El partido se divide, Botella se salva, Cebrián se hunde

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POLITICA
El partido se divide, Botella se salva, Cebrián se hunde,
Pedro J. se encumbra, el Rey se queda solo…
¿Y si
volviera?
Le ha bastado media hora de entrevista para erigirse en el mayor enemigo de
Mariano Rajoy. No contento con criticar la “lánguida resignación” del presidente ante
la crisis, José María Aznar ha dejado un recado amenazador a quien él mismo ungió
como líder de la derecha: a la pregunta de si volvería a la política activa ha
respondido que “cumplirá” con su “responsabilidad” con “todas las consecuencias”.
De dar un paso adelante, lo único cierto es que abriría una profunda brecha en el
partido en el Gobierno. Sólo puede contemplarse su regreso en un escenario
hipotético. Y sólo en ese escenario se puede aventurar el cambio de equilibrios que
cabría esperar: los marianistas serían arrasados del mapa genovés, los fieles
aznaristas regresarían a la primera línea, Pedro J. Ramírez volvería a ser el periodista
de cabecera del inquilino monclovita, Juan Luis Cebrián perdería definitivamente la
partida mediática, Ana Botella despejaría las dudas de su candidatura a la Alcaldía
de Madrid y el Rey recordaría lo que significa que un jefe de Gobierno lo ningunee.
¿Sueño o pesadilla? Al fin y al cabo, sólo se trata de eso. De momento.
José María Aznar ha vuelto a acaparar la atención política, mediática y
C
Por Virginia Miranda
omo en sus mejores y también peores tiempos. José María Aznar ha
vuelto a ocupar portadas, a monopolizar tertulias, a abrir el Telediario. El expresidente del Gobierno ha concedido una esperadísima entrevista en prime
time para ajustar cuentas. Y vaya si lo ha hecho. La cita era de alto voltaje y el morbo quedó satisfecho con creces. Tuvo para el grupo
Prisa, para el presidente del Gobierno, para el
ministro de Hacienda y, de forma más sutil,
hasta para el rey.
Tras negar que él hubiera recibido sobresueldos o sobres con dinero en efectivo, res10
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pondiendo a las preguntas obligadas que le
formuló la directora general de Antena 3 Noticias, Gloria Lomana, el presidente de FAES
cargó contra la editora de El País y contra el
incumplimiento del programa electoral del PP,
ninguneó como antaño a don Juan Carlos refiriéndose a “la Corona” cuando fue preguntado por el monarca y dejó para el final una
profecía sobrecogedora: “Cumpliré con mi responsabilidad, con mi conciencia, con mi partido y con mi país con todas sus consecuencias, y no tenga usted ninguna duda de ello”,
dijo cuando se le interrogó sobre su posible
vuelta a la política.
En su partido no se han creído que hiciera
estas declaraciones en un ejercicio de res-
ponsabilidad. Los reproches más evidentes han
sido los de Cristóbal Montoro, a quien se refirió Aznar de forma expresa en la entrevista a
propósito de la política fiscal. “No se puede
bajar impuestos ahora”. “Me dejo las añoranzas melancólicas para otro día”, dijo el ministro en el pleno del pasado miércoles. El presidente del Congreso, Jesús Posada, fue aún
más claro al asegurar que el exjefe del Ejecutivo ya es “el pasado” y “las cosas se van para no volver” –este lunes tendrá oportunidad
de decírselo en persona durante la presentación de la colección Biografías políticas de figuras liberal-conservadoras españolas, de la
editorial de FAES, Gota a gota, donde está prevista la asistencia de ambos–. El resto, en pú-
s
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roamericano y a los que también había asistido su segundo de a bordo, el vicesecretario
general de Organización, Carlos Floriano. “Me
parece muy bien. Es el presidente de una fundación ligada a este partido”. Tiene “libertad
para participar en los foros que tienen que ver
con movimientos de partidos homólogos. Es
lógico. Obviamente tiene mucho que aportar”, contestó. La respuesta ilustra la frialdad
que preside las relaciones entre la actual cúpula del partido conservador y quien fuera su
líder durante catorce años. Cospedal simboliza como pocos el fin del aznarismo que tantos titulares dio en 2008 y su fidelidad a Rajoy –incluso sus posibilidades futuras de las
que se viene hablando hace ya algún tiempo–
la descartan como figura destacada en el caso de un eventual regreso del expresidente.
Otro tanto de lo mismo le ocurriría a Soraya Sáenz de Santamaría. La vicepresidenta trabajó para el Gobierno y para el partido en tiempos de Aznar pero siempre a las órdenes del
hoy líder popular; era a él a quien siempre se
refirió y sigue refiriéndose como “el jefe”. Después, y tras una primera legislatura en la oposición donde Eduardo Zaplana desde el Congreso y Ángel Acebes desde el cuartel general
y
ANTENA3
social con una entrevista exclusiva donde no ha dejado títere con cabeza. En la imagen, Gloria Lomana, dtora. de Informativos de Antena 3.
blico, se movió entre el respeto y la ironía.
Aunque también hubo algún apoyo que no ha
pasado desapercibido. “El expresidente del
Gobierno es un activo de la política y una voz
que siempre debe ser oída”, dijo el titular de
Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, en una entrevista con Onda Cero.
Lo cierto es que el asunto ha generado debate entre la clase política y también entre la
opinión pública y la publicada, dando como
resultado la formulación de una pregunta que
resulta inevitable e inquietante: ¿y si volviera
Aznar? La posibilidad, hoy por hoy, resulta improbable. No existe en el PP una corriente crítica definida y organizada y mucho menos
aglutinada en torno al expresidente, dicen fuen-
tes del partido. Pero no está de más plantear
un hipotético escenario para aventurar cómo
cambiaría el panorama político y, sobre todo,
el peso de los actores implicados. Porque de
haber una catarsis en el PP, el ajuste de cuentas no habría hecho más que empezar el 21
de abril de 2013 en el plató de Antena 3 de
San Sebastián de los Reyes.
El partido. En la rueda de prensa del pasado
15 de abril, de nuevo habitual en Génova 13,
la secretaria general, María Dolores de Cospedal, fue preguntada por la participación del
máximo responsable de FAES en unos actos
celebrados en Chile y Argentina para trabajar
en la construcción de un Partido Popular ibe-
No contaría con
Cospedal, ni con Sáenz
de Santamaría, ni con
‘los sorayos’, ni con la
dirección del PP vasco
de Génova se encargaron de salvaguardar las
esencias de la anterior etapa popular, fue nombrada portavoz del grupo parlamentario en
abril de 2008. Los más veteranos, fieles aún a
Aznar, no disimularon su malestar con una designación que avivó la tentativa de presentar
una candidatura alternativa a Rajoy en el congreso nacional que se celebraría el mes de junio. De regresar, el expresidente pondría con
ella la distancia que la propia Sáenz de Santamaría acaba de poner en su valoración de
las críticas televisadas: “Yo respeto las opiniones de todos y cada uno”, ha zanjado.
Tras Sáenz de Santamaría, caerían los que
ya entonces el periodista Federico Jiménez Losantos denominó los sorayos. En torno a la hoy
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vicepresidenta, en su etapa de diputada y de
secretaria de Política Autonómica y Local, se
fue aglutinando un grupo de jóvenes sobradamente preparados que hoy tienen responsabilidades de Gobierno. La ministra de Empleo, Fátima Báñez. El jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal. El secretario de Estado de Relaciones con las Cortes,
José Luis Ayllón. Su formación, su proximidad
a la que era y es su mano derecha y su discreción convencieron a Rajoy de su utilidad
para labores políticas y ejecutivas. Estarían por
tanto demasiado señalados para que Aznar
considerara siquiera aprovechar su potencial.
Mención especial merece el PP vasco. Antonio Basagoiti se va, pero se queda su equipo, el que tomó las riendas del partido tras la
marcha de María San Gil, la mujer de hierro
del hoy responsable de FAES en Euskadi. Como si supiera ya cuál sería su destino en un
escenario neoaznarista, el portavoz popular
en la Cámara de Vitoria, Borja Sémper, ha di-
Rajoy intenta evitar la confrontación.
EUROPA PRESS
La alcaldesa está triste
Desde el terrible suceso de la
noche de Halloween, la popularidad de Ana Botella ha caído
en picado. Ha tenido que hacer
cuatro remodelaciones en su
equipo municipal –la última, a
instancias del Tribunal Constitucional, que ha invalidado los
nombramientos de miembros de
los Gobiernos locales no electos–, ha perdido por el camino
a sus hombres y mujeres de
confianza –los últimos, Fernando Villalonga y Juan Antonio
Gómez-Angulo, amigos además
de la familia– y ha tenido que
escuchar cómo sus compañeros
de partido han rehusado una y
otra vez responder a la pregunta de si debe ser la candidata
del PP en Madrid para las próximas elecciones municipales,
alegando que ahora no toca y
que lo que tiene que hacer el
partido es solucionar el problema de los ciudadanos.
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Botella se enfrenta a Cifuentes.
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Lo último es la batalla soterrada que libra con la delegación del Gobierno. La pasada
semana, la exdelegada de Seguridad y Emergencias del
Ayuntamiento de Madrid, Fátima Núñez, declaraba ante el
juez que instruye el caso Madrid Arena que, según la Ley de
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los problemas
de orden público corresponden
a la Policía Nacional y al departamento que dirige Cristina
Cifuentes. Precisamente, la política madrileña en alza que
suena como sustituta de Botella y, aunque ha dicho que no
quiere ser la sucesora de la hoy
alcaldesa, también ha declarado en una entrevista a TVE que
“en la vida uno no puede descartar nada”.
Así que sí, con semejante
panorama a Ana Botella le sobran razones para estar triste.
cho con ironía en su cuenta de Twitter que
“Zapatero se consolida como el mejor expresidente de Gobierno”.
Quienes estarían en duda son los aznaristas
conversos. Las carreras de Ana Mato, ministra
de Sanidad, y Javier Arenas, vicesecretario general de Política Autonómica y Local, discurrieron paralelas a las de José María Aznar. Ambos fueron dos puntales del partido durante
los 90 y los primeros años del presente siglo
pero, a diferencia de Acebes y Zaplana, supieron adaptarse a los nuevos tiempos; el sevillano jugó incluso un papel fundamental en
la reelección de Rajoy de 2008 aglutinando
en torno a él a todos los barones con la consabida excepción de Esperanza Aguirre. Sus
casos son los que más dudas plantearían porque, ¿Aznar recuperaría a sus hijos pródigos
o sería incapaz de perdonar la traición? Mato, por si acaso, acaba de practicar un difícil
juego de equilibrios. Preguntada por la entrevista del expresidente ha dicho que sigue siendo “un referente” y que sus declaraciones representan “el sentir de todo el Gobierno”.
Otro grupo de dirigentes populares a tener
en cuenta es el de los que podrían denominarse agentes durmientes. Carlos Aragonés, Ignacio Astarloa, Gabriel Elorriaga. Hombres de
confianza de Aznar los dos primeros, crítico
con Rajoy en la etapa precongresual de 2008
el último. Desde la reelección de aquel año
han tenido una conducta disciplinada, han cerrado filas con el grupo parlamentario. Pero
mantienen perfil bajo. Lo suficiente como para conservar su capacidad de adaptación. Sea
quien sea el líder.
Madrid daría para un capítulo aparte. Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz-Gallardón, Ana
Botella. Les separan intereses y opciones políticas, pero a los tres les une su cercanía a Aznar. La primera comparte con él su discurso
liberal y su desparpajo crítico. El expresidente tiene cuentas pendientes con el segundo
desde que abriera las puertas de la alcaldía a
su mujer [ver EL SIGLO nº 805: Operación Cibeles] y dice ahora Raúl del Pozo, en sus crónicas de El Mundo sobre los llamados papeles de Bárcenas, que el titular de Justicia es el
candidato de Aznar en una eventual crisis del
partido. Y qué decir de su esposa. Sin nadie
en el PP que la confirme como candidata al
Ayuntamiento de la capital en las próximas
municipales, su marido la viene defendiendo
desde que empezara su declive en noviembre,
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tras el suceso ocurrido la noche de Halloween en el Madrid Arena; también eligió Aznar
la televisión de José Manuel Lara para declarar en una entrevista que la alcaldesa “cumplió sus responsabilidades” en la gestión de la
crisis, a pesar de que regresó con su familia a
un lujoso spa portugués en medio de aquél fatídico puente.
Los medios. La prensa conservadora tenía estos días el corazón dividido. Solo lo ha tenido claro el diario El Mundo, que ha suscrito
sin reservas las críticas del expresidente. Porque no en vano son las mismas que viene formulando casi desde el comienzo de la legislatura. Y porque también Pedro J. Ramírez se
ha dejado llevar, como diría Montoro, por “las
añoranzas melancólicas”. A principios de los
90 fue uno de los periodistas que más hicieron por sacar a Felipe González de La Moncloa para abrir paso al candidato conservador.
La diferencia es que, ahora, los contrincantes
juegan en el mismo equipo.
“Lo que más me preocupa es que ese grupo
pueda llegar a ser insolvente y no pueda pagar las condenas a las que cuales va a tener
que hacer frente”. En la entrevista de la pasada semana, Aznar despachó las informaciones que le relacionan con el caso Gürtel empleándose a fondo contra Prisa, cuya principal cabecera ha hecho públicas las anotaciones contables del extesorero o el generoso regalo de Francisco Correa a su yerno Agag [ver
recuadro: Regalo envenenado]. Al margen del
cruce de querellas entre el máximo responsable de la fundación de ideas del PP y el grupo editorial, existiría un problema de fondo
para Juan Luis Cebrián si su eterno enemigo
político tuviera opciones de Gobierno. La compañía atraviesa efectivamente una grave situación económica y su situación de debilidad financiera podría ser definitiva con un jefe de Gobierno enfadado que ya en su día,
cuando llegó al poder en 1996, trató de vengarse del trato recibido desde la oposición por
el grupo del desaparecido Jesús de Polanco.
Los otros. “La Corona”. Los servicios de la Corona, el futuro de la Corona... Aznar contestó
a dos preguntas sobre el rey sin apenas mencionarle. El exlíder del PP no tuvo una palabra amable para el jefe del Estado ahora que
atraviesa sus horas más bajas. No guarda de
él un buen recuerdo. Ni el monarca de él. Du-
Pedro J. Ramírez y Esperanza Aguirre comparten con Aznar ideario y tono crítico con Rajoy.
F. MORENO
Regalo envenenado
“Es una mala información, cuyo origen está bastante localizado. Parece bastante normal
que los invitados a una boda hagan regalos. Y algunos hacen
regalos relacionados con su actividad. Era un invitado personal del novio. Nadie conocía
otras actividades suyas”.
Aznar llegó a Antena 3
cuando las portadas de El
País aún mostraban en los
quioscos una factura de
32.452 euros que aparece en el sumario del caso Gürtel, que registra el
pago de la iluminación
de la boda de Ana Aznar y Alejandro Agag
y que corrió a cargo
de Francisco Correa,
cabecilla de la trama
e invitado a la ceremonia de El Escorial.
La pregunta era, por tanto,
obligada. Y, la respuesta, previ-
sible. Al expresidente le duelen
especialmente las informaciones que relacionan el caso Gürtel con la boda de su hija y responde con negativas y
EL SIGLO relató en octubre de 2009 la
conexión entre la familia Aznar y los
cabecillas de Gürtel.
demandas. Como su yerno, que
también ha emprendido acciones legales contra el diario por
relacionar, dice, un regalo de boda con una trama corrupta.
Esta circunstancia no es nueva. A finales de
2009, meses después de que estallara el caso, el levantamiento del secreto
de sumario permitía
conocer las declaraciones de los imputados,
que aseguraron que fue
Agag quien presentó a
Correa y su socio Álvaro
Pérez El Bigotes, invitado
también a la boda. La imagen de ambos accediendo
a la Basílica del Monasterio
de El Escorial es ya todo un
clásico. Y parece que la investigación no va a dejar a la
familia borrarla definitivamente de su álbum de bodas.
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AL TRASLUZ
Por Enric Sopena*
Ni Aznar ni Rajoy son
estadistas; son infumables
H
ace unos años, hacia 2007,
cuando empezaron a crecer
las presiones del aznarismo
contra Mariano Rajoy, tuve la
oportunidad de hablar con Antonio Hernández Mancha, presidente de Alianza
Popular de 1987 a 1989. Había sido nombrado por Manuel Fraga Iribarne y más tarde –apenas dos años después–, desalojado de la Presidencia, entre otros motivos
debido a los torpedos lanzados por Aznar y su cuadrilla contra el sucesor de Fraga Iribarne.
En el transcurso de nuestra conversación, hablamos de Rajoy. Me dijo Hernández Mancha: “Han comenzado a hostigarle sin piedad los mismos que acabaron conmigo. No te olvides”. Y así ha sido, desde luego. En el libro El vuelo del
halcón, publicado el año 1990 por el periodista y amigo Graciano Palomo, puede
leerse: “El lunes día 29 de febrero [1989],
José María Aznar sube a las ocho de la noche a la tribuna del Club Siglo XXI en medio de una expectación inusitada para un
presidente regional y político de tan escasa dimensión por aquel entonces (...)
Asisten más de mil personas”.
“No hemos sabido o no hemos querido hacer una alternativa eficaz”, proclama. En la cena, rodeado de amigos y periodistas, aprieta más la ofensiva: “Me he
sentido desamparado y ligeramente incordiado desde la dirección de Alianza
Popular, pero no tengo aspiración de ser
alternativa de nadie (...) El centroderecha
ha caído una y otra vez en las trampas que
le ha tendido el socialismo”.
Aznar actuó el otro día en el plató de
Antena 3 más o menos como lo hiciera
muchos años atrás en el Club Siglo XXI.
Humilló a Hernández Mancha y logró su
objetivo de que cayera en desgracia. En
1990, en el Congreso de Sevilla, Fraga Iri-
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barne elevó a Aznar a la cúspide más alta del PP. El 21 de mayo de 2013 humilló
a Rajoy, presidente del Gobierno y del Partido. Y abrió la puerta por donde quizá
tenga que salir Rajoy para irse a su casa.
Aznar o volverá a la actividad política
total, para quedarse con el partido y, si
puede, regresar a la Moncloa, o pondrá
en primera línea de fuego, tras su enorme fracaso con Rajoy, a otra persona de
su máxima confianza, como Esperanza
Aguirre. O, si no, a Alberto Ruiz-Gallardón, que ha abandonado ya su fama de
centrista y juega en la actualidad a parecer un conservador como la copa de un
pino. Gallardón le hizo el favor a Aznar
de fichar a Ana Botella como concejala
hasta aterrizar de alcaldesa sin pasar por
las urnas.
No hay que descartar a priori un cisma
en el PP. La reconciliación de Aznar y Rajoy es casi imposible. Aznar es demasiado orgulloso como para pedirle perdón a
su antiguo delfín. Durante la intervención
suya ante millones de telespectadores sacó una gran parte de su bilis y no dejó apenas resquicios a un entendimiento entre
los dos. ¿Conducirá esta situación a una
ruptura interna del PP?
Es viable esa hipótesis, aunque si se produjera supondría un grave riesgo para la
derecha española. Los desacuerdos perfectamente visibles en el interior de UCD
terminaron hundiendo al partido de Adolfo Suárez. Su apuesta por el CDS no sirvió más que para alargar la agonía de un
partido a la deriva y para ensanchar al máximo al PP. No deja de ser llamativo que,
dos años después de una mayoría rotundamente absoluta, el PP entre en crisis, no
ya por la corrupción, que lo devorará todo, sino porque ni Aznar ni Rajoy son estadistas y son infumables. l
*Director de El Plural.com
rante su etapa de convivencia, esta revista recogió los numerosos desencuentros públicos
que protagonizaron. Irá a Cuba “cuando toque”. “A éste lo mando a Polonia”. Son frases
pronunciadas por el exjefe del Ejecutivo referidas a Su Majestad. Don Juan Carlos fue uno
de los españoles que más motivos tuvo para
celebrar la marcha de Aznar. Los mismos motivos por los que más lamentaría su regreso.
El máximo responsable de FAES y consejero de las más variadas empresas nacionales y
multinacionales es hoy un hombre de mundo. Y eso fue gracias a sus ocho años al frente del Gobierno. Como suele ocurrirles a los
presidentes, dedicó su segunda legislatura a
cultivar las relaciones internacionales, que dieron como resultado su amistad con los presidentes de Estados Unidos y el Reino Unido y
la participación de España en la guerra de Iraq.
De aquella experiencia y de sucesos posteriores le ha quedado una particular obsesión
contra el islamismo radical. Si su partido y los
españoles le permitieran recuperar sus antiguas responsabilidades de Gobierno, no le resultaría difícil entenderse con David Cameron,
pero Barack Obama, que apenas conserva vestigios de la guerra contra el terror emprendida por George W. Bush, está lejos de ser el
aliado atlántico ideal de Aznar. Sobre todo porque desde que ocupara la Casa Blanca, el español no ha hecho más que reunirse con senadores del partido republicano.
La hipótesis más difícil de aventurar es el tipo de relación que mediaría entre el que fuera jefe de los conservadores españoles y la líder del CDU, Angela Merkel. Porque si a priori comparten ideario y recetas sobre la crisis,
su formulación en nuestro país iba a diferir de
manera estrepitosa. Aznar quiere bajar impuestos con urgencia y la alemana es una de
las responsables de que Rajoy los subiera el
pasado año y no tenga intención, por el momento, de bajarlos.
Hay un antes y un después en la relación de
los dos presidentes populares desde la entrevista que la pasada semana convulsionó al PP.
Unas relaciones que, al parecer, se han limitado a una única “conversación larga”. Puede que ese haya sido el origen del problema,
que el jefe de Gobierno no haya prodigado de
atenciones a su mentor y ahora éste quiera
desquitarse. ¿Intentará Rajoy enmendar su error
el 7 de julio, cuando asista a la clausura del
Campus FAES? Por la cuenta que le trae. l
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