STE principio de la vida de Leo- nardo de Vinci, puede íipropiur

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EL LABERINTO,
SVSCItlCION EM m A D B i n .
Un mes, 8 rs.—Tres id.. 20.—Seis i d . , 56.—Un año, 70.—líl
número sitellú, 5 reales.
N.o 3 3 , TOMOII.—LÜNKS -'i) Ufí SlíTIIiMUItli DK ii}-',5.
Ein r e d a c c i ó n ettlá e u In c a l l e d e C a r r e l n s t i i ú m . 3 5 ,
c u a r t o tioipuudo*—Kl c o r r e o f r a n c o du p o r t e .
H i m C I l l C I O » KN 1>UUV1NC1AH.
Un mes, 10 rs.—Tres id., 21i.—Seis id,, Ti-í.—Un aSo, 110.
Suscrilicic en lus librcriiií corresiioiisalcs de la casa.
que no cambien totalmente las circunstancias en que seguros de que inmediatamente se sentirían los efecse ha colocado á la Patria de V«;lazquez y Murillo. No tos, pues contamos con jóvenes aplicados, á quienes
TílocriAFiA. Dos VicEME I.OPEZ V PonTAXA.—CA>T,ION PE R E - pensemos en la actualidad , dirijámonos al porvenir, nuestra imaginación nos presenta marchando rápidaRASfiEIt. |10r D . A . F . DEI. UlO. — ESI'ASA MOMIMEMAI.. — hk esperemos algún consuelo de la recli!i''acioii de las mente á colocarse junto á aquellos genios que tanta
Cnuz DE OKO {cuiitiniiiii-ion), por IK L. ULONA.—IIEVISÍA
ideas, trastoriifuias desde íuies del último siglo, si gloria nos han adquirido en tiempos muy diferentes
UE LA SEMANA. |)t
)or D. A. F. 1)£L UlO.
bien en arles este trastorno data de mas antigua épo- de los actuales. Mientras tíinto no ahuyentemos la
ca ; y ya que no sea posible dejar grainles obras, esptranza que nos anima , y ocupémonos de bosquecomo lo hicieron nuestros grandes hombres, con- jar Iii biografía del primer pintor de Cámura de S. M.
signemos á !a posteridad noticias de artistas bene- ilon Vicente López y Poríaña , bien digno, no tanta
méritos que hubieran podiiio enriquecer su siglo como por su rango como por su mérito, de figurar en nuessus antepasados.
tra colección.
No
podemos
presentar
uno
que
reúna
(odas
las
Nació csii: hábil artista en la ciudad de Valencift
(Pop
dotes de la celebrada escuela española , porque está el dia 19 de setiembre de 1772. Hijo y nieto de p i n <iSi ia nolilcza (Ifi la sangro, que rs formada en el estudio de las otras; remontóse rápi- tores, por lo que desde sus mas tiernos años fuó d e s ,'
solo una cosa iinniíiiiari.i, liacc lal ilis damente para desaparecer en seguida también en tinado á esta profesión, primero en el estudio paterno,
tiiicíun oiilre los lionibrcs, qnt- o\iilt;i cortísimo tiempo. ¡ Ya no existe I Carreño la repre- y despnes bajo la dirección del padre Villanueva, r e ;i los unos solirc los otros: ^;Quién jio- sentó al morir, Jordán y sus secuaces la destruyeron; ligioso de Snii rrancisco, pintor de gran mérito, cuya*
iliii iludiir (¡lie la no!)ii'/.a del ánimo,
(|uií consiste en la virtud efectiva, y desde ei reinado de Carlos 11 desapareció de la m o - lecciones le hubieran sido de suma utilidad, á no hareside en la parle que Irne su origen narquía el carácter español; cnseñoreárotise en las ber tenido la desgracia de perderlo á los pocos meses;
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ilí'I (rielo, no es capaz ile ensalzar al arles las escuelas estranjcras. En el dia, aun á pesar retirado á casa de sus padres, y habiendo esperimenhonihrc , desde el estado mas ínfiniu
de haberse hecho algunos esfuerzos por personas muy tado igual desgracia cuando contaba l ü años de edad,
'
hasta los conlinos tie la Divinidad?'»
VniA ni; LICDNABDI) HE VI.M.I , ¡mr dignas de aprecio, nada se ha conseguido entre nos- se refugió á la de su abuelo, á cuyo lado continuó
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fíafaei
ÍÍ» Fresuc
otros: la pintura no presenta un carácter que la haga con ardiir en sus tareas.
original. Cada cual signe el impulso que recibió en
Publicado por entonces el concurso general en la
STE principio de su educación artística; todos, es verdad, se proponen Academia de San Carlos, sobrcsulió tanto entre sus
la vida de Leo- generalmetitc modelos que seguir; pero no se ve en compañeros, (¡ueolituvo sin disputa el primer premio
nardo de Vinci, ellos que pueda restablecerse aquella escuela no ge- de pintura á la edad de 16 ahos, habiendo Orniado ;í
puede íipropiur- neral, porque esto tampoco es exacto, pues no todos ia (le i;í otra oposición en que pintó un cuadro supese á todos aque- nuestros pintores han sido iguales en carácter urlís- rior á su tierna edail; y concurriendo después á una
llos genios que, lico. Ton distante se halla Murillo de Juanes, como de las pensiones que ni mismo tiempo habia ofrecido
á fuerza decüiis- Uivaltn de Znrbarán , y Morales de Vclazqncz; pero aquella cor[)oracion, le fué conferida inmediatamente
tanle Aplicación y saber, y sin au- si se estudian detenidamente sus obras mneslras, se para que pasasen Madrid á seguir adelantando en su
xilio alguno de otra clase, se han verá sin grande esfuerzo que todos, aun los mas dis- carrera , bajo la (lirecfion de ilon Mariano Maella, en
ronquislado un puesto á que difícil- tintos entre sí, tienen un sello particular que los se- cuyo estudio se niiintuvo cerca de dos años.
mcnle Jiubicrari podido llegar marchan- ñala. Pero también es preciso confesar ([ue nada
A los 18 de su edail. en 1700, ocurrió la publicapueden hacer. Nuestros artistas, con pocas escepciodo por otro camino; y para gloria de
ción
de premios generales por la real Academia de
nes, carecen aun de lo mas preciso para su subsisnuestros reyes, nos presenta la iiistotencia; no cuentan con trabajo alguno. ¿Qné esludios San Ferniíndo, y hecha oposición á ellos, obtuvo el
y\a conslantemenle á muchos célebres iian de emprender, tii cómo han de trabajar holga- primero en pintura, habiendo elogiado sobremanera
artistas, cuyo solo talento los lia con- damente? el desaliento ha de presidir á sus obras, los profesores su prueba de repenle, superior, en dicducido at mas alto grado de estimación y las cuales forzosamenlc deben resentirse de esliis cau- tamen de estos, al cuadro de pensado.
favor: esta última circunstancia es la que sas. Para pintar bien es preciso pintar mucho, y entre
Concluidos los tres años de su pensión regresó &
y \^ nos ha recordado las lineas que ilejamos nosotros no se pintan mas que retratos. Si en medio Valencia , en cuya real Academia fué recibido acadéapunladas. üesgraciadamente nuestra actual época de este horrible cuadro que trazamos con senlimicínto, mico de mérito, luego teniente y director en la prino es la mas á propósito para !a creación de estos ge- cambiase la época , y fuese capuz de crearse otro mera vacante, y por último director general de la
nios. Las artes huyen de este suelo cuqueantes tcnian elemento de protección para las artes, podemos estar misma.
su trono , y quizás para no volver mas á él, ó menos
Alltse hollaba en 1S02 cuando visitó aquella ciuRESUMEN.
. . .
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•
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36íi
dad el señor don Carlos IV con toda su real familia,
habiendo merecÍLlo á la bondad de este soberano que
le condecorase con los honores de piíiLor de Ciiniani.
y le encargase varias obras, de que quedó S. M. tün
complacido, que mandó se le diesen las mas espresivus
gracias en su real nombre, por el desinterés que mostró y su buen desempeño.
iVo le honró menos, á su vueiía de Francia, el
señor don l'ciiiando VU, qi'i<í" sin mediar solicitud
«uya, y por solo informes de personajes entendidos,
se dignó coid'erirle pUv/.a efectiva de pintor de Cámar a , con orden espresa de que se trasladase á Madrid
tan l u c o como concluyese las obras en que estaba
ocupado. Ili/.olo asi, y apenas hubo llegado á la capital , cuando por dimisión de su maestro don Mariano
Maella, fué nombrado primer pintor di-. Cámara df.I
.Key . con encargo de dirigir á i\Wt jóvenes pensionados por S. M.; contándose como la primera de las
singulares distinciones que debió á aquel monarca.
Ja direcciotí en la en^^eñanza del dibnjo de las dos augustas reinas doña María Isabel de Braganza y doña
María Josefa de Sajunia, segunda y tercera esposas
del mismo, con notable adelantamiento de entrambas . y en especial de la primera , á cuya aücion á las
artes debe la Eipaña el establecimiento del Museo,
monumento consagrado á las mismas y á la gloria nacional, r.areal Academia de San Temando se apresuró ;i admitirle en su seno, creándule desde luego
-académico de mérito, y sucesivamente director de
pintura y director general, cujn ejemplo siguieron
Jas de San Luis de Zaragoza y deSiu Carlos de Valencia, distinguiéndole aquella con este úllimo dictado,
en calidad de perpetuo, y añadiendo la segunda el
titulo de acailémico de honor, concedido solo al cabalJero Mengs.
EL LABERINTO.
Ites á semejante acontecimiento: lo primero está siginificado convenientemente en el testero, que es el
sitio principal de la bóveda, mediante un gran grupo
de hguras. situadas delante y en el zócalo de un granilloso templo del orden dórico, cuyos ornatos correspomlen al acto solemne que en él se ligura celebrar:
delante de él hay un aliar con las insignias de la
Orden.
El ilustre monarca de las Españas. el religioso
don Carlos I I I , vestido de gran gala, y con todas las
insignias propias de la soberanía, se manifiesta en
primer término puesto de rodillas con los brazos
abiertos y los ojos dirigidos al ciclo, ofreciendo a c ciones de gracias p'*r el singular beneficio que el Altísimo se había dignado dispensar al trono y reino de
España en la anbelada sucesión concedida á los serenísimos principes de Asturias, causa de esta distinguida institución. Como esta Orden, llamada por
antonomasia española, fué fundada bajo la poderosa
protección de María Santísima en cl misterio de su
í'oncepcíon Purísima , y es también Patrona de estos
reiims, se sigtuíica medíanle el símbolo de la mujer
misteriosa del Apocalipsis, colocada á la parte superior de la conq)osicion , constituyendo el objeto principal de ella, y con todas las alegorías con que se
pinta este misterio de miestras creencias.
Siendo esta Orden distinguida un testimonio de
la acendrada religión . sólida piedad y profuiula gratitud al augusto monarca que la instituyó, y estas virtudes las que mas inlluyeron en su fnndacíon y mas
caracterizan el voto, por esto se hallan espresadas
sus figuras iconológicas cerca de la del Roy, y con
los atributos que les son propios. Al lado del altar,
presidiendo acto tan sublime, se ven la Religión , la
Piedad y la Gratitud.
Al otro lado del altar, y en frente de la ligura del
Rey, se vé á la Monarquía Española , teniendo en su
regazo con la mas afectuosa complacencia al tierno
infante, causa del voto, demostrando las figuras de
la Feliciilad pública y del Placer, la Prosperidad nacional , y el júbilo de que se hallaron poseiilos los
ánimos de todos lo'i buenos españoles al ver j)erpetuada en este bello Tufante tan augusta dinastín.
A la derecha del grupo descrito se representa el
lin de la institución , por meilio lie figuras alegóricas,
que simbolizan á la Nobleza, uniíla al Honor, al ]\Iérito y á la Virtud; y en frente á la izquierda, los
frutos y beneficios de la Paz, sin cuyo inllujo no hay
píes de largo por 22 de ancho en la posesión titulada
El Casino queja villa de Madrid, por medio de su
ayuntamiento, puso á disposición de S. M. la reina
doña María Isabel de Rraganza, y en cuyo argumento consiguió sabiamente el señor López reunir al
elogio de esta augusta Señora, cuya pérdida lo fué
para el país, el de su feliz enlace , y el acto de la donación ; engalanándolo todo con bellísimas figuras
alegóricas, que demuestran el profundo estudio del
artista; y el de un retrete de la reina Cristina en su
real Casa ya citada de Vista-Alegre, en que representó á Céfiro y Flora perfumando la atmósfera con
la fragancia de las llores, y á varias Nereides y Tritones refrescando y purificando el aire con el cristal de
sus aguas. La facilidad, empaste y tono vigoroso con
que están ejecutadas estas obras, que parecen pintadas al óleo , dan idea de lo que el arte puede alcanzar en este género ingrato y desapacible de suyo,
y puedescrvir de modelo á los artistas que en él quieran perfeccionarse.
Del mérito de sus cuadros al óleo, como pintor
de historia, no es posible formar concepto en Madrid, donde apenas hay de esta clase, mas que alguno
de los llamados de caballete. Los grandes oslan en
Valencia y Cataluña, y son entre otros, el del nacimiento de San Vicente Ferrer en cl oratorio de la
casa nativa del mismo santo. El de San Antonio Abad
en aquella iglesia metropolitana, pintado á la edad
de 22 años que fué el principio de su reputación
artística , por el entusiasmo que proiiujo; el del altar
mayor de la capilla en la casa de Misericordia , obra
de gran composición, buenos partidos y multitud
de figuras bien distribuidas y agrupaiias, el cual representa á la Santísima Virgen seidada y asistida de
varios santos, y en primer término á Santo Tomás
de Villanueva implorando la protección divina para
un sinnúmero de infelices de ambos sesos que abriga aquel piadoso establecimiento; el de San Antonio
(le Padiíü en la iglesia oratorio de San Felipe Neri,
cuadro de grande efecto, y en que tuvo que luídiar
-nn la píica luz que babia en el sitio en que estaba
ctdíicado , y que abora como muchos, lia perdido
gran parte de su mérito por ia variación del lugar
para el que fueron pintados; y la Cmii en San Feli]ie lie .íátiva , composición en que hizo que .ludas
estuviese hablando y digna de todo elogio. Por último
di'ji) otras varias obras al fresco y al óleo, que tienen
mucha estimación, en las iglesias del (irao. Silla,
El esmero y continua aplicación con que ha ejercido su plaza el señor López, lo merecieron del difunto rey tales demostraciones tie aprecio , que mas de
'una voz le dispensó linczas de su mesa por su propia
j n a n o , y honró su cusa visitándole en su estudio,
.concediéndole por fin la cruz do caballero de la real
j distinguida Urden española de Carlos 111, en prueba
-de la satisfacción con que vio concluida la pintura al
fresco de la gran bóveda del salón de vestir de S. M.,
que ejecutó López con suma inteligencia y maestría.
La augusta Cristina honró también á este artista
creándolo, sin pretensión alguna suya . caballero c<t-mendador de la (3rden de Isabel la Católica, con disj)ensa de todo pago , en prueba del asimcio con que m í o cspovnr óvilon, a u U o r ^ i n a o í o n ,-nl-;Qdv^IatilániÍenlo Iturjasot. lisiva , (icMiirayó , Penagiiila . (¡or"a , A l coy. Requena, Valí de Uxó y otros pueblos (Fe aquerecibió el cuadro bRllisimo do la Virgen de los D J S - en la sociedad.
Al lado opucslo se \en los genios del Mal y de lla provincia.
.amparados, colocado en el altar del oraloiio de i.t (asa
Todas estas últimas obrns son anleri(>res á la veValacio de Vlsía-.V legre, del que trataremos después; la líebelion . huyendo despavoridos al aspecto impoy por último, nuestra soberana, la esperanza dolos nente del Orden público. Kn el grupo pintado en nida á .Madrid del señor López, y á aiiiiella época
líeles españoles, Isabel I I , en los días en que el señor frente del principal. la Historia arrebatando un per- pertenecen también algunas copiiis, entre ellas la del
López ha tenido la honra de pasar á retrataila, así gamino de las manos dd Tiempr), y no lejos sobre San Francisco, de Ribalta, ijue existe ahor'a en \ÍI-como á su augusta hermana la infanta doña Luisa, una mesa, la Fama.
Icncia, y cuyo original posee el .Museo de Aladrid,
El otro fresco, que asimismo forma la reputa- ejecutada con la mayor maestría; y auntjue se adde cuyos admirables retratos nos ocuparemos también , no han p(írmitiilo regresase á su casa á comer, ción de este distinguido profesor, es el (jue pintó en mira en diclias obras el colorido \igoroso y grato, cl
Jiaciendo se le sirviese en el mismo Palacio, muy cer- la sala de despacho did rey, en que oportunísima- buen dibujo y la facilidad y ejecución que lanto la
ca de 3. M. y A . , y de sus mismos manjares ; disLin- meidc representó á la Potestad ó Autoridad, apoyada distinguen, el señor López se ha engrandecido desciones no recibidas por artista alguno, y (|ue al mismo en la Prudencia . la .luslicia y la Fortaleza, espresán- ()ues, (juizás con la contíima observación y estudio
tiempo ([ue ccileu en gloria de las artes, dan á enten- dose que una de sus principales calidades es la de del nali.ral en los iidinitos relratos i]ue ha pintado,
der la bella índole de estos dos ángeles tutelares de recompensar á los bui'in)s; prc.iídcl;) lo lo la Itelií,ioii: ó en la medilací(ui de las obras de los grandes
España, así como comprueban la exactitud del epí- y para manifestar que ante un poder mo\ido [lor se- xMaestros ; y así sus dos cuadros posteriores , que son
grafe con que encabezamos estos apuntes; pues si las mejantes principios, dc-aparecen la detestable Rebe- el mas digno ornamento de la catedral de Tortosa.
circunstancias imposibilitan el que puedan crearse lión y la fatal Discordia, se ven estas calamidades y representan á San Agudin contemplando el mistegenios que, como el señor López, se eleven á ia al- representadas por un deforme monstruo precipitado rio de la Trinidad el uno , y el otro á San /{ufo su
tura Gn que se ÍKÍIIU colocado, el trono conserva la por el Genio esterminador.
primer obispo, predicando á sus ovejas, son lasobras
tradición histórica de sus majorcs, eslanjo pronto á
Nos hemos detenido algo, aunque no tanto como mas perfectas en este género.
premim- e| monto en donde se halle; circunslíincia á nuestro parecer exigía el asunto, en la descripPoco puede decirse de la superioritlad del señor
mas noUble cuando la soberana que ejerce estos otros, ción déoslos dos frescos, pues hubiéramos deseado
dignos de Cáiiüs I y Felipe IV. no cuenta apenus la C:spliciir con mas detenimiento el modo con que el López en la linea de retratos, cuya semejanza, r e edad siifn'¡entepa,-a obrar impulsada pur el ejemplo. señor López ha presentado las figuras alegóricas, en lieve, animación y otras cscelencias, está viendo y
Difu:il seria enumerar las muclias obras de este (]ue no solo ha acieilítado su saber como pintor, sino elogiando, muchos años há, el público de Madrid,
laborioso [¡rofosor en su larga carrera, y luiremos loque es mas, el snldime de la composición, re- como que este ha sido casi esclusívamente el emideo
solo una reseña de las principales. Entre estas sobre- uniendo conocimientos muy especiales; pero los cor- de sus incansables pinceles; circunstancia que han
sale el citado fresco de la sala de vestir del rey, en tos límites de nuí'slra publicación no fios permiten de tener todos los que como este hábil artista , reque représenlo la insUtiicion de l^ ,oal y distinguida la estension que quisiéramos, y así solo hemos bos- unan á su gran mérito la estimación del monarca y
Orden española de CárldS ÍII, siendo notable ipic se quejado dichas composiciones. Una y otra son por la facilidad de que éste vea sus obras, pues entra
le premiase liaciéndole individuo üe la misma , cuya cierto muy dignas de aquel lugar donde sostienen sin por mucho en los cortesanos el deseo de recomencélebre composición, fruto del ingenio y esludios de desventaja, aidcs con mucho aprecio, la compara- darse luieíéndose notables á los ojos de S. M.; y esta
su benemérito autor, puede considerarse dividida en ción con los de Alengs, Tiepolo y liaycu , que tanto es sin duda la causa de que cl señor López, en tiempos en que contaba menos anos y mas salud, no se
dos partes: la primera espresa simbólicamente el voto realzan la magnificencia del real Palacio.
haya podido dedicar á concluir el gran cuadro que
¿ institución del augusto fundador de la Orden; y la
segunda, los accesorios emblemáticos corrcspondienNo son de menos mérito , y quizás las aventajan yace en su estudio, principiado solamente, y que
sus obras al temple, como cl techo de un sa)on de 31 concluido hubiera aumentado si es posible su gloria.
EL LABERINTO.
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rf
No han merecido menos encomios, los de su é Infanta llenos de verdad, de encanto , de seducmaní) que Jian posado á países eslranjeros, como en ción, y dignos traslados de las augustas niñas que
París, el del general Álava, y el del mariscal Suche! representan. Inútil seria describirlos; dibujo, coloricolocado en el Siilon de los mariscales. líl de la rye- do , espresion, carácter, todo armoniza y los hace
nerula Murraij, muy celebrado en Londres, y sobre los mas bellos lienzos que puedan itresentarse. En
todos, el del rey Fernanda V/ída cuerpo entero, y el día se encuentran en París , en lioiuie han llena 'o
con el niiitilo de la insigne Orden del Toisón de OrOj de plaeei- y amargura el corazón de su augusta maque S. M. le mandó pintar para la embajad:! de dre; y sallemos (|ue en a(|uella capital, centro de
Roma, donde liivo tal aceptncion, ijuí^ la .VcaJemia ilustración, lian sido admirados como era de esde San Lucas envió á su autor el titulo ile acadé- perar.
micü de mérito, en una carta llena de lionoriíicas
I.a contestación de la reina Cristina después de
espresiones y encan-cidos elof^ios.
recibidos , bizn derramar lágrimas á las niñas y ocaAdemas del citado retrato de S. M. , de los de sionó un unevo triunfo á las artes. Ambas se apresusus augustas esiio-as y señores infantes, merecen raron á regalar ul feliz pintor, la reina una sortija, y
particular mención los de los reycíi de X(ipo!e.s, pa- la iiiliuila un alfiler de brillantes de grande eslima, nn
dres de la reina Cristina , el del principe Maxinic- tanto por su valor. aumpie es crecido, como ¡tnr el
liano de Sajonia; el did comisario general de Cruzada^ origen y por las espresiones con ipie fué ucompaaado
don Manuel Fernandez Várela. protector en su el présenle real. Estos retratos se han copiado por el
tiempo de lasarles; el de don Antonio i'garte \¡ s mismo señor López para ser conservados en Palacio,
espusa, célebre valido ilel dirunlo rey; el del cono- y tenemos noticia de (juc se litografiarán con esmero
cido pahorde Sala; el del ministro Salmón; el de en París.
Goi/a, colorado en el ]\ruseo; el del famoso orgaEl mérito del señor López es generalmente reconista don Félix Má.rimo ; el del durjtie del Infanlado. iipcidii: sin embargo, muchos le han tachado de esde cuerpo entero ; y el del conde de Casa-Sarria^ eesivo deleniíniento y profusión en los accesorios, que
digno director general que fue de artillería, el cual (¡uerrian sacrilii'ados á la cabeza; pero esto se debe á
tiene tal semejanza , que sabemos posiLivameiitc (|ue que cuando le han aeliacado esta falta, pen.saban en
al verlo en la yabí un íiel perro del señor co;itle. la escuela qvie ha seguido esta máxima. Si bubieran
se dirigió á él, haciéndole mil caricias, y conclu- dirigido su atención á otras dil'ereiUes, acaso iiabrian
ytMido por lamerle las manos; y recientemente los descebado esta idea con el ejemplo de los grandes
del- general Osmn , obispj de Córdoba en que está bombres que no lian marchailo poraipiel camino. 01 pintada basta la dulzura de carácter de este digno vein. Moro , Alonso Sánchez . Coello y aun Tícíaim
prelado , condesa da /terdtagigedo, uiarfjuvs de Cns- y muchísimos otros, sin cscluir á líafael, bien se han
Iddosrius, señor Pérez de Vasíro, último y lie! mi- detenido y hecho brillar los accesorios con que han
nistro de Jístado de la ri'ina Gobernadora, y sobre enriquerido sus cuadros. El señor López no es un
todos el de su esposa doña Francisca líriln , tanto pintor de la escuela sevillana , ni lo es de ninguna
por la verdad que reúne en la semejanza , como por ni de género alguno conocido. El señor López es un
la bella entonación con que están manejados los ac- pintor de género propio. Otros le han juzgado imicesorios; de modo, que este solo i-etraLo dirá al- tador di! .Mcngs, y se han cqnivoeado, lo mismo que
gún día lo que se ba pintado en España en nuestro los i|ue le han hecho descender de la escuela de
siglo.
.loidan : suposición que hasta cierto punto le ofendeHabíamos dejado para este lugar la descripción ría , sin que por esto dejemos de reconocer mérito en
del cuadro que pinto el señor López para la reina i'.quel artista.
Cris'ina , porque era el último de comjtosiciofi que
babia ejecutadt); pero mientras se esiTibian estos
apunles, lia llevado á cabo un argumento , que concibió c;i la grave enfermedad de que milagrosamente ba sanado, habiendo la circunstancia eslraordinaría de que lia ¡idquirido nueva \ila y mayores
bríos , sin que se hayan resentido en lo mas mínimo sus cualidades fisici's. Uepresenta aquel, ejecu
tado como queda diclio por encargo de la reina
Cristina, á la San'hima Virgen délos Desamparados en el aclo de aparecer en una casa de líeneücencia , en qiia se ven los desvalidos, y entre ellos
un niño de pedio. presentado por su madre á los
pies de la misma Virgen , y amparado por un ángel.
Composición filosólica y que indica bien el pincel
que la ejecutó, y el carácter altamente bondadoso
de a(¡ueila augusta Señera. El público admiró este
cuadro en la esposiciun de la Academia de San Fernando. El que iiniginó en su enl'ermedail , ) que
realmente es el últim() que basta ahora bu pinlailo,
representa á San/a Fdomena en la cárcel, en el acto
de ser visitada por la Virgen y el niño Dios, que
la anuncia su Iln , estando sostenida en este tranc
por San Cahriel y un grupo de angelitos que endulzaban sus dolencias con la música y que corren presurosos en su auxilio: el señor Lope/- ha aumentado su fama con esta sencilla y tierna composición,
en que sobresale un dibujo esmerado y un colorido
brillanteá la par que verdadero, teniendo que luchar
con los inconvenientes que presenta un asunto en
que todo es helio , pues no hay personaje alguno que
pueda servir de contraposición. La Santa , el Arcángel, ios Angelitos, la Virgen y el Niño Dios : lié ahí
los personajes del cuadro, todos divinos : pues aun
la santa enferma y moribunda, rcunc tal gracia, que
encanta, y todo está ejecutado después de una penosa enfermedad como queda dicbo. de i|ue ba convaleciilo , pintando.
Sobresaliente en el dibujo en que se ven los buenos principios (pie aprendió de Maella ; incansable en
el Irabiijo, maneja el color con admirable facilidad;
cuenta él mismo (¡ue en sus mas liemos años piíilaba
cnatlros de devoción, que ad(|uiiia!i las gentes del
pueblo por costumbre , al casarse, para adorno desús
habitaciones , y era tal la prisa (pie se dalia , que cree
deber á aquel tiempo el gran mímíjo de ¡laleta (¡uc
ha conservado siempre. Jamás se advierten en sus
cuadros imitaciones de pou.'^ailo : el Maniquí, el yeso,
y mas que todo el modelo vivo , son los que le sirven
para aquellos que varían mimicntáiieanientc ; siendo
pocos los que acidían mas pronto de primera, y con
mas perfección, como lo priitdíu entre otros, el retrato
de doga , contluiíiü cual se ve en el Museo , en siete
horas; bien que en su sentir no está acabado, ó por
lo menos si pudiera proporciünárselo , aun le daría
algunos toques. Puede decirse sin temor de errar,
que el señor Liqiez no piensa en iiailie cuando pinta,
mas que en su obra ; ni t'studia antes á la! ó cual escuela; sus estudios los tiene ya beelios, y salen de su
paleta, ó por mejur decii' del pincel; en íin eslc a r tista (pie ha dado muchas glorias á las arles y al pais,
vive entre nosotru-S ; y gracias á la Providencia , p o demos esperar que produzca mas obras. Esta es
nuestra ilusión , por(|ue estamos ¡lersuadidos que
aun(]ue con lodo c! vigor (jue dili'"ÍluuMite iiucdc h a llarse en persona de su edad . ni el señor Lope/,. ni
ningún otro pintor en la actualidail podrá pintar
grandes obras. ¿Quién las ba de encaigir? ¿Quién
liis ha encargado basta aquí? La iglesia Este ba sido,
como hemos dicbo , el único elemento de proteciion
de las artes , ayudado del trono y la arisLücracia. El
Escorial, las catedrales y los monasterios, teniendo
á su disposición grandes sumas, las iiivertian en la
ostentación del culto divino. ¿Quién puede en lo sucesivo alimentar nuestras glorias artísliras? La iglesia
([uedó sin poder y sumida en la inisevia ; el 'tono no
puede hacer esfuerzo alguno ; la anLígua aristiKrracia
Los retratos que asimismo ba ejecutado ilel un- está á punto de desaparecer ; la nueva es mezquina,
nislro de los Fslados-l.^nidos americanos, señ-ir Aaro7i calculadora , ignorautc. ¿Quién pues ha de ocupar á
Vail y su esposa, son de un estilo que parece , aqnel los arlislas? Nadie absolutamente, ya lo hemos didéla escuela dcVandilí, y este de Pablo Vernnes; cho. V lo repetimos; si no cambian de hecho das
pero sobre todo cuanto ha íiecbo el señor López , so- ideas, si no aparece otro elemento de protección, sinU
cbrsaieii los dos últimos que ha pintado'de la /hiña
la cual no hay artistas, nuestros pintores lo serán solo de retratos, nuestros escultores no existirán, y lo
mismo los grabadores. La desgracia nos ha hecho
nacer en la época mas infeliz para España, pa,-ji esta
nación lan adelantada en otros siglos, tan vejada y
atrasada en la actualidad; para e-^ta nación en fin
rodeada de escombros , bajo los cuales yacen las antiguas riquezas que no han podido pasar los mares ú
el Pirineo.
c^KTcaoiff Mm MMU^n^mm..
Crccf i Eít mcfid.
¡Oh, Dios! trece á la mesa, amigos, somos,
y la sal á mi lado se ha vertí lo :
¡Número triste! signo amenazante;
Llega la muerte, tiemblo desvalido.
Espíritu aparece, ó fada ó diosa;
Mas bella y joven se sonríe alegre.
Loco júbilo anime vuestros cantos;
No me intimida , amigos, no , la muerte.
Vor mas que del festin no se la cscUiya,
V corona de llores también ciña,
Solo del Iris tornasol precioso
Sobre sus sienes y mis ojos brilla.
En su mano se vé rota cadena;
En su regazo un niño (pie se aduerme.
Calmad la sed de mi apurada copa;
No rae intimida , amigos, no , la muerte.
«¿A qué temerme, dice carinosa,
))DB la esperanza hermana, luja del cielo?
))¿Se queja por ventura mustio esclavo
wUe quien lo arranca al yugo de su dueño?
j)Ángel caido, batirás las alas,
)iPresa en el mundo del destino aleve.»
A besos nos embrÍagu';o nuestras bollas;
No me inlímida, amigos, rm , la muerte.
«Tornaré, sigue; enalli;iida tu alma
»ÍIa de cruzar esos flotantes mundos,
»Esos globos de llama, ese a/.u! terso,
))Dcr Señor obra, de los Uempos rumbo.
MMíenlras encarcelada yace bumildi;
«Apura sin temor dicha inocente.»
CasLe el |)lacer en caluia nuestra vida:
No me intimida, amigos, n o , la muerte.
Al umbral un mastín acaso ladra,
Y con su aullido oii visión ahuyenta ;
¡Ah! necio el hombre retrocede en vano
Si el frío del sepulcro su pié hiela.
Ondas inevitables nuestro esquife
Con venturoso curso al puerto lleven.
¡Ah! contándonos DÍJ.S trece á la mesa;
No me intimida, amigos, no , la muerte.
A. F. Día Rio.
•,¿'r:-''l\-:l.
•- "--i-iáíilííí*
564
Kf. ^ÁBERí^TO.
ESPAÑA MONUMENTAL.
t \ i.>
I..;AN UI'; . S M . \ I I A -
);\.
Mtl.W: M ; ' ; H ) Hr. s \ N :Al.V.aH>U hü o5,V
San Esteban dn Salamanca.—Enlre los buenos
edificios en el género gotiro-germániro, ÍJUC se
cuentan en Salamanca, merece distinguida mención
la iglesia y claustro del convenio de S. Esteban, orden de predicadores. La piiinta de esta iglesia es una
cruz latina,sulorgo 287 pies divididos de este modo:
el cuerpo l í j j , el crucero47. y 89 la capilla mayor:
el ancho de la nave 51 y medio, y el crucero de un
estremo ;i otro 9tí. Ya se vé que para darle tales proporciones no liubo mas regla que el capricho ó la casualidad; pero siu embargo los que la ven olvidan es*
los defectos, llevándose la atención su gran buque, su
(iei^ahogo. el arte y la proligidad con que está construida y esculpida, y la pintura al fresco que hizo en
sus bóvedas don Antonio Palomino.
Se empezó á edificar el año de 1524 á espensas
del obispo de Córdoba don Tr. Juau Alvarez de Toledo, hijo dfM duque de Alva. religioso de lii orden iiue
babia profesado en este convento, y duró la obra basta el de 1010. Fué el arquitecto que la delineó y
empezó á cotislruir.luan de Álava uiitural de la ciudad de Vitoria, y por su muerte la siguieron Juan de
Ilivcro Rada, Pedro Gutierre?, y Diego de Salcedo.
I,a iglesia en la fachada y en lo interior y el claustro bajo y alto cuyas galerías tienen 128 pies de longitud y 21 de latitud, están llenos de escultura en bajo y medio relieve, becba por Alonso Sardina, csceptuaudo el medallón del martirio de san Esteban y algunas otras cosas en la fachada y vestíbulo, obras de
bastante mérito hechas por el milanos Juan Antonio
Gerouí.
No merecen olvido la sacristía y sala capitular de
este convento que se empezaron á construir el año
1Ü27 cuando todavía duraba entre nosotros la buena
arquitectura que se propagó cu tiempo de Felipe II.
El maestro que la diseñó y construyóse llamaba Juan
Moreno, y la escultura que hay en ambas piezas es
de Francisco Gallego y Antonio de Paz.
Mana^lerio de S. Siüvador de Oñci.—El aspecto
del monasterio es magesluoso é imponente: su e s tructura esloriür, sin ser delicada ni primorosa, ofrece en sus grandes dimensiones y sencilla forma el sello respetable de su remota antigüedad. La portada
principal que t!á entrada á ia iglesia es elegante y
vistosa, su orden de arquitectura corintio, y su p a r Icsuperior, compuesta de hermosas columnas, cornisas y escudos, le dá mas realce y suntuosidad.
Después de contemplar en este sitio la curiosa perspectiva qne presenta el viejo convento de Oña, desnudo en su eslerior de los adornos y primores del arte
y entrando por la inmediata puerta que sale á un
ancho patio del edificio, se encuentran los espaciosos
andeles bajos del convento y en ellos las escalerasque
conducen alas principales habitaciones de él.
Estas, exentas ya (le su belleza y adornos por los
ultrajes del tiempo, serian dignas de la admiración
del observadora conservarse en el estado de esplendor
y suntuosidad que un día debieron tener. Queda, sin
embargo, en algunasde ellas el vistoso pavimento de
luciente piedra, puertas de negro nogal con lindas
molduras,altasy estensas bóvedas rodeadasde cornisas
y preciosos relieves de estilo gótico, y en las paredes
los marcos de trabajado ébano, donde se contenían
bellas y antiguas pinturas que la mano destructora
de la época ¡la hecho desaparecer. Los claustros altos
del monasterio son estrechos, sencillos y sombríos:
estiéndeuse estos en diferentes direcciones formando
una especie de laberinto en razón á su número y prolongación. Las celdas son primorosas y cómodas, y
sus veutanasy balcones dan \isla al ancho patio de
que hemos hablado, al inmenso huerto del convento
ó al agreste y montuoso yermo que rodea á este. La
habitación que era del abad, se distingue entre todas
las demás por su estension y belleza, á pesar que los
antiguos adornos que la decoraban hiin desaparecido. Por la estructura interior de toda esta parte del
convento se cohoce que fué edificada en distintas
épocas y bajo diverso plan de dirección, pues no
forma la obra el todo compacto y ordenado que él
arte recomiendaí • ••
- ;
EL LABERINTO.
San Francisco del Monte.—Poco; mas de treinta
millas (le Córdoba, por la parte del norte, en lo interior de Slerramorena, en im áspero cerro, á cuya
falda corre un riachuelo, en los pasados siylos llamado nrmí/a/'-í, y hoy con lapalabraít.'«(¿,ü sei^nn otros
guidy que le añadieron los árabes y algutia corrupción,
es conocido con el nombre de Guadabnellulo, estuvo
.situado un célebre monasterio llaiiKnlo San Zoilo Armil.itensc, del que salierim alíennos moisges para padecer id mnrlirio diimiiU: lailomiiiacion arábiga. En
el paraje qiio ocupó, se ven aun rastros de edificio y
una cueva notable que conserva todavía el nombre de
san Zoilo. Por bajo de ella forma el rio un gran r e manso abundante de pesca, con la que, según escribe san Eulogio, se alimentaban losmotiges.
Dcslruyóseel monasterio de san Zoilo: y después
de muclioí siglos se vino á fundar otro en aquellossitios que parecían destinados para la vida cenobítica.
A una milla de aquel, y á una legua déla villa deAdamnz por bajodounelevadu monte llamado posteriormenleel Alto deJesus. !\Iarlin Eernatnb'Z de Andujar fundó en una liercdail suya en 138Ü el convento
de san Fiuncisco del Monte, que fué trasladado al sitio que hoy ocupa en 139Í.
Aquel ameim y solitario sitio, lOileado de escarpados montes coronaílos de erniilas, y la vista de
iiqucl antiguo edificio abandonado de sus moradores,
y ya ruinoso y convertido en escondijo de reptiles,
-albergue de animales montaraces, inspira sentimientos melancólicos, y ofrece á la consideración el contraste del vario espíritu de los siglos. En aquellos
tiempos lan fecundos en fundaciones de este género,
no contentos nuestros mayores con transformar las
poblaciones en conventos y monasterios, empleaban
sus caudales en multiplicarlos en los desiertos y despoblados; y ya en nuestra era abolidos estos instituios, serán en adelante objelosolamente de la curiosidad délos venideros, á los cuales bastará que no
existan para que deseen conocerlos, y se complazcan
en encontrarlas memorias que de ellos haya conservado la historia.
Entre seis ermitas que hay en aquellas asperezas
mas ó menos cerca del convenio, se cuenta una,
llamada de Jesús, construida en la cumbre de un escarpado monte de piedra de figura cónica de mas
de ÍSO pies de elevación, á la cual se sube por una
-agria seiula, que forínando en parte de su tramo una
escalera de fif) gradas, aun ofrece peligro á los que
intentan trepar á tan elevada cumbre.
Viniendo de Córdoba el rey don Felipe lY en
.1624 desde la villa del Carpió, pasó á la de Ademuz
^:on el objeto de montear en su término, y habiendo estado en san Francisco del Monte, concedió la
gracia de poiier acotar media legua al rededor del
convento. Para festejará este monarca, se le dio
una música desile un ciprés que hay en el palio llamado de los Aljives, cuya magnitud es tal, que doce
músicos estuvieron colocados sin ser vistos, entre sus
ramas. Este árbol es acaso anterior ó la fundación
del convento, y tiene de alto 25 varas, de circunferencia el tronco .'i, y 4;} la copa, por lo que no se ha
\isto otro semejante.
San Marcos de León.—La iglesia grande, espa•ciosayde sólida arquitectura tiene muchas cosas y
-adornos perLcnecienles todavía al gusto gótico. Consagróla el Rmo. señor don Sebastian Ramírez de Fuenleal, obispo de León en el año de li)41. Una de las
mas notables obras que la enriquecen es la sillería del
•coro, raomnnenlo de los mas acabados y perfectos
<iue en este género de trabajo posee aquella época.
•Comenzóse cu I Ü 4 1 y acabóse en lü43 durante la
prelatura del ya nombrado don Hernando Villares.
•Constaba de diferentes hajosreüeves en los respaldos
•de las sillas compartidas por pilastras de grotescos
con sus antepechos de correcto dibujo y esmeradísima ejecución. En una aspa de madera blanca embutida sobre la escalerilla que conduce á las sillas altas
selee esta inscripción: Gtiillenmis fíoncel feeit; anno
-/¿'Í3. En la nueva restauración Iiá padecido muchísimo esla preciosa obra, y todo lo que se ha podido
hacer en obsequio de su uniformidad ha sido ajustarse en lo posible á la antigua idea. De todos modos
para no confundirla se ha puestojunto á la escalerilla
de la Epístola un letrero que dice: nEmpezóse á reJiovar esta sillería en 1721, y se acabó en 1723.»
Palacio de los Giizmaties en León,—Esla
hermo-
565
•SAS ritA¡M;isi;u in:i, iiosrii.
HSiiliiiiiiiiTOIlI
'
—\jiSX-^X^
mÉ'^mS^
iiíii^4^yiM|ilL|
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• • " • •V.'P)!M,
S.V> ílMÜ.o.S DE LKÜPi,
JrA.Q?
WCIRA
PAIA.C10 DE LOS ePZM\nES EN LEÓN.
^
.
;
EL LABERINTO.
—Padre mío! padre mió! esclamó la joven viendo
—Que sois el seductor de la hija del conde, que
sa f;il)rica, una de las mas notables con que se distingue la ciudad de Lcon» fué mandada edilicar hacia los sois un comunero, y que es fuerza que yo también os partir al conde y queriendo abrazarle.
—Adiós, le contestó el conde con severidad, intiunos de lü6() por et limo, sefior donjuán de Guz- quile la máscara con que basta aquí habéis llegado.
—Infamel dijo don Diego, adivltumdo la horrible mándola con una mirada imperceptible que detuvomaii, obispo de Galaliorra, y pertenece al marquesaá Isabel amedrentada.
do de Toral, que lioy está unido á la casa del Excmo. venganza de su rival.
—Señor de AUmrg. — dijo en seguida ni harón
A todo eslo las pisadas resonaban mas cerca, y
señor duque de Frías.
tendiéiulole
su mano.— Pronto nos veremos.
se
escuchaba
claramente
el
eco
de
los
que
venían.
Por masiiivestigacionesquc hemos heclio no ha
—Asi lo espero, contestó el fiamenco alargando,
—Temblad! prorumpió don Alonso gozándose en
sido posible adquirir noticia del arquitecto de este
bello ediíicio, ni de las demás circunstancias de su his-^^ la perplejidad de don Diego; pero éste, iluminado la suya al anciano, que pronto desapareció seguido
toria; puro según su estilo y laópocaen que se fabri- Ipor un pensamiento feliz, se abalanzó á su contrario, de sus gentes.
có, parece ser de ais"""'''^,''*"^'^"ciios artistas como ^y sujetándole con fuerza poderosa, le llevó en abierta
Luis de la Vega, Mora, ú otros de la escuela de luclia liasla la puerta del gabinete de labor donde é
últímameutc habia oslado escondido , y con irresistiHerrera.
En el día est<^ bastante abandonado, sirviendo para ble empuje le metió dentro á pesar de sus amenazas,
Pocos instantes después no habla nadie en aquel
depósito de jaranos: suerte comun de esta clase de fá- encerrándfde veloz, y echando la llai'e que se guardó aposento, mientras que en la parle inferior ilel pabricas en nuestro pais, á donde los grandes señores en el bolsillo. Levantó del suelo en seguida la misma lacio chocaban rudamente las armas, mezclándose
tienen por coslumbre habitar constantemente la cói- capa de don Alonso y la l)arba con que se encubriera, en los aires los \íLorcs al obispo de Acuña con lo>
te, dejando sus antiguos torreones y castillos fen- y llevándose entrambas cosas, abrió el balcón, \ió vivas al conde de Alba, l'no y otro bando liabian
dalcs al pincel de los artistas ó á los recuerdos de la que afortunadamente nadie habla ya en el patio, y veiudo á las manos, y el ataque empezaba con obstibajando por la reja que le sirvió ile escala , busci'i
historia.
nación y encarnizamiento.
salida del palacio.
Ei\ el cntretanLo el conde, en compañía del barón
y de su hija que le seguía aterrada, entró en la babiE,A C R U Z 1>K^ O R O .
taeíon capitaneando un grupo de escuderos, y diciendo :
c A i ' i n i.o IV.
•'••
—Aquí I aquí! Yo mismo los be oido. El resto de
L \ EMBOSCADA.
mis cobardes asesinos ha penetrado aquí en su luga.
líayaban apenas los primeros albores de la maña—Es increible! contestó Isabel temblando por la
vida de don Diego , y sin acertar la causa de las voces na cuando llegaban á las puertas de Toro varios
C0iVriNi\ci0N n í a CAPIH r.o iii.
hombres á caballo en compañía de una dama que
que también baliia oscueliado.
envuelta la cara con un velo blanco de gasa y guiando
—Caballero! repuso el mercader pálido y descon—Es positivo, replicó el barón con energía
certado.
—Ivegistrad esas habitaciones; a')rid alií, prorum- con hábil presteza el hermoso bruto que montaba-,
apena.í prestaba üii!os á las corteses palabras que un
—No saldréis, repilo, sin que yo aclare missos- pió el conde señalando al galunetc..
pechas. Atrás! atrás! continuó don Dieg;) obligando
Algunos escuderos se dirigieron á los aposentos caballero que iba á su lado la dirigía con frecuencia.
a! otro p irstnaje á r.^íroce ler por fnmv.ii.
inmediatos, otros empezaron inútilmente á empujar Siguiendo á estas dos personas y á muy corta distancia cabalgaba solo y silencioso un hombre embozado
—Os atrevéis á detenerme? Con qué derecho?
la puerta que su señor les señalara.
basta los ojos en una larga capa, y por último , d e —Miradme bien, cnnliuuó el joven, y iio tendréis
—Echadla abajo! dijo éste con impaciencia.
necesidad de preguntarlo.
La joven estaba yei'la de terror, y al ver la firme trás formando como la escolla de nuestros vÍ!ij(;ros
—Vo no os cono7.co, respondió Escobcdo haciendo resolución de su padre, se arrojó á sus pies llorando, [narchaban cuatro criados al frente de los cuales veun esfuerzo para cunloner !a ira que á su vez le d o - y diciéndole con acento desesperado y con estrañeza nia un militar de retorcido bigote, ancha espalda,
tez morena y francos modules.
minaba.
de loíi circunstantes:
—Miradme bien.
El solo hübia durante el camino roto alguna—Piedad! piedad, padre mió!
—No os conozco, repito.
vez que otra el profundo silencio que los demás o b —De quién? preguíitó el conde admirado.
—Mentís!
Al mismo tiempo la puerta cedió á los golpes de servaban, y aunque aburrido de (pie no se animara—Sellad el labio 1 esclamó coléiico e! mercader. los escuderos y abrióse de par en par, presentándose conversación, alguna adelantaba ñ menudo su caballo y
poniéndose junto al embozado le hacia preguntas y
—Mentís, por vida de mi noinbre! l*ru,;ba de en ella pílido y sin aliento don Alons:).
ello es que yo os cunuzco á vos; poniue vos sois el
—Qué es esto? es'jlamó el conde con asombro. Yus le estrechaba para enlabiar el diálogo , no recibía
nunca del otro mas que un sí ó un no pronunciados
que se ocullaba á favor de las sombras de la noclie aquí! Yos ocnllo en mí casa!
í^n los jardines del palacio de Torilesíllas ; porque vos
La iú\cii dio uo gi¡U) de soiprcsa: el barón nu secanioule y (¡ne le bacian renunciar á su deseo.
sois el que cons[i¡raba en casa del obispo; porque vos podía com[)rendcr (luión iiie.se aquel hombre.
—Es yu fartujo ! —les decía el militar ó los criasois el delator de vuyslros amigos; porque vos Soi.s,
—Señor conde, murmuró Umidamente Quiñones; dos desesperado de luiblar con el encubierto.
eafin, el villano, el eniíiusicni, que tan cobarde- os suplico me roMCcdais el jnslíMcarme.
—-¿A qué diablos viene con nosotros? No será para
meiilc acaba do raliiiuniarmc.
—Olí.' demasiado conozco uieslro intciilo, replicó guiarnos por alguna senda desconocida puesto que
—Don Diego!!... g:¡ló el otro con la'violencia } el anciano; esláhais escondido por([ne (jueriais alinsai' haslii ahora no liemos salido ibd camino real; y sí noeí ím¡)etu de una rabia l'croz.
de... —al llegar á estas paial)ras el conile se c^Mltu^•o cs ¡tara servirnos de gula, de qué nos ba i!e servir
—Ola! prorumpió el jiíven con una risa convul- repentinamente acordándose de (jue el l)arüii le escu- ese espantajo ?
'
*'• -•• •
siva,—• parece que en efecto conocíais mi nombre! chaba.— liien , prosiguió en segnida, os trataré conuí
Nadie le respou lió.
'
'
veo que no me engañaba en mis sospcchos!.., Aliora [uerecels.
—Olí! prosiguió el mismo, qué danza habrá a r falla que yo os di^a el vuestro; puro uixuísito (]ue
—Señora, [¡rorumpiú don Alonso dirigiéndose á mada en Zamora y cómo castigará nuestro buen conantes de pronunciarlo mire yo en vuestro rostro las Isabel; sé cuál es la sospecha de vuestro padre, y de á esos clérigos revoltosos! Nunca como luiy he
mancbas del baldón y déla vergüenza, y para lograi os ruego...
sentido no hallarme al frente del enemigo porípie
mi deseo... Abajo esa barba! Abajo esos ridículos
•—Padre mío... dijo la joven turbada,
nunca como boy los vcria con sotana y bonete. ... ch
disfraces!
—Silencio, ó juro por mí nombre...
¿no decís vosotros nada, bribones?
y sin dar lugar á que el otro lo evitara, le arrancó
—Cómo! dijo el de Alburg , me esplicareis...
Los criados se habían dado de ojo para no contesvelozmentela barba postiza que traía, descubriendo
—Todo , contestó el conde , pero no ahora ; tran- tar al alférez Perole, que este era el que los manel rostro de don Alonso de Quiñones, pues este era quilizaos en tanto yo castigo su audacia. El barón daba.
el falso mercader Kscobedo.
frunció las cejas.
—Cómo es eso? Calláis cuando yo os pregunto?
—Don Alonso, dijo en seguida el joven sacando
—Señor conde, mi inocencia... proseguía Qui- Cuenta que sí desnudo la tizona os he de hacer
su espada: el Uím de los dos!
ñones.
cantar cuanto mas responderme.
— A.1 punto! contestó Quiñones desabrocliándose
—Ola! esciamó el anciano á sus escuderos. Apode—Es que como estamos ya en la ciudad
dijo un
su anclia capa, dejándola caer en el suelo, y sacando raos de este hombre: nada podrá aplacar mi justicia. criado.
también la espada. Al punto ! vuestra vida ó la mía !
Dos escuderos desarmaron á don Alonso, y sin
—En efecto, prorumpió Perote , y aunque yo no
Don Diiígoy (Ion Alonso empezaron á cruzar sus que éste lograra sincerarse en aquellos momentos de le he preguntado eso, te agradezco la advertencia»
aceros; mas sonó un murmullo de voces, y Quiñones agitación y de ira, le sacaron de la habitación.
pues bueno será que me adelante ú recibir las órdese detuvo.
Acababa de salir de ella cuando resonó por todos nes del señor barón.
—Acabemos, csclamú el joven.
los ámbitos del palacio el grito unánime de «á las
Diciendo esto se separó de los suyos y con tran—Viene gente, contestó don Alonso envainando armas I á !as armas!»
quilo paso adelantóse al barón de Alburg que al lasu espada, y revelando en su mirar una siniestra idea
—Son ellos! prorumpió el conde.
do de doña Isabel caminaba, y le preguntó si habían
que le ocurrió en aiiuc! instante.
—Quiénes? preguntó Isabel temblando de pavor. de detenerse en Toro ó si continuarían e! camino.
— Heñid, reñid, ó uo respondo de mí mismo;
El estrépito y las voces se aumentaban.
—Estáis muy cansada? preguntó el de Alburg á
nada importa que nos sorprendan ; cuamio licúen
—Señor barón, dijo el anciano al de Alburg, lle- Isabel.
el uno iiabrá dejado de existir, y ose balcón protegerá vad á efecto lo que teníamos determinado: los caba—Sigamos el viaje; me siento con fuerzas para
la fuga del olro.
llos están prontos, Pcrotc y los demás criados os ello; contestó la joven con voz apagada.
—-Xo, contestó don Alonso; es pivciío quü ahora esperan; salid en el Instante pov bi puerla de loS;
—rComo gustéis'; pero no seria inoportuno el d e ll'gue mí vez.
jardines y gii, cuatro isünuLos os hallareis fiicra de tenernos una medía hora; aim nos lalla ia mitad
—Qué decís?
"^'^ la ciuiiad;'lsabcl, adiós.
• délcamino j estáis muy agitada, conmovida, y podría
EL LABERIINTO.
5/i7
la faliga dei viaje perjudicar vuestra salud. Queréis netrar en el corazón de la joven y saber la verdad materias de esta especie. Con motivo de la traslación
hacer alio en la ciudad?
de sus sospechas para precaverse de los inconve- de los restos de don Pedro Calderón de la Barca al
La joven movióla cabeza lentamente y en señal nienlcs que pudieran presentarse; pero aun esto pen- cementerio de san Nicolás, veríGcada en 2o de ma-afirmativa. Porole dio espuelas á su caballo y se in- saba averiguarlo de manera que doña Isabel no se yo de 1 8 i l , se representó cu el liceo una~excelente
ternó por la calle principal de Toro.
apercibiese de ello. El barón tenía suíiciente talento loa del señor Vega, y la aplaudimos colmando á
líl barón entretanto llamó al encubierto que á y sagacidad bastante para inlentiulo , y una buena su autor de merecidas alabanzas. Vino el año de
corta distancia caminaba como hemos dicho, y en dosis de sangre fría para recibir aun la respuesta mas 1812 y en los teatros de Madrid se ponía en escena
voz baja pora que doña Isabel no lo oyese, le pre- contraría á su interés, ya que no podamos decir á una traducción por semana; y en el del Principe
guntó.—Habrá peligro en detenernos aquí algunos su amor, porque éste no había ¡¡enelrado en su alma casi era traductor esclusivo el señor Vega; y nadie
impasible y descreída. Hombre sin l'é y sin ílusío- bacía tanto daño como él á la literatura dramática,
instantes ?
—Xo lo espero, contestó el encubierto, aunque oes . era cortesano hábil y travieso, porque las cor- porque nadie elegía con mas acierto eu el repertorio
sino lucra por la liija del señor conde y por loque tes fueron su cuna, y si reiiiiia á esta cualidad la de francés, ya no muy rico de buenas producciones;
importa á su reposo , mas valía seguir hasta Tordc- valiente y animoso , siempre lo fué por orgullo y por 'y malgastando su taiento sacaba partido de malos oriconservar ó adquirir títulos y poder. Fácilmente se ginales; y trudiiccion suya que no se aplaudía, pasillas íii; descansar en parte alguna. , • ;
esplícan
los servicios que al einperailor prestara y su saba; y el público se acostumbraba á bi escuela dra—Ks cierto , pero ya conocéis
•
—Quien lo duda. Yo soy el piimero en apro- venilla á España: difícilmente un llamenco, y un mática de nuestros vecinos; y ios actores hacían
ilamenco de su alta alcurnia y de su mérito, dejaba en ella sn estudio ; y cada vez se alojaba mus la época
har eslít detención.
por
enlonces no solo de ocupar un buen puesto en de la regeneración de nuestro teatro. Nosotros no
—Nada mas,—-ilijoiddc Alburg como insinuando
el estado, sino de aspirar á las mas pi'ccíadas digni- podíamos ver con calma tal cúmulo di; ij-inlucciones
al otro qui: so volviera á su puesto.
El embozado le obedeció en seguida. Poco después dades; el barón supo obtener las i[ue á sus unes annucíadas en los carteles con pomj)a nnnca vistavieron \enir á Perote (|ue acercándose al barón le competían, y relacionado con los primeros hombres ni nos conlbrmábamos con que se aplicara hasta la
dijo:—Solo lie encontrado una posada donde poda- i!e! gobierno, oído con atención por ellos, é intro- saciedad el renombre de d¡sliii¡juÍtlo Hiéralo, al que somos descansar en estos momentos: la ciisa del se- ducido en bus nn'jores casas de {^astilla , pronto se lo en traducir se ocupaba. Uepelímos una y otra vez
ñor marqués pariente de nuestro amo está cerrada granjeó la consideración de los grandes y el aprecio sin decir nada contra la insigne Ciipacidad del s e particular del conde de Alba : el enlace con la bija ñor Vega, que mientras no alegara méritos menos
y [10 me be atrevido á llamar sin vuestra licencia.
de éste diestramente proyectado por el de Alburg, y
—Bien heclio . contestó el de Alburg. No es oca- cordíalmente adniitiilo jior el noble y poderoso conde controvertibles no le podia otorgar el público un
i-ion aquesta de inútiles cumpliniientosque solo servi- que no juzgó desigual senujunle unión, no sígniíí puesto eminente en la líleratui'u , siquiera tuviesen
rían para retardar y entorpecer nuestro \iaje; mas va- cidia para el audaz llamenco mas que la posición ele- sus amigos profundo convencimiento del mucho vale que el marqués ignore, si es posible, uuestrii lle- vada en que iba á verse colocado en el reino, y las ler del (pie solo para darnos á conocer los miíí/t'ngada. Qué os parece? le preguntó acto continuo á r¡(|uezas que por este medio ¡ba á amontonar en su? Ues franceses siicudía su proverbial pereza. A medidoña Isabel queriendo enmendar asi la absoluta auto- arcas: el amor de su esposa no le inquietaba dema da que se hacia crónico Lau deplorable abuso perridad con que desde luego hiibia tomado aquella de- siado y pnede decirse (¡ue hasta le era indiferente; sistíamos eu nuestro pensamiento mas tenaces y
con mas encono; y antes de decir si el original
terminación.
solo una cosa le alteraba en este punto ; el temor traducido era bueno ó malo , clamábamos contra las
Üoñii Isabel volvió á mover ligeramente la ca- del ridiculo , porque su orgullo era la deidad en que traducciones y contra los que traducían, si tenían
beza, y el barón se contentó con esta leve muestra adoraba. Así, pues, intentó averiguar qué r e - dotes para lucir en la escena con mas provecho.
de asentimiento.
laciones de afecto ó de cariño mediaban entre doña Benévolo en demasía el público tomaba , si la espre—Guiadnos allá, Perote, le dijo al alférez :
Isabel y don Alonso , y sí estas al verse amenazada> HÍon nos es permitida, gato por liebre, y llamaba á
Perote se colocó al frente de todos ellos que h^ por el próximo casamiento podrían á favor de algún las tablas al traductor de Lna ausencia como á los
siguieron silenciosos basta llegar á la posada. Al r u i - esfuerzo desesperado interrumpirlo, pues en cuanto autores del Cuarlo de hora, de Alfonso el Casto, (iuzdo de los caballos salieron á la puerta las criadas y á lo demás él estaba seguro de vencer cualquier ten- in<in el Bueno ¡j Cusidlos en el aire. Cada vez mas
Jos mozos de la cuadra y apeándose el barón , y ayu- tativa que su rival proyectase y de desvanecer las iracundos probamos á escitar el amor propio del s e dando con toda la galantería ílaniencaá bajar del esperanzas que contra su boda abrigase doña Isabel. ñor Vega , negándole quizá aptitud para ser orii^inal
caballo á doña Isabel, dio la señiil, á losquc le acoLn- Sin embargo, como ba-la cnLonccs había creído (|ui.' en el teatro, y suponiendo que de lo contrarío tenia
pañaban . que incluso el encubierto se apearon i'sLa correspondía á sus ünezas, si no enamorada afec- ambición bien limitada, pues se satisfacía con los
lambieude sus cabalgaduras.
tuosa al menos, al ver levantarse de improviso ante aplausos dados á obras ajenas mas o menos pcrfccUna sala de regular eslensíon, de forma cuadri- sus ojos la sombra de un obstáculo y al sospecbarsi i'íoiiadas por su pluma. Variamos detono al reprelonga y amueblada pobremente, con una mesa de otro merecía el a¡nor ile la joven síntíó ofendida su sentarse la conieiüa titulada los Partidos, traducida
pino y varias banquetas de lo mismo, era la única vanidad, burlada su prcíuncioii, y cuanto mas pen- tainifíon ; |jero iraiJucííJu en vcr.so y de un ürí"inal
liabitacion (¡ue bal)ia disponible para nuestros via- saba eu ello mas disgusto, mas impaciencia cspcri- nu malo, y visiblemente mejorada y arreglada bíbiljeros. Los criados que traian, se dirigieron á bis cua- mcrilaba: per eso creyó necesario sondear los secre- mente á la escena española. No tuvo por convcirentc
dras, llevándose sus caballos y los de doña Isabel: tos sentimientos de su prometida, por eso buscaba (il señor Vega dar un paso n.as en tan buen camino;
el barón, el encubierto y Perote y estos personajes el modo de quedarse sin testigos para proceder á la esveniad iine dejó de iiucer traducciones y de dardesde luego entraron en el aposento. Perote leiiia especie de interrogatorio que allá en su mente babia nos asunto de censura: no es menos cierto que
urden roervada del corule de no separarse de su proyectado hacer, y por eso en lin . inquieto y des;i- como autor original siguió guardando religioso
hija un solo momenlu, y antiguo y fiel criado y aun sosegiidü , tan pronto se sentaba, tan pronto se levan- silencio. Cuando por el año de IHii ensayaba en
.deudor al conde del grado que eu la milicia tenia, taba'^de su banqueta, dirigiéndose ma<iuínalmente á los teatros de Santa Cruz y del Liceo de la ciucumplió su mandato ciegamente, á pesar de (lue ha- la joven y volviendo otra vez á su sitio sin hablar mas dad de Barcelona dos de sus traducciones, la Calíia observado en el de Alburg desde que en la po- que palabras incapaces de promover ni animar con- lumnia ij Ion perros del Monte de San Jíernardo,
sada entraron , deseos de encontiarse á solas ó al versación alguna,
dijimos: «El siñur Vega todo lo hace con las comemenos de hablar secretamente con doña Isabel, codias, las Ice, las estudia, las crítica, las traduce,
mo si por toJo el camino no liubiera tenido ocalas ensaya, las representa, solóle falta.... cscribir(Se continuará.)
sión para deciila lo que se le ocurriera; verdad es
liis.» Va ni eso le falla ; la hora de ia reparación ha
que el encubierto colocado durante la marcha detrás
llegado ; hoy vamos á colmarle de elogios, si en otros
del barón y á corta distancia de él babria oido cuandías le dirigimos sin tregua fulminante censura:
to á doña Isabel dijese, y ésla además iba en tal esestainus persuadidos de que nos asistía la razón enJUÍVISTA 1)E LA SEMANA.
tado que apenas contestaba á las pieguntas mas pretonces, y de que nadie nos la ha de quitar aliocisas con nu leve movimiento de cabeza ó una para ; órgano de lo que el corazón siente nuestra
labra imperceptiblemente pronunciada. ¿Pero, qué
pluma va á desempeñar mas agradable tarea , y sin
Kcñur tloii l'euliii'ii ile Iii Vcgü.
teiulria que decirle el barón.' Perote ignoraba ai
hacer traición á nuestras condiciones nos convertimos
pensar esto para sí, el estraño efecto que había prode rígidos censores en sinceres panegiristas.
Hace años quo escribimos de crítica en los p e ducido en aquel liombre la aparición de don Alfonso
riódicos
de
la
corte
:
celosos
como
el
primero
por
la
en la misma habitación de doña Isabel, y ia veheDesde luego enunciamos qui; Hl hombre de munmencia con que ésla imploraba el perdón aun antes prosperidad del teatro nacional hemos tenido una y
•}o es una comedía modelo . clásica por excelencia y
mil
ocasiones
de
censurar
severa,
dura
é
implacablede que fuera descubierto, queriendo disuadir por
bajo todos conceptos notable. Lo que el poeta exotra parte al conde de que por aquellos aposentos no mente al señor don Ventura de la Vega con funpone en el primer acto, lo anuda en el segundo , lo
dadas
razones,
con
conocimiento
de
causa
,
y
lo
que
podia haber escondido ninguno délos que buscaban,
desenvuelve en el tercero, y lo dcscíilaza en el cuarkl de Alburg supo allí reprimir su estrañeza y su es mas, con justicia. Nadie que tuviera mediana afito. Es la acción natural y sencilla, su interés proción
á
las
letras
podía
dudar
del
superior
talento
condisgusto, porque ni era ocasión de manifestar lo prigresivo ; no solo cumple con el requisito de la verocedido
por
la
Providencia
al
autor
de
las
composiciomero, ni á él le convenia llevar muy adelante lo sesimilitud teatral, sino de ia verdad mas rigorosa.
cundo. Había de por medio intereses demasiado nes tituladas La Agifacion, A7 Jinlusiasmo, A orillas
Muy poco sabe de la sociedad en que vive quien no
del
Pusa,
Al
unrjuslo
enlace
de
Fernando
Vil
y
preciosos para su ambición, miras harto trascenhaya visto y vea á todas horas un hombre casado
Cristina,
A
la
muerte
de
la
J'J.rvma.
señora
duquesa
dentales que le aconsejaban caminar lijamente á un
de
Frías
,
ímilactou
del
cantar
de
los
C;Í"/«''C'.S. Nos- después de una vida tormentosa como don Luis, y
objeto, y juzgó inoportuno y necio crearse dificulque ansioso por gozar de la felicidad doméstica r e tades y embarazos cuando ya tocaba al término de otros las sabíamos de memoria y convencidos de su
cela y duda creyendo ser víctima de los solteros de
mucho
mérito,
oíamos
á
don
Alberto
Lista
llamar
su deseo , y cuando lanío en este particular le liala misma manera que él fué verdugo de los casados.
enajenado
de
júbilo
á
su
antiguo
discípulo
buen
poebia protegido la fortuna. Unicamenle quería peta, y el voto de tan ilustre anciano es inapelable en Abundan individuos como don Juan, corrompidos
EL LABERIINTO.
568
por el libertinaje, que sin liacer gala del vicio, loi Clara se fija instantáneamente en su criada Benita. traducciones con que daba asnnto á nuestra critica
severa , si aquel ejercicio le ha sido de algún provepractican como natural cosUimbre, y para quienes la' Apela don Luisa Ramón para cerciorarse de su desclio para imaginar una producción, que en su clase
honra,
y
como
se
esplica
con
medias
palabras,
por
amistad y el amor son palabras vacias de sentido.
no descender hasta el punto de confiar dolores tan no tiene igual en nuestro repertorio clásico antig^Q
Casi todos los jóvenes empiezan por ser amantes
profundos y de tal delicadeza á un criado , supone ni moderno. Este aserto tiene todos los visos de abtímidos y candorosos como Autuñito. Es lógico que
este que D. Luis está enamorado de su cuñiida Emi- soluto : sí fuere objeto de controversia estamos distoda mujer cspitsa, como Clara, de un marido cé- lia. Mas nada de esto u;:oiilece sino caminando la puestos á demostrar, citando autores y obras originalebre por sus ruidosos galanteos, tema a cada paso intriga de situación en situación, todas altamente c ó - les, que El Hombre de mundo es la comedia clásica
verle volver á las andadas.
micas; con chistes tan naturales que no serian cliistes mas completa que poséela literatura dramática esCriaturas tiernas y amorosas como Emilia son to- fuera de aquellas situaciones.
pañola.
das las niñas de diez y seis años, si su educación ba
Se oyó toda la comedia al son de repetidos y esSolo
liemosinsinuado
el
argumento
de
í/n/iomsido esmerada y si ajustan su sensibilidad esquisita á
Irepitosos aplausos: su autor fué llamado dos veces á
bre
de
mundo:
seria
imposilde
dar
una
idea
de
sus
su recomendable decoro. No hay sino recorrer los
la escena al fin del tercer acto y del cuarto, obteagencias de Madrid para convencerse deque muchas muchas bellezas sin etuimerar la facilidad del diáloniendo lo que merecía, un éxito brillantísimo, un
go,
lo
ameno
déla
versificación,
lo
castizo
del
Icncriadas degeneran de consentidas eu respondonas á
triunfo de los mas señalados.
guajoi
y
eso
equivaldría
á
copiar
toda
la
comedia.
En
semejanza de Benita, y mas si las corteja algún noüe la ejecución solo, podemos decir que ha supeella
están
observadas
las
tres
unidades
de
acción,
yio. No es posible que un criado en el caso de Rarado
á todo lo que hemos visto, y que en nada ha
lugar
y
tiempo:
su
interés
no
decae
nunca
y
no
por
món, instrumento obligado de las travesuras de un
amo calavera, pródigo y desinteresado, se resigne lo intrincado del asunto, sino por el ingenio del desmerecido de lo que han visto otros en los países
gustoso á servirle después de contraer matrimonio, poeta : ninguno de sus numerosos incidentes se ele- cstranjeros. Romea, el beneficiado, estuvo admirable
y á trociir su papel de confidente por la humilde con- va al drama, ni desciende al saínete, todos se agi- dando el correspondiente colorido á su didcil papel
dición á que le reduceri sus deberes de barrer y de tan dentro del círculo de la comedia; cualidad no y marcando con superior habilidad artística ciertos
i r á la compra. Son pues todos los caracteres hábil- común por cierto , y que merece ser mencionada. pasajes en que debía fijarse el público para poseer la
Todavía seria esto poco si /i"/ hombre de mundo no clase de la intriga; eso es loque se llama poseer el teamente dibujados por el señor Vega , originales demucbos retratos. Veamos ahora qué contraste forman tuviera ninguna tendencia moral, si de ella nada se tro y proceder á la vezcomoáclor y poeta. Felicísima,
y cómo están combinados en el juego escénico do la sacara en limpio. El señor Vega ha sabido también inimitable la Matilde Diez, retrató á la esposa atormenllenar este requisito. Don Luis espía durante el cur- tada por los celos de una manera que la haría sobresalir al lado de todas sus rivales si las tuviera. Hizo
intriga.
Aparece D, Luis muy complacido de su nuevo so de la acción sus cataverailas. sintiemlo las mismas la Teodora Lamadrid un papiel de candor y de inoamarguras
de
que
él
era
oca>ion
en
otros
tiempos,
estado: Clarase felicita de tener un esposo que ha
cencia eu que siempre brillan sus aventajadas dotes.
corrido mundo, fundada en el dicho de que es cala- quedándole de sus antiguóse ilícitos placeres solo la Nada dejó que desear la Plácida Tablares. No así Floyera después el que no lo ba sido antes: deseoso memoria , y eso para turbar la ventura conyugal por rencio Romea, pues de seguro ha inspirado á sus
aquel deque ésta no se prive de nada , la insta ácjue que suspira. Sin la figura de don Juan se ve cuan buenos amigos el deseo de verle siempre lucir en las
visiten su casa los que la solían visitar cuando era desairado y ridiculo es el papel de libertino ante es- tablas como ha lucido en el D. Juan del Hombre de
soltera; esto da margen á la promesa de presentar posas de la virtud de Clara. Con la propicia fortuna TíiJíMí/o. AGuzmari basta nombrarle para saber que ha
en aquella misma noche á Antoñito , amante de Emi- de Antoñito y Emilia se santifican los deleites de un representado un papel de gracioso; y basta saber que
lia, De aquí nacen las sospeclias de D. Luis, cuando amor puro. Y por conclusión de lodo deduce et poe- lo ha representado para conocer que lo ha hecho á
de vuelta de Francia D. .luati su amigo y camnradal ta que para los casados no hay mas remedio que las mil maravillas. El señor Fernandez hizo el papel
de locuras eslraña su casamiento y le recuerda la echarse en brazos de Dion, ;} qae no has'a pensar mal de menos importancia, y contribuyo eti lo que pudo
sutileza de las mujeres, y entreoirás la de una lia-" para ser hombre de mundo. Al llegar aquí nos ocur- á que ti desempeño de la pieza formara un escelenlc
mada Rosa que se compuso de modo que el marido re que siendo este el objeto de la comedia, y estan- conjunto.
mismo le presentase en su casa. Desde csíc piuilo ve do como está bien desempeñado, el titulo dice poco:
Algún espíritu descontentadizo creerá tai vez que
don Luis perfecta analogía en el caso de ííosa y eu el podía tener otro mas propio y significativo. Leemos
nuestros elogios son exagerados. Nuestro carácter
de Clara, y á pesar de todo por no aparecer débil al final de la comedia ¡o siguíenle:
no nos consiente incensar al señor Vega , tu á nadie;
y preocupado presentaá Antoñilu como lo prometielos aplausos que ha obtenido en la segunda y tercera
ra, y cuanto gucede corrobora al parecer sus SosDon ÍAiis. Voto á bríos!
representación el Hombre de mundo y los que ba
pechas. Clara al ver ú su marido triste y tacilurno
Con que no leñemos medio
deoblener en las numerosas representaciones que
concibe temores de que le agita pasión cstraña:
'•
de escapar?
la esperan, dan y d-jrán testimonio deque está muy
oprimida por sus nacientes celos , trata de aveClara.
No hay mas remedio
lejos de nuestra mente la ¡dea de arrojarle el incenriguar la verdad por conducto de ü . Juan: cslc
que echarse en-brazos de Dios^
sario á la cara, „ »»...J...^.-,Tha esplotado ya el disgusto de Ramón , y le induce á que ejercite su antiguo oficio cerco de avi
Dicho cslonos- pñfSíe'qiíe cltíEnló ña''tur<'i1 de hi -• •' •••'-•. * .-^ths? . r ' T S i / T : DEL Rio. . "^'V
ama. Preparado asi n\ terreno hablan don Juan y comedia sería La fé es lo que.solea, ú otro equivaClara; el primereen lertguaje amoroso, la segun- lente.
da en el estilo apasionado de la que tiene celos de
Busquen otros críticos fullas y lunares á la comeüUíEcroK V EüiTOR D. AiNTO.MO FJLRUER DEL lUO. ,
su marido ; cree don Juan avanzar camino balagan^
dia
del señor de Vega: nosotros solo tenemos boy
do la pasión dominante en Clara , ofendiendo al
mismo tiempo su orgullo, y confiesa que ü . Luis está entusiasmo para admirar lau perfecta obra ('el arte , i,«rnEso EK LAS PRENSAS MECANÍCAS DE I). IGJNACIO BOIX,
enamorado de una mujer de condición humilde , y y del estudio,, del trabajo y del tálenlo. Nosotros I
CALLE DE CARRETAS, PTUMERO 8 .
perdonamos al señor Vega el inmenso catálogo de '
•
Lllríj.
•^•ínji::
.
•
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.•
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VLSTA DE LA GIUD\D DE VALLMJOLID.
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