La sociedad ante el nuevo fenómeno de los desechos

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La sociedad ante el nuevo
fenómeno de los desechos
tecnológicos
GABRIELA MARÍA LUISA RIQUELME ALCANTAR
MESA 6
Objetivo
Describir los aspectos relacionados con la generación de desperdicios
tecnológicos en el mundo, para reflexionar acerca de esta importante
problemática.
Resumen
Hoy día es conocido que, los grandes avances tecnológicos han propiciado
mejores condiciones de vida en la sociedad actual, pero poco se ha advertido en el
impacto negativo y deterioro que se causa al ser humano, al medio ambiente y a
los recursos naturales del planeta, al mostrarnos incapaces de eliminar la basura
tecnológica resultado de innovaciones que se tornan obsoletas para el hombre.
El vertiginoso avance tecnológico, basado principalmente en la producción de
aparatos electrónicos y eléctricos mediante el uso de materiales como el plomo,
estaño, cadmio, cobre, antimonio, cobalto, oro, mercurio, niquel, zinc, bario y
cromo, los cuales al ser desechados indiscriminadamente se convierten en
materiales altamente tóxicos para los seres humanos, las plantas y los animales. De
sobra se sabe, que si se está constantemente expuesto a estos elementos, éstos se
almacenarán en el cuerpo y pueden tener efectos irreversibles en el sistema
nervioso del hombre.
El creciente problema de la basura
Con frecuencia nos hemos preguntado ¿a dónde van los controles remotos, o
un carrito eléctrico, un reproductor musical portátil, una afeitadora, una carcasa de
computadora, los teléfonos celulares, las impresoras y las baterías que a diario
desechamos por adquirir nuevos modelos o porque su funcionamiento ya lo
consideramos obsoleto y no nos brinda el servicio deseado? Y es que el problema de
la renovación y la innovación es el desperdicio; este mundo moderno electrónico
lanza al mercado cientos de artículos por mes con más memoria, más capacidad,
más alcance, más baterias… y más basura.
La basura electrónica o e-waste, como se le llama en inglés, es un problema
serio, ya que representa alrededor del 5% de la basura que se genera en Europa
(González, 2005).
Estados Unidos -quien es el campeón exportador de estos desperdicios-,
Europa y Japón, cada año desechan millones de aparatos y componentes eléctricos
y electrónicos en las costas de los países asiáticos, principalmente en China. Los
desechos llegan a este país en barcos de carga vía Hong Kong, Taiwán y Filipinas.
Los pepenadotes electrónicos, migrantes que provienen de las regiones más
pobres de China, crean poblaciones a las que se les conoce por su “especialidad”,
por ejemplo, existe una comunidad denominada HP Laser Jet Town , otra provincia
china afectada es Guiyu, principal destino del desecho de las computadoras. En
estas comunidades niños y adultos trabajan diariamente por 1.20 dlls. en
condiciones insalubres y sin ningún tipo de regulación, desarmando a mano las
computadoras e impresoras, inhalando casi todo el día nubes de tinta, plomo,
cadmio, antimonio, mercurio y cromo, entre otros. (Beltramo, 2003).
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El objetivo principal al separar las piezas de las computadoras consiste en
fundir los condensadores para extraer pequeñas cantidades de oro de los contactos
eléctricos. El sobrante es derramado en las aguas negras del río Lianjang, que
transporta grandes cantidades de flujos cancerígenos y otras toxinas. Cabe
mencionar que esta tarea es responsabilidad de las mujeres de la población.
Por supuesto, el agua de Giuyu no es potable. Existen camiones que traen
agua potable a 15 kilómetros de distancia, pues los lugares cercanos a la ribera del
río que se usó para descomponer y quemar tableros de circuitos, mantienen niveles
de plomo 190 veces más elevados que lo que establece la OMS para el agua potable.
La Convención de Basilea
A pesar de los daños físicos que pueden causar los desechos tecnológicos,
esta industria se ha convertido en una forma de vida para los países pobres.
En el año de 2001 en Estados Unidos más de 40 millones de computadoras
pasaron a ser obsoletas; el 80% de estas máquinas se vendieron a intermediarios
asiáticos y se les embarcó con ese destino para ser desmanteladas o recicladas en
esos países, con esto los asiáticos han encontrado un incipiente y jugoso negocio y
los americanos se deshacen de los componentes tóxicos de los aparatos eléctricos y
electrónicos.
Por eso suena comprensible que sea precisamente Estados Unidos el único
país que se negó a ratificar la Convención de Basilea, que es un acuerdo
internacional que firmaron los países desarrollados y que tiene como objetivo el
establecimiento de límites en la exportación de desechos peligrosos. Por supuesto
el resultado de esa negativa es que los recicladotes de los Estados Unidos no violan
ninguna ley interna al enviar sus desechos tecnológicos a los países pobres de Asia.
Y es que a los países industrializados les sale mucho más barato exportar estos
desperdicios que reciclarlos (Molina, 2005).
A pesar de que los países desarrollados violan la Convención de Basilea y la
Enmienda de Prohibición de Basilea, la exportación de basura tecnológica se ha
convertido en un dolor de cabeza para China, India y Pakistán, principalmente.
La Convención entró en vigor en 1992, y fue creada para prevenir que los
países ricos exportaran sus desechos peligrosos en otros países. Además también
tiene como funciones, el invitar a las naciones a ser autosuficientes respecto al
manejo de éstos, y a reducir la generación de desechos peligrosos.
En 1995, se adoptó la Enmienda de Prohibición de Basilea, que prohibe que
los miembros de la OCDE, la Unión Europea y Lichtenstein exporten desechos
peligrosos a cualquier otro país.
Sin embargo, actualmente se ha descubierto que los países ricos siguen
exportando su basura, pero ahora disfrazada como caridad, o también llamada
computadoras para los pobres.
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Un coctel de metales
El mundo genera entre 20 y 50 millones de toneladas de basura de equipo
electrónico y eléctrico, señaló el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (UNEP),
Lo más grave es que no sólo se trata de enormes cantidades de
plástico. Los aparatos electrónicos contienen una compleja mezcla
de sustancias, muchas de las cuales son tóxicas y crean una severa
contaminación cuando son desechadas.
Entre las sustancias hay metales pesados, como el mercurio, el
plomo, el cadmio y el cromo; y retardadores de fuego bromados
(Molina, 2005: 10)
Esta situación es muy preocupante considerando la cantidad de desechos
tecnológicos que se registran anualmente en todo el mundo. Por ejemplo, los
teléfonos celulares que son testigos del vertiginoso avance tecnológico de que son
objeto. Estos aparatos contienen cientos de componentes, muchos de los cuales
contienen plomo, mercurio, cadmio y berilio, y algunos compuestos químicos
peligrosos, como los retardadores del fuego. Según UNEP, en 2005 se desecharon
130 millones de teléfonos celulares en el planeta.
Impacto ecológico y social
Un producto es tóxico cuando sus componentes, aislados o en conjunto,
ingresan y son asimilados por un organismo o ecosistema.
Ahora bien, el plomo ampliamente utilizado en los aparatos electrónicos,
como es el vidrio de los monitores de computadora, es altamente tóxico para
humanos, animales y plantas. Se almacena en el cuerpo si se está expuesto
constantemente a él y puede tener efectos irreversibles en el sistema nervioso,
sobre todo de los niños.
El cadmio, empleado básicamente en switches, toners, tintas de impresora,
monitores CRT, baterías recargables, viejos cables de PVC y viejos tubos de rayos
catódicos, con el paso del tiempo, se pueden acumular en el cuerpo humano; una
exposición a largo plazo daña los riñones y la estructura ósea. El cadmio es
altamente cancerígeno, sobre todo si se inhalan gases y polvos contaminados.
Los policlorobifenilos (PCB), químico prohibidos que se siguen empleando en
aplicaciones eléctricas y electrónicas. Su efectos tóxicos incluyen la supresión del
sistema inmunológico, daño renal, cáncer, daño al sistema nervioso, cambios de
comportamiento y daños a los sistemas reproductivos masculino y femenino.
Las baterías y los interruptores contienen mercurio y litio, que afecta
órganos y fetos. En México, la Asociación Mexicana de Pilas (Amexpilas), estima que
en nuestro país se consumen alrededor de 600 millones de cargas de energía cada
año, de las cuales 200 millones son piratas, es decir, ingresan de contrabando, por
lo tanto no se rigen bajo ninguna norma, como las de marca, lo que las hace
doblemente peligrosas.
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En México, cuando una pila ya no sirve se tira en la basura doméstica o a
cielo abierto; con el tiempo y por la descomposición de sus elementos se oxidan y
derraman diferentes tóxicos en suelo, agua y aire. Existen estudios que señalan que
un 35% de la contaminación por mercurio es ocasionada por las baterías que se
incineran con la basura doméstica. Para tener una dimensión del problema basta
decir que una sola pila de reloj o de botón puede contaminar hasta 6.5 millones de
litros de agua (Ortega y Mata, 2006).
El mercurio utilizado en lámparas fluorescentes de los monitores LCD.
El bromo, empleado en carcasas y aislamientos plásticos.
Es importante mencionar que si todos estos componentes, no se confinan
correctamente, contaminan los mantos subterráneos de aguas con los
escurrimientos y en el caso de incinerarlos, los vapores que despiden son altamente
tóxicos.
El caso de México
En México, anualmente se generan 8 millones de toneladas de residuos
tóxicos, los cuales representan un peligro para el equilibrio ecológico. La Semarnat
reconoce que sólo existe un confinamiento de residuos peligrosos autorizado, por lo
que 7 millones 40 mil toneladas de basura tóxica son arrojadas en la red del
drenaje y en barrancas. Este confinamiento tiene 10 años operando en San
Bernabé, Nuevo León y está a cargo de la empresa Multiquim, S.A. de C.V.
En los diez años de operaciones de este confinamiento la población ha
presentado un incremento en malformaciones congénitas, diversos tipos de cáncer,
esterilidad y abortos.
Además los confinamientos ilegales han propiciado la contaminación del
agua subterránea y de la superficie que escurren hasta el Río Bravo y el Golfo de
México, los cuales abastecen a grandes poblaciones, extinción de flora y fauna de la
zona, y emisión de dioxinas.
Sin embargo, según información de Green Peace, En México existen 156
empresas autorizadas para el manejo de residuos peligrosos. Se mencionan 16
empresas recicladoras de solventes usados, 9 para el manejo de aceites lubricantes
usados, 60 para el almacenaje temporal, recolección y transporte, 5 empresas para
el reciclado de metales, 26 equipos móviles para el tratamiento in situ de residuos
peligrosos. Además hay 10 empresas y plantas de tratamiento de residuos peligrosos
de actividades petroleras, 2 empresas con plantas incineradoras, 4 empresas
cementeras que incineran residuos peligrosos, una empresa de tratamiento de
aceites contaminados, 16 empresas para el tratamiento de residuos biológico
infecciosos y 4 empresas autorizadas para el confinamiento controlado de residuos
peligrosos; sólo 3 de ellas autorizadas para dar servicio al público (SILVA, 2004).
Como se puede observar no existe un confinamiento especial para la
chatarra tecnológica, en cualquier lado se puede desechar inclusive en la basura
doméstica.
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Por otro lado, el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(Semarnat), José Luis Luege Tamargo, sostiene que en nuestro país, cada año se
generan 320,000 toneladas de envases PET (tereftalato de polietileno) –envases de
refresco agua embotellada-, los cuales tardan más de mil años en degradarse
(ÁVILES, 2005).
Por su parte en el estado de Guanajuato, seis empresas alojan en sus
predios, sin ningún control ni supervisión de las autoridades, más de 502,000
toneladas de desechos tóxicos a cielo abierto, entre los que se encuentran slulfatos
de amonio, residuos de plaguicidas organoclorados y fosorados, mercurio, cromo y
lodos ácidos, que ponen en riego la salud de más de tres millones de habitantes en
el estado.
Los municipios aledaños a las seis empresas se ven afectados por los polvos
contaminados y partículas sólidas que se dispersan con los vientos; la población
respira todo el tiempo esos agentes químicos, señala Carlos Chacón, presidente de
la Asociación Nacional de Grupos Ecologistas-León (RODRÍGUEZ, 2006).
Respecto al municipio de Ciudad Juárez en el estado de Chihuahua, el
panorama no es mejor. Este municipio enfrenta un problema de salud debido a los
aproximadamente 100 millones de llantas usadas tiradas en el desierto.
En ciudad Juárez circulan diariamente 550,000 vehículos y se desechan
800,000 llantas al año. Éstas deberían ir al Centro de Acopio del municipio pero
éste solo puede concentrar el 5% del desecho total, por tanto el resto va a parar
clandestinamente al desierto, en los cerros y caminos de terracería de la periferia.
Además, es importante mencionar que cada mes Estados Unidos exporta a
este municipio 1.2 millones de neumáticos reciclados, con una vida útil de 2 a 3
meses, lo que agrava el problema ambiental y de salud.
Su principal riesgo son los incendios, pero también contaminan la tierra y los
mantos freáticos y permiten la proliferación de la fauna nociva, amén de que con el
aval de Semarnat, se permite que las cementeras las utilicen en sus hornos para la
realización de sus procesos, lo que está provocando un alta emisión de dioxinas,
mercurio, hidrocarburos y materiales pesados como plomo, zinc, etcétera, los
cuales son muy peligrosos para la población (BREACH, 2006).
Conclusiones
Como se ha podido observar el problema de los desechos tóxicos es un
asunto muy serio. Existe un debate a nivel internacional sobre cómo encarar este
problema, por ejemplo la Unión Europea, ya empezó a exigirle a sus fabricantes
que asuman la responsabilidad de sus productos desde el origen hasta el fin,
particularmente cuando éstos contienen materiales potencialmente peligrosos para
la sociedad.
En los países del tercer mundo, el asunto es más serio, pues muchos de los
desechos tecnológicos que descartan los países industrializados llegan a los países
pobres en calidad de donativos, siendo productos que han perdido vigencia y que
en muy poco tiempo se convertirán en material de desecho.
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Por tanto, es importante hacer un llamado pues la importación ilegal de
basura tecnológica está causando daños irreparables al medio ambiente y a miles
de trabajadores que se dedican a esta actividad. Muchos autores sostienen que los
basureros tecnológicos del siglo XXI también son los desperdicios de la guerra del
siglo pasado. Es imprescindible estudiar a fondo esta problemática pues de
nosotros depende su solución, sobre todo ahora, que los países industrializados
discuten en forma por demás superficial la manera de cómo salvar al planeta de
diversas catástrofes ambientales, que debieran ser prioridad para todos los países.
Lo peligroso es no tener un control exacto de los depósitos y el manejo
adecuado de los residuos tóxicos, que terminan en basureros comunes, cañadas,
ríos y playas, sitios que representan un riesgo para la salud de la sociedad.
Bibliografía
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Sección Sociedad y Justicia, jueves 4 de agosto de 2005, p. 42.
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el 15
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GOODMAN, Meter (2005) “Basureros del siglo XXI, panorama desolador”.
http//www.cromos.com.co/historico/2005-10-15/contenido_MI-2547.htm
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MOLINA Ramírez, Tania (2005) “El lado sucio de la tecnología”.
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ORTEGA, Patricia y Ruth Mata. “Las pilas no son como las pintan”
En Excelsior, Sección Dinero, Sábado 3 de junio de 2006.
RODRÍGUEZ, Martín Diego. “En riesgo por residuos tóxicos, más de tres millones de
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En La Jornada, sección Estados, lunes 2 de enero de 2006, p. 27.
SILVA, Yara. “Al drenaje, toneladas de residuos tóxicos al año”
En Milenio Diario , sección México, viernes 16 de septiembre de 2004, p.13.
GABRIELA MARÍA LUISA RIQUELME ALCANTAR
Profesora-Investigadora del Centro de Investigaciones Económicas,
Administrativas y Sociales (CIECAS) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Miembro de la Cátedra México CTS+I.
Becaria COFAA. Directora del Proyecto de investigación 20060274
Calle Lauro Aguirre nº 120. Colonia Agricultura, México, D.F.
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