajo
arcosolio, mientras que lo demás pertenecería al
cementerio primitivo de la iglesia.
50. A 800 m. al S-SO del Barrio de Abajo, al otro
lado del puente de Santa Olalla, está el término de La
Hornillera, La Higuera o Santa Olalla. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 42' 45" de
latitud norte y los Oº 07' 30" de longitud oeste, según
la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
A la altura de un colmenar contiguo al antiguo
camino de Tablada, salieron a la luz media decena de
tumbas, algunas decoradas con rayas incisas. Parte de
estos vestigios se reutilizaron en el cercado y otros
fueron trasladados al pueblo. Este fue el caso de una
gran tapa sarcofágica de forma trapezoidal provista
de cantos ornamentados con motivos grabados, que
sirvió de poyo hasta su venta. La caja de otro sarcófago de toba, esta vez liso, fue trasladada al Barrio
Bajero de San Felices donde se aprovechó como
abrevadero. Según referencias, se descubrieron también tumbas de lajas y excavadas en la roca. Estas
evidencias aparecieron hace bastantes años al ampliar
el camino vecinal y al arar unas tierras próximas a los
prados. Actualmente no se conserva nada. La necrópolis fue dada a conocer por nosotros (BOHIGAS,
CAMPILLO y CHURRUCA, 1984; CAMPILLO y
RAMIREZ, 1984 a y b; CAMPILLO, 1985) y recogida luego por CIDAD (1988).
Estos restos sepulcrales pertenecen al cementerio
de la ermita de Santa Eulalia, que en su origen tuvo
categoría de iglesia monasterial.
51. A 2.750 m. al SO de la localidad se halla el
término de San Quince o San Quirce. En uno de los
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
rellanos de la ladera oriental del páramo que mira al
arroyo Briniega se emplazan las ruinas de una ermita. Sus coordenadas de localización coinciden con los
42Q 41' 05" de latitud norte y los OQ 07' 35" de longitud oeste, según la hoja nQ 135 (Sedano) del I.G.C.,
escala 1:50.000.
Desde tiempo inmemorial la reja del arado y más
recientemente las excavaciones furtivas han puesto a
la luz gran número de restos sepulcrales. La mayoría
corresponde a sarcófagos trapezoidales decorados
pero también hay algunas tumbas de lajas. Hasta
1992 los fragmentos yacían junto a los paredones de
la ermita o bien formaban parte de las paredes de un
casar y chabola próximos. Posteriormente todo ello
ha desaparecido. Las mejores piezas se han dispersado sin saberse su paradero exacto; las muestras más
modestas se han trasladado a la Casa del Médico.
Las tumbas de lajas debieron ser numerosas aunque sólamente se observaban dos "in situ". Adosadas
al muro norte del santuario, estaban formadas por
losas de caliza y toba de grandes dimensiones que
alcanzaban los 25 cm. de grosor. La cubierta era plana y lisa, aunque no puede descartarse la existencia
de alguna particularidad ornamental. Cada estructura,
orientada de O a E, contenía restos antropológicos en
buen estado de conservación.
Los sarcófagos estan trabajados preferentemente
en caliza blanquecina del país, pero hay otros, menos
abundantes y bellos, elaborados en toba. Los ejemplares lisos y de vaciado trapezoidal o de bañera
debieron ser la mayoría. No se ha conservado ninguno en las proximidades, pero de aquí proceden los
aprovechados como abrevaderos en las fuentes de
San Quirce y de La Toba (Lám. XIII) y otro reutilizado como poyo junto a la panadería. Este último tiene
forma de bañera, próxima al trapecio, con un suave
resalte a modo de almohadilla en el fondo de la cabecera. Mide 203 cm. de largo, 68 y 46 de ancho máximo y mínimo respectivamente y 35 de profundo. Su
altura alcanza los 53 cm. Los fragmentos de los sarcófagos decorados son numerosísimos por lo que sólo
se describen los más significativos e interesantes. Las
cajas de caliza, frecuentemente con los ángulos achaflanados, tienen forma trapezoidal así como su vaciado. Las dimensiones de estos ejemplares varían según
la constitución del enterrado. Solamente pudieron ser
medidos dos. El primero tenía 190 cm. de longitud,
53 de anchura en la cabecera y 41 en los pies por 10
cm. de grosor (Lám. XIV y XV). El segundo, perteneciente probablemente a un enterramiento infantil,
medía 130 cm. de largo por 37 y 30 de ancho máximo en la cabecera y pies respectivamente (Lám.
XVI). La ornamentación suele ocupar los cuatro costados. Los lados longitudinales portan una decoración
a base de motivos circulares (semicírculos, ultrasemicírculos, arcos de círculo ... en su forma simple o con-
171
céntrica) realzados por un punto central. Arrancan de
la base o de un haz de líneas incisas paralelas y se
repiten con cierta monotonía sólo interrumpida en los
extremos por la distinta ordenación de idénticos motivos nacidos de líneas paralelas verticales incisas que
delimitan el campo decorativo. Los flancos frontal y
posterior suelen llevar un semicírculo único a veces
acompañado de cuartos de círculo en los ángulos
superiores o bien segmentos circulares uniendo cuartos de círculo que surgen de los extremos superiores
(Lám. XVII). En ocasiones aparecen círculos rebajados y aspas (Lám. XVIII).
Hay dos clases de cubierta: La plana y la de sección semicircular. De ninguna de ellas conservamos
piezas completas. Las primeras no son muy abundantes. A veces decoran la superficie exterior con círculos concéntricos aislados o conectados por arcos de
círculo (Lám. XIX). Recientemente hemos descubierto algún ejemplar cuya cara superior se compartimenta en espacios rectangulares o cuadrados que se
rellenan con un haz de líneas incisas longitudinales
que la recorren por su mitad (Lám. XX). Las tapas
semicirculares parecen ser más numerosas si bien frecuentemente carecen de decoración en los flancos
longitudinales curvilíneos. Cuando la llevan lo hacen
a base de semicírculos aislados o imbricados o bien
dividiendo la superficie con líneas incisas en espacios
cuadrados ocupados por una composición en aspa
(Lám. XXI). Las partes frontal y posterior, por el contrario, se exornan con un gran semicírculo central
simple o concéntrico a otros que arrancan de un haz
de líneas paralelas y horizontales situadas en la base.
Este yacimiento fue citado por MARTINEZ ( 1981
a y 1987) y posteriormente estudiado por nosotros
(BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984;
CAMPILLO y RAMIREZ, 1984 a y b; CAMPILLO,
1985) y recogido por CIDAD (1988), DELIBES,
ROJO y REPRESA (1993) y DE LA CASA (1993).
Estos restos se corresponden con el antiguo
cementerio de la ermita de San Quirce.
51 bis. A 2.780 m. al SE de la localidad se hallan
unos corrales, a poca distancia de la raya con Sedano,
en el término de Escalo te. El lugar se ubica en el
declive de una vaguada, de dirección N-S, que se dispone dentro del páramo poco antes de unirse al valle
de Valderramillo. Sus coordenadas de localización
coinciden con los 42Q 41' 20" de latitud norte y los OQ
05' 56" de longitud oeste, según la hoja nQ 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
En las paredes de estos antiguos encerraderos de
ganado y de fincas particulares, hoy incultas, se conservan numerosos vestigios sarcofágicos de piedra
caliza blanca, todos ellos carentes de decoración. Los
restos responden tanto a cubiertas rectilíneas como a
cajas rectangulares. Según referencias, en frente de
estos casares hubo un despoblado donde también se
172
JACINTO CAMPILLO CUEVA
han encontrado algunas muestras sepulcrales, entre
las que destacan un pieza con rebajes laterales para
ajustar la caja y un fragmento decorado con semicírculos, actualmente desaparecido. A falta de otros
datos más fidedignos, relacionamos con esta necrópolis una parte de sarcófago infantil descubierto en la
cuesta de Fuente Ciruelo.
Todos estos hallazgos deben corresponder al
cementerio de la iglesia de dicho despoblado, si bien
posteriormente se han trasladado a su emplazamiento
actual para la construcción de los corrales.
TURZO
52. A 100 m. al NE del caserío se halla La Iglesia
de San Martín. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 50' 05" de latitud norte y los Oº 04'
12" de longitud oeste, según la hoja nº 109 (Villarcayo) del I.G.C., escala 1:50.000.
Un apeo de los bienes fabricales realizado en 1773
menciona la existencia de un mojón perteneciente al
cementerio y situado a una distancia de 10 pasos junto a unos "sepulcros antiguos" (A.D.B.). Hacia 1983
se desmontó el terreno del mediodía a fin de sanear el
templo y mostrar la portada románica. Entonces fueron exhumadas cuatro tumbas construidas con lajas
de caliza sin decorar así como abundantes restos
antropológicos, en parte visibles en sus inmediaciones.
Estos descubrimientos corresponden al cementerio de la parroquial.
VALDEAJOS
53. A 150 m. al NO del pueblo, sobre un alto que
domina La Lora, se halla La Iglesia de San Cristóbal.
Sus coordenadas de localización coinciden con los
42º 44' 36" de latitud norte y los Oº 13' 32" de longitud oeste, según la hoja nº 134 (Polientes) del
I.G.C., escala 1:50.000.
·
Hace varias décadas, al hacer un camino de acceso al templo por la parte del SO, aparecieron bastantes sepulturas construidas por losas y acompañadas
de los consabidos restos antropológicos. Hacia 1970,
junto a la barbacana, todavía se veían algunas formadas por lajas de caliza bien labradas. Actualmente no
se aprecia nada.
Estos restos responden al antiguo cementerio de la
parroquial.
54. A 2.200 m. al SO del pueblo se halla el término de El Cementerio o La Cotorra dentro del pago de
San Juan. Sus coordenadas de localización coinciden
con los 42º 44' 10" de latitud norte y los Oº 15' 10"
de longitud oeste, según la hoja nº 134 (Polientes) del
I.G.C., escala 1:50.000.
Desde tiempo inmemorial se han venido descubriendo muchas sepulturas y huesos humanos en un
alomamiento en parte cultivado y en parte inculto.
Algunas respondían al tipo de lajas, las otras eran sarcófagos de caliza de forma trapezoidal. Según refrencias, la mayoría eran lisos pero algunos estaban decorados con estrellas inscritas en círculos, todo ello
inciso. Alguno se ha conservado hasta hace poco en
el pueblo pero ya se han destruido. En el mismo lugar
se halló también una moneda medieval de cobre.
En este sitio aún se advierten tres oquedades rectangulares orientadas de O a E junto con numerosas
lajas planas, apenas labradas, pertenecientes a cubiertas. Merece destacarse un fragmento de tapa de piedra
caliza blanquecina con sección semicircular que mide
29 cm. de largo, 41 de ancho y 7 de profundidad en el
vaciado. En el exterior lleva una decoración a base de
aspas incisas y líneas muy tenues, todo ello alterado
por la reja del arado (Lám. XXII). Más recientemente,
las labores del arado y de los desaprensivos han puesto al descubierto otras 5 tumbas de lajas en las laderas
orientales del cerro. La noticia de su existencia fue
comunicada por CIDAD (1976 y 1978) e incorporada
por nosotros a la carta arqueológica (BOHIGAS,
CAMPILLO y CHURRUCA, 1984).
Esta necrópolis se corresponde con el cementerio
de la ermita de San Juan.
VALDELATEJA
55. A 250 m. al S-SO de la población está el término de El Parralón, asiento de un balneario de
aguas medicinales. Sus coordenadas de localización
coinciden con los 42º 46' 22" de latitud norte y los Oº
04' 56" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Hacia 1934 apareció en este punto una tumba
cuando unos obreros serraban la toba a la altura de un
edificio hoy hundido. Según las referencias, se trataba de un sarcófago de vaciado trapezoidal. En su interior se halló el correspondiente esqueleto. Actualmente no se conserva ningún vestigio.
De momento, este hallazgo no puede relacionarse
con ninguna de las ermitas documentadas dentro del
término de Valdelateja.
56. En El Campillo del Barrio de Siero, situado a
850 m. al S de la población, se descubrieron hace
años algunos sepulcros. Sus coordenadas de localización coinciden con los 42º 46' 08" de latitud norte y
los Oº 04' 48" de longitud oeste, según la hoja nº 135
(Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Hasta hace poco podían verse en el camino a
Sedano las formas de media decena de tumbas, al
parecer de lajas y sarcófagos, cuyos remates forma-
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
ban un rectángulo. Sin embargo, el crecimiento de la
vegetación y el derrumbamiento de las paredes ocultan en la actualidad todo vestigio. Unicamente se
aprecian dos fragmentos lisos de sarcófagos de toba;
el uno, correspondiente a la cabecera, está provisto de
un hueco semicircular para encajar la cabeza.
Estos hallazgos deben corresponder al cementerio
de alguna ermita ubicada en sus proximidades, si bien
se ignora su advocación.
57. En la antigua Iglesia de Santa Eulalia de Siero, distante 650 m. del pueblo, hubo incrustados fragmentos de sarcófagos decorados. Sus coordenadas de
localización coinciden con los 42º 46' 10" de latitud
norte y los Oº 04' 44" de longitud oeste, según la hoja
nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Creemos que estos vestigios deben corresponder a
los guardados en la ermita de El Castillo. Sin embargo, en el muro occidental del templo existe una
pequeña pieza caliza decorada con líneas rectas incisas así como parte de un sarcófago de piedra caliza
carente de ornamentación.
Tales hallazgos pertenecen al cementerio de la exparroquial de Siero dedicada a Santa Eulalia.
58. A 400 m. al S-SE de la localidad está La Peña
de El Castillo, donde se levanta la ermita de las Santas Centola y Elena. Sus coordenadas de localización
coinciden con los 42º 46' 18" de latitud norte y los Oº
04' 45" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
Dentro del santuario se conservan diferentes restos sepulcrales entre los que destacan dos estelas atribuidas a época romana, otra estela discoidal cristiana
y un fragmento de cubierta de sarcófago. Aunque se
ignora su procedencia exacta, el origen debió estar en
la capilla que las santas vírgenes tenían en la iglesia
de Siero, hoy derruida. La tapa sarcofágica, de perfil
trapezoidal, mide 25 cm. de largo por 21 de ancho y
7 de grosor. Es de piedra caliza blanquecina y está
decorada en un lado con semicírculos cortados por
paralelas longitudinales, todo ello inciso, amén de un
círculo en resalte situado en la parte central de la tapa
que lleva en su interior una cruz labrada a base de
triángulos laterales tallados a bisel y toscos vaciados
para los brazos (Lám. XXIII).
La estela está fragmentada y sólo conserva parte del
disco. Mide 27 cm. de largo por 20 de alto y 12 de grosor. Es de piedra caliza blancuzca si bien con tonalidades parduscas y con superficies perfectamente alisadas.
Tanto el anverso como el reverso están decorados con
el mismo motivo, aunque el dibujo no resulte idéntico.
El disco lleva una amplia orla periférica lisa delimitada
interiormente por una línea grabada. Dentro del círculo
resultante hay una cruz incisa de trazos continuos no
muy expertos aunque se observa, pese a los resultados,
una tendencia a trazar una cruz griega. Los brazos está
formados por rectángulos que se unen dando lugar a un
173
cuadrado con un punto central. La otra cara está más
descuidada, careciendo del hoyuelo medio y de la simetría de sus brazos (Lám. XXIV y XXV).
También conserva dos estelas anepígrafas de piedra caliza calificadas de romanas por ABASOLO
(1984), aunque tanto HUIDOBRO (1923, 1929 y
1948) como GONZALEZ (1950) relacionaron con
los visigodos. La primera parece vincularse con el
estilo asturiano de raigambre visigótica. Se trata de
parte de una cabecera discoidal de 26 cm. de altura
por 42 de anchura y 23 de grosor. El anverso lleva
una decoración a base de una orla periférica formada
por once círculos tangentes conformados por cinco
circunferencias de diámetro decreciente hacia el centro, donde hay un punto calado. Los espacios vacíos
entre los grandes círculos son ocupados por triángulos biselados. A esta cenefa le sigue una fina moldura lisa y luego un motivo funicular que, por fin, da
paso a un campo semicircular con perforación en el
centro del círculo. El semicírculo se divide en dos
franjas horizontales ocupadas por triángulos tallados
a bisel dispuestos alternativamente con la base hacia
abajo y hacia arriba (Lám. XXVI).
La segunda, muestra también ascendencia asturiana en la decoración si bien el tema figurado enraiza
con las estelas indígenas de época romana. Se trata de
un bloque rectangular de 31 cm. de alto por 45 de
ancho y 24 de grosor. El anverso se ornamenta con
una cenefa semicircular muy alterada cubierta de
dientes de sierra incisos salvo en los ángulos superiores que debe llevar estrellas de cinco puntas inscritas
en círculos asimismo grabados. En el centro de la pieza hay un campo semicircular rehundido que está
ocupado por cuatro figuras humanas totalmente estilizadas. Se hallan todas ellas con los brazos en cruz,
como si se cogieran por los hombros, y tienen las
piernas separadas. La diferencia existente en la talla
de éstas permite a ABASOLO suponer la existencia
de un varón -figura más alta- junto a tres mujeres
(Lám. XXVII). El reverso, de gran porosidad, está
dividido en tres franjas horizontales separadas por
amplias acanaladuras realizadas con posterioridad a
la decoración. Los dos registros superiores llevan una
ornamentación acanalada a base de pequeños triángulos -con alternada de vértices hacia arriba y hacia
abajo- flanqueados por tres estrías oblicuas. El friso
inferior, más amplio, se decora con semicírculos
alternos -arriba y abajo- rodeados de cuatro surcos
más o menos concéntricos y de diámetro diferente
(Lám. XXVIII). El canto superior de la cabecera lleva dos amplias acanaladuras, una en la periferia del
reverso y otra en el centro, que separan una decoración a modo de espina de pescado formada por estrías
menos amplias y profundas de trazado oblicuo y
paralelo (Lám. XXIX).
Tal vez a algunos de estos restos se refieran HUI-
174
JACINTO CAMPILLO CUEVA
DOBRO (1923, 1929, 1948 y 1956) y GONZALEZ
(1950), luego recogidos por nosotros en la carta
arqueológica (BOHIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984).
Todos ellos debieron pertenecer a un cementerio
situado en torno a la iglesia de Santa Eulalia de Siero
que, con posterioridad, se empotraron en sus muros
hasta que, derruida, se trasladaron a la ermita donde
hoy se guardan.
59. En el Barrio de Abajo, dentro del caserío, está
La Ermita de Santa Lucía, la actual iglesia de Santa
Eulalia. Sus coordenadas de localización coinciden
con los 42º 46' 30" de latitud norte y los Oº 04' 45"
de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del
I.G.C., escala 1:50.000.
En 1992 apareció una tumba de lajas a raíz de la
construcción de los cimientos de una vivienda próxima al muro occidental del templo. Asimismo se halló
el correspondiente esqueleto. Al parecer, con anterioridad habían aparecido restos similares al procederse
a la ampliación del antiguo santuario. La esquina SE
conserva un fragmento de sarcófago empotrado. Es
de piedra caliza de color anaranjado y está ornamentado a base de líneas rectas verticales y semicírculos
concéntricos todo ello grabado así como una pequeña
cruz de cronología posterior.
Estos vestigios corresponden al cementerio de la
ermita de Santa Lucía.
60. A 700 m. al N del caserío se halla el término
de Calderarrota, en la ladera de La Lora, junto a la
carretera N-623. Sus coordenadas de localización
coinciden con los 42º 46' 51" de latitud norte y los Oº
04' 42" de longitud oeste, según la hoja nº 135 (Sedano) del I.G.C., escala 1:50.000.
En 1991, al ampliar y rectificar el trazado de la
vía, se descubrieron innumerables restos sepulcrales
que, ante la urgencia de los trabajos, fueron inmediatamente cubiertos bajo el firme del nuevo tramo o se
arrojaron por el terraplén próximo. Según testimonios
contrastados, aparecieron muchísimas tumbas -más
de 50, según algunos- predominantemente de lajas
pero también algunos sarcófagos de caliza y toba.
Actualmente no queda rastro alguno.
Estos hallazgos pueden corresponder al cementerio de una ermita -La Ermita Caída de la toponimiadedicada a la Santa Cruz (?), emplazada algo más
arriba que la actual de San Antonio.
V.- ESTUDIO DE LAS NECROPOLIS
l. LAS TUMBAS DE LAJAS
Son las tumbas de lajas las más difundidas y abundantes puesto que aparecen en 33 necrópolis de las
catalogadas.· Además, es muy probable que algunas
otras de tipología no identificada pertenezcan igualmente a este grupo.
Esta variedad se caracteriza por disponer de una
estructura de losas delimitando el espacio ocupado
por el cadáver creando así una especie de caja. A
tenor de los datos proporcionados por la necrópolis
sedanesa de Santiago, los flancos longitudinales estarían formados mediante el empleo de cuatro lajas
apaisadas de medianas proporciones, mientras que
los lados transversales se cerrarían con una sola. Sin
embargo, en La Casona de Tablada los laterales poseían una única lastra o dos a lo sumo. La cubierta es
siempre plana, formada por tres lanchas o, excepcionalmente, con una como se colige para algunas de
Huidobro, Santa María de Tubilla o La Tobaza de
Sedano. Los materiales utilizados en su construcción
son la caliza y la toba del país sin apenas desbaste. A
veces la piedra se seleccionó y labró cuidadosamente, sobre todo las caras internas, mientras que los cantos muestran las improntas del cincel (El Pozo y La
Ermita de Tablada, San Quirce de Tubilla o La Iglesia de San Andrés). El grosor de las losas está en torno a 15 cm., no siendo insólitas las que lo rebasan.
Dado que la casi totalidad de las tumbas se han destruido al descubrirse o bien sólo se conoce parte de su
estructura, es arriesgado fijar sus dimensiones, ni tan
siquiera de manera aproximada, aunque no discreparían de otras próximas (DE LA CASA, 1992). Es cierto que algunas (El Pozo de Tablada, El Cementerio de
Huidobro) alcanzaron un tamaño superior a los 200
cm. de largo, 40 de ancho y 50 de alto, pero las medidas de la mayoría debió ser algo menor. Estas diferencias vienen dadas por la talla del inhumado que, según
datos de otros yacimientos, no superaría por término
medio 1,70 m. (DE LA CASA, 1992). Los especialistas no se han puesto de acuerdo en el tamaño que debe
tener una tumba para poder calificarla de grande,
mediana o pequeña y así relacionarla con enterramientos de adultos, jóvenes o infantes (BOLOS y PAGES,
1982; ANDRIO, 1987; DE LA CASA, 1992).
Dentro del área cementerial, la disposición adoptada por las sepulturas guarda una ordenación preconcebida. En Santiago de Sedano se advierte la
colocación de una junto a otra siguiendo un cierto
paralelismo. Apenas hay separación entre sí, pero se
respeta siempre la consabida orientación de O a E,
salvo pequeñas variantes fácilmente explicables. En
función del número de tumbas existentes y de la
extensión ocupada las necrópolis se catalogan en
grandes y pequeñas. Debieron predominar las segundas (San Quirce de Tubilla, El Cementerio de Valdeajos, La Tobaza de Sedano, El Canalón de Terradillos ... ) cuya área cementerial es reducida al estar delimitada por accidentes físicos (alomamientos, cortados, etc.). Pero existen otras mucho más extensas,
como la de Santiago de Sedano, justificadas por la
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
mayor importancia demográfica del lugar o por la
gran duración del período de utilización.
En algún caso (Santiago de Sedano) se ha comprobado la existencia de una profanación antigua,
pero no ha podido constatarse la reutilización de
tumbas con fines sepulcrales, hecho ya conocido en
otros yacimientos (DE LA CASA, 1992). Lo usual
sería que los cadáveres aparecieran intactos en posición decúbito supino, con las extremidades inferiores
extendidas y los brazos flexionados sobre la pelvis o
el pecho tal como sucede en las deposiciones de
Fuentepecina. En El Pozo de Tablada los restos se
hallaron dispuestos directamente sobre la tierra virgen, si bien la cabeza reposaba sobre una loseta colocada ex profeso.
En los alrededores de las tumbas y, en principio
vinculados a ellas, se han descubierto fragmentos de
cerámica (Santiago de Sedano, La Casona, La Ermita y El Pozo de Tablada, etc.) u otros elementos
(collares, objetos metálicos ... ) difíciles de interpretar
en este tipo de contexto y circunstancias.
En muchos casos es imposible determinar la tipología de estas sepulturas por haberse destruido o tapado con ulterioridad. Para ello sólo se dispone de los
informes orales y, excepcionalmente, de verificaciones "in situ". Parece incuestionable que tanto en Santiago de Sedano como en El Campillo de Valdelateja
se han hallado tumbas rectangulares mientras que en
El Pozo y La Casona de Tablada o La Escuela de
Terradillos presentaban formas trapezoidales. De
momento, no se ha documentado ningún ejemplar de
sepulcro antropomórfico aunque indudablemente
debieron existir (DE LA CASA, 1992).
La presencia de este tipo de tumbas se relaciona
íntimamente con la ocupación humana del territorio,
en especial de los valles fluviales, en contraposición
a los páramos que quedan vacíos. Por ello su aparición será más frecuente junto a las localidades más
pobladas (Tablada, Tubilla, Sedano, Terradillos ... ).
Estas necrópolis se emplazan siempre sobre espacios
sagrados como son los antiguos cementerios situados
alrededor de iglesias y ermitas de lugares habitados o
despoblados. Sin embargo, hay casos en que es aventurado enlazarlo con un determinado templo, aunque
esto no significa su falta de conexión (Huidobro, San
Vicente de Pesquera, El Pozo y La Plaza de Tablada,
etc.).
Según las fuentes escritas, la aparición de sepulturas de lajas podría situarse ya en el siglo VIII. Un
documento referente al año 822 menciona la existencia del monasterio de San Miguel de Tablada
(YEPES, 1960; PEREZ DE URBEL, 1945). Pero la
transformación posterior en ermita prolongaría su
reutilización sepulcral hasta fechas más recientes.
Documentos de los siglos IX -San Martín de Escalada (HUIDOBRO, 1956)- y X -San Miguel y Santa
175
Olalla de Tubilla y Santiuste de Pesquera (SERRANO, 1910)- corroborarían lo indicado, si bien el
grueso de este tipo de tumbas habría que datarlo a
partir de la centuria XI y sobre todo en la XII, pues
buen número de ellas se encuentran en torno a edificios románicos (Santa María de Tubilla, La Ermita de
Tablada, las iglesias de San Andrés, Valdeajos, San
Felices, Escalada, Turzo, Terradillos ... ). En parte la
fecha final puede ser establecida con bastante exactitud. Es el caso de las necrópolis asociadas a parroquias de despoblados abandonados antes de 1352
(Quintana de Valdeajos, San Quirce de Tubilla, El
Cementerio de Huidobro, etc.) aunque la pervivencia
de sus antiguas iglesias como ermitas bien pudiera
ponerlo en entredicho. Estos datos vienen a confirmar
las cronologías avanzadas por los especialistas que
sitúan el apogeo de esta modalidad de enterramiento
durante los siglos XII y XIII. También se documentan
en siglos anteriores (X y XI) y posteriores (XIV y
XV) con bastante asiduidad, pero r.esultan excepcionales durante la VIII y IX centurias (DE LA CASA,
1992).
2.- TUMBAS EXCAVADAS EN LA ROCA
Sólo en 7 necrópolis honoriegas se atestiguan
tumbas excavadas en la roca. De momento su presencia es rara y con alto grado de concentración en el
centro de la Honor, sobre todo en Sedano y más esporádicamente en Mozuelos y Tubilla.
Esta modalidad se caracteriza por excavar el
ámbito sepulcral directamente en la roca caliza. El
difunto antes de morir, o luego sus familiares, se
encargaba de realizar el vaciado con la ayuda del
martillo y del cincel. Por lo tanto, cada sepulcro se
hacía por separado, sin la sujeción a un plan preconcebido de carácter general. Las paredes son frecuentemente oblicuas, convergiendo hacia el fondo, aunque en ocasiones tienden a la verticalidad. La cubierta, a pesar de no conservarse en ninguna de ellas,
debió ser monolítica, si bien no se descarta el empleo
de varias losas, sobre todo en grandes sepulturas (San
Juan de Sedano).
Presentan una gran diversidad en cuanto a dimensiones, si bien su estudio resulta más fidedigno que
las tumbas de lajas por cuanto se conserva mayor
número de ejemplares íntegros. De éstos, la mayoría
frisa 170 cm. de largo, 40 de ancho máximo por 30 de
profundo. Por ello, casi todos corresponderían a adultos (BOLOS y PAGES, 1982; ANDRIO, 1987).
Las necrópolis se emplazan sobre afloramientos
rocosos, más o menos extensos, de acuerdo con la
importancia demográfica del lugar. El incremento de
las defunciones y su larga vigencia cronológica obligaron en San Juan de Sedano a apiñar las tumbas y a
176
JACINTO CAMPILLO CUEVA
ampliar su superficie invadiendo otros niveles. Las
sepulturas se distribuyen unas junto a otras de forma
paralela y con escasa separación entre sí. No obstante, todas ellas disponen la cabecera, más amplia, al
oeste y los pies hacia el este, si bien esta orientación
puede sufrir mínimas variaciones en función del grado de dureza de la roca o del espacio disponible
(BOLOS y PAGES, 1982).
Como sucede con otros modelos sepulcrales, también las necrópolis excavadas en la roca se relacionan
con recintos sagrados, ya sean iglesias (Mozuelos),
ermitas (San Juan de Sedano) o monasterios (Santa
Olalla de Tubilla). Una excepción es Valtubilla que,
de momento, no ha podido asociarse con ninguna
construcción análoga. Sin embargo, se diferencian de
las de lajas porque prefieren emplazarse sobre afloramientos rocosos sitos en zonas más elevadas, dentro
o en los rebordes de los valles.
Son pocos los datos disponibles acerca de la disposición del cadáver dentro de la oquedad pues todos
han sido violados clandestinamente. En Mozuelos el
difunto apareció con las piernas extendidas y con las
extremidades superiores adheridas al costado. En ningún caso se descubrieron restos de ajuar funerario
(DE LA CASA, 1992).
La variedad predominante dentro de las tumbas
excavadas en la roca es la de bañera ovalada aunque
con clara tendencia al trapecio (San Juan y Valtubilla
de Sedano, La Iglesia de Mozuelos ... ). En una sola
ocasión aparece la variante antropomórfica (San Juan
de Sedano) pero no así las formas rectangulares o trapezoidales propiamente dichas (BOLOS y PAGES,
1982; DE LA CASA, 1992). Es posible que en San
Juan existieran también tumbas biformes hoy destruidas.
Se carece de datos cronológicos para este tipo de
sepulturas, ni tan siquiera su vinculación a ermitas
(San Juan de Sedano o Santa Olalla de Tubilla) o
iglesias (Mozuelos) permite conclusión alguna ya que
desde el punto de vista artístico ninguna de ellas
depara vestigios datables. Unicamente la parroquial
de Mozuelos conserva dos capiteles románicos que,
de estar relacionado, significaría su datación a finales
del siglo XII o principios del XIII. Pero, según los
resultados obtenidos en provincias próximas, las tumbas excavadas en la roca son de las más antiguas,
alcanzando su apogeo en torno a la décima centuria,
si bien existen pruebas de su existencia anterior (siglo
IX) y posterior (siglo XI) (CASTILLO, 1970 y 1972;
ANDRIO, 1987; DE LA CASA, 1992).
3.- LOS SARCOFAGOS
Después de las tumbas de lajas, son los yacimientos con sarcófagos los más abundantes. Aunque se
documentan dispersos en 23 necrópolis, muestran
una mayor concentración en torno a Valdelateja y
Tubilla.
Esta variedad de sepultura se caracteriza por estar
realizada en una pieza monolítica. Se trata de un paralelepípedo de piedra caliza o de toba, que se vacía
longitudinalmente a fin de crear un hueco apropiado
para la deposición del cadáver. Estos materiales proceden de afloramientos próximos o de canteras
-como la de Cueva los Moros en Tubilla-. La toba, al
ser fácil de serrar, se extraería a cielo abierto, mientras que la caliza, más dura y resistente, se buscaría
en zonas subterráneas. Se aprovechaba así su menor
consistencia para cortarla y trabajarla. Después, al
contacto con el exterior, se va endureciendo hasta
alcanzar un grado de resistencia aceptable. Las paredes de la oquedad sepulcral suelen presentar una
superficie ligeramente convergente hacia el fondo,
aunque no faltan los cortados verticales.
Es casi imposible conocer las dimensiones medias
de este tipo de sepulcros por cuanto muchos de ellos
han desaparecido o se encuentran fragmentados. Aún
así existe la referencia de tres ejemplares tubillenses
(San Quirce y Fuente la Toba) que llenan el amplio
abanico de las tumbas de adultos e infantiles. Sólo en
las piezas de Fuente la Toba y de Quintanaloma se
conoce la altura primitiva.
La tipología de los sarcófagos honoriegos se reduce a tres modalidades. La primera y más abundante
está representada por aquellos cuya caja presenta un
vaciado trapezoidal, aunque no se desecha la labra de
otros, menos claros, rectangulares. Parecen más raros
los antropomorfos con oquedad semicircular para
colocar la cabeza y cuerpo trapezoidal, documentados en Santiuste (Pesquera), La Iglesia (Escalada) y
El Campillo (Valdelateja). Hay un caso en que aparece el de forma de bañera (Fuente la Toba). La abundancia de restos sarcofágicos en la necrópolis de San
Quirce (Tubilla) permite catalogar y diversificar los
tipos de cubierta. Frente a la escasa presencia de tapas
a doble vertiente (San Miguel de Tubilla), planas, ya
de estructura sencilla (San Quirce de Tubilla), ya con
un pequeño resalte longitudinal (Monasteruelo de
Sedano), de sección trapezoidal (Santas Centola y
Elena de Valdelateja), ya ligeramente curvilíneas con
un somero vaciado interno y un resalto a modo de
cruz latina en la superficie externa (La Iglesia de San
Felices), proliferan aquellas de sección semicircular
con superficies finamente alisadas y concavidad interior.
Sin embargo, lo más interesante de estos enterramientos es la presencia de decoración. Aunque una
mayoría debieron ser lisos, se conservan innumerables piezas ornamentadas. Cuando el sepulcro era
exento -como sucede con los de San Quirce- se exornaban los cuatro flancos de la caja a base de un reper-
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
naban los cuatro flancos de la caja a base de un repertorio cuyo tema giraba en torno al círculo. Las caras
longitudinales se cubrían de semicírculos y ultrasemicírculos, simples o concéntricos, provistos de un
punto central. Estos motivos partían de la base achaflanada o de un haz de horizontales paralelas. Los
extremos son delimitados por verticales paralelas que
interrumpen la monotonía de los motivos circulares
con cuartos de círculo que surgen en la parte superior.
En Santiuste (Pesquera) se documentaron además
estrellas inscritas en círculos y en La Ermita de
Tablada, Quintanaloma y Monasteruelo (Sedano)
aparecen redes de rombos o dientes de sierra incisos.
Los flancos transversales son ocupados por un gran
semicírculo sencillo o concéntrico, realzado por un
punto central, que surge de una línea horizontal o de
la misma base. A veces, los ángulos superiores exhiben cuartos de círculo o segmentos circulares que
arrancan de líneas verticales o directamente del mismo borde. Ocasionalmente se atestiguan círculos
rebajados y aspas.
No es extraño encontrar decoración en las cubiertas planas. En San Quirce (Tubilla) existe un fragmento adornado con círculos concéntricos unidos por
arcos. Otro compartimenta su cara externa con rectángulos incisos recorridos en su mitad por un haz de
líneas incisas longitudinales. Las tapas de doble vertiente, conocidas a través de la información oral, también se decoraban a veces con estrellas inscritas en
círculos (San Miguel de Tubilla). Igual que la cubierta de sección trapecial conservada en la ermita de las
Santas Centola y Elena (Valdelateja) que lleva una
cruz a bisel inscrita en círculo. No puede decirse lo
mismo de aquellas con forma ligeramente curvilínea,
como la de La Iglesia de San Felices, aunque posea
un resalte con inscripción funeraria. Las cubiertas de
sección semicircular son más frecuentes, pero debido
a la dificultad de plasmar la decoración en una superficie curva suelen aparecer lisas, salvo los flancos
frontal y posterior que son ocupados por un gran
semicírculo central simple o concéntrico que arranca
de un haz de líneas horizontales y paralelas situadas
en su base. A veces la ornamentación cubre el lomo
de la tapa mediante semicírculos aislados o imbricados o bien compartimentando el espacio en cuadrados
que luego son rellenados a base de aspas incisas (San
Quirce de Tubilla y El Cementerio de Valdeajos).
Esta riqueza ornamental contrasta con la pobreza
artística de las tumbas de lajas o las excavadas en la
roca. La razón hay que buscarla en una mejora económica acompañada de una consolidación política y
cultural producida a partir del siglo XI. Ciertos personajes o sectores sociales, enriquecidos y permeables a los nuevos gustos artísticos, empiezan a preocuparse por realzar sus sepulcros por encima del
común mediante grandes sarcófagos de excelente fac-
177
tura y decorados profusamente con una simbología
geométrica alejada de la temática de los sarcófagos
paleocristianos de la Bureba. Estas decoraciones
encuentran estrechos paralelismos estilísticos y cronológicos en necrópolis de la periferia de la Honor.
Este es el caso de Poza de la Sal y otros pueblos burebanos, Ubierna, Buniel, etc. (CAMPILLO Y RAMIREZ, 1984 a y 1985-86; GIMENO, 1985).
Los cementerios con sarcófagos se localizan en
los valles, junto a lugares habitados, y en torno a los
templos cristianos. En ello no difieren del resto, pero
llama la atención su preferencia por establecerse en
zonas más llanas y próximas a poblados, tal vez por
la renuncia a la mentalidad monástica en beneficio de
otra más urbana. No son una excepción los casos de
La Fuente del Segadero ni San Pedro ni Monasteruelo por cuanto en estos parajes existieron núcleos de
población hoy desaparecidos. El caso de La Tobaza
(Sedano) puede explicarse en función de un traslado
o reutilización del sarcófago. Es curioso el hecho de
que casi siempre éstos coexisten con tumbas de lajas
y se asocian a las estelas coetáneas halladas en la
Honor.
Aunque nunca se ha encontrado un sarcófago "in
situ", su orientación debió ser la típica de las sepulturas medievales cristianas, es decir de oeste a este,
según referencias de La Ermita de Tablada y ratificaciones de KLIEMANN (1987) y DE LA CASA
(1992).
Desechadas definitivamente las dataciones antiguas atribuidas a estos ejemplares decorados con
motivos circulares (CAMPILLO y RAMIREZ, 1984
a) parece que su despegue hay que situarlo en los
siglos X y XI (GIMENO, 1985; BOHIGAS ET ALII,
1986-87). La documentación diplomática de la décima centuria menciona la existencia del monasterio de
los santos Justo y Pastor en Pesquera (SERRANO,
191 O) por lo que algunos restos sarcofágicos podrían
ya encuadrarse en dicho período. No obstante, la perduración de la iglesia monasterial como parroquia y
ermita dificulta el aserto. La misma objeción puede
aducirse para los monasterios de Santa Olalla y San
Miguel de Tubilla o San Martín de Escalada (B.N.;
SERRANO, 1910 y 1936; HUIDOBRO, 1956). Asimismo la incrustación de algunas piezas decoradas en
templos románicos (La Ermita de Tablada) o góticos
(Santa Eulalia y Santa Lucía de Valdelateja) permite
fecharlos con cierta anterioridad a los siglos XII y
XIII. Sin embargo, la mayor parte de los vestigios
relacionables con elementos artísticos se vinculan a
edificios románicos (San Miguel y Santa María de
Tubilla, La Abadía de Quintanilla-Escalada, las iglesias de Quintanaloma, San Felices, Escalada) por lo
que su desarrollo o apogeo debe centrarse a finales
del siglo XII y principios del XIII. El final, según los
casos de la Fuente del Segadero, San Pedro y Monas-
178
JACINTO CAMPILLO CUEVA
teruelo no sobrepasaría la mitad del siglo XIV, pues
en 1352 estos lugares se hallaban yermos. Estas dataciones están refrendadas por estudios realizados en
Tiermes por DE LA CASA (1992). El vestigio más
reciente, tal vez del siglo XV, es la losa sepulcral procedente de San Miguel de Tubilla en la que seguramente se representaba algún personaje de la familia
de los Silva, señores del lugar.
4.- OTROS TIPOS DE TUMBAS
Sólo 14 yacimientos escapan a esta triple clasificación. De ellos 10 responden a tumbas de tipología
desconocida, bien porque su existencia se conozca
únicamente a través de fas fuentes manuscritas, bien
porque su publicación no fue acompañada de la suficiente distinción. Es probable que la mayoría sean
sepulturas de lajas pues todas ellas están unidas a
ermitas situadas en el casco urbano o pertenecen a
antiguos poblados (San Vitores o El Sutiello).
A esa decena inicial habría que sumar tres ejemplos más, conocidos personalmente o a través de
informaciones orales, cuya tipología no ha podido ser
esclarecida, sin duda por la poca significatividad de
los hallazgos (San Antón, Espinosa y Pomar).
Este no es el caso de Fuentepecina. Aquí la excavación arqueológica de un túmulo prehistórico permitió documentar 3 ó 4 enterramientos de inhumación depositados en unas fosas someras abiertas en la
roca friable del subsuelo. Sus excavadores, atendiendo a su orientación, a la inexistencia de ajuar y a la
posición en decúbito supino, los datan dentro de la
Edad Media. Este es el único ejemplar de enterramiento en fosa pues, aunque pueda existir alguno
más, su tipología no está lo suficientemente contrastada.
5.- LAS ESTELAS
Desde el siglo X la costumbre de los fieles cristianos fue enterrar a sus muertos alrededor de los templos. Unicamente el clero, la nobleza o los fundadores de memorias pías podían sepultarse en el interior.
En la segunda mitad del siglo XllI, el papa Gregorio
IX extendió este privilegio a todos los cristianos
(FRANKOWSKI, 1920; ORLANDIS, 1976). La
modificación de los hábitos sepulcrales favoreció la
desaparición de las estelas, tan características de los
enterramientos al aire libre, debido a la prohibición
expresa de colocar impedimentos sobre el suelo. Sin
embargo, mientras se conservó su carácter sagrado,
los antiguos hitos sepulcrales perduraron "in situ".
Luego llegó el aprovechamiento del terreno con otros
fines y se produjo la cubrición de las estelas con la
tierra (Tablada, Quintanaloma) o su reutilización
como material de construcción (Valdelateja y Sedano ).
La práctica de enterrar en el interior de las iglesias
pervivió en la Honor de Sedano hasta el siglo XIX.
Sin embargo, la construcción de camposantos fuera
de los templos no significó la vuelta al uso de estelas
para indicar el emplazamiento de las sepulturas, quedando así definitivamente desplazadas por cruces u
otro tipo de monumentos conmemorativos.
Salvo las dos piezas prerrománicas de Valdelateja,
todas las estelas estudiadas responden a una misma
tipología: la discoidal. Aunque ninguna de éstas haya
aparecido "in situ", se sabe que la de Tablada señalaba la cabecera de una sepultura. No obstante, la
ausencia del vástago, por rotura antigua, permite asegurar que ésta no fue su posición original. Aún así,
las estelas eran destinadas a hincarse en tierra junto a
la cabeza del cadáver mediante un pie a fin de marcar
y rememorar la ubicación del enterrado. En los demás
casos, no fue posible su relación por falta de datos o
por hallarse fuera de su contexto arqueológico, lo
cual no obsta su vinculación a sus correspondientes
yacimientos. El ejemplar de Valdelateja -primitivamente incrustado en los muros de la capilla de las
Santas Centola y Elena de la derruida iglesia de Santa Eulalia- debe proceder también de un cementerio
inmediato.
Todas ellas se han hallado en necrópolis cuyo
denominador común es la existencia de sarcófagos, al
parecer lisos, si bien en Valdelateja hay constancia de
uno con ornamentación incisa a base de semicírculos.
De momento, sólo escapa a la norma la estela de Huidobro. En dos ocasiones (Tablada y Valdelateja) los
sarcófagos llegan a coexistir con tumbas de lajas,
cosa también muy presumible para Quintanaloma y
Sedano. No extrañaría, por tanto, que en Huidobro
apareciese este tipo de sepulcro.
Pese al elevado número de necrópolis conocidas,
llama la atención la escasez de estelas catalogadas. El
hecho no debe imputarse al estado de la investigación
sino a una realidad original. Estas piezas están realizadas preferentemente en piedra caliza del país, de
color blanquecino o marrón claro, cuyos anversos y
reversos han sido cuidadosamente trabajados y alisados para, en el mejor de los casos, trazar la ornamentación. El canto del disco es siempre liso y de factura
bastante más descuidada. Nada puede adelantarse
acerca de la forma y tallado de los vástagos ya que
ninguno se ha conservado íntegramente.
Aparte los ejemplares lisos (Huidobro y Sedano ),
la decoración, situada tanto en el anverso como en el
reverso, reitera monótonamente idénticos motivos
(Tablada y Valdelateja) o bien introduce alguna
modificación compositiva sin alterar el tema básico
(Quintanaloma). En los dos primeros casos, la técni-
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
ca utilizada es la incisión, mientras que en el segundo y en los ejemplos prerrománicos de Valdelateja
aparece también el biselado. El motivo ornamental
de la estela tabulatense es una rueda solar, desprovista de su significado prístino, y asimilada a la interpretación cosmológica del cristianismo. En dos ocasiones, el motivo es la cruz de brazos iguales. La de
Valdelateja, pese a los errores del trazado, exhibe
una cruz griega de brazos rectilíneos y paralelos,
mientras que la de Quintanaloma presenta unos brazos divergentes a modo de cruz patada. A pesar de la
ausencia de epígrafes, la presencia de motivos crucíferos, omitiendo cualquier otro signo de tipo personal o profano, nos remite sistemáticamente al mundo
cristiano. Este hecho hace pensar en una cronología
relativamente tardía (siglos XII y XIII) (DE LA
CASA y DOMENECH, 1983), pues fue a partir del
primero cuando la figuración y el uso de la cruz
experimentaron un gran desarrollo a raíz de la paz de
la Iglesia. Sin embargo, la falta de cruces latinas abogaría por fechas más antiguas o, al menos, por la pervivencia de un repertorio anterior. De todas formas
hay que resaltar su constante relación con edificios
románicos datados provisionalmente durante el siglo
XII (Tablada, Quintanaloma) o principios del XIII
(Valdelateja), lo cual redundaría en lo ya adelantado.
El ejemplar tabladeño parece más antiguo. La decoración de varias losas sepulcrales con idéntica técnica e incrustadas en los muros de la ermita románica
permitiría remontar su antigüedad al siglo XI por lo
menos, lo que asimismo parece confirmar la temática de raigambre pagana (CAMPILLO, 1992-93). La
existencia de dientes de sierra incisos en el sarcófago de Quintanaloma, sin duda relacionado con su
estela, aconseja también la datación de ésta con anterioridad al siglo XII, en consonancia con otra navarra similar (ZUBIAUR, 1989).
Tanto desde el punto de vista formal, como estilítico o temático, existe una separación evidente entre
las dos estelas prerrománicas de Valdelateja y el resto. En ambos casos se trata de bloques cúbicos -el
uno con la cabecera redondeada- decorados más cuidada y prolijamente a base de un repertorio distinto.
Tras un análisis detallado, es de suponer que su factura debió inspirarse en una corriente artística de origen asturiano y de claro abolengo visigótico. Pese a
la ausencia de motivos claramente cristianos, es muy
probable su pertenencia a este mundo, sobre todo si
su presencia se relaciona con la inscripción de la
ermita de las Santas Centola y Elena (782) o con el
martirio de las vírgenes. Por de pronto, la primera
estela muestra una cenefa de círculos semejantes a
otros visigóticos hallados en Segóbriga y no muy
diferentes de algunos asturianos. Lo mismo puede
decirse de los motivos funiculares -tan característicos
del arte ramirense- o de los triángulos a bisel de fac-
179
tura afín a los hallados incrustados en la ermita románica de Tablada. La segunda pieza exhibe una escena
figurada de filiación romana junto con otros motivos
incisos muy vinculados al arte asturiano -decoraciones del reverso y remate del canto-, zig-zag inciso y
estrellas incisas en círculo. Por todo ello, su cronolo[3ía bien podría arrancar del siglo VIII y no remontar
el XI.
VI.- CONCLUSIONES
La Honor de Sedano pertenece a la comarca de
los Páramos, una de las más pobres de la provincia.
Esta pobreza natural, y por tanto económica, ha conllevado la renuncia a toda indagación científica. Los
primeros pasos, aún tímidos y tardíos, no hicieron
más que corroborar el escaso empaque de la arqueología local. El éxodo rural y el avance de la vegetación han supuesto el golpe de gracia a la investigación arqueológica de la zona. Sin embargo, la
tenacidad y la entrega han permitido recuperar una
buena parte de los vestigios sepulcrales pertenecientes al hombre medieval. Fruto de esta labor es la
catalogación de un elevado número de necrópolis
(61), lo cual no significa que se conozcan todas, ya
que todavía yacen muchas sepultadas bajo tierra. El
incremento cuantitativo con respecto al inventario
de la carta arqueológica del ex-partido judicial de
Sedano es notorio no sólo en virtud de la recopilación bibliográfica precedente sino también por la
utilización de la tiponimia, por la consulta de las
fuentes manuscritas y, sobre todo, por la realización
de encuestas.
El trabajo marca una ruptura clara en lo concerniente al panorama precedente. A partir de ahora, la
Honor de Sedano destacará en el ámbito de la arqueología medieval burgalesa -pese a la carencia
momentánea de excavaciones- por la rigurosidad,
exhaustividad y análisis global del conjunto de evidencias sepulcrales. Así pues, este aporte supone la
primera sistematización general del fenómeno funerario medieval en la zona. Todo ello ha requerido la
recopilación de una gran variedad de datos -amén
de los bibliográficos- sobre antiguos y nuevos yacimientos. Ello ha sido posible gracias a la colaboración de muchos ancianos pues, de otro modo, corrían peligro de perderse para siempre. Además de
estas precisiones, conviene destacar el papel desempeñado por el material fotográfico ya que permite
conocer restos ya desaparecidos junto con otros
existentes pero que tienen grave riesgo de deterioro
o pérdida definitiva. Asimismo quedan patentes las
múltiples dificultades que se han interpuesto a la
hora de realizar este estudio. Algunas son de carácter extrínseco como la escasez de trabajos específi-
180
JACINTO CAMPILLO CUEVA
cos; otras de carácter intrínseco como fueron las circunstancias que envolvieron el descubrimiento de
estos hallazgos, nunca comunicados a las autoridades arqueológicas competentes y, por tanto, privados de datos de primera mano. La ocultación posterior de los mismos hizo que nuestro estudio se basara en las comunicaciones orales de testigos oculares.
Estas eventualidades entrañaban la pérdida irreparable de casi todos los vestigios exhumados o bien la
mala conservación de los abandonados a la intemperie. Un inconveniente más ha sido la falta de ajuares funerarios así como cualquier otro tipo de material susceptible de aportar mayores precisiones cronológicas.
Pero quizá la gran novedad no haya sido el número de nuevos yacimientos sino la calidad y abundancia de las piezas sarcofágicas. Resulta paradójico que
en un terreno quebrado, habitado por gente pobre y
preocupada por los quehaceres cotidianos, pudieran
conseguirse sarcófagos provistos de tal refinamiento
artístico sólo comparables con ejemplares afines aparecidos en la Bureba, mucho más rica y poblada
durante la Edad Media. Sin embargo, estas elocuentes muestras de un arte funerario popular son excepcionales o inexistentes en otras áreas provinciales o
extraprovinciales. Ello implicaría el nacimiento de
una corriente artística homogénea que parece imponerse durante los momentos previos al despegue del
románico local y que supone el triunfo de una sensibilidad nueva, autóctona y enraizada en lo visigodo,
tal vez favorecida, en algunos casos, por la llegada de
mozárabes. En realidad, la mayor o menor calidad de
las obras está relacionada también con el material
escogido. Frente a la toba, de fácil cortado, está la
caliza, preferida en los enterramientos de más categoría y en parte destinados a llevar decoración. Este
mérito queda asimismo reflejado en las estelas, piezas íntimamente unidas a la presencia de sarcófagos.
A primera vista, parece que tanto las tumbas de
lajas como las excavadas en la roca o los sarcófagos
escogen un tipo de emplazamiento similar. Esta predilección se hace en función de los núcleos habitados.
Así el mayor número de necrópolis se concentra en
torno a las localidades de mayor población como fueron Sedano, Tubilla, Tablada, Valdelateja, Escalada o
Terradillos. Y como éstos se establecen en los cursos
de los ríos -especialmente del Rudrón- esto quiere
decir que los cementerios abundan en los valles frente a los páramos que quedan prácticamente vacíos,
con excepción de alguna hondonada a modo de oasis
en la paramera. Más concretamente, las necrópolis se
ubican allí donde hay o ha habido templos antiguos,
sean iglesias parroquiales, monasteriales o ermitas,
sitas preferentemente dentro del caserío o, a lo sumo,
en su periferia, aunque no falten ejemplos alejados de
él. Estos cementerios se disponen alrededor del san-
tuario, distanciándose de él a medida que aumenta el
espacio sepulcral. Son excepcionales los casos en que
las sepulturas no se asocian con templos cristianos.
Entonces suelen ubicarse en parajes distantes que, de
momento, las fuentes manuscritas no permiten dilucidar una conexión que, sin embargo, damos por segura.
Según datos actuales, estas necrópolis son en realidad reducidas en cuanto a extensión. Tamaño que
está en razón del espacio que dajan disponible los
accidentes geográficos (lomas, cortados ... ), en función de la escasa población y en relación al período
que se utilizó como cementerio. No obstante, otras
como la de Santiago, parece bastante más extensa.
Dentro de ellas predominan aquéllas con tumbas de
lajas las cuales llegan a constituir más de la mitad; le
siguen las de sarcófagos y, a bastante distancia, las
excavadas en la roca y otras variantes poco representativas o de tipología desconocida. Las modalidades
de lajas y sarcófagos suelen coexistir dentro del mismo espacio y también, en parte, dentro del mismo
tiempo. Sin embargo, las tumbas excavadas en la roca
suelen aparecer sin asociación alguna. Este hecho no
implica obligatoriamente que sean anteriores o posteriores a las otras, pues también llegan a convivir en
algún momento. Con todo se consideran, en su inicio,
de cronología más antigua que el resto y los sarcófagos de fecha más reciente. Aunque existen variedades
dentro de cada tipo, ello resulta poco expresivo en
nuestro ámbito geográfico ya que en su mayoría no se
conservan íntegras y las informaciones orales tampoco son lo suficientemente claras. Entre las tumbas de
lajas prevalecen las rectangulares aunque también se
documentan trapezoidales. Las excavadas en la roca
pertenecen al tipo de bañera, a veces con tendencia
trapezoidal muy acentuada, siendo muy raras las
antropomorfas. En los sarcófagos predominan los de
vaciado trapezoidal, existiendo algún caso con cabecera semicircular y hombros rectos. Son excepcionales los de bañera.
La orientación de todas estas tumbas es la típica
de las sepulturas cristianas medievales. Los pies se
hallan al oriente, mientras que la cabeza se coloca al
oeste, mirando hacia la salidad del sol, a Tierra Santa. Existen, sin embargo, pequeñas variaciones
dependiendo de la estación del año en que se practicó
la inhumación, de la resistencia de la roca o del espacio disponible. Pero, en general, se respeta escrupulosamente la orientación generalizada.
No existen datos suficientes en la Honor como
para datar con total precisión estas sepulturas. Ni las
fuentes escritas ni la epigrafía ni los vestigios artísticos son fidedignos, aunque permitan establecer una
fecha "post quem" o "ante quem". Es seguro que el
momento más antiguo está representado por dos estelas prerrománicas de Valdelateja. Según sus caracte-
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
rísticas, relacionadas con el arte asturiano impregnado
de fuerte visigotismo, y a tenor de la fecha (782) grabada en la ermita de las Santas Centola y Elena, pueden situarse en el siglo VIII, o incluso antes, en alusión a la degollación de las mártires acaecida en el
siglo IV. Estos son, por tanto, las primeras señales del
cristianismo en nuestra zona. Sin embargo, la documentación diplomática no comienza a citar fundaciones monásticas hasta los siglos IX y, sobre todo, X,
por lo que sería a partir de entonces cuando surgirían
las necrópolis más antiguas. El apogeo cabe situarlo
poco después, a la par del desarrollo del románico y
del gótico (siglos XII y XIII). Para obviar los inconvenientes que deparan los datos honoriegos se ha de
acudir a estudios de especialistas foráneos. Según
estos, aún admitiendo la mayor antigüedad de las tumbas excavadas en la roca, su cronología es muy amplia
ya que abarca desde los siglos VIII y IX hasta el XV.
No obstante, las tumbas de lajas ya eran utilizadas por
los visigodos. Se considera que los sarcófagos surgen
más tardíamente aunque llegan a coexistir y convivir
con aquéllas. Su presencia quizás esté en consonancia
con la mayor categoría o riqueza del difunto en una
época de claro desarrollo económico.
Pese a la falta o suma escasez de pruebas, el
cadáver se disponía en posición de decúbito supino
con las piernas extendidas y los brazos flexionados
sobre el pecho o la pelvis. Las circunstancias inherentes a los hallazgos han impedido su estudio
antropológico aunque consideramos que, por las
dimensiones de las tumbas, predominaron los enterramientos de adultos, de estatura media no superior
a 1,70 m. y con las patologías propias de la población medieval. No les acompañaba ajuar funerario
alguno y la presencia de fragmentos cerámicos,
monedas, etc. no debe, de momento, viricularse
directamente con el difunto.
Así pues, el presente estudio supone la superación
de las cotas alcanzadas en la carta arqueológica. Primero porque analiza de forma monográfica el mundo
funerario de la Edad Media. Segundo porque se significa por un incremento numérico, una complementariedad y una mayor exhaustividad. Ello nos lleva a
un mejor conocimiento de este período, dado que las
fuentes diplomáticas apenas si arrojan alguna luz al
respecto.
A tenor del número de necrópolis catalogadas,
puede deducirse la gran importancia que tuvo la repoblación en la Honor de Sedano. El hábitat se basó en
el establecimiento de pequeños núcleos situados en
los valles, al amparo de los vientos, relativamente
próximos y divididos en barrios. Cada barriada poseería un pequeño templo y toda la colectividad una
iglesia, ambos provistos de su correspondiente
cementerio. Esta forma de poblamiento ha perdurado
hasta nuestros días. La íntima relación existente entre
181
los santuarios y las necrópolis iriduce a pensar en la
enorme fuerza de la religiosidad en el hombre del
medievo. Es allí donde deja las primeras muestras
funerarias; allí donde reproduce por primera vez, en
estelas y sarcófagos, temas y símbolos cristianos y es
allí, finalmente, donde encuentra la morada eterna,
previa a la vida del Más Allá.
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42°50'
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Fig. 2. Distribución de las necrópolis medievales de la Honor de Sedano (la numeración coincide con la del catálogo de yacimientos.)
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
Foto l. Huidobro. Estela discoidal de El Cementerio.
Foto 2. Quintanaloma. Fragmento de sarcófago
empotrado en la tapia del camposanto.
Foto 3. Quintanaloma. Estela discoidal hallada en
el cementerio de la iglesia. Anverso.
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Foto 4. Quintanaloma. Estela discoidal hallada en
el cementerio de la iglesia. Reverso.
Foto 5. San Felices del Rudrón. Fragmento de
cubierta de sarcófago depositado junto a la
iglesia.
Foto 6. Sedano. Tumbas de Valtubilla.
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
Foto 7. Sedano. Tumba de lajas de Santiago.
Foto 8. Sedano. Necrópolis de San Juan.
Foto 9. Sedano. Cubierta de sarcófago de Monasteruelo.
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Foto 9 bis. Sedano. Estela discoidal de Monasteruelo.
Foto 10. Tablada del Rudrón. Estela discoidal de
La Ermita.
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
Foto 11. Tablada del Rudrón. Fragmento de
sepulcro empotrado en los muros de la
ermita de la Inmaculada.
Foto 12. Tubilla del Agua. Restos de extracción
de sarcófagos en Cueva los Moros.
Foto 13. Tubilla del Agua. Sarcófago de Fuente
la Toba.
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Foto 14. Tubilla del Agua. Flanco longitudinal de
un sarcófago de San Quirce.
Foto 15. Tubilla del Agua. Flanco longitudinal de
un sarcófago de San Quirce.
Foto 16. Tubilla del Agua. Fragmento de sarcófago de San Quirce.
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
Foto 17. Tubilla del Agua. Frontal de un sarcófago de San
Quirce.
Foto 18. Tubilla del Agua. Fragmento de sarcófago de San Quirce.
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Foto 19. Tubilla del Agua. Cubierta plana de sarcófago de San Quirce.
Foto 20. Tubilla del Agua. Fragmento de cubierta
de San Quirce.
Foto 21. Tubilla del Agua. Fragmento de cubierta
de San Quirce.
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
Foto 22. Valdeajos. Fragmento de cubierta de sarcófago de El Cementerio.
Foto 23. Valdelateja. Fragmento de cubierta de
sarcófago depositado en la ermita de las
santas Centola y Elena.
Foto 24. Valdelateja. Estela discoidal depositada
en la ermita de las santas Centola y Elena. Anverso.
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Foto 25. Valdelateja. Estela discoidal depositada
en la ermita de las santas Centola y Elena. Reverso.
Foto 26. Valdelateja. Fragmento de estela discoidal depositada en la ermita de las santas
Centola y Elena. Anverso.
Foto 27. Valdelateja. Estela depositada en la
ermita de las santas Centola y Elena.
Anverso
LAS NECROPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS DE LA HONOR DE SEDANO (BURGOS)
Foto
/
28.
Valdelateja. Estela depositada en la
ermita de las santas Centola y Elena.
(
~--Reverso.
Foto 29. Valdelateja. Estela depositada en la
ermita de las santas Centola y Elena.
Remate de la cabecera.
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