A. Estructura de la pericia Si bien la doctrina entiende

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JAVIER CAJAL ALONSO
7.
ESTRUCTURA Y PRÁCTICA DE LA PERICIA
A. Estructura de la pericia
Si bien la doctrina entiende mayoritariamente que la
estructura esencial de la pericia es la misma para todas las
jurisdicciones (58), salvo peculiaridades accidentales propias de cada una de ellas, el proceso penal, como señala
recientemente Climent (59), presenta como característica
especial la diligencia pericial realizada en la fase de instrucción, pero sin que la verdadera prueba pericial penal,
la practicada en el juicio oral, ofrezca especialidades significativas que la diferencien de la practicada en el proceso
civil.
Toda prueba pericial se estructura, básicamente, en dos
elementos muy distintos: el acto pericial y el informe pericial.
a) El acto pericial, terminología utilizada por la Ley de
Enjuiciamiento Criminal en los artículos 474, 476 y 477,
integra lo que podría denominarse como parte perceptiva
y descriptiva (60) de la pericia y se compone de diversas
fases sucesivas. En primer lugar, el perito o peritos llevarán
a cabo la observación, el reconocimiento y la descripción
del objeto material de la pericia, es decir, del lugar, persona o cosa de que se trate «en el estado o del modo en que se
halle» como señala el artículo 478.1.°.
En segundo lugar, los peritos procederán a realizar las
operaciones, estudios o análisis que sean necesarios, según
las técnicas propias de su conocimiento especializado, a
fin de poder conocer o valorar las cuestiones solicitadas
por el juez o por las partes que constituyan objeto de la
(58) FONT SERRA, E., La prueba de peritos en el proceso civil español, Barcelona,
1975, pág. 19; VIADA LÓPEZ-PUIGCERVER, C, Naturaleza jurídica de la pericia, en
A.D.P.C.R, 1951, pág. 50
(59) CLIMENT, La prueba penal, pág. 464.
(60) VEGAS TORRES, J., Presunción de inocencia y prueba en el proceso penal, pág. 333.
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LA PRUEBA PERICIAL
pericia, y a reseñar el resultado de dichas operaciones,
como señala el apartado 2° del artículo 478.
En tercer lugar, procederán los peritos a deliberar y formularán las conclusiones a las que hayan llegado «conforme a los principios y reglas de su ciencia o arte», tal y como
disponen los artículos 481 y 478.3.°.
b) El informe pericial propiamente dicho integra la
parte valorativa de la pericia, y en el mismo han de detallarse, normalmente por escrito, la descripción del objeto
material en el estado en que se halle y las operaciones técnicas llevadas a cabo por los peritos y exponerse las conclusiones a las que éstos hayan llegado aplicando sus conocimientos especializados respecto a las cuestiones que les
hayan sido solicitadas. Por ello se ha dicho que la pericia
se estructura en silogismo, constituyendo los conocimientos especializados del perito la premisa mayor, el objeto de
la pericia la premisa menor y el dictamen pericial su conclusión lógica. (61)
El reconocimiento y descripción del objeto de la pericia constituye la primera fase del acto pericial. El perito,
previamente a materializar sus conclusiones, debe necesariamente llevar a cabo una tarea de percepción y descripción de los materiales; objetos, restos, lugares, etc. que
deba analizar, de importancia fundamental para el resultado de la pericia. No obstante, el Tribunal Supremo ha
entendido que la descripción del objeto de la pericia no es
esencial y la ley permite, en casos de imposibilidad, que no
se haga. En este sentido se pronuncia la STS de 5-7-1999,
que señala que «la Ley de Enjuiciamiento Criminal ha previsto que se realice la peritación sin descripción de la cosa
que sea objeto de ella al señalar que el informe comprenderá
los requisitos que señala el artículo 478 de la Ley, entre ellos
esa descripción, si fuera posible». (62)
(61) FENECH, M., Derecho Procesal Penal, tomo I, p. 702.
(62) STS de 5-7-1999, RJ 6199.
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JAVIER CAJAL ALONSO
Esta t a r e a tiene especial significación en los casos en
que, a través de la m i s m a , resultan conocidos determinados datos o hechos, con trascendencia p a r a el proceso, q u e
no p u d i e r a n h a b e r sido percibidos sin ella.
Ello no quiere decir q u e siempre d a b a existir un dictam e n pericial escrito, previo a la práctica de la p r u e b a pericial en el juicio oral. A ello se refiere la STS de 18-3-1999,
q u e resuelve un caso en el que, en el acto del juicio oral
prestó declaración u n a médico, en calidad de perito, «pero
ocurrió que el informe que tal profesional había emitido por
escrito ante el Juzgado de Gandía, de quien se había solicitado el correspondiente auxilio judicial, aún no había llegado a la Audiencia Provincial cuando se celebró la mencionada última sesión del juicio oral, por lo que las partes no lo
pudieron tener a la vista antes de la intervención oral de la
perito. Así se hizo constar por el Ministerio Fiscal que solicitó (y así lo acordó el Tribunal sin protesta alguna de la parte
contraria) que se tuviera por válida esta prueba pericial sin
perjuicio de que se uniera a los autos tal informe escrito
cuando llegara por correo, que efectivamente llegó y se unió
a la causa.
Ante tal tramitación, hemos de entender que
hablar aquí de vicio procesal de ninguna clase.
no cabe
Es cierto que, en casos como el presente, de ordinario se
informa por escrito como consecuencia del examen pericial
realizado en calidad de prueba anticipada, de modo que tal
informe aparece unido a los autos y las partes lo pueden
conocer antes de interrogar al perito en el desarrollo del juicio oral. Pero ello no es necesario, pues puede ocurrir que no
exista tal informe anterior escrito y que el perito se limite a
acudir como tal al plenario para contestar oralmente a lo que
se le pregunte, una vez hecho antes el oportuno reconocimiento
profesional.
Depende de cómo se haya propuesto la prueba por la
parte. Aquí la defensa no pidió esta prueba anticipada ni que
se emitiera informe escrito previo al acto del juicio oral. No
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LA PRUEBA PERICIAL
obstante la Audiencia, en el despacho que envió a la correspondiente Clínica Médico Forense ordenó que se hiciera el
examen y que se emitiera dictamen, además de citar para el
día del juicio al médico que hubiera intervenido. Pero, como
se ha dicho, el informe escrito, que efectivamente se había
hecho días antes, no había llegado cuando la perito declaró
en el juicio. Esta declaración se hizo ante la conformidad de
todas las partes sin haber tenido ninguna de éstas acceso al
texto escrito redactado días antes y que aún no había llegado
a la Audiencia, haciéndose constar expresamente en el acta
esta circunstancia. Si quien ahora recurre participó entonces
en, el correspondiente interrogatorio sin reserva ni protesta de
ninguna clase, es decir, si consintió en practicar la prueba
sin tener a la vista el informe escrito, carece de legitimación
para reclamar ahora en los términos en que se ha formulado
el presente motivo.
Los informes que realizan los peritos en el plenario han
dehacerse en forma oral contestando el profesional a las preguntas de las partes y del Presidente del Tribunal. Esta es la
mecánica del proceso penal que tiene su culminación en el
acto solemne del juicio que se celebra precisamente conforme a las exigencias propias del principio de oralídad, entre
otros.
Esto es lo fundamental en esta prueba. El que exista o no
informe escrito de carácter preparatorio es irrelevante». (63)
B.
P r á c t i c a de la p e r i c i a
Ha de destacarse en p r i m e r l u g a r que, c o m o dispone el
artículo 477 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, el acto
pericial será presidido p o r el J u e z instructor con asistencia
del secretario. El juez p o d r á delegar; en un funcionario de
Policía judicial en el caso de q u e se t r a t e de u n a autopsia,
(63) STS de 18-3-1999, RJ 2405.
821
JAVIER CAJAL ALONSO
según se establece en el mismo artículo en relación con lo
dispuesto por el artículo 353 de la misma ley que regula la
forma de efectuarla. Por lo tanto, existe una primera
garantía de control judicial del acto pericial, que deberá
llevarse a cabo con la inmediación del juez que, tal y como
dispone el artículo 475 LECrim, manifestará clara y determinadamente a los peritos el objeto de su informe.
El juez facilitará a los peritos, como se establece en el
artículo 485 LECrim, los medios materiales necesarios
para la práctica de la pericia, reclamándolos de la Administración o dirigiendo a la autoridad que corresponda un
aviso previo si existieren medios preparados para ello.
Es en el artículo 478 LECrim donde se describe el contenido que deberá tener todo informe pericial. Primero,
deberán describir los peritos el objeto sobre el que verse la
pericia en el estado o modo en que se halle, dictando dicha
descripción al Secretario que deberá ser suscrita por los
concurrentes a la pericia.
En segundo lugar deberá consignarse una relación
detallada de todas las operaciones practicadas por los peritos y de su resultado, que se extenderá y autorizará de la
misma forma que la anterior descripción del objeto de la
pericia.
Por último, se consignarán las conclusiones que formulen los peritos conforme a los principios y reglas de su
ciencia o de su arte.
Como dispone el artículo 481 LECrim, una vez efectuado el reconocimiento, podrán los peritos retirarse por el
tiempo absolutamente necesario para deliberar y redactar
sus conclusiones. Asimismo, si necesitaren descanso, el
juez podrá concederlo por el tiempo necesario, siendo
posible también la suspensión del acto hasta otra hora u
otro día cuando así lo exigiere la naturaleza de la pericia,
adoptándose en ese caso las precauciones necesarias para
822
LA PRUEBA PERICIAL
evitar cualquier alteración en la materia de la pericia, tal y
c o m o establece el artículo 482.
Ha de señalarse, p o r último, que según el artículo 479
LECrim, c u a n d o los peritos tuvieren necesidad de destruir
o alterar los objetos q u e se analicen, d e b e r á n conservar, a
ser posible, p a r t e de ellos en p o d e r del juez p a r a que, en
caso necesario, p u e d a hacerse nuevo análisis. Intenta la
ley, c o m o v e r e m o s m á s adelante, g a r a n t i z a r en t o d o
m o m e n t o la posibilidad de contradicción del i n f o r m e pericial
que
se
realice.
8.
V A L O R DE LA PERICIAL REALIZADA EN FASE DE
INSTRUCCIÓN
El hecho de q u é la p r u e b a pericial deba practicarse en
el acto del juicio oral no significa que deba negarse todo
valor a la realizada d u r a n t e la fase de instrucción. Como
dice la STS de 27-4-1998, recogiendo lo m a n t e n i d o en innumerables sentencias t a n t o del Tribunal Constitucional
cómo del Tribunal S u p r e m o , «la doctrina del Tribunal Constitucional y de esta rnisrña Sala sobre la actividad probatoria
hábil para destruir la presunción de inocencia no debe entenderse en un sentido tan radical que conduzca a negar toda eficacia probatoria a las diligencias instructoras, constituyendo
también praxis jurisprudencial consolidada». (64)
Ahora bien, p a r a q u e el r e s u l t a d o de d i c h a s diligencias
p r a c t i c a d a s en la fase i n s t r u c t o r a p u e d a ser c o n s i d e r a d o
e n s u día c o m o p r u e b a d e cargo, d e b e r á n r e u n i r u n a serie
de requisitos q u e se exponen, c o m o r e s u m e n de otras
rnuchas resoluciones, en la STS de 22-4-1998, que señala
(64) STS de 27-4-1998, RJ 4133. Así se pronuncian también SSTC 328/1994, RTC
1994/328; 282/1994, RTC 1994/282; 80/1991, RTC 1991/80; 161/1990, RTC 1990/161;
217/1989, RTC 1989/217; 201/1989, RTC 1989/201; 82/1988, RTC 1988/82; 80/1986, RTC
1986/80; 62/1985, RTC 1985/62. En el mismo sentido, SSTS de 23-4-1998, RJ 3812; de 33-1993, RJ 1759; de 6-11-1992, RJ 9009; de 23-6-1992, RJ 5829; de 4-3-1991, RJ 1754.
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q u e «sólo puede considerarse prueba de signo incriminatorio o de cargo la que reúna las condiciones siguientes: 1)
Que sea obtenida sin vulneración de derechos fundamentales, directa o indirectamente, conforme requiere el artículo
11.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. 2) Que se practique en el plenario o juicio oral o, en los supuestos de prueba anticipada o preconstituida, en la fase de instrucción
siempre que sea imposible su reproducción en aquel acto y
que se garantice el ejercicio del derecho de defensa y la posibilidad
de
contradicción
(SSTC
76/1990,
138/1992,
303/1993, 102/1994 y 34/1996); siendo preciso que concurran los requisitos siguientes: a) Material: que verse sobre
hechos que, por su fugacidad, no puedan ser reproducidos
el día de la celebración del juicio oral (SSTC 137/1988,
154/1990, 41/1991, 303/1993, 323/1993, 79/1994, 36/1995,
51/1995, y 40/1997). b) Subjetivo: que sean intervenidas
por la única autoridad dotada de la suficiente independencia para generar actos de prueba, cual es el Juez de instrucción (STC 303/1993). Todo ello sin perjuicio de que, por
especiales razones de urgencia, también esté habilitada la
policía judicial para efectuar determinadas diligencias de
constancia y a recoger y custodiar los elementos del cuerpo
del delito (SSTC 107/1993, 201/1989, 138/1992 y 303/1993,
entre otras) c) Objetivo: cual es la necesidad de que se
garantice la contradicción, por lo cual, siempre que sea factible, se le ha de permitir a la defensa la posibilidad de comparecer en la ejecución de dicha prueba sumarial, a fin de
que pueda interrogar al testigo o preguntar al perito infungible (STC 303/1993); y d) Formal: como lo es la exigencia,
de un lado, de que el régimen de ejecución de la prueba
sumarial sea el mismo que el del juicio oral, esto es, el de la
«cross examination», (diferenciándose de este modo de los
correlativos actos de investigación en los que las preguntas
de las partes han de formularse a través del Juez de instrucción), así como, de otro, que su objeto sea introducido en
dicho juicio público mediante la «lectura de documentos»,
la cual ha de posibilitar someter su contenido a confronta-
824
LA PRUEBA PERICIAL
ción con las demás declaraciones de los intervinientes en el
juicio oral». (65)
P o r último, h a r e m o s referencia a d e t e r m i n a d a s actuaciones de la policíai judicial q u e consisten en la constatación fiel de datos, hechos o situaciones en un d e t e r m i n a d o
m o m e n t o , q u e constan en el atestado y a las q u e la jurisp r u d e n c i a otorga un valor superior al de m e r a d e n u n c i a
que, según lo dispuesto p o r el artículo 297 LECrim, ostenta dicho atestado. Como c o m p e n d i a d o r a de esta doctrina
jurisprudencial, la STS de 8-4-1996 dice que «de conformidad con lo dispuesto en el art. 297 LECrim y con la doctrina de este Tribunal, los atestados de la policía judicial tienen el genérico valor de «denuncia», por lo que, en sí mismo,
no se rigen en medio, sino en objeto de prueba. Por esta
razón los hechos en ellos afirmados han de ser introducidos
en el juicio oral a través de auténticos medios probatorios,
como lo es la declaración testifical del funcionario de policía
que intervino en el atestado, medio probatorio este último a
través del cual se ha de introducir necesariamente la declaración policial del detenido, pues nadie puede ser condenado
con su solo interrogatorio policial plasmado en el atestado
(SSTC 47/1986, 80/1986, 161/1990 y 80/1991).
A la Policía Judicial, más que realizar actos de prueba, lo
que en realidad le encomienda el art. 126 de la Constitución
es la «averiguación del delito y descubrimiento del delincuente», esto es, la realización de los actos de investigación
pertinentes para acreditar el hecho punible y su autoría.
Ahora bien, junto a esta facultad investigadora también
le habilita nuestro ordenamiento, sin que contradiga lo dispuesto en la Constitución, a asumir una función asegurato(65) STS de 22-4-1998, RJ 3811. Esta misma doctrina es mantenida: por el Tribunal
Constitucional en SSTC 200/1996; RTC 1996/200; 140/1991, RTC 1991/140; 118/1991,
RTC 1991/118; 80/1991, RTC 1991/80; 51/1990,RTC 1990/51; 217/1989/ RTC 1989/217;
60/1988, RTC 1988/60; 25/1988, RTC 1988/25; 80/1986, RTC 1986/80. También por parte
del Tribunal Supremo en multitud de resoluciones, como por ejemplo en SSTS de 20-21998, RJ 1466; de: 18-2-1998, RJ 1462; de 16-2-1998, RJ 1175; de 4-10-1996, RJ 7022; de
15-3-1996, RJ 1983; de 23-5-1994, RJ 3945.
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JAVIER CAJAL ALONSO
ria del cuerpo del delito (arts. 282 y 292 LECrim, y 4 y 28 del
RD 769/1987 sobre regulación de la Policía Judicial), así
como a acreditar su preexistencia mediante los pertinentes
actos de constancia. En concreto, y en lo que a tales actos de
constancia se refiere, este Tribunal ha otorgado el valor de
prueba preconstituida a todas aquellas diligencias que, como
las fotografías, croquis, resultados de las pruebas alcoholimétricas, etc., se limiten a reflejar fielmente determinados
datos o elementos fácticos de la realidad externa (SSTC
107/1983, 201/1989 y 138/1992)».
Pero la misma STC y una reiterada doctrina de esta Sala
(Entre otras, SSTS 644/1992, de 24 marzo, 2851/1992, de 31
diciembre, 690/1993, de 29 marzo, 2329/1993, de 23 octubre,
312/1994, de 19 febrero, 1606/1994, de 20 septiembre,
165/1995, de 13 febrero, y 1091/1995, de 6 noviembre) han
venido estableciendo que con arreglo a los artículos 297 y 717
de la LECrim ello puede valer como prueba de cargo de carácter testifical al ser obtenida mediante las adecuadas condiciones de publicidad, oralidad, contradicción de las partes e inmediación del Tribunal sentenciador; e igual cabe indicar en orden
al contenido de lo manifestado con innegable sentido pericial
por los agentes policiales en cuanto a la correspondencia real
de las impresiones dactilares dubitadas con las de carácter
indubitado obrantes en el registro correspondiente». (66)
9.
E S P E C I A L E S GARANTÍAS EN CASO DE QUE LA PERI-
CIA REALIZADA EN FASE DE INSTRUCCIÓN SEA
IRREPRODUCIBLE EN EL JUICIO ORAL
Como hemos visto al tratar de la recusación de los peritos, la especial naturaleza de la pericia supone que, en determinados casos y p o r diferentes razones, no siempre p o d r á
reproducirse en el acto del juicio oral o su reproducción
(66) STS de 8-4-1996, RJ 2851. Asimismo, SSTS de 9-7-1988, RJ 6534; de 8-7-1988,
RJ 6525; de 8-7-1986, RJ 4054.
826
LA PRUEBA PERICIAL
resultará muy difícil. Las razones pueden ser muy distintas:
por la naturaleza perecedera del objeto sobre el que la pericia deba versar; porque el propio reconocimiento pericial
pueda destruirlo o alterarlo; porque por el tiempo transcurrido sea imposible efectuar la pericia por haber cambiado
o desaparecido el estado de cosas existente; por la complejidad de los reconocimientos que los peritos deban efectuar,
etc. En estos casos, atendiendo a las funciones del derecho
penal y al interés público en la persecución de los delitos, no
resultaría lógico ni aceptable que elementos de hecho para
cuyo conocimiento o apreciación sean necesarios conocimientos especializados y que pudieran tener virtualidad
para influir en el contenido del fallo, se perdieran por el
hecho de que la pericia sobre los mismos no pudiera efectuarse en el acto del juicio oral o fuera muy difícil su práctica en el mismo. Como consecuencia de ello, y como excepción, las pericias practicadas durante el período instructor
que, por su propia naturaleza sean irreproducibles o de muy
difícil reproducción en el acto del juicio oral (67), podrán
tener valor probatorio si acceden al mismo en determinadas
condiciones que luego analizaremos.
En esos casos de irreproducibilidad, la práctica de
estas pericias realizadas en fase de instrucción deberá
estar revestida de especiales garantías precisamente por la
posibilidad de que puedan ser tenidas en cuenta a efectos
probatorios, siendo digna de alabanza, como se ha dicho
ya, la sensibilidad de la centenaria Ley de Enjuiciamiento
Criminal en orden a la presencia de dichas garantías.
a) En primer lugar, como hemos visto que dispone el
artículo 467 in fine LECRIM, en ese caso las partes podrán
recusar a los peritos nombrados para su realización, estableciéndose en los artículos 469 y 470 LECRIM el procedi(67) Téngase en cuenta lo dicho anteriormente acerca de la diferenciación entre la
irreproducibilidad del acto pericial y la del informe pericial, que en circunstancias normales será siempre reproducible, atendiendo además a a posibilidad de sustitución del
perito informante dada la fungibilidad del mismo.
827
JAVIER CAJAL ALONSO
miento a seguir. La parte que pretenda la recusación lo
hará por escrito, sin necesidad de que el mismo vaya firmado por Procurador, antes de que comience la práctica
de la pericia, expresando en el mismo la causa de recusación y la prueba testifical que proponga, acompañando asimismo a dicho escrito los documentos en los que sustente
la concurrencia de la causa de recusación invocada o
designando el lugar en que se hallen si no los tuviere a su
disposición. El juez, de forma inmediata —«sin levantar
mano», dice el artículo 470— examinará los documentos y
oirá a los testigos que el recusante presente en el acto,
resolviendo lo que proceda. En el caso de que el recusante
no aportare los documentos pero hubiera designado el
archivo o lugar en que se hallen, el juez los reclamará y
examinará cuando los reciba, pero no por ello suspenderá
la práctica de la pericia a fin de evitar, como se ha apuntado también, dilaciones de la instrucción; al contrario, la
pericia continuará y si luego resultare procedente la recusación a la vista de los documentos reclamados, anulará el
informe pericial que se hubiera efectuado ordenando la
práctica de uno nuevo.
Si estima que no ha lugar a la recusación pretendida se
continuará con la práctica de la pericia. En caso de que
estime fundada la recusación, suspenderá la práctica de la
misma por el tiempo «estrictamente necesario» para nombrar nuevo perito en sustitución del recusado y que éste
pueda hacerse cargo de la práctica del informe pericial.
b) En segundo lugar, establece el artículo 471 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal que en el caso de que la pericia a practicar durante la fase de instrucción no pueda ser
reproducida en el juicio las partes tendrán derecho a nombrar a su costa un perito que intervenga en el acto pericial,
garantizando de este modo la igualdad entre las partes y
sobre todo, el principio de contradicción.
El ejercicio de esta facultad de nombrar perito debe llevarse a cabo antes de que comiencen las operaciones de
828
LA PRUEBA PERICIAL
reconocimiento pericial, no pudiendo las partes nombrar
perito, por venir prohibido por el artículo 472 in fine, cuando aquéllas hayan comenzado. Las especificidades en este
caso vienen por el hecho de que, excepto si no los hubiere,
los peritos nombrados por las partes deberán poseer título
oficial, y que si los querellantes y los procesados o imputados fueran varios deberán ponerse de acuerdo entre sí, respectivamente, para efectuar el nombramiento del perito de
que se trate. Incluso se dispone en el último párrafo del
artículo citado que, si la práctica de la diligencia pericial
no admitiere espera, se procederá conforme las circunstancias lo permitan para que puedan intervenir las partes
en la práctica de la misma.
Señala el articuló 472 que si las partes quieren hacer
uso de la facultad de nombrar perito que intervenga en la
pericia, deberán manifestar al Juez el nombre de éste y
ofrecer los comprobantes de tener el designado la cualidad
de perito, resolviendo el juez sobre su admisión, tal y pomo
establece el artículo 473, en la forma dispuesta en el artículo 470 para las recusaciones.
c) En tercer lugar, dispone el artículo 476 que, en el
caso de que la pericia sea irreproducible en el juicio oral,
las partes podrán acudir al acto pericial personalmente
junto con sus representantes, ofreciéndose esta posibilidad
al inculpado aún en el caso de encontrarse preso, adoptando en este último caso el juez las precauciones que estime
necesarias.
Es decir, podrán las partes, y singularmente el procesado asistir por sí mismas al acto pericial en su totalidad,
tanto a los reconocimientos y operaciones que se efectúen,
pudiendo en ese caso someter a los peritos las observaciones que estimen convenientes consignándose tales observaciones en la diligencia tal y como dispone el artículo 480,
cómo al informe pericial o producción de sus conclusiones
por los peritos, pudiendo en este caso reclamar del Juez,
por sí mismas o por sus defensores, que formule a los peri829
JAVIER CAJAL ALONSO
tos las preguntas que estime pertinentes o que les pida las
aclaraciones necesarias, y considerándose las respuestas o
aclaraciones que los mismos den como parte del informe
pericial, tal y como se establece en el artículo 483.
10.
D I C T Á M E N E S REALIZADOS P O R ORGANISMOS OFICIALES
En aplicación de los principios y reglas generales acabados de analizar para que los medios de prueba puedan
estimarse válidos a efectos de enervar la presunción de inocencia, los informes periciales emitidos por entidades y
organismos oficiales especializados en determinadas materias —identificación, análisis químicos, balística, etc.—
deberían también acceder al juicio oral a través de la presencia de los técnicos que los llevaron a cabo para proceder
a su ratificación y, en su caso, ampliación, y someterse al
interrogatorio cruzado de las partes y el juez o presidente
del tribunal tal como dispone el artículo 724 LECRIM (68),
con aplicación plena de los principios de inmediación, contradicción, oralidad y publicidad.
Pero esta regla general quiebra en el caso de este tipo
de dictámenes, a los que la jurisprudencia del Tribunal
Supremo exceptúa de la necesidad de la comparecencia de
sus autores para su ratificación en el plenario en el caso de
que las partes tuvieran conocimiento de los mismos en el
momento de efectuar sus escritos de conclusiones provisionales, acusación y defensa y no pidieren como prueba
pericial dicha presencia, pudiendo en ese caso ser tenidas
en cuenta como prueba documental y sus conclusiones
plenamente válidas a efectos probatorios.
La jurisprudencia comenzó a no exigir la necesaria ratificación de los informes periciales prestados durante la fase
(68) SSTS de 1-7-1988, RJ 5804; de 23-2-1996, RJ 1676.
830
LA PRUEBA PERICIAL
de instrucción c u a n d o los m i s m o s h a b í a n sido realizados
p o r organismos centrales, justificando que la exigencia de
comparecencia de sus m i e m b r o s a fin de ratificar los informes en m u c h o s juzgados distintos situados en localidades
diversas, supondría la paralización de h e c h o de la labor de
dichos organismos. Además, la alta especialización de los
funcionarios que trabajaban en dichos organismos y su alej a m i e n t o del caso concreto, e r a n garantía suficiente de la
independencia de su labor y de la objetividad y solvencia de
los informes periciales p o r ellos emitidos. P o r el contrario,
c u a n d o se t r a t a b a de organismos territoriales, cercanos al
órgano jurisdiccional, se c o n t i n u a b a exigiendo la presencia
de sus peritos en el juicio Oral. En este sentido, la STS de 67-1988 dice que «en cuanto a la no ratificación del informe
en el juicio oral, la jurisprudencia la viene exigiendo cuando
no es practicada por los servicios centrales (Gabinete Central
de Identificación de la Dirección General de la Policía), como
en este caso, sino por órganos policiales radicados territorialmetite en la misma sede que el judicial —S. de 19 de abril de
1988—, lo que es lógico, ya que en tales supuestos existe
mayor facilidad para su práctica y, por otra parte, carece de la
fiabilidad y garantía que ostenta el informe emitido por el
órgano
central».
(69).
Actualmente, la no exigencia de la presencia de los
peritos pertenecientes a o r g a n i s m o s oficiales en el acto del
juicio a fin de ratificar sus informes y ser e x a m i n a d o s p o r
las p a r t e s en plenas condiciones de contradicción e i n m e diación se ha consolidado de forma definitiva, con indep e n d e n c i a de la c o m p e t e n c i a territorial q u e ostenten
dichos organismos. Recogiendo t o d a esta línea jurisprudencial, la STS de 17-9-1998 dice que «por prueba tan sólo
debe entenderse la verificada bajo la inmediación del órgano
jurisdiccional decisor y la vigencia de los principios consti(69) STS de 6-7-1988, RJ 6503. En el mismo sentido, entre otras muchas resoluciones, SSTS de 6-2-1989, RJ 1475; 19-4-1988, RJ 2810.
831
JAVIER CAJAL ALONSO
tucionales de contradicción y de publicidad; excepciones a
esta regla son los supuestos de prueba anticipada y preconstituida, siempre que se garantice el derecho de defensa y de
contradicción; pero cuando se trata de informes o dictámenes realizados por peritos oficialmente asignados a estos
menesteres, en forma colegiada, y gozando de la permanencia e inamovilidad del funcionario público,
normalmente
alejados del caso concreto, con altos niveles de especialización y, adscritos a organismos dotados de los medios costosos que exigen las modernas técnicas de análisis, no parece
desacertado —y así lo viene entendiendo reiteradamente esta
Sala— concederles unas notas de objetividad, imparcialidad
e independencia que les otorga «prima facie» eficacia probatoria sin contradicción procesal, la cual puede, sin embargo,
suscitarse, bien pidiendo por escrito ampliaciones o aclaraciones para su incorporación como documental al juicio
oral, bien exigiendo su presencia en este acto; y la razón de
dotar del carácter de preconstitución a estas pruebas, reside
en la operatividad del sistema procesal, o si se quiere en razones de oportunidad o de practicidad, porque los funcionarios
de dichos Institutos, Gabinetes y Laboratorios no podrían
atender a su cometido si tuvieran que acudir a Juzgados y
Audiencias de toda la Nación a ratificar sus informes en los
juicios orales. No se ignora que la acusación tiene la carga
de aportar la prueba, que ésta ha de ser realizada contradictoriamente y que en buenos principios no pertenece al acusado ninguna carga procesal, pero en atención a las garantías
que
ofrecen
dichos
peritajes
se
les
concede
provisoriamente eficacia probatoria, sin perjuicio del derecho del acusado para impugnar su imparcialidad, porque la
posibilidad de recusación se halla abierta, y para someterles
a contradicción si conviniere a su derecho, quedando de esta
suerte garantizado el derecho de defensa. Ahora bien, cuando las partes acusadas, que es el caso «sub iudice», no instan en sus escritos de conclusiones provisionales ampliación
o aclaración alguna, o si deducida petición al respecto luego
no la incorpora —después de la desestimación de la Sala— a
832
LA PRUEBA PERICIAL
su escrito de conclusiones, debe concederse efectos, con
carácter de prueba preconstituida, aún sin ratificación (Tribunal Supremo 11 noviembre 1993 y 21 mayo 1997)». (70)
En esta m i s m a línea, la STS de 10-6-1999 establece q u e
«la doctrina de esta Sala viene reiterando que en atención a
las garantías técnicas y de imparcialidad que ofrecen los
Gabinetes y Laboratorios Oficiales se propicia la validez
«prima facie» de sus dictámenes e informes sin necesidad de
su ratificación en el juicio oral siempre que no hayan sido
objeto de impugnación expresa en los escritos de conclusiones en cuyo caso han de ser sometidos a contradicción en
dicho acto como requisito de eficacia probatoria (Sentencias
de 26 de febrero de 1993; 9 de julio de 1994; 18 de septiembre de 1995; o 18 de julio de 1998, entre otras). El fundamento de ello está en la innecesariedad de la comparecencia
del perito cuando el dictamen ya emitido en fase sumarial es
aceptado por el acusado expresa o tácitamente, no siendo
conforme a la buena fe procesal la posterior negación de
valor probatorio del informe documentado si éste fue previamente aceptado». (71)
Doctrina que p u e d e verse a s i m i s m o en STS 12-1-2000,
en la q u e leemos q u e el informe sobre pesaje y valoración
de la sustancia, q u e c o n s t a b a p o r fax en las actuaciones,
«constituía actividad probatoria suficiente y bastante para
enervar la presunción de inocencia, sin necesidad de ser ratificado en juicio, ante la actitud pasiva de la parte a quien
perjudicaba el informe,, que no instó su contradicción, bien
proponiendo su ratificación en juicio o bien articulando
nueva prueba, conforme a la doctrina aprobada por el pleno
de esta Sala, doctrina del Tribunal Constitucional, y Jurisprudencia de esta Sala, que atribuye valor probatorio a los
informes periciales remitidos por los organismos oficiales,
(70) STS de 17-9-1998, RJ 7492.
(71) STS de 10-6-1999, RJ 5430.
833
JAVIER CAJAL ALONSO
aunque no se hayan ratificado en el juicio oral, si ninguna
de las partes pidió tal ratificación». (72)
De todos m o d o s , en algunas ocasiones se ha considerad o inválido c o m o p r u e b a d e cargo algún informe realizado
p o r o r g a n i s m o s oficiales q u e no había sido ratificado en el
juicio oral p o r sus autores. P o r ejemplo, la STS de 23-21996 no dio validez a un informe oficial p o r las irregularidades q u e contenía y su imprecisión. Dice t e x t u a l m e n t e
q u e «obra un informe analítico del laboratorio en el que se
hace constar que la sustancia recibida se depositó por la
Guardia Civil el día 31 de mayo de 1993, cuando los hechos
sucedieron en 1990, y al mismo tiempo no se hace ninguna
referencia al atestado de origen, ni figura el nombre de la persona a la que le fue intervenida. Pero no sólo se cometieron
estas irregularidades sino que el dictamen pericial, ni fue
sometido a ratificación contradictoria ni se hizo reaparecer
en el acto del juicio oral. En todo caso la absoluta imprecisión del informe pericial le invalida para producir cualquier
efecto probatorio. Nadie ha explicado satisfactoriamente el
retraso palmario en el envío de la sustancia al laboratorio
que debía efectuar el análisis, cuya práctica, con todas las
deficiencias apuntadas, se realiza el 9 de febrero de 1994.
El acusado negó, en el acto del juicio oral, que la droga
fuera de su pertenencia, pero aunque se hubiera llegado a
esta conclusión, lo cierto es que no existe la certeza exigible
a un veredicto condenatorio, para establecer indubitadamente que nos encontramos ante un supuesto de tenencia de
sustancia estupefaciente cuyo origen y naturaleza está verdaderamente acreditado, por lo que se debe dar entrada al
efecto protector de la presunción de inocencia». (73)
Igualmente, la STS de 1-7-1998 no da validez a un dict a m e n pericial de análisis de sustancias psicotrópicas en el
que, de un total de 985 pastillas, se analizó t a n sólo u n a de
(72) STS de 12-1-2000, RJ 89.
(73) STS de 23-2-1996, RJ 1676.
834
LA PRUEBA PERICIAL
ellas, p o r lo que, no c u e s t i n o n a d a la naturaleza de la sustancia sino el i m p a c t o toxico diferente que pudiera tener
c a d a pastilla intervenida, no aplica la agravación de notoria i m p o r t a n c i a c o n d e n a n d o p o r el tipo básico de tráfico
de drogas. Dice esta sentencia que «en los supuestos de
aprehensión de un número importante de pastillas, como
sucede en el caso presente, sería conveniente explicitar de
forma detallada cuáles han sido las técnicas seguidas para
analizar el producto, ya que no es suficiente con el análisis,
de una sola pastilla, pues ello no proporciona datos fiables
sobre el impacto tóxico del resto de la sustancia ocupada. La
tétnica de muestreo tiene que ser lo suficientemente amplia
como para, sin necesidad de analizar una por una la totalidad de las pastillas, arroje un resultado representativo de las
proporciones alcanzadas por la totalidad del alijo. Este
hubiera sido un dato importante para contrastar con los
peritos en el acto del juicio oral. Al no haberse efectuado, por
causas no imputables al recurrente, Habrá que establecer las
conclusiones que le sean más favorables partiendo de los
datos objetivos que se derivan de los dictámenes del laboratorio incorporados». (74)
A p e s a r de estos p r o n u n c i a m i e n t o s , la consolidación de
este criterio jurisprudencial de no exigencia de ratificación
de los dictámenes oficiales, m a n t e n i d o t a n t o p o r el Tribunal Constitucional c o m o p o r el Tribunal S u p r e m o , es absoluta, resultando acreditativo de ello el i m p o r t a n t í s i m o
n ú m e r o de sentencias q u e se refieren a este t e m a en los térm i n o s expuestos. (75)
(74) STS de 1-7-1998, RJ 5804.
(75) Así se pronuncia el Tribunal Constitucional en SSTC 12.7/1990, de 5 julio 1990,
RTC 1990/127; 24/1991, de 11 febrero 1991, RTC 1991/24. Adopta esta posición el Tribunal Supremo en innumerables sentencias. A modo de amplio ejemplo, SSTS de 25-91999, RJ 685.1; de 10-6-1999, RJ 5430; de 8-6-1999, RJ 5556; de 11-6-1999, RJ 5441; de
10-5-1999. RJ 4969; de 22-3-1999, RJ 2673; de 3-3-1999, RJ 1.944; de 19-2-1999, RJ 1925;
de 4-3-1999, RJ 984; de 14-12-1998; RJ 10388; de 9-12-1998, RJ 10330; de 19-11-1998,
RJ 9675; de 15-10-1998, RJ 9212; de 18-7-1998, RJ 7005; de 9-6-1998, RJ 5157; de 12-51998, RJ 4360; de 30-4-1998, RJ 2395; de 24-2-1998, RJ 203; de 2-2-1998, RJ 414; de 30-
835
JAVIER CAJAL ALONSO
E s t a excepción a la regla general se ha venido justific a n d o j u r i s p r u d e n c i a l m e n t e p o r l a garantía d e imparcialidad, objetividad y solvencia o g a r a n t í a técnica de los centros, organismos o institutos oficiales que realizan dichos
informes, no h a b i e n d o en principio razones p a r a d u d a r de
su b u e n hacer. A este respecto, y en la línea de las sentencias transcritas, dice la STS de 11-11-96 q u e «es doctrina
reiterada y sobradamente conocida de esta Sala que los dictámenes e informes emitidos por Centros e Instituciones oficiales gozan de la garantía de imparcialidad, objetividad y
solvencia que, en principio, ha de reconocerse a los mismos,
por lo cual, salvo que alguna de las partes interese expresamente la ratificación de los técnicos informantes, la ampliación por los mismos de extremos determinados, la práctica
de análisis contradictorios o la presencia de los peritos oficiales junto con otros de designación particular en el juicio
oral, por motivos debidamente justificados, no se considera
preciso ni la ratificación de los mismos ante la autoridad
judicial, ni la presencia de los peritos en la vista del juicio
oral» (76), C o m o dice gráficamente la STS de 21-9-1999,
«los informes periciales que se emiten por los centros oficiales son habitualmente productos de exámenes y análisis realizados por equipos de expertos cuya competencia técnica y
objetividad se presume». (77)
1-1998, RJ 387; de 22-1-1998, RJ 29; de 10-12-1997, RJ 9066; de 5-11-1997, RJ 7910; de
4-7-1997, RJ 6064; de 6-6-1997, RJ 4593; de 21-5-1997, RJ 4291; de 24-2-1997, RJ 1374;
de 1-2-1997, RJ 687; de 17-12-1996, RJ 9358; de 11-11-1996, RJ 8196; de 21-5-1996, RJ
4552; de 12-2-1996, RJ 823; de 15-1-1996, RJ 74; de 1-12-1995, RJ 8968; de 18-9-1995,
RJ 6379; de 24-3-1995, RJ 2232; de 1-2-1995, RJ 746; de 11-11-1994, RJ 8908; de 22-101994, RJ 8162; de 9-7-1994, RJ 5702; de 25-6-1994, RJ 5029; de 29-4-1994, RJ 3315; de
11-3-1994, RJ 2125; de 7-3-1994, RJ 1852; de 1-3-1994, RJ 1765; de 4-2-1994, RJ 657; de
27-11-1993, RJ 10013; de 26-2-1993, RJ 1510; de 11-11-1993, RJ 8661; de 10-6-1993, RJ
5099; de 3-7-1993, RJ 5865; de 13-7-1993, RJ 5924; de 8-2-1993, RJ 887; de 17-111992,RJ 9345; de 13-7-1992, RJ 6394; de 6-7-1992, RJ 6128; de 25-5-1992, RJ 4326; de
13-3-1992, RJ 2088; de 6-2-1992, RJ 1089; de 20-12-1991, RJ 9508; de 14-6-1991, RJ
4714; de 8-2-1991, RJ 913; de 29-10-1990, RJ 8379. En el mismo sentido, AATS de 9-61999, RJ 5424; de 28-4-1999, RJ 3853; de 4-3-1998, RJ 2804; de 24-4-1996, RJ 2929; de
14-2-1996, RJ 871.
(76) S T S d e 11-11-1996, RJ 8196.
(77) STS de 21-9-1999, RJ 6860.
836
LA PRUEBA PERICIAL
Otra r a z ó n a d u c i d a p o r la jurisprudencia p a r a justificar q u e no se exija el c u m p l i m i e n t o escrupuloso de los trámites legales en la p r o d u c c i ó n de dichos informes se sitúa
en la urgencia o p r e m u r a de q u e los m i s m o s se realicen en
la fase inicial de la instrucción, incluso p o r q u e de ello
p u e d a d e p e n d e r la situación personal del i m p u t a d o , lo q u e
h a c e q u e no p u e d a s u b o r d i n a r s e su práctica i n m e d i a t a al
c u m p l i m i e n t o escrupuloso de las previsiones procedimentales. Ejemplo p a r a d i g m á t i c o de esta situación son los delitos de tráfico de estupefacientes. Así se p r o n u n c i a la STS
de 17-12-1996 q u e afirma q u e «dependiendo la verificación
de los análisis de las sustancias tóxicas de los laboratorios
existentes en instituciones oficiales, y urgiendo su realización en la fase inicial de la investigación sumarial, por diverjas y patentes razones, el sistema seguido es el habitual y
procedente. No puede subordinarse ni condicionarse —se
dice en las Sentencias de esta Sala de 18 noviembre y 20
diciembre 1991, 3 febrero, 3 abril y 10 julio 1992 y 4 octubre
1994— la acuciante práctica del análisis a unos trámites premiosos, de otra parte difíciles de llevar a efecto en cuanto las
personas capacitadas y designadas para el examen de los
productos estupefacientes y su ulterior informe, ostentan
carácter oficial y no están a merced de designaciones de las
partes. Estas podrán adoptar iniciativas tendentes a someter
aquellos dictámenes a contradicción, ya en la fase sumarial,
ya en juicio oral, provocando, incluso, en cuanto sea posible,
la comparecencia de los peritos intervinientes, El dictamen
pudo ser objeto de debate publico en régimen de contradicción. El recurrente, según se ha constatado, se abstuvo de
toda iniciativa, conocedor del informe oficial. No puede
hablarse de que se haya producido indefensión, ni conculcación de normas procesales relativas a la realización del informe
pericial».
(78).
(78) STS de 17-12-1996/RJ 8925.
837
JAVIER CAJAL ALONSO
A este respeto, dice la m i s m a sentencia que «ha de recordarse, en relación con el análisis de las sustancias estupefacientes, que —cual pone de manifiesto el artículo 631 de la
LECiv— el Juez podrá pedir informe a Academias, Colegios o
Corporaciones oficiales, cuando el dictamen pericial exija
operaciones o conocimientos científicos especiales». (79)
Otra de las razones m a n t e n i d a s p o r la j u r i s p r u d e n c i a
ha sido la doctrina de la aceptación tácita. Si las partes
tuvieron conocimiento d u r a n t e la instrucción de la existencia d e u n informe pericial emitido p o r u n o r g a n i s m o
oficial, p u d i e n d o de este m o d o estudiar sus conclusiones y
articular p r u e b a contradictoria p a r a el juicio oral en caso
de discrepar de las m i s m a s , y no lo hicieron, no p u e d e n
luego p r e t e n d e r su i m p u g n a c i ó n p o r el hecho de no h a b e r
c o m p a r e c i d o los peritos al juicio a fin de ratificarlo. Se
entiende que, p o r la pasividad de la p a r t e a quien perjudica el informe, existiría u n a aceptación tácita de las conclusiones de la pericia q u e la convertirían en incontrovertida.
En este sentido, r e s u m i e n d o esta doctrina jurisprudencial
m a n t e n i d a en m u c h a s o t r a s sentencias, el ATS de 23-101996 señala q u e «por lo que respecta al informe pericial
sobre la naturaleza de la droga incautada, de acuerdo con la
doctrina que se deriva de las Sentencias del Tribunal Constitucional de 5 julio 1990 y 11 febrero y 11 marzo 1991 (también en innumerables Sentencias del Tribunal Supremo, tales
4 febrero 1994, 8 febrero 1993, 13 marzo 1992 y 20 diciembre y 11 marzo 1991, entre otras muchas) resulta: a) que la
falta de objeción al análisis pericial cuando el plenario, supone que tácitamente se vino a consentir la realidad de la pericia, siendo entonces criticable, desde el punto de vista procesal, la conducta de quien formula ahora una extemporánea
reclamación si ya no hay posibilidad de rectificar la situación que anticipadamente consintió y asumió; y b) que los
dictámenes periciales procedentes de órganos o departamen-
(79) Igual referencia que en nota anterior.
838
LA PRUEBA PERICIAL
tos especializados de la Administración, en atención a las
garantías técnicas y de imparcialidad que los respectivos
centros y Laboratorios oficiales ofrecen, han de merecer la
consideración formal de pruebas válidas,
constitucionalmente, a efectos de la presunción de inocencia, aunque no
fueren ratificados en el juicio oral, siempre y cuando las partes, como aquí aconteció, prestaren su concurso expreso o
tácito por ausencia de impugnación respecto del resultado o
respecto de la competencia e imparcialidad profesional de los
peritos (STS 7 marzo 1994).
Nada se objetó durante la instrucción, ni en el plenario a
la prueba pericial practicada, por lo que de acuerdo con lo
expuesto debe concedérsele plena validez a los efectos de
enervar el derecho a la presunción de inocencia que se invoca». (80)
E s t a posición no significa, según la jurisprudencia,
n i n g ú n c u e s t i o n a m i e n t o de las reglas generales de p r o d u c ción, práctica y validez de la p r u e b a pericial ni, m u c h o
m e n o s , u n a inversión de la carga de la p r u e b a q u e corresp o n d e a las acusaciones en n u e s t r o proceso penal, sino q u e
ú n i c a m e n t e p o n e de manifiesto q u e los hechos que d e b e n
ser objeto de p r u e b a son los controvertidos, p o r lo q u e si la
p a r t e afectada no cuestiona el resultado de la pericia oficial no p u e d e luego p r e t e n d e r q u e se le niegue valor probatorio. (81)
P e r o la razón, fundamental, a n u e s t r o juicio (82), la
constituyen motivos de o r d e n práctico circunscritos a la
p r o b l e m á t i c a presencia de los funcionarios en todos los
juicios en los q u e su ratificación fuera requerida. Por
_
(80) ATS de 23-10-1996, RJ 7762. También, entre otras muchas, SSTS de 9-7-1994,
RJ 5702; de 13-7-1993, RJ 5924; de 29-10-1990, RJ 8379.
(81) Así se expresan, por ejemplo, las SSTS de 1-12-1995, RJ 8968; de 29-4-1994, RJ
3315.
(82) En el mismo sentido, VEGAS TORRES, J., Presunción de inocencia y prueba en
el proceso penal, 1993, pág. 343; también, MIRANDA ESTRAMPES, M., La mínima
actividad probatoria en el proceso penal, 1997, pág. 465.
839
JAVIER CAJAL ALONSO
tanto, el sacrificio de las plenas posibilidades de desarrollo
de un juicio contradictorio y con la inmediación del juez
respecto a estos informes viene justificado por razones de
oportunidad mayoritariamente, como es reconocido por
algunas sentencias sin complejo alguno (83). Incluso si
luego se han ido depurando las justificaciones ofrecidas
por la jurisprudencia, como hemos visto, la causa primera
de la no exigencia de su presencia en el juicio oral parace
ser la expuesta.
Ello ha sido criticado por un sector de la doctrina (84),
correctamente a nuestro juicio, por entender que las
garantías que constitucionalmente disciplinan la práctica
de la prueba, y en concreto de la prueba pericial, no deben
ceder por razones de oportunidad. Por otro lado, forma
parte de las funciones de los peritos de dichos organismos
el acudir al llamado de los tribunales a fin de ratificar y
hacer Valer los informes por ellos emitidos, no siendo de
recibo el sacrificio parcial de las garantías por una mayor
o menor comodidad de los peritos. Todo ello sin perjuicio
de la real afectación del funcionamiento de dichos organismos en caso de exigencia estricta de la presencia de sus
miembros en los tribunales a fin de ratificar sus informes,
perjuicio que deberá evitarse arbitrándose legalmente
otros sistemas pero, en ningún caso, menguando el pleno
desarrollo de las garantías procesales y de defensa que
rigen en el proceso penal.
Una posible solución a este problema fue planteada por
la Fiscalía General del Estado en la Instrucción número
9/1991, en la que se exhortaba a que los fiscales promovieran durante la instrucción que los análisis de droga —y por
extensión, el resto de informes oficiales— se ratificaran
ante el Juzgado como prueba anticipada y de forma contradictoria con intervención de las partes, concentrando tal
(83) Por ejemplo, STS de 29-10-1990, RJ 9255.
(84) Ver nota 82.
840
LA PRUEBA PERICIAL
ratificación en días concretos y de forma sucesiva. Si bien
la aplicación de esta idea no estaría exenta de problemas,
por lo menos es una propuesta de solución más respetuosa
con las garantías que la planteada jurisprudencialmente,
aunque su nula aplicación en la práctica por parte de los
fiscales la ha sumido en el más profundo olvido.
De todas formas, a pesar de estas críticas, el Tribunal
Supremo ha venido aplicando esta doctrina sin complejos.
Incluso en alguna sentencia se ha insinuado la posibilidad
dé que sea aplicada a cualquier informe pericial realizado
durante la instrucción del que las partes tengan conocimiento a la hora de plantear sus escritos de calificación,
acusación y defensa sin cuestionamiento alguno del
mismo. A este respecto, la STS de 18-7-1998 dice que
«practicada la pericia en trámite de instrucción, conocida así
por las partes al darles traslado de la causa para calificación,
sin que sea rechazada y sin que nadie proponga al respecto
prueba alguna para el acto del juicio, en este caso, debe estimarse que hubo una aceptación tácita, y ha de reconocerse,
aptitud a esas diligencias periciales o cuasipericiales para ser
valoradas como verdaderas pruebas, máxime si han sido realizadas por un órgano de carácter público u oficial» (85)
Ahora bien, como se ve en la jurisprudencia estudidada, se exigen una serie de requisitos para que estos informes periciales emitidos por organismos oficiales puedan
ser valorados como prueba válida susceptible de enervar la
presunción de inocencia. En primer lugar, dichos informes
deben de figurar en las actuaciones cuando las partes reciben traslado de las mismas para formular sus respectivos
escritos de calificación, acusación y defensa. Esta exigencia deriva de la necesidad de que las partes, en ese importante momento en que formulan las afirmaciones de
hechos que posteriormente deberán probar en el juicio
(85) STS de 18-7-1998, RJ 7005. En sintonía con esta posición, SSTS de 30-12-1995,
RJ 9637; de 12-12-1995, RJ 9238.
841
JAVIER CAJAL ALONSO
oral y en el que deben proponer la prueba de la que quieran valerse para ello, conozcan perfectamente la existencia
y contenido de dichos informes periciales.
En segundo lugar, es necesario que la parte a la que las
conclusiones de dichos informes pueda perjudicar no haya
efectuado impugnación de los mismos, bien impugnando
u objetando sus resultados, bien solicitando la presencia
de sus autores en el acto del juicio oral, bien cuestionando
su imparcialidad o competencia técnica, o bien solicitando
la práctica de contraprueba tendente a combatir los informes obrantes en autos.
La aplicación hasta sus últimas consecuencias de esta
doctrina por parte de la jurisprudencia ha llevado a exigirse por ésta la necesidad de una actitud activa por la parte a
quien perjudiquen las conclusiones de los informes oficiales tendente a cuestionar sus resultados. El Tribunal Supremo tiene declarado que no basta con una mera impugnación formal de dichos informes, que no es suficiente la
impugnación meramente pasiva y, además, debe ser susceptible de tener relevancia para el fallo. Así, no vale tan
sólo decir que se impugna la pericia oficial, sino que debe
proponerse prueba al respecto a fin de practicarse en el juicio oral, proponiendo contraprueba o solicitando la presencia en el juicio de los autores de la pericial impugnada.
En este sentido se pronuncia la STS de 19-6-1995, que estableció que «la defensa en su escrito de calificación provisional impugnó expresamente los folios de la instrucción referidos a los análisis de la droga, pero, como no propuso prueba
alguna al respecto, ninguna se practicó en el juicio oral, por
lo que conservó su validez el análisis hecho por el organismo
oficial correspondiente». (86)
Tampoco vale la impugnación cuando pueda carecer de
relevancia para el resultado de la causa. Por ejemplo, la
(86) STS de 19-6-1995, RJ 4827. Del mismo modo la STS de 18-7-1998, RJ 7005.
842
LA PRUEBA PERICIAL
STS de 28-9-1996 dice t e x t u a l m e n t e q u e «la posibilidad de
dar valor documental a los informes químicos oficiales sobre
la composición de las sustancias incautadas al acusado, no
excluye su derecho a impugnar tales informes, mediante la
realización de un nuevo análisis y el debate en el juicio de
sus conclusiones. Sin embargo, este derecho que le asiste no
se puede considerar vulnerado cuando la prueba propuesta,
en el mejor de los casos no hubiera podido tener ninguna
incidencia en el resultado de la causa».. (87)
Llevando al extremo, a n u e s t r o juicio, la consideración
c o m o p r u e b a de cargo sin ratificación de los informes periciales emitidos p o r o r g a n i s m o s oficiales, la STS de 21-51996 dio validez a tales informes a pesar de q u e no se p u d o
practicar u n a contrapericia solicitada p o r la defensa y
a d m i t i d a p o r la Sala p o r q u e de forma irregular, se había
destruido la droga sin autorización judicial, r e p r o c h a n d o
incluso a la defensa que no se h u b i e r a p r e o c u p a d o p o r el
destino de la droga. Dice textualmente esta sentencia q u e
«la Defensa interesó una pericial contradictoria en su escrito de conclusiones provisionales de 6 de febrero de 1995. La
Audiencia admitió la prueba propuesta cuya práctica fue
imposible porque la droga incautada había sido destruida
con fecha 25 de agostó de 1994... Cuando por Auto de 27
diciembre 1994 se acuerda continuar la causa por los trámites del Procedimiento Abreviado y pasarla al Ministerio Fiscal, la parte —asistida de Letrado— no propone diligencia
alguna encaminada a un análisis contradictorio ni hace
pedimento dirigido a tal fin. Hasta el trámite de conclusiones
provisionales, pues, no, se hace tal propuesta ni se ha mostrado el menor interés por el destino de la droga. Para el Acto
del juicio oral tampoco se pide la comparecencia de los Peritos que realizaron el análisis oficial.
(87) STS de 28-9-1996, RJ 7562. También puede verse esta postura, entre otros, en
ATS de 9-10-1996, RJ 7138.
843
JAVIER CAJAL ALONSO
Con esos antecedentes procesales debemos de determinar
si la imposibilidad de la práctica de la prueba pericial propuesta supone vulneración del Principio de Presunción de
Inocencia. Nótese que no ha habido denegación de prueba,
sino imposibilidad de su práctica. Matiz éste que hace cobrar
especial relevancia al carácter oficial de la prueba pericial
practicada en la fase instructora y al comportamiento procesal de las partes en la fase de Plenario.
Bien es cierto que la actuación del Ministerio Público en
dicha fase no se acomodó a la diligencia sugerida en las Consultas 2/1986 e Instrucciones de la Fiscalía General del Estado de 28 de noviembre de 1984 y 10 de diciembre de 1985
actualizadas por la 9/1991, pero la fórmula de «dar por
reproducida» — n o suficiente para hacer efectiva tal reproducción en el Acto del Juicio Oral—, lo es, sin embargo,
como expresiva de la asunción del contenido probatorio del
dictamen pericial cuestionado y, desde luego, en modo alguno cierra el debate sobre dicha prueba.
El Fiscal con dicha fórmula estereotipada hace suyo el
resultado de tal probanza, incorporándolo a su patrimonio
acusatorio. La irregularidad procesal que —en sede de legalidad ordinaria—, supone no solicitar su lectura, no cercena
definitivamente su eficacia para destruir el Principio de Presunción de Inocencia, cuando existen otras pruebas y cuando el centro emisor del dictamen tiene carácter oficial, y, no
cierra en absoluto la facultad de la asistencia letrada del acusado para contradecir el contenido de aquélla pidiendo la
presencia en juicio de los Técnicos que emitieron el informe
de referencia o a través de otros Peritos que podrían cuestionar desde los métodos utilizados para realizar los análisis
hasta sus propios resultados a la vista de aquéllos. Ello no
significa — c o m o señala el autor del recurso— trasladar la
carga de la prueba a quien no viene obligado a ello, sino a
ajustar a su preciso alcance el juego de la buena fe procesal
y la operatividad de tal principio.
844
LA PRUEBA PERICIAL
En definitiva, no debe admitirse que, por el hecho de que
la prueba pericial cuestionada no se haya practicado durante el acto del juicio oral, pueda afirmarse que la parte haya
quedado privada de contradecir, en cuanto que durante el
acto del Plenario, aquélla —perfecta conocedora del contenido del
dictamen—pudo
formular cuantas alegaciones tuviera por conveniente así como las alternativas que estimase
pertinentes.
Las especiales circunstancias del caso —imposibilidad
del, análisis contradictorio y el comportamiento procesal de
la parte— privan de operatividad al Motivo, el cual, por
tanto, se desestima». (88)
Respecto a la irregular destrucción de la sustancia, sin
autorización judicial y sin que se h u b i e r a n conservado
m u e s t r a s p a r a facilitar, precisamente, un contranálisis,
continúa diciendo la sentencia citada que «no toda irregularidad procesal necesariamente está abocada a producir indefensión. Si la prueba era pertinente, pero también lo fue la
medida que acordó la destrucción de la droga aun cuando no
cumplió todos los requisitos formales exigidos, hemos de referirnos necesariamente a la existencia de un completo análisis
previo a la destrucción que acreditaba sobradamente el extremo cuestionado. Tal resultado analítico propició la solicitud
de cuantas aclaraciones estimara la defensa de los recurrentes, en la fase plenaria, lo cual no consideró procedente, por lo
qué mal puede hablarse ahora de indefensión». (89)
Ahora bien, este reforzamiento de la validez p r o b a t o r i a
de! los dictámenes emitidos p o r organismos oficiales no
quiere decir, lógicamente, q u e se p r o c l a m e la infalibilidad
de los m i s m o s . Señala con relación a este t e m a la STS de
23-6-1999 q u e «es doctrina reiterada y pacífica de esta Sala
Segunda que cuando de actividades delictivas de tráfico de
drogas se trata, los Informes Periciales practicados por Cen(88) STS de 21-5-1996, RJ 4552.
(89) STS de 21-5-1996, RJ 4552.
845
JAVIER CAJAL ALONSO
tros e Instituciones oficiales gozan de la garantía de imparcialidad, objetividad y solvencia, por lo cual, «salvo que
alguna de las partes interese expresamente la ratificación de
los técnicos informantes la ampliación por los mismos de
extremos determinados... no se considera preciso ni la ratificación de los mismos ante la autoridad judicial ni la presencia de los peritos en la vista del juicio oral» (STS de 11 de
noviembre de 1996, entre muchísimas). Pero no es menos
cierto que, hasta donde se sabe, los informes oficiales no
gozan de infabilidad, sino que no están exentos de la posibilidad de error. Por ello, la parte acusada tiene pleno derecho
a «someter el dictamen oficial a debate contradictorio y a
designar peritos antes o después de conocer el dictamen vertido por los peritos designados por el Juez» (STS de 22 de
octubre de 1994). Porque, el acusado en un proceso penal
tiene derecho a valerse de aquellas pruebas de descargo, que
sean pertinentes y estén encaminadas a demostrar y aportar
todos los datos que sean favorables para sus tesis exculpatorias». (90)
Últimamente, consciente el Tribunal S u p r e m o de que
quizá se estaba llevando esta interpretación d e m a s i a d o
lejos, en un reciente Pleno de la Sala S e g u n d a celebrado el
p a s a d o 21 de m a y o de 1999 se a c o r d ó q u e no se r e p u t a r á
necesaria la explicitación de los motivos concretos de la
i m p u g n a c i ó n q u e p u e d a efectuarse de la pericial oficial,
b a s t a n d o la simple i m p u g n a c i ó n de la m i s m a p a r a q u e sea
necesaria la presencia de los peritos q u e la llevaron a cabo
en el juicio oral, garantizándose de ese m o d o la posibilidad
de su contradicción efectiva.
En aplicación de dicho acuerdo, la i m p o r t a n t e STS de
10-6-1999 establece que «la posibilidad que el acusado tiene
de pedir la citación del perito al juicio oral para que allí
emita su informe bajo los principios de contradicción e
inmediación debe entenderse como una mera facultad, y no
(90) STS de 23-6-1999, RJ 5845. También, STS de 13-7-1992, RJ 6394.
846
LA PRUEBA PERICIAL
como una carga procesal del acusado para desvirtuar su eficacia: en efecto, siendo la regla general que la prueba pericial
se practique en el juicio oral, y siendo lo contrario excepción
fundada en la aceptación expresa o tácita del informe obrante como documental en los autos, al acusado le basta cualquier comportamiento incompatible con esa aceptación tácita para que la regla general despliegue toda su eficacia; por lo
tanto podrá tanto pedir la comparecencia del perito, si así lo
estima oportuno, como impugnar el dictamen documentado
—aun sin necesidad de interesar la citación de quien lo emitió— si así lo considera mejor. En ambos casos, excluida la
excepción que deriva de su posible aceptación, el peritaje
debe practicarse en el juicio oral. El problema radica entonces en perfilar los términos de la impugnación: A este respecto debe significarse que no necesita motivarse explicitando las razones de la discrepancia o de la impugnación, y que
en caso de motivarse, no deja de ser tal la impugnación, en
tanto que por sí misma desmiente su aceptación tácita, cualquiera que sea la causa en que se apoye. El referido Pleno no
jurisdiccional de esta Sala celebrado el día 21 de mayo pasado ha aprobado que siempre que exista impugnación se practicará el dictamen en el juicio oral aunque aquélla se funde
en la negación de presupuestos de validez que en verdad concurran en el caso de que se trate.
En el presente caso uno de los acusados se opuso en conclusiones provisionales al valor probatorio del informe realizado por Laboratorio Oficial sobre la naturaleza y cantidad
de la sustancia aprehendida aduciendo que al estar suscrito
por un solo perito carecía de valor en proceso ordinario. El
alegato como quedó expresado en el fundamento anterior no
resulta atendible, pero no por ello dejó de impugnarse el
informe y por consiguiente, no habiendo aceptación expresa
ni tácita, el dictamen debió practicarse en el juicio oral con
la personal comparecencia del perito —o de los peritos— que
lo emitieron a fin de informar en el acto de la vista bajo el
principio de inmediación y sometiéndose a las preguntas que
las partes estimaren oportuno realizar.
847
JAVIER CAJAL ALONSO
Por lo expuesto, y en aplicación de la interpretación aprobada en el Pleno de esta Sala a que se hace mención, debe
confirmarse el criterio de la Sala de instancia sobre la falta
de prueba de cargo válida relativa a la naturaleza de la sustancia». (91)
Por último, se exige q u e el contenido de dichos informes se introduzca de algún m o d o en los debates del plenario, bien c o m o p r u e b a d o c u m e n t a l p o r la vía del artículo
726 LECrim o a través de su lectura c o m o diligencia sumarial irreproducible p o r la vía del artículo 730 de la m i s m a
ley, si bien p o r la vía de la aceptación tácita de los m i s m o s
a n t e r i o r m e n t e expuesta, se llega a calificar a dichos inform e s c o m o aptos p a r a desvirtuar la p r e s u n c i ó n de inocencia p o r no resultar controvertidas las conclusiones de los
m i s m o s sin referencia alguna a los artículos citados. En
esta línea la STS de 29-1-1996 dice q u e «la defensa ha tenido en sus manos la posibilidad de disentir del dictamen oficial farmacológico proponiendo una pericia contradictoria o
exigiendo una revisión de la ya realizada. Para ello dispuso
de todo el tiempo que duró la investigación judicial y pudo
incluso, proponer la prueba en el escrito de calificación provisional, pero no lo hizo así sino que, mostró implícitamente su conformidad con el resultado al no realizar ninguna
alegación sobre este punto durante la intervención oral para
informar en defensa de sus tesis exculpatorias». (92)
El Tribunal S u p r e m o no m a n t i e n e u n a p o s t u r a uniforme a este respecto, c o n s i d e r a n d o en ocasiones que el acceso al juicio oral de los informes oficiales tiene lugar a través de lo q u e el artículo 726 LECrim dispone p a r a la
p r u e b a d o c u m e n t a l y, en otras, que se trataría m á s bien de
un supuesto de p r u e b a s u m a r i a l irreproducible q u e ten(91) STS de 10-6-1999, RJ 5430.
(92) STS de 29-1-1996, RJ 55. En el mismo sentido se pronuncia, entre otras muchas,
la STS de 10-6-1993, RJ 5099.
848
LA PRUEBA PERICIAL
dría su e n t r a d a a través de la lectura prevista p o r el artículo 730 LECrim.
Por ejemplo, la STS de 11-11-1996 es reflejo de la opin i ó n de q u e estos informes acceden al plenario c o m o p r u e ba d o c u m e n t a l , señalando q u e «es ya firme la doctrina
constitucional y de esta Sala en el sentido de que los informes prestados por órganos oficiales, practicados en fase instructoria y de los que rio se haya pedido por ninguna de las
partes su reproducción en el plenario, pueden ser valorados
si son traídos el mismo como prueba documental, sin que
concuerde con la buena fe alegar contradicción cuando
quien la alega tuvo oportunidad de proponerla para la vista
y contradecirla entonces») (93)
En esta m i s m a línea, m u y graficamente, la STS de 264-1999 dice q u e «es evidente que dar por reproducida, en el
acto del juicio oral, una prueba pericial que se practicó en la
fase de instrucción no tiene demasiado sentido. La prueba
pericial propuesta para el plenario se practica ante el Tribunal o sencillamente no se practica. Si la parte que la propuso renuncia a su celebración, podrá sustituir la pericial
renunciada por una prueba documental si existe en los autos
un informe pericial con valor de documento y el mismo ha
sido propuesto como tal, pero ello no significará que se haya
«reproducido» aquella prueba pericial. Sí puede ser reproducida, en cambio, una prueba documental si todas las partes
renuncian a su lectura cómo ocurrió en el acto del juicio oral
previo al pronunciamiento de la Sentencia recurrida. Y debe
recordarse que el informe del Laboratorio de balística de la
Brigada Provincial de Policía Científica de Barcelona era un
documento —así lo conceptúa la jurisprudencia de esta
Sala—y que como prueba documental había sido propuesto
por el Ministerio Fiscal. Esta Sala ha dicho en reiteradas
(93) STS de 11-11-1996, RJ 8247. Igualmente, SSTS de 28-9-1996, RJ 7562; de 1-31994) RJ 1765; de 13-7-1993, RJ 5924; de 27-11-1993, RJ 10013; también, ATS de 9-101996:RJ 7138.
849
JAVIER CAJAL ALONSO
ocasiones que cuando existe en la causa un solo informe
pericial, o varios totalmente coincidentes, sobre un determinado punto del objeto del proceso, es permisible que se pretenda acreditar mediante aquel o aquellos informes, al amparo del art. 849.2.º LECrim, un error del Tribunal de instancia
en la apreciación de la prueba, si las conclusiones de la pericial se hubiesen incorporado al relato fáctico de modo
incompleto, mutilado o fragmentario, o si el Tribunal se
hubiese apartado, sin causa justificada, de unas conclusiones respaldadas por argumentos científicos o técnicos de
indiscutible solvencia. Las mismas razones que han abierto
la posibilidad de impugnar, en un recurso de casación, la
declaración de hechos probados de la Sentencia de instancia
con la fuerza documental que, en determinados casos, se
atribuye a la constancia en autos de un dictamen pericial,
abonan que se pueda valorar como documento en que el Tribunal haya podido cimentar determinados extremos de su
convicción tras apreciar en conciencia su fiabilidad acreditativa, un informe pericial no contradicho por otras pruebas,
emitido por los técnicos de un organismo oficial cuya imparcialidad y solvencia se pueden presumir fundadamente. Un
solo requisito será necesario para que, reconocido el valor
documental del dictamen, pueda asentarse en él la convicción judicial: que las partes hayan tenido la posibilidad de
contradecirlo, proponiendo la citación para el juicio oral de
los técnicos que lo emitieron y sometiéndolo en dicho acto a
contradicción y debate. Si no lo hacen así y consienten que
dicha prueba documental se dé por reproducida en el juicio
oral, el Tribunal podrá apreciar en conciencia su eficacia
probatoria junto con el resto de las pruebas aportadas». (94)
Incluso en su consideración c o m o p r u e b a d o c u m e n t a l ,
no se ha p u e s t o objección alguna p o r p a r t e del Tribunal
S u p r e m o a fin de d a r validez a tales informes p o r el h e c h o
de q u e h a y a n sido incorporados a la causa m e d i a n t e fax.
(94) STS de 26-4-1999, RJ 3214.
850
LA PRUEBA PERICIAL
Como se lee en la STS de 18-2-1999; «la Sala de instancia
contó como prueba de cargo con el análisis elaborado por un
Laboratorio Oficial del Ministerio de Sanidad y Consumo, en
que se determina que se trata de una mezcla de heroína y
cocaína con un peso neto de 1,9226 gramos. El informe pericial obra a los folios 65 y 66 de los autos, y a su validez probatoria no se opone el sistema de remisión utilizado mediante fax cuando los acusados no han impugnado su
autenticidad y forma de constancia en la instancia». (95)
C o n t r a r i a m e n t e a esta línea jurisprudencial, o t r a s sentencias consideran q u e los informes periciales q u e c o n s t a n
en autos remitidos d u r a n t e la instrucción t i e n e n naturaleza de p r u e b a pericial y su acceso al plenario, si no se ha
p r o p u e s t o p o r las partes la comparecencia de sus autores,
debe hacerse a través de su lectura tal y c o m o establece el
artículo 730 LECrim p a r a las diligencias s u m a r i a l e s irreproducibles. En este sentido se p r o n u n c i a la STS de 8-91993, q u e dice q u e «la diligencia pericial practicada en el
sumario normalmente
en casos como el presente, no es
posible su reproducción en el juicio oral, bien por destrucción espontánea o provocada del objeto o porque no es hacedero repetir el análisis ante el Tribunal sentenciador. Es el
caso de las drogas y sustancias psicotrópicas y estupefacientes. Frente al análisis efectuado (y son en general miles los
que se llevan a cabo por las Instituciones encargadas oficialmente de ello —Ministerio de Sanidad y Consumo, Guardia
Civil, Policía, etc) cabe, en efecto, que la parte lo contradiga,
pero esta contradicción debe conducirse por el camino de la
oposición al dictamen o análisis ya efectuado por las razones
que en cada caso se expongan, por la proposición de otros
peritos y si es posible disponer de la sustancia para nuevos
análisis y con la lectura del informe, de acuerdo con el art.
730 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, a fin de controvertirlo en el acto del juicio oral». (96)
(95) STS de 18-2-1999, RJ 1421.
(96) STS de 8-9-1993, RJ 6707.
851
JAVIER CAJAL ALONSO
Consideramos m á s correcta esta última posición jurisprudencial, p u e s t o q u e la lectura efectiva s u p o n e u n a
expresión m a y o r de la posibilidad de contradicción. Por el
contrario, no faltan resoluciones q u e no c o n s i d e r a n necesaria la lectura. Citaremos, a m o d o de ejemplo, la STS de
18-7-1999, q u e dice q u e «en lo que concierne a la alegación
complementaria de no haberse dado lectura al informe pericial oficial, baste señalar: a) que las pruebas preconstituidas
no precisan ser reproducidas en la vista oral; b) que, al igual
que sucede cuando se trata de traer al juicio oral las declaraciones de testigos o acusados para su confrontación con las
vertidas en este acto, no es inexcusable su lectura si del debate promovido en el juicio oral se ponen de manifiesto aquellas primeras manifestaciones, lo mismo ocurre respecto de
otras diligencias practicadas en la instrucción si su contenido (aunque no sea leído) se revela cuando se debate en el
acto de la vista, como sin duda tuvo que suceder cuando el
repetido informe pericial fue impugnado por la defensa en
dicho acto, como el mismo recurrente admite». (97)
Por ú l t i m o , y p a r a concluir este a p a r t a d o , se ha plant e a d o r e c i e n t e m e n t e el p r o b l e m a de la validez de la p r u e b a pericial p r a c t i c a d a p o r funcionarios p ú b l i c o s c u a n d o
el E s t a d o está p e r s o n a d o en la c a u s a c o m o a c u s a c i ó n a
través del Abogado del E s t a d o e, incluso, c o m o p u e d e
o c u r r i r en los delitos c o n t r a la H a c i e n d a Pública, c u a n d o
la iniciativa de i n s t a r el p r o c e s o p e n a l h a y a surgido, p o r
ejemplo, de la p r o p i a Agencia Tributaria. Dice r e s p e c t o a
esta cuestión la S T S de 5-10-1999 q u e «el informe realizado por los peritos de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria, accede a la causa en virtud de la solicitud
que realiza el Juzgado de Instrucción y es independiente de
los avatares procesales que se derivan de la personación del
Abogado del Estado como parte acusadora, al ser el Estado
el perjudicado por la malversación de los caudales públi-
(97) STS de 18-7-1998, RJ 7005. En el mismo sentido, STS de 24-3-1994, RJ 5999.
852
LA PRUEBA PERICIAL
cos. Como puede verse, ambas instituciones (Agencia Tributaria y Abogacía del Estado), actúan desde planos distintos; los peritos de la primera desarrollan una actividad
investigadora solicitada por el Juzgado Instructor y prestan
su
colaboración para determinar las circunstancias que
concurren en el hecho investigado. Su indepevidencia está
por encima de toda sospecha y si la parte recurrente hubiera estimado que carecían de esta cualidad y eran parciales,
debió recusarlos en el momento procesal opoituno y al no
hacerlo así admite su imparcialidad e integridad. Son peritos y como tales actuaron en virtud de la orden judicial que
los designa y no sólo limitaron su actuación a emitir el
correspondiente informe, sino que se sometieron al debate
contradictorio del juicio oral. Si prosperase la tesis del
recurrente, en todos los casos en que se personase el Abogado del Estado para defender los intereses de las Administraciones Públicas,, no se podrían utilizar peritos pertenecientes a organismos oficiales, lo cual no es admisible ni
tiene encaje en nuestro sistema procesal que contempla, en
el\ artículo 465 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la
participación de peritos oficiales en la elaboración de dictámenes solicitados en el curso de una investigación criminal». (98)
11.
P R U E B A PERICIAL S O B R E FUNCIONAMIENTO D E
ARMAS Y BALÍSTICA
En d e t e r m i n a d o s delitos —tenencia ilícita de a r m a s ,
r o b o c o n utilización de a r m a s o elementos peligrosos,
etc—, la m i s m a naturaleza del a r m a , así c o m o su idoneid a d p a r a ser u s a d a ha de resultar p l e n a m e n t e p r o b a d a p o r
ser u n o de los elementos objetivos del tipo penal de q u e se
trate, p r u e b a que, n o r m a l m e n t e , se efectuará a través de
(98) STS de 5-10-1999, RJ 7018.
853
JAVIER CAJAL ALONSO
un dictamen pericial efectuado por servicios dependientes
de las fuerzas de seguridad del estado. (99)
Siendo ello así, ha de decirse que resulta de plena aplicación lo señalado con anterioridad en cuanto a los informes periciales realizados por entidades u organismos oficiales a lo que nos remitimos.
Necesitándose en circunstancias normales la realización de una pericia con el fin de probar su funcionamiento o naturaleza, no se ha admitido como prueba válida, por
ejemplo, una mera diligencia de la policía integrante del
atestado en la que se hacía constar que el arma se encontraba en perfecto estado de funcionamiento, dado que esta
simple diligencia no constituía en ningún caso una verdadera prueba pericial. Señala a este respecto la STS de 282-1992 que «dicha diligencia incorporada al atestado policial no constituye propiamente prueba pericial, en cuanto
que no fue acordada por el Juez, ni se produjo la oportuna
delegación como preceptúa el artículo 477 de la LECrim.
Tampoco se hizo constar en las actuaciones todas las vicisitudes ocurridas durante su práctica, tal como exige el artículo 478... ni se hizo una descripción minuciosa del arma
sobre la que recayó la pericia ni se incorporó una descripción
de las operaciones practicadas por los peritos». (100)
(99) La jurisprudencia ha entendido que la idoneidad del arma para su uso puede
resultar acreditada también por pruebas distintas a la pericial. Así, se ha considerado
válido par acreditar dicha idoneidad, por ejemplo, que existan balas en la recámara, que
consten las características del arma tales como marca, modelo, calibre, numeración, la
posesión junto con el arma de munición adecuada, que haya sido disparada, que se haya
sustraído a militares o policías o, incluso, el lugar y circunstancias de la aprehensión. A
modo de ejemplo, la STS de 25-9-1991, RJ 6575, obviando la necesidad de prueba pericial al respecto, dice que la idoneidad del arma para ser usada «admite como demostración de su estado de funcionamiento y operatividad otros elementos distintos del dictamen pericial, como son el hallazgo de proyectiles en la recámara o el lugar y
circunstancias de la aprehensión».
(100) STS de 28-2-1992, RJ 1391.
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