TROMBOSIS VENOSA PROFUNDA E ISQUEMIA AGUDA SIMULTÁNEAS DE LA EXTREMIDAD INFERIOR EN DEBUT DIABÉTICO CON CARDIOPATIA ISQUÉMICA SILENTE Peñas Juárez C, Solanich Valldaura T, Florit López S, Gonzalo Villanueva B, Barriuso Babot D, Giménez Gaibar A. INTRODUCCIÓN Hace más de 150 años que Virchow1 postuló por primera vez la tríada de condiciones que predisponen a la formación de trombos. Los tres factores a los que atribuía la formación del trombo en el territorio venoso eran la lesión endotelial, la lentitud del flujo y los estados de hipercoagulabilidad. Estos mismos factores se han aplicado más tarde a la trombosis arterial2. La forma de presentación clínica de una trombosis venosa profunda asociada a una isquemia arterial aguda es una situación poco frecuente en la práctica clínica habitual. Las entidades patológicas que más frecuentemente se asocian a esta situación son la Embolia paradójica o la Flegmasia cerulea dolens. Pero una vez descartadas se deberá realizar una minuciosa investigación en busca del proceso primario. Presentamos el caso de un paciente que sufre una Isquemia aguda y una Trombosis venosa profunda de la extremidad inferior izquierda simultáneas. Todo ello en el contexto de un debut diabético y diagnosticándose posteriormente una isquemia cardiaca silente. Creemos que el interés de este caso recae en la peculiaridad de la presentación del cuadro clínico, en el diagnóstico etiológico de ambas entidades y en las dificultades del planteamiento del tratamiento a seguir. CASO CLÍNICO Paciente varón de 62 años, fumador de 20 cigarrillos/día hasta hace 7 meses y con historia de Hipertensión arterial bien controlada con Atenolol. No presenta otros antecedentes personales, familiares o patológicos de interés. Acude a urgencias por dolor gemelar y en pie izquierdo de dos días de evolución, que ha aumentado de forma progresiva hasta hacerse de reposo. Igualmente refiere aumento del perímetro infragenicular de dicha extremidad de una semana de evolución. En la exploración física de la extremidad inferior izquierda (EII) no encontramos pulsos femoral, poplíteo ni distales, objetivando una cianosis no fija distal, con movilidad y sensibilidad conservadas. Además, presenta signos de congestión venosa con aumento del perímetro gemelar, que se encuentra ligeramente endurecido y es doloroso a la palpación. En la extremidad inferior derecha (EID) presenta pulsos a todos los niveles con signos de correcta perfusión. La palpación abdominal y la exploración cardio-respiratoria son normales. Se realiza una analítica en la que destacan un Dímero D de 15.000 ng/mL y una Glucosa de 487 mg/dL, manteniendo unos tiempos de coagulación y unos niveles de enzimas musculares dentro de la normalidad. Se realiza un ECG que presenta un ritmo sinusal con una R amputada en cara inferior y una placa de tórax sin alteraciones significativas. El Índice Tobillo-Brazo (ITB) es indetectable en la extremidad inferior izquierda y de 0,9 en la derecha. Debido a la sospecha de Isquemia aguda de la EII se realiza un AngioTAC urgente, objetivando una oclusión de la Arteria ilíaca externa izquierda a nivel de la bifurcación ilíaca (Fig. 1) con recanalización en Arteria femoral superficial proximal y una oclusión desde la primera porción de la Arteria poplítea hasta el Tronco TibioPeroneo (Fig. 2), con los troncos distales permeables. Igualmente, encontramos un aumento del diámetro de las venas de la EII respecto a las contralaterales. Las arterias de la EID son permeables, sin presentar lesiones significativas, y el sector Aortoilíaco se encuentra ateromatoso con discreta trombosis mural. El Eco-doppler venoso de la EII muestra un trombo suboclusivo en la Vena femoral común, con permeabilidad y compresibilidad de la Vena ilíaca. Las Venas femoral superficial y poplítea no son permeables ni compresibles, compatible con trombosis venosa femoro-poplítea. La Vena safena interna es permeable y compresible. Con el diagnóstico de Isquemia aguda en categoría II A, con movilidad y sensibilidad conservadas, en el contexto de una Trombosis venosa femoro-poplítea en la EII, se decide iniciar tratamiento anticoagulante. A las pocas horas, dado el deterioro clínico del cuadro isquémico, con aparición de paresia del pie, se decide intervenir de urgencia. Se realiza una Tromboembolectomía a través de la Arteria femoral común con sonda de Fogarty en sentido proximal, extrayendo abundante trombo y obteniendo un flujo correcto, así como en sentido distal obteniendo buen reflujo. En el postoperatorio el paciente recupera pulsos femoral y poplíteo, cediendo el dolor en reposo y presentando signos de correcta perfusión. En el postoperatorio se mantiene anticoagulación sistémica con Heparina de bajo peso molecular (HBPM) a dosis totales y antiagregación con AAS. Igualmente, inicia tratamiento con Insulina, bajo control del Servicio de Endocrinología, por debut diabético. Bajo la sospecha de Embolia paradójica se solicita interconsulta al Servicio de Cardiología. Se realiza un Ecocardiograma en el que se objetiva un Ventrículo izquierdo ligeramente hipertrofiado con acinesia limitada al casquete apical. Presenta una función ventricular conservada con una Fracción de eyección (FE) del 60%. La Aurícula izquierda se encuentra discretamente dilatada con unas válvulas mitral y aórtica esclerosadas, pero normofuncionantes. Las cavidades derechas no se encuentran dilatadas y no se evidencia comunicaciones de éstas con las izquierdas. Las alteraciones en el Ecocardiograma se presumen de etiología isquémica cardiaca, por lo que se decide la realización de una Coronariografía. En dicha prueba se detecta una estenosis distal en el Tronco común del 20%, una Arteria circunfleja dominada con una estenosis media del 70% y una Arteria coronaria derecha dominante con una oclusión proximal (Enfermedad de tres vasos). Para descartar etiología paraneoplásica se realiza un TAC Toracoabdominal y analítica con marcadores tumorales. El TAC muestra un nódulo pulmonar de 4mm en el Lóbulo superior derecho inespecífico y otro de menor tamaño en el Lóbulo superior izquierdo adyacente a la cisura, con los espacios pleurales libres, y sin encontrar otros hallazgos destacables. En cuanto a los marcadores tumorales se encontraron dentro de los límites de la normalidad, excepto el CA 19.9 con un valor de 28 U/mL (0 – 22). Se realiza un estudio analítico para descartar una posible trombofilia, síndrome antifosfolipídico o enfermedad autoinmune, obteniendo resultados dentro de la normalidad en todas ellas. Se decide mantener el tratamiento anticoagulante con HBPM durante un mes, pasando posteriormente a tratamiento con anticoagulantes orales (acenocumarol), y antiagregación simple (AAS). En los controles posteriores el paciente no presenta clínica isquémica en la EII, con pulso femoral y poplíteo conservados, con ausencia de edema en dicha extremidad. En el TAC de tórax de control no se observan cambios en los nódulos detectados previamente. DISCUSIÓN La primera dificultad con que nos encontramos en este caso es la presentación clínica. Hay que hacer referencia principalmente a dos entidades: la Embolia paradójica y la Flegmasia cerulea dolens. La primera se descartó al realizar el Ecocardiograma, donde no se objetivaron defectos septales, aunque si un trombo mural debido a una hipocinesia secundaria a isquemia cardiaca, que presumiblemente fue el origen de la trombosis arterial en la EII. En cuanto a la flegmasia, suele presentarse en trombosis del territorio ilio-femoral y deberíamos encontrar una extremidad con un gran edema asociado, que nuestro paciente no presentaba a la exploración. Una vez descartadas estas entidades, se han de iniciar una serie de estudios encaminados a descartar un posible estado de hipercoagulabilidad, secundario a una neoplasia, trombofilia o enfermedad autoinmune. En nuestro caso estas pruebas fueron negativas, sólo se econtraron unos nódulos pulmonares en el TAC no sugestivos de malignidad. Por lo tanto, nos encontramos con un paciente con una arteriosclerosis subclínica que ha presentado una Trombosis venosa profunda, por lo que nos centraremos en la posible asociación entre ambas. Esta relación fue descrita por primera vez en 20033 y, posteriormente, numerosas investigaciones han abordado este tema, aportando elementos a favor o en contra de la misma. Los trastornos trombóticos venosos y arteriales han sido vistos como entidades fisiopatológicas distintas, por sus obvias diferencias anatómicas y por su presentación clínica. Sin embargo, existen una serie de evidencias que sugieren que esta dicotomía probablemente sea una simplificación excesiva. Numerosos estudios han puesto de manifiesto que múltiples factores de riesgo, como el tabaco, la hipertensión o la obesidad, son compartidos por ambas entidades. En especial la Diabetes mellitus, ha sido objeto de estudio en muchos de ellos, obteniendo una fuerte relación entre ésta y la enfermedad tromboembólica4,5,6. Nuestro paciente, además de ser diabético, sufre una cardiopatia silente. Hong et al5 realizaron un estudio retrospectivo de casos y controles para investigar la asociación entre la enfermedad aterosclerótica coronaria y el tromboembolismo venoso. Midieron la calcificación de las arterias coronarias en las imágenes angiográficas de la Tomografía computarizada en 89 casos con Tromboembolismo venoso (TEV) de origen desconocido y en 89 controles sin TEV, sin diferencias en cuanto a sexo y edad en ambos grupos. Una mayor prevalencia de calcio en las arterias coronarias se encontró en el grupo de casos (51,7%) respecto al grupo control (28,1%). La presencia de calcio en las arterias coronarias se asoció significativamente con TEV (OR 4.3; 95% IC, 1.9-10.1). Además encontramos varios estudios que observan una mayor prevalencia de eventos cardiovasculares arteriales en pacientes con TEV idiopático, que en aquellas personas con TEV secundario y en grupos control. Por ejemplo, un estudio de cohortes7 evaluó de forma retrospectiva la incidencia de eventos arteriales (coronarios, cerebrales o periféricos) en 151 pacientes con TEV y en 151 controles. Durante un seguimiento medio de 43,1 meses (+/- 21,7) se objetivaron 16 eventos arteriales en los pacientes con TEV y 6 en el grupo control (OR 2.86; 95% IC, 1.11-7.27). La diferencia permaneció significativa ajustada a edad y factores de riesgo cardiovascular. Sin embargo, si nos preguntamos si la arteriosclerosis subclínica es predictiva de eventos tromboembólicos venosos, aunque existen publicaciones que concluyen que es poco probable 8,9, encontramos un estudio de casos y controles, que establece la arteriopatía periférica y la patología cerebrovascular como factores de riesgo de la enfermedad tromboembólica venosa, con una Odds ratio de 7.1 (95% IC 1.4-34.4) y de 2.5 (95% IC 1.4-4.7), respectivamente10. Finalmente comentar las importantes implicaciones terapéuticas de esta asociación. Podría implicar que agentes como estatinas y antiagregantes, usados como prevención y tratamiento de eventos aterotrombóticos, son también efectivos en la profilaxis primaria y secundaria del TEV. Igualmente los anticoagulantes, agentes principales en la prevención y tratamiento de la Enfermedad tromboembólica venosa, serían también efectivos en la patología trombótica arterial11. Por ejemplo, los trombos que se forman en la orejuela auricular izquierda de los pacientes con Fibrilación auricular y en las arterias coronarias de los pacientes con Infarto de miocardio, son ricos en fibrina. En consecuencia, los fármacos anticoagulantes son muy eficaces para la prevención de la embolia arterial en relación con la fibrilación auricular 12, y para la prevención y tratamiento de la enfermedad de la arteria coronaria13. Por lo tanto, la terapia anticoagulante, fundamental para el tratamiento del trombo venoso, será igualmente beneficiosa para su arteriopatía. Nosotros iniciamos tratamiento anticoagulante con HBPM durante el primer mes, con paso posterior a anticoagulantes orales, que mantendrá durante al menos 6 meses. Del mismo modo, las plaquetas desempeñan un papel inevitable en la formación de trombos en el sistema venoso, y los agentes antiplaquetarios han demostrado ser eficaces para la prevención de trastornos tromboembólicos venosos14, aunque en menor medida que los fármacos anticoagulantes. Así que nuestro paciente inició tratamiento con AAS, que mantendrá de forma crónica. En conclusión, podemos decir que se trata de un tema de actualidad15, que modifica el concepto de la trombosis arterial y venosa como entidades clínicas separadas, y que futuros estudios serán necesarios para evaluar esta asociación en la práctica clínica. Fig. 1. Angio TAC EEII. Oclusión de Arteria Ilíaca Externa izquierda. Fig. 2. AngioTAC EEII. Oclusión de la primera porción de la Arteria Poplítea izquierda. Fig. 3. AngioTAC EEII. Aumento del diámetro de la Vena Femoral izquierda. BIBLIOGRAFÍA (1) Bagot CN, Arya R. Virchow and his triad: a question of attribution. Br.J.Haematol. 2008 Oct;143(2):180-190. (2) Bennett PC, Silverman SH, Gill PS, Lip GY. Peripheral arterial disease and Virchow's triad. Thromb.Haemost. 2009 Jun;101(6):1032-1040. (3) Prandoni P, Bilora F, Marchiori A, Bernardi E, Petrobelli F, Lensing AW, et al. An association between atherosclerosis and venous thrombosis. N.Engl.J.Med. 2003 Apr 10;348(15):1435-1441. (4) Petrauskiene V, Falk M, Waernbaum I, Norberg M, Eriksson JW. The risk of venous thromboembolism is markedly elevated in patients with diabetes. Diabetologia 2005 May;48(5):1017-1021. (5) Hong C, Zhu F, Du D, Pilgram TK, Sicard GA, Bae KT. Coronary artery calcification and risk factors for atherosclerosis in patients with venous thromboembolism. Atherosclerosis 2005 Nov;183(1):169-174. (6) Tsai AW, Cushman M, Rosamond WD, Heckbert SR, Polak JF, Folsom AR. Cardiovascular risk factors and venous thromboembolism incidence: the longitudinal investigation of thromboembolism etiology. Arch.Intern.Med. 2002 May 27;162(10):1182-1189. (7) Bova C, Marchiori A, Noto A, Rossi V, Daniele F, Santoro C, et al. Incidence of arterial cardiovascular events in patients with idiopathic venous thromboembolism. A retrospective cohort study. Thromb.Haemost. 2006 Aug;96(2):132-136. (8) Reich LM, Folsom AR, Key NS, Boland LL, Heckbert SR, Rosamond WD, et al. Prospective study of subclinical atherosclerosis as a risk factor for venous thromboembolism. J.Thromb.Haemost. 2006 Sep;4(9):1909-1913. (9) van der Hagen PB, Folsom AR, Jenny NS, Heckbert SR, O'Meara ES, Reich LM, et al. Subclinical atherosclerosis and the risk of future venous thrombosis in the Cardiovascular Health Study. J.Thromb.Haemost. 2006 Sep;4(9):1903-1908. (10) Yang CC, Kao CC. Cardiovascular diseases and the risk of venous thromboembolism: a hospital-based case-control study. J.Chin.Med.Assoc. 2007 Mar;70(3):103-109. (11) Franchini M, Mannucci PM. Venous and arterial thrombosis: different sides of the same coin? Eur.J.Intern.Med. 2008 Nov;19(7):476-481. (12) Singer DE, Albers GW, Dalen JE, Go AS, Halperin JL, Manning WJ. Antithrombotic therapy in atrial fibrillation: the Seventh ACCP Conference on Antithrombotic and Thrombolytic Therapy. Chest 2004 Sep;126(3 Suppl):429S-456S. (13) Harrington RA, Becker RC, Ezekowitz M, Meade TW, O'Connor CM, Vorchheimer DA, et al. Antithrombotic therapy for coronary artery disease: the Seventh ACCP Conference on Antithrombotic and Thrombolytic Therapy. Chest 2004 Sep;126(3 Suppl):513S-548S. (14) Hovens MM, Snoep JD, Tamsma JT, Huisman MV. Aspirin in the prevention and treatment of venous thromboembolism. J.Thromb.Haemost. 2006 Jul;4(7):1470-1475. (15) Prandoni P. Venous and arterial thrombosis: two aspects of the same disease? Eur.J.Intern.Med. 2009 Oct;20(6):660-661.