LA FUNDACIÓN DE ROMA: ENTRE EL MITO Y LA HISTORIA La historia de la fundación de Roma está plagada de hechos legendarios, ya que ni los propios romanos sabían cómo sucedió y prefirieron inventar una historia que los emparentase con los dioses, con lo cual demostraban también su condición de pueblo escogido. Según el mito fundacional, cuando los griegos se apoderaron de Troya, el príncipe troyano Eneas (hijo de la diosa Venus y del mortal Anquises) consiguió salvarse de la destrucción con su padre e hijo. Huyó hacia Italia y desembarcó en la región del Lacio, cerca de la desembocadura del río Tíber. Allí se alió con el rey aborigen Latino, se casó con su hija Lavinia, y fundó una ciudad en su honor (Lavinio). Su hijo Ascanio (Iulo) fundó Alba Longa, cuyo decimotercer rey, Numitor, fue destronado por su hermano Amulio. Éste convirtió a su sobrina Rea Silvia en una virgen vestal consagrada a la castidad para que sus hijos no le pudiesen arrebatar el poder. Sin embargo, Rea Silvia concibió del dios Marte los gemelos Rómulo y Remo. Para protegerlos de Amulio los abandonó cerca del Tiber, el río creció, los arrastró y los dejó en un cerro, el Palatino. Allí los alimentó una loba y finalmente fueron recogidos por un pastor. Adultos ya, Rómulo y Remo, conociendo su origen, reunieron un ejército que consiguió acabar con Amulio y devolver a su abuelo Numitor el trono de Alba Longa. El abuelo les animó a que se establecieran en otro lugar y los gemelos escogieron Roma. Para saber cuál de los dos sería el fundador de la ciudad consultaron el vuelo de las aves (los auspicios): parece que los auspicios designaron a Rómulo como fundador en la fecha mítica del 21 de abril de 753 a. C. Sin embargo, los dos hermanos no estaban de acuerdo con la interpretación de los auspicios, se pelearon y Rómulo mató a su hermano y se convirtió en el primer rey de Roma. Una vez fundada la ciudad, se dieron cuenta de que no había mujeres. Entonces Rómulo invitó a una fiesta al pueblo de los sabinos, con la intención de que cada romano raptase a una de las mujeres sabinas. Esto hubiese podido desencadenar una guerra, pero las mujeres sabinas lo impidieron porque no querían ver morir a sus padres, hijos y maridos. Con su actitud lograron que romanos y sabinos firmasen la paz. A partir de entonces se dispuso que Roma sería gobernada alternativamente por un romano y un sabino. Es muy probable que esta leyenda tenga algo de verdad. Seguramente las tribus de latinos que vivían cerca de la desembocadura del Tíber, perseguidas por los etruscos, se establecieron en los cerros cercanos e hicieron una federación para protegerse. El centro geográfico y estratégico de esta federación fue la colina del Palatino, la primera de las siete colinas de Roma que fue ocupada. A finales del siglo VIII a.C. los latinos y sabinos, preocupados por el avance de los etruscos, formaron una alianza política y religiosa, la confederación del Septimontium. El relato legendario del rapto de las sabinas haría alusión a este hecho histórico.