Me emociona ver a todas estas personas y amigos Agradecimientos

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Me emociona ver a todas estas personas y amigos Agradecimientos y vocativos … dejo para el final a James, a Juan Carlos y a José Andrés, porque sin ellos este libro no habría sido posible. Todo partió con ese mail de 25 de marzo que me mandó Jimmy. Después él se transformó en mi contacto, haciendo posible que conociera a los demás. Sin ese apoyo constante de ellos, sin que nos reuniéramos en diversos lugares para conversar; conversaciones largas e intensas. Todo eso fue lo que hizo que este libro fuera posible. Creo que fue la fuerza que me demostraron ellos, pero también el verlos decaídos, impactados cuando las cosas no funcionaban, cuando las puertas estaban cerradas, cuando en la justicia parecía que el juicio se estancaba, para qué hablar de ese juez express que cerró el caso… Esta mezcla de la fuerza que ellos transmitían y el sentirse uno embarcado en una tarea con la que había que seguir adelante, eso fue lo que permitió me hiciera los tiempos, sin dejar mi labor en la universidad, para lograr llevar a buen puerto este trabajo. Obra que –ya he dicho muchas veces‐ ha sido lo más impactante que me ha tocado realizar como trabajo periodístico en mi vida profesional. Es el testimonio de ustedes, la verdad de ustedes, lo que me hizo comprometerme con esto. Ustedes nos han obligado a abrir los ojos y a escuchar. A estar atentos a lo que sucede a nuestro alrededor. El dolor que ustedes han experimentado, pero a la vez su coraje, no pueden dejar a nadie indiferente. No pueden pasar inadvertido. Lo que yo traté de plasmar en el libro va en ese sentido. Se trata de dar un contexto y antecedentes para que esto quede. Podemos decir hoy que por todo lo que hemos conocido, a través de distintos hitos comunicacionales, se ha contribuido a estremecer… a la Iglesia, desde luego, y también a la sociedad. A mí me tiene muy impresionada cómo este libro ha sido transversal, cómo ha llegado a distintas edades, a distintas personas, provenientes medios socioeconómicos diversos. Este libro ha transcendido más, porque ha llegado a personas que no eran mis lectores habituales. Entonces, ha remecido en forma muy fuerte. Lo que me propuse, como les decía, fue reflejar la verdad de ustedes. Reflejar lo que la gente está pidiendo a gritos hoy día: conocer, comprender y transparentar la verdad. No andar a medias tintas, no seguir con el doble estándar. Y creo que ustedes han sintonizado con esa necesidad. Yo he aportado por el lado de lo que creo sé hacer mejor profesionalmente: investigar a fondo y tratar de exponer esta verdad para que otros, los lectores, puedan comprender lo ocurrido. Y para que una investigación llegue a buen puerto tiene que haber obsesión. Creo que he estado obsesionada y apasionada con la historia de ustedes por más de un año. Y mi motor lo he encontrado en ustedes mismos. A través de esto, lo que uno busca es ofrecer una ventana hacia un mayor entendimiento. Siento que el gran aporte de este libro es que nos posibilita comprender mejor lo sucedido en ese reino de Karadima. Ese señor de los infiernos, que ejerció durante décadas, en la tradicional y poderosa parroquia del El Bosque. Hay una cuestión que he repetido en estos días al ser entrevistada por colegas. Nunca quise buscar una objetividad, una objetividad forzada. Por lo demás, no creo en la objetividad. No me interesaba ser ecuánime. No pretendía recoger versiones de los defensores del agresor. Había demasiado espacio para quienes querían estigmatizarlos y desacreditarlos (a las víctimas). Prensa, rumores. Yo me quise ir por el otro lado y esa fue una decisión. Les podría contar que nunca usé la palabra presuntas para referirme a las víctimas. Creí que eran víctimas y hablamos de víctimas mucho antes del fallo del Vaticano. Había una perspectiva, había un punto de vista. Esa actitud ha sorprendido a muchos, pero a mí me parece que es lo justo, que es lo que había que hacer. Considero que es un deber de todo ser humano el no silenciarse ante el abuso y la dominación. A mí me sorprendió mucho, y lo digo en el libro, todo ese aspecto de la subyugación, de esta imagen que fue surgiendo a partir de las referencias que me iban haciendo ustedes (las víctimas), sus similitudes con Colonia Dignidad. Todo eso ayuda a entender y lo pone a uno en una posición que le da fuerzas para denunciar. Pero todo esto pertenece a una etapa que ha concluido, al menos para mí, porque este libro había que cerrarlo. Pero son muchas las interrogantes que siguen pendientes. Cómo pudo ser, qué pasaba en la Iglesia chilena para que sucediera esto sin que nadie pusiera los ojos, sin que nadie se preocupara de informarse. Hipótesis: ¡Ah! Es que Karadima fabricaba muchas vocaciones en un país en el que las vocaciones sacerdotales más bien faltan. Ese era uno de los elementos que lo hacían ser poderoso. Karadima también tenía sus redes, sus hilos de protección, que los sigue teniendo. Sus benefactores le daban sus platas a él y tal vez a la Iglesia o al Arzobispado. Son tantas conjeturas como legítimo es que nos las planteemos. Creo que queda mucho por investigar. Desde luego la justicia tiene todavía una importante tarea por hacer. Esperemos que la ministra Jéssica González llegue a resultados importantes. Pero no todo está en manos de la justicia. La jerarquía de católica después de todo lo que ha pasado, creo que tiene que dar muchas más explicaciones a la sociedad; dar más explicaciones y tomar acciones. A mí me parece insólito este asunto de los cuatro obispos de El Bosque, la gran mayoría de ellos fue creada por Karadima. Cuatro son los vigentes y estaban en la Pía Unión. Nada justifica que no se den explicaciones más sólidas. Tienen trabajo pendiente todavía. Creo que aunque los estén asesorando expertos de España –algunos dicen que son del Opus Dei‐ mientras no haya hechos más significativos, no podemos contentarnos sólo con esto como sociedad. Hay algo que la valentía de Jimmy, Juan Carlos y José Andrés nos puede aportar y es que hay que hablarle más de igual a igual a la jerarquía de la Iglesia Católica. Nos han hablado demasiado, en las últimas décadas y años, muy de arriba para abajo. A veces metiéndose en cosas que no debían en la vida de las personas. Ahora estamos ante una situación… no se trata de pedir cuentas, se trata de transparentar, de evitar en serio que estas cosas vuelvan a ocurrir. Tampoco basta con una prensa que no profundiza. Está el rol de la Iglesia y está el de los medios. Se podría hacer mucho más. El periodismo de investigación en Chile no es bueno, salvo excepciones. Pero la gente quiere que el buen periodismo pase todos los días: para eso está TVN y el canal 13, que debieran profundizar y dar más contexto. Sólo así se logra una sociedad más justa y democrática, sin estos enclaves. Porque lo de El Bosque fue un enclave… ¿cómo es posible que Juan Esteban Morales siga siendo párroco, por ejemplo? Y que ahora al secretario le encuentren una pistola. Estas cosas no debieran pasar si nos creemos una sociedad democrática. Siento que afortunadamente hemos sido todos tocados. Y lo que hemos aprendido en este duro tránsito es que necesitamos menos temor, más valor y más trasparencia. A propósito de esto quiero decir que las universidades tienen también un rol que jugar. En la Universidad Católica, en la Facultad de Teología también hay Karadima boys presentes y actuantes... Las principales universidades del país tienen un papel que jugar. El tema del abuso no es sólo un asunto para conversarlo en familia. Debiera ser materia de debate público y habría que abordar el abuso en todas sus acepciones. Hoy hay alumnos aquí con nosotros y a ellos hay que orientarlos para que se pongan as pilas y aporten a un debate más reflexivo, con altura de miras. Poner estos temas en la agenda universitaria y académica, no sólo desde el punto de los periodistas. Hay mucho que hacer como sociedad. La tarea que tenemos por delante no es simple. Cada uno en su accionar está llamado a reflexionar sobre el tipo de sociedad en la que quiere vivir. Estos son momentos que seguramente serán señalados como hitos en el futuro. Una de las cosas que más me ha impresionado es la retroalimentación que me está llegando. Eso hay que canalizarlo. Estos temas deben ser tomados muy en serio. A través de los testimonios que me han entregado ustedes (las víctimas), hoy podemos ceñirnos a un modelo de coraje que lo ha enfrentado todo, contra viento y marea, y ya sabemos cómo se hace. Muchas gracias. 
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