Estudios del Maestro Ezequiel Ataucusi Gamonal quienes serán convocados dentro del horario estipulado para entonar los salmos y los himnos celestiales. Al inicio de la entonación de los salmos, los contrayentes deberán ingresar a la Iglesia con su vestimenta (túnica) y se ubicarán delante del pulpito y la Ley Real; los contrayentes ingresarán con sus respectivos testigos de la forma siguiente: 4.1 El contrayente ingresará acompañado de su madrina, de su testigo se ubicará al lado izquierdo del contrayente, la testigo tomará la mano izquierda ligeramente del contrayente y se ubicarán frente al pulpito, la testigo dará dos pasos laterales a la izquierda dejando un espacio para que se ubique la contrayente. (Todos de pie). 4.2 La contrayente ingresará acompañada de su testigo, el testigo se ubicará al lado derecho de la contrayente, la contrayente tomará la mano izquierda ligeramente del testigo y se ubicarán frente al pulpito, la contrayente se ubicará al lado izquierdo del contrayente tomando de la mano izquierda a éste, el testigo se ubicará al lado derecho del contrayente. 5. Al concluir los cánticos de los salmos, el Sacerdote se dirigirá en oración hacia el Señor; a continuación se procede a la lectura de la Ley Real a cargo del Pastor de la Iglesia. Una vez concluida la lectura de la Ley Real, el Sacerdote procederá la CEREMONIA DEL MATRIMONIO. CONSTITUCIÓN DEL MATRIMONIO ETERNO ARTÍCULO 75.- En la Iglesia, una vez leído la Ley Real, el Sacerdote iniciará la Ceremonia, explicando lo siguiente: Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; haréle ayuda idónea para él. Gn. 2: 18. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y allegarse ha a su mujer, y serán una sola carne. Gn. 2: 24. Y él respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, macho y hembra los hizo. Mt. 19: 4. Y dijo: Por tanto, el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne?. Mt. 19: 5. Honroso es en todo el matrimonio, y el lecho sin mancilla; mas a los fornicarios y a los adúlteros juzgará Dios. He. 13: 4. Mas también si tomares mujer, no pecaste; y si la doncella se casare, no pecó: pero aflicción de carne tendrán los tales: mas yo os dejo. 1 Co. 7: 28. Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad, que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol. Ec. 9: 9. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu mocedad, contra la cual tú has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. Mal. 2: 14. El que halló esposa halló el bien, y alcanzó la benevolencia de Jehová. Pr. 18: 22. 1. LO QUE DIOS UNE, NO HAY QUIEN LO SEPARE Así que, no son ya más dos, sino una carne: por tanto, lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre. Mt. 19:6. La mujer casada está atada a la ley, mientras vive su marido; mas si su marido muriere, libre es: cásese con quien quisiere, con tal que sea en el Señor. 1 Co. 7:39. Porque la mujer que está sujeta a marido, mientras el marido vive está obligada a la ley; mas muerto el marido, libre es de la ley del marido. Ro. 7:2. Así que, viviendo el marido, se llamará adúltera si fuere de otro varón; mas si su marido, muriere, es libre de la ley; de tal manera que no será adúltera si fuere de otro marido. Ro. 7:3. Y les dice: Cualquiera que repudiare a su mujer, y se casare con otra, comete adulterio contra ella. Mr. 10:11. Y si la mujer repudiare a su marido y se casare con otro, comete adulterio. Mr. 10:12. Aquel hombre será castigado en las calles de la ciudad, y donde menos lo piensa se verá sorprendido. Eclesiástico (Sirácides) 23:21. Así también la esposa que abandonó a su marido y le suscitó heredero de extraño. Eclesiástico (Sirácides) 23:22. Porque primero desobedeció la Ley del Altísimo; en segundo lugar pecó contra su marido; en tercer lugar se manchó con adulterio, dándole hijos de otro hombre. Eclesiástico (Sirácides) 23:23. Esta tal será llevada a la asamblea, y se investigará sobre sus hijos. Eclesiástico (Sirácides) 23:24. Después de concluir la lectura de los consejos de Dios, el Sacerdote, preguntará a los contrayentes con éstas frases: ¿Ustedes han decidido voluntariamente a realizar este matrimonio? Y los contrayentes tendrán que responder con todas sus facultades, el ¡Sí!. 2. DEBER DEL VARON Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Ef. 5:25. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis desapacibles con ellas. Col. 3:19. Vosotros maridos, semejantemente, habitad con ellas según ciencia, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como á herederas 80 juntamente de la gracia de la vida; para que vuestras oraciones no sean impedidas. 1 P. 3:7. 3. EL DEBER DE LA VARONA Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor. Ef. 5:22. Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Col. 3:18. Asimismo vosotras, mujeres, sed sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conversación de sus mujeres. 1 P. 3:1. 4. EL DEBER DE LOS TESTIGOS (PADRES) Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. Ef. 6:4. Mostrándote en todo por ejemplo de buenas obras; en doctrina haciendo ver integridad, gravedad. Tit. 2:7. Y estas palabras que yo te mando hoy, están sobre tu corazón: Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Dt. 6: 6,7. Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas, ora sentado en tu casa, o andando por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes. Dt. 11:19. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra: porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia en ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, gente grande es ésta. Dt. 4:6. La misma ley será para el natural y para el extranjero que peregrinare entre vosotros. Ex. 12:49. El Sacerdote se dirigirá en oración al Señor Dios de Israel, encomendado a los contrayentes: “Conforme que tú constituisteis la ley del matrimonio sea notorio delante de tu presencia, solamente en tus manos encomiendo esta pareja, que tú lo guardes de tentaciones, peligros y enfermedades, en sus aflicciones estés atento a sus oraciones o plegarias”. Bendígales Señor. Después de todos estos actos el Sacerdote, se acercará a los contrayentes en sus emplazamientos, tomará la mano derecha del contrayente y luego la mano izquierda de la contrayente; el Sacerdote hará que ambos se enlacen de palmo a palmo entrecruzados y estrechadas sus manos; este gesto significa UNION ETERNO. Una vez que los contrayentes están enlazados de sus manos, el Sacerdote procederá a ungir con el aceite de olivo, primeramente en la cabeza de ellos y luego en las manos enlazadas; y expresará la frase que dice así: “OS BENDIGO EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO; OS DECLARO MARIDO Y MUJER”. Pasado el plazo de ocho días, los cónyuges deberán apersonarse a la Oficina Central del Cuerpo Eclesiástico, para recoger el certificado del Matrimonio Eclesiástico. La Ley de los Celos (adulterio) ARTÍCULO 76.- La persona que tiene celos sospecha de otros sin causa justificada o se resiente que se dé a otro lo que sin justificación afirma que es suyo. La persona envidiosa desea o codicia la buena fortuna y los logros de otros. Suelen traducirse en la Biblia “celos”, ardor y en ocasiones “envidia”. Estos celos tienen un efecto perjudicial en la salud física de la persona, pues “un corazón calmado es la vida del organismo de carne, pero los celos son podredumbre a los huesos”. Pr. 14:30. Los celos resultan de albergar sospecha o resentimiento dentro de la misma persona. Pueden ser más destructivos que la furia o la cólera, porque pueden estar arraigados más profundamente, ser más duraderos y persistentes y apaciguarse con menos facilidad. No suelen hacer caso a la razón. Pr. 27:4. Por otra parte, los celos de un hombre enfurecido con razón contra otro que comete adulterio con su esposa no se apaciguan con ninguna clase de excusa o rescate. Pr. 6:32-35. Los celos pueden llevar a una persona hasta el punto de pecar contra Dios, como hicieron los diez medio hermanos de José. Gn. 37:11; Hch. 7:9. Pueden hacer que una persona y otros implicados pierdan la vida, como sucedió en el caso de Datan, Abram y sus respectivas casas. Sal. 106:16, 17. Todavía peor, los celos incitaron a los judíos incrédulos a cometer serios delitos contra los apóstoles y, además, a incurrir en blasfemia e intento de asesinato. Hch. 13:45,50; 14:19. Celos conyugales. El celo por el cónyuge está justificado si el motivo es procurar su bienestar, pero los celos y la desconfianza sin fundamento son incorrectos y carecen de amor; además, puede resultar la ruina del matrimonio. 1 Co. 13:4,7. La ley mosaica indicaba cómo proceder en casos de celos, cuando el marido sospechaba que su esposa era adúltera en secreto. Si no había los dos testigos necesarios para probar la acusación de manera que los jueces pudiesen actuar y aplicar la sentencia de muerte, el procedimiento que prescribía la ley era que la pareja se presentara ante el sacerdote, el representante de Jehová. Esta acción constituía un llamamiento a Jehová, que estaba al corriente de todos