INTERPONE RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL. Excelentísima Suprema Corte: ANTONIO FIDEL GIMENEZ IBAÑEZ, con el patrocinio del señor Defensor Oficial de Casación de la Provincia Dr. Mario Luis Coriolano, en la causa Ac. 84.479 de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia caratulada “GIMENEZ IBAÑEZ, ANTONIO FIDEL. INCIDENTE DE LIBERTAD CONDICIONAL”, a VV.EE. respetuosamente me presento y digo: I.- Objeto. De acuerdo a lo preceptuado en los arts. 256/7 del C.P.CyC.N., interpongo recurso extraordinario en el art. 14 de la ley 48 contra la sentencia de esa Suprema Corte del 23 de octubre de 2002, mediante la cual VV.EE. decidieran desestimar el recurso de inaplicabilidad de ley interpuesto contra la sentencia de la Sala I de la Cámara Departamental de San Martín que -actuando como tribunal de feria- rechazara el recurso de apelación deducido a su vez contra la resolución del Juez de Transición de Morón que -a su turno- rechazara el pedido de agotamiento de pena y resolviera no expedirse sobre la solicitud de libertad condicional. Por las razones que expondré, solicito se conceda el recurso a fin de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación deje sin efecto el pronunciamiento de VV.EE., dictando o mandando dictar uno nuevo conforme a derecho (art. 16 ley 48). II.- Antecedentes generales de la causa relevantes para la explicación de lo debatido en autos. Previo a desarrollar los antecedentes puntuales de la decisión que vengo a poner en crisis (vgr., los agravios portados en el recurso desestimado, los fundamentos del pronunciamiento de la Cámara de Apelaciones atacado mediante aquel, del recurso de apelación, de la sentencia de primera instancia y de la petición originaria; 1 infra, punto "III.-"), expondré otros antecedentes de autos que, como marco en que aquella ha recaído, permiten explicar los efectos reales y concretos de la decisión que ataco. Particularmente, destinados a percibir dos extremos: uno, que contra lo decidido por VV.EE. la sentencia atacada mediante el recurso de inaplicabilidad de ley que han desestimado era definitiva; otro, que el cuadro que presentan estos autos perfilan un caso de privación de justicia. A. Las condenas y la pena única impuesta. A.1. El Juzgado en lo Criminal N° 2 del Departamento Judicial San Martín (causa 13.087) me condenó, mediante sentencia recaída el 2 de noviembre de 1976, a la pena de 18 años de reclusión, accesorias legales y costas, por considerarme autor de dos robos calificados en concurso real con participación secundaria en un doble homicidio agravado; sucesos ocurridos el 3 de abril de 1971 (v. copias obrantes a fs. 156/176 de estos autos principales). El 5 de mayo de 1978 la Sala I de la Cámara de Apelaciones de San Martín (tramitando la causa bajo el número 3667) modificó ese pronunciamiento y me consideró partícipe primario en el delito de doble homicidio agravado en concurso real con la autoría dos robos calificados; imponiéndome la pena de prisión perpetua, accesorias legales y costas. Esa sentencia fue notificada a mi entonces defensor oficial el 23 de mayo de 1978, por lo que habría pasado en autoridad de cosa juzgada el 6 de junio de ese mismo año (fs. 178/206). Habiendo estado detenido desde el 1 de junio de 1971, se me concedió la libertad condicional el 2 de julio de 1987 (fs. 255). A.2. El 27 de marzo de 1992, el Juzgado en lo Criminal N° 9 de Morón (causa n° 30.631) me condenó a la pena de 4 años de prisión, accesorias legales y costas, por considerarme coautor 2 de lesiones leves en concurso ideal con el delito de lesiones graves, revocándose la libertad condicional concedida en la causa 13.087 y declarándome reincidente (fs. 313/318). Esa condena fue confirmada por la Sala I de la Cámara de Apelaciones de Morón (causa n° 12.183) el 8 de septiembre de 1992, con excepción al monto de pena que se vio reducido a 3 años y 10 meses de prisión (fs. 361/364). Sentencia que me fue notificada el 30 de septiembre de ese mismo año, pasando en autoridad de cosa juzgada el 14 de octubre de 1992 (fs.368). Con motivo de este proceso, fui detenido el 12 de enero de 1991, permaneciendo ininterrumpidamente en esa condición hasta la actualidad. A.3. El 15 de abril de 1993 se unificaron las penas impuestas en las respectivas causas en la imposición de la pena de prisión perpetua con declaración de reincidencia (fs. 380/382), que fuera confirmada por la Sala I de la Cámara de Morón a fs. 394/395. B. Tiempo de detención imputable al cumplimiento de la pena única. Conforme a lo expuesto y a la aplicación que los tribunales competentes han hecho de los cómputos beneficiosos previstos en las leyes 23.070 (fs. 405) y 24.390 (fs. 452 del principal; fs. 29/32 del incidente de excarcelación) llevo cumplidos, al 22 de marzo de 2003, 38 años, 3 meses y 5 días de prisión. Ello es así desde que: B.1. Por el primero de los procesos permanecí detenido ininterrumpidamente desde el 1/6/71 hasta el 2/7/87, fecha en que se me concedió la libertad condicional. Esto deriva en un sub-total de 26 años y 25 días de prisión que se obtienen de sumar: 1) 2 años de cómputo simple desde el 1/6/71 hasta el 1/6/73; 2) 5 años 7 meses y 18 días, de computar conforme a la ley 24.390 el lapso de 2 años, 9 meses y 24 días transcurrido entre el 1/6/73 y el 3 24/3/76, fecha en que debe comenzar a computarse también la atenuación impuesta por la ley 23.070; 3) 6 años, 7 meses y 9 días que son producto de la aplicación que se ha hecho (fs. 405 y 452) de las leyes 24.390 y 23.070 al lapso de 2 años, 2 meses y 13 días transcurrido desde el 24/3/76 hasta el 6/6/78, fecha en que pasó en autoridad de cosa juzgada la sentencia de la Cámara de San Martín; 4) 8 años, 3 meses y 6 días obtenidos de computar 3 por 2 -aplicando únicamente la ley 23.070- el lapso que va desde el 6/6/78 hasta el 10/12/83, fecha de asunción de las autoridades democráticas; 5) 3 años, 6 meses y 22 días que, contados simple, transcurrieron entre el 10/12/83 y el 2/7/87, en que obtuvo la libertad condicional. B.2. Con motivo del segundo proceso, y de la pena única firme, deben sumarse 12 años, 2 meses y 10 días de prisión, transcurridos desde el 12/1/91 -fecha en que fui nuevamente detenido- hasta el día de la fecha -22/3/2003-, sin que corresponda aplicar el cómputo beneficioso de la ley 24.390 habida cuenta que la condena quedó firme el 14/10/92 (me fue notificada el 30/9/92). C. Los sucesivos pedidos para la determinación de la sanción y sus denegatorias, de similar tenor a la que se atacaba mediante el recurso desestimado. Impuesta la pena única, efectué sucesivas presentaciones que, en definitiva, reclaman una determinación temporal de la pena: requerí, en tal sentido, la libertad condicional, la declaración de agotamiento de la pena, y en una oportunidad la "fijación de pena". Paso a describir esos pedidos y las resoluciones recaídas. C.1. El 10/12/93 solicité -por derecho propio- la libertad condicional (fs. 1 del incidente de libertad condicional), pues consideraba cumplido el requisito temporal transcurridos 23 años y 10 meses de prisión. 4 El entonces Juez en lo Criminal, Dr. Osvaldo E. Lorenzo, denegó la solicitud el 17/12/93, considerando que "la ley vigente en el Art. 14 del Código Penal es clara al señalar que la libertad condicional no se concederá a los penados declarados reincidentes; por lo tanto…no resulta viable conceder la libertad que en este sentido peticionó el penado Giménez…". (fs. 3). C.2. Una nueva solicitud de libertad condicional por derecho propio fue presentada el 29/6/94 (fs. 7 del incidente de libertad condicional). Un nuevo Juez, el Dr. Alberto Raúl Cano, la denegó "…teniendo en cuenta que Giménez fue declarado reincidente por sentencia firme, de conformidad con lo dispuesto en el Art. 14 del Código Penal, concluyo de que [sic] el beneficio impetrado por Giménez no resulta viable y por lo tanto no he de conceder su libertad condicional y así he de pronunciarme." (fs. 11). Al ser notificado de esa resolución en mi lugar de detención manifesté que "Apelaba" (fs. 14). Esa voluntad recursiva fue tomada como un recurso de apelación en sentido propio y tratado como tal sin que se diera intervención alguna de la defensa técnica (en mi caso, la oficial). La causa fue radicada en la Sala de Feria de la Cámara de Apelaciones de Morón -integrada por los Dres. Parera, Donato y Bordieu-, que el 15/7/94 confirmó la resolución del Juez en lo Criminal considerando también que la declaración de reincidencia impide (art. 14) la concesión de la libertad condicional del art. 13 del Código Penal (fs. 18/19). El entonces defensor oficial, Dr. Pedro Rodríguez, se notificó el 1/8/94 sin formular manifestación alguna (fs. 20). Al notificárseme esa decisión el 25/7/94 (fs. 23) manifesté que "apelaba". A fs. 24, sin dar intervención al defensor oficial el Juez en lo Criminal -a quien sólo se había encomendado mi notificación de la resolución de la Alzada- resuelve que "…A la apelación formulada por Antonio Fidel 5 Giménez Ibáñez a fs. 23, NO HA LUGAR por improcedente y estése a lo resuelto por la Cámara a fs. 18/19." C.3. El 13/12/95 solicité mi "libertad por condena cumplida" o bien mi libertad condicional (fs. 471 del principal). Pedido que fue denegado (fs. 472) era perpetua y que, además, fui declarado reincidente, con aplicación del art. 14 del CP. A fs. 474 manifesté que "apelaba" (18/12/95). A fs. 479/481 efectué una presentación ante la Cámara departamental. Recién el 12/3/96, la Sala I de la Cámara -integrada por los Dres. Puricelli, Moldes y Parera- considerando que la pena no podía nunca agotarse por tratarse de prisión perpetua, en tanto que la libertad condicional no podía serme concedida por aplicación del art. 14 del CP, confirmó la decisión apelada "por sus fundamentos" (fs. 490/491). A fs. 495 fui notificado de esa decisión manifestando mi voluntad de "Apelar". A fs. 498 se notificó a mi defensor oficial, dr. Pedro Rodríguez, de mi voluntad recursiva; y a fs. 499, transcurrido el tiempo para efectuar reserva de recurrir ante Tribunales superiores sin que se la formulara y sin que la Sala considerase que la manifestación de fs. 495 constituía tal acto "in pauperis", se declaró firme la resolución. El lunes 2 de abril de 1996 a las 12:00 hs., el señor Defensor Oficial dr. Rodríguez fue notificado por cédula en su domicilio, sin manifestar nada al respecto (fs. 502). A fs. 503 fue notificado el suscrito. C.4. A fs. 516 volví a solicitar, in pauperis forma, mi libertad (14/10/96); y a fs. 417, vuelve el juez a denegármela con remisión a su decisión anterior y a la de la Cámara de Apelaciones. Quien así resolviera fue el doctor Jorge Rodríguez. Al ser notificado de ello, volví a "Apelar" (fs. 518). Sin que se diera intervención a la defensa oficial para que fundara la petición, la Cámara resolvió a fs. 522 (el 31/10/96) rechazar el recurso haciendo aplicación del art. 14 del CP. Notificado el Fiscal de Cámaras 6 en el expediente a fs. 523, se notifica pro cédula al dr. Pedro Rodríguez (fs. 527), y al suscrito a fs. 525. C.5. A fs. 530 del expediente principal, el 20/12/96, solicité la "fijación de pena", en presentación cuyo contenido consistía en un requerimiento de determinación del tiempo que me restaba cumplir para poder recuperar de algún modo mi libertad. Sin darse sustento técnico a esa petición, el 26/12/96 la Juez -dra. López Ossorino- "resolvió no hacer lugar al pedido de fijación de pena impetrado por Antonio Fidel Giménez" considerando que había sido condenado a la pena de prisión perpetua con declaración de reincidencia. C.6. El 21/10/99, se presenta el entonces Defensor Oficial, doctor Pedro Rodríguez, solicitando mi libertad por agotamiento de la pena única de prisión perpetua más declaración de reincidencia y, subsidiariamente, mi libertad condicional (fs. 26/27 del incidente de libertad condicional). Las razones en que se fundó fueron, sucintamente, las siguientes: a) que en un estado de derecho las penas perpetuas en sentido estricto como consecuencia que acompaña de por vida al condenado- son inconstitucionales (citó el art. 18 de la Constitución Nacional), por lo que resulta indispensable en el caso establecer cuándo y bajo qué condiciones recupera su libertad quien ha sido condenado a la pena de prisión perpetua con declaración de reincidencia, pariendo de que la solución de ese supuesto no es expresamente dada por la legislación de fondo. b) propuso entonces una interpretación armónica -y constitucionalmente admisible- de los arts. 13 y 53 del Código Penal: afirmó que a la luz del artículo 53 CP el condenado a prisión perpetua en última condena con más la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado puede solicitar la libertad condicional una vez transcurridos 25 años de prisión o reclusión, lo que -dijo- surje de sumar los 20 años a que refiere el artículo 13 del 7 CP mas otros 5 de cumplimiento de la pena accesoria prevista en el art. 53. Valga destacar que este último artículo -aún cuando el defensor no lo aclaró en su presentación- prevé la libertad condicional para multirreincidentes, por lo que mi calidad de reincidente por única vez no obsta a que se me conceda tal derecho. c) que, aplicando el régimen del art. 53, de sumarse a los anteriores 25 años otros 5 de cumplimento en libertad condicional, la pena debía considerarse agotada a los 30 años. d) al momento de esa solicitud, el suscrito llevaba cumplidos 34 años, 10 meses y 6 días. El 22/10/99 (fs. 28/29) el Juez de la causa, Dr. Cedarri, resolvió no hacer lugar al pedido de agotamiento de pena y denegar la libertad condicional: lo primero, porque la pena impuesta es perpetua; lo segundo, porque la calidad de reincidente obsta a la libertad condicional del art. 13 del CP, ignorando las invocación que el defensor oficial había hecho del art. 53 CP. Esa decisión fue "apelada" por mí a fs. 32 y por un nuevo Defensor Oficial -el dr. Gerardo Lucio Frega- a fs. 33, manifestando éste que lo hacía "…por los mismos argumentos expresados al efectuar la solicitud por el entonces titular de esta dependencia…". La Sala I de la Cámara de Apelaciones de Morón (con voto de los doctores Moldes y Borinsky) resolvió muy curiosamente esa petición, el 30/11/99. En primer lugar, omitió pronunciarse sobre la solicitud de agotamiento de la pena, pues estimó recurrida "la resolución… por la que el señor Juez a quo no hace lugar a la libertad condicional del nombrado, por aplicación de lo normado en le art. 14 del Cól Penal, atento su condición de reincidente." En segundo lugar, porque respecto de la denegatoria de libertad condicional resolvió "No pronunciarse sobre el tema materia de cuestionamiento… por existir cosa juzgada sobre el mismo en función de lo que surge de 8 fs. 18/19." Sin perjuicio de que en principio parece difícil que una primera solicitud de libertad condicional origine "cosa juzgada" respecto de un pedido subsiguiente, la referencia es a la resolución anterior que denegara el pedido anterior in pauperis forma de libertad condicional y su apelación (supra, punto 2), desconociendo la Cámara los nuevos argumentos que ponían en juego el régimen de libertad condicional para multirreincidentes del art. 53 del CP. A fs. 50 manifesté "Apelo: pido recurso de reserva a cámara de casación, que a mi me agravia por negarme la libertad condicional o tiempo cumplido." A fs. 51 otro defensor oficial, el doctor Eduardo H. Bermejo, formula reserva de recurrir en casación en el acto de notificarse de la resolución de la Cámara departamental. Interpuesta esa impugnación, la Sala II del Tribunal de Casación resolvió declararla inadmisible considerándose incompetente en atención a que se trataba de un juicio escrito conforme al régimen de la ley 3589 y modificatorias, por lo que no resultaba aplicable al caso el régimen de los recursos -particularmente, el nuevo recurso de casación- consagrado en el novel CPP, ley 11.922 (art. 4 inc. 3° de la ley 12.059, de aplicación "retroactiva" del nuevo ritual; fs. 53/55). Valga destacarse aquí que no se dedujo, junto al nuevo recurso de casación, impugnación alguna por ante la Suprema Corte provincial de las previstas en el rito anterior. C.7. A fs. 59/60 (el 13 de junio de 2001, fecha a la que había cumplido 36 años, 5 meses y 24 días) el Secretario de Ejecución Penal de la Defensoría General de Morón requirió nuevamente la declaración de agotamiento de pena y subsidiariamente mi libertad condicional. Los argumentos que sostuvieron ese pedido fueron sustancialmente los mismos que en la oportunidad anterior. El Juez de la causa -el 20/7/01- resolvió en esa oportunidad rechazar el pedido de agotamiento de pena, afirmando que "…desde que la pena impuesta al reo de mención no es de las 9 temporales sino perpetua, estimo[a] que no es posible determinar su agotamiento…". Respecto al pedido de libertad condicional, decidió no expedirse arguyendo: "…entiendo -como ya lo dijo la Sala I de la Alzada local a fs. 42/43 del presente incidente- no corresponde que me expida sobre la cuestión planteada, toda vez que existe cosa juzgada respecto de la misma.-" (fs. 61/62). A fs. 65 (el 6/8/01), en el acto de mi notificación practicado el 6/8/91 en la Unidad N° 25 del SPP -valetudinarios-, expresé que "apelaba a la Cámara de Apelaciones". Una nueva defensora oficial, la Dra. Alejandra Darnaud, se notificó el 21/8/01 sin efectuar manifestación alguna. Concedido el recurso de apelación por mi manifestación de voluntad recursiva se notificó de ello a otro defensor oficial, el dr. Rómulo Soria Paz -fs. 66 y vta.-, quien a fs. 70 se presenta a la Cámara brindando fundamentos al recurso, arguyendo que "…toda pérdida de derechos proveniente de la consecuencia jurídica de un delito, debe tener límite temporal dentro del sistema republicano, no siendo admisible que de un delito emerja una consecuencia jurídica negativa imborrable durante toda la vida del sujeto. Es por ello, que la carencia de un límite legalmente establecido en forma expresa en la ley, obliga a deducirlo por imperio constitucional, ya que lo contrario es incompatible con el art. 18 de nuestra Carta Magna."; e invocó nuevamente los argumentos referidos al juego armónico de los arts. 13 y 53 del CP para efectuar esa determinación temporal. Finalmente, formuló reserva del caso federal. La Sala I de la Cámara de Morón -esta vez con el voto de los dres. Parera y Moldes- resolvió declarar lisa y llanamente inadmisible el recurso por mí interpuesto in forma pauperis "por no haber indicado el motivo de agravio que lo sustenta. Con costas." (27/9/01; fs. 75). Al ser notificado de ello, nuevamente manifesté que apelaba "a la Excma. Suprema Corte de Justicia Pcial.. Hago uso del 10 derecho que corresponde. Pido reserva a la Excma. Corte Suprema de la Nación." (12/10/01; fs. 79). Esa manifestación de voluntad recursiva quedó sin ser provista de sustento técnico. III.- La decisión en crisis y sus antecedentes puntuales. El 23/11/01, la dra. Claudia Susana Bonanata, solicitó por quinta vez la declaración de agotamiento de la pena y -en subsidio- mi libertad condicional, por séptima vez. La presentación es prácticamente copia de la obrante a fs. 59/60 del incidente de libertad condicional (ver acápite anterior, punto C.7.). También la resolución del Juez de la causa obrante a fs. 86/87, recaída el 26/11/01- es similar a la recaída a fs. 61/62 del referido incidente. De ella se notificó la dra. Sandra Rolón -defensora oficial-; contra ella interpuso recurso de apelación otro defensor oficial, el dr. José Santiago Echeverría, el 10/12/01, mediante escrito obrante a fs. 89 de similar tenor al de fs. 70 (mejoramiento efectuado por el dr. Soria Paz del anterior recurso de apelación). Por mi parte, al ser notificado de la resolución denegatoria, volví a manifestar que apelaba a la Cámara con reserva de acudir a la Suprema Corte provincial (fs. 91). Entrado el receso de enero de 2002, la causa fue elevada a la Sala de Feria de San Martín que, con el voto de los dres. Moreno, Iacaruso y Petriz, resolvió confirmar por sus fundamentos la resolución del Juez de Transición de Morón que por enésima vez rechazaba el pedido de agotamiento de pena y decidía no expedirse sobre el nuevo pedido de libertad condicional (fs. 99/100). El dr. Echeverría formuló reserva de recurrir a la Suprema Corte provincial, el 25/2/02 (fs. 106); en tanto que yo manifestaba mi voluntad recursiva nuevamente (5/2/02; fs. 104). 11 El recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, interpuesto el 18/2/02 según el régimen de los recursos de la ley 3589 (recuérdese que el Tribunal de Casación Penal había resuelto que era inaplicable a esta causa el nuevo régimen recursivo consagrado en el novel CPP, ley 11.922, desestimando un recuso de casación interpuesto contra una decisión de idéntico tenor a la aquí recurrida -v. copia obrante a fs. 53/55 del incidente de libertad condicional-). En esa impugnación, el doctor Echeverría destacó que la negativa de la Sala de Feria -que repitiendo los argumentos de pronunciamientos anteriores de los órganos jurisdiccionales del departamento judicial Morón- a declarar cuándo se agotaría la pena que se me ha impuesto -de modo directo o bien determinando un tiempo para la obtención de la libertad condicional, arts. 13 y 53 CP- desconoce los arts. 1, 18, 75 inc. 22 de la C.N., "eludiendo de esta manera todas las garantías y límites del derecho penal…en cuanto no es admisible en un sistema republicano [la imposición] de penas inagotables." Explicó en tal sentido que "El art. 18 de la C.N. prohibe en forma expresa las penas que asumen el carácter de tormentos y azotes. En función del art. 75 inc. 22 de la Const. Nac. está expresamente prohibida la tortura, no sólo en sentido estricto, sino en sentido amplio, o sea cuando importe una pena 'un acto que inflinja intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves ya sea físicos o mentales, con el fin de castigarla por un acto que haya cometido o que se sospeche que haya cometido'. Y aquí me detengo. No puede creerse en modo alguno que el principio republicano de gobierno (art. 1° de la Const. Nac.) así como el de legalidad, humanidad (18 CN) y personalidad o trascendencia mínima, deban ser interpretados como meras declaraciones o prohibiciones limitadas al sentido estricto enunciado, y caer en el absurdo como sería suponer que el tormento y azotes no impide otras penas tan o más crueles o irracionales en concreta referencia a las penas realmente perpetuas, como la presente. Se ha considerado que la pena privativa de la libertad realmente perpetua lesiona la intangibilidad de la persona humana en razón de que genera graves de personalidad, incompatibles sin duda con al manda del art. 18 de la Ley Fundamental.// Conforme al art. 10 fracción 3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación de los penados, así como la fracción 6° del art. 5° de la 12 Convención [Americana sobre] Derechos Humanos, que establece que las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y readaptación social de los condenados, ambas incluidas a la Norma Constitucional por imperio del art. 75 inc. 22. Vale decir, que la imposibilidad a la que hizo referencia el resolutorio en crisis que niega toda posibilidad de reinserción social transgrede nuevamente la inteligencia de los objetivos constitucionales de la ejecución penitenciaria.// Agrego también que la racionalidad no es sólo parte de la aplicación del quantum punitivo sino también de la ejecución de ésta. Y aquí me detengo nuevamente. Hay una consecuencia de los principios de racionalidad y humanidad de las penas. Toda pena importa una afectación a los derechos, que debe tener un límite temporal dentro del sistema republicano, no siendo admisible que de un delito emerjan consecuencias jurídicas imborrables en al vida del sujeto. De lo contrario, la ley estaría creando una capitis diminutio o muerte civil, con al consecuencia de que daría entonces lugar a la creación de una categoría de ciudadanos degradados, marcados a perpetuidad, etigmatizados de por vida, para los cuales sería imposible la rehabilitación civil. Esto es inadmisible incluso para los delitos más graves, cualquiera sea la teoría de la pena que se sostenga puesto que por más grave que sea el delito siempre es indispensable prever un momento en el cuál después del cumplimiento o extinción de la pena, la huella jurídica del deltio se extinga definitivamente.// En distintas normas el código penal prevé la finiquitud de la pena (sea que se extinga, art. 51 inc. 1°; la libertad condicional de la prisión perpetua a los veinte años -art. 13-; plazo para la extinción de la pena -art. 65-, todas estas del código penal), pero en cualquiera de los casos, la carencia de un límite legalmente establecido en forma expresa en la ley, obliga a deducirlo por imperio constitucional, art. 1°, 18 de la Const. Nac., normas éstas ampliamente vulneradas en la resolución que se intenta impugnar.// Y es en función a la armonía de la normativa en su conjunto, y por la que se viene propiciando mal aplicada las normas que fundamentan la resolución en crisis, que no puede resultar más gravosa la situación de mi asistido, que no puede resultar más gravosa la situación de mi asistido, condenado a la pena de prisión perpetua más declaración de reincidencia, y que a la fecha ya lleva más de 36 años de encierro, siendo que conforme a los arts. 13 y 53 del sustantivo se admite la libertad condicional transcurridos los 25 años de prisión, y su agotamiento después de transcurridos 5 años más a partir de su liberación provisoria. Es palmario entonces el absurdo incurrido en la sentencia en trato.// Es por todo lo expuesto que solicito se declaren violadas las normas previstas ene le art. 1°, 18 y 75 inc. 22 de la Constitución Nacional." Finalmente, planteó el caso federal y formuló la pertinente reserva. Concedido el recurso por al Cámara de 13 Apelaciones, VV.EE. resolvieron declararlo mal concedido, afirmando que "…la decisión de la Cámara que confirma el auto apelado en cuanto rechaza el pedido de agotamiento de la pena solicitada por la defensora para obtener la libertad condicional de su defendido no reviste el carácter de definitiva en los términos del art. 357 del Código de Procedimiento Penal (conf. ley 3589 y sus modif.; doct. "Acuerdos y Sentencias", serie 20, t. IX, pág. 499; Ac. 27.606, del 14-XI-78; Ac. 52.300, del 1-XII-92; Ac. 55.767, 10-V-94, etc.)." (fs. 123). Es contra esa decisión que se interpone el presente recurso extraordinario federal. IV.- Fundamentos de este recurso. La cuestión federal. Entiendo que la decisión que acabo de describir resulta arbitraria, en el sentido que al término ha dado la Corte Suprema de Justicia, por diversas razones que paso a exponer. A. En primer lugar, considero que la afirmación de que la decisión atacada mediante el recurso local ahora desestimado no estaba revestida del carácter de definitiva se aparta de las constancias de la causa. No han advertido VV.EE. que me fueron denegados tanto por los juzgados como por las cámaras de apelaciones intervinientes, siete solicitudes de libertad condicional y cinco solicitudes de agotamiento de la pena, y siempre con los mismos argumentos: que no es posible determinar el agotamiento de la pena por no tratarse de una pena temporal y que no es posible que goce de la libertad condicional porque no puede otorgarse a reincidentes -con aplicación del artículo 14 del Código Penal-. Ello sienta una primera premisa: los tribunales departamentales seguirán resolviendo mis solicitudes o las que mi asistencia técnica haga del mismo modo que lo han hecho en las ocasiones 14 anteriores, sin que haya perspectivas mínimamente razonables de que su interpretación de la ley cambie. B. En segundo lugar, esa interpretación de la ley efectuada por los tribunales departamentales -criticada en el recurso de inaplicabilidad de ley cuya desestimación ataco- tiene como efecto directo e inmediato que nunca jamás habré de recuperar mi libertad ambulatoria, que la pena de prisión habrá de acompañarme de por vida. A tal conclusión se arriba muy fácilmente: si la falta de solución expresa por el C.P. para casos como el mío, que no establece a partir de qué momento puede ponerse fin a una pena perpetua cuando además pesa sobre el condenado una declaración de reincidencia, no es resuelta por medio de una interpretación que cubra el vacío legal, entonces la pena no tiene fin: sólo se extingue con la muerte del condenado (art. 59, inc. 1°, CP). La irreparabilidad del agravio -esto es, la negativa a establecer el momento en que debe ponerse fin a la pena que vengo sufriendo, o bien a establecer un momento en que pueda solicitar la libertad condicional que permita determinar temporalmente el agotamiento de la pena-, habida cuenta que el criterio ha sido reiterado en siete oportunidades en los últimos diez años, surge con toda evidencia. Y si bien estimo que la vía de solución, esto es, una interpretación de la ley de fondo compatible con la C.N. y los tratados internacionales pasa por una interpretación armónica del régimen del artículo 13 del Código Penal con el previsto en el artículo 53 -concebido no ya para reincidentes, como el suscrito, sino ya para multirreincidentes-, lo anterior demuestra la imposibilidad de obtener una solución compatible con la Carta Magna en ante los órganos jurisdiccionales departamentales. C. La decisión de VV.EE. que aquí ataco, desconociendo las constancias de la causa que respaldan las afirmaciones anteriores y demuestran la manifiesta irreparabilidad del 15 agravio que se traía en el recurso de inaplicabilidad de ley declarado inadmisible por sus efectos respecto del derecho en constitucional en juego -la libertad ambulatoria, art. 14 CN, que se dice restringida de por vida sin posibilidad de que tal criterio de los tribunales provinciales inferiores se modifique-, se asienta en una interpretación rigorista del art. 357 del C.P.P.B.A. que se atiene sólo a los efectos que la decisión produzca respecto del trámite de la causa. Claro es que, en el sentido utilizado por VV.EE., la sentencia no es definitiva desde que no pone fin a la causa ni decide un artículo; pero la aplicación al caso de ese concepto de sentencia definitiva y no del construido teleológicamente en función de la irreparabilidad del agravio que la decisión recurrida causaba constituye al menos un exceso ritual manifiesto, pues prioriza el apego a las formas de forma tal que se renuncia conscientemente a la verdad jurídica objetiva. De momento, valga recordar que el recurso que se ha desestimado reclamaba una interpretación del C.P. que no implicara hacer carne en mi persona el desconocimiento por el estado provincial de los artículos 1 (principio republicano, que supone la razonabilidad de los actos de gobierno y una concepción antropológica incompatible con las penas perpetuas propiamente dichas -sólo concebibles respecto a "cosas peligrosas"-), 18 última parte (en cuanto reconoce siempre la posibilidad de reinserción social de todo condenado), 5.6. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 10.3. del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (que consagran la resocialización como fin primordial de la pena). La decisión de la Cámara de Apelaciones -idéntica a otras tantas anteriores- era reputada contraria a esas normas constitucionales; y para acoger o no el agravio que se sometía a conocimiento de VV.EE. en el recurso de inaplicabilidad de ley desestimado era necesario juzgar la extensión de tales cláusulas de la Carta Magna (vgr., a fin de desentrañar si a la luz 16 de ellas es posible imponer penas perpetuas en sentido propio). El recurso desestimado traía consigo, de este modo, cuestiones federales. En lo que particularmente se refiere a la interpretación de las cláusulas convencionales, la Corte Suprema ha sentado su carácter de cuestión federal a partir del caso "Fernando Mendez Valles v. A.M. Pescio S.C.A." De allí considero que, mediante la decisión que ataco, VV.EE. han negado su competencia para decidir acerca de la afectación en el sub-lite a la supremacía de la C.N. (art. 31). En definitiva, no se han resuelto cuestiones federales, cuando la resolución contraria a los principios y derechos federales invocados causaba -como se ha demostrado- perjuicios irreparables. A esa negativa -dado su exclusivo fundamento en el art. 357 del CPP, ley 3589- la considero arbitraria por aplicación de la doctrina de "Di Mascio" (del 1/12/88; L.L. 1989-B-415): el artículo 31 de la C.N. impone su aplicación prioritaria a todos los magistrados de la Nación, pues "…las autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ella, no obstante cualquiera disposición en contrario que contengan las leyes o constituciones provinciales…", y si bien las provincias se han reservado la facultad de administrar justicia (arts. 5, 121, 122 y 123 C.N.), y por lo tanto de organizar los tribunales y las instancias que estimen pertinentes, no pueden negarse a entender en la tutela de derechos protegidos por la Carta Magna Federal (art. 31l), desde que su aplicación resulta obligatoria para todos los jueces de la Nación en virtud del carácter difuso del control de constitucionalidad; de modo tal que las restricciones que a las instancias recursivas se impongan no pueden importar que órgano jurisdiccional provincial alguno esté "…cegado(s) al principio de supremacía invocado, para que dicha administración de justicia sea plena y cabalmente tal…" (cit., consid. 8). Entiendo que VV.EE. estaban en la obligación de admitir el recurso interpretando el art. 357 del CPP ley 3589 en función 17 del carácter evidentemente irreparable y federal de los agravios llevados en el recurso de inaplicabilidad de ley, o bien declarando oficiosamente su inconstitucionalidad (C.S.J.N. in re "Mill de Pereyra, Rita Aurora", causas M.102.XXXII y M.1389.XXXI, sentencia del 27/9/2001). En tales términos, la decisión de VV.EE. es arbitraria, en tanto y en cuanto se aparta de las constancias de la causa relevantes para decidir el carácter definitivo del pronunciamiento que se recurría, lo que constituye infracción al derecho de defensa en juicio (art. 18 Const. Nac.); a la vez que se asienta en una aplicación formulista de la ley que viola esa misma garantía y tiene por efecto dejar sin posibilidad de reparación alguna en el ámbito de la justicia provincial las infracciones previamente denunciadas a los arts. 1, 18 y 75 inc. 22 de la Constitución Nacional, 5.6. de la Convención Americana y 10.3. del Pacto de Derechos Civiles y Políticos. Por ello debe admitirse este recurso para que la Corte Suprema de Justicia anule la decisión de VV.EE., dictando o mandando dictar un nuevo pronunciamiento conforme a derecho (art. 16, ley 48), lo que así solicito se disponga. D. Me permito destacar que la situación de autos tiene rasgos que la aproximan a una privación de justicia. No es frecuente que siete veces en una misma causa se brinde a un problema interpretativo la misma solución inconstitucional. Tampoco que un segundo -o posterior- pedido de libertad condicional se desestime arguyendo que el nuevo requerimiento era "cosa juzgada"; y particularmente cuando los nuevos pedidos de libertad condicional o agotamiento de pena contienen nuevos argumentos jurídicos respecto de los anteriores -previamente no planteados ni resueltos- como aquí sucede en las tres últimas peticiones en que se requirió una solución que contemplara el régimen del artículo 53 del Código Penal (supra, puntos "II.C.6." "II.C.7." y "III"). En segundo lugar, se sostiene sobre mi persona 18 una pena perpetua en sentido propio cuando en la causa sobran recomendaciones que ponen de manifiesto mi resocialización. Al respecto, pueden verse todos y cada uno de los informes practicados por los organismos del Servicio Penitenciario Provincial que en cuanto refieren a cuestiones criminológicas o psicológicas aconsejan sin excepción la concesión de beneficios en mi favor (v. los obrantes en el incidente de libertad condicional y en el incidente de ley 12.256). Lo actuado en las instancias departamentales, en cuanto a la mecánica reiterativa de argumentos de las sucesivas denegatorias recaídas, el desconocimiento voluntario de las constancias de la causa que daban cuenta de la resocialización alcanzada, las ocasiones en que se dejaran sin sustanciar técnicamente las manifestaciones expresas de mi voluntad impugnativa, configuran, a mi juicio, un cuadro de privación de justicia (mutatis mutandi, Fallos: 315:1553 y "Castillo, Roberto Carlos" -C.624.XXXIII PVA, 4/11/97- y sus citas). En tercer lugar, un dato extra causídico surge de la foja 129 del incidente de libertad condicional: obra allí copia de la resolución mediante la cual esa Suprema Corte provincial resolviera, en los autos P.12.590 "Antonio Fidel Giménez Ibañez s/conmutación de pena", hacer saber al Poder Ejecutivo su "…opinión contraria sobre la oportunidad y conveniencia de la conmutación de la pena impuesta…", tras considerar que "…no obstante la conclusión auspiciosa formulada a fs. 19 por el Instituto de Clasificación, de los elementos de juicio obrantes en autos no surgen razones que puedan fundamentar una reducción de la pena." Ello significa que, a pesar de la resocialización alcanzada, no sólo se han bloqueado mis posibilidades de recuperar mi libertad en algún momento de mi vida mediante alguna decisión jurisdiccional, sino ya cualquier otra. Aún cuando esa situación sea manifiestamente contraria a la C.N., los Tratados Internacionales y el derecho internacional de los derechos humanos. 19 Ese cuadro ha sido consolidado con la decisión que aquí ataco. Solicito, entonces, que esto sea tenido en cuenta aún para juzgar la admisibilidad de la presentación, en tanto importa, a la vez, una situación de gravedad institucional que debe repercutir tanto en la solución del fondo del asunto conforme a lo ya requerido como en el ablandamiento de los requisitos de admisibilidad del recurso extraordinario. V.- Los recaudos del recurso extraordinario. El remedio federal que deduzco resulta procedente por las siguientes razones: 1) La resolución en recurso es una sentencia definitiva, por las mismas razones expuestas supra en los fundamentos de esta presentación. 2) El de VV.EE. es el Superior Tribunal de la causa. 3) El recurso ha sido deducido en término. 4) La cuestión federal en tratamiento ha sido oportunamente introducida, esto es, con la interposición de los recursos extraordinarios locales. IV.- Petitorio. Por el mérito de todo cuanto he expuesto, a VV.EE. solicito: 1) Me tenga por presentado, por derecho propio y con el patrocinio del señor Defensor de Casación provincial, con domicilio legal en calle 48 nº 985 de la ciudad de La Plata; constituyéndolo a los fines del trámite ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el despacho de la señora Defensora Oficial ante ese Tribunal, sito en Av. Roque Sáenz Peña 1190, 3º piso, de la ciudad de Buenos Aires; 2) Tenga por deducido en tiempo y forma el recurso extraordinario que regulan los arts. 14 y cctes. de la ley 48, contra la sentencia dictada por la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires en los presentes autos, con copia autenticada para la contraparte (cfr. art. 120 del Código Procesal Civil y Comercial de 20 la Nación). 3) Conceda el recurso interpuesto y disponga la elevación de los autos a la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación, a fin de que ese Tribunal acoja los agravios explicitados en esta presentación y deje sin efecto la resolución de VV.EE. dictando o mandando dictar un nuevo fallo conforme a derecho (art. 16 ley 48). Proveer de conformidad, SERA JUSTICIA. 21