“OBEDIECIA A MEDIAS: EL ENGAÑO PELIGROSO”

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“OBEDIECIA A MEDIAS: EL ENGAÑO PELIGROSO”
David Rodríguez Sánchez
Co-Pastor Iglesia Bautista San Luis. Pereira
Introducción
No sé si alguna vez has sido engañado. Me refiero a una situación donde tenías muchas expectativas respecto la compra de
un artículo por ejemplo, pero luego te das cuenta de que fuiste engañado. Hace algunos meses con mi esposa visitamos un
supermercado en la ciudad de Pereira. Ella vio un tinte que estaba en promoción, dos por el precio de uno. Lo compramos y no
esperamos llegar a la casa para abrirlo, pero cuando lo hicimos nos dimos cuenta de que la promoción era falsa. Sólo venia un
frasco de tinte en la caja.
Los cristianos también vivimos ese tipo de engaños en nuestra relación con Dios. Pensamos que estamos obrando muy bien,
servimos en los ministerios de la iglesia, asistimos fielmente. Pero cuando nos damos cuenta, estamos viviendo engañados.
Uno de esos engaños comunes es: “La obediencia a medias”
 “La obediencia a medias es un engaño completo y peligroso”
Saúl fue uno de los personajes bíblicos que se dejó seducir por el engaño de la obediencia a medias. Él había sido el primer
rey de Israel, y tanto el pueblo como el profeta Samuel tenían grandes expectativas respecto a su reinado. Sin embargo, todo
comenzó a derrumbarse cuando Saúl tomó la obediencia a medias como una práctica en su relación con Dios.
¿Cómo no caer en el engaño de la obediencia a “medias”?
Para no caer en el engaño de la obediencia a medias debemos tomar algunas decisiones:
Primera decisión: Preste atención a la palabra de Dios. 1 Samuel 15:1-3
Lo primero que Samuel hace, antes de declarar a Saúl la misión que Dios le encomendaría es pedirle que estuviera atento a
las palabras del Señor. ¿Cómo prestamos atención? Con nuestros sentidos. Saúl debía colocar sus cinco sentidos a lo que el
Señor le estaba diciendo. (V.1)
Muchos de nosotros caemos en el engaño de la obediencia a medias porque tenemos dificultad a poner nuestros cinco
sentidos a la palabra de Dios. Sufrimos algo parecido a un Trastorno de Déficit de Atención, que al igual que los niños es
causado por nuestra hiperactividad. Estamos meditando en la palabra de Dios, pero al mismo tiempo vemos televisión,
hablamos por teléfono, navegamos en internet, etc.
Cuando Dios da instrucciones en su palabra lo hace de forma clara. No hay lugar a malas interpretaciones. Las instrucciones
que le fueron dadas a Saúl por medio de Samuel fueron claras (V.3)
Así sucede con nosotros. La palabra de Dios es clara cuando dice que no debemos tener yugo desigual con los que no creen.
Sin embargo, muchas personas vienen a mí, y me preguntan: Pastor, ¿Puedo entablar una relación con esta persona que no
cree en Jesús?
Segunda decisión: Actué conforme al punto de vista de Dios y no al suyo. V. 7 - 9
Saúl se dispuso para obedecer la palabra de Dios. En principio todo iba bien porque luchó contra los amalecitas y los derrotó.
Pero todo cambió cuando Él decidió actuar de acuerdo con su punto de vista y el del pueblo.
El punto de vista de Saúl y el pueblo se diferenciaba del de Dios en dos aspectos. El primero, fue que Saúl pensaba que el rey
de Amalec no era tan malo, y por debía perdonársele la vida. El segundo fue que Saúl consideró que lo mejor del ganado no
debía morir, por eso también les perdonó la vida.
De la misma forma, también nosotros podemos caer en el engaño de la obediencia a medias cuando actuamos de acuerdo a
nuestro punto de vista. Consideramos que le palabra de Dios es muy extremista en cuanto algunos puntos, y por eso nos
permitimos hacer ciertas cosas.
Pensamos que la Biblia es muy extremista cuando habla de las deudas, y actualmente encontramos muy buenas facilidades
de crédito. Pensamos que la Biblia es muy extremista cuando habla de las relaciones sexuales pre-matrimoniales o extramatrimoniales, por eso nos permitimos algunas cosas.
Tercera Decisión: Cumpla la palabra de Dios por encima de sus buenas intenciones. V. 13 – 15.
Samuel es avisado por Dios sobre la conducta de Saúl, y de su decepción respecto a la desobediencia (v. 10 – 11) Por eso
Samuel toma la decisión de confrontar la actuación de Saúl, pero este justifica sus actos con sus buenas intenciones de adorar
a Dios.
¿Cuáles eran las buenas intenciones de Saúl? Saúl justificó su obediencia a medias con el deseo de sacrificar lo mejor del
ganado para el Señor. Esto le llevó a no cumplir totalmente con lo que el Señor le había mandado.
Muchos de nosotros también caemos en este error. Tratamos de justificar la obediencia a medias con base en nuestras
buenas intenciones. Justificamos nuestras deudas basados en nuestras intenciones de poner lo que conseguimos al servicio
del Señor. Justificamos una relación sentimental con el propósito de ganar una persona más para Cristo.
Nuestra única y principal justificación debe ser la obediencia completa a la palabra de Dios.
Cuarta Decisión: Asuma el desafío de hacer lo que más agrada a Dios. V. 22 – 23.
Después de escuchar las justificaciones y las buenas intenciones de Saúl, Samuel tiene que dejarle en claro qué es lo que más
le agrada a Dios: la obediencia es mejor que los sacrificios. Saúl pensaba que podía obedecer a medias al Señor con tal de
ofrecer sacrificios.
¿Qué es lo que más la agrada a Dios de nosotros? A Dios no le interesa tanto las cosas que hacemos para agradarle: No le
interesa tanto si servimos en la música o en cualquier ministerio, no le interesa si asistimos fielmente a todos los cultos, si
participamos de todas las actividades que se planean en la iglesia, si diezmamos, ofrendamos mucho o no. Lo que más le
interesa a Dios es la obediencia completa a su palabra.
La obediencia a medias es equiparable a hacer lo que más desagrada a Dios, es decir, la idolatría (V. 23)
El engaño de la obediencia a “medias” trae una gran consecuencia: quedar excluido del propósito de Dios. (V. 23b)
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