En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital

Anuncio
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital federal de la República
Argentina, a los 30 días del mes de noviembre de 2010, se reúnen los
señores jueces de la Sala V, para dictar la sentencia en esta causa, quienes
se expiden en el orden de votación que fue sorteado oportunamente; y el
doctor OSCAR ZAS dijo:
I.- La sentencia de primera instancia que rechazó la pretensión (fs.
178/183) ha sido apelada por la parte actora a tenor del memorial que luce
anejado a fs. 187/189. La demandada contestó agravios (fs. 192/194 vta.).
A su vez, la parte actora se queja porque considera reducidos los honorarios
regulados a favor de su representación letrada (fs. 189 vta./190).
II.- La señora juez a quo rechazó el reclamo de salarios por enfermedad por
el período 16/8/06-17/1/07 al haber percibido el trabajador por el lapso de
un año de parte de la ART las prestaciones dinerarias previstas en el art. 13
de la LRT como consecuencia de padecer una incapacidad laboral
temporaria. Consideró que ello debía interpretarse como si el trabajador
hubiera estado gozando de la licencia por enfermedad inculpable prevista
en el art. 208 de la LCT. Concluyó, entonces, que la licencia paga de la
que gozó el actor hasta el 16/8/06 cubrió la obligación que pone a cargo del
empleador el art. 208 de la LCT y que, por ello, el actor carecía de derecho
a continuar percibiendo salarios durante los meses posteriores de
conformidad con lo normado por el art. 211 de la LCT.
Contra esta decisión se alza el accionante porque, según sostiene, la Ley de
Riesgos del Trabajo no dice que la Incapacidad Laboral Temporaria - cuyos
salarios caídos originan el pago a cargo de la ART- sea asimilable a la
licencia por enfermedad inculpable paga del art. 208 de la LCT cuyos
salarios están a cargo del empleador.Afirma que resulta erróneo considerar
que el pago efectuado por la ART por incapacidad laboral temporaria fuera
asimilable a la licencia paga por enfermedad.
Adelanto que la queja tendrá favorable acogida. Si bien no soslayo que la
cuestión ha sido debatida por la doctrina y que existen posiciones
encontradas al respecto considero que, en el caso, corresponde hacer lugar
a los salarios por enfermedad reclamados de conformidad con lo normado
en el art. 208 de la LCT.
En primer término, cabe señalar que en lo que se refiere al tratamiento de la
incapacidad temporaria la relación entre la ley 24.557 y la Ley de Contrato
de Trabajo es de complementación, produciéndose la acumulación de las
prestaciones previstas en uno y otro sistema (Ackerman, Mario, Tratado de
Derecho del Trabajo, Rubinzal Culzoni, Tomo VI, pág. 747/748).
El art. 208 de la LCT dispone que: "Cada accidente o enfermedad
inculpable que impida la prestación del servicio no afectará el derecho del
trabajador a percibir su remuneración durante un período de tres meses, si
su antigüedad en el servicio fuere menor de cinco años y de seis meses si
fuera mayor. En los casos que el trabajador tuviere carga de familia y por
las mismas circunstancias se encontrara impedido de concurrir al trabajo,
los períodos durante los cuales tendrá derecho a percibir su remuneración
se extenderán a seis y doce meses respectivamente...".
Obsérvese que los autores han sostenido desde antiguo que el Capítulo I del
Título X de la LCT al referirse a los accidentes y enfermedades
inculpables engloba tanto las contingencias ajenas como las vinculadas al
trabajo al considerar que el vocablo "inculpables" evoca la falta de culpa
del trabajador (ver Ackerman, "Accidentes y enfermedades inculpables,
Hammurabi, Buenos Aires, 1985, t. I. ps. 69 y ss y Maza, " Reflexiones
sobre las relaciones de la ley 24.557 y los artículos 208, 211 y 212 de la
LCT a propósito de un pronunciamiento judicial" en Revista de Derecho
Laboral Nro.2000-2, Extinción del Contrato de Trabajo-II, Rubinzal
Culzoni, pág. 381/417).
Nada obsta, en consecuencia, a que una vez vencido el plazo de un año
estipulado por el art. 7 inc. c de la ley 24.557 y manteniéndose para la LCT
la situación de incapacidad temporaria comience a correr el plazo de
licencia paga del art. 208 de la LCT.
Al respecto, Ackerman al proponer una solución diferente a la que venía
ensayando manifiesta que "...si bien la regla del artículo 13.3 de la ley
24.557 cancela el derecho del trabajador a devengar remuneración de su
empleador durante el período de incapacidad laboral temporaria, de cara a
la literalidad de la regla del artículo 208 de la LCT, no resultaría arbitrario
interpretar que el curso del derecho a la remuneración durante 3, 6 o 12
meses -según corresponda- de acuerdo con lo establecido en este último,
debería comenzar al agotarse el plazo establecido en el artículo 7 de la
LRT" (Ackerman, ob. cit. pág. 752).
Esta es la solución que, a mi entender, se adecua a la télesis de las normas
en juego pues nada obsta a que -debido a la complementación de ambasuna vez vencido el año fijado fictamente por la LRT como cese de la
incapacidad temporaria se torne operativo lo dispuesto en la LCT para los
casos de enfermedades inculpables.
Sobre el punto deben tenerse en cuenta las directrices emanadas de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en orden a que la interpretación de las
leyes debe practicarse teniendo en cuenta su contexto general y los fines
que las informan. Ello comprende no sólo la armonización de sus preceptos
sino también su conexión con las demás normas que integran el
ordenamiento jurídico (Fallos:287:79), así como la hermenéutica de las
leyes debe hacerse siempre evitando darles aquel sentido que ponga en
pugna sus disposiciones, destruyendo las unas por las otras, y adoptando
como verdadero el que las concilie y deje a todas con valor y efecto
(Fallos: 289:185).
En igual sentido, se ha expedido la Sala IX de esta Cámara al decir que: "si
a la fecha del cese de la situación de incapacidad temporaria por el
transcurso del plazo anual, el trabajador no obtuvo el alta médica,
corresponde aplicar las disposiciones previstas en el art. 208 de la LCT" (in
re: "Quiñones, Roberto Antonio c/ Transporte del Tejar S.A. s/ Diferencias
de salarios", SD Nro. 14.800 del 15/2/2008).
Repárese, además, que las prestaciones dinerarias que debe abonar la ART
conforme el art 13 de la ley 24.557 no son equivalentes al salario al que se
refiere el art. 208 de la LCT pues la primera se trata de una prestación de
pago mensual de cuantía igual al valor mensual del ingreso base (cfr. art.
12 LRT) en tanto la segunda prevé que: "La remuneración que en estos
casos corresponda abonar al trabajador se liquidará conforme a la que
perciba en el momento de la interrupción de los servicios, con más los
aumentos que durante el período de interrupción fueren acordados a los de
su misma categoría por aplicación de una norma legal, convención
colectiva de trabajo o decisión del empleador.Si el salario estuviere
integrado por remuneraciones variables, se liquidará en cuanto a esta parte
según el promedio de los percibido en el último semestre de prestación de
servicios, no pudiendo, en ningún caso, la remuneración del trabajador
enfermo o accidentado ser inferior a la que hubiese percibido de no haberse
operado el impedimento".
En efecto, esta última establece una regla de garantía del nivel salarial que
no está prevista en la LRT en tanto también son diferentes la base de
cálculo en uno y otro sistema por lo que no podría considerarse, a mi
criterio, que una suple a la otra en las particulares circunstancias del caso
en análisis.
En concreto, de la interpretación armónica y complementaria de ambos
regímenes no existe reparo legal alguno para hacer lugar al reclamo del
actor en tanto de conformidad con lo dispuesto en el art. 9 de la LCT en
caso de duda debe efectuarse la interpretación más favorable al trabajador.
Por los motivos expuestos, propongo que se revoque lo decidido en origen
y se condene al empleador a abonar los salarios por enfermedad
correspondientes al período 16/8/06 al 17/1/07.
A tal fin, tendré en cuenta el salario denunciado en el escrito inicial de $
2.302,15 (v. fs. 8) por resultar adecuado de acuerdo al detalle de
remuneraciones efectuado por la perito contadora por el período junio 2007
a mayo 2008 (ver peritaje contable, fs. 93/95) lo que arroja un total de $
11.510,75.
Dicho monto devengará intereses desde que cada suma es debida y hasta su
efectivo pago a la tasa activa fijada por el Banco de la Nación Argentina
para el otorgamiento de préstamos, según el cálculo difundido por la
Prosecretaría General de la Cámara (cfr. Resolución de Cámara de fecha 7
de mayo de 2002 -Acta Nro. 2357-).
III.- La solución propuesta implica dejar sin efecto la imposición de costas
y la regulación de honorarios de primera instancia (cfr. art.279 CPCCN) y
proceder a su determinación en forma originaria, lo que torna abstracto el
tratamiento de los recursos en ese sentido.
En virtud del principio general contenido en el art. 68 del CPCCN según el
cual quien resulte vencido debe cargar con los gastos causídicos en que
incurrió la contraria para el reconocimiento de su derecho, corresponde
declarar las costas de ambas instancias a cargo de la demandada vencida.
Teniendo en cuenta la naturaleza, alcance, tiempo, calidad y resultado de la
tarea realizada, y el valor económico del litigio, corresponde regular al
patrocinio y representación letrada de la parte actora, de la demandada y a
la perito contadora María Elisabet Stroman, por su actuación en primera
instancia, el .%, .% y .%, respectivamente, porcentuales a calcular sobre el
monto de condena más intereses (cfr. art. 38 L.O., 6, 7 , 9 , 19 , 37 y 39 de
la ley 21.839; arts. 3 inc. b) y g) y 12 dcto-ley 16.638/57).
A su vez, corresponde regular a los letrados firmantes de los escritos de fs.
187/189 y fs. 192/194 vta., por la labor desarrollada en esta instancia, el .%
y .%, respectivamente, de lo que a cada uno le corresponda percibir por su
actuación en la instancia de grado (cfr. art. 14 ley 21.839).
LA DOCTORA MARIA C. GARCÍA MARGALEJO dijo:
1) Disiento, respetuosamente, de la solución propuesta por el distinguido
colega preopinante, y paso a dar las razones de mi parecer.
En el escrito de inicio el actor (chofer de El Nuevo Halcón S.A.) expresó
que el 16-8-2005 sufrió un accidente de trabajo in itinere, que fue asistido
por Luz A.R.T.y que, luego de ciertas vicisitudes que relata en relación con
el cumplimiento de las prestaciones de la aseguradora, el día 16 de agosto
de 2006 (vale decir cumplido un año desde el infortunio) cesó la ILT
(incapacidad laboral temporaria), no abonando a partir de ese momento la
empresa los salarios por enfermedad inculpable conforme art. 208 L.C.T.;
como no se encontraba con alta médica según indica, intimó a su
empleadora quien le informa que se encontraba en reserva del puesto de
trabajo a partir del 16-8-2006 al haber percibido los haberes por accidente
por el término de un año (ver fs. 5 y vta.). Sostiene que si la intención del
empleador era conservar el puesto debió previamente aplicar el art. 208
L.C.T., que el art. 211 de igual ley solo está previsto para enfermedades
inculpables y que la demandada notificó la reserva del puesto sin haber
gozado su parte de la licencia paga. Indica que el alta definitiva se produjo
el 17-1-2007, que se reintegró el 18-1-2007, que la licencia del art. 208 cit.
no es incompatible con la prestación por incapacidad temporaria, que los
sujetos obligados al pago son distintos, y que si finalizó el plazo de un año
desde el accidente sin obtenerse el alta, corresponde aplicar lo dispuesto
por la ley laboral citada (fs. 6). Practica liquidación por "ausencia
justificada por enfermedad" desde el 16-8-2006 al 17-1-2007 por valor de $
11.510,75 (fs. 8).
Al contestar demanda la patronal negó entre otros extremos, el derecho del
accionante a gozar, luego de vencido el plazo de un año de las prestaciones
dinerarias, de un nuevo período de licencia paga por enfermedad. Expresa
que el art. 208 L.C.T.no distingue a los accidentes de trabajo de las
enfermedades inculpables y que el criterio propuesto por el demandante
implicaría duplicar lo normado por dicho artículo; aduce que si el
trabajador interpreta que no hay incompatibilidad entre ambas prestaciones
por ser los sujetos obligados distintos, entonces se sigue que quien debe
pagar los salarios por accidentes de trabajo debe ser la aseguradora y no su
parte. Invoca en su apoyo los arts. 7 y 13 L.R.T., dice que si un trabajador
sufre un accidente de trabajo queda sometido al ámbito de esta última ley y
niega que, vencido el plazo de prestaciones dinerarias, tenga derecho a
gozar de un nuevo período de licencia paga pues el art. 208 cit. no
distingue a los accidentes de trabajo de las enfermedades inculpables.
2) En su fundada sentencia de fs. 178/183 la Dra. Barilaro -entre otros
argumentos vertidos- consideró primeramente que entre los llamados
enfermedades o accidentes "inculpables" y los "profesionales" hay una
relación de género a especie y se da la situación que considera paradójica
(ver fs. 179 in fine/180) de que justamente si el daño proviene de las
enfermedades o accidentes "inculpables" ajenas al trabajo, quien resulta
responsable es el empleador, mientras que si proviene de accidentes o
enfermedades del trabajo se hace responsable a la ART. Cita a Fernández
Madrid en cuanto a que la calificación de inculpabilidad se dirige a excluir
de la protección a aquel daño que provenga de un acto intencional del
propio trabajador, pero en modo alguno está relacionada con la
imputabilidad o no de la afección a la responsabilidad patronal (fs. 180),
hace notar que no estando en juego en el caso la constitucionalidad del
sistema de la L.R.T.el eventual encuadramiento como profesional o laboral
de la afección padecida que se efectuara en el ámbito administrativo, en
ningún caso hubiera generado una obligación adicional a cargo de la
empleadora sino de la ART (misma foja). Afirma que no hay duda en autos
de que se está ante un accidente in itinere y que la pretensión parte de un
error conceptual porque durante todo el año desde la primera manifestación
invalidante la ART pagó las prestaciones dinerarias art. 13 L.R.T. y dicho
pago debe ser interpretado en forma paralela como si se estuviera gozando
de la licencia por enfermedad inculpable que prevé el art. 208 L.C.T. (igual
foja); que el Sr. Peralta no dejó de percibir sus ingresos que fueron pagados
los primeros días por el patrono y luego por la ART, de modo que asiste
razón a la empleadora según dice porque, una vez transcurrido el año de
licencia con goce de ingresos, pasa a regir la reserva del puesto (sea el
accidente laboral o no; ver a fs. 180 último párrafo/181); y que la
circunstancia de que la afección pueda haberse originado en un accidente in
itinere no extiende la obligación de la demandada más allá del período del
art. 208 cit. (fs. 182).
Contra tal decisión se alza la parte actora a fs. 187/190 remitiéndose
primeramente a lo expuesto en la demanda (ver a fs. 189 vta.) y sin que lo
expresado luego en el anteúltimo párrafo de esta última foja desvirtúe -en
mi opinión- lo concluido en 1ª instancia; expresa que la L.R.T. no dice que
la ILT sea asimilable a la licencia por enfermedad inculpable y luego cita
dos precedentes, uno del Juzgado nº 44 que -según dice- fue confirmado
por esta Sala (fs. 187 vta./188), y otro del Juzgado nº 55 (fs. 188) que según indica- fue confirmado por la Sala IX (fs.188 vta.), pero sabido es
que la sola cita de precedentes jurisprudenciales no implica por sí misma la
crítica concreta y razonada de la sentencia que, concretamente, exigen los
arts. 116 L.O. y 265 C.P.C.C.N. para las expresiones de agravios (ver
Fassi y Yáñez, Código Procesal Civil y Comercial, Tomo 2, 3ª ed.
actualizada y ampliada pág. 483), como asimismo que según el texto
expreso de dicho art. 116 no basta con remitirse a presentaciones
anteriores.
Es mi parecer entonces, que el memorial de apelación no satisface los
requisitos exigidos por las normas procesales precedentemente indicadas;
sin embargo, en aras de la mayor protección del derecho de defensa y ante
la opinión vertida por mi distinguido colega, habré de adentrarme en la
cuestión sustancial y dar mi parecer al respecto sin que, desde mi punto de
vista y por las razones que expresaré, se presente un caso de duda como el
previsto por el art. 9 L.C.T.
He de aclarar antes que nada, que la sentencia dictada por esta Sala V en la
causa "Insfrán, Carlos c/ COTO CIC S.A. s/ Accidente - Acción Civil"
(sentencia definitiva de fecha 8-5-2008) en modo alguno sienta una
doctrina concordante con lo pretendido en estas actuaciones. En
oportunidad de dictarse dicha sentencia fui vocal preopinante -habiendo
adherido el Dr. Zas- y en ese caso se discutía acerca de la existencia de dos
accidentes, solo uno de los cuales había sido reconocido en 1ª instancia, lo
que resultó ratificado por este Tribunal; asimismo se discutía el
acogimiento de un reclamo por daño moral; y había una queja sobre
salarios de los meses de noviembre 2002 a mayo de 2003 a la cual
posiblemente aluda el apelante pero, a este último respecto, lo único que
dije fue lo siguiente:"...4) La queja esgrimida por la demandada en relación
con la procedencia de los salarios correspondientes a los meses de
noviembre de 2002 a mayo de 2003, no constituye una crítica concreta y
razonada del fallo de la anterior instancia, pues en este punto la apelante se
limita a reproducir literalmente la defensa expuesta en oportunidad de
contestar la demanda (ver capítulo V de fs. 135), prescindiendo del análisis
esgrimido en la sentencia de grado para determinar la viabilidad de este
aspecto del reclamo (art. 116 L.O.)..." (el subrayado lo he agregado al
efectuar ahora la transcripción). Es decir que se resolvió ese agravio por
razones estrictamente adjetivas, no sentándose doctrina alguna al respecto.
3) Los accidentes in itinere no son -en mi opinión- accidentes de trabajo en
sentido estricto, pues no se producen ni por el hecho ni por la ocasión del
trabajo en sí mismo que se presta para algún empleador; lo que sucede es
que la ley los asimila (art. 6.1 L.C.T.) porque se han producido -puede ser
ello por muy diversas causas- en el trayecto o itinerario que debe cumplir el
dependiente ya sea para llegar a su lugar de labor, o una vez que esta ha
concluido para retornar a su domicilio; por eso la ley los contempla como
contingencia "....siempre y cuando el damnificado no hubiere interrumpido
o alterado dicho trayecto por causas ajenas al trabajo..." (salvo la excepción
a la exclusión por razones de estudio, concurrencia a otro empleo o
atención de familiar enfermo); digo esto porque, salvo por la circunstancia
de que el infortunio sufrido por el Sr. Peralta el 16-8-2005 se produjo en el
trayecto hacia su trabajo, aquel hecho aparecería perfectamente encuadrado
en lo que ha dado en denominarse "accidentes inculpables" ya que consistió
en un tropezón al saltar un cordón (relato del inicio fs.4 vta.), que nada tuvo
que ver con su trabajo de chofer.
La tradicional denominación de accidentes "inculpables" que también la ley
adopta -con lo que se los distingue de los profesionales o infortunios del
trabajo-, no deja de tener sus incoherencias pues, si se parte de que la
"inculpabilidad" está referida al trabajador y no al empleador, puede por
ejemplo llegar a ser mucho más "inculpable" un accidente de trabajo en el
cual nada haya tenido que ver la conducta del accidentado (incluso puede
tener su causa en un incumplimiento patronal), que otro ocurrido fuera de
la sede laboral y en el domicilio del propio empleado y debido a una
negligencia de este (por ejemplo, un accidente domés tico al utilizar un
cuchillo mientras se mira la televisión). Como quiera que sea, aquella es la
denominación a la que corresponde atenerse pues eso no está aquí en
discusión.
Viene firme a esta alzada que durante el año transcurrido entre el accidente
de autos y el 16-8-2006 le fueron pagadas al accionante las prestaciones
dinerarias de la L.R.T.
Sentado todo lo expuesto supra, el art. 208 L.C.T. que trae el aquí
reclamante como apoyo de su reclamo, dice claramente que cada accidente
o enfermedad inculpable que impida la prestación del servicio no afectará
el derecho del trabajador de percibir su remuneración por 3 ó 6 meses
según la antigüedad en el empleo (menor o mayor de 5 años); la
remuneración en esos casos se ordena calcular conforme la cobrada en el
momento de la interrupción de los servicios y el plazo de conservación del
empleo del art. 211 empieza a correr vencidos los plazos de interrupción
del trabajo por causa de accidente o enfermedad inculpable.Vale decir que
el derecho a la licencia paga por enfermedad comienza en el momento en
que la enfermedad (o el accidente) impiden la prestación del servicio;
trátase de una cuestión no solo jurídica sino fáctica, el empleado no trabaja
porque la situación incapacitante se lo impide, desde ese mismo momento
en que se inicia la incapacidad impeditiva de prestar los servicios goza del
derecho a su licencia, y en el sub lite no hay duda de que ello ocurrió en el
momento mismo del accidente, el 16 de agosto de 2005, a estar a los
propios términos del relato inicial.
Lo que pasó es que este evento ocurrido en la vía pública, tuvo lugar
mientras el Sr. Peralta se dirigía a cumplir su trabajo para El Nuevo Halcón
S.A., y por esa particularidad, la ley lo considera encuadrado dentro de la
Ley de Riesgos del Trabajo, la cual reconoce en su consecuencia una serie
de derechos (vgr. las distintas prestaciones dinerarias del capítulo IV y las
prestaciones en especie del capítulo V de la L.R.T. que abarcan entre otras
la asistencia médica y farmacéutica, las de prótesis y ortopedia y la
rehabilitación).
En el escrito inicial se sostiene que no son incompatibles esas prestaciones
con las de la Ley de Contrato de Trabajo (ver demanda fs. 6) pero lo que no
explica dado que el indudable origen de ambas sería el mismo (o sea el
infortunio del 16 de agosto de 2005) es por qué una habría de interrumpir a
la otra o, por así decirlo, hacerla desaparecer de escena temporariamente; ni
por qué la incapacidad laboral temporaria de la L.R.T. es distinta en su
esencia o características en cuanto a lo psicofísico y en lo que al sujeto
afectado se refiere, al impedimento en la prestación de servicios referido en
el art. 208 L.C.T.; a punto tal ello no es así que el art. 13 L.R.T.establece
que la prestación dineraria correspondiente a los primeros diez días estará a
cargo del empleador, y las siguientes a cargo de la ART; es obvio que se
trata del mismo concepto que, en un primer corto lapso lo paga el patrono y
después el ente asegurador.
Y también es suficientemente claro a partir de dicho art. 13 que las
prestaciones por incapacidad temporaria se deben ya "A partir del día
siguiente a la primera manifestación invalidante...", al igual que la licencia
paga por enfermedad del art. 208 L.C.T. corre a partir del impedimento
mismo de la prestación del servicio -en ambos casos evidentemente para
protección del dependiente-.
La interrupción del trabajo que prevé la L.C.T. art. 208 no se interrumpe permítaseme la redundancia- ni desaparece temporariamente (como
parecería desprenderse de la tesis de la demanda) porque el accidente haya
ocurrido camino al trabajo -ni tampoco si hubiera acaecido dentro del
establecimiento del empleador-; dura en tanto dure la imposibilidad de
prestar servicios (con derecho a remuneración en los períodos allí fijados);
y en este caso concreto el actor recibió prestaciones dinerarias por un lapso
que coincide con el máximo que prevé la L.C.T. ya que como surge de fs.
8, la liquidación del rubro que demanda parte del 16-8-2006, un año
después del accidente.
A propósito de la opinión de Ackerman que ha sido citado en la demanda y
en el responde, indica este autor que la relación de complementación entre
las normas sobre accidentes y enfermedades inculpables y el régimen
diseñado en la L.R.T. se manifiesta cuando coinciden sus ámbitos
personales de aplicación y los presupuestos de hecho de ambos sistemas, y
en cuanto a la incapacidad temporaria dice:"Como regla general, puede
afirmarse que la incapacitación temporaria del trabajador, en cuanto
presupuesto de hecho común, impone la aplicación conjunta de las normas
de la LRT y de las reglas sobre accidentes y enfermedades inculpables".
Más adelante se refiere a la cuestión de la fecha de inicio del cómputo del
año de reserva cuando la incapacitación fue causada por un accidente de
trabajo bien entendido que -dice- "...el plazo anual de conservación del
empleo opera tanto en la situación de incapacidad laboral temporaria como
permanente para la LRT....Ante la ausencia de un precepto legal que
imponga una respuesta diferente, la solución debe buscarse a partir del
reconocimiento de la antes subrayada identidad de situación, en cuanto a la
eximición del deber de prestación del trabajador, en la primera remunerada- y la segunda -no remunerada- etapas...."; y luego de calcular
que la licencia entre los períodos que devengan y los que no devengan
remuneración podrá tener una extensión máxima de 15, 18 ó 24 meses
(según antigüedad y cargas de familia del empleado) concluye que "...el
curso del plazo de un año del artículo 211 de la LCT -o del artículo 52 del
Régimen Nacional del Trabajo Agrario- comenzará en la fecha en que se
extinga -o deba extinguirse, si resulta aplicable la regla del apartado 3 del
artículo 13 de la ley 24.557- el plazo remunerado en la extensión que le
corresponda de acuerdo con las reglas del artículo 208 de la LCT -o 47 del
Régimen Nacional de Trabajo Agrario." (el destacado en negrita me
pertenece).
Es cierto que a continuación y por vía de hipótesis imagina que podría
proponerse una solución diferente apoyada en la regla del art. 13.3
L.C.T.según la cual durante el período de ILT el trabajador no devengará
remuneraciones de su empleador, pero también lo es que termina aceptando
que tal interpretación también puede ser refutada "...con el argumento de
que ella supondría una quiebra de la regla de unicidad de fecha a los
efectos del cómputo de los plazos legales, con las consecuencias -positivas
y negativas, claro está- que, de acuerdo con las circunstancias particulares,
esto acarrearía para el trabajador" (Tratado de Derecho del Trabajo, Tomo
VI correspondiente a Riesgos del Trabajo, ver págs. 739 a 752),.
Justamente y tal como expuse más arriba, ese punto es crucial para dar al
conflicto de que se trata una solución coherente y que se corresponda con
lo que sucede en la realidad pues, en rigor, cuando un trabajador sufre un
accidente efectivamente incapacitante de cualquier tipo, no puede -no debetrabajar, está impedido de prestar servicios porque una afección
incapacitante así se lo impone, esa prestación de servicios legalmente se
interrumpe por ese motivo y a partir del momento mismo en que la
incapacidad irrumpe (ya sea que nos remitamos al texto del art. 13.1 L.R.T.
o del 208 L.C.T.) y no puede interrumpirse lo que ya está interrumpido, por
el mismo motivo incapacitante.
4) Por lo expuesto, es mi opinión que la sentencia de 1ª instancia debería
confirmarse en lo principal que decide.
En cuanto a los honorarios (apelación fs. 189 vta.) el recurso es allí
presentado por la Dra. Karina Natalia Merlo en su carácter de apoderada
del demandante, no por su propio derecho, y carecen de interés las partes
en cuestionar por bajos -lógicamente sí por altos- los estipendios de sus
propios letrados, por lo que el recurso fue mal concedido a fs. 191.
5) Las costas de alzada, ante la existencia de pronunciamientos judiciales
de diverso signo (me remito a la cita que efectúa el colega de un fallo de la
Sala X) deberían imponerse por su orden (art.68 2ª parte C.P.C.C.N.).
Mociono regular por los trabajos de 2ª instancia, a la Dra. Karina N. Merlo
$. y al Dr. Hernán Giniger $., considerando el monto involucrado en el
litigio (fs. 8), resultado del recurso, mérito e importancia de las labores y
arts. 14 y conc. de la ley arancelaria 21.839.
EL DOCTOR JUAN CARLOS FERNANDEZ MADRID manifestó:
Adhiero al voto de la Dra. García Margalejo con la siguiente
puntualización:
El régimen de la Ley de Contrato de Trabajo y el de Ley de Riesgo de
Trabajo son complementarios. Por ello, considero que no se puede pagar
menos que la ley que abarca más ni se puede convertir la complementación
en una duplicación de pagos. Es decir, no puede haber duplicación de
protección porque en realidad se trata de un solo riesgo, un mismo riesgo
que descarga la responsabilidad en el empleador o en la ART.
Ahora bien, si el resarcimiento es menor en la LRT que en la LCT el
empleador debe pagar la diferencia en virtud del principio de la ley más
favorable para el trabajador que está consagrado en el art. 9 de la LCT.
En virtud de lo que surge del acuerdo que antecede, el TRIBUNAL POR
MAYORÍA RESUELVE: 1º) Confirmar la sentencia de 1ª instancia
apelada en lo principal que decide y fue materia de recurso. 2º) Declarar
mal concedido el recurso interpuesto a fs. 189 vta. 3º) Costas de alzada por
su orden. 4º) Regular los honorarios de los profesionales intervinientes en
esta instancia, como se sugiere en el punto 5 del segundo voto de este
acuerdo. 5º) Reg., not. y dev. Con lo que terminó el acto, firmando los
señores jueces por ante mí, que doy fe.
Oscar Zas - Juez de Cámara María C. García Margalejo - Juez de Cámara Juan Carlos Fernández Madrid - Juez de Cámara -
Documentos relacionados
Descargar