Las políticas sobre drogas han dado muchas vueltas en los últimos 30 años. Y a decir verdad, en algunos momentos, en Patim hemos tenido la sensación de ir un poco contra corriente. Quizás sea porque cada día tenemos más claro que con posturas prohibicionistas o actitudes sancionadoras no podemos llegar a ningún lugar. La educación es fundamental para ofrecer una respuesta integral al fenómeno de las adicciones. Y eso significa que hemos de educar a las personas en lo que supone la libertad y también, en las consecuencias y la responsabilidad que conlleva esa libertad. Un proceso que empieza desde la escuela y que debe continuar en casa. Este año, Naciones Unidas conmemora el 26 de junio y en uno de sus documentos de trabajo lanza un lema con el que nos sentimos plenamente identificados. Llega un poco tarde pero, en cualquier caso, sea bienvenido. Naciones Unidas dice “Escuchar a los niños y a los jóvenes es el primer paso para ayudarlos a crecer sanos y seguros”. Escuchar primero. Fácil de entender pero muchas veces difícil de llevar a la práctica por las dinámicas laborales, familiares y sociales que nos rodean o en las que nos metemos nosotros mismos. Sin embargo, es lo que debemos hacer. Escuchar primero porque los niños y los jóvenes necesitan que les escuchemos, cálida y cariñosamente. Una habilidad social que los niños deberían aprender en las escuelas. Tal vez así entendamos mejor algunas paradojas a las que hoy en día nos enfrentamos. Un ejemplo de lo que quiero decir: La edad de inicio en el consumo de drogas es ahora más baja que hace treinta años. O dicho de otra forma, tras treinta años de campañas de prevención sobre drogas hemos conseguido que se empiece a consumir a los 14 años, cuando en 1985 comenzaban a los 16 años. Naciones Unidas estima que existen unos 27 millones de personas para las que el consumo de drogas se ha convertido en un problema. Y si nos fijamos en el cannabis, la droga más consumida en las cárceles, se ha detectado un aumento del número de las personas que consumen cannabis y padecen algún tipo de trastorno. En España, la aprobación de la ley de Seguridad Ciudadana ha supuesto un paso atrás respecto a todo lo que se estaba haciendo hasta ahora. Su carácter prohibicionista y represivo supone regresar a una etapa que nada tiene que ver con la educación. Basta con decir que, desde que entró en vigor esta normativa, las personas mayores de 18 años sancionadas por consumo en la vía pública, ya no tienen la posibilidad de acudir a cursos reeducativos como alternativa al pago de la sanción. Ahora, solo les queda pagar la multa. Resulta incomprensible que siendo el cannabis -junto con el alcoholla droga principal de consumo entre los jóvenes, las políticas de sanidad prioricen el pago de la multa antes que podamos trabajar con ellos de forma directa a través de estos cursos. También es necesaria una mayor atención a la prevención y las adicciones sin sustancia, especialmente el juego on line. En los últimos meses hemos mantenido diversas reuniones con los principales partidos políticos para visibilizar los temas que consideramos de interés para Patim. Hemos de poner a las personas en el centro de las políticas y por ello debemos exigir a nuestros futuros representantes políticos: - La derogación de la ley de Seguridad Ciudadana, la popular Ley mordaza por su carácter represivo y prohibicionista - Establecer un pacto social de todos los partidos sobre inclusión social y atención sociosanitaria - Evitar la instrumentalización de las ONG por parte de las empresas y fijar criterios participativos en la financiación pública de los servicios que prestan las organizaciones no gubernamentales. - Fomentar la economía social y garantizar la Renta Mínima de Inserción, también llamada Salario Social, una ayuda a las personas en riesgo de exclusión. Dejar las drogas es el primer paso. Vivir sin ellas el segundo. Pero para ello hay que favorecer la empleabilidad de la población en riesgo de exclusión y educar en libertad y responsabilidad.