COMO UN EJÉRCITO

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COMO UN
EJÉRCITO…
Comentarios a la
promesa legionaria
P. DELFIN CASTAÑON, O.P.
Director Espiritual de la Legión de María
COMO UN EJÉRCITO…
2
Censores: Fr. Bienvenido Turiel – Fr. Luis López. Puede imprimirse: Fr.
Francisco Villacorta, vicario regional. Censor: Antonio Roweda.
Imprímase: P. Mª. Zabalza, vicario general, Pamplona, 25 de febrero de
1973.
3
COMO UN EJÉRCITO…
CONTENIDO
Prólogo
4
Id y predicad
5
Promesa legionaria
13
1. El Espíritu Santo en el misterio de salvación
15
2. Regeneración
38
3. El misterio de María
43
4. La mediación de maría
62
5. El estandarte de la legión
72
6. La pureza apostólica
89
7. Me atrevo a prometer
102
8. Disciplina legionaria
115
COMO UN EJÉRCITO…
4
PROLOGO
Como un ejército formado en batalla. Con estas palabras, los legionarios
de todo el mundo aclaman diariamente, en el rezo de la catena, a la
Reina y Capitana de la legión. Como un ejército formado en batalla ven
ellos a la Reina de los apóstoles; pero también, como un ejército formado
en batalla, debe verse la legión misma, que avanza en perfecta
alineación con María.
Todo legionario debe militar en este ejército debidamente adiestrado y
equipado en pos de su Reina.
La Legión de María toma sobre sí esa responsabilidad y por ello
proporciona a sus socios el bagaje doctrinal necesario para poder luchar
hasta la victoria final.
Es la legión de las pocas asociaciones que descansa sobre unos
principios básicos y firmes, que forma a sus miembros y los lanza, al
propio tiempo, a una acción apostólica valiente y misionera. La legión no
es fruto de una planificación humana, sino consecuencia lógica de unas
verdades fundamentales del dogma católico, vistas desde una
perspectiva dinámica. Ellas son: el Espíritu Santo, Jesucristo, María y el
Cuerpo Místico.
Aun cuando no sea fácil profundizar en tales verdades y proyectarlas
hacia una acción apostólica, la legión de María ha sabido resumir toda
esta doctrina y su dinámica en una oración breve, pero sólida, que
encarna todo el ser de la legión y que nos presenta bajo el título de
"Promesa legionaria".
Para conocer la legión es imprescindible adentrarse en el contenido de
esta promesa. Los legionarios hallarán en ella la respuesta de su razón
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5
de ser. Los deseosos de asomarse a la legión de María descubrirán que
no se trata de una asociación más de apostolado seglar, sino de una
muy distinta que se asienta sobre roca firme.
El mismo contenido de la promesa, sin embargo, constituye
frecuentemente un obstáculo para su fácil comprensión por parte de
aquellos menos versados en cuestiones teológicas, como lo son la
mayoría de los componentes de este ejército. Los directores espirituales
tienen aquí una hermosa tarea a realizar y harán muy bien en exponer
paulatinamente a sus legionarios los puntos más básicos para luego
descender a desentrañar cada proposición en particular y hacerles así
descubrir hasta las últimas consecuencias, que son, en definitiva, las que
han de ser vividas, y las que conducen a dar un mayor sentido al
apostolado legionario.
Mas no todos los equipos de la legión cuentan con un director espiritual,
ni todos los directores con el tiempo suficiente que un detenido examen
de la promesa requiere; sin embargo, la experiencia viene demostrando
la necesidad de que todos los legionarios profundicen en el contenido de
la promesa y sepan dar respuesta a su vocación legionaria.
A todos, pues, con sencillez, como si de un servicio legionario más se
tratara, ofrecemos los presentes comentarios escritos pensando en los
legionarios y para los legionarios, en los que tienen que vivir esa
promesa, y también con el fin de facilitar el conocimiento de la legión a
quienes, de algún modo, deseen acercarse a ella.
ID Y PREDICAD
Estas palabras, pronunciadas por Jesús ante sus discípulos, poco antes
de su ascensión a los cielos, habrían de resonar con el tiempo por todo
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el ámbito de la tierra. "Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda
criatura". 1 "Ellos se fueron; predicando por todas partes". 2
La urgencia del mandato del Señor equivale a la de una siembra de la
palabra para hacer germinar la fe cristiana en todos los corazones. Es un
precepto que ha obsesionado al colegio apostólico y a todos los
discípulos de Jesús, y que la Iglesia de todos los tiempos ha tratado de
cumplir por todos los medios y en todas partes.
Este mandamiento, dirigido en principio a los once, incumbe a todos los
discípulos. El mismo Jesús había enviado con anterioridad a 72 de los
suyos a anunciar a las ciudades de Israel la proximidad del reino de Dios.
3 No es lícito pensar que se dirija, en modo alguno, únicamente a los
apóstoles, o a sus sucesores, los obispos, o a los sacerdotes. Siempre la
Iglesia lo ha interpretado en un sentido mucho más amplio, como dirigido
a todos los que participan de la vida cristiana por el bautismo.
Obispos, sacerdotes y fieles hemos sido todos, en principio, objeto del
mandamiento. Aparte la vocación especial y dignidad del sacerdocio
ministerial de los primeros,
los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautismo, quedan
destinados por el carácter al culto de la religión cristiana, y,
regenerados como hijos de Dios, tienen el deber de confesar delante
de los hombres la fe que recibieron del Dios por medio de la Iglesia.
Por el sacramento de la confirmación se vinculan más estrechamente
a la Iglesia, se enriquecen con la fortaleza especial del Espíritu Santo,
y de esa forma se obligan con mayor compromiso a difundir y
defender la fe con su palabra y sus obras como verdaderos testigos
de Cristo. 4
Sobre los fieles cristianos recae, pues, también la exigencia del
apostolado, que
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7
se ordena, ante todo, al mensaje de Cristo, que hay que revelar al
mundo con palabras y con las obras, y a comunicar su gracia. 5
Si bien todos los cristianos están llamados a ejercer el apostolado, las
formas, sin embargo, de llevarlo a efecto son totalmente discrecionales.
El apostolado se puede concebir como tarea individual, o bien como
labor colectiva, comunitaria y organizada:
muchas son las formas de apostolado con que los seglares edifican la
iglesia y santifican al mundo, animándolo en Cristo. 6
El solo hecho de vivir una vida auténticamente cristiana, que "fluye de la
fe, de la esperanza y de la caridad", 7 constituye un verdadero testimonio
y principal fundamento de todo apostolado.
El apostolado del testimonio, siempre y en todas partes es fecundo y en
determinadas circunstancias el único, 8 no es, sin embargo, la única
forma de apostolado ni la mejor. El apostolado de la palabra, por
ejemplo, añade al del simple testimonio un enriquecimiento innegable.
Mas el mismo apostolado de la palabra se ve muchas veces limitado por
circunstancias eventuales, como pudiera ser el estar como a la espera
del surgimiento de una ocasión para ejercitarlo; muchos más interesante
sería que el apóstol buscara siempre ocasión
para anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes para llevarlos
a la fe; ya a los fieles, para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a
mayor fervor de vida. 9
Esta tarea apostólica ejercida, sin embargo, a título personal, se
encuentra con un cúmulo de dificultades, como la perseverancia, el
ambiente adverso, la formación, la desilusión en muchos casos, y otras,
que, por lo general, está abocada al desaliento y al fracaso.
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8
Por lo que, en cuanto al apostolado hacia fuera, siempre que sea
posible, debiera abocarse por el asociado y organizado más que por el
personal:
el apostolado organizado responde adecuadamente a las exigencias
humanas y cristianas de los fieles y es al mismo tiempo signo de la
comunión y de la unidad de la iglesia. 10
Por otra parte,
las asociaciones erigidas para la acción colectiva del apostolado
apoyan a sus miembros y los forman para él, y organizan y dirigen
convenientemente su obra apostólica, de forma que son de esperar
frutos mucho más abundantes que si cada uno trabaja aisladamente.
11
Por lo que ya no es lícito pensar que cualquier reunión de seglares, bajo
la dirección o supervisión de algún sacerdote, constituya por ello un
grupo de apóstoles o un equipo de apostolado. Convendría no confundir
tales grupos con los auténticos equipos de apostolados. Un equipo de
apostolado no puede ser fin de sí mismo, y debe servir a la misión de la
Iglesia. 12
Dentro de los grupos apostólicos los habrá sin fines concretos a
perseguir, y cuyos resultados, si se produjesen, serán indefectiblemente
indefinidos. Los habrá con fines determinados de acción, pero sin
estructura básica alguna, y su supervivencia se verá seriamente
comprometida. Los hay, en fin, que tienen bien definido y determinado su
campo de acción y poseen, por otra parte, unas estructuras
perfectamente reglamentadas, que harán, sin duda, que los frutos sean
asimismo definidos y se garanticen eficacia, miembros y perseverancia.
A pesar, no obstante, de que una asociación de apostolado ofrezca unos
fines determinados, unas estructuras perfeccionadas, e incluso una
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disciplina apropiada, todo ello aún no se puede considerar motivo
suficiente para sentirse plenamente seguros del éxito, al menos a largo
plazo. La fuerza de una asociación apostólica, como de cualquier otra
entidad, nunca se podrá cifrar en elementos extrínsecos a la misma; hay
que buscar en ella algo que constituya su vida, esto es su alma, su
espíritu, debidamente proporcionado a los fines que persigue, y
salvaguardado por unas estructuras y una disciplina.
Siendo esto así, ¿por qué en ciertos sectores no se quiere aceptar a la
legión de María, que reúne todas y cada una de dichas características?
Parece ser que sólo existe una respuesta fundamentalmente válida,
porque se la desconoce, o porque alguna vez se ha tomado contacto con
una legión insuficientemente formada.
No se piense que, porque se haya leído algo acerca de la legión, o
porque se haya asistido esporádicamente a alguna junta, uno está
capacitado para juzgar de la legión de María. Nada más lejos de la
verdad. Muchos años dedicados intensamente a la legión no son
argumento suficiente para afirmar: yo ya conozco suficientemente la
legión. No, porque las posibilidades de la legión son tan inmensas, que
cada día aparecen nuevas modalidades. La Legión de María es
simplemente un movimiento dinámico, esto es, que se mueve, que está
en continuo progreso de adaptación, en renovación constante; por eso
nunca se la puede conocer a la perfección. A la legión, diríamos en
términos filosóficos, se la puede aprehender, pero no comprender.
La legión de María es un movimiento de apostolado, o, para usar las
propias palabras del Manual oficial de la legión:
es una asociación de católicos que, con autorización eclesiástica, han
formado una legión para servir a la Iglesia en su perpetua lucha
contra el mundo y sus malignas potestades, acaudillados por aquella
que es bella como la luna, brillante como el sol, y - para Satanás y sus
huestes - terribles como un ejército en orden de batalla. 13
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El puesto de la legión dentro de la pastoral de conjunto está
perfectamente definido en el ministerio de la evangelización. Tiene, pues,
un campo definido y concreto. Más no se piense que es concreto y
definido únicamente por estar dentro de la evangelización, sino que
afronta una evangelización muy concreta.
Va al individuo, a la persona, y no a cualquier persona, sino a cada una
en particular, a personas con sus nombres, apellidos y dirección, y por
este camino pretende llegar a las masas. Objeto de su predilección son
los no católicos, y, dentro de los católicos, los más alejados. Donde
existan cuerpos de legión, cuyo trabajo apostólico no esté en esta línea,
habrá más bien una auténtica parodia de lo que se supone debiera ser la
legión. 14
Al reflexionar sobre esto, se llega a la conclusión de que en la legión son
imprescindibles una disciplina severa y unas estructuras sólidas, ya que,
si se desea conseguir unos fines muy determinados, se requiere
inevitablemente adoptar medios proporcionales a tales fines.
Lo que, sin embargo, le da el ser, la fuerza y hasta la define es su
espíritu. Sin espíritu, la legión de María sería como un cuerpo sin alma.
No es osado afirmar que la legión de María, antes que acción, es un
sistema de espiritualidad claro, definido y concreto; es más, la acción en
la legión es únicamente consecuencia lógica y necesaria de su
espiritualidad:
la legión ofrece a sus miembros no tanto un programa de actividades
cuanto una norma de vida. 18
La espiritualidad de la legión no contiene nada extravagante o exótico,
está perfectamente centrada en la doctrina católica fundamental y busca
cómo hacer dinámica esta doctrina. La legión constituye un verdadero
sistema que, como tal, tiene su filosofía, esto es, su espiritualidad propia,
que no se puede confundir con ninguna otra.
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Su espiritualidad peculiar, junto con su acción, su disciplina y sus
estructuras, es la que ha hecho que, a pesar de las ingentes dificultades
halladas a su paso, la legión haya venido progresando día a día, desde
aquel 7 de septiembre de 1921, hasta hoy, casi de forma inverosímil.
Limitándonos únicamente a España, sabemos que son 23 los años que
lleva funcionando, y aún existen de aquellos primeros equipos, que
fueron como el punto de arranque del florecimiento hoy existente en la
mayoría de nuestra diócesis.
A quienes aún sientan temor a un fracaso más en sus experiencias
apostólicas, la legión les ofrece la realidad de su historia en el mundo y
en España y garantizarles que sólo hay un camino posible para su
fracaso, y éste ha de nacer necesariamente dentro de la propia legión;
para evitar que esto suceda, existe un antídoto, que, por otra parte, lleva
indefectiblemente al éxito: la lealtad.
El legionario se compromete seriamente a ser leal a la legión desde el
momento en que ha ingresado en ella por la puerta oficial de la promesa
legionaria.
Esta promesa es algo más que un compromiso de lealtad a la legión, es
manantial de doctrina y fuerza, que ayudará al legionario a mantenerse
fiel a su compromiso en todo momento.
Monseñor Montini, después papa Pablo VI, escribiendo en nombre del
papa, dice: Esta promesa apostólica y mariana ha fortalecido a los
legionarios en su lucha cristiana por todo el mundo, en particular a
aquellos que están sufriendo persecución por la fe. 17
Varios son los pilares sobre los que descansa la doctrina contenida en la
promesa legionaria y que de continuo se exponen a la consideración y
estudio del legionario: el Espíritu Santo, Jesucristo, María y la propia
legión; más no presentados independientemente, sino haciendo valer la
relación íntima existente entre sí, lo que viene a constituir en esencia el
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espíritu de la legión. Esta consideración llevará a unas conclusiones de
orden práctico que motivan ese compromiso de lealtad del legionario
para con la legión, que le determina a ingresar voluntariamente en sus
filas.
El contenido doctrinal de la promesa, sin embargo, no es exhaustivo, de
forma que en ella se encuentre explícitamente todo lo relativo al espíritu
de la legión; pero sí que implícitamente se halla en ella, al menos, lo más
fundamental.
En el presente trabajo se abordarán los temas básicos de la promesa
legionaria, distribuidos en varios capítulos de extensión variable,
determinada por la materia a estudiar. En todo momento se ha
pretendido que la teoría presentada en una primera parte se vea
proyectada, mediante unas reflexiones, en la pastoral y vida legionarias.
El estudio sobre el Espíritu Santo y el misterio de María constituirán,
como es lógico, el elemento doctrinal básico, y por lo mismo el más
árido, inevitablemente, de los presentes comentarios; pero, comprendida
tal doctrina, la legión surgirá diáfana y pujante, y cautivará al legionario,
de forma que lo llevará suavemente al compromiso de lealtad mediante
la promesa legionaria.
No se pretende, por otra parte, abordar directamente el estudio de los
elementos constitutivos del espíritu de la legión de María, sino más bien
exponer a los directores espirituales, a los propios legionarios y a todos
aquellos que deseen conocer un poco más de cerca el secreto de la
fuerza de la legión, cómo ésta se manifiesta de forma ostensible en la
doctrina teológico-pastoral de la promesa legionaria.
Pensando en ellos y para ellos, por si alguna utilidad pudieran reportar,
se han escrito los presentes comentarios.
1 Mc 16, 15
COMO UN EJÉRCITO…
2 Mc 16, 20
3 Lc 10, 1ss
4 LG 2, 11
5 AA 2, 6
6 AA 4, 16
7 AA 4, 16
8 AA 4, 16
9 AA 2, 6
10 AA 4, 18
11 AA 4, 18
12 AA 4, 19
13 Manual oficial de la legión de María, 1.
14 Maria Legionis 19, n. 4 (1971) 22.
15 Manual oficial de la legión de María, 8, 2.
16 Ibíd., 38, 19
17 Ibíd., 10
PROMESA LEGIONARIA
Santísimo Espíritu,
queriendo en este día ser alistado como legionario de María,
y reconociendo que por mí mismo no puedo prestar un servicio digno,
te ruego desciendas sobre mí y me llenes de Ti mismo,
para que mis pobres actos los sostenga tu poder,
y venga a ser instrumento de tus poderosos designios.
Reconozco también que Tú,
que viniste a regenerar el mundo en Jesucristo,
no quisiste hacerlo sino por María;
que sin Ella no podemos conocerte ni amarte,
y que por Ella son concedidos tus dones, virtudes y gracias,
a quienes Ella quiere, cuando Ella quiere,
en la medida y de la manera que Ella quiere;
13
COMO UN EJÉRCITO…
y me doy cuenta de que el secreto de un perfecto servicio legionario
consiste en la completa unión con Aquella que está tan íntimamente
unida a Ti.
Por tanto, tomando en mi mano el estandarte de la Legión,
que trata de poner ante nuestros ojos estas verdades,
me presento delante de Ti como soldado suyo e hijo suyo,
y como tal me declaro totalmente dependiente de Ella.
Ella es la Madre de mi alma.
Su corazón y el mío son uno;
y desde ese único corazón vuelve Ella a decir lo que dijo entonces:
"He aquí la esclava del Señor".
Y otra vez vienes Tú por medio de Ella para hacer grandes cosas.
Cúbrame Tu poder, y ven a mi alma con fuego y amor,
y hazla una con el amor de María y la voluntad de María de salvar al
mundo;
para que yo sea pura en Aquella que por Ti fue hecha inmaculada;
para que por Ti crezca en mí también mi Señor Jesucristo;
para que yo con Ella, su Madre,
pueda ofrecerle al mundo y a las almas que le necesitan;
para que, ganada la batalla, esas almas y yo
podamos reinar con Ella eternamente en la gloria de la Santísima
Trinidad.
Confiado en que en este día quieras Tú recibirme por tal
y servirte de mí y convertir mi debilidad en fortaleza,
tomo mi puesto en las filas de la Legión
y me atrevo a prometer ser fiel en mi servicio.
Me someteré por completo a su disciplina,
que me liga a mis hermanos legionarios
y hace de nosotros un ejército,
y mantiene nuestra alineación en nuestro avance con María,
para ejecutar tu voluntad, para obrar tus milagros de gracia
que renovarán la faz de la tierra,
y establecerán, Santísimo Espíritu, tu reinado sobre los seres todos.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
14
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15
1
EL ESPÍRITU SANTO
EN EL MISTERIO DE SALVACIÓN
Es un hecho que la vida de los cristianos discurre, por lo general, bajo el
signo de una conciencia más bien pasiva sobre la acción y presencia del
Espíritu Santo en la Iglesia y en las almas. Con toda seguridad que la
ignorancia acerca de la tercera persona de la Santísima Trinidad no llega
a los extremos de aquellos cristianos de la primitiva comunidad de Éfeso
1 de los que nos habla San Pablo; pero sí que tales conocimientos se
reducen a poco más que a unas cuantas fórmulas litúrgicas ya
consagradas.
No deja de sorprender, por lo mismo, el que al tomar contacto con la
legión de María hallemos que todo en ella se centra, en definitiva, en la
persona del Espíritu Santo. En efecto, el acto más trascendente para
todo legionario, cual es la emisión de su promesa, gira todo él en torno al
Espíritu Santo.
El Espíritu Santo se destaca asimismo como rasgo predominante del
vexillum o estandarte de la legión.
El cuadro de la téssera nuestra al Espíritu Santo cerniéndose sobre toda
la legión. La explicación la proporciona la propia legión al afirmar que:
Es el Espíritu Santo quien regenera al mundo; por él son concedidas
las gracias, hasta la gracia más insignificante e individual; y las
concede valiéndose de María cada vez y siempre. 2
COMO UN EJÉRCITO…
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Por eso, cuando se compuso la promesa legionaria, era lógico - aunque
al principio causaba alguna sorpresa - que fuera dirigida al Espíritu Santo
y no a la Reina de la Legión. 3
Así, pues, los legionarios, en el momento más íntimo de su vida
apostólica, se dirige al Espíritu Santo para ser lleno de él, asistido y
sostenido por él y ser convertido en instrumento de sus poderosos
designios.
Al pronunciar las palabras: Santísimo Espíritu, que encabezan la
promesa, se coloca ciertamente en línea con los apóstoles de todos los
tiempos, con los de los Hechos, con los del cenáculo, con la Iglesia
misma.
En el fondo está pidiendo que esa acción santificante y vivificadora que
el Espíritu Santo ha ejercido en todo momento en las almas, en la Iglesia
y en el mundo, se prolongue en él, en su propia alma.
Cabría preguntar sin embargo: ¿Qué conciencia puede tener el
legionario acerca del Espíritu Santo?
Si se revisa el Manual de la legión, y se examina su doctrina, no cabe
duda de que el bagaje de conocimientos sobre la persona y acción del
Espíritu Santo que el legionario puede adquirir en la legión es muy
considerable; tal vez no de una teología acerca de la procesión del
Espíritu Santo, pero sí de su presencia y misión en el mundo, en la
iglesia y en el alma.
Cierto que el origen más envuelto en el velo del misterio, como afirma
San Agustín, es el origen del Espíritu Santo. Nos es mucho más
conocida la persona del Hijo, que vivió entre nosotros, que la del Espíritu
Santo. Sin embargo, estamos viviendo la época del Espíritu Santo. Jesús
ha realizado la obra de gracia, de verdad, de salvación. El Espíritu Santo
nos aplica esa obra. Cristo ha construido la casa. El Espíritu Santo la
habita. Cristo anuncia el evangelio. El Espíritu Santo actualiza y guarda
viva esa palabra y esa obra del evangelio.
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1. ¿Quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo, tal como la fe nos lo enseña, es la tercera persona de
la Santísima Trinidad, que, como tal, es eterna y consustancial al Padre y
al Hijo, de quienes procede por vía de amor, que procede del Padre y del
Hijo, rezamos en el credo.
Los teólogos han intentado aclararnos de alguna forma la profundidad
del misterio mediante una analogía. Todos, enseñan, podemos descubrir
en nuestro interior una especie de trinidad o triada, que tiene lugar, al
parecer, siempre que entran en funciones el entendimiento al conocer y
la voluntad al amar.
En cuyo caso, afirman, tendríamos tres elementos básicos: el
entendimiento que conoce, el objeto conocido y la voluntad que ama ese
objeto conocido por el entendimiento.
Una persona, al conocer algo, agregan, se forma en su mente un reflejo
o imagen más o menos perfecta del objeto conocido. Ocurre que si esa
persona es sumamente inteligente, la imagen que se forma será
muchísimo más perfecta y más próxima a la realidad que la que se
puedan formar los de menor capacidad intelectual.
Dios, desde toda la eternidad, prosigue, se conoció así mismo. Más Dios
es infinitamente sabio y omnipotente. Dios, por consiguiente, al
conocerse a sí mismo, ha engendrado en su interioridad otro ser
exactamente igual a él. Este ser es el Verbo, la palabra, el Hijo
engendrado por vía de conocimiento.
Con lo que ya tenemos dos personas, el Padre y el Hijo, exactamente
iguales en naturaleza, eternas las dos, perfecta las dos, omnipotentes las
dos.
Estas dos personas se conocen y, al conocerse, se aman con un amor
infinito, con un amor consustancial y eterno que realiza la unión entre el
Padre y el Hijo. Ese amor es llamado en la Sagrada Escritura Espíritu
COMO UN EJÉRCITO…
18
Santo. 4 Tenemos, así, la tercera persona de la Santísima Trinidad, que
procede del Padre y del Hijo por vía de amor.
2. Manifestaciones del Espíritu Santo
En sus relaciones intradivinas Dios vive toda su felicidad esencial
precisamente en ese engendrar del Padre al Hijo por vía de amor; pero,
desde la creación hasta el presente, desde que el tiempo existe, Dios
Uno y Trino se ha manifestado al mundo creado, y al hombre, a quién
llega a comunicar la vida divina y a entablar con él relaciones de
amistad.
Toda obra de Dios en el mundo, o en el hombre, es común a las tres
personas de la Santísima Trinidad.
El Padre no está nunca sin el Hijo, y ni uno ni otro pueden separarse del
Espíritu Santo. Es el Evangelio el que nos dice:
En verdad, en verdad os digo que no puede el Hijo hacer nada por sí
mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque lo que éste hace lo hace
igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo
que él hace, y le mostrará aún mayores obras que éstas, de suerte
que vosotros quedéis maravillados. Como el Padre resucita a los
muertos y les da vida, así también el Hijo a los que quiere les da la
vida. Aunque el Padre no juzga a nadie, sino que ha entregado al Hijo
todo el poder de juzgar, para que todos honren al Hijo, como honran
al Padre. 5
Las tres personas actúan siempre unidad, pues una es la esencia de
Dios, y su acción debe tener siempre carácter unitario; sin embargo, en
la historia de la teología se ha introducido la costumbre de atribuir a cada
persona propiedades o actividades especiales que guardan un
parentesco especial con la peculiaridad de la persona correspondiente,
aunque no le pertenezca exclusivamente, 6 y así atribuimos las obras a
una o a otra persona según el sello de dicha obra.
COMO UN EJÉRCITO…
19
Tenemos, por otra parte, que Dios se ha revelado a los hombres; pero
también sabemos que sea revelación no fue total desde un principio, sino
más bien progresiva. Dios se nos ha venido manifestando poco a poco,
llegando a su cenit con la venida de Jesucristo y cerrándose toda
revelación con la muerte del último apóstol.
a) En el Antiguo Testamento
El misterio de la Santísima Trinidad no fue revelado, ni mucho menos,
desde un principio; pero la acción de las tres divinas personas estaba ya
allí y podemos ir descubriendo la acción del Espíritu Santo, por ejemplo,
a través de las Sagradas Escrituras, lo que, sin duda, arrojará luz par
mejor comprender su acción en la Iglesia y en el alma y enriquecer al
propio tiempo nuestro conocimiento acerca del Espíritu Santo.
En la Sagrada Escritura se nos narran fenómenos atribuidos al Espíritu
de Yavé; pero la tercera persona de las Santísima Trinidad no aparecerá
hasta tanto no sea revelada en el evangelio.
Muy diversas son las manifestaciones del espíritu en el Antiguo
Testamento. La vida originaria, el viento, la fuerza, el don de gobierno y
el de profecía denuncian, en ciertos casos, la presencia del espíritu de
Dios. Ya en el primer capítulo del Génesis se nos muestra el espíritu
dando origen a la vida, incubando la vida, algo así como la gallina incuba
sus polluelos:
el espíritu de Dios estaba incubando sobre la superficie de las aguas.
7
Otra figura, la del viento, la del soplo, la de la respiración, es muy común
en la Sagrada Escritura:
Oyeron a Yavé Dios, que paseaba por el jardín al fresco del día, y se
escondieron de Yavé Dios Adán y su mujer. 8
COMO UN EJÉRCITO…
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Moisés tendió su cayado sobre la tierra de Egipto, y Yavé hizo soplar
sobre la tierra el viento solano durante todo el día y toda la noche. 9
Incluso en el Nuevo Testamento encontramos la figura del viento:
cuando llegó el día de pentecostés, estaban todos juntos en un lugar,
se produjo de repente un ruido del cielo, como de viento impetuoso,
que invadió toda la casa en que residían. 10
El hombre recibe el hálito de Yavé y con él la vida, y muere cuando ese
hálito se apaga:
formó Yavé Dios al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el
rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado. 11
Voy a arrojar sobre la tierra un diluvio de aguas y exterminaré cuanto
bajo el cielo tiene hálito de vida. 12
El espíritu de Yavé es, pues, vida, da vida y se manifiesta en la figura de
viento, de hálito. No olvidemos que una señal clara de que un ser tiene
vida es si respira:
manda tu espíritu, se recrían y así renuevas la faz de la tierra. 13
La presencia del espíritu de Yavé se irá revelando asimismo en otras
manifestaciones de la vida humana, tales como en la autoridad, el poder
y el gobierno:
Yo descenderé y contigo hablaré allí, y tomaré del espíritu que hay en
ti y lo pondré sobre ellos, para que te ayuden a llevar la carga del
pueblo y no la lleves tú solo. 14
O irá apareciendo su acción cada vez más clarividente en la inspiración
de los profetas, y en el valor que les comunica para que puedan hablar
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las palabras que Yavé les mande, y mantenerse firmes con el testimonio
de sus vidas, y en algunos casos hasta la muerte:
entonces me alzó el espíritu y me arrebató. Yo andaba amargado y
malhumorado en mi alma; pero sobre mí la mano de Yavé, que me
confortó. 15
El espíritu se va revelando como una fuerza divina que transforma a las
personas humanas e inspira a los profetas; pero aún no se ha revelado
como persona divina.
La efusión del espíritu se extiende ya no solamente sobre reyes y
profetas, sino incluso sobre todo el pueblo que regenerado, se vuelve
hacia Dios:
y temerán desde el poniente el nombre de Yavé, y desde el
nacimiento del sol su majestad; porque vendrá como torrente
impetuoso, empujado por el soplo de Yavé. Mas para Sión vendrá
como redentor, para los de Jacob que se convierten de sus pecados,
dice Yavé. He aquí mi alianza con ellos, dice Yavé, el espíritu mío que
está sobre ti; y las palabras que yo pongo en tu boca no faltarán de
ella jamás, ni de la de tus hijos, ni la de la boca de los hijos de tus
hijos, dice Yavé, desde ahora, para siempre. 16
La historia de Israel continuará, sin embargo, realizándose entre un
acercarse y un alejarse periódicamente de Dios. Será preciso que Dios
mismo en persona, que el Espíritu de Dios, la tercera persona de la
Santísima Trinidad, se manifieste al mundo y a los hombres:
¡Oh si rasgaras los cielos y bajaras, haciendo estremecer los montes,
como fuego abrasador que quema la leña seca, como fuego que hace
hervir el agua! Para mostrar a los enemigos tu nombre y hacer
temblar a los pueblos ante ti, haciendo nunca esperados prodigios, de
que no se oyó hablar jamás. 17
COMO UN EJÉRCITO…
22
Esta efusión del espíritu del Señor tendrá lugar en la persona del mesías,
y llegará la etapa del Espíritu Santo:
Y brotará una vara del tronco de Jesé y retoñará de sus raíces un
vástago, sobre el que reposará el espíritu de Yavé. 18
He aquí a mi siervo a quien sostengo yo, mi elegido, en quien se
complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él, y él dará la ley a
las naciones. 19
El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar
a los pobres, me envió a predicar a los cautivos la libertad, a los
ciegos la recuperación de la vista, para poner en libertad a los
oprimidos, para anunciar año de gracia del Señor. Y enrollando el
libro, se lo devolvió al servidor y se sentó. Los ojos de cuantos había
en la sinagoga estaban fijos en él. Comenzó a decirles: hoy se cumple
esta escritura que acabáis de oír. 20
b) En el Nuevo Testamento
Con la llegada de la plenitud de los tiempos llega la manifestación total
del Espíritu Santo, que aparece en la figura de paloma en la escena del
bautismo de Jesús en el Jordán. Juan predica un bautismo de agua y
predice el bautismo en el Espíritu Santo. 21
Las tres divinas personas aparecen en esta escena:
bautizado Jesús, salió luego del agua. Y he aquí que vio abrirse los
cielos y al Espíritu de Dios descender como paloma y venir a posarse
sobre él, mientras una voz del cielo decía: éste es mi Hijo muy
amado, en quien tengo mis complacencias. 22
Jesús tiene en sí el Espíritu y es empujado por él al desierto y comienza
su ministerio lleno del Espíritu Santo:
COMO UN EJÉRCITO…
23
Jesús, lleno del Espíritu Santo, se volvió del Jordán y fue llevado por
el Espíritu al desierto. 23
La venida de Jesús supone el centro de toda la historia del misterio de
salvación, y en este punto central aparece otra gran figura, la de María,
en la que el Espíritu Santo va a actuar de forma milagrosa:
Dijo María al ángel: ¿cómo podrá ser esto, pues yo no conozco
varón? El ángel le contestó: el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
virtud del altísimo te cubrirá con su sombra, y por eso el hijo
engendrado será santo, será Hijo de Dios. 24
María se somete a la acción del Espíritu Santo y es asociada al misterio
de salvación desde el primer instante de la encarnación del Verbo en sus
purísimas entrañas.
REFLEXIONES
Nuestro conocimiento acerca del Espíritu Santo se ha venido
enriqueciendo, y hayamos cómo se ha manifestado de muy diversas
maneras en el transcurso de los tiempos.
El legionario habrá podido descubrir cómo algunas de estas
manifestaciones guardan una relación íntima con lo que la legión espera
de sus afiliados, que le urgirán a acercarse a él más y más. Así:
La vida: la vida fue incubada por el espíritu.
La idea de vida, de dinamismo, de movimiento, de crecimiento, está en
línea con la naturaleza cristiana.
Para la legión, que va por el mundo en son de grandes conquistas, la
vida es elemento básico. No es una asociación estática, es un
movimiento que, como tal, tiene vida, busca vida y desea traer a los
COMO UN EJÉRCITO…
24
demás a la vida. La legión "confiere un manantial de agua viva capaz de
renovar toda nuestra vida interior". 25
Sabiendo que el punto de arranque de esta vida es una fe firme como
una roca, pide a diario para sus legionarios una fe viva que, animada por
la caridad, los habilite para hacer todas las cosas por puro amor, y
trabaja incesantemente para que aquellos que, sobre todo, se hallan más
alejados, suban por lo menos un peldaño hacia la posesión de la vida. 26
La meta de la acción legionaria es, en fin llevar a los demás la palabra
que da la vida.
La fuerza: Es ésta otra de las manifestaciones del espíritu y que
lógicamente va unida a la idea de vida.
La idea de fuerza, de valor, de entrega, de exigencia hasta el heroísmo
está diseminada a todo lo largo y ancho del Manual, se revisa en todos
los retiros y convivencias, se inculca en todas las reuniones de los
consejos legionarios.
Es de tal índole la naturaleza del apostolado legionario que se juzga
indigno al legionario que no posea el valor necesario para emprenderlo,
27 y con la palabra vergüenza califica el manual al legionario sin arrojo.
28
¡Estamos en guerra!, es el grito que se aconseja al legionario que tenga
que arrostrar alguna dificultad extraordinaria o algún peligro especial. 29
"Comenzar y llevar a cabo sin vacilación grandes empresas por Dios y la
Salvación de las almas", pensamiento oracional, dinámico, que el
legionario repite postrado a los pies de María.
En la misma antesala casi del Manual, para que el legionario se vaya
haciendo a la idea de valor y fuerza, se le invita a que tenga "una
COMO UN EJÉRCITO…
25
voluntad indómita de vencer" y a "negarse en absoluta a condescender
con cualquier derrota". 30
Podrá haber otros movimientos apostólicos en los que no sea tan
necesario inculcar la virtud de la fortaleza, pero para el legionario que "ha
de ir siempre a la vanguardia en las luchas de la iglesia", sería
bochornosa la carencia de fuerza y de valor. 31
Profetismo: La acción del Espíritu Santo se ha dejado sentir cada vez
con mayor claridad en la inspiración de los profetas.
El profeta y su oficio se han ido perfeccionando a través del tiempo. En
algunas épocas ha habido verdaderas legiones de profetas, unos falsos,
otros verdaderos. Cuando la avalancha de profetas llega a suspenderse,
sólo aparecen los verdaderos profetas llamados por Dios para una
misión concreta, bajo la común de preparar al pueblo para la venida del
mesías.
El profeta es llamado y enviado. Aparte de esto, el verdadero profeta
anuncia el mensaje recibido y vive la ley.
Con la venida de Cristo, no se ha acabado el profetismo; pero como los
apóstoles sobresalieron por encina de los profetas, la acción del profeta
la llamamos apostolado.
El apóstol es el que tiene como misión anunciar a Cristo, vivir la ley, en
este caso la del amor, y edificar, exhortar, consolar, etc.
El apostolado en una pastoral moderna es muy diverso; abarca la acción
caritativa, la litúrgica y la profética propiamente dicha o de
evangelización.
La acción legionaria está en la línea de la evangelización, especialmente
de los no católicos y alejados, incluyendo la preevangelización, si bien
COMO UN EJÉRCITO…
26
ésta únicamente en la medida en que sea necesaria y por el tiempo
necesario. El legionario ha de pasar cuanto antes al campo de la
evangelización, al del anuncio del mensaje. Su estilo es de cosas
concretas y definidas, y su sistema de contacto directo con cada
individuo, con cada familia, con cada caso. Los medios empleados, todos
aquellos que faciliten la evangelización dentro de su estilo y sistema.
La legión de María está situada en la más genuina línea de profetismo,
de evangelización, por lo que nada debe tener de extraño que, en primer
término, se vuelva hacia el Espíritu Santo, de quien espera recibir su
acción por medio de María, y el legionario, al pretender ser alistado en
las filas de la legión, pida humildemente su ayuda, ya que por sí mismo
se declara incapaz de esa vida, de esa fuerza y valor, y del grado de
apostolado que es exigencia de la legión.
De pie, ante el vexillum, comienza diciendo:
SANTÍSIMO ESPÍRITU, QUERIENDO EN ESTE DIA SER ALISTADO
COMO LEGIONARIO DE MARIA, Y RECONOCIENDO QUE POR MÍ
MISMO NO PUEDO PRESTAR UN SERVICIO DIGNO, TE RUEGO
DESCIENDAS SOBRE MÍ Y ME LLENES DE TI MISMO.
c) En la vida pública de Jesús
Con la aparición de pública de Jesús se establece una lucha entre él y el
espíritu del mal, el demonio; Jesús vence por el Espíritu de Dios que
posee como Hijo:
si yo arrojo a los demonios con el espíritu de Dios, entonces es que
ha llegado a vosotros el reino de Dios. 32
Todas las palabras, hechos y milagros de Jesús demuestran que en él
está el Espíritu Santo:
COMO UN EJÉRCITO…
27
Aquel a quien Dios ha enviado habla palabras de Dios, pues Dios no
le dio el espíritu con medida. 33
Todo lo que hay en Jesús manifiesta ciertamente la presencia del
Espíritu Santo, pero es necesario que él vaya para enviarnos su Espíritu:
el que cree en mí, según dice la escritura, ríos de agua viva correrán
de su seno. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que
creyeran en él, pues aún no había sido dado el Espíritu, porque no
había sido glorificado. 34
Os conviene que yo me vaya. Porque si no me fuere, el abogado no
vendrá a vosotros, pero si me fuere, os lo enviaré. 35
Con Cristo viviendo en la tierra entre nosotros tendríamos una ayuda
extrínseca y un consuelo humano; pero necesitábamos que esa ayuda
fuera desde adentro; de ahí la insistencia:
cuando viniere aquel, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad
completa, porque no hablará de sí mismo, sino que hablará de lo que
oyere y os comunicará las cosas venideras. El me glorificará, porque
tomará de los mío y os lo dará a conocer. 36
Cristo muere, resucita y transmite a la Iglesia su Espíritu. En
Pentecostés, el Espíritu Santo es enviado a la Iglesia:
se produjo de repente un ruido del cielo, como el de un viento
impetuoso, que invadió toda la casa en que residían. Aparecieron,
como divididas, lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de
ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo; y comenzaron a
hablar en lenguas extrañas, según que el Espíritu les daba. 37
Los que le reciben dan testimonios de Jesús, y el Espíritu Santo realiza
en los hombres lo que Cristo ha obrado para los hombres.
COMO UN EJÉRCITO…
28
d) En la vida de la Iglesia
La obra de salvación no termina, sin embargo, con el envío de Cristo, ni
con su ascensión, sino con la misión del Espíritu Santo a la Iglesia.
Al ausentarse Cristo en su ascensión, es retenido en el cielo hasta el día
de la parusía, el jefe, fundador y cabeza de la Iglesia, su cuerpo místico,
que aún se construye y edifica en la tierra.
Para llevar a cabo esta edificación de su Iglesia hasta el fin de los
tiempos, hasta que él venga a tomar posesión definitiva de su reino,
Cristo envía dos elementos integrantes, básicos: a sus apóstoles, ligados
a la vida de Jesús en la tierra, y al Espíritu Santo; ambos elementos
están íntimamente unidos para llevar a feliz término la obra de Cristo, su
Iglesia.
3. El Espíritu Santo y la Institución Apostólica
Cristo instituyó la misión apostólica. Llama primero a cada apóstol
individualmente y luego los constituye colectivamente en tales apóstoles,
establece y funda la Iglesia.
Los apóstoles, ligados a la vida de Jesús en la tierra, sienten la ida del
Señor en el día de la ascensión y necesitan la venida del Espíritu Santo
para que, fortalecidos en la fe, puedan realizar con su colaboración la
obra de Cristo.
La misión del Espíritu Santo se manifiesta en la institución apostólica, y
de continuo en la iglesia, en todo su ministerio en general, en su
autoridad y en su constitución:
recibid el Espíritu Santo, a quien perdonéis los pecados les serán
perdonados, a quienes se los retenéis les serán retenidos. 38
COMO UN EJÉRCITO…
29
Y San Pedro en el primer concilio de la Iglesia en Jerusalén:
porque ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros
ninguna otra carga más que éstas necesarias. 39
Se manifiesta asimismo en sus frutos:
por toda Judea, Galilea y Samaria, la Iglesia gozaba de paz y se
fortalecía y andaba en el temor del Señor, llena de los consuelos del
Espíritu Santo. 40
También se manifiesta en su predicación:
cuando venga el abogado, que yo os enviaré de parte del Padre, el
Espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí, y
vosotros daréis también testimonio porque desde el principio estáis
conmigo. 41
Recibiréis la virtud del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros,
y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta
los confines de la tierra. 42
Se manifiesta, asimismo, la acción del Espíritu Santo en los sacramentos
instituidos por Cristo, porque quien en nosotros produce la virtud
santificadora es el Espíritu Santo:
habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados
en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.
43
La fe en el Espíritu Santo es una característica de la primitiva iglesia. El
libro de los Hechos de los Apóstoles es el evangelio del Espíritu Santo,
pues pone de relieve la acción del Espíritu Santo en la Iglesia.
COMO UN EJÉRCITO…
30
Pentecostés realiza la promesa del Espíritu Santo y, a partir de entonces,
hay un perpetuo Pentecostés en la Iglesia.
La acción del Espíritu Santo reviste con frecuencia en la primitiva Iglesia
caracteres extraordinarios y sensibles, tales como viento, lenguas de
fuego, temblores de tierra; pero la acción del Espíritu Santo tiene
manifestaciones más profundas: mueve a la santidad y opera la
transformación del cuerpo místico de Cristo y la conservación de su
homogeneidad; es fuente de unidad de toda la Iglesia de Cristo:
el Espíritu Santo que habita entre los creyentes y llena y gobierna a
toda la Iglesia, realiza esa admirable unión de los fieles y tan
estrechamente une a todos con Cristo, que es el principio de la unidad
de la Iglesia.
El es el que obra las distribuciones de gracias y misterios,
enriqueciendo a la Iglesia de Jesucristo con variedad de dones para la
perfección consumada de los santos en orden a la obra del ministerio,
a la edificación de cuerpo de Cristo. 44
Alma de la Iglesia
Cristo ha establecido una sociedad de salvación, la iglesia. La ha ido
formando durante su vida en la tierra mediante la elección de los
apóstoles, la institución de los sacramentos, etc. El Espíritu Santo viene
a infundirle movimiento, vida y eficacia a los sacramentos, al ministerio
apostólico y al cuerpo entero.
En razón de las funciones que el Espíritu Santo ejerce en la Iglesia, se le
llama alma, en sentido metafórico; alma de la Iglesia.
En efecto, una de las funciones principales del alma en nuestro cuerpo
es la de unir todos los miembros entre sí y con la cabeza. En el momento
COMO UN EJÉRCITO…
31
en que el alma se separa del cuerpo, éste comienza un proceso de
descomposición.
Función importantísima del alma es también dotar de movimiento a todo
el ser, que es en lo que, en definitiva, consiste la vida. Es función suya
dar vida.
El cuerpo sin alma resultaría inerte y frío.
Funciones semejantes ejerce el Espíritu Santo en la Iglesia. Cristo
vivifica a la Iglesia como cabeza y, por tanto, desde fuera; la cabeza
siempre está fuera de los miembros. El Espíritu Santo la vivifica desde
dentro, como alma, y el alma siempre está dentro de los miembros y del
cuerpo. La presencia del Espíritu Santo en un miembro y en otro realiza
la unidad y la continuidad de la propia Iglesia. "La continuidad que hay en
la Iglesia, afirma Santo Tomás, se debe al Espíritu Santo, que, siendo
uno y el mismo, la llena y une a toda ella". 45
Los santos padres predicaban y enseñaban esta misma doctrina. Así,
por ejemplo, San Juan Crisóstomo escribe:
¿Qué es la unidad del Espíritu? Aquí sucede lo que sucede en el
cuerpo, en el que hay un espíritu que contiene todo, que está en todo.
Para esto se dio el Espíritu. 46
El Espíritu Santo no sólo unifica, sino que mueve; en una palabra, da
vida. Si la palabra de Dios crecía y se multiplicaba y la Iglesia se
extendía por todas partes, y los cristianos vivían en íntima caridad y
unidad era porque el Espíritu Santo era la fuente interior de ese ímpetu y
de esa unidad:
la Palabra de Dios fructificaba, y se multiplicaba grandemente en
número de los discípulos en Jerusalén y numerosa muchedumbre de
sacerdotes se sometían a la fe. 47
COMO UN EJÉRCITO…
32
La Palabra de Dios más y más se extendía y difundía. 48
Mientras, los discípulos quedaban llenos de alegría y del Espíritu
Santo. 49
La muchedumbre de los que creían tenían un corazón y un alma sola.
50
Así, pues, el Espíritu Santo actúa de continuo en la Iglesia. Nuestra fe,
nuestra esperanza, nuestra caridad, todas nuestras virtudes
sobrenaturales se ejecutan bajo la acción del Espíritu Santo. En el
Bautismo, en la adquisición y crecimiento de la gracia, en la eficacia de
los sacramentos está presente la acción del Espíritu Santo.
Si la acción del Espíritu Santo no se deja sentir en todos los miembros
de la iglesia será porque éstos ponen obstáculos a esa acción divina:
"vosotros, dice San Pedro, siempre resistís al Espíritu Santo". O porque
esos miembros no cuentan con todos los medios a través de los cuales
se hace presente la acción del Espíritu Santo, como acontece con las
comunidades cristianas no en comunión con la Iglesia católica.
El ideal de todas las comunidades cristianas sería la unidad plena en la
única iglesia que Cristo fundó. Cuando todos, dispuestos los prejuicios
humanos, se afanen por buscar la verdad, el Espíritu Santo se dejará
sentir para que lleguemos a la ansiada unidad. ¿Cuándo será esto? No
lo sabemos; pero la oración al Espíritu Santo es el llamamiento que
podrá acelerar la unión de todos en Cristo y que Cristo viva y reine en
todos. En el Apocalipsis leemos:
el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que escucha diga: Ven. Sí,
ven, Señor Jesús. 51
REFLEXIONES
COMO UN EJÉRCITO…
33
Si bien los apóstoles han recibido la misión de realizar la obra de Cristo,
de llevarla a feliz término, resulta por demás absurdo el pensar que ellos
solos pudieran cumplir tan ingente misión sin la presencia del Espíritu
Santo.
Hombres, por lo general, rudos e ignorantes, nunca hubieran salido de la
timidez del cenáculo, y la Iglesia habría muerto en su germen. El Espíritu
Santo viene sobre aquella Iglesia naciente y de le da vida y dota de
movimiento. Une a todos los miembros de la misma. En el transcurso de
los tiempos la conserva en su homogeneidad, la asiste en su magisterio,
al mantiene en la verdad. Realiza en ella hasta la consumación de los
tiempos.
Sin embargo, el desconocimiento de la acción del Espíritu Santo en la
Iglesia es bastante general, y los creyentes no estiman conveniente la
oración al Espíritu Santo. Pese a lo cual sí estamos viviendo su época.
Suele decirse que la fase del Antiguo Testamento ha sido la época del
Padre; desde la encarnación hasta la ascensión, la del Hijo; desde
Pentecostés hasta la parusía, la del Espíritu Santo.
La legión de María, arrancando de la verdad de la presencia y acción del
Espíritu Santo en la Iglesia, enseña a los legionarios sobre la
incapacidad de prestar un servicio apostólico digno, y los invita a acudir
al Espíritu Santo para que les revista de su poder, para que los sostenga
y los admita como instrumentos de sus poderosos designios. 52 Por eso
el legionario comienza por pedir en su promesa:
TE RUEGO DESCIENDAS SOBRE MÍ Y ME LLENES DE TI MISMO,
PARA QUE MIS POBRES ACTOS LOS SOSTENGA TU PODER, Y
VENGA A SER INSTRUMENTO DE TUS PODEROSOS DESIGNIOS.
Ante las dificultades surgidas en el apostolado, ante los problemas
agudos, la legión invita insistentemente a pensar en el Espíritu Santo y a
recurrir a él:
COMO UN EJÉRCITO…
34
si desciende él en su plenitud, se remedia todo mal, y resuélvense en
conformidad con el divino beneplácito los problemas más agudos. 53
El Espíritu Santo en el Alma
Con el bautismo nos ha sido dado como una especie de pasaporte para
la vida sobrenatural y para la eterna; pero el viaje tenemos que realizarlo
nosotros en un constante caminar, adentrándonos más y más en la vida
de Dios. La vida eterna, pues, se inicia ya aquí en la mediad en que
vivamos la vida sobrenatural.
Quien tenga inquietud de conseguir una perfección superior y participar
más de esa vida tendrá que exigirse y esforzarse denodadamente para
conseguirla.
El esfuerzo por conseguir la perfección puede estar orientado, sin
embargo, hacia una perfección natural, para la que sería suficiente el
cultivo de las virtudes naturales y humanas; o hacia una perfección
sobrenatural, en la que todo esfuerzo humano sería inútil sin una
especial intervención de Dios, quien, al estar unidos a él por la gracia,
reasume nuestros afanes de virtud y los eleva al orden sobrenatural.
¿Cómo? Por la acción del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo no sólo asiste a la Iglesia, sino que mora en toda alma
en gracia produciendo su vida sobrenatural. Somos templos vivos del
Espíritu Santo:
¿no sabéis que sois de Dios y que el Espíritu de Dios habita en
vosotros? Si alguno profana el templo de Dios, Dios le destruirá.
Porque el templo de Dios es Santo, y ese templo sois vosotros. 54
¿Cómo actúa en el alma?
La iniciativa de salvación procede de Dios. Dios volcándose sobre el
alma se hace generosidad:
COMO UN EJÉRCITO…
35
entiende que no por justicia te da Yavé, tu Dios, la posesión de esa
buena tierra; que eres pueblo de dura cerviz. 55
El Espíritu Santo tiene su modo de obrar, de ponernos en contacto con
Dios, de introducirnos dentro de la vida de Dios, y lo hace mediante los
llamados siete dones, por los que las almas se hallan dispuestas a recibir
con prontitud y docilidad las inspiraciones del propio Espíritu Santo. 56
REFLEXIONES
La acción del Espíritu Santo en el alma exige reciprocidad. Aparte de ser
señal de ingratitud no corresponder a los dones del Espíritu Santo, la
economía de la providencia divina lleva consigo una progresiva
reducción de gracias a quien no corresponda a las mismas. Así, pues, el
esfuerzo personal es indispensable para la eficacia de la acción del
Espíritu Santo. La ley del esfuerzo es algo considerado como
fundamental en la legión de María. Dios, se dice, nunca faltará; si existen
fallos y deficiencias, será por falta de correspondencia a los dones del
Espíritu Santo, a quien, sin embargo, el legionario, considerando la
pobreza de sus actos y la natural debilidad de su buena voluntad de
esfuerzo constante, le pide en su promesa:
PARA QUE MIS POBRES LOS SOSTENGA TU PODER, Y VENGA A
SER INSTRUMENTO DE TUS PODEROSOS DESIGNIOS.
El Espíritu Santo, pues, inspira en nuestro interior; para detectarlo es
necesario el silencio interior, el recogimiento, la atención y la fidelidad.
La consagración al Espíritu Santo se torna más rica si se hace a través
de María:
COMO UN EJÉRCITO…
36
el cristiano que se ha consagrado a María mediadora, por ejemplo
según la fórmula de San Luis María Grignon de Montfort, y luego al
sagrado Corazón, encontrará tesoros insospechados en la
consagración renovada al Espíritu Santo. Toda la influencia de María
nos conduce a la mayor intimidad con Cristo, y la humanidad del
salvador nos lleva al Espíritu Santo, que nos introduce en el misterio
de la adorable Trinidad. 57
En María tiene lugar la acción más maravillosa y milagrosa del Espíritu
Santo. María se somete a esa acción y es asociada al misterio de la
salvación desde el primer instante de la concepción del Verbo.
El binomio constituido por María y el Espíritu Santo, sus relaciones,
merecerán más adelante nuestra especial consideración; pero, si el
legionario ha de vivir en estrecha unión con María, si la legión es María
en acción, la actitud del legionario para con el Espíritu Santo ha de ser
de plena disponibilidad.
El Espíritu Santo y María son dos descubrimientos que tiene que hacer el
que intente profundizar en el espíritu de la legión de María.
1 Hechos 19, 2
2 Manual oficial de la legión de María, 29.
3 Ibíd., 29.
4 M. Schmaus, El credo de la Iglesia Católica, 1. Rialp, Madrid 1970,
614s.
5 Jn 5, 19s
6 Cf. M. Schmaus, o. c., 620.
7 Gén 1, 2.
8 Gén 3, 8.
9 Ex 10, 13.
10 Hech 2, 1-2.
11 Gén 2, 7.
12 Gén 6, 17.
COMO UN EJÉRCITO…
13 Sal 103, 30.
14 Núm 11, 17.
15 Ez 3, 14.
16 Is 59, 19-21.
17 Is 64, 1-3.
18 Is 11, 1-2.
19 Is 42, 1 y Mt 12, 18.
20 Lc 4, 18-21.
21 Mt 3, 11.
22 Mt 3, 16-17.
23 Lc 4, 1.
24 Lc 1, 34-35.
25 Manual oficial de la legión, 9, 7.
26 Ibíd., 37, 3.
27 Ibíd., 28, 3.
28 Ibíd., 28, 3.
29 Ibíd., 37, 2.
30 Ibíd., 4, 5.
31 Ibíd., 38, 29.
32 Mt 12, 28.
33 Jn 3, 34.
34 Jn 7, 38-39.
35 Jn 16, 7.
36 Jn 16, 13-14.
37 Hechos 2, 2-5.
38 Jn 20, 22-23.
39 Hechos 15, 28.
40 Hechos 9, 31.
41 Jn 15, 26-27.
42 Hechos 1, 8.
43 1 Cor 6, 11.
44 Decreto de Ecumenismo 1, 2.
45 De Veritate, q. 29 a. cf. E. Sauras, El cuerpo místico, 887-888.
46 PG 62, 72.
37
COMO UN EJÉRCITO…
38
47 Hechos 6, 7.
48 Hechos 12, 14.
49 Hechos 13, 52.
50 Hechos 4, 32.
51 Apoc 22, 17-20.
52 Manual oficial de la legión, 11.
53 Ibíd., 29.
54 1 Cor 3, 16-17.
55 Dt 9, 6.
56 STh 1-2, q. 68, a. 1 y 2.
57 R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, 2. Desclée,
B. Aires 1945, c. 22.
2
REGENERACIÓN
El legionario en su promesa sigue discurriendo por las grandes verdades
dogmáticas del catolicismo. El resultado será, no una promesa
superficial, sino la conclusión, hecha espíritu y acción, de esas verdades,
que, por las vías de la fe y del convencimiento, le llevarán a tomar un
puesto en las filas de quienes se han propuesto la conquista del mundo.
El Espíritu Santo es la fuerza que anima y sustenta las acciones del
apóstol; y, puesta que la regeneración del mundo ha sido hecha en
Jesucristo, éste es el único salvador. Toda vocación y misión apostólicas
se habrán de centrar en la vida de Cristo y en esforzarse por incorporar a
él a todos los hombres.
De pie, ante el vexillum, invocando el Espíritu Santo, el legionario
confiesa:
39
COMO UN EJÉRCITO…
RECONOZCO TAMBIÉN QUE TÚ, QUE VINISTE A REGENERAR AL
MUNDO EN JESUCRISTO...
Es ésta la segunda gran verdad. La manifestación total del espíritu tiene
lugar con la llegada de la plenitud de los tiempos en la venida de
Jesucristo. Jesucristo, el Hijo de Dios, será el mediador único, el
redentor, el salvador:
uno es Dios y uno también el mediador entre Dios y los hombres, el
hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para la redención de
todos. 1
Él es la propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros,
sino por los de todo el mundo. 2
Nosotros mismos hemos oído y conocido
verdaderamente el salvador del mundo. 3
que
éste es
Al afirmar que Cristo es la única fuente de salvación posible, que es el
único salvador, queremos afirmar en toda su realidad el significado de las
palabras; queremos decir que todos los que se salvan, o se han salvado,
o se salvarán en toda la historia de la salvación, ha sido por Cristo. Cristo
es el centro de la historia misma de la salvación. En los tiempos
antiguos, previos a la era cristiana, se salvaban los hombres en virtud de
los méritos que Cristo habría de conseguir. Si ahora nos salvamos es por
los méritos conseguidos por Cristo.
Nosotros, pecadores, alejados de Dios por el pecado y por la limitación
de la propia naturaleza, no podríamos arribar nunca al goce de la
bienaventuranza si no nos fuera dado un mediador que, intercediendo
por nosotros, consiguiera méritos suficientes para realizar tal obra. Este
mediador no ha podido ser un hombre, ni un ángel, ni tan siquiera el
Espíritu Santo, como enseña Santo Tomás, sino sólo Jesucristo.
COMO UN EJÉRCITO…
40
Es propio del mediador perfecto unir aquellas partes entre las que ejerce
su mediación y estar, a ser posible, íntimamente relacionado con ambas.
Los ángeles no gozan de manera perfecta de tales prerrogativas; y el
Espíritu Santo no puede ser llamado mediador por ser en todo Dios.
Sólo en Cristo es en quien se reúnen perfectamente todas las
condiciones de mediador, pues es Dios y hombre a un tiempo, y media
entre Dios y los hombres: 4
Cristo, el único mediador, instituyó y mantiene continuamente en la
tierra a su iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y caridad, como
un todo visible, comunicando mediante ella la verdad y la gracia a
todos. 5
El único mediador y camino de salvación es Cristo, quien se hace
presente a todos nosotros en su cuerpo, que es la Iglesia. 6
Mas Jesucristo no limita su función a mediar entre Dios y los hombres,
sino que él mismo paga generosamente toda la deuda que acarreaba la
humanidad desde un principio, y satisface de antemano la que en un
futuro habría de contraer. Cristo, por consiguiente, es el único
instrumento de nuestra salvación y en él se realizó la plenitud de nuestra
regeneración y reconciliación.
REFLEXIONES
La salvación consumada la habremos obtenido cuando hayamos
arribado a la patria del cielo, adonde, sin embargo, no podremos ir sino a
través de Cristo. No sirve pensar que por el solo hecho de que Cristo
haya nacido entre nosotros y nos haya redimido, ya por ello habremos de
ser salvos. Debemos completar en nosotros aquello que, en frase de San
Pablo, falta a la pasión de Cristo para ser regenerados. Y a la pasión de
COMO UN EJÉRCITO…
41
Cristo sólo le falta la aplicación de sus méritos a cada uno de nosotros.
Tenemos que adherirnos a Cristo por la fe y las obras.
La participación real de la vida íntima de Cristo en nosotros se efectúa al
entrar en posesión de la gracia santificante. Sin esta gracia es imposible
la consecución de la regeneración y la salvación. Los caminos de la
gracia podrán ser muy diversos, pero su necesidad es absoluta en el
misterio de la salvación, por ser el único medio de poder llegar a
participar de los frutos conseguidos por Cristo en orden a esa misma
salvación, sin él, único mediador, no hay regeneración ni salvación
posible.
Si, pues, el apostolado tiene por objeto
propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios Padre,
y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora
y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo a Cristo, 7
el apóstol habrá de ser el primero en participar, por la gracia, de esa
redención. No puede limitarse a predicar, sin que al propio tiempo intente
vivir lo que predica.
De siempre la legión lo ha entendido así, y por eso busca afanosamente
que sus miembros no sean avallasados por el pecado, ni debilitados por
el abandono, y considera que el corazón de cada legionario ha de ser el
primer campo de batalla donde debe la legión movilizar sus fuerzas. Vivir
la unión con Cristo, regenerados; en otros términos, vivir la vida de la
gracia, debe constituir el punto de arranque de todo legionario:
la fecundidad del apostolado seglar depende de la unión vital de los
seglares con Cristo. 8
Quienes piensen que, en la legión, a fuer de inculcar el espíritu de unión
con María, se minimiza el de unión con Cristo, no están en los cierto.
Todo el Manual de la legión es una constante invariable donde se
COMO UN EJÉRCITO…
42
enseña el camino más viable para la posesión vital de Cristo. Siendo, por
otra parte, el fin primario de la legión la santificación de sus miembros, y
ésta a su vez el medio fundamental de obrar de la legión, se exhorta
constantemente al legionario a que tal santificación la ha de lograr por su
unión con Cristo, ya que todas las gracias fluyen, sin exceptuar ni una
sola, del sacrificio de Jesucristo. 9
Todos los meses se le recuerda asimismo al legionario que aquellas
personas por quienes trabaja y en sus hermanos legionarios vea y sirva
a Jesucristo: 10
ya en la primera junta de legionarios se puso de relieve el carácter
netamente sobrenatural del servicio al cual se iban a entregar los
socios. Su trato con los demás debería rebosar cordialidad, pero no
por motivos meramente naturales; deberían ver en todos aquellos a
quienes servían a la persona misma de Jesucristo, recordando que
cuanto hiciesen a otros, aun a los más débiles y malvados, lo hacían
a aquel mismo Señor que dijo: "En verdad os digo, siempre que lo
hiciereis a alguno de estos mis hermanos, a mí lo hicisteis" (Mt 25,
40). Tal como en la primera junta, así después en las que han
seguido". 11
Por eso, tras la invocación del Espíritu Santo, el legionario se solidariza
de inmediato con la verdad regeneradora de Jesucristo al declarar:
RECONOZCO TAMBIÉN QUE TÚ, QUE VINISTE A REGENERAR AL
MUNDO EN JESUCRISTO...
1 1 Tim 2, 5-6.
2 1 Jn 2, 2.
3 Jn 4, 42.
4 STh 3, q. 26, a. 1.
5 LG 8.
6 LG 14.
COMO UN EJÉRCITO…
43
7 AA 1, 2.
8 AA 1, 4.
9 Manual oficial de la legión de María, 30, 1.
10 Ibíd., 35, 7.
11 Ibíd., 31, 1.
3
EL MISTERIO DE MARIA
El legionario descorre el velo del secreto y prosigue en su promesa:
NO QUISISTE HACERLO SINO POR MARÍA.
Esta expresión, de un contenido dogmático y teológico trascendental,
nos lanza hacia el misterio de María.
Se busca la unión con Cristo; pero ¿podrá hallarse algo más
cristocéntrico que María? Entramos con ello en el corazón mismo del
secreto de la legión de María.
Cristo, en efecto, ha regenerado al mundo, como se confiesa en la
promesa legionaria, pero la legión entiende, con San Luis María Grignon
de Montfort, que:
siendo (María) el medio seguro y el camino recto e inmaculado para ir
a Jesús y encontrarlo con toda certeza, por medio suyo deben
encontrarlo también las almas santas llamadas a brillar de perfección
y santidad. Quien encuentre a María, hallará la vida, es decir, a
Jesucristo, que es camino y vía, verdad y vida. 1
COMO UN EJÉRCITO…
44
Lo que aparentemente parece una bella teoría, la legión lo ha hecho
acción y vida.
Al pronunciar el legionario el "no quisiste hacerlo sino por María",
advierte que esta afirmación constituye por sí sola la médula de la
promesa legionaria, y que se compromete a comenzar a vivir seriamente
el gozoso misterio de María.
“No quisiste hacerlo sino por María”. Un cúmulo de interrogantes se
agolpan de inmediato en nuestra mente: ¿quién? ¿qué? ¿por qué?.
¿Quién quiso esto así? La respuesta nos lleva de nuevo al
encabezamiento de la promesa, al Espíritu Santo, que vino a regenerar
al mundo en Jesucristo y que se dispone a actuar por medio de María.
¿Qué no quiso hacer si no es por medio de María? La propia
regeneración del mundo en Jesucristo, la redención, la salvación. Esta
respuesta, sin embargo, arrastra en pos de sí nuevamente profundos
interrogantes. ¿Qué redención no quiso hacer sino por María? ¿La que
se refiere a la actividad redentora realizada por Jesucristo en virtud de su
nacimiento, vida, muerte y resurrección, que los teólogos llaman
redención objetiva; o más bien la aplicación de los frutos de la redención
a los hombres, conocida por redención subjetiva?
La expresión "no quisiste hacerlo sino por María" parece ser que incluye
tanto a la redención llevada a cabo por el Hombre-Dios-Jesús, como a la
aplicación a los hombres, a cada hombre en particular. María quedaría
así situada, por voluntad de Dios, en el centro del programa de
salvación.
1. María en el centro del plan de salvación
La humanidad, desde un principio, ha estado destinada a la salvación.
Un día habría de aparecer esa salvación personificada y realizada por el
COMO UN EJÉRCITO…
45
hombre-Jesús, quién, a su vez, es Dios. El hito más importante de la
historia salvífica del mundo, el centro del mismo, lo ocupa ese hombre
llamado Jesús. Todos los hombres que le precedieron y se salvaron,
como hemos dicho en el capítulo anterior, fueron salvos en Jesucristo.
Todos los que siguen en la historia del mundo habrán de obtener la
salvación, asimismo, en Cristo Jesús; pero Cristo nace de una mujer y a
través de ella entra en la historia del mundo para efectuar la obra de
salvación:
al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de
mujer, nacido bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley. 2
María queda de este modo lógicamente colocada junto a Jesús en el
mismo centro del programa de salvación.
Efectivamente así es; mas, si María sólo ha sido la mujer por la que
Jesús entró al mundo, y no ha influido, por otra parte, positivamente en la
obra de redención, su puesto sólo explicaría un encuentro material entre
eternidad y el tiempo, Dios y los hombres, el redentor y los irredentos;
insuficiente, a todas luces, para colocarla formalmente en ese corazón
de la redención. Tal función supondría muy poco en María, no dejaría de
ser considerada como una mujer excelente, pero con ello no se podrían
explicar sus extraordinarias prerrogativas.
2. María en orden a Cristo
Todas las prerrogativas de María en el misterio de la redención, al igual
que el resto de los atributos marianos, giran en torno a su maternidad
divina. Es ésta como el foco que arroja luz sobre todo el misterio de
María; es la clave para la inteligencia de María. Para comprender, pues,
el sentido de la expresión: "No quisiste hacerlo sino por María",
habremos de comenzar por introducirnos en el misterio de su maternidad
divina.
COMO UN EJÉRCITO…
46
a) María es verdadera Madre del hombre-Jesús
Aun cuando no hayan faltado herejes que negasen la verdadera
naturaleza humana de Jesús, para quienes, o bien era un cuerpo
aparente (docetas), o un cuerpo celeste y etéreo (valentinianos), o un
aparecido de repente (anabaptistas); sin embargo es un hecho, tanto de
fe como histórico, que Jesús fue verdadero hombre: "nacido de la
descendencia de David, según la carne" 3, dirá san Pablo; procedente de
los patriarcas "según la carne; 4 "nacido de mujer". 5 Lo que, por otra
parte, confesamos en el credo:
por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo, y
por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen, y se hizo
hombre.
María es la madre de este Hombre-Jesús. Esto es un hecho histórico
incuestionable:
concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por
nombre Jesús. 6
Estando desposada María, su madre, con José, antes de que
conviviesen, se halló haber concebido María del Espíritu Santo. José,
su esposo, siendo justo, no quiso denunciarla, y resolvió repudiarla en
secreto. Mientras reflexionaba sobre esto, he aquí que se le apareció
en sueños un ángel del Señor y le dijo: José, hijo de David, no temas
recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es
obra del Espíritu Santo.
Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará
a su pueblo de sus pecados. 7
María, la madre del hombre-Jesús, está presente en ese centro histórico
de la salvación y se convierte en protagonista por ser la mujer por quien
el hombre-Jesús vino al mundo "a salvar a su pueblo de sus pecados".
COMO UN EJÉRCITO…
47
Esto, no obstante, explica muy poco, tal como antes hemos dicho.
Seguimos con una presencia material, aunque excelente, de María en el
misterio de salvación. El "no quisiste hacerlo sino por María" podría
significar una presencia honorífica, pero sin influencia alguna positiva en
la realidad del misterio. Afortunadamente, el que María sea la madre del
Hombre-Jesús no es lo único, ni lo más relevante que podamos afirmar
de María, sino que además, y aquí está la clave de la solución, María es
verdadera madre de Dios.
b) María, verdadera Madre de Dios
El concilio de Éfeso (año 431) vino a definir esta verdad dogmática, de
forma que desde aquella gloriosa fecha la doctrina de María Madre de
Dios ha sido objeto de fe católica explícita:
sí alguno no profesa que el Emmanuel es verdaderamente Dios y
que, por consiguiente, la Santa Virgen es la Madre de Dios (ella
engendró según la carne al Verbo de Dios hecho carne), sea
anatema. 8
El Hijo de Dios, engendrado desde toda la eternidad por el Padre,
según la divinidad, fue también engendrado según la humanidad, por
nosotros los hombres y para nuestra salvación, de la Virgen María,
Madre de Dios. 9
La maternidad divina de María ha sido creída constantemente por el
pueblo fiel, aun antes del citado concilio, como lo fue la concepción,
inmaculada anteriormente a Pío IX, o la asunción antes de Pío XII. La
tradición, que también es fuente de revelación, la venía enseñando
constantemente. El concilio de Éfeso sólo significó el momento histórico
en que la Iglesia la declaró verdad de fe explícita.
La sagrada Escritura nos da a entender, aunque no con palabras
expresamente definitorias, sí con sobrada claridad, cómo María es
verdadera madre de Dios:
COMO UN EJÉRCITO…
48
aunque no se encuentre expresamente en la sagrada Escritura, dice
santo Tomás, la afirmación de que la Virgen Santísima es Madre de
Dios, encuéntrase, sin embargo, de una manera expresa en la misma
que Jesucristo es verdadero Dios (1 Jn 5, 20), y que la Virgen
Santísima es madre de Jesucristo, como es manifiesto por Mt 1, 16.
Por lo que se sigue necesariamente de las palabras de la Escritura,
que es madre de Dios.
Dícese también en la carta a los romanos (9, 5) que Cristo, que está
por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos, procede
de los judíos según la carne. Ahora bien, no procede de los judíos
sino mediante la Virgen Santísima. Por tanto, el que está sobre todas
las cosas, Dios bendito por los siglos, ha nacido verdaderamente de
la bienaventurada Virgen como de su madre. 10
Sabemos, por otra parte, porque la fe nos lo enseña, que en Cristo, si
bien hay dos naturalezas, humana y divina, sólo existe una persona: el
Verbo, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Si, como es sabido,
la relación de maternidad de una mujer en orden a su hijo termina en la
persona del hijo, la de María habrá de terminar también, como es obvio,
en la del suyo. Es, por consiguiente, madre de la persona de su Hijo. Es,
pues, realmente Madre de Dios. No que sea madre de la divinidad o de
la naturaleza divina en cuanto tal y referido al nacimiento eterno, sino de
la persona divina, según la carne y según la humanidad y el nacimiento
temporal.
María, constituida Madre de Dios, posee una dignidad casi infinita, ya
que su maternidad desemboca en el ser infinito de su Hijo, por lo que
para comprender la grandeza de la Madre habría que comprender
también la del Hijo, lo que no es posible. El don de su maternidad es
superior a todos los demás dones y privilegios habidos en María y fuera
de ella. Es esencialmente mayor y más perfecto que todas las gracias,
incluida la santificante; es un don superior al de la visión beatífica de los
santos en el cielo; es sólo superada por la unión hipostática del Hijo. Es,
COMO UN EJÉRCITO…
49
por otra parte, la raíz y fuente de todas sus prerrogativas. Es la que la
coloca por encima de todas las criaturas. La relación de la maternidad
divina es, desde muchos puntos de vista, la más profunda de las que
pueden existir entre una persona humana y Dios. 11
María, exclama san Luis María Grignon de Montfort, es la obra
maestra, por excelencia, del altísimo, y cuyo conocimiento y posesión
él solo se reservó. María es la Madre admirable del Hijo... La divina
María es el paraíso terrenal del nuevo Adán, en donde éste se
encarnó, por obra del Espíritu Santo, para obrar en él maravillas
incomprensibles e inenarrables... Es el magnífico palacio del altísimo,
en donde tuvo, como en su seno a su unigénito Hijo, y con él cuanto
más excelente y de valor existe... Después de todo esto, tenemos, por
fuerza, que repetir con los santos de María numquam satis. María no
ha sido hasta ahora suficientemente alabada, exaltada, honrada,
amada y servida. Merece obsequios, alabanzas, amores y servicios
todavía mayores. 12
María es, no sólo la Madre del hombre-Jesús, es la verdadera Madre de
Dios. Es ya, no sólo una figura excelente en el misterio de redención,
sino influyente en el mismo desde el instante en que se efectuó la
encarnación del Verbo, desde el momento en que pronunció su fiat
histórico, trascendente, salvífico.
Esto no obstante, parece que aún no es suficiente para que quede
satisfactoriamente esclarecido el "no quisiste hacerlo sino por María". En
efecto; cabe preguntarse: ¿hasta qué punto interviene María en el
misterio de redención, y cómo? Y, profundizando un poco más, previa a
esta cuestión, se nos plantea otra sumamente importante y que encierra
la clave para la explicación de la anterior: María, en efecto, a pesar de
ser Madre de Dios y por serlo, ¿intervino en el misterio de la redención?
Los protestantes alegan que María en la encarnación del Verbo fue el
elemento físico por el que el Verbo se hizo hombre, mas no influyó
COMO UN EJÉRCITO…
50
positivamente para nada, se mantuvo como elemento pasivo y, en
consecuencia, su participación activa en el misterio de redención no ha
sido tal.
Está claro que, si se comprueba que María participó activa y
positivamente en la encarnación del Verbo, y que su consentimiento
incondicionado recayó virtualmente sobre toda la obra de su Hijo, la
redención y sus frutos están vinculados también, aunque no fuera más
que por su fiat, a María.
Afirmar que María es solamente un elemento pasivo en la encarnación
del Verbo es tanto como ir contra la propia libertad del hombre y contra
las formas de actuar de Dios.
Dios ha dotado al hombre de inteligencia y voluntad, lo ha hecho libre y
responsable para que libremente pueda responder a la vocación que en
él ha sembrado. Dios asiste de continuo al hombre, pero éste es muy
libre de aceptar, o no, la acción de Dios. Al hombre se le exige que actúe
por su parte; debe, en consecuencia, colaborar positivamente con la
acción de Dios. El hombre es, por tanto, responsable de sus actos. Dios
no violenta nunca.
María, la criatura más perfecta, ha sido consciente de sí misma en todo
momento y ha actuado libremente en todos sus actos sin violencia
alguna de parte de Dios. Dios respetó siempre la voluntad de la llena de
gracia. María, consciente y libremente, pronunció su fiat. Hizo entrega
generosa, libre y voluntaria, de su alma y de su cuerpo para la
encarnación y para todas las consecuencias de la misma. El relato de la
anunciación está muy claro al respecto:
en el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una
ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen, desposada con una
varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen
era María. Entrando a ella, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el
COMO UN EJÉRCITO…
51
Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras y discurría qué
podría significar aquella salutación. El ángel le dijo: no temas, María,
porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y
darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús... Dijo María al
ángel: ¿cómo podrá ser esto, pues que yo no conozco varón? El
ángel le contestó y dijo: el Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del
altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será
santo, será llamado Hijo de Dios... Dijo María: He aquí a la sierva del
Señor; hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel. 13
Consiguientemente, por el acto de su fiat, María no solamente es
constituida Madre de Dios, sino que entra a formar una sociedad salvífica
con su Hijo. La redención ha entrado en el mundo por María, que desde
ahora estará siempre asociada a su Hijo.
Esta sociedad que María forma con su Hijo es una sociedad de
salvación. María entra a formar y parte de ella; con conocimiento de
causa. Consiente en hacerse Madre del mesías destinado a salvar a
su pueblo del pecado, como lo significa el nombre de Jesús declarado
por el ángel (Lc 1, 31; Mt 1, 21).
El consentimiento total e incondicionado de la esclava del Señor (Lc
1, 38) recae virtualmente sobre toda la obra de redención, cuyo
preludio es la anunciación. Desde este momento María ha podido
pensar en la profecía en que Isaías (Is 53) anuncia tan claramente el
doloroso sacrificio del mesías (Is 33, 1-5, 7 y 10) y su alcance
redentor (Is 53, 5, 6, 10 y 12).
Simeón, en todo caso, le precisa las contradicciones que su Hijo
sufrirá para resurrección de un gran número (Lc 2, 34) y su
participación en los sufrimientos de su Hijo, la espada que le
traspasará el alma. 14
María queda así constituida en Madre y asociada del redentor. La
redención conseguida por Cristo con su vida, muerte y resurrección
COMO UN EJÉRCITO…
52
(redención objetiva), ha sido llevada a cabo con la intervención activa de
María. Todo había nacido con su fiat.
La encontraremos más tarde asociada íntimamente a Jesús en su vida
pública y, sobre todo, en el momento supremo del calvario ofreciendo a
su Hijo y ofreciéndose; asociándose libremente, serenamente;
mereciendo la proclamación universal y pública de su Hijo desde el
pulpito de la cruz:
estaban junto a la cruz de Jesús, su Madre y la hermana de su Madre,
María la de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y
al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la Madre: mujer, he
ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: he ahí a tu Madre. Y desde
aquella hora el discípulo la tuvo en su casa. 15
El fiat de María trasciende, pues, a toda la obra y actuación de Jesús.
María sigue siendo Madre en roda la vida privada y pública de Jesús, y
sobre todo a los pies de la cruz:
en la vida pública de Jesús aparece reveladoramente su Madre ya
desde el principio, cuando en las bodas de Cana de Galilea, movida a
misericordia, suscitó con su intercesión el comienzo de los milagro; de
Jesús mesías. A lo largo de su predicación, acogió las palabras con
que su Hijo, exaltando el reino por encima de las condiciones y lazos
de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados (cf. Mc 3, 35; Lc
11, 27-28) a los que escuchan y guardan la palabra de Dios, como
ella lo hacía fielmente (Lc 2, 19 y 51).
Así avanzó también la Santísima Virgen en la peregrinación de la fe, y
mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual,
no sin designio divino, se mantuvo erguida (Jn 19, 25), sufriendo
profundamente con su unigénito y asociándose con entrañas de
Madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de
la víctima que ella misma había engendrado; y, finalmente, fue dada
COMO UN EJÉRCITO…
53
por el mismo Cristo Jesús agonizante en la cruz como madre al
discípulo con estas palabras: mujer, he ahí a tu hijo (Jn 19, 26-27). 16
“No quisiste hacerlo sino por María”: Está ya claro que la redención
conquistada por Jesucristo (redención objetiva) para toda la humanidad
el Espíritu Santo no quiso hacerla sino por María. Imposible ya separar a
Jesucristo de María; imposible, porque Dios lo ha querido así, separar la
obra redentora de Jesús de la presencia, colaboración y asociación de
su Madre. Así, pues, podemos concluir que la expresión "no quisiste
hacerlo sino por María" significa, al menos, que no quisiste hacer la
redención objetiva sino por María.
¿Qué decir de la aplicación de esa redención a la humanidad, a cada
uno de los hombres, de la redención subjetiva?
Tengamos presente que Jesucristo se hizo hombre para salvar a los
hombres: "que por nosotros los hombres, y por nuestra salvación bajó
del cielo", y que en definitiva, representa a todo el género humano, a
quien va a salvar haciéndose hombre, esto es, desde el hombre.
María, por tanto, con su fiat consciente dio pleno consentimiento para
constituirse en madre espiritual de rodos los hombres:
La Santísima Virgen, predestinada desde toda la eternidad como
Madre de Dios juntamente con la encarnación del Verbo, por
disposición de la divina providencia, fue en la tierra la Madre excelsa
del divino redentor, compañera singularmente generosa entre todas
las demás criaturas y humilde esclava del Señor.
Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al
Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz,
cooperó de forma enteramente impar a la obra del salvador con la
obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de
restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre
en el orden de la gracia. 17
COMO UN EJÉRCITO…
54
Podemos, sin embargo, corroborar aún más las prerrogativas de María
en orden a la "aplicación de los méritos de la redención de los hombres,
partiendo del supuesto de que también ella fue redimida.
3. La redimida
Por el dogma de la inmaculada concepción sabemos que María fue
concebida sin pecado original y que en ella jamás hubo lugar a pecado
alguno. Esto no obstante, no implica el que no fuese redimida.
María fue inmaculada, pero también redimida, en previsión de los méritos
de su Hijo. La redención de María es una redención especial y sublime,
es una redención por exención en, por medio de, y a causa de su
maternidad. Ella fue redimida con una redención preservativa del pecado
original para que pudiera cooperar a la redención de todos los hombres.
Mas si todos los hombres deben colaborar a la aplicación de los méritos
de Cristo en favor de su propia redención, es decir, en su redención
subjetiva, hay que dar por sentado que María, la redimida, cooperó de
forma especialísima a su propia redención, puesto que fue redimida de
modo especial:
la cooperación de María en su propia redención fue
incomparablemente mayor que nuestra cooperación en nuestra propia
redención. Podemos, pues, pretender razonablemente que María es
nuestro prototipo y modelo; y que, en la fe, podemos reconocer
confiadamente a María como tal, en nuestra respuesta positiva a la
redención. 18
María, sin embargo, no es sólo el prototipo y modelo de nuestra
redención subjetiva, sino que, además, tenemos que ver en ella el
principio receptor y cooperador de nuestra redención. Así, por su fiat, es
constituida Madre de Dios, del Verbo hecho carne; pero también Madre
del redentor, en cuanto que su aceptación fue plena, incluyendo todas
COMO UN EJÉRCITO…
55
las consecuencias que Dios le pudiera imponer en la vida del mesías. No
está unida al redentor sólo por su maternidad física, sino como causa
subordinada a la principal, de manera que forma con él un solo principio
de redención, íntimamente asociada a él, nunca en paralelismo. 19
Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en
Madre de Jesús, y al aceptar de todo corazón y sin entorpecimiento
de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró
totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su
Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con él y bajo
él, con la gracia de Dios omnipotente.
Con razón, pues, piensan los santos padres que María no fue
instrumento pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la
salvación de los hombres con fe y obediencia libres... Y comparándola
con Eva, llaman a María madre de los vivientes, afirmando aún con
mayor frecuencia que la muerte vino por Eva, la vida por María. 20
María, pues, es la madre de toda la humanidad redimida. Su función en
el misterio de redención no se limitó a una redención objetiva en Cristo,
sino que llega a todos los hombres:
esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sin
cesar desde el momento del asentimiento que prestó fielmente en la
anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz hasta la
consumación perpetua de todos los elegidos. 21
No es posible, por tanto, separar la obra de redención de Jesucristo de la
presencia, colaboración y asociación de María, como tampoco es posible
la comunicación de los bienes de la redención a la humanidad y su
participación por parte de los hombres, sin María.
COMO UN EJÉRCITO…
56
Así, pues, el legionario, al declarar en su promesa: "No quisiste hacerlo
sino por María", le da a la expresión todo el sentido real que contiene, ya
se refiera a la redención objetiva, ya a la subjetiva.
4. ¿Por qué María?
Es ésta una pregunta que surge por sí misma en este proceso de
redención. ¿Por qué María?, ¿por qué no otra mujer u otros medios? La
cuestión en sí no reviste un interés trascendente. Lo importante es que
de hecho fue así, que el Espíritu Santo, que vino a regenerar al mundo
en Jesucristo, no quiso hacerlo sino por María.
Dios es quien la amó, la eligió y le encomendó un papel tan singular
como sublime, y Dios es la razón de sí mismo. No podemos conocer las
razones de Dios:
el Dios inefable eligió y ordenó desde el principio y antes de los siglos
para su Hijo unigénito una madre, de la que, hecho carne, nacería en
la plenitud bienaventurada de los tiempos, y a la que amó con un
amor tan grande sobre todas hs criaturas, que se complació en ella
con afectuosísima voluntad. 22
Dios la amó desde siempre, y desde toda la eternidad la eligió. La Iglesia
en su liturgia aplica a María las palabras de la sagrada Escritura sobre la
sabiduría:
túvome Yavé como principio de sus actos ya antes de sus obras.
Desde la eternidad fui constituida, desde los orígenes, antes que la
tierra fuera. Antes que los abismos, fui engendrada yo, antes que
fuesen las fuentes de abundantes aguas; antes que los montes
fuesen cimentados, antes que los collados fui yo concebida. Antes
que hiciese la tierra ni los campos, ni el polvo primero de la tierra.
Cuando fundó los cielos, allí estaba yo, cuando puso una bóveda
sobre la faz del abismo. Cuando daba consistencia al cielo en lo alto,
COMO UN EJÉRCITO…
57
Cuando daba fuerza a las fuentes del abismo. Cuando fijó sus
términos al mar, para que las aguas no traspasasen sus linderos.
Cuando echó los cimientos de la tierra, estaba yo con él como
arquitecto, siendo siempre su delicia, solazándome ante él en todo
tiempo. Recreándome en el orbe de la tierra, siendo mis delicias los
hijos de los hombres. 23
Dios, sin embargo, no hace las cosas al acaso. Es omnisciente y todas
sus obras tienen su sentido y razón de ser.
La razón principal, sin duda, por la que Dios eligió a María es la
encarnación del Verbo. Todo el misterio de María está en función de la
encarnación. María fue gratuitamente elegida para ser Madre de Dios.
María no pudo haber merecido la elección para la maternidad, si bien
Dios preveía la respuesta positiva de María y su colaboración plena al
misterio de redención y de salvación:
la Santísima Virgen, dice santo Tomás, no mereció la encarnación;
pero, propuesta ésta, mereció se realizara por medio de ella. 24
Se dice que la bienaventurada Virgen mereció llevar a Nuestro Señor
Jesucristo, no en el sentido de que mereciese la encarnación, sino
que mereció, en virtud ce la gracia que le había sido concedida, un
grado de pureza y santidad tal que pudiera dignamente ser Madre de
Dios. 25
Decretada, por tanto, la redención por la encarnación del Verbo, y
prevista la respuesta, aceptación y Asociación de María, Dios la eligió
libre y gratuitamente.
REFLEXIONES
COMO UN EJÉRCITO…
58
La llena de gracia fue asimismo la llena de virtudes. Las poseyó todas en
sumo grado. ¿Qué podremos decir de su caridad? Su amor ha sido
superior al de toda la creación. Al amor natural de una madre, que por
otra parte era perfecta, para con su hijo, perfecto también, hay que
añadir el amor sobrenatural fundado en la naturaleza del Hijo y en la
plenitud de gracia de la Madre. María ha amado a Dios con todo su ser, y
con todas sus fuerzas naturales y sobrenaturales. María toda amor, toda
caridad.
¿Y la fe? Es la virtud bajo cuyo velo transcurre toda la vida terrena de
María, tanto antes como después de la anunciación. Tan es así que los
santos padres afirman que la fe es el principio de su maternidad. Por su
fe se somete en todo a la voluntad de Dios; es la esclava, Dios puede
hacer de ella lo que crea más conveniente. Muchas cosas no las
comprenderá de momento; pero cree:
ellos no entendieron lo que les decía. Bajó con ellos y vino a Nazaret,
y les estaba sujeto, y su Madre conservaba todo esto en su corazón.
28
El fiat fue el más supremo acto de fe que ha habido en la historia del
mundo. El fiat abrió las puertas a la maternidad divina y a la redención.
"Por la fe concibió, por la fe nos dio al Hijo" (san Agustín).
Su fe fue siempre pronta al mensaje, siempre atenta al misterio de Dios,
acrisolada siempre por la prueba, siempre progresiva, siempre sencilla.
Dios se fijó en la humildad de su esclava, en su fe; una fe proporcionada
a la gran misión para la que Dios la había predestinado.
La legión de María se propone la prosecución de la labor salvífica de
María en el mundo. Misión ardua y erizada de dificultades. Acaso a
veces sea necesario apelar hasta el heroísmo, por eso el legionario debe
cerrar filas en torno a María, vivir constantemente "en espíritu de unión
con María", 27 afianzarse en sus virtudes, sobre todo en su fe:
COMO UN EJÉRCITO…
59
el espíritu do la legión de María es el de María misma. Y de manera
particular anhela la legión imitar... sobre todo su fe: esa virtud que en
ella, y solamente en ella, llegó hasta su más alto grado, a una
sublimidad sin par. Animada la legión con esta fe y este amor de
María, no hay empresa, por ardua que sea, que le arredre; ni se queja
ella de imposibles, porque cree que todo lo puede. 28
Si la fe de María fue el principio de su maternidad, la fe del legionario
habrá de ser el principio de su filiación mariana. La gran verdad que la
legión inculca a sus legionarios de forma insistente es precisamente que
María es nuestra Madre:
la confianza que la legión pone en María traspasa todo límite. 29
Cuanto más madre de la legión sea María, tanto más se ensañará
aquélla contra el imperio del mal, y tanto más completa será la
victoria. 30
La legión, finalmente, condensa estas verdades en un pensamiento que
desea sea objeto de reflexión continúa por parte de sus legionarios, y
que viene a resumir la idea del "no quisiste hacerlo sino por María":
María, como madre nuestra, es una realidad que ha de meditar la
legión día y noche. 31
María, madre nuestra, es una realidad. No es una entelequia, no es una
metáfora; es una realidad. Es nuestra madre espiritual, madre de la vida
sobrenatural, madre de la gracia:
es nuestra madre en el orden de la gracia. 32
Es una realidad de profundidad insondable. Una realidad digna de
meditación continua: día y noche.
COMO UN EJÉRCITO…
60
En esta medicación irán descubriendo los legionarios poco a poco el
papel de María en el misterio de redención y en el misterio de la Iglesia.
Descubrirán que con su Hijo constituye un solo principio de redención, si
bien subordinada a él; y que el Espíritu Santo, que vino a regenerar al
mundo en Jesucristo, no quiso hacerlo sino por María; que el secreto de
la salvación está en que el mundo descubra y viva dicha verdad; y, por
vía de reflexión, hallará el legionario que su misión es manifestar a María
al mundo, y que el rezo del santo rosario es de los métodos más idóneos
para profundiza: en el misterio de María.
La legión, como organización, tiene sus más hondos cimientos en una
confianza filial sin límites en María, 33 y, por tanto,
ruega encarecidamente a cada uno de los socios que entre de lleno
en este espíritu haciéndolo objeto de serias meditaciones y el alma
de sus obras de celo. 34
La legión de María, como dinámica que es, ha profundizado en la
doctrina del misterio de María e intenta, por todos los medios, hacerla
viviente realidad. Se identifica con María y se pone a trabajar en unión
con María; no en vano se la define: María en acción. 35 Así entiende la
legión el:
NO QUISISTE HACERLO SINO POR MARÍA.
1 San Luis María Grignon de Montfort, Tratado de la verdadera devoción
a la Santísima Virgen. Ed. Paulinas, n. 50.
2 Gál 4, 4-5.
3 Rom 1, 3.
4 Rom 9, 5.
5 Gál 4, 4.
6 Lc 1, 31.
7 Mt 1, 18-21.
8 Concilio de Éfeso (431) (DB 113).
COMO UN EJÉRCITO…
61
9 Concilio de Calcedonia (451).
10 STh 3, q. 35, 4.
11 Cf. B. U. Merkelbach, Mariología. Desclée 1954, 92-98; Iniciación
teológica, 3. Herder, Barcelona 1961, 228; G. Roschini, Diccionario
mariano. Edit. Litúrgica Española, Barcelona 1964, 372.
12 San Luis María Grignon de Montfort, o. c., n. 5, 6 y 10.
13 Lc 1, 26-38.
14 Iniciación teológica, 3, 234.
15 Jn 19, 25-27.
16 LG 58.
17 LG 61.
18 E. Schillebeeckx, María, madre de la redención. Fax, Madrid 1971,
126.
19 Cf. E. Schillebeeckx, o. c., 138; H. Merkelbach, o. c., 111.
20 LG 56.
21 LG 62.
22 Pío IX. Bula dogm. Ineffabilis Deus.
23 Prov 8, 22-31.
24 In 3 Sent., d. 4, q. 3, a. 1, ad 6.
25 STh 3, q. 2, a. 11, ad 3.
26 Lc 2, 50-51.
27 Manual oficial de la legión de María, 35, 7.
28 Ibíd., 3.
29 Ibíd., 5, 2.
30 Ibíd., 5, 3.
31 Ibíd., 5, 4.
32 LG 61.
33 Manual oficial de la legión de María, 5, 7.
34 Ibíd., 5, 5.
35 Ibíd., 39, 8, f.
4
COMO UN EJÉRCITO…
62
LA MEDIACIÓN DE MARÍA
El misterio de María desemboca en el ejercicio de su mediación
universal, expresado en la promesa legionaria con las palabras:
QUE SIN ELLA NO PODEMOS CONOCERTE NI AMARTE, Y QUE
POR ELLA SON CONCEDIDOS TODOS TUS DONES, VIRTUDES Y
GRACIAS...
María viene así a convertirse en elemento imprescindible para conocer y
amar a Dios, fin principal, por otra parte, de la vida cristiana. Asimismo
todos los dones, virtudes y gracias provenientes de Dios, según dicha
afirmación, son concedidos por María. En otros términos, María es
mediadora universal de todas las gracias.
Jesucristo es el único redentor, el único mediador; pero María, por su fiat
incondicionado, por su maternidad divina, por la unión íntima con su Hijo
en todo momento, especialmente junto a la cruz, entra a formar con él un
único principio de redención, como consignamos en el capítulo anterior,
si bien subordinada a Cristo. Cristo mediador, María mediadora; y así
como la sublime y activa participación de María en el misterio de
redención en nada empañó el oficio redentor de su Hijo, antes al
contrario, así su mediación no oscurece ni disminuye en modo alguno la
mediación de Cristo:
uno solo es nuestro mediador, según las palabras del apóstol: porque
uno es Dios, y uno también el mediador entre Dios y los hombres, el
hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de
todos (1 Tim 2, 5-6). Sin embargo, la misión maternal de María para
con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta
mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder.
Pues todo el influjo salvífico de la santísima Virgen sobre los hombres
COMO UN EJÉRCITO…
63
no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplácito y
de la superabundancia de los méritos de Cristo: se apoya en la
mediación de éste, depende totalmente de ella y de la misma saca su
poder. Y, lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes, la
fomenta. 1
María, si bien todo lo recibió de Dios, todo lo recibió por los hombres y
para los hombres, e hizo pasar absolutamente todo a los hombres:
Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y
por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo
hombre.
Ahora, desde el cielo, ya gloriosa. María continúa obteniéndonos los
dones de salvación eterna e impartiéndolos a todos los redimidos. Su
asunción equivale a una solemne entronización corno madre y a la
consagración de su influencia universal como mediadora:
esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sin
cesar desde el momento del asentimiento que prestó fielmer.re en la
anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz hasta la
consumación perpetua de todos los elegidos. Pues, asunta a los
cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple
intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna.
Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que
todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean
conducidos a la patria bienaventurada. 2
Próxima a su Hijo resucitado y glorioso. Mana ejerce su maternidad
espiritual para con nosotros por su mediación.
Es ésta una doctrina de lo más apreciada por el pueblo cristiano, tan
profundamente arraigada, tan convencido del valimiento del poder de
intercesión de María, que apenas sabe pedir algo al cielo sin que, de
hecho, apele a la omnipotencia suplicante.
COMO UN EJÉRCITO…
64
Siempre ha existido la fe en el poder de intercesión de la oración de los
santos. Vemos ya en el Antiguo Testamento cómo Abrahán aboga en
favor de Sodoma; Moisés, brazos extendidos, intercede por el pueblo;
Judit, por los; habitantes de Betulia. San Pablo -exhorta, escribiendo a
Timoteo:
ante todo te ruego que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y
acciones de gracias por todos los hombres. 3
Si la oración de los santos y de los hombres es tan importante, ¿que no
será el poder de intercesión de María, tan íntimamente unida a Cristo?
por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los
títulos de abogada, auxiliadora, socorro, mediadora. Lo cual, sin
embargo, ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada nada
a la dignidad de Cristo, único mediador.
Jamás podrá compararse criatura alguna con el Verbo encarnado y
redentor; pero, as! como el sacerdocio de Cristo es participado tanto
por los ministros sagrados como por el pueblo fiel de formas diversas,
y como la bondad de Dios se difunde de distintas maneras sobre las
criaturas, así también la mediación única del redentor no excluye, sino
que suscita en las criaturas diversas clases de cooperación,
participada de la única fuente. 4
María, pues, en virtud de su fiat, de su maternidad divina, de su
asociación a Cristo en el Calvario, está constituida por Dios en
mediadora universal de todas las gracias.
Esta mediación conviene entenderla en el sentido de que: 1) nos
consigue y comunica todos los dones, virtudes y gracias a todos los
hombres, y 2) que por ella vamos a Dios, le conocemos, le servimos, le
amamos...
COMO UN EJÉRCITO…
65
Así, pues, cuando el legionario pronuncia las palabras: "que sin ella no
podemos conocerte ni amarte, y que por ella son concedidos tus dones,
virtudes y gracias", está confesando que María es la mediadora universal
de todas las gracias.
REFLEXIONES
La mediación universal de María ha de ser concebida, no como una
metáfora, sino como una realidad.
Aun cuando dicha mediación no haya sido todavía declarada dogma de
fe por la Iglesia, ello no es óbice para su autenticidad. El magisterio
ordinario de la Iglesia, la tradición y la teología así nos lo enseñan.
Del Concilio Vaticano II ya hemos citado suficientes textos en los que se
declara e inculca la mediación universal de María; pero en todos los
tiempos, a través de la historia, la Iglesia ha venido prestando fe y
asentimiento a dicha verdad. Los últimos papas hablan muy
reiteradamente de esta prerrogativa de María, y ya se han levantado
voces, cada vez más numerosas, pidiendo una definición explícita al
respecto.
Desde el siglo I al IV, ya es enseñada la mediación, y a María se le
atribuye un influjo no sólo material y físico, sino también moral,
consciente y Ubre, en la reparación del género humano.
A partir del siglo V, las afirmaciones se van esclareciendo más y más. A
la Virgen se la llama
único puente entre Dios y los hombres; mediadora entre Dios y la
humanidad: redentora del universo; madre de la misericordia;
COMO UN EJÉRCITO…
66
ayudadora y consorte del redentor; madre de la regeneración;
abogada nuestra. 5
San Bernardino, de quien textualmente están tomadas algunas de las
palabras de la promesa, afirma:
todos los dones, virtudes y gracias del propio Espíritu Santo, son
administradas por su manos, a quienes ella quiere, cuando ella
quiere, y en la medida que ella quiere. 6
Los últimos papas frecuentemente predican la doctrina de la mediación
de María y exhortan al pueblo a su devoción:
poderosísima mediadora y reconciliadora de todo el mundo para con
su HIJO Unigénito. 7
Según la célebre y verdaderísima sentencia del aquinatense, por
medio de la anunciación se esperaba el consentimiento de la Virgen
en nombre y representación de toda la naturaleza humana (Sth 3, q.
30, a. 1). Por consiguiente, podemos con toda verdad y con todo rigor
afirmar que, por divina disposición, nada nos puede ser comunicado
del inmenso tesoro de la gracia de Cristo, si no es por medio de
María. 8
Por medio de esta comunidad de mérito y de voluntad entre María y
Cristo, mereció ella convertirse en la reparadora del género humano
perdido, y, por consiguiente, en la dispensadora de todos los dones
que Jesús nos ha conquistado con una muerte cruenta. 9
Tenemos junto al trono del altísimo a la benignísima Madre de Dios y
Madre nuestra, que, con su poderosa intercesión puede conseguirnos
todo de él con seguridad. Confiemos, por consiguiente, a su patrocinio
a nosotros mismos y a todas nuestras cosas. 10
COMO UN EJÉRCITO…
67
El culto de adoración a Jesús salvador está siempre en el centro de
toda forma de elevación a su bendita Madre. Por María se va a Jesús.
11
Ni debe olvidarse una verdad evidente: yendo a ella se llega siempre
a Jesús. 12
María es siempre camino que conduce a Cristo. Todo encuentro con
ella no puede menos de terminar en un encuentro con Cristo mismo.
¿Y qué otra cosa significa el continuo recurso a María, sino buscar
entre sus brazos, en ella, por ella, y con ella, a Cristo nuestro
salvador? 13
Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos; esto es debemos
reconocer la relación esencial, vital, providencial, que une la Virgen a
Jesús, y que nos abre el camino que conduce a él. 14
Las citas autorizadas sobre la mediación universal de María, son
abundantísimas, casi interminables. No obstante, algunos pasajes de
san Luis María G. de Montfort, el enamorado de María, sobre quien
doctrinalmente descansa la legión, nos ayudarán a centrarnos más en la
promesa:
Dios Padre no dio ni da ahora a su Hijo sino por medio de María, ni
adquiere nuevos hijos ni comunica sus gracias sino por medio suyo;
Dios Hijo no vino al mundo para todos, en general, sino por medio de
la Virgen, ni viene ni se engendra todos les días sino por mediación
de ella, unida al Espíritu Santo, ni comunica sus merecimientos y
virtudes sino por medio suyo. 15
Siendo Jesucristo, hoy y siempre, fruto de María..., no hay duda de
que Jesucristo es para cada hombre en particular que lo posee, tan
verdadero fruto y obra de María como lo es para todos, en genera!;
por consiguiente, si algún fiel cristiano tiene formado a Jesucristo en
su propio corazón, puede decir con franqueza y sinceramente: gracias
COMO UN EJÉRCITO…
68
mil sean dadas a María; lo que poseo es fruto y efecto suyo; sin ella,
no lo tendría...
Dios Espíritu Santo quiere formar a sus elegidos en María y por medio
de ella. 16
Todo esto tiene que llevar al legionario, como de la mano, a la práctica
de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. San Luis pondera esta
devoción y nos habla de una práctica ordinaria de devoción y de otra
perfecta.
La práctica ordinaria se puede resumir de la siguiente forma: 1) venerarla
como digna Madre de Dios; 2) meditar sobre sus virtudes, privilegios y
acciones; 3) contemplar su grandeza; 4) dirigirle palabras de amor y de
reconocimiento; 5) invocarla de corazón; 6) ofrecérsele y mirarse a ella
en espíritu; 7) ejecutar las propias acciones, pensando en agradarla; 8)
empezar, continuar y terminar todos las actos por ella, en ella, con ella y
para ella, a fin de hacerlos también por Jesucristo, en Jesucristo, con
Jesucristo y para Jesucristo, nuestro fin último. 17
La devoción perfecta es interior, arranca del convencimiento del papel
que María desempeña en el misterio de redención y de su poder
universal de mediación. María es el camino, el más fácil, el más corto, el
más perfecto el más seguro, para llegar a Jesucristo.
María es, por otra parte, la más cristocéntrica. María infaliblemente nos
lleva a Jesús. La conclusión es obvia, ponerlo todo, incluso el corazón, la
inteligencia, la voluntad, y aun los bienes externos, en manos de María,
como esclavos voluntarios, absolutos suyos; al igual que ella, con su fiat,
se declaró incondicional esclava del Señor:
esta devoción consiste, por tanto, en darse enteramente a la
Santísima Virgen, con el fin de ser, por su mediación, enteramente de
Jesucristo. Hay, pues, que entregarle: 1) nuestro cuerpo con todos los
COMO UN EJÉRCITO…
69
sentidos y elementos que lo forman; 2) nuestra alma con todas sus
potencias y facultades; 3) nuestros bienes externos, llamados de
fortuna, presentes y futuros; 4) nuestros bienes interiores y
espirituales, es decir, nuestros merecimientos y virtudes, nuestras
buenas obras, pasadas, presentes y futuras; en dos palabras, todo
cuanto tenemos en orden de la naturaleza, de la gracia o de la gloria,
y todo ello sin reserva alguna, aun de la cosa o partícula más
insignificante como un solo céntimo, un cabello, la menor acción, y
eso por toda la eternidad y sin pretender ni esperar otra recompensa
por nuestra total entrega y por nuestro servicio, que el honor de
pertenecer a Jesucristo por medio de la Santísima Virgen y en ella,
aun cuando esta nuestra amabilísima reina y señora no fuese, como
siempre lo es, la más generosa y reconocida de todas las criaturas.
18
La legión de María ha nacido, en su fundamento doctrinal, de esta
devoción, a la que reconoce fuente de inspiración para la legión, 19 y
desea de todos sus sucios que se esfuercen en vivir en espíritu de unión
con María 20 hasta el extremo de poder poner por obra el ejercicio de la
verdadera devoción.
La legión jamás se satisface con consideraciones más o menos
profundas, tiene que encarnarlas en una acción concreta, y ha logrado
sincronizar a la perfección la acción apostólica y la verdadera devoción.
Es más, los legionarios, a través deja legión, llegan inevitablemente a
descubrir la verdadera devoción. Otros ha habido que, al contrario, por el
camino de la verdadera devoción han descubierto la legión de María.
Es normal, pues; que el legionario, tras haber proclamado en su promesa
el papel de María en el misterio de redención y su mediación universal,
descubra la importancia de la completa y generosa unión con María,
según la mente de san Luis, y de ahí que, con voz emocionada, concluya
la lectura de las anteriores palabras de la promesa con la siguiente
rotunda convicción:
COMO UN EJÉRCITO…
70
Y ME DOY CUENTA QUE EL SECRETO DE UN PERFECTO
SERVICIO LEGIONARIO CONSISTE EN LA COMPLETA UNÍÓN
CON AQUELLA QUE ESTÁ TAN ÍNTIMAMENTE UNIDA A TI.
1 LG 60.
2 LG 62.
3 1 Tim 2, 1-3.
4 LG 62.
5 Theotocos. Studium, Madrid 1960, 296.
6 San Bernardino, Sermón sobre la natividad, cfr. Manual oficial de la
legión, 35, 3.
7 Pío, Ineffabilis Deus.
8 León XIII, Octobri mense.
9 San Pío X, Ad diem illum.
10 Pío XII, Quamvis plene.
11 Juan XXIII: Ecclesia 28 de feb. (1959).
12 Juan XXIII, Ibídem, 21 de nov. (1962).
13 Pablo VI, Mense maio.
14 Pablo VI, Cerdeña, 24 de abr., 1970.
15 San Luis María Grignon de Montfort, o. c., n. 137.
16 Ibíd., n. 33 y 34.
17 Ibíd., n. 113.
18 Ibíd., n. 119.
19 Manual oficial de la legión de María, 5, 6.
20 Ibíd., 35, 7.
5
EL ESTANDARTE DE LA LEGIÓN
COMO UN EJÉRCITO…
71
La legión es activa. Imposible que un equipo subsista sí no está
comprometido en alguna acción evangelizadora. Gusta de sacar siempre
todas las consecuencias viables de los principios sobre los que se
establece. Entiende, consiguientemente, que la doctrina sobre el Espíritu
Santo y María, que hemos venido considerando, no puede quedarse en
sólo teorías, ha de ser dinámica, influyendo en la vida y en la acción. El
legionario hará este descubrimiento paulatinamente conforme se vaya
adentrando en la propia legión.
Tres meses de prueba, previos a la promesa, pueden ser suficientes
para que el legionario se aperciba de que la legión gira en torno a estas
dos verdades: el Espíritu Santo y María; o, si se prefiere, una: el Espíritu
Santo actuando por medio de María.
Así, pues, el legionario toma en sus manos el estandarte de la legión,
que trata de poner ante sus ojos estas verdades, y dice:
POR TANTO, TOMANDO EN MIS MANOS EL ESTANDARTE DE LA
LEGIÓN, QUE TRATA DE PONER ANTE NUESTROS OJOS ESTAS
VERDADES...
El estandarte es en sí un símbolo; quien pone ante sus ojos estas
verdades es la legión.
Sin embargo, el estandarte, o vexillum, es un símbolo de esos que
definen aquello que significan. En él, y en su parte superior, por encima
del rótulo LEGIO MARIAE, figura la paloma. Entre el rótulo y el asta hay
un marco ovalado con la imagen de la inmaculada (medalla milagrosa).
El asía empalma con un globo en el que se halla esculpido el mapa del
mundo.
El simbolismo es bien claro: la legión funda su razón de ser en que el
Espíritu Santo cubre a María con su sombra, inundándola de luz y del
COMO UN EJÉRCITO…
72
fuego de su amor y valiéndose de ella como de canal para transmitir al
mundo sus vítales influencias. 1
Cabe ahora concretar aún más. la temática que hemos venido
exponiendo: ¿Qué significan, en definitiva, para la legión el Espíritu
Santo y María?
1. El Espíritu Santo en la legión
Absurdo, hasta herético, sería el solo pensar en una especie de
monopolio del Espíritu Santo por parte de la legión de María. Hemos
expuesto ya en el primer capítulo la acción del Espíritu Santo en el
mundo, en la Iglesia y en el alma. Lo que sí pretende la legión es que
sus socios sean conscientes de esa acción del Espíritu Santo, y de que
la santificación, fin principal de la legión, y el apostolado arrancan del
Espíritu Santo que actúa por medio de María.
A los legionarios les exhorta la legión a unirse a la Santísima Trinidad a
través de María, 2 y examina la relación de hija, la de madre y la de
esposa. Hasta tal extremo quiere ver a los legionarios viviendo este
misterio, que toda la legión está en unión con María colaborando con el
Espíritu Santo:
María está tan compenetrada con él, hecha tan una con él, tan
animada de él, que él, es como el alma de ella. No es ella un simple
instrumento o cauce de su actividad; es una colaboradora inteligente,
consciente, hasta tal grado que, cuando obra ella, es él quien obra
también; y si no se acepta la intervención de ella, tampoco se acepta
la de él. 3
La legión así lo entiende y ya desde sus comienzos figura en todas sus
cosas el Espíritu Santo:
COMO UN EJÉRCITO…
73
es significativo que el primer acto colectivo de la legión de María fuera
dirigirse al Espíritu Santo por su invocación y la oración. 4
En el diseño del vexillum ya queda dicho cómo destaca la figura del
Espíritu Santo:
el Espíritu Santo se destacó como rasgo predominante de aquella
ensena. Esto es sorprendente, porque aquel diseño fue fruto de una
concepción artística y no teológica. Un emblema profanos o sea, e!
estandarte de la legión romana, había sido utilizado y adoptado para
los fines de la legión mariana. Entró la paloma para reemplazar al
águila, y la imagen de Nuestra Señora ocupó el puesto del emperador
o cónsul. Y, sin embargo, el resultado final fue una representación del
Espíritu Santo valiéndose de María como de canal para transmitir al
mundo sus vitales influencias y como habiendo tomado él posesión de
la legión. 5
Lo mismo cabría decir de la téssera, el cuadro de la legión:
cuando se pintó el cuadro de la téssera, en él quedó ilustrado el
mismo concepto de la espiritualidad: el Espíritu Santo cerniéndose
sobre la legión. Por su poder, perpetuase la lucha: la Virgen aplasta la
cabeza de la serpiente, sus batallones avanzan hacia la victoria
profetizada sobre las fuerzas enemigas. 6
Otro detalle muy significativo es el relativo al color oficial de la legión, que
no es el azul, como algunos pudieran pensar, sino el rojo, en honor al
Espíritu Santo:
esto fue determinado al tratar de otro detalle menor, el color de la
aureola de Nuestra Sebera en el vexillum y en el cuadro de la téssera.
Se opinaba que el simbolismo legionario requería que Nuestra Señora
fuera representada como llena del Espíritu Santo, y para ello se
debería pintar su aureola del color del mismo Espíritu Santo, es decir,
COMO UN EJÉRCITO…
74
de rojo. Y se llegó a la conclusión de que el rojo había de ser el color
de la legión. 7
Aparte los detalles simbólicos que denotan la manifestación de la
devoción de la legión al Espíritu Santo, está el hecho más importante, ya
de suyo sobradamente explicativo, que tiene lugar en el acto más
solemne de la vida apostólica de todo legionario, el momento cumbre de
la promesa:
cuando se compuso la promesa legionaria, era lógico —aunque al
principio causaba alguna sorpresa— que fuera dirigida al Espíritu
Santo y no a la reina de la legión. Otra vez resuena la nota
dominante: es siempre el Espíritu Santo quien regenera al mundo, y
por él son concedidas las gracias, hasta la gracia más insignificante e
individual; y las concede valiéndose de María cada vez y siempre. 8
El legionario, por tanto, consciente, decidido, de pie ante el vexillum, se
dirige al Espíritu Santo: "Santísimo Espíritu, yo..."
El legionario sabe perfectísimamente que quien actúa por María es el
Espíritu Santo:
el Espíritu Santo es amor, hermosura, poder, sabiduría, pureza, y todo
cuanto es Dios. Si desciende él en su plenitud, se remedia todo mal, y
resuélvanse en conformidad con el divino beneplácito los problemas
más agudos. El hombre que así se cobija bajo el amparo del Espíritu
Santo se sumerge en la pleamar de la omnipotencia. 9
REFLEXIONES
El Espíritu Santo será para el legionario como padre que ama, que le ha
escogido a él, al legionario, para su obra apostólica. Será el maestro que
COMO UN EJÉRCITO…
75
enseña y desea el éxito más que el discípulo. Será la luz que le alumbre
en todo momento. Será la voz que le hable en el secreto del corazón.
Será el huésped de su alma a quien, con la Iglesia, le habrá de suplicar:
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacio del hombre
si tú le faltas por dentro:
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito:
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. 10
2. María en la legión
COMO UN EJÉRCITO…
76
Concebir la legión como un movimiento internacional y asociado de
evangelizados; saber de ella por su organización, su perfecta
sincronización, sus estructuras; hablar de su afamada disciplina;
reconocer, incluso, sus actuaciones, muchas veces inverosímiles y
siempre interesantes; todo eso que en definitiva, se puede ver, pulsar y
comprobar, no nos da, sin embargo, la exacta medida de lo que es la
legión de María.
A la legión no se la conoce únicamente ir las cosas que se ven; su
esencia está, más bien, en las que no se ven. Ni conferencias, ni
estudios lograrán reflejar una visión acabada de lo que en realidad es.
A la legión simplemente se la descubre, y esto paulatinamente. Este
descubrimiento comienza cuando, al par que se van conociendo los
elementos visibles, se advierte asimismo que toda la vida exterior de la
legión fluye de una fuertísima corriente interior que impulsa a la acción
apostólica. Tal corriente se concreta en la presencia vivificante del
Espíritu Santo, que en todo momento quiere actuar en y por medio de
María. La Legión se afana, por tanto, en que sus socios se identifiquen
cada vez más con María, constituyéndose así en colaboradores más
útiles, por mejor dispuestos a recibir el influjo del Espíritu.
Si todos los hombres conociesen el misterio de María y la dejasen actuar
libremente, el Espíritu Santo obraría sus prodigios de gracia en todos y la
completa regeneración en Jesucristo sería un hecho.
La legión, por consiguiente, se orienta, en primer término, a que sus
socios descubran el gozoso misterio de María:
el corazón del legionario es el primer campo de batalla donde moviliza
la legión sus fuerzas. 11
Para que, en segundo lugar, lo manifiesten a los demás. 12
COMO UN EJÉRCITO…
77
¿Cómo logra la legión que sus legionarios descubran el misterio de
María? Sencillamente, exponiéndoselo en profundidad y en todas sus
dinámicas consecuencias.
a) La legión me descubre el misterio de María
Ya hemos visto cómo este misterio radica en la maternidad divina de
María y gira en torno a la misma. Los dogmas, ciertamente, y las
verdades todas sobre María dimanan y confluyen en la actitud positiva e
inmensamente generosa de María en el gran momento histórico de su
fiat.
El fiat y la maternidad divina van a centrar también la doctrina y el
espíritu legionarios. Lo demás serán consecuencias lógicas emanadas
de esas, dos grandes realidades centrales; y de otras que, aunque en
María fluyan de ellas, constituyen, sin embargo, hitos sumamente
importantes en su misterio como para considerarlas y honrarías
separadamente.
b) El fiat de María
Aun cuando frecuentísimamente, a través de su Manual, habla de la
legión de la Santísima Virgen y de su influjo en la vida de cada uno,
particularmente en la del apóstol, reserva, no obstante, un apartado
especialmente dedicado a presentar el fiat de María. 13
La descripción, siguiendo en ello a algunos santos padres, es de lo más
parecido a un cuadro literario que se remonta a la eternidad para
desembocar en nuestros días.
Antes de la creación del mundo, en la remotísima eternidad, desde un
principio, aparece en la mente de Dios la idea de María con un destino
único y sin par. En sus decretos eternos está ya el hombre-Jesús, y en el
plan que a Dios plugo adoptar incluye a María para el oficio de Madre del
redentor.
COMO UN EJÉRCITO…
78
Ya en el tiempo, las profecías, cuyos vaticinios se habrían de cumplir, la
presentan aplastando la cabeza de la serpiente 14 y hablan de la
“virgen”, la “virgen y el niño”, la “mujer y el niño”, la “reina sentada a la
diestra del rey”.
La profecía parece, pues, retratar la redención como obra de una mujer y
de su hijo juntamente, aplastando la cabeza de Satanás. La mujer, por
tanto, no puede quedar relegada a la oscuridad y siempre ha de ser
hallada al lado de su Hijo en toda la obra salvadora.
Llega el punto culminante de todas las profecías. Con suma sencillez, el
Manual presenta el misterio de la anunciación como una especie de
tratado, como uno de tantos tratados que hacen los hombres. De una
parte, Dios. De otra, la humanidad. Dios está representado por uno de
sus ángeles; la humanidad, por María. Se va a tratar de la salvación del
mundo. El ángel propone a María el misterio de la encarnación del
Verbo, para que ella, con toda libertad, decida dar o no su
consentimiento. Era el anuncio de algo que, de suceder, no sería
independientemente de su voluntad. Ella habría de tener, por
consiguiente, parte muy activa en la trascendental proposición y en sus
consecuencias. La humanidad, pretérita y futura, aparece como
expectante ante el desenlace del acontecimiento. Hubo una pregunta:
¿cómo podrá ser esto?
María es consciente de su responsabilidad, del giro que habría de tomar
su vida, de su futuro. Al propio tiempo, María, la llena de gracia, nunca
ha sabido decir no a la voluntad de Dios. Por eso, en un acto de amor,
de fe, de generosidad sin límites, dijo sí, fiat. Hágase en mí según tu
palabra. Un sí que atrajo a Dios a la tierra y selló el gran convenio de paz
con los hombres.
La generalidad de los católicos aún se forman una idea muy pobre de las
consecuencias de ese sí.
COMO UN EJÉRCITO…
79
Ha sido del divino agrado que no se inaugurase el reinado de la gracia
sin María, y fue su voluntad también que continuasen las cosas por el
mismo camino.
Los momentos más sobresalientes que rodean la vida, tanto privada
como pública de su Hijo, su muerte misma, estarán acompañados de la
presencia activa de María.
En pentecostés, cuando la Iglesia fue lanzada a cumplir su misión, allí
estaba María. María vuelve a ejercer en el cuerpo místico todos los
oficios que ejerció respecto del cuerpo natural del mismo Cristo. En
pentecostés, como siempre, María es elemento esencial. Y así en todas
las cosas sobrenaturales hasta el fin de los tiempos. El divino
beneplácito ha querido obrar siempre así respecto de María. 15
Esta doctrina fundamental en el cristianismo, tan llanamente expuesta
por la legión, y simbolizada en su estandarte, lleva, entre otras, a las
siguientes conclusiones prácticas:
1) Reconocer francamente y de todo corazón a María como su
representante en el ofrecimiento de aquel sacrificio que, empezando
en la anunciación y consumado sobre el ara de la cruz, redimió al
mundo.
2) Ratificar lo que hizo María en su favor durante todo aquel tiempo.
3) María no debe ser excluida de ninguna cosa. Debes entregar a
María absolutamente todo. 16
c) María nuestra madre
Es ésta una realidad que invade coda la legión. La maternidad de María
es la que une, vitaliza, y lanza a la conquista apostólica a los legionarios
de todo el mundo.
COMO UN EJÉRCITO…
80
La legión presenta a sus socios la doctrina de María, madre nuestra,
como una consecuencia de lo anteriormente dicho. Esto es, arrancando
del fiat 17 y teniendo en cuenta la proclamación solemne de esta
maternidad por parte de su Hijo desde la cruz. 18
Por lo demás, el Manual de la legión y la legión misma son una continua
consecuencia del dogma mariano de la maternidad. Presenta con
brevedad la doctrina básica para detenerse a considerar ampliamente
sus aplicaciones prácticas.
3. ¿Qué es María para la legión?
De cualquier legionario a quien se le hiciese semejante pregunta sólo se
obtendría esta respuesta: para la legión, María lo es todo, y sin ella se
derrumbaría toda la legión.
Expuesta ya la doctrina sobre María, y conocido el papel de su
mediación universal, la legión es algo que ha nacido espontáneamente,
como una consecuencia lógica y normal de tales verdades.
Existe un párrafo en el Manual de la legión, que parece ser
suficientemente explicativo. Dice así:
sin corazón no circula la sangre, sin ojos no hay comunicación con el
mundo de los colores; sin aire, de nada vale el aleteo del ave, no hay
vuelo posible. Pero más imposible que todo esto, según disposición
divina, es que el alma se eleve hasta Dios y cumpla los designios de
Dios sin María. 19
No se trata de una alegoría, sino de una realidad. Luego el secreto para
hallar la salvación está en hallar a María. ¿Qué sucedería si el mundo,
los hombres todos, encontrasen a María? Habrían topado con los dones
de salvación: "con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los
dones de salvación eterna", 20 lo que, "lejos de impedir la unión
inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta". 21
COMO UN EJÉRCITO…
81
Es claro que la clave del éxito salvífico está en que María sea conocida y
venerada por todos. Formemos, pues, un ejército de voluntarios que
estén dispuestos a manifestar a María al mundo. Así nació la legión de
María. Esto es la legión de María:
y ¿quién duda de que la legión, constituida como está por seglares —
y, por ende, ilimitada en cuanto al número de socios, y capaz de
abrirse camino en todas partes— , seglares apóstoles que aman a
María con todas sus fuerzas y que quieren encender este amor en los
demás corazones, utilizando, para conseguido, los múltiples recursos
a su alcance, quién duda, decimos, que la legión es la organización
llamada a realizar tan gran empresa? 22
El campo de la acción apostólica de la legión resulta ser así en el mundo
entero; y la vida espiritual de la legión y del legionario, el espíritu mismo
de María.
El misterio de María debe ser vivido con toda la intensidad posible. En
definitiva esto es lo que interesa. La legión lo reconoce así y no cesa de
inculcarlo a sus socios exhortándolos a una reflexión constante y
orientándolos en sus consecuencias.
María es nuestra madre. Este es el punto de arranque:
María como madre nuestra es una realidad que ha de meditar la
legión día y noche. 23
María como madre nuestra es una realidad. No es una entelequia, sino
una realidad. La reflexión continua sobre esta realidad tiene que producir
sus frutos:
para que se dilate en nosotros la fe en su oficio maternal, y nos
apremie a poner por obra nuestra firme convicción y ardiente amor,
haciéndonos hijos dignos de tan buena madre. 24
COMO UN EJÉRCITO…
82
La legión entiende que en esto se ha de cimentar el espíritu genuino del
legionario. Por eso:
ruega encarecidamente a cada uno de estos que entre de lleno en
este espíritu haciéndolo objeto de serias meditaciones y el alma de
sus obras de celo. 25
Es necesario entrar de lleno en este espíritu, no a medias. Tal vez la
diferencia, exteriormente ostensible, entre unos y otros equipos de legión
radique aquí en gran parte. Los directores espirituales hallarán en esto,
más que en cosa otra alguna, su razón de ser:
el deber fundamental de un director espiritual de la legión de María
será infundir en los legionarios, súbditos suyos, un conocimiento
esclarecido y un amor intensísimo hacia la Madre de Dios, y, en
particular, hacia aquellos privilegios de María que más gusta de
venerar la legión. 26
Paulatinamente el legionario se adherirá fielmente a la devoción
profesada a María por la legión y descubrirá que:
meditar seriamente esta devoción y practicarla con celo, es un deber
sagrado para con la legión, y constituye un factor esencial a la calidad
de socio de la misma. 27
El espíritu del legionario se va fogueando y descubre (en la legión todo
es un continuo descubrimiento) que trabaja con y por María, que es un
colaborador de María, lo que le lleva a revestirse de valor 28 y a concluir:
es menester que ofrezcamos a ella lo más que podamos y lo mejor;
es preciso que trabajemos con tesón, habilidad y delicadeza. 29
Al propio tiempo, el legionario llega a comprender la conjunción perfecta
entre la acción y la oración. Es necesario actuar, pero lo es tanto orar:
COMO UN EJÉRCITO…
83
es menester orar, como si de la oración dependiera todo y de los
propios esfuerzos absolutamente nada; y luego, hay que poner manos
a la obra como nosotros tuviéramos que hacerlo todo con nuestros
propios sudores. 30
Un poco más, y entra el legionario en el campo de la generosidad. Estar
dispuesto a todo, como María; así se constituirá en elemento muy valioso
para la legión y crecerá en su vida espiritual:
el legionario, por su negligencia, anula el contrato de comunidad de
bienes con María que tantos tesoros encierra.
El legionario tiene que contribuir con todo lo que tenga; a María no le
corresponde suplir lo que uno se niega a darle.
María desea dar a manos llenas; pero no puede hacerlo sino al alma
generosa. 31
Allí donde los legionarios hayan llegado a captar la profundidad de esta
espiritualidad, las dificultades son fácilmente superadas, los trabajos más
resueltamente afrontados, los cargos de oficiales diligentemente
cubiertos y desempeñados, la alegría el clima donde todo discurre
suavemente. Todo es confianza sin límites en María:
la legión, como organización, tiene sus más hondos cimientos en una
confianza filial sin límites en María, dando solidez a los mismos
mediante la implantación de esta confianza en el corazón de cada uno
de sus miembros, de los cuales se sirve luego como Instrumentos
dotados de perfecta armonía, de lealtad y disciplina. Esta legión de
María no lo considera presunción, sino justa medida de confianza, al
creer que su organización constituye, por decirlo así, un mecanismo
que sólo requiere la autoridad para avasallar al mundo entero y ser,
en manos de María, un órgano destinado por ella a ejercer su oficio
de madre en pro de las almas y perpetuar su eterna misión de
aplastar la cabeza de la serpiente. 32
COMO UN EJÉRCITO…
84
4. En unión con María
El descubrimiento del misterio de María efectuado por el legionario en su
trayectoria apostólica le ha ido introduciendo poco a poco en el mismo
hasta el punto de llegar a la conclusión de que lo importante es vivir en
constante unión con María.
María no debe constituir un elemento extrínseco a al legionario, sino que
éste ha de pretender identificarse con ella y procurar que esta
identificación rompa las fronteras de lo exclusivamente legionario para
invadir toda su vida, adquiriendo sentido de autenticidad las palabras de
la promesa:
veo que el secreto de un perfecto servicio legionario consiste en la
completa unión con aquella que está tan íntimamente unida a ti. 33
Esta unión sobrenatural será incomparablemente más estrecha y
verdadera que cualquier unión humana, y ayudará a progresar en el
mundo espiritual y en la visión cristiana de la vida. Hasta este extremo
pretende la legión empujar a sus legionarios y formar con ellos un
baluarte inexpugnable. Lo contrario sería ruina y derrota.
Está claro que toda la vida y labor legionarias han de aspirar a este
espíritu de unión con María; y a fin de que todos lo tengan muy presente,
en la primera reunión de cada mes se les recuerda:
el deber legionario exige de cada socio: 3) La ejecución de un trabajo
legionario, activo y sólido, hecho con espíritu de fe y en unión con
María... 34
Como de la mano lleva la legión a sus socios progresivamente al
conocimiento de la práctica de la verdadera devoción a María, de la que
ya anteriormente hemos hablado. El legionario ha topado con el misterio
de María, y acaba, en sana lógica, por consagrarse a ella totalmente:
COMO UN EJÉRCITO…
85
esta devoción exige que hagamos con María un pacto formal por el
que nos entregamos a ella con todo nuestro ser, nuestros
pensamientos, obras; posesiones y bienes espirituales y temporales,
pasados, presentes y venideros, sin reservarnos la menor cosa, la
más mínima parte de ellos. En una palabra, que nos igualemos a un
esclavo, no poseyendo nada propio, dependiendo en todo de María, y
enteramente entregados a su servicio. 35
Pensarán tal vez, algunos, que la fuerza de la legión estriba en sus
estructuras, en su disciplina, en su línea, y estilos evangélicos. Cierto
que todas estas características son valiosísimas; pero la fuerza no está
en ellas, la fuerza de la legión está en proporción directa a la unión de
los legionarios con María.
5. Yo soy el apostolado
El dinamismo de la legión arranca, pues, de María. Una devoción
estática empobrece necesariamente el concepto que se pueda tener de
Nuestra Señora. María, sin su maternidad, resulta inconcebible, y esa
maternidad sabemos que no es pasiva, sino que la ha ejercido con su
Hijo y continuamente la está actualizando en la Iglesia. La idea, pues, de
María no puede ser disociada de la idea de apostolado:
la verdadera devoción a María implica necesariamente el servicio de las
almas. 36
El apostolado viene a ser como un suplemento a sus maternales
desvelos. El apóstol se suma a las actividades de la madre. En este
sentido la Santísima Virgen podría declarar: Yo soy el apostolado.
Afirmar de María: Yo soy el apostolado, significa que ella está
íntimamente unida al apóstol y a la suerte del apostolado. Si el
apostolado, por otra parte, es la actividad del cuerpo místico de Cristo
dirigida a
COMO UN EJÉRCITO…
86
propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios Padre,
y hacer así a rodos los hombres partícipes de la redención salvadora
y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo hacia Cristo.
37
María, que alumbró a Cristo al mundo, debe ser la más genuina
representante del apostolado, es el apostolado mismo:
el modelo perfecto de esta espiritualidad apostólica es la santísima
Virgen María, rema de los apóstoles, la cual, mientras vivió en este
mundo una vida igual a los demás, llena de preocupaciones familiares
y de trabajos, estaba constantemente unida con su Hijo y cooperó de
modo singularísimo a la obra del salvador; y ahora, asunta a los
cielos, cuida con amor materno de los hermanos de su Hijo que
peregrinan todavía y se ven envueltos en peligros y angustias hasta
que lleguen a la patria feliz. 38
La legión pretende encarnar la idea de María hasta el punto de que todos
los legionarios busquen afanosamente la unión con María, madre y
apóstol, y se identifiquen de tal forma con ella, que ya no sean ellos, sino
ella sirviéndose ce los legionarios, quienes realicen el apostolado, por lo
que gusta la legión de definirse: María en acción.
La legión, representada en el estandarte que ante sí nene el legionario al
hacer su promesa, le ha presentado a éste el misterio de María. El
legionario progresa en el conocimiento y amor de María y se declara
soldado suyo e hijo suyo. María es la madre, y el corazón del legionario
debe latir al unísono con el de ella. En este único corazón vuelven a
resonar los ecos del fiat: "he aquí la esclava del Señor."
El legionario ha tomado conciencia de que no puede ser un elemento
pasivo en el misterio de la redención. Como María, y a su ejemplo, se
propone colaborar positivamente en su propia redención y en la de los
demás.
COMO UN EJÉRCITO…
87
Las gracias que Dios haya ligado a este acto sublime del legionario
deben ser inmensas. Es un acto consciente, es un acto voluntario, es un
acto de fe, es un acto de amor, es un acto positivo, que revive, aunque
pálidamente, el de María en la anunciación. Las gracias, por tanto, serán
generosamente proporcionadas a la sinceridad y trascendencia de la
promesa, que empujarán al legionario a emprender grandes cosas con fe
y amor en favor de la salvación del mundo en unión de amor y de
voluntad con María.
Esto es el estandarte de La legión. Esto es la legión de María.
POR TANTO, TOMANDO EN MI MANO EL ESTANDARTE DE LA
LEGIÓN, QUE TRATA DE PONER ANTE NUESTROS OJOS ESTAS
VERDADES, ME PRESENTO DELANTE DE TI COMO SOLDADO
SUYO E HIJO SUYO, Y COMO TAL ME DECLARO TOTALMENTE
DEPENDIENTE DE ELLA. ELLA ES LA MADRE DE MI ALMA. SU
CORAZÓN Y EL MÍO SON UNO; Y DESDE ESE ÚNICO CORAZÓN
VUELVE ELLA A DECIR LO QUE DIJO ENTONCES: “HE AQUÍ LA
ESCLAVA DEL SEÑOR”. Y OTRA VEZ VIENES TU POR MEDIO DE
ELLA PARA HACER GRANDES COSAS. CÚBRAME TU PODER Y
VEN A MI ALMA CON FUEGO Y AMOR, Y HAZLA UNA CON EL
AMOR DE MARÍA Y LA VOLUNTAD DE MARÍA DE SALVAR AL
MUNDO.
1 Manual oficial de la legión de María, 14 y 29.
2 Ibíd., 29.
3 Ibíd., 29.
4 Ibíd., 29.
5 Ibíd., 29.
6 Ibíd., 29.
7 Ibíd., 29.
8 Ibíd., 29.
COMO UN EJÉRCITO…
9 Ibíd., 29.
10 Secuencia del día de pentecostés.
11 Manual oficial de la legión de María, 27, 4.
12 Ibíd. 4,7.
13 Ibíd. 39,7.
14 Gén. 3, 15.
15 Manual oficial de la legión de María, 39, 7.
16 Ibíd., 39, 7.
17 Ibíd., 5, 4.
18 Ibíd., 5, 4 y 14.
19 Ibíd., 27, 1.
20 LG 62.
21 LG 60.
22 Manual oficial de la legión de María, 5, 7
23 Ibíd., 5, 4.
24 Ibíd., 5, 4.
25 Ibíd., 5, 5.
26 Ibíd., 32. 1.
27 Ibíd., 27, 1.
28 Ibíd., 28, 3.
29 Ibíd., 27, 4.
30 Ibíd., 27, 4.
31 Ibíd., 27, 4.
32 Ibíd., 5, 7.
33 Ibíd., 11.
34 Ibíd., 35, 7.
35 Ibíd., 27, 5.
36 Ibíd., 27, 3.
37 AA 1, 2.
38 AA 1, 4.
6
88
COMO UN EJÉRCITO…
89
LA PUREZA APOSTÓLICA
La vivencia del misterio de María no puede dejar al alma en un estado de
indiferencia. En la medida que se va descubriendo, se van despertando
las exigencias que empujan al alma hacia la superación y perfección.
Esta perfección puede desembocar o bien en la contemplación y
adoración, o bien en la acción.
El fenómeno, no infrecuente, de que legionarios muy entregados a la
acción hayan abrazado el estado religioso y, en su mayoría, el de vida
contemplativa, no debiera de tener nada de insólito ni sorprendente,
pues la acción y la contemplación no son dos términos antagónicos, sino
que arrancan de una raíz común que los sostiene y da vida, y cuanto
más profundamente esté arraigada dicha raíz tanto más ubérrimamente
crecerán una y otra.
El misterio de María penetra en el mismo centro de los planes de Dios.
Una vez descubierto, no puede por menos de dar origen a ese árbol
frondoso de activos y contemplativos que tanto enriquecen a la Iglesia.
Nada extraño, pues, que legionarios muy activos, pero profundamente
imbuidos del espíritu de María, cambian la acción por la contemplación, o
por la vida sacerdotal, o por la religiosa en sus diversas manifestaciones,
en un afán de superior perfección y mejor servicio. Mas tanto unos como
otros, los activos y los que abrazan un estado de vida superior, saben
que han de ejercitarse en una vida de virtud a la luz de María, que la
promesa legionaria presenta bajo el común denominador de pureza:
PARA QUE YO SEA PURO EN AQUELLA QUE POR TI FUE HECHA
INMACULADA; PARA QUE POR TI CREZCA EN MÍ TAMBIÉN MI
SEÑOR JESUCRISTO; PARA QUE YO CON ELLA, SU MADRE,
COMO UN EJÉRCITO…
90
PUEDA OFRECERLE AL MUNDO Y A LAS ALMAS QUE LE
NECESITAN...
Invocado el Espíritu Santo y confesado el misterio de María, el legionario
activo pide en su promesa la pureza apostólica que juzga básica para la
acción a emprender. El contacto con las almas reclama una conducta
moral irreprochable y un deseo de una cada vez mayo: perfección y
unión con Cristo. Nadie, por otra parte, se puede considerar lo
suficientemente purificado:
aunque me lavase con agua de nieve, y purificase mis manos con
lejía, todavía me hundirías en el lodo, y mis vestidos me aborrecerían.
1
La fe, la caridad y el celo apostólico brotan de un corazón puro:
el fin del evangelio es la caridad de un corazón puro, de una
conciencia buena v de una fe sincera, de las cuales algunos se
desvían. 2
El cristiano, y especialmente el apóstol, deben estar limpios con una
pureza de cuerpo y espíritu:
pues que tenemos estas promesas, purifiquémonos de toda mancha
de nuestra carne y nuestro espíritu, acabando la obra de la
santificación en el temor de Dios. 3
La exigencia de una pureza apostólica tiene ya antecedentes en el
Antiguo Testamento. Baste recordar, a título de ejemplo indicativo, la
purificación de Isaías, lo suficientemente gráfica para darnos a entender
el tipo de pureza física y espiritual requerida en un apóstol:
uno de los serafines voló hacia mí, teniendo en sus manos un carbón
encendido, que con las tenazas tomó del altar, y tocando con él mi
COMO UN EJÉRCITO…
91
boca, dijo: mira, esto ha tocado tus labios, tu culpa ha sido quitada y
borrado tu pecado. Y oí la voz del Señor, que decía: ¿a quién enviaré,
y quién irá de nuestra parte? Y yo le dije: Heme aquí, envíame a mí. 4
La pureza que se reclama ha de crear una disposición cada vez más
apropiada para el desempeño de la labor apostólica a realizar y, al propio
tiempo, una protección contra codo lo que pueda alejar de la
santificación.
En la ley antigua, la pureza tenía más bien un significado ritualista y
cultural, es función de las ceremonias sagradas, si bien los profetas
claman por una pureza interior:
lavaos, limpiaos, quitad de ante mis ojos la iniquidad de vuestras
acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo
justo. 5
En la nueva ley se aboga ya abiertamente por la pureza interior y todos
los ricos sacrificiales con sentido purificatorio han sido superados por el
sacrificio de la cruz:
sus preceptos eran carnales, sobre alimentos, bebidas y diferentes
lavatorios, establecidos hasta el tiempo ce la sustitución. Pero Cristo,
constituido pontífice de los bienes futuros, entró una vez para siempre
en un tabernáculo mejor y más perfecto, no hecho por manos de
hombres, esto es, no de esta creación; ni por la sangre de los machos
cabríos y de los becerros, sino por su propia sangre, entró una vez en
el santuario, realizada la redención eterna. 6
En realidad, la verdadera impureza digna de ser tenida en cuenta es el
pecado:
lo que sale de la boca procede del corazón, y eso hace impuro al
hombre. Porque del corazón provienen los malos pensamientos, los
COMO UN EJÉRCITO…
92
homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los TODOS, los falsos
testimonios, las blasfemias. Esto es lo que hace impuro al hombre. 7
La expresión pecado de impureza solemos conectarla de inmediato con
el pecado de la carne; mas el sentido de la expresión, "para que yo sea
puro en aquella que por ti fue hecha inmaculada" es mucho más
universal, reclama una purificación radical de toda clase de pecado. Sin
embargo, el pecado carnal de los más incomparables con la pureza
apostólica y con cualquier tipo de pureza:
entre los vicios de intemperancia son principalmente reprobables los
pecados carnales. 8
Según santo Tomás, de este tipo de pecados asume precisamente su
significado la palabra pureza:
la palabra pureza viene de pudor, que incluye la vergüenza. Por eso
la pureza dice relación a aquellas cosas de las que el hombre más se
avergüenza, esto es, a los pecados carnales.
No sólo se avergüenza el hombre de la comisión del pecado carnal en
sí, sino también de todas sus manifestaciones, como miradas, besos
y tocamientos deshonestos.
La pureza tiende más bien a regular estas manifestaciones externas.
La virtud que se ordena al propio pecado carnal es la castidad. 9
Por supuesto que estos pecados son incompatibles con la pureza. El
apóstol habrá de poseer siempre un afán de liberación de toda clase de
pecados, pero, como es natural, buscará guardar una delicadeza suma
en codo lo que sea campo de la castidad. Imposible de otro modo la
pureza interior.
La pureza apostólica, empero, exige algo más que la simple purificación
de los pecados mortales. Se debe dar por sabido que quien intenta
evangelizar a otros habrá de ser un testimonio vivo de la verdad que
COMO UN EJÉRCITO…
93
enseña. Por eso, aun cuando la gracia santificante es el punto de
arranque de la pureza apostólica, dado que excluye el pecado grave, sin
embargo es necesario proseguir con la ascesis de la purificación, pues el
afán de superación y de perfección ha de ser constante y, por otra parte,
siempre contamos con imperfecciones, defectos, inclinaciones malas,
tentaciones y Otros imponderables que contribuyen a que la práctica de
la virtud resulte difícil.
Los tratadistas de temas ascético-místicos nos hablan de purificaciones
activas de los sentidos, cuyo cometido sería contener las demasías de
los mismos y someterlos plenamente al control de la razón iluminada por
la fe. 10
No cabe duda de que el cuerpo humano puede ser un impedimento o un
elemento excelente para nuestra santificación. Lógica, pues, la
necesidad de purificar nuestros sentidos:
castigo mí cuerpo y lo esclavizo, no sea que, habiendo sido heraldo
para los otros, resulte yo descalificado. 11
Los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y
concupiscencias. Si vivimos del espíritu, andemos también según el
espíritu. 12
Esta purificación ría de ser extensiva a las propias pasiones: odio, deseo,
aversión, gozo, tristeza. E incluso a las propias potencias del alma:
entendimiento, memoria, voluntad. El alma, pues, debe esforzarse, con
la ayuda de la gracia, en la purificación de todos sus defectos y miserias
para poder acercarse más y más a la perfección. Dios, por su parte, se
reserva para sí una labor purificadera, que los místicos llaman pasiva, en
la que el alma tiene ocasión de demostrar su disponibilidad y su
generosidad.
COMO UN EJÉRCITO…
94
El legionario se supone que ha descubierto el valor de la pureza al decir
"para que yo sea puro"; pero su pureza, al igual que todas sus cosas, se
halla iluminada por la pureza de María: "Para que yo sea puro en aquella
que por ti fue hecha inmaculada."
1. La pureza de María
Siempre María. Y ¿cómo no, y de forma especial, ahora que el legionario
pide la pureza?
La inmunidad de María de toda mancha original y su liberación de
cualquier pecado o imperfección actuales durante su vida constituyen el
punto de partida de su santidad. Tras esta pureza integral hallamos a
María consagrada totalmente al ejercicio de su maternidad e inundada
por el Espíritu Santo. Se puede decir que en María, supuesta su
concepción inmaculada, la pureza es algo innato, intrínseco, connatural.
María, partiendo de su pureza, escala las cimas más excelsas de la
santidad, y se halla envuelta en la plenitud de la gracia. El Espíritu Santo
se vuelca en María en la medida de su pureza. Por eso, si en los
grandes santos semejante donación del Espíritu Santo ha obrado
grandes prodigios de gracia, en María tuvo lugar lo insospechado, ¡tal
era su pureza! Esa unión íntima dio origen, no ya a grandes prodigios,
sino a algo infinitamente más sublime, a la encarnación del Verbo.
El legionario que ha de aspirar a su propia santificación, pero siempre
bajo la dirección y ejemplo de María, habrá de comenzar por librar la
batalla de la pureza en su corazón y aprender con ella a purificarse
íntegramente, hasta el desprendimiento del yo, conforme le sea posible.
En esa medida actuará en él el Espíritu Santo, María no sólo va delante
con el ejemplo, sino que su misma pureza ayuda a purificarse y a
introducirse en la vida de la gracia:
el legionario, para volver los ojos a María, necesariamente tiene que
apartarlos de sí mismo; este movimiento lo toma María en sus manos
COMO UN EJÉRCITO…
95
y le da un valor más alto: lo transforma en la muerte sobrenatural del
yo, condición dura, pero fructuosa, de la vida cristiana. El calcañar de
la humilde Virgen quebranta la serpiente del amor propio en sus
múltiples cabezas que son: la vana exaltación, el buscarse a sí
mismo, la propia suficiencia, la presunción, la propia satisfacción, el
buscar los propios intereses, la propia voluntad. En el legionario
realmente olvidado de sí mismo ya no habrá obstáculos a las
maternales influencias de María, y así ella hará brotar nuevas
energías y un espíritu de sacrificio en nosotros; hará de él un buen
soldado de Cristo, bien pertrechado para el duro servicio a que tal
profesión le llama. 13
La verdadera devoción a María impulsará, por su parte, a quien la
practique, a la práctica de una autentica purificación:
la entrega en manos de María incluye la entrega total de pensamiento
e impulsos interiores, con todo lo que ellos encierran de más preciado
y más íntimo. 14
Así, pues, el legionario con ansias de santidad y deseos apostólicos de
conversión, descubre e! camino a seguir en unión con María y pronuncia,
desde lo profundo de su corazón, esa magnífica oración:
PARA QUE YO SEA PURO EN AQUELLA QUE POR TI FUE HECHA
INMACULADA.
REFLEXIONES
Las cosas son puras en cuanto participan de la pureza de Dios. Toda
perfección, belleza y bondad existentes en la creación son una
emanación de la perfección, bondad y hermosura divinas.
COMO UN EJÉRCITO…
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La pureza no produce por sí misma, sin embargo, un encuentro con Dios.
La unión con Dios es sólo obra de la caridad; pero la caridad teologal no
puede existir donde haya pecado, y se encuentra debilitada en
proporción inversa al número o cualidad ce las imperfecciones. La
pureza de todo pecado grave, e incluso la purificación de imperfecciones,
se impone como una exigencia al alma que desea vivir la caridad, es
decir, la unión con Dios.
La pureza no produce la unión con Cristo; pero conduce a ella de forma
que resulta insustituible:
para que sepáis discernir lo mejor y seáis puros e irreprensibles para
el día de Cristo. 15
El legionario, por su parte, no posee una pureza intrínseca y connatural
como María, pero en su afán de unión con ella comprende la
imposibilidad de tal unión sin una pureza cultivada a la luz de María.
El Espíritu Santo actuó en María de forma maravillosa y extraordinaria y
sigue actuando en las almas en la proporción de su semejanza con
María. Por eso, si su unión con la inmaculada tuvo por fruto la
encarnación del Verbo, la unión con las almas puras dará por fruto un
nuevo nacer y un crecer de Jesucristo en esas almas en la medida de su
pureza y de su caridad. De ahí que el legionario, tras pedir la pureza
apostólica de María, añada:
PARA QUE POR TI CREZCA EN MÍ TAMBIÉN MI SEÑOR
JESUCRISTO.
Este crecimiento es obra del Espíritu Santo al encontrar un alma pura
que desea colaborar con la acción divina. El alma purificada se presta a
que el Espíritu Santo actúe en ella y la purifique aún más con su fuego y
amor divinos. Los efectos serán siempre la gracia, es decir, que Cristo
nazca y crezca en el alma.
COMO UN EJÉRCITO…
97
La posesión consciente de la gracia está reñida con el egoísmo. El
egoísmo es contrario a la caridad y a la pureza. De ahí que la primera
consecuencia del alma poseída por Jesucristo sea un intento constante
de ofrecerlo a los demás, en otras palabras, el apostolado.
El legionario ha descubierto el campo de la generosidad. Sin embargo,
ya que ha llegado a esta vivencia de la mano de María y en unión con
ella, no se atreve a afrontar ese apostolado en solitario. Está convencido
de que la mejor forma, la única, es continuar en todo en unión con María:
PARA QUE YO CON ELLA. SU MADRE, PUEDA OFRECERLE AL
MUNDO Y A LAS ALMAS QUE LE NECESITAN.
Este ofrecimiento que de Jesucristo hace al mundo el legionario, en
unión con María, debe ser una realidad. La legión es siempre de
realidades, no planifica lo que no puede cumplir. Desde el momento en
que un nuevo socio ingresa en la legión comienza también su actividad.
De modo que el legionario, al descubrir la exigencia del apostolado, la de
llevar a Jesucristo a los demás, tiene que poner manos a la obra. El
espíritu, pues, por la promesa está a punto; el campo de acción, bien
definido; la necesaria fuerza proviene deja unión con María; la misión
será evangelizar. El legionario será un combatiente de primera fila, o, de
lo contrario, no pasará de ser una medianía.
Entre los múltiples y loables apostolados ejercidos por los seglares en la
Iglesia, la legión se alinea en la evangelización de los no católicos y de
los católicos alejados primordialmente, formando para ello una
asociación, que más se parece a un ejército dispuesto a combatir en
primera línea, mediante el contacto directo y personal de alma a alma,
sin exclusivismos de ningún género.
Preguntado Frank Duff sí tuviera que elegir entre la evangelización de los
alejados o la verdadera promoción de la comunidad, contesta:
COMO UN EJÉRCITO…
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la legión de María no se ha dedicado primordialmente a los alejados
católicos. Se ha dedicado al apostolado universal de la Iglesia
Católica. Si yo tuviera que elegir entre los distintos objetivos, sin
vacilación alguna diría que debemos dirigirnos a los no católicos.
Estuve hablando recientemente a una delegación nutrida de
norteamericanos —había 120 de ellos— y también a otra delegación
de Inglaterra. El tema que tratamos era la cuestión de las
conversiones, pues en esos dos países la mayoría de la población no
es católica, y, sin embargo, la legión se dedica más a los alejados
católicos. Pero eso no puede ser... Sería cosa terrible limitarnos a los
católicos alejados.
Naturalmente reconozco que en España hay gran número de no
practicantes, y por tanto ésa es vuestra labor más grande. Pero hay
un número, cada vez más creciente, de protestantes… También
tendréis musulmanes, testigos de Jehová… Verdadera promoción de
la comunidad: no se trata de elegir entre dos objetivos, pues la
verdadera promoción de la comunidad es simplemente una
extensión de nuestros trabajos existentes...
La motivación de la verdadera promoción la comunidad tiene que ser
espiritual. Hay sociedades de enfoque meramente humanista; pero
nosotros no nos encuadramos en tales sociedades, pues sería un
paso retrogresivo e incluso desastroso...
Lo particular de la verdadera promoción de comunidad es que no es
humanismo, y su objetivo debe ser el de ayudar a la gente
espiritualmente. Vamos a suponer que se organicen proyectos para
ayudar a la gente de diversas maneras, y por ello se entra en contacto
con no-legionarios que quieran ayudar; bueno, pues ese contacto
con no-legionarios debía ser usado para fines espirituales.
Todo contacto debe ser orientado a fines espirituales... Todo el
trabajo debe ser trabajo legionario. 16
COMO UN EJÉRCITO…
99
Esta acción apostólica, que constituye el campo de actividad de la legión,
supone una lucha constante: primero contra uno mismo, es decir, una
continua purificación; después, contra las fuerzas del mal.
El servicio legionario:
"debe revestirse de toda la armadura de Dios''. 17
"debe ser un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios y no conforme a este
mundo". 18
"no debe rehuir trabajos y penas". 19
El legionario, por consiguiente, debe:
poseer “una voluntad indómita de vencer", 20
"negarse en absoluto a condescender con cualquier derrota", 21
"proceder con resolución y vigor". 22
¿Qué dirán?, ¿qué pensarán?, es una reflexión que produce escalofríos
en almas que deberían regocijarse con los apóstoles de ser
consideradas dignas de sufrir oprobios por el Nombre de Jesús. 23
Ideas similares se hallan diseminadas por todo el Manual de la legión,
que es el libro del legionario.
Hay algunos que, queriendo posiblemente concebir la legión como una
asociación más, se quejan de que se den términos de significación
militar, y de que el espíritu disciplinario se parezca algo al espíritu militar.
Pues bien, así es. En la legión se habla de batallas, guerras y primeras
líneas:
para que, ganada la batalla... 24
Siempre que surja una dificultad extraordinaria o tenga el legionario
que arrostrar algún peligro, diga para sus adentros: ¡Estamos en
guerra! Esta frase, que es capaz de llevar a toda una nación
destrozada por la guerra a sacrificios heroicos, debería dar al
legionario un temple de acero y mantenerlo en su puesto, aunque en
COMO UN EJÉRCITO…
100
parecidas circunstancias la generalidad de los hombres desertarían.
25
Decimos que, si alguna vez fuere preciso exigir a personas seglares
que den la cara a algún peligro, ¿a quién habrá que acudir sino a
aquellas que se esfuerzan por hacerse dignas del tirulo de legionarios
de María? Si sacrificios fueren menester, su mayor dicha es
mostrarse soldados valientes de la reina del Calvario. ¿Retroceder los
legionarios, al exigírseles algún sacrificio? ¡Jamás! 26
La legión ha de ir siempre en vanguardia en las luchas de la Iglesia.
27
Finalmente, rodos los días en su oración el legionario pronuncia las
siguientes palabras:
¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la
luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en
batalla? 28
Y termina el día pidiendo la fe necesaria para que:
Guíe nuestros pasos por el camino de la paz, para que, terminada la
lucha de la vida... 29
Para todo esto, sin embargo, se necesita un espíritu, liberado de la
esclavitud de las pasiones y de los sentidos, es decir, purificado, o al
menos con voluntad y en vías de purificación.
Un alma que lucha de esta forma y en unión con María será ordenada,
conducida, regida, gobernada por María. María tendrá verdadera
supremacía y dominio sobre ella y sobre sus cosas. María reina en ese
alma y en todo lo que con ella esté unido, particularmente en sus obras
de apostolado. Este reinado no acabará con la vida mortal, se prolongará
por siempre en el seno de la beatísima Trinidad. La pureza apostólica,
COMO UN EJÉRCITO…
101
por tanto, empujará al legionario hasta el fin, cuando de verdad
comenzará a vivir esas palabras que ahora pronuncia en esperanza:
PARA QUE, GANADA LA BATALLA, ESAS ALMAS Y YO PODAMOS
REINAR CON ELLA ETERNAMENTE EN LA GLORIA DE LA
SANTÍSIMA TRINIDAD.
1 Job 9, 30-31.
2 1 Tim 1, 5-6.
3 2 Cor 7, 1.
4 Is 6, 7-8.
5 Is 1, 16-17.
6 Heb 9, 10-12
7 Mt 15, 18-20.
8 STh 2-2, q. 151, a. 4, ad 3.
9 STh 2-2, q. 151, a. 4.
10 Cf. A. Royo Martín, Teología de la perfección cristiana. B.A.C. Madrid
1958, 347.
11 Cor 9, 27.
12 Gál 5, 24-25.
13 Manual oficial de la legión de María, 27, 2.
14 Ibíd., 27, 5.
15 Filip 1, 10.
16 Legio, Revista de la legión de María, n. 48, 9.
17 Manual oficial de la legión de María, 4, 1.
18 Ibíd., 4, 2.
19 Ibíd., 4, 3.
20 Ibíd., 4, 5.
21 Ibíd., 4, 5.
22 Ibíd., 4, 5.
23 Ibíd., 28, 3.
24 Ibíd., 11.
25 Ibíd., 37, 2.
26 Ibíd., 37, 2.
27 Ibíd., 38, 29.
COMO UN EJÉRCITO…
102
29 Catena Legionis.
30 Oración final de la téssera.
7
ME ATREVO A PROMETER
Durante la prueba, el legionario ha venido descubriendo la importancia
trascendental de ser soldado de María.
Cuando uno piensa en la acción positiva y generosa de María en el
misterio de redención no puede limitarse a ser un elemento indiferente
ante realidad tan sublime. Cuando se observa la general
despreocupación de los hombres ante este misterio y, por otra parte, se
conoce el poder de María en orden a la salvación de la humanidad, el
alma generosa y desprendida, purificada ya, o en vías de purificación,
siente vehementes deseos de gritar al mundo estas verdades, de hacer
con María, de luchar con María, de unirse en todo e inseparablemente a
María, y de ser, en definitiva, fiel a su servicio:
CONFIADO EN QUE EN ESTE DÍA QUIERAS TÚ RECIBIRME POR
TAL Y SERVIRTE DE MÍ Y CONVERTIR MI DEBILIDAD EN
FORTALEZA, TOMO MI PUESTO EN LAS FILAS DE LA LEGIÓN Y
ME ATREVO A PROMETER SER FIEL EN MI SERVICIO.
AI topar con la legión se ha encontrado el futuro legionario con un
ejército de hijos y soldados al servicio de María que luchan por
manifestarla al mundo; por eso, cuanto más profundizaren el espíritu y
esencia de la legión, crece en él el deseo de declararse soldado suyo e
COMO UN EJÉRCITO…
103
hijo suyo, entrando a formar parte de las filas legionarias. Esto es lo que
pretende significar la palabra tal, que por dos veces repite en su
promesa: "como tal me declaro dependiente de ella en absoluto".
"Confiado en que en este día quieras tú recibirme por tal".
Sin embargo, este deseo de ser hijo y soldado suyo, de ser tal, pudiera a
veces parecer efecto de un lamentable espejismo. No son infrecuentes
las desilusiones y los fallos de los que comienzan una orientación buena,
pero nueva en su vida. La legión tiene suficiente experiencia a este
respecto. Tres meses de prueba han podido despertar en el nuevo
legionario un buen deseo de entrar en sus filas, pero deseos hay que,
más bien que deseos, son simples veleidades.
En un legionario así probablemente se acusarán deficiencias de
conocimiento acerca de la legión, por lo que es muy posible que no haya
aprovechado debidamente esos meses de prueba para el estudio del
Manual y para los fines para los que han sido establecidos; o no supo
valorar sus fuerzas para la tarea apostólica que le habrá de aguardar. Su
voluntad en el momento de pedir ser admitido como tal no es una
voluntad lo debidamente esclarecida y perfecta. La voluntad que ha de
mover a dar ese paso al neo legionario ha de ser una voluntad lo más
íntegra posible.
Sabemos que en el hombre existen diversas fuerzas que presionan
sobre la voluntad para inclinarlo a un lado o a otro. Tenemos, de una
parte, el mundo de los sentidos, el de las pasiones, etc., que ofrece a la
voluntad un panorama tentador; y, de otra, el entendimiento, que intenta
presentar siempre a la voluntad el bien que debiera elegir.
El legionario, al pedir ser recibido como tal, ya se ha encontrado con el
tema de la purificación. Debe conocer si su purificación personal se
adentra en las exigencias de la legión, o si, por el contrario, es deficitario
a este respecto, en cuyo caso no debiera aún hacer su promesa, porque
estaría abocado al fracaso.
COMO UN EJÉRCITO…
104
Pudiera acaecer que su purificación: sea estimable, pero la luz que arroja
su entendimiento sobre el tema legión es muy pobre. No se ha
preocupado de conocer aquellas cosas que, al hacer la promesa, ya
debiera saber, lo que siempre constituirá un síntoma alarmante de
posible fracaso. Pide, en efecto, ser recibido como tal: pero, en el fondo,
no sabe muy bien lo que pide.
En este desconocimiento podríamos incluir a no pocos directores
espirituales, quienes por desconocimiento de la legión, lo que de suyo
raya la irresponsabilidad, critican lo que desconocen, asumen funciones
que no les corresponden, juegan a reformadores, clericalizan la legión y
debilitan el praesidium.
El deseo, pues, que el legionario expresa de ser recibido como tal,
debiera de proceder de una voluntad íntegra, que conoce el alcance de
sus posibilidades en orden a la purificación y tiene la suficiente claridad
de conocimiento para poder afirmar que sabe lo que pide.
1. Un acto vocacional
En el supuesto de que el alma se halle purificada, o en vías de
purificación, y de que el legionario posea los conocimientos
imprescindibles para hacer su promesa, tendríamos que sus actos
humanos y su disposición intelectual estarían en una línea perfectamente
válida para poder ingresar en las filas de la legión.
Mas con todo, y con ser mucho y muy importante, no es aún suficiente.
Se requiere además una disposición interior positiva de aceptar el
compromiso de la legión y de someterse en todo a lo que la misma legión
determine. Esto no obstante, aún no se puede considerar uno legionario.
El ingreso en la legión no es producto de una actitud unilateral, es un
contrato en el que, como en todos los contratos, han de existir, al menos,
COMO UN EJÉRCITO…
105
dos contractantes. De una parte tenemos al nuevo legionario; de la otra,
María.
María, a quien ya el legionario ha confesado mediadora de todas las
gracias, ha venido moviendo los hilos del legionario hasta el momento
presente. María es la causa principal que ha despertado en él la
generosidad y llevado a dar ese paso decisivo en su vida apostólica. El
legionario, por consiguiente, debe reconocer esta realidad y admitir que
por sí mismo de nada sería capaz. Por eso en este momento sublime
apela a la voluntad de la misma madre de la legión: "Confiado en que en
este día quieras tú recibirme por tal".
Ha mediado una llamada, una ayuda y una aceptación por parte de
María. El legionario ha puesto su purificación, su conocimiento intelectual
y su disposición interior. María ha actuado en esa alma así dispuesta. Ha
sido todo, por tanto, un acto vocacional:
la vocación dice relación al auxilio de Dios que mueve desde adentro.
1
Una vez más tienen lugar las palabras del evangelio:
no me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a
vosotros. 2
2. La confianza en María
A pesar de las garantías de purificación personal, conocimientos,
disposición interior y actuación de María en el alma del legionario, el
temor ante un posible fracaso hace que éste no confíe demasiado en sí
mismo, ya que tendrá que vérselas con el mundo y sus malignas
potestades, 3 para lo que habrá de buscar el apoyo conveniente a fin de
no sucumbir. ¿En quién habrá de confiar?
COMO UN EJÉRCITO…
106
Si al legionario se le indujese a la promesa sin una prudente advertencia
sobre las dificultades que habrá de encontrar en el futuro, y sin la debida
indicación de dónde se halla el apoyo necesario para los momentos
difíciles, se le engañaría absurdamente.
No será, por supuesto, en el mundo ni en sus malignas potestades, a las
que intenta dominar. Los meses de prueba le habrán servido para
comprobar que, no en sí mismo, ni en los hombres, ni en las fuerzas
naturales se debe confiar; sino que es necesario elevar el corazón más
arriba, mucho más alto, hasta que se encuentre con María:
maldito el hombre que en el hombre pone su confianza, y de la carne
hace su apoyo, y aleja su corazón de Yavé. 4
Será preciso que trabaje con tesón, habilidad y delicadeza, pero bajo
María y confiando en ella.
La legión sale al paso de cualquier malentendido en esta materia, pues
bien pudiera ocurrir que el legionario confiase en sí y en las fuerzas
naturales hasta el extremo de olvidarse de María; o que, por el contrario,
so pretexto de confiar en María, descuidase totalmente su esfuerzo
personal. Lo correcto es que se ejercite todo ese esfuerzo, habilidad y
delicadeza, pero bajo María y contando con ella. Tal es la confianza de la
legión en María, que todo legionario debiera tener presente.
En el momento, pues, de hacer la promesa, el legionario es lo más
parecido a un guerrero bien pertrechado de sus armas. De una parte, la
indumentaria personal y propia, esto es: la purificación, conocimientos y
disposición interior; de otra, la llamada vocacional de parte de María; y,
por fin, la garantía de apoyo en el futuro. De ahí que se decida a dar el
paso hacia adelante, invocando a la Señora con esperanza de victoria, y
proclame:
COMO UN EJÉRCITO…
107
CONFIADO EN QUE EN ESTE DÍA QUIERAS TÚ RECIBIRME POR
TAL.
María, a buen, seguro, nunca habrá de fallar. Si algo se resintiese en el
futuro, habrá de ser achacado al debilitamiento del esfuerzo personal,
más nunca a María.
La confianza del legionario en María presupone, por tanto, una fe firme
en ella y una esperanza cierta de apoyo generoso en todo momento que
esto tiene la confianza que:
proviene de la fe y encierra la esperanza de una futura ayuda basada
en las palabras de quien promete su ayuda, o en su dignidad. 6
El legionario, al pronunciar el "confiado en que en este día…", confiesa
su fe inquebrantable en María y su esperanza de apoyo en el futuro,
pese a las dificultades; es más, especialmente en los momentos difíciles
y de crisis.
Esta confianza en María le llevará a convertirse en testigo fiel, en
soldado suyo e hijo suyo que habrá de anunciar sin temor la palabra de
Dios:
confiados en nuestro Dios, os predicamos el evangelio de Dios en
mucha contrariedad. 7
María, todo generosidad, al ver esa disposición interior, esa respuesta a
su llamada, y, sobre todo, esa fe y esa esperanza en ella, recibe
amorosamente al legionario en las filas de sus hijos y soldados. Una vez
más el amor es la plenitud de la confianza:
la perfección del amor en nosotros se muestra en que tengamos
confianza. 8
COMO UN EJÉRCITO…
108
Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos
suyos, y lo seamos. 9
Entre el legionario de María, en el acto de ser aquél recibido, se efectúa
una fusión de amor, que, en adelante lo impulsará a vivir siempre en su
unión. Todo comenzó en el momento de formular las palabras: "Confiado
en que en este día guíelas tú recibirme por tal."
3. Idea de servicio
Esta unión del legionario con María no puede ser restringida a una unión
pasiva, sino que en todo habrá de seguir en el futuro la voluntad de
María.
Toda la vida de María ha estado signada por la idea de servicio. Con su
fiat se asoció íntimamente a la voluntad divina y colaboró positivamente
a la obra de la redención. Así el legionario, desde su promesa, que es
como el pronunciamiento de su fiat personal, se apresta a servir en unión
con María. Es un servicio consciente y voluntario; es un servicio gozoso
e incondicional, totalmente a disposición de María. Ciertamente que todo
lo que pueda aportar a la obra de María será muy poca cosa; ella habrá
ser esa gran causa que mueva a la conversión a los hombres; pero
acepta la pequeña contribución del legionario, a quien constituye en
colaborador de la empresa colosal empeñada en la salvación de las
almas.
La idea de servicio es consustancial a la vida cristiana. El estatismo está
reñido con la misma:
la vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también
al apostolado. 10
Afloran razones de rodo género que impelen a este servicio. Las habrá
de tipo objetivo, atendiendo
COMO UN EJÉRCITO…
109
a las circunstancias actuales que piden un apostolado seglar mucho
más intenso, mucho más amplío, 11
tales como: campos abiertos solamente a los seglares; nuevos
problemas originados por el progreso o el crecimiento, que exigen
atención despierta y preocupación diligente por parte del seglar; la
autonomía de muchos sectores de la vida; la escasez de sacerdotes, 12
e infinidad de otras razones que motivan la exigencia de servicio de los
seglares en la Iglesia.
Existen, asimismo, razones más bien de tipo subjetivo y personal, tales
como la necesidad de este mismo servicio para el propio desarrollo de la
vida cristiana. Nadie debe sentirse ajeno, por otra parte, a la acción
apostólica implicada en la salvación y redención del mundo:
el hombre, única criatura terrestre a quien Dios ha amado por sí
misma, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega
sincera de sí mismo a los demás. 13
La generosidad con que el legionario se pone al servicio incondicional de
María no se limitará únicamente a un apostolado general de ambiente,
sino que en la legión va a encontrar un servicio de apostolado muy
definido y concreto, 14 haciendo honor a lo que a este respecto enseña
el concilio:
este apostolado, sin embargo, no consiste sólo en el testimonio de vida.
El verdadero apóstol busca ocasiones para anunciar a Cristo con la
palabra, ya a los no creyentes, para llevarlos a la fe; ya a los fieles, para
instruirlos, confirmarlos y estimularlos a mayor fervor de vida. 15
El legionario habrá venido descubriendo durante su tiempo de prueba la
vaguedad del apostolado indefinido, de resultados igualmente
indefinidos, y la importancia de un apostolado concreto, con una
espiritualidad determinada, con un trabajo semanal precisado, de
COMO UN EJÉRCITO…
110
resultados felices y asimismo definidos. Todo ello realizado en unión con
María, como principio vital de toda la acción apostólica, 16 le hace
solicitar apremiantemente el ingreso en las filas de la legión y ponerse a
disposición de María y de la propia legión.
Cierto que el servicio incondicional a un apostolado concreto y definido
de evangelización, y particularmente con no católicos o con católicos
alejados, cual es el de la legión, exigirá un valor especial.
Ir al encuentro de todos los hombres en rodas partes, a los más
pequeñuelos, a los más sobresalientes, a lo; vecinos, a los alejados, a
la gente sencilla, a los hombres más malvados, a la chozas más
remota, a todos los afligidos, a los de tipo diabólico, al faro más
solitario, a la mujer caída, al leproso, a los olvidados, a las víctimas
del vicio y de la bebida, a las clases peligrosas, a los que viven en
cuevas y caravanas, a los que se esconden, a sitios no frecuentados,
a los despojos de la humanidad, al tugurio mas ínfimo, al desierto
tostado por el sol, a la selva más densa, a la lúgubre marisma, a la
isla ignorada, a la tribu ignorada, hasta lo más recóndito para ver si
alguien existe allí, hasta los confines del mundo franjados por el arco
iris, 17
realizar todos estos servicios, o algunos de ellos, no cabe duda que
requiere gran valor de espíritu.
Por ello la legión es de las pocas asociaciones que reclama para sus
socios de forma insistente: la fortaleza apostólica, lo que se conoce con
la típica expresión de valor legionario. 18
Este valor, como todo lo demás, lo ha de buscar el legionario de María.
Con ello, a pesar de su debilidad, su confianza es plena y se atreve a
comprometerse a tomar un puesto en las filas de la legión y a ser fiel en
su servicio.
COMO UN EJÉRCITO…
111
Así, pues, con el estandarte de la legión aún en la mano, pronuncia
resuelto y consciente la promesa de servicio a María en las filas de la
legión.
REFLEXIONES
Todo lo dicho por el legionario en su promesa desemboca en esta
expresión: "Me atrevo a prometer ser fiel en mi servicio". Como si dijera:
doy mi palabra de ser fiel en mí servicio.
Dar la palabra de forma tan solemne y en asunto tan trascendente,
prometer ser fiel servidor de María en las filas de la legión, supone
obviamente un conocimiento previo y un amor fuerte. Conocimiento y
amor que serán como la garantía de seguridad en el futuro. El conocer el
misterio de María y el amarla intensamente mueven, en efecto, al
legionario a determinarse a hacer algo en favor de ella, que sabe le
agrada; por eso promete serle fiel en las filas de la legión.
Quien promete es el legionario; a quien profiere es a María; lo que
promete es la fidelidad en el servicio legionario. Se establece, por tanto,
una especie de contrato libre y espontáneo entre el legionario y María, lo
que presupone de parte del legionario una deliberación previa, un
propósito de su voluntad libre y una promesa hecha con ánimo de
cumplirla. Por parte de María, una aceptación. Es de esperar que María
acepte esa promesa; en su nombre lo hace la legión de María:
las personas deseosas de pertenecer a la legión deberán pedir
incorporarse a un praesidium. La admisión de nuevos socios es oficio
y privilegio exclusivo del praesidium. 19
El legionario por su promesa adquiere, por consiguiente, un compromiso
serio con María a través de la legión. Compromiso de honor, si se quiere;
COMO UN EJÉRCITO…
112
pero que, así como le hace entrar de forma oficial a participar de los
derechos del legítimo legionario, le exige la correspondiente
responsabilidad:
la admisión formal consiste en hacer la promesa legionaria. 20
La prueba y la promesa son la puerta de entrada en la legión. 21
Es esta promesa lo suficientemente sería para ser tomada muy en
consideración tanto por parte del legionario como por parte de la propia
legión, por lo que a todos los presidia se les advierte que:
la prueba y la promesa son la puerta de entrada en la legión. Esa
puerta debe ser custodiada con diligencia para que no entren
elementos ineptos que rebajen las normas y empobrezcan el espíritu.
22
4. Obligatoriedad de la promesa
Todos los legionarios desean tener previamente la conciencia clara del
alcance y obligatoriedad de la promesa. Es éste, a no dudarlo, un tema
para moralistas, entre los que, nos lo figuramos, habrá sus más y sus
menos.
Lo que sí es cierto es que la promesa tiene una traducción en la persona
y en el tiempo. Alcanza a toda persona en todas sus manifestaciones.
Esa promesa de fiel servicio tiene la extensión misma del servicio
legionario, y éste se extiende a las veinticuatro horas del día, y no
únicamente a la reunión de la junta semanal o a las dos horas de trabajo
activo y sólido. El legionario ha de estar, en cierto modo, siempre de
servicio. 23 Y, por supuesto, este servicio se llevará a cabo en espíritu
de unión con María. Todo en el legionario queda, por tanto, potenciado
por la promesa, como lo queda en aquella persona que hace sus votos a
Dios.
COMO UN EJÉRCITO…
113
En cuanto al tiempo, no existen condicionamientos en la promesa
legionaria; es por siempre y para siempre.
Sin embargo, no se puede confundir la promesa legionaria con una
profesión de signo religioso. La promesa es una especie de contrato
privado de honor, aceptado por la legión, entre el legionario y María, sin
condicionamientos de ningún género, sin la inclusión de votos o de otras
obligaciones que vayan más allá de lo estrictamente expresado en la
letra.
De que lleve consigo cierta obligación moral, no cabe duda; si bien no
bajo pecado grave, pues es como un compromiso de honor de cuyo
incumplimiento no se siguen normalmente daños a terceros. No
obstante, el hacer la promesa sin verdadero ánimo de cumplirla, o
abandonar la legión, y por consiguiente quebrantar la promesa, por
motivos ligeros, es francamente censurable y dice muy poco en favor del
honor y fidelidad del legionario que tal hiciere.
La promesa, empero, podría dejar de tener vigencia en el caso de que
las condiciones básicas cambiasen, o se modificasen sustancialmente.
Así, por ejemplo, si la legión se reformase ilegalmente, esto es, sin el
beneplácito del máximo organismo, 24 el legionario quedaría
automáticamente liberado de la promesa de fidelidad a esa seudolegión.
O sí, por el contrario, un legionario, o un praesidium, o un consejo,
fuesen los que provocasen tales modificaciones, la legión podría
rescindir la promesa del legionario o legionarios implicados, puesto que
las condiciones no son las mismas; en otros términos, la legión en estos
casos es muy libre para dar de baja a un legionario, a un praesidium y
hasta a un consejo entero. 25
El legionario en el futuro, tras su promesa, está en condiciones de exigir
de la legión todo lo que ésta pueda y deba darle; pero la legión está,
asimismo, en el derecho de exigir de sus legionarios hasta el máximo de
su generosidad siempre y en conformidad con las propias leyes de la
COMO UN EJÉRCITO…
114
legión. No podrá haber equívocos. Sobreentendido esto, ya el legionario
puede decir con ánimo y convicción: "Me atrevo a prometer ser fiel en mi
servicio."
ME ATREVO A PROMETER SER FIEL EN MÍ SERVICIO.
1 STh 1-2, q. 113, a. 1, ad 3.
2 Jn 15, 16.
3 Manual oficial de la legión de María, 1
4 Jer 17, 5.
5 Manual oficial de la legión de María, 27, 4.
6 STh 2-2, q. 129, a. 6.
7 1 Tes 2, 2.
8 1 Jn 4, 17.
9 1 Jn 3, 1.
10 AA 1, 2.
11 AA 1.
12 AA 1, 1.
13 GS 2, 24.
14 Manual oficial de la legión de María, 7, 5.
15 AA 2, 6.
16 Manual oficial de la legión de María, 7, 5.
17 Ibid., 39, 1.
18 Ibid., 28, 3.
19 Ibid., 10.
20 Ibid., 10, 8.
21 Ibid., 10, 12.
22 Ibid., 28, 12.
23 Ibid., 20, 4.
24 Ibid., 19, 19 y 20.
8
COMO UN EJÉRCITO…
115
DISCIPLINA LEGIONARIA
Todo a punto. El legionario ya ha hecho su promesa. Se ha percatado de
la acción del Espíritu Santo de la regeneración en Jesucristo, del misterio
de María, de la naturaleza de la legión, de cómo todos los legionarios
forman un ejército en orden de batalla, de la pureza apostólica, de su
poquedad, en fin, y de la ineludible necesidad de confiar en María.
Todo a punto, pues, para salir a combatir. Mas, salvo en sus luchas
privadas, no se encontrará solo sino en unión con los demás legionarios.
Conviene por consiguiente, que sepa que se compromete a guardar su
alineación con María, la unidad con todos los legionarios y una lealtad
inquebrantable para con la legión. En esto radica precisamente la fuerza
cohesiva de la legión, que el nuevo legionario tratará de salvaguardar por
todos los medios.
La unidad de acción de este ejército legionario es uno de los principales
pilares de su apostolado. Es una organización de voluntarios donde a
nadie se le fuerza a entrar; pero en la que a nadie le es lícito quebrantar
lo que prometió obedecer:
a los legionarios de María se les pedirán grandes sacrificios, y
continuamente. No estarán llamados, tal vez, como los soldados de la
tierra, a dejar destrocar sus cuerpos por las heridas y la muerte: han
de subir gloriosamente más alto todavía a las regiones del espíritu y
estar prontos a ofrecer sus sentimientos, su propio parecer, su
independencia, su orgullo y su voluntad a los tiros de la contradicción,
y a la muerte misma, con entera sumisión, cuando lo exija la
autoridad. 1
Un ejército, y no es menos la legión, pone todo su empeño en unir a
los soldados con su caudillo tan estrechamente, que ejecuten
COMO UN EJÉRCITO…
116
aquellos pronta y acertadamente los planes de éste, obrando todas
las fuerzas como un solo hombre. 2
Esta unidad en las filas legionarias, la observancia del orden establecido,
el método apostólico y hasta la propia constancia constituyen el objeto
principal de la ya afamada disciplina legionaria, cuyo fin será siempre,
por otra parte, impulsar y nunca retener. El legionario debe tomar
conciencia de esta disciplina, por lo que explícitamente se la menciona
en la última parte de la promesa:
ME SOMETERE POR COMPLETO A SU DISCIPLINA, QUE ME LIGA
A MIS HERMANOS LEGIONARIOS Y HACE DE NOSOTROS UN
EJÉRCITO, Y MANTIENE NUESTRA ALINEACIÓN EN NUESTRO
AVANCE CON MARÍA. PARA EJECUTAR TU VOLUNTAD, PARA
OBRAS TUS MILAGROS DE GRACIA QUE RENOVARÁN LA FAZ
DE LA TIERRA, Y ESTABLECERÁN, SANTÍSIMO ESPÍRITU, TU
REINADO SOBRE LOS SERES TODOS.
La legión parte del supuesto de que
la obra cristiana es irresistible cuando se realiza el esfuerzo y se
mantienen los principios. 3
Téngase bien presente que la legión de María es un ejército —el ejército
de la virgen humildísima— 4 que cifra su dinamismo en proceder con
resolución y valor, con esfuerzos constantes, con fe, en vivir en un
perpetuo adelante, en estar siempre en primera línea en la sumisión
incondicional, en la sujeción estricta al reglamento, para lo que juzga
imprescindible una disciplina férrea:
la legión se preocupa ante todo y sobre todo de proceder con
resolución y vigor, y, sólo de un modo secundario, de trazar un
determinado programa de actividades. A sus socios no se les exige...
fuerzas de gigante, sino disciplina férrea. 5
COMO UN EJÉRCITO…
117
Tal vez se cometa alguna indiscreción. Hasta cierto punto las
imprudencias son imponderables de todo lo que sea celo y vida.
Ahora bien, ofrécense dos modos de guardarse contra ella: inercia
vergonzosa o disciplina férrea. 6
Sobradamente conocido es de todos cómo la base fundamental de los
ejércitos es la disciplina. Bastaría revisar sucintamente la historia de los
ejércitos de la tierra para evidenciar esta innegable realidad. Los ejércitos
disciplinados son los que han escrito las páginas más gloriosas; entre
todos ellos destaca con luz propia la legión romana. Pues bien:
si la legión romana, de quien nuestra organización toma su nombre,
todavía es considerada, después de tantos siglos, como dechado de
lealtad, valor, disciplina, resistencia, y poder conquistador, a pesar de
haber dirigido dichas cualidades a fines muchas veces rastreros y
siempre mundanos, es evidente que la legión de María no podrá en
manera alguna presentarse ante su capitana sin estar adornada de
tan preciosas virtudes. Sería el engaste sin la joya. De modo que las
cualidades mencionadas expresan el mínimum en el servicio
legionario. 7
Sin disciplina podrá haber masas de hombres armados, pero no
verdaderos ejércitos.
Para un disciplinado legionario de María el deber es siempre el deber. 8
Desterrará toda distinción que no sea, fruto de trabajar más y mejor
conforme al espíritu de la legión. 9 Jamás será un cristiano de
semicírculo. 10
Deber y disciplina son, sin embargo, dos palabras que, dentro y fuera de
la legión, han encontrado siempre generosos detractores que han
intentado oponerlas, por ejemplo, a la palabra juventud. La historia de
cincuenta años, por el contrario, está demostrando día a día todo lo
opuesto. La juventud, es un hecho, inunda las filas de la legión:
COMO UN EJÉRCITO…
118
estas dos cosas (deber y disciplina) tan importantísimas, que por mal
entendidas son tan antipáticas a la juventud, al ligarlas a los nombres
de María y legión revestirán claridad y belleza. 11
Así, pues, la legión reclama un servicio un límites, sin restricciones, y
esto no es solamente un consejo, es una necesidad. 12
La escuela donde se cursa esta disciplina es la junta semanal de la
legión. La junta es el espejo donde se refleja lo que es la legión; es el
vínculo de unión, es el centro y foco de la misma; es en definitiva, el
corazón de la legión, donde en un ambiente saturado de espíritu
sobrenatural por la abundante oración, las prácticas piadosas y la
dulzura del amor, a cada legionario se le asigna cierto cometido y se
recibe los informes sobre el trabajo hecho por cada cual. 13
Por lo general, es tan cuesta arriba el trabajo legionario que los socios
necesitan sentirse espoleados por la junta y convencerse de que:
están en la legión para hacer todo el bien posible... Para vencer,
pues, esas debilidades y para impulsar a los socios a que terminen lo
comenzado, viene la disciplina de la legión, disciplina que se ejerce
principalmente mediante la junta. 14
Sin espíritu de disciplina, la junta es como una cabeza inteligente
sobre un cuerpo paralizado, incapaz de refrenar la indisciplina de los
miembros, de estimularlos o de darles la menor formación. 15
Se supone que el legionario durante su prueba ha advertido claramente
la existencia de la disciplina legionaria. No se le puede admitir a la
promesa sin una aceptación explícita de que se somete a ella; lo que
debe hacer movido por los puros ideales del cumplimiento del deber en
las filas de la legión, por un mejor servicio a la reina de la misma. Esta, y
no otra, debiera ser la razón por la que se atreve a prometer: "Me
someteré por completo a su disciplina".
COMO UN EJÉRCITO…
119
En adelante el legionario tendrá conciencia de ser un elemento positivo
en la edificación de la legión. Cualquier indisciplina contumaz será razón
suficiente para apartarle de las filas legionarias, lo mismo al tratarse de
un praesidium o de todo un consejo.
Unidad
Un ejército disciplinado debe marchar unido en todo momento, pero
particularmente cuando se halla en plan de batalla. Cualquier división
interna o simples desavenencias podrían suponer la derrota y la ruina.
Serán necesarias ideas claras, unidad de mando, autoridad, obediencia,
respeto a los superiores, valor, fe, decisión, abnegación, pundonor; en
definitiva, un cúmulo de virilices humanas que pudieran quedar
compendiadas en una sola palabra; disciplina.
Esas mismas virtudes, elevadas a una categoría sobrenatural, hacen de
la legión de María un verdadero ejército en plan de batalla: "terrible corno
un ejército en orden de batalla". 16
Como tal ejército, además de la concordia y la unidad que deben reinar
entre todos sus miembros a base de inteligencia mutua, comprensión y
voluntad positiva de colaboración, aparte los motivos sobrenaturales,
estará siempre en guardia para detectar y evitar los peligros que
pudieran constituir una amenaza a la integridad de la unidad, tales como
cualquier clase de perturbación, el mismo egoísmo y el individualismo.
La palabra perturbación suena a discordia, más o menos profunda, a
guerra interior. Aunque existan fallos humanos, nunca debieran ser
motivos de perturbación.
El individualismo viene a ser un aislamiento o retraimiento del grueso del
ejército; un desconectarse del resto de la legión.
COMO UN EJÉRCITO…
120
La idea de unidad, de lealtad, de obediencia, nos lleva a enfrentarnos a
temas altamente interesantes, como lo son, por ejemplo el futuro de la
legión misma y el del control central o local.
Mejor será escuchar al propio fundador de la legión, Frank Duff,
pronunciarse en estas cuestiones:
se ha dicho: la legión de María está resultando un asunto muy
importante. Dios quiera que no se repita la historia, es decir, el caso
de otra semejante institución que salió de su camino.
La característica especial de la legión es su carácter muy espiritual
que tiende a la unidad. Inculca y genera lealtad y obediencia. Estas
virtudes marcan un camino contrario a toda desviación. Pero,
además, hay una consideración práctica. La legión no es una
organización puramente centralizada. Contiene un principio central,
pero desarrolla fuertemente, así mismo el principio local. Los
miembros, los trabajos y administración son locales, engastados en el
sistema eclesiástico local y bajo su control.
El principio central se refiere a la observancia de la regla,
mantenimiento del espíritu, promoción de los niveles, recomendación
de métodos y cosas similares. Si una sección local marchara radical e
incurablemente mal, el principio central se encargaría de suprimirla.
Si el principio central funciona por completo torcido, los sistemas
locales lo repudiarían bajo la dirección eclesiástica.
Así, pues, es imposible imaginar que el principio central cometa
errores y arrastre con él a todas las secciones. 17
Y prosigue Frank Duff planteándose y respondiendo a nuevos
interrogantes:
También se ha dicho ¿para qué una dirección central?, o ¿por qué
una dirección central tan firme?
COMO UN EJÉRCITO…
121
La separación de esa dirección central, en el caso de la legión,
significaría su rápida destrucción en todo, menos el nombre, aun
cuando la idea y el propósito de cada sección local fuera de mantener
la legión como ella es, excepción hecha de la dirección central. ¿Por
qué? Basta ponerse en el punto central para verlo. Antes aludimos a
la dirección central y su influencia rectora; pero lo es mucho menos
que la dirección local. Esta última, privada de su necesario
contrapunto, perdería su equilibrio. Es una peculiaridad de cada lugar
declararlo único y que debe ser de una manera particular; que no se
puede conseguir que sus gentes hagan esto o lo otro: que no les
gusta esta devoción exagerada a Nuestra Señora; y, aparte de esto,
que es absurdo decir tantas oraciones en una junta de trabajo activo:
que las juntas semanales son demasiado frecuentes; que la gente
está demasiado ocupada, y, además, que no pueden hacer dos horas
de trabajo a la semana, y así sucesivamente. ¡Está visto! Sin un fuerte
control central, esta tendencia desintegradora hace naufragar la regla
común de la legión, a la manera que el hielo y la dinamita hacen saltar
las rocas. Por tanto, repito que con estos procedimientos la legión
sólo sobreviviría de nombre. Lo seguirían llevando algunos cuerpos
locales. Supongamos que lo hacen bien. Pero la historia de tales
asociaciones locales no es muy alentadora. 18
La disciplina legionaria hace que sea realidad, aun hoy día, esa
unidad de todos los legionarios, en virtud de la cual vienen a componer
un ejército perfectamente alineado y que avanza constantemente tras su
capitana y reina, la Virgen María. Consciente de ello, el legionario se
compromete solemnemente con estas palabras:
ME SOMETO POR COMPLETO A SU DISCIPLINA, QUE ME LIGA A
MIS HERMANOS LEGIONARIOS Y HACE DE NOSOTROS UN
EJÉRCITO, Y MANTIENE NUESTRA ALINEACIÓN EN NUESTRO
AVANCE CON MARÍA.
COMO UN EJÉRCITO…
122
REFLEXIONES
Muchos, muchísimos, por miles, por centenares de miles y hasta por
millones se pueden contar los legionarios que hoy en todo el mundo se
hallan comprometidos en la misma promesa. Tenemos formado el
ejército, alineado tras María, en orden de batalla. Una contraseña
electrizante sacude la conciencia de todos los cuerpos de ejército y de
todos y de cada uno de los legionarios: ejecutar la voluntad del Espíritu
Santo manifestada a través de María: "para ejecutar tu voluntad".
Descubierto el misterio de María, todo resulta lógico, sólo un empeño
común: vivir y pregonar la voluntad de María, una voluntad de salvación
personal y universal. Todo lo ha puesto Dios en sus manos, y Dios, en
frase de León XIII "ha implantado un germen de amor hacia ella en todos
los corazones". 19
Ejecutar su voluntad sería tanto como manifestar a María a todos los
hombres, como hacer que se desarrolle ese germen que aparece
dormido en muchos corazones:
María habrá de ser bien conocida, y el Espíritu Santo la exhibirá para
que, por su medio, sea conocido, amado y servido su divino Hijo.
Dios quiere, por consiguiente, mostrar, exhibir bien patente en estos
últimos tiempos a María, la obra maestra salida de sus manos. 20
No se trata ya de una idea-fuerza pregonada por una sola persona, aun
cuando ella sea la de un san Luis María Grignon de Montfort. Se trata de
una idea-fuerza: ejecutar la voluntad del Espíritu manifestada a través de
María, que constituye el objetivo número uno de todo un ejército de más
de diez millones de afiliados, que pretende, por otra parte, vivir el propio
espíritu de María, no poniendo a la acción del Espíritu Santo más límites
que los puestos por María, es decir, ninguno.
COMO UN EJÉRCITO…
123
La legión así concebida, esto es, tal y corno lo entiende la propia legión,
viene a ser un fiat clamoroso y multitudinario que habrá de tener, y ya
tiene, su repercusión, en la regeneración del mundo en Jesucristo.
"Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura". 21 Este
precepto final del Señor obsesiona a toda la legión que pretende predicar
el evangelio mediante una manifestación universal de María. Si cada día
que pasa, aquí y allá, un soldado más se une a las filas legionarias con
el sublime ideal de ejecutar en todo la voluntad del Espíritu y de María,
llegará uno en que, saltando de cada creyente una chispita de fuego,
será testigo de una conflagración universal. 22
Efectos
Quienquiera que fuere el desconocedor de la obra legionaria en el
mundo, pensará que todo este afán de conquista universal para Dios no
deja de ser una quimera, un sueño Y, sin embargo, estamos ante una
grandiosa realidad que tan sólo los miopes de siempre no querrán ver ni
comprender.
Se puede bucear en las profundidades de la teología y de la doctrina de
la Iglesia y se descubrirá, quiérase o no, que Dios, en su providencia, ha
dispuesto que cada alma no se eleve hasta él ni cumpla sus designios
sin María. 23
Esto presupuesto, y dejando ahora a un lado su estructura, estilo y
métodos, tenemos que la legión de María se halla en el camino genuino,
en el único, vale decir, de poder evangelizar al mundo. No pueden tener
cabida los milagros de gracia sin María:
COMO UN EJÉRCITO…
124
aunque no reparemos en ella, esta nuestra dependencia de María
subsiste, porque es cosa de Dios, no la creación del discurso o
sentimiento humano. 24
Aun cuando desconociésemos su historia, si nos topásemos por vez
primera con la doctrina expuesta por la legión, forzoso nos sería confesar
que constituye un instrumento de lo más útil en las manos de Dios para
obrar sus milagros de gracia.
Ahí están, por otra parte, cincuenta años de historia, de historia viva,
escrita en rodas las lenguas y en todos los dialectos del universo mundo,
cuyas páginas han venido esculpiéndose una a una en las populosas
ciudades, en los pueblos humildes, en la inmensidad de las selvas, en
los ambientes más dispares; lo mismo entre ricos que entre pobres, entre
grandes que entre pequeños, entre cultos que entre ignorantes. El frente
de batalla de la legión ciñe al mundo. En todas partes ha estado y está
presente la legión de María. En todas partes ejecutando la voluntad
divina, manifestando a María, viendo nacer bajo sus propias pisadas
milagros de gracia que ya están renovando, poco a poco, la faz de la
tierra.
Este ejército de María, que combate en todas las avanzadillas de la
Iglesia, en realidad es un ejército que lucha por conseguir la paz; pero
una paz que sólo se alcanzará con la victoria total, sin pactos ni alianzas
con el enemigo. Una paz que tendrá lugar cuando el reino se establezca
sobre los seres todos.
No es menor el ideal de la legión. Un ejército tan disciplinado, con una fe
valerosa, con una confianza en María que es unión, con misiones bien
concretas y definidas, ¿no terminará por vencer?
Hace ya más de 250 años un hombre, lleno de Dios, amante en extremo
de María, que hoy veneramos en los altares, san Luis María Grignon de
Montfort, escribía una especie de profecía sobre los apóstoles del futuro
COMO UN EJÉRCITO…
125
que tuviesen como fundamento de su tarea apostólica la verdadera
devoción a la Santísima Virgen.
Recordemos, aunque sólo sea de pasada, que la legión nace
precisamente tras una lectura del Tratado de la verdadera devoción a la
Santísima Virgen. Un grupo de personas se reunía periódicamente y un
buen día cayó en sus manos este libro de san Luís María. Frank Duff nos
cuenta que, una vez leído por todos, resolvieron no quedarse
únicamente con la teoría, sino comprometerse a poner en práctica, en
forma de apostolado, su doctrina. Así comenzó la legión de María. Hoy,
la legión, extendida por todo el mundo, intenta seguir viviendo y
predicando su doctrina. ¿Será de los legionarios de quienes, en profecía,
escribió lo de los apóstoles de los últimos tiempos?
Sí, Dios quiere que en los tiempos actuales (san Luis murió en 1716)
sea su santa Madre más conocida, más amada y más glorificada que
en el pasado, y eso sucederá sin fallo alguno, si los predestinados se
entregan con empeño, iluminados por el Espíritu Santo y ayudados
por su gracia, A la práctica interior y perfecta de la devoción que voy a
exponerles en seguida.
Verán entonces, con la claridad que lo permite la fe, a esta hermosa
estrella del mar, y, con su guía, llegarán a buen puerto, a pesar de las
tempestades y de los piratas; entonces serán conocidas las
excelencias de esta gran Señora y se consagrarán enteramente a su
servicio muchedumbres de vasallos y esclavos de amor; entonces se
saborearán sus dulzuras y bondades maternales y la querrán los
hombres tiernamente como verdaderos y cariñosos hijos; entonces
sabrán de su misericordia ilimitada y conocerán la necesidad que
tienen de su constante auxilio, y a ella recurrirán en todo como a su
insigne abogada y mediadora para con Jesucristo; entonces, por fin,
comprenderán que María es el medio más seguro, fácil, breve y
perfecto para llegar a Jesús, y se le entregarán en cuerpo y alma, sin
COMO UN EJÉRCITO…
126
reserva de ninguna clase, para pertenecer de igual manera a
Jesucristo, Señor nuestro.
Pero ¿qué serán estos vasallos e hijos de María? Serán hogueras
ardientes, es decir, ministros del Señor que propagarán por rodas
partes el fuego del amor divino; serán como saetas en manos de un
poderoso, como agudas saetas en manos de la poderosa María para
atravesar a sus enemigos: serán hijos de Leví bien purificados con el
fuego de las grandes tribulaciones y bien unidos a Dios, portadores de
su amor en el corazón, que mantendrán encendido con el incienso de
la oración de su espíritu y con la mirra de la mortificación de su
cuerpo, y por todas darán el buen olor de Cristo a los pobres y
humildes, y serán olor de muerte para los poderosos, ricos y
soberbios del mundo.
Serán nubes tormentosas que volarán por los aires al menor soplo del
Espíritu Santo y que sin comprometerse a nada, ni admirarse de
nada, ni sufrir o entristecerse por nada, esparcirán la lluvia de la
palabra de Dios y de la vida eterna. Tronarán contra el pecado,
vocearán contra el mundo, atacarán frente al demonio y a sus
secuaces, e irán de una parte a otra, en son de vida o muerte, con la
espada de dos filos de la palabra de Dios para todos los que hayan
de ir por orden del altísimo.
Serán los verdaderos apósteles de los últimos tiempos, a quienes el
Señor de las virtudes concederá voz y poder para obrar maravillas
ante sus enemigos y conseguir gloriosos trofeos.
Dormirán tranquilos sin plata ni oro y, lo que más importa, sin cuidado
ame los demás sacerdotes, eclesiásticos y clérigos, y dispondrán de
las argentadas alas de paloma para trasladarse en raudo vuelo, con la
recta intención de la gloria de Dios y bien de las almas, a donde el
Espíritu Santo los reclame; y dejarán tras de sí en donde hayan
COMO UN EJÉRCITO…
127
predicado, solamente el oro de la caridad, que es el cumplimiento de
toda ley.
Y sabemos, finalmente, que son verdaderos discípulos de Jesucristo,
que irán caminando tras las huellas de su pobreza, humildad,
desprecio del mundo y caridad, y así enseñarán el camino estrecho
de Dios con la pura verdad, conforme al evangelio y no con arreglo a
las máximas del mundo, y ello sin miramientos humanos, sin tenerse
que guardar de nadie, sin haber de escuchar o temer a nadie, por
poderoso que fuere. Esos discípulos de Cristo tendrán en su boca la
espada de dos filos de la palabra de Dios, llevarán sobre su espalda
la ensangrentada insignia de la cruz, el crucifijo en la diestra mano, la
corona de espinas en la izquierda, los nombren sagrados de Jesús y
María en el corazón, y la modestia y la mortificación de Jesucristo en
todo su continente y tenor de vida.
Así serán los hombres que hayan de venir y que María se irá
formando por encargo del altísimo, con el fin de extender su dominio
sobre el de los impíos idólatras y musulmanes. Pero ¿cuándo y cómo
sucederá esto? Sólo Dios lo sabe: deber nuestro es rezar, desear y
esperar en silencio: esperando esperé. 25
Como toda profecía, también la de san Luis está poseída de una verdad
fundamental; pero envuelta, en parte, en la penumbra del misterio.
Cuando uno repasa la historia de la legión, de María, cuando observa su
vitalidad y extensión actual, cuando mira para el cuadro de la téssera y
ve esos miles de legionarios con el crucifijo en la diestra mano, se
percibe como un movimiento interior que impulsa a reflexionar sobre los
apóstoles de los últimos tiempos de san Luis María Grignon de Montfort.
La promesa legionaria, su contenido, es de una profundidad sublime que
cautiva a quien, sin prejuicio alguno, intenta recalar en ella. Tal vez el
legionario al hacer su promesa aún no haya podido apercibirse de toda la
COMO UN EJÉRCITO…
128
riqueza que encierra; pero sí que intuye insondables tesoros de gracia
que le impulsan a lanzarse a la difícil batalla del apostolado legionario y
que resume en sus últimas palabras, pronunciadas con fe y decisión y
con el corazón henchido por la alegría de la esperanza:
ME SOMETERÉ POR COMPLETO A SU DISCIPLINA, QUE ME LIGA
A MIS HERMANOS LEGIONARIOS Y HACE DE NOSOTROS UN
EJÉRCITO, Y MANTIENE NUESTRA ALINEACIÓN EN NUESTRO
AVANCE CON MARÍA, PARA EJECUTAR TU VOLUNTAD, PARA
OBRAR TUS MILAGROS DE GRACIA, QUE RENOVARAN LA FAZ
DE LA TIERRA, Y ESTABLECERÁN, SANTÍSIMO ESPÍRITU, TU
REINADO SOBRE LOS SERES TODOS.
1 Ibíd., 21.
2 Ibíd., 27, 1.
3 Frank Duff, María Triunfará, Verbo Divino, Estella, 1963, 118.
4 Manual oficial de la legión de María, 4, 1; 21; 27, 1.
5 Ibíd., 4, 5.
6 Ibíd., 7, 11.
7 Ibíd., 4, 1.
8 Ibíd., 28, 2.
9 Ibíd., 40, 2.
10 Ibíd., 28, 12.
11 Ibíd., 25, 1.
12 Ibíd., 4, 5.
13 Ibíd., 8, 4 y 5.
14 Ibíd., 35, 9.
15 Ibíd., 36, 11.
16 Catena legionis.
17 Frank Duff, María Triunfará, 250.
18 Frank Duff, o. c., 251-252.
19 Manual oficial de la legión de María, 38, 31.
20 San Luis María Grignon de Montfort, o. c. n. 49 y 50.
21 Mc 16, 15.
COMO UN EJÉRCITO…
22 Manual oficial de la legión de María, 39, 1.
23 LG 8, 60-62.
24 Manual oficial de la legión de María, 27, 1.
25 San Luis María Grignon de Montfort, o. c., n. 55-59.
Éste y otros libros de la Colección Legio Mariae en Internet en:
www.legiondemaria.org
129
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