Entrevista jesus Gracia López

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día
10
Diario del AltoAragón - Viernes, 10 de agosto de 2007
Mª Jesús SÁNCHEZ
Jesús se prepara a conciencia para estar en forma para San
Lorenzo, tiene muy claro que
“ser danzante es una oportunidad que muy pocos tenemos,
algo por lo que me siento afortunado, y por ello procuro estar físicamente al cien por cien
para las fiestas y me entrego al
máximo”.
En los días previos a San Lorenzo, con los preparativos del
traje, del que cada año cambia alguna cosa, afirma que “ya se empieza a sentir el gusanillo”. De los
arreglos de la vestimenta –indica- “se encarga Chon, mi madre”.
Y es ella quien los detalla: “Este
San Lorenzo le he hecho retoques
en las zapatillas, en la banda y he
cambiado la pasamanería del
pantalón, el año pasado estrenó
manteleta, le gusta ir renovando cosas”. Este nerviosismo se
acrecienta con la llegada de los
ensayos. “Siempre tenemos dos,
el primero en San Vicente y el segundo en el colegio Pío XII, el día
7 de agosto”.
Después empieza la cuenta
atrás para el día 10, por delante
queda el 9 de agosto y una mañana de la que disfruta con intensidad. “Empiezo las fiestas como
la gran mayoría de los oscenses,
quedo a almorzar con los amigos,
después subimos al chupinazo y
procuro no perderme el saludo al
santo, luego seguimos la juerga,
y tras la comida ya me empiezo a
relajar, hasta que a media tarde
me retiro”.
Consciente de la importancia
del día siguiente, después ya no
sale y se acuesta pronto, aunque
la noche no la pasa tranquilo. “Es
curioso pero a pesar de los años
que llevo siento los mismos nervios que el primer día, duermo
mal y descanso poco, pero es
algo que nos pasa a casi todos
los danzantes”. A este respecto,
siempre tiene presentes los consejos que en su día le dieron su
padre y su tío. “Esas frases se
me quedaron grabadas”, afirma;
“ambos me aconsejaron que me
cuidara porque el día 10 y 11 tenía
que darlo todo por San Lorenzo y
por Huesca, que disfrutara desde
el 11 por la noche al 13, y que el 14
me lo tomara con relax porque el
15 tocaba el último empujón”
Llegan las seis de la madrugada y empieza el movimiento en
su casa, “me levanto y me ducho
y después disfruto desayunando
con mi madre en esa mañana tan
especial”; más tarde llega su tío
Antonio, de quien heredó la vacante y su mujer, Felisa. Toda la
indumentaria ya está colocada en
una silla desde la tarde anterior y
empieza a vestirse mientras en su
casa suena la música de los danzantes. “Me ayuda mi tía, al igual
que ya lo hacía con mi tío”. Felisa
se entrega con esmero a esta tarea, a la que dedica más de una
hora. “ Me pasa como a él, casi
no duermo de los nervios, y espero con gran ilusión que llegue el
momento. Después, aunque tenga que hacer mil retoques no me
quedo tranquila hasta que todo
queda impecable para que no se
le mueva nada al bailar durante toda la mañana”. Entretanto
Chon se va arreglando para sa-
Jesús se vistió de danzante para posar con su madre y sus tíos.VÍCTOR IBÁÑEZ
Jesús Gracia López es danzante desde 1998
“El día 10 todos
los oscenses
somos danzantes”
“Ser danzante es un sueño que esperé mucho tiempo y
al fin se hizo realidad”, así resume Jesús Gracia López lo
que supone para él ser uno de los privilegiados que forma
parte de la agrupación. Una ilusión que se repite cada 10
de agosto y que comparte con sus seres más queridos,
su madre, Ascensión, a la que llama cariñosamente
“Choneta”, sus tíos Antonio y Felisa y sus otros tíos,
Trini y Carlos a quienes considera sus segundos padres;
con ellos pasa los momentos previos a la actuación, unos
instantes en que emoción y nerviosismo se entremezclan.
lir en la procesión, aunque procura no perder ningún detalle de
este ritual. “Yo voy saliendo a ver
cómo se viste, varias veces, para mí es un momento muy especial ver cómo le arreglan y sentir
la emoción; al principio lo hacía
ella porque yo no sabía, y ahora
no puedo evitar ponerme triste y
echo de menos a mi marido, por
eso confío en la gran experiencia
de Felisa para que le ayude”.
Sobre la 7,45 salen de casa, es
Antonio quien acompaña a Jesús
hasta la basílica, en este recorrido que él mismo realizó durante
15 años. “Para mí es una satisfacción ir con él, lo vivo con la misma ilusión que cuando yo salía
pero sin los nervios de entonces
y saboreo cada uno de los dances
“A pesar de los años
que llevo cada día
10 siento los mismos
nervios que el primer
año, es algo que nos
pasa a casi todos los
danzantes”
con intensidad”.
Antonio y Jesús son dos privilegiados, ambos han sentido
el hormigueo en el estómago al
acercarse a la plaza de San Lorenzo, han visto cómo la gente
les aplaude y les saluda al llegar
y cómo se abre un pasillo para dejarles pasar hasta la Botería. Pero más allá de esta satisfacción,
comparten una misma idea: “Todos somos danzantes porque todos honramos a San Lorenzo,
nosotros además por la vestimenta y porque tenemos un privilegio muy especial lo hacemos
de otra manera, pero la mañana
del 10 del agosto Huesca entera
venera al patrón tanto o más que
nosotros”.
Tras los saludos, el inter-
“La entrada al
Ayuntamiento y a
San Lorenzo son
dos momentos muy
bonitos en los que los
sonidos se te quedan
grabados”
cambio de impresiones e
incluso de preocupaciones, se
aproxima el momento crucial,
cuando la banda ya está colocada
salen los danzantes de la Botería,
Jesús se coloca en el tercer cuadro. Son instantes especiales en
los que recuerda dos días cruciales: “el primero por el debut, en el
que mi padre estuvo a mi lado en
cada una de las actuaciones, y al
año siguiente porque él ya no estaba y fue duro no tenerle junto a
mí, esa mañana se entremezclaron los sentimientos, por la alegría de poder bailar de nuevo y
por la tristeza de no tener a quien
más me apoyaba, así que desde
entonces al sonar la primera nota miro al cielo y le dedico a él el
primer baile”.
Finalizados los primeros dances, por delante queda un largo recorrido del que disfruta con gran
entusiasmo. “Me resulta muy entrañable seguir a la procesión tras
haber pasado por el momento
más duro, la llegada a la plaza y la
primera actuación” . En la subida
a la catedral, en la zona del Jerezano, Chon y Felisa se enorgullecen viéndole bailar. Durante este
largo recorrido Jesús destaca los
que considera dos de los instantes
más bonitos, la entrada al Ayuntamiento y a San Lorenzo porque “el
sonido
cambia,
se entremezclan
el
murmullo
de la gente
y el chocar de
las espadas, y se te
queda grabado”.
Tras varias horas, y con gran cansancio acumulado,
le queda un sentimiento de gran
satisfacción y el
placer de haber
visto a su paso las
calles llenas de
gente y numerosas caras conocidas que siempre
están en los mismos sitios, entre
ellas algunos
rostros amigos,
su gente de Sangarrén, siempre
incondicionales que no faltan a la cita. La
familia se reúne
de nuevo y salen
a comer todos
juntos a un restaurante de la
ciudad.
Pese a estar
agotado, nuestro
danzante acude cada tarde a los toros. “Aunque no
salga por la noche, nunca falto a
la plaza y después, a la salida, me
quedo un rato con mis amigos”.
El día 11 el madrugón es un poco menor, pero el ritual matutino
es el mismo, para él: “La llegada
a la Confianza es otro momento
muy significativo por el buen recibimiento que nos dan”. La mañana resulta bastante cansada, con
el recorrido por los centros benéficos en los que siente especial satisfacción, “el ver la sonrisa de la
gente que no puede verte actuar
en otros sitios compensa el esfuerzo que realizamos esa jornada y
te alegra”, añade. Por último llega
la visita a un barrio de la ciudad y
tras ella unos días de relax.
Para él es tiempo de cambiar de
vestimenta, de lucir ropa blanca
y pañoleta –con la imagen de un
danzante bordada- y de disfrutar
de la fiesta como los demás. “Desde ese momento vivo la fiesta con
más intensidad, aunque nunca olvido la responsabilidad que acarrea ser danzante”.
La semana pasa muy rápida
y llega el día 15 y repite el ritual.
“Esta vez, al vestirme siento pena
porque se acaba e ilusión, por haber cumplido un año más, y desde
ese momento empiezo a descontar los días”
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