Cuando se menciona a Ciudad Juárez nos tocan fibras muy

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COMISIÓN PARA PREVENIR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA
CONTRA LAS MUJERES EN CIUDAD JUÁREZ (CPEVMCJ)
DIRECCIÓN GENERAL DE COMUNICACIÓN SOCIAL
BOLETÍN DE PRENSA
Boletín Nº 55/05
Ciudad Juárez 8 de marzo de 2005
Invita Morfín Otero a intensificar el diálogo para fortalecer en
Ciudad Juárez esquemas de confianza y colaboración entre
sociedad y gobierno

La Comisión para Juárez es un espacio
incluyente en el que confluyen esfuerzos,
donde se suscita el diálogo y generan
acuerdos, señaló

No es justo que se estigmatice a Ciudad
Juárez como si su sociedad fuese agresiva
contra las mujeres. Han sido personas
concretas, grupos que han operado en la
impunidad, reiteró

Erradicar la violencia contra las mujeres
implica enorme voluntad política por parte de
servidores públicos
Cuando se habla de Ciudad Juárez “nos tocan fibras muy sensibles a las mujeres”
porque “las mujeres nacemos y vivimos interconectadas con las fuentes de la vida;
estamos íntimamente involucradas con la vida. Nos agravia cada asesinato, cada
fosa abierta” declaró hoy aquí la Comisionada para Prevenir y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres en Ciudad Juárez, María Guadalupe Morfín Otero,
quien destacó que ha trabajado para que el organismo que encabeza sea un
espacio incluyente, al servicio de todas y todos los que lo permitan, “donde
puedan confluir los esfuerzos múltiples, públicos y privados, federales, estatales y
municipales, nacionales e internacionales, donde se suscite el diálogo y se
generen acuerdos”.
La Comisionada declaró lo anterior al ofrecer una Conferencia Magistral en la
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez con motivo de celebrarse el Día
Internacional de las Mujeres. En el acto hizo una invitación “a intentar renovar el
diálogo entre las distintas partes que coinciden en el anhelo de dotar a Ciudad
Juárez de esquemas de confianza entre sociedad y gobierno, y en hacer de esta
ciudad, una ciudad capaz de encontrar la energía y creatividad para honrar la
vida”.
Morfín Otero reiteró que “una sociedad civil tan rica y comprometida como la de
Ciudad Juárez, merece ser revalorada, redimensionada” y señaló que “no es justo
que se le estigmatice como si su sociedad fuese agresiva contra las mujeres. Han
sido personas concretas, grupos que han operado en la impunidad”. En este
sentido dijo que “las instituciones públicas de todos los ámbitos podemos y
debemos hacer mucho por esta ciudad en el orden de poner a operar con toda
diligencia nuestra capacidad de restañar con verdad y justicia esa herida que
subsiste”.
Ciudad Juárez, dijo, es la sede “de una sociedad capaz de tender puentes, de ser
solidaria, de constituir redes de apoyo a sus semejantes, de comprometerse por
los inmigrantes que diario a diario recibe, de crear fórmulas de oferta de empleo
en condiciones de frontera, y de lograr contar con centros educativos que han
merecido reconocimiento nacional, como la Universidad Autónoma de Ciudad
Juárez”.
Explicó que erradicar la violencia contra las mujeres en cualquier ámbito “implica
enorme voluntad política por parte de servidores públicos”, así como de “gran
valentía por parte de aquellas mujeres que deben denunciar a compañeros con
quienes las unen o las han unido vínculos de afecto y muchas veces la paternidad
y la maternidad”.
Pero también señaló que abatir la violencia doméstica va más allá del ámbito de la
justicia penal, “es dijo, citando al fiscal español Carlos Castresana un asunto
que sólo se convierte en penal cuando han fallado todas las instancias previas que
debieron haber respondido como a un resorte al primer aviso”. Y es además “una
cuestión que pasa por la transmisión educativa y por los procesos de construcción
de ciudadanía que van haciendo parte de la cultura ciertas reglas de relación en la
familia, la escuela, la sociedad”.
Al respecto, explicó que hay virtudes públicas indispensables para abordar el tema
de la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez “y en donde quiera que
ocurra”. Entre esas virtudes “está la sabiduría para elaborar los pacientes e
indispensables acuerdos entre protagonistas: se trata de construir una ética de la
inclusión entre todas, que nos lleve a reconocer que las mujeres tenemos mucho
que aportar a los espacios públicos, en especial nuestra capacidad de reconocer a
los otros y a las otras como personas cuya valía y derecho no disminuye en nada
la valía y el derecho propios, sino que los complementa”.
Abundó que “ninguno, ninguna sale sobrando en plantear soluciones para abatir la
violencia contra las mujeres, en proveer condiciones de vida digna y plena para
ellas y también para los varones en esta ciudad, en emprender el largo camino
educativo para combatir estereotipos negativos que hacen de las mujeres un
objeto y no un sujeto con autonomía y conciencia”.
En México, dijo la Comisionada “nos ha costado mucho adquirir algunas virtudes
democráticas, como apreciar la queja y la denuncia, valorar la exigencia
ciudadana en los espacios del servicio público, como una herramienta que nos
permite corregir nuestro trabajo” y agregó que “también es de nobleza reconocer
los legítimos esfuerzos y avances que se van logrando, provengan de donde
provengan”.
La Comisionada hizo también un reconocimiento a las decenas de mujeres de
Ciudad Juárez que le han aportado su conocimiento acerca de esa frontera, las
calificó de “voces indispensables” para entender esa frontera y entre ellas citó “a
las mamás y familiares de las propias víctimas como Norma Andrade, Marilú
García Andrade, Ramona Morales, Soledad Aguilar, Josefina González, Paula
Flores, Oralia Hernández, Esther Luna, Juana Rodríguez, Irma Monreal, Martha
Ledesma, Rosa María Gallegos, Juana Villalobos, Evangelina Arce, Julia Caldera,
y a todas y cada una de las cuarenta y seis mamás con las que hemos entrado en
contacto en esta ciudad, así como a Norma Ledesma y a otras mamás de la
ciudad de Chihuahua”.
Se refirió también a las voces de las académicas como Julia Monárrez, Clara
Eugenia Rojas, Rosalba Robles, Socorro Tabuenca y a la de Marcela Lagarde,
Alicia Elena Pérez Duarte, las legisladoras de las comisiones unidas de las
cámaras de Diputados y Senadores, y las feministas de otras partes del país,
entre ellas las del Grupo Alternativas, que han elaborado su respectiva propuesta
para resolver el tema del feminicidio desde el ámbito penal.
Reconoció el papel de líderes sociales como Guadalupe de la Vega, de personas
de Ciudad Juárez y de otras partes, como Esther Chávez Cano, Luz Estela Castro,
Alma Gómez, Adriana Carmona, Marisela Ortiz que tanto han insistido en el tema
de las mujeres víctimas de homicidio en esa frontera “desde una visión de
derechos humanos y de acceso a la justicia”. Se refirió también a mujeres
destacadas de organismos de la sociedad civil con amplia experiencia en
desarrollo comunitario como Teresa Almada, Alma Rosa González, María Elena
Ramos, Dora Dávila, Imelda Marrufo, Verónica Corchado, Luz María Villalba, Elvia
Villescas, Linabel Sarlat “y otras muchas de comprobado compromiso por servir a
comunidades enteras donde se vive en un contexto difícil el reto de construir
ciudadanía”. Mencionó a Perla de la Rosa, y a su obra Antígona.
Durante su conferencia, la Comisionada recordó un texto que elaboró con motivo
del cumplimiento de los cincuenta años del derecho femenino al sufragio en
México. En este sentido dijo que en la demanda femenina de poder no hay una
única interpretación “no se reduce a una exigencia de mayor poder político, si bien
no lo excluye...me gusta pensar en el poder femenino como algo que nos abarca a
todas y que cada una vive según su carisma, vocación, historia personal y forma
de relacionarse con el entorno. Según sus humores y sus ciclos. En las mujeres,
decía el poeta Rilke, la vida habita de una manera más honda y fecunda. ¿Para
qué el poder si no para potenciar el giro de las hélices vitales de todo proyecto de
vida femenino?”.
La Comisionada destacó que las mujeres “somos las que fundamos las
condiciones de la vida. Somos el poder de las raíces y del canto, el río
subterráneo y la tradición, la travesura y la mano que da y sabe pedir ayuda.
Concebimos la ciudadanía como el atado de nudos en el telar múltiple del tejido
social. No puedo estar bien si más allá esas otras no lo están. Ellas son yo y yo
soy ellas, y entre todas vamos haciendo la red que nos sostendrá en caso de
vulnerabilidad y nos lanzará hacia nuestra tarea respectiva”.
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