Tema de la vegetación española. Pulsa para acceder en pdf

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LA VEGETACIÓN ESPAÑOLA
La vegetación en España presenta una enorme variedad. De hecho, la vegetación
de la península Ibérica presenta la mayor riqueza florística de Europa: se calculan
unas 6.000 especies, el 40% de las especies. También contamos con el 60% de los
hábitats de interés comunitarios identificados. Existen casi 1.200 espacios
protegidos (incluyendo los marinos), que cubren unos 60.000 Km2, es decir algo
más del 12% del solar español. Todo esto se debe a la situación en el extremo
sudoeste de Europa y al aislamiento (barrera de los Pirineos). Esta situación lejos
de ser un problema se ha convertido en un beneficio, puesto que somos el país
europeo con mayor número de especies endémicas (solo existentes en España).
Para comenzar el análisis de la vegetación española debemos diferenciar entre
vegetación agraria y vegetación climácica o natural, entendiendo este último tipo
como aquella que ha nacido de forma espontánea y que se adecua a las condiciones
naturales del medio, no necesitando la intervención humana para sobrevivir. Dentro
de este grupo cabe hacer una segunda distinción entre:
La vegetación propiamente climácica, que es aquella que se encuentra en un estado
primigenio, cuyas características dependen de las condiciones naturales del clima,
los suelos y el relieve, y la vegetación “degradada” que es:
- El resultado de la adaptación a condiciones naturales que no son las más
óptimas.
- El resultado originado donde el hombre ha ocasionado el deterioro de la
vegetación propiamente climácica o del medio.
En general, la vegetación propiamente climácica es muy escasa, siendo los
principales usos vegetales del suelo los agrarios y los de la vegetación “degradada”.
LA VEGETACIÓN ATLÁNTICA
Es la vegetación que se da en las zonas del dominio climático oceánico, en el que,
en las zonas por debajo de los 1.000 metros, predominan los bosques de hoja
caduca y los sotobosques y prados resultantes de la tala de esos bosques. En el
litoral, las fosas tectónicas, sinclinales y valles de los ríos encontramos vegetación
agraria.
Está muy influenciada por cuatro cuestiones:
1.
2.
3.
4.
Abundantes precipitaciones
Escaso número de días de sol
Importancia del relieve montañoso
Acción del hombre, que buscando usos forestales y ganaderos, ha
modificado fuertemente la vegetación climácica.
Los bosques de hoja caduca son la vegetación natural, la que se adecua a las
condiciones climáticas de la zona. Es un tipo de bosque con árboles dominantes de
hoja plana y fina (en este ámbito climático la insolación no es fuerte y necesitan
una amplia superficie de exposición para realizar la fotosíntesis; no son gruesas
porque no necesitan almacenar agua) y caduca (en la época de mayores
precipitaciones, cuando el número de horas de sol es insuficiente para poder
realizar la fotosíntesis, el árbol se deshace de las hojas que no le sirven), con
alturas que superan los 30 metros (los árboles compiten porque sus hojas capten la
escasa insolación), corteza de poco grosor (no necesitan evitar la transpiración) y
madera semidura, como corresponde a zonas templadas húmedas. El bosque a que
da lugar es alto y denso (abundantes hojas), impidiendo el paso de la luz, lo que
dificulta el desarrollo del sotobosque, que es escaso y umbrófilo. El estrato
herbáceo también es escaso y umbrófilo y tiene su máximo en primavera, que es
cuando las hojas de los árboles aún crecimiento dejan pasar algo de luz.
En estos bosques se da la tendencia al dominio claro de una especie. Las más
importantes son el roble y el haya, aunque también tienen importancia el castaño,
el avellano, los arces y los serbales.
- Los robledales: son los bosques típicos de este ámbito climático. Necesitan
humedad y moderación en el frío. Los encontramos hasta los 1.000 m de
altura sobre el nivel del mar, cuando el frío supone ya un obstáculo
- Los hayedos: tienen una tolerancia térmica amplia, que los hace superar
los 1.000 de altitud hasta enlazar con la transición con la vegetación de
montaña. También aguanta en situaciones de menor humedad (hasta los
700 mm) que el robre. Los encontramos en Asturias, Cantabria y el País
Vasco, en Navarra (bosque de Irati), en el Pirineo (Ordesa, por ej.),
Montseny, puntos de los sistemas Ibérico y Central.
Las variaciones introducidas por el clima o los ríos dan lugar a dos formaciones
propias:
- En las zonas de clima más continental con precipitaciones menores y más
irregulares aparecen bosques con especies de transición con el área de los
árboles de hoja perenne. Son los árboles con hoja marcescente, que aún no
se ha convertido en persistente y que, aunque muere con la llegada del
invierno, no se produce la caída. Sino que permanece en el árbol
(protegiéndolo del frío) hasta la llegada de la primavera. Los árboles más
típicos son el roble pubescente y el roble melojo o rebollo.
- Vegetación de ribera. La característica fundamental del hábitat de las
riberas es la abundancia de humedad (cauces de ríos con aguas fluyentes),
que disminuye conforme nos alejamos del cauce hasta el exterior. El grado
de humedad es el que selecciona las plantas:
o
o
En los cauces, con las raíces en el agua: encontramos alisos y sauces,
que necesitan abastecerse permanentemente de agua. Los alisos
forman cintas de bosque (alisedas) más o menos anchas y puras a lo
largo de las orillas de los ríos. Los sauces se suelen mezclar con otras
especies.
Sin contacto directo con el agua, encontramos árboles que necesitan
mucha humedad pero que pueden resistir períodos de carencia más o
menos largos, muchos de ellos, como veremos son cultivados por el
hombre: algunos sauces, chopos, álamos, fresnos y otros árboles y
arbustos asociados a ellos como cornejos, mundillos, aligustres,
rosales o majuelos.
La acción del hombre, directa (explotación maderera, talas para conseguir pastos
para la ganadería extensiva, etc.) o indirecta (consecuencias de la contaminación
atmosférica, regulación de las aguas, etc.) ha dado lugar a la degradación del
bosque climácico:
•
•
En ocasiones, ha reducido gran parte de la extensión de los bosques,
buscando pastos para el ganado, o los ha sustituido por el castañar, de
explotación agraria.
En otras ocasiones, ha realizado talas que luego han dado lugar al
desarrollo de zonas de matorrales, tipo landa.
Las repoblaciones se han realizado con pino rodeno y con eucalipto, especies que
no son autóctonas y que tienen un impacto negativo sobre los bosques naturales,
además de aumentar notablemente el riesgo de incendios forestales.
LA VEGETACIÓN MEDITERRÁNEA
Es la que predomina en los dominios climáticos mediterráneo de interior y
mediterráneo litoral o marítimo.
La vegetación de este dominio está muy influenciada por seis cuestiones:
•
•
•
•
•
•
El volumen de las precipitaciones es escaso, excepto en la zona norte y
occidental de la Submeseta Norte, en la zona más septentrional de la
Cordillera Costero-catalana, y en las sierras bajas próximas al litoral
andaluz.
La existencia de varios meses secos en verano. Situación que es más
acusada en el valle del Guadalquivir y el litoral andaluz, y mucho menos en
la zona septentrional de la Submeseta Norte y en la zona más norteña del
litoral
Veranos cálidos. Más cuanto más al sur.
Importancia del relieve montañoso.
Acción del hombre, que buscando usos agrícolas y ganaderos, ha modificado
fuertemente la vegetación climácica.
El elevado nivel de erosión de los suelos.
En estos dominios climáticos, especialmente en las zonas llanas y más bajas,
predominan los usos agrarios, quedando la vegetación natural reducida a
pequeñas manchas de bosques o a bosques modificados por la acción del
hombre, que se dan en zonas de una cierta altitud como en las pequeñas sierras
o los altos páramos.
La vegetación natural presenta dos variables:
o
o
En las zonas más húmedas, frías y con menor estiaje encontramos
robles marcescentes, propios de la transición del dominio oceánico al
de interior.
En el resto bosque mediterráneo.
El bosque mediterráneo es de hoja perenne, presenta árboles con troncos que se
ramifican pronto y dan lugar copas globulares y anchas que proyectan sombra
sobre el suelo. En los bosques naturales originarios, las copas entraban en contacto
unas con otras, proyectando bastante sombra y generando un microclima en el
suelo, para protegerlo del calor y la evaporación en los períodos en los que no hay
precipitaciones. Esta sombra permitía también el desarrollo de un estrato de
arbustos. Hoy estos bosques tan apenas existen.
Los árboles no son muy altos (aunque pueden alcanzar los 20 o 25 metros) ya que
no tienen que competir por la luz y sus sistemas de raíces son poderosos para
aprovechar al máximo el agua precipitada e infiltrada.
Sus hojas, adaptadas al medio, han desarrollado mecanismos para defenderse de la
insolación, el calor y la evapotranspiración: son pequeñas (a veces espinosas),
están protegidas por una fuerte cubierta o dermis que sirve de aislante y que
refleja parte de la luz solar, sus poros, por donde transpiran y pierden agua, están
concentrados en el envés de la hoja -zona de sombra- y protegidos por pelillos, y
un grueso tejido interior les permite acumular agua en las épocas del año en que
llueve.
Las especies más importantes son:
- La encina, que domina en la zona de precipitaciones escasas, inviernos
frescos o fríos.
-
El alcornoque que lo hace donde las precipitaciones son moderadas y los
inviernos no son muy fríos y los veranos calurosos, como en zonas
gerundenses de la Costero-catalana.
Es importante también destacar la presencia de pinos, que, como
vegetación climácica, son especies muy secundarias en este ámbito, pero
han ido colonizando amplias zonas bien por el progresivo deterioro de los
encinares por la acción del hombre, bien por las repoblaciones llevadas a
cabo.
La vegetación mediterránea “degradada”:
1. Cuando la acción del hombre no es netamente destructiva y se limita a la
tala periódica sin arrancar las raíces (lo que provoca el recrecimiento del
árbol a partir de los brotes de las raíces superficiales), favoreciendo la
erosión de los suelos y una disminución de las defensas del bosque frente a
la aridez de los meses secos, se desarrolla un bosque de encinas que
adoptan formas arbustivas: de 2 a 4 metros de altura y copas poco densas y
achaparradas. En la actualidad casi todos los encinares que quedan
presentan ese estado.
2. Donde las precipitaciones son muy escasas, los inviernos muy fríos o los
suelos muy pobres y, sobre todo, donde el hombre ha talado de forma
definitiva el bosque se da el matorral mediterráneo, que puede adoptar
tipologías diferentes según su estado de degradación:
- Maquis o maquia. Presenta matorrales densos de más de 2 metros de
altura.
- Garriga es una fase de degradación del maquis. Presenta matorral de
entre 2 y 0,6 metros de altura, también denso
- Brolla es el aclarado de la garriga, que permite la llegada de la luz al
suelo, resecándolo y empobreciéndolo en humedad.
- Tomillares, con el 50% del suelo sin cubrir, presenta especies leñosas
que no sobrepasan los 0,5 metros, muy adaptadas a condiciones de gran
aridez.
Una de las características de este matorral es su gran variedad de especies.
Destacan los rosales silvestres, las jaras, los brezos, las aliagas, el romero o
el tomillo.
En las riberas de los ríos, la existencia de cursos de agua modifica las condiciones y
tenemos una formación vegetal propia. Los ríos del dominio de interior suelen
presentar un claro estiaje veraniego, por lo que los árboles que necesitan tener sus
raíces en permanente contacto con el agua (alisos y sauces) tienen una difícil
supervivencia. Son los álamos, chopos y fresnos los que forman masas boscosas
compactas a lo largo de las riberas de los ríos
En las zonas de clima árido del litoral mediterráneo y de pequeñas zonas del
interior de la Submeseta Norte y Valle del Ebro predomina la vegetación adaptada a
esa extrema sequía y al número de meses con temperaturas elevadas. Está
formada por la fase más degradada de matorral mediterráneo, el tomillar, y en las
zonas en las que es mayor la escasez de agua, algunas hierbas bajas y dispersas.
En las ramblas, donde hay un abastecimiento irregular de agua, encontramos
adelfas y palmitos.
LA VEGETACIÓN DE MONTAÑA
La altitud, como ya sabemos, produce variaciones en el clima: descenso en las
temperaturas, mayor pluviosidad, aumento en el número de precipitaciones en
forma de nieve, aumento del tiempo de permanencia de la nieve. Además, por esas
precipitaciones se produce una mayor lixiviación de los suelos, que están más
descalcificados y tienden a la acidez. Estos factores actúan sobre la vegetación:
- Seleccionándola en función de la altura, lo que da lugar a la aparición de
diferentes formaciones vegetales ordenados en pisos o cliseries, según la
altura a la que se encuentren. También intervienen en la organización de
estas cliseries la orientación de la ladera en solana o umbría.
- Produciendo sustituciones en la vegetación propia de la zona.
LA MONTAÑA ALPINA. PIRINEOS:
- Hasta 1.200-1.600 m. (Base y piso montano) hay una evolución desde la
vegetación mediterránea (bosques de encima y matorral) a la atlántica de
transición (robles marcescentes, como el roble pirenaico) y, después, al
bosque atlántico propiamente dicho de robles y hayas ( en este orden).
- De 1.200-1.600 a 2.300-2.400 (Piso subalpino): formaciones de coníferas
naturales, que forman masas discontinuas, porque si bien en
invierno,primavera y otoño tienen situaciones climáticas adecuadas, en
verano hace demasiado calor para la creación de extensos bosques. Las
especies más importantes son los abetos, el pino silvestre y el pino negro.
Su sotobosque formado por rododendros y enebros. Se extiende por Huesca
y Lérida, Gerona.
- De los 2.300-2.400 a los 3.000 metros (Piso alpino), con un período
vegetativo corto, pues está cubierto por las nieves de 7 a 8 meses, aparecen
formaciones herbáceas (pradera alpina), favorecidas por el hombre que las
utiliza como pastos en verano.
- A partir de los 3.000 metros (Piso nival) la nieve cubre el suelo todo el
año, excepto en zonas de fuerte pendiente, donde desaparece un corto
período de tiempo, para que aparezcan pequeñas plantas adoptadas a estas
durísimas condiciones.
MONTAÑAS DE TRANSICIÓN I. En la vertiente Norte de la Cordillera Cantábrica, con
una pluviosidad muy elevada, desaparece el piso subalpino porque las coníferas no
soportan una humedad tan elevada, y nos encontramos con:
- Piso montano, con bosques de hayas.
- Piso supraforestal, donde las precipitaciones nivales tienen importancia, y
aparece un matorral de pequeños arbustos.
MONTAÑAS DE TRANSICIÓN II. En la zona de transición hacia el Mediterráneo
(vertiente Sur de la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico, el Sistema Central,
Montes de Toledo, Sierra Morena, Bética -excepto Sierra Nevada- y la Cordillera
Costero-Catalana), la sequía veraniega también impide la existencia de un piso
subalpino, y nos encontramos con:
- Piso montano, con bosque caducifolio y pino silvestre
- Piso supraforestal con matorral cerrado, que acaba en prados.
MONTAÑAS MEDITERRÁNEAS Afecta a Sierra Nevada y a muy poco enclaves más.
Donde la sequía veraniega impide el desarrollo del piso subalpino. Nos encontramos
con:
- Piso montano de vegetación mediterránea: bosques y matorral.
- Piso supraforestal, a partir de los 2.000 metros, con matorral bajo de
especies habituadas a las alturas, algunos en forma de almohadilla espinosa.
Son abundantes los pedregales y la roca desnuda.
LA VEGETACIÓN DE LAS ISLAS CANARIAS
El archipiélago canario, por su latitud , presenta unas características climáticas muy
distintas a las de la península. Si a esto le sumamos la importancia de su relieve en
la conformación de unas características propias (mar de nubes, descenso de las
temperaturas, vertientes sur secas, etc...), comprenderemos que la flora canaria
sea muy peculiar y muy variada.
El estudio de la vegetación canaria se puede realizar a partir de sus cliseries:
1. Piso basal (hasta 300 o 400 metros), es una zona de extrema aridez (menos
de 250 mm), sólo compensada por la proximidad al mar. El suelo volcánico,
tan poco propicio a la infiltración, acentúa esta aridez. La formación vegetal
propia es esteparia y casi desértica: un matorral de poca densidad, de
plantas de hojas muy pequeñas o carentes de ellas, con tallos de piel tersa,
escasamente transpirantes y capaces de almacenar agua. En zonas con
mayor humedad (barrancos...) o en altura, especialmente en las islas más
húmedas del oeste aparecen palmeras, dragos y sabinas moras.
2. LAURISILVA o bosque tropical (de 500 a 1.200 m). Se produce en las zonas
de “mares de nubes” o donde la altura favorece la condensación, porque
requiere una gran humedad, que puede superar los 10.000 mm y un suelo
rico, con el propio humus aportado por la laurisilva. Sus bosques muy
frondosos y muy cerrados, de árboles de hoja perenne, de tamaño mediogrande y fuertes. Presenta una gran variedad de especies, aunque
predominan las lauráceas.
3. Piso de coníferas (entre los 1.200-1.400 y los 2.000 en las vertientes N
donde hay mar de nubes, y en las vertientes secas a partir de los 700
metros). Favorecidos por el hombre, por su explotación maderera,
presentan una especie autóctona, el pino canario, adaptado a condiciones
secas y con una amplia tolerancia térmica. Da lugar a un bosque alto, que
puede ser denso, con un sotobosque pobre.
4. A partir de los 2.000 metros (sólo en Tenerife y la Palma) desaparece el
bosque y sólo queda el matorral de escobas, retamas, etc...
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