Norma 29, competencia y libre concurrencia

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Las Leyes de Reforma: su actualidad
Ministro Sergio A. Valls Hernández
Norma 29, competencia y libre concurrencia
Organización Editorial Mexicana
4 de julio de 2013
Siguiendo con las resoluciones del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el veinticuatro de junio del
presente año, se resolvió un asunto en donde la entonces Procuradora General de la República adujo que el
"Decreto por el que se adiciona una norma '29 Mejoramiento a las Condiciones de Equidad y Competitividad para el
Abasto Público', a los programas delegacionales y parciales de desarrollo urbano del Distrito Federal", contravenía lo
dispuesto por el artículo 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, al considerar que
perjudicaba el proceso de competencia y la libre concurrencia en la comercialización de productos de la canasta
básica.
Este Decreto conocido como "Norma 29", preveía que podrán situarse los establecimientos mercantiles que utilicen
el sistema de autoservicio (supermercado, minisúper o tienda de autoservicio o de conveniencia) en predios cuya
zonificación sea habitacional mixto o con frente a vías públicas en los que resulte aplicable alguna norma de
ordenación sobre vialidad, lo cual no aplica para tiendas de abarrotes o misceláneas, quienes sí podrán instalarse
fuera de la zonificación señalada. Lo anterior, según los informes de la Asamblea Legislativa y del Jefe de Gobierno
del Distrito Federal, con la finalidad de salvaguardar los centros de barrio y la actividad de los mercados públicos.
Ahora, el proyecto de resolución sometido a la consideración de los integrantes del Tribunal Pleno propuso,
básicamente, que el texto de la Norma 29 es contrario al eje rector económico que prohíbe toda práctica monopólica
que impida la libre concurrencia o competencia entre sí, el cual deriva del referido artículo 28 de la Constitución
Federal, ya que en áreas geográficas en las que se permite la instalación de tiendas de abarrotes y misceláneas,
quedan vedadas para nuevas negociaciones con el sistema de autoservicio, dedicadas a la venta de los mismos
productos (de primera necesidad), lo cual inhibe la libre concurrencia y competencia, pues se desplaza a nuevos
competidores como establecimientos mercantiles con el sistema de autoservicio de aquellas zonas permitidas para
tiendas de abarrotes y misceláneas, lo que ocasiona que éstas dominen el mercado por la influencia que ejercerán
sobre los precios de dichos productos, en razón de la exclusividad geográfica otorgada por la citada norma.
En dicho asunto estuve a favor de estimar fundado el argumento planteado por la otrora Procuradora General de la
República en relación con la violación del artículo 28 de la Ley Fundamental y, en consecuencia, declarar la invalidez
del Decreto referente a la "Norma 29", toda vez que la restricción contenida en ésta, vulnera la competencia y libre
concurrencia, al encuadrar en el tercer supuesto a que se refiere el segundo párrafo del artículo 28 de la
Constitución Federal, esto es, que la ley castigará severamente y las autoridades perseguirán con eficacia, todo lo
que constituya una ventaja exclusiva indebida a favor de una o varias personas determinadas y con perjuicio del
público en general o de alguna clase social.
De esta forma coincidí con la Comisión Federal de Competencia, al emitir su opinión, en el sentido de que el
contenido sobre la "Norma 29" contiene diversas disposiciones que resultan contrarias al interés público y nocivas
para el proceso de competencia y libre concurrencia, porque segmenta mercados territorialmente en beneficio de los
negocios ya establecidos, e impone restricciones no justificadas a la capacidad de los establecimientos que eliminan
la libertad de los agentes económicos para definir el tamaño, formato, estrategia de comercialización y ubicación que
les resulte más eficiente.
Por tanto, considero que si bien corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar, mediante
la competitividad, el fomento del crecimiento económico y una justa distribución del ingreso y la riqueza, éste debe
abstenerse de intervenir, con fines proteccionistas, en las condiciones que impone el propio mercado, conforme a las
reglas de la oferta y la demanda, respecto del número de establecimientos mercantiles donde se vendan productos
de la canasta básica, en cualquiera de sus modalidades, así como en decisiones que sólo a los consumidores
corresponde tomar.
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