Nota proporcionada por la editorial sobre el libro y el autor

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Autista y genio
Daniel Tammet tiene 28 años, ha fundado una empresa de enseñanza de
idiomas a través de internet, vive con su pareja y lleva una vida aparente normal...
todo un logro considerando que padece una forma de autismo conocida como
síndrome de Asperger, lo que hace que ciertas tareas sencillas como tomar un
autobús, entrar en un edificio público, rellenar un impreso o encontrar una calle de
su ciudad, le resulten extremadamente complicadas.
Daniel es lo que se llama un genio autista y su vida está repleta de logros y
superaciones personales. De su historia destaca el esfuerzo continuado para
integrarse y superar las barreras de una enfermedad que le condenaba a depender de
los demás. Al carecer de empatía –algo generalizado en los autistas- le cuesta
entender las reacciones de la gente con la que interactúa, lo que provoca que se sienta
incomprendido y tienda hacia el aislamiento. Otro de sus problemas es que su
excesiva lógica le dificulta entender que algunos de sus comportamientos puedan
resultar desagradables o groseros. Gracias a un gran tesón para cambiar y adaptarse,
sus mayores logros están dentro del ámbito de las relaciones personales.
Aunque todavía le cuesta relacionarse con las personas, no le ocurre lo mismo
con los números, con los que mantiene una relación muy especial. Siempre se ha
sentido fascinado por ellos y tiene una facilidad asombrosa para el cálculo. Él percibe
cada número con personalidad, color y textura propios: nos habla de números
simpáticos, angulosos, oscuros o tranquilos, como si estuviera hablando de familiares
o amigos. Cuando está nervioso o irritado, piensa en números para calmarse. Las
multiplicaciones le entusiasman y es capaz de calcular cifras de varias decenas de
dígitos sin realizar ningún esfuerzo consciente porque ve cada parte de la operación
como un paisaje colorido, y a su mente llega el resultado también en forma de paisaje
que inmediatamente reconoce como a un viejo amigo. Jamás se equivoca. En estos
momentos tiene el record europeo de recitar los decimales del número pi, obtenido
tras enumerar durante más de cinco horas, sus 22.514 primeros dígitos.
Con las letras y las palabras, le ocurre algo similar. Siente la vibración, el
color y el tamaño de cada letra o palabra, algo que de niño le causó problemas en el
colegio porque para él, cada letra es de un tamaño y color diferente, y así lo
mostraba en su caligrafía que en absoluto se correspondía con la que enseñaba el
maestro. Con las palabras Daniel siente de forma intuitiva lo que significan. Nos dice
que el sonido de la palabra verde es de color verde o que el de la palabra escalera es
azul y brillante, aunque también advierte que en ciertos casos los nombres no
corresponden con lo que representan, como en la palabra ganso que la ve de color
verde y no encaja con el color de esta ave. Está forma de experimentar las letras y las
palabras le ha servido para aprender idiomas rápidamente. En la actualidad habla
diez idiomas. El islandés –el último que ha aprendido- lo hizo en el tiempo record de
una semana. Algunos investigadores creen que esta forma de asociar la palabra con el
objeto es la base de los idiomas más primitivos, claramente más intuitivos que los
actuales. En Optimnen, la página web de Daniel, podemos ver en un dibujo suyo
cómo percibe los primeros decimales del número pi, y otras curiosidades como sus
propios métodos –totalmente intuitivos- para aprender idiomas.
Esta experiencia de sentir los números y las letras de forma altamente
emocional y verlos en colores, con textura y movimiento, es conocida como
sinestesia. Se cree que la razón neurológica de la sinestesia tiene que ver con un
exceso de comunicación entre diferentes regiones cerebrales y especialmente entre
ambos hemisferios. Esta es la base de la lógica aplicada a todo lo que perciben
intuitivamente. En el caso de Kim Peek –la persona en que se inspiraron para crear
el personaje representado por Dustin Hoffman en la famosa película Rain Mannació sin la membrana que separa ambos hemisferios cerebrales, por lo que la
comunicación entre ambos hemisferios es mayor que la de cualquier otra persona. El
profesor Vilayanur Ramachandran, del Centro de Estudios Cerebrales de San Diego,
cree que algunas personas creativas tienen también esta capacidad sinestética,
posiblemente también debida a esta anormal comunicación entre diferentes partes del
cerebro. Actualmente se sabe que el hemisferio izquierdo “piensa” de una forma lógica
y lineal, mientras que en el hemisferio derecho, rige la intuición y la creatividad. Esto
explicaría el uso de la intuición para realizar operaciones lógicas, como las matemáticas
o el lenguaje, por parte de las personas que carecen de la membrana que separa los
hemisferios cerebrales. Actualmente, gracias a los estudios que algunos neurólogos han
hecho sobre personas como Daniel, se está trabajando en un proyecto para inducir esta
capacidad sinestética en cualquier tipo de individuo, de forma que podamos aplicar la
intuición para aprender más rápidamente un nuevo idioma o realizar cálculos.
En este libro, Daniel Tammet nos relata su vida y sus experiencias
personales, lanzando un mensaje esperanzador para todos aquellos que tienen hijos
con autismo, epilepsia (enfermedad que padeció en su infancia) o síndrome de
Asperger, y que se no se quieren resignar ante los diagnósticos y previsiones médicas.
Por otro lado, quizás algún día estas aportaciones sobre su percepción de los números
y letras, conduzca a desarrollar una forma más intuitiva, carente de esfuerzos y
eficaz de solucionar problemas matemáticos o aprender idiomas.
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