Táboa Redonda 2 Orson Welles 5 7 Kissinger Escenas do Cambio 8 PEN e AELG Domingo 7 de febreiro de 2016 | Número 21 | Coordina: Santiago Jaureguizar Táboa Redonda Domingo 7 de febreiro de 2016 elpRogreso 2 por Ramón Rozas Shakespeare como antídoto El 8 de mayo de 1966 ‘Campanadas a medianoche’ se estrenaba en el Festival de Cannes. El proyecto filmado en España por Orson Welles a partir de varias obras de Shakespeare le valió el premio especial del jurado y nos deja una obra maestra que, como pocas, contiene el universo del escritor desde la mirada apasionada de quien junto a él tomaba aire ante la presión hollywoodiense. ciudadano kane 1941 Actores Joseph Cotten, Dorothy Comingore Duración 119 minutos Charles Foster Kane (Orson Welles) lo ha tenido todo en la vida: dinero, fama, prestigio y mujeres…, pero en el momen- P OCAS FIGURAS son más abrumadoras desde el punto de vista de la creación cinematográfica, así como de lo que supone la importancia de una obra dentro de ese contexto fílmico, como la presencia de Orson Welles. Su precoz descaro irrumpió en Hollywood como un tornado cambiando, ya para siempre, la manera de mirar a través de la cámara, de plantear el tiempo dentro de una narrativa que saltaba por los aires desde que se proyectó por primera vez ‘Cidadano Kane’ (1941). Ese mundo de estrellas y alfombras rojas no fue del todo agradecido con Orson Welles, cada vez más cansado y aburrido del universo de Hollywood, Orson Welles comenzó a desplazarse a Europa, donde, además de ser más reconocido creativamente, su relación con la vida se hacía más intensa y encontraba un respiradero para llevar adelante sus proyectos, cada vez más personales, cada vez más arriesgados e imposibles de llevarse a cabo bajo el férreo control de los estudios hollywoodienses o las líneas rojas de la censura. «Para mí, Europa, más que una elección, representa una necesidad», afirma el director, quien, tras realizar en 1946 ‘La dama de Shanghai’, comprendió de manera definitiva que su libertad creativa, su inagotable manera de ver y entender el cine, no podía limitarse al asfixiante sistema de producción de los estudios. Al igual to de su muerte existen serias dudas de que este hombre fuera realmente feliz. Foster fue un magnate de la prensa de Nueva York que tuvo a los mejores periodistas trabajando para él. Su ambición por el poder justificaba todo tipo de artimañas y manipulación de la información, desde la guerra hispanoestadounidense hasta su campaña para convertirse en gobernador de Nueva York. Su primer matrimonio fracasó y se casó por segunda vez con Susan Alexander a quien exigió más de lo que podía dar. Cuando esta lo abandona, Charles se queda a vivir solo en una enorme finca, Xanadu, donde pasará los que Rita Hayworth en una famosa secuencia de esa película, el director, y su pareja en aquel momento, se veía atrapado ante una serie de espejos que deformaban su propia personalidad, que le angustiaban, desde los presupuestos hasta los plazos de ejecución, pasando por el montaje o los diálogos, cercenados en muchos de sus trabajos anteriores. Orson Welles cruzó el Atlántico en busca de unas bocanadas de aire que en Estados Unidos venían insufladas por los textos de William Shakespeare, quizás del mejor descriptor de la naturaleza humana, algo que siempre obsesionó al director quien, desde sus primeros pasos en el teatro, tuvo al dramaturgo como referencia. Tras ‘La dama de Shanghai’, y como sucederá en sus momentos de zozobra, Orson Welles se adentra en el universo de Shakespeare para fundirse con él, para medirse con el más grande, y entablar una lucha de egos; él que también se tenía por un director especial y que era plena y orgullosamente consciente de su papel en la historia del cine. Todavía en Estados Unidos, pero dentro de una productora singular, especializada en productos de serie B, como la Republic Pictures, realiza la primera película de su gran tríptico shakesperiano, ‘Macbeth’ (1948). Modestos decorados y una narración versificada le reconcilian con la profesión al recuperar la pureza virginal de los inicios, comenzando, al mismo tiempo, a separarse del texto original, vinculándolo con su propia identidad. Ese proceso continuará en su segundo Shakespeare, ‘Otelo’, (1952) ya producido y realizado en Europa y con sucesivas inyecciones económicas a cargo del propio director, al protagonizar papeles como actor en películas como ‘El tercer hombre’ (1949) y otras muchas de dudosa calidad pero que le servían para tener ingresos que invertir en sus proyectos. Cada vez más los universos del escritor y del director van confluyendo en un solo ser, ideológica y estéticamente, Welles depura a Shakespeare y esos problemas económicos para realizar sus películas se convierten en una virtud que aumenta la carga estética del film y abunda en el desarrollo de elementos tan esenciales para Welles como el guion o el trabajo actoral. Pero sin duda alguna la cima de ese maridaje tiene lugar años después de esas dos producciones, tras de nuevo ‘huir’ de ese Hollywood al que había regresado para filmar una obra maestra, últimos años de su vida. Rodeado de valiosas obras de arte y pertenencias de lo más variopintas, Foster se enfrenta a la muerte en la más completa soledad, pronunciando con su último aliento la palabra Rosebud. En realidad la vida del magnate era un misterio para muchos y el periodista Jerry Thompson decide investigar a qué o a quién se refería el fallecido con Rosebud. Después de entrevistar a sus amigos y familiares, entre ellos a su segunda esposa, a su mayordomo o a su tutor durante la infancia, Thompson descubre que el único momento feliz del ambicioso empresario fue su infancia. por r.l. El cuarto mandamiento 1942 Actores Tim Holt, Joseph Cotten. Duración 88 min. A finales del siglo XIX, la mansión Amberson es la más fastuosa de Indianápolis. Su dueña, la bellísima Isabel, es hu- ‘Sed de mal’ (1958), vuelve a Europa y, tras ‘El proceso’ (1962), en 1965 rueda en España ‘Campanadas a medianoche’, adaptando varias obras de Shakespeare: ‘Ricardo II’, ‘Enrique IV’, ‘Enrique V’ y ‘Las alegres comadres de Windsor’, condensadas en la inmensa figura — no solo física, también interpretativa— del personaje de Falstaff, por el que también se conoce a la película. Cincuenta años después, revisar esta película, de la que se ha comercializado una nueva edición con motivo de ese aniversario, supone contemplar un estallido de creatividad, imaginación e ingenio. Interpretaciones brutales, como las del propio Orson Welles, pero también las de John Gielgud o Keith Baxter. Junto a ellas planificaciones absolutamente sorprendentes en una película cimentada plano a plano, obligados muchos de ellos por unos recursos escasos a ser muy cerrados, realizando encuadres que impedían ver contaminaciones, pero que, en cambio, te colocan ante las intrigas del ser humano centradas en los rostros y la interpretación, necesariamente en blanco y negro, y que, al fin y al cabo, era lo realmente importante en una historia que cuenta la relación del heredero al trono de Inglaterra con su padre y un borrachín tabernero y vividor. Esa dualidad del hombre ante la responsabilidad, el destino y el poder, frente a la vida disoluta, la diversión o la amistad, es lo que mueve a cada uno de los personajes dentro de la historia definiendo sus posiciones ante la vida. El propio Orson Welles realizó el diseño de vestuario, se aprovecharon ropajes empleados cinco años antes en la producción de ‘El Cid’; también dibujó las escenografías: filmaba las escenas de cada uno de los actores separadas del resto del equipo para ahorrar costes de estancia y horas de rodaje que luego los suplía con extras; filmaba en iglesias en ruinas y en millada públicamente, aunque de forma involuntaria por su pretendiente, Eugene Morgan. Ella lo abandona y se casa con el torpe Wilbur Minafer. Su único hijo, el consentido George, crece lleno de arrogancia y prepotencia. Eugene, un emprendedor diseñador y fabricante de automóviles, también se casa, y tiene una hija, Lucy, con la que va a la recepción de los Amberson. Las familias inician una relación. George y Lucy vuelven a reencontrarse. No en vano, Isabel nunca ha dejado de querer a Eugene. Muere el marido de Isabel y su hijo impide que se vea con Eugene hasta el punto de programar un viaje por Europa con su madre. Pasado un tiempo los Morgan se enteran de que Isabel está enferma. Isabel muere pronto y, al poco tiempo, lo hace el mayor Amberson. George sufre una serie de dificultades que lo llevan a ser sensible de cara a Eugene. Welles denunció la manipulación sobre la película por parte de la productora. Unos 45 minutos fueron suprimidos y no escribió ni dirigió la secuencia final. El montaje final de la película dura 131 minutos, aunque tuvieron que cortar hasta dejarla en 88 minutos. No consiguió el éxito en las taquillas que se esperaba su director. por R. L. Táboa Redonda Domingo 7 de febreiro de 2016 elpRogreso 3 Aproximaciones al universo Welles un garaje, en vez de en estudios. «Sólo construimos un escenario... La cabeza de un jabalí en un garaje», afirma el director, y así se podría continuar destacando contratiempos que Orson Welles aprovechó para extraer más creatividad a su talento, y así resulta increíble ver algunas secuencias que se cuentan entre las mejores del director, como la de ese Falstaff con una cacerola en la cabeza imitando al rey, o la batalla que se recrea justo en la mitad de la película, rodada en la Casa de Campo y que es toda una lección de narrativa y ritmo, planos deslumbrantes que te colocan ante un genio sin igual. Orson Welles no volvió a dirigir en Hollywood; sus dos siguientes películas, ‘Una historia inmortal’ (1968) y ‘Fraude’ (1973) fueron las últimas de un hombre que vivió la vida como si fuese un personaje de Shakespeare, quizás el único antídoto contra el perverso Hollywood. Macbeth 1948 Actores Orson Welles, Jeanette Nolan. Duración 105 minutos Inglaterra, Edad Media. Macbeth es un noble caballero escocés. Un día, después de una batalla en la que se gana el favor Mis almuerzos con orson welles Henry Jaglom Editorial Anagrama Páginas 352 Precio 24,90 € del monarca, encuentra a tres brujas que le profetizan que algún día llegará a ser rey. Lady Macbeth se entera del vaticinio y procura por todos los medios el trono para su marido, de espíritu débil. Para ello invoca las fuerzas infernales y asesina al rey Duncan. Se las arregla para acusar del delito a Malcolm, hijo del rey, que huye. Macbeth es el rey. Para eliminar rivales, Lady Macbeth ordena que Banco y su hijo sean asesinados. Banco muere, pero el niño consigue huir y salvarse. El soberano tiene entonces una terrible alucinación en la que ve al espectro de Banco que aparece una y otra vez. Macbeth vuelve a pregun- tar a las brujas por su destino. A las invocaciones a las brujas siguen diversas apariciones que atormentan al monarca. Un niño ensangrentado le dice que ningún nacido de mujer podrá causarle daño; otro niño coronado le predice que será glorioso e invencible; desfilan ante él varios reyes; entre ellos Banco. Dominado por la angustia, el rey cae desvanecido. Lady Macbeth lo despierta y lo incita a nuevos crímenes. El pueblo escocés se une a Macduff, cortesano leal al rey Duncan y a su ejército, para salvar a su patria, oprimida por Macbeth. Los remordimientos atormentan al monarca. por r.l. LOS ÚLTIMOS MESES han llenado de diferencine que mantuvo numerosos encuentros tes publicaciones las librerías y las estanterías con el director de ‘Ciudadano Kane’ y que, no dedicadas a la historia del cine, al conmemocon pocos roces y encontronazos, fue capaz de rar, de una sola tacada, varias efemérides alrecomponer un libro lleno de citas, de detalles, dedor de la figura de Orson Welles. En 2015 se de confesiones sobre toda una carrera y lo que celebraba el centenario de su nacimiento, los va confluyendo en ella: proyectos, realizaciotreinta años de su fallecimiento y la filmación nes, retos, actores, colegas, geografías... un de su monumento shakesperiano, ‘Campanalibro para gozar. das a medianoche’. Diferentes editoriales han La editorial española Notorius, especialista recuperado textos ya conocidos, entrevistas en libros de cine, magníficamente editados míticas realizadas al director, argumentos con una calidad fotográfica abrumadora, escritos por Orson Welles, publicó ‘El universo de Orson antologías de su obra y hasta Welles’, un pormenorizado La proyección una edición conmemoratirecorrido por todos los aspecva de su película ‘española’, tos imaginables de su obra: de su nunca además de proyectarse una títulos, actores, objetos, esestrenada ‘Al copia de su nunca estrenatilos, directores... en definida ‘Al otro lado del viento’ y tiva hitos por los que transitó otro lado del darse a conocer la aparición su trabajo y que diferentes viento’ coincide de ocho cajas con materiaautores, pertenecientes a les inéditos que estaban en los territorios más variados, con la aparición posesión de la que fue su críticos, escritores, periodisde ocho cajas pareja los últimos 24 años tas... ofrecen una visión pode su vida, Oja Kodar. Entre liédrica de quien tanta caras con materiales ellos fotografías, proyectos ofrecía. inéditos que que nunca se realizaron y Anagrama también publitenía Oja Kodar unas memorias inacabadas có ‘Mr. Arkadin’, una novela escritas por el propio direcescrita por el director (aunque tor. Todo un tesoro por el que él mismo en el libro ‘Ciudadahabrá que seguir esperando para conocer la no Welles’ nos hace dudar sobre su autoría). integridad de su contenido. Esta novela fue el argumento empleado para Mientras tanto podemos ojear libros como realizar en 1955 una de sus películas que, con ‘Mis almuerzos con Orson Welles’, editado por el mismo título, narraba la vida de un magAnagrama, que contiene diferentes conversanate con muchos puntos en común con su ciones entre Welles y el también director de mítico Ciudadano Kane. cine Henry Jaglom. Otro libro de encuentros Alrededor de ‘Campanadas a medianoche’, y confesiones es el que ha editado Capitán dos son las novedades, la reedición de una Swing, ‘Ciudadano Welles’, con las charlas nueva copia por su 50º aniversario, y un libro mantenidas entre Orson Welles y su colega, firmado por Esteve Riambau sobre ‘Welles y Peter Bogdanovich, también estudioso del Falstaff’ en la editorial Luces de Gálibo. sed de mal 1957 Actores Charlton Heston, Janet Leigh, Orson Welles. Duración 105 minutos Mike Vargas y Susan Vargas son una pareja recién casada formada por un policía mexicano y su mujer estadounidense que interrumpen su viaje de luna de miel después de presenciar en la frontera la explosión de un auto conducido por un mafioso de la droga. El caso lleva al policía Vargas a trabajar en la investigación junto a Hank Quinlan; un corrupto y obeso jefe de la policía estadounidense, que no duda en fabricar pruebas falsas para acusar a un joven que él cree culpable de colocar la bomba. Vargas sabe que las pruebas no son reales e inicia su propia investigación, donde descubre que Quinlan y unos mafiosos están relacionados con el asesinato. Una lucha feroz se desata entre los dos hombres, pues cada uno de ellos tie- ne pruebas contra el otro. Susan es atrapada por los delincuentes, con el fin de que este desista de su investigación. Vargas inicia una carrera en la que acumula pruebas para desenmascarar al sucio jefe Quinlan y así salvar a su esposa. Al final, una gitana que tuvo una relación con Quinlan presagia su triste final. Estados Unidos sirvió a Orson Welles mostrar la mente de un policía amargado por la pérdida de su esposa, que no escatimará ningún método probatorio, sea legal o ilegal. Solo el primer plano secuencia con el que da inicio la narración vale por toda la filmografía de muchos directores. por r.l. Táboa Redonda Domingo 7 de febreiro de 2016 elpRogreso 4 Cuántas cosas hemos visto, Orson por Antonio Costa Gómez Cuántas cosas hemos visto, dice Falstaff en ‘Campanadas a medianoche’ de Orson Welles, que se rodó en parte en Calatañazor, en Soria. «Incluso escuchamos las campanadas a medianoche», dice su acompañante con un gorro de dormir en la cabeza. E N LA NOCHE ocurre lo más vibrante, lo más libre, lo más revelador. Incluso las campanas que avisan y sacuden y trastornan. Y yo fui de noche a Calatañazor. Y conecté con Orson Welles. Entramos en un mesón y pedimos embutido y queso de cabra con vino de la casa. Un tipo dijo: «Qué horror, aquí no funciona el móvil». Y yo pensé : «Coño, ahora tendrás que hablar con nosotros». Pero el tipo siguió mirando su móvil todo el tiempo. Y yo brindé por Orson Welles que hizo resucitar en este poblachón castellano a Shakespeare. Él mismo encarnó a Falstaff, el personaje más simpático, vital, auténtico. En ‘Campanadas a medianoche’ hay una escena en que su compañero de francachelas se vuelve rey y no quiere saber más de la libertad y la vida. Falstaff no se lo cree y dice más o menos : «Bueno, estuvo bien como broma, pero ahora, amigo Harry, vamos a la taberna». Pero el rey habla demasiado en serio. El gran Alfonso Sánchez, que comentaba películas en la televisión hablando por la nariz, escribió en su ‘Iniciación al cine moderno’ que esa secuencia era sublime. Y yo lo creo. Imaginé a Falstaff caminando medio borracho por las callejuelas de Calatañazor, diciendo fanfarronadas y fantasías, soltando desenfados, haciendo de su vida una novela, diciendo atrevimientos jocundos a las mujeres. Me acordé del propio Orson Welles retozando sin miramientos con Jeanne Moreau. Querido Orson, dando vueltas por el pueblo, ¿quién no puede alegrarse de estar en el mismo sitio que tú, de sentarse en las mismas piedras carnosas? Dicen que tenía que sentarse en dos sillas porque no cabía en una sola. Me imagino como transmutaría el pueblo con su envergadura, bebiendo vino tinto con queso y soltando parrafadas de Shakespeare. Y me acordé de ese niño que en la realidad era la hija de Orson Welles, sentado con desolación en unos escalones de Calatañazor, contando que Falstaff ha muerto de tristeza. Otra vez paseaba por Ronda. Decían que a veces en las noches de invierno se ve la sombra de Orson Welles que vagaba junto al barranco mirando con melancolía las aguas del Guadalevín allá al fondo. En realidad nadie lo decía, me inventaba yo eso. Pero lo que es cierto es que Orson Welles amó Ronda desde que tenía 18 años y que en la finca de los Ordóñez se esparcieron sus cenizas en 1987. Y esa ciudad asombrosa y expresionista concuerda bien con su cine asombroso y expresionista. El tajo de cientos de metros se presta muy bien para los picados y los contrapicados de ‘Ciudadano Kane’. O para la profundidad de campo de ‘El cuarto mandamiento’ —qué traducción más gilipollas de ‘The magnificent Ambersons’—, que muestra con vértigo los fondos de las imágenes. Orson Welles hacía cine en relieve, casi en tres dimensiones, o cine en escorzo como los escultores barrocos, como para mostrar la hondura de los seres humanos. Igual que Shakespeare. Orson Welles era el Shakespeare de nuestro tiempo, por eso amó incondicionalmente al genio inglés. Y también amó a Cervantes, y se murió queriendo terminar su ‘Don Quijote’. En las tabernas de Ronda con tapas furiosas se pueden rememorar las francachelas de Falstaff y el príncipe Enrique en ‘Campanadas a medianoche’. Y entre recuerdos de tantas épocas se puede recordar que la vida es pura nostalgia y vidas que se pierden en ‘Los magníficos Amberson’. Y podemos recordar a los complejos y solitarios malvados que dejan ver los pozos insondables del corazón humano en ‘Sed de mal’, en ‘Mr. Arkadin’. Y hasta podemos pensar que la vida y el arte se mueven entre la incertidumbre y la pasión en ‘Fake’. Y es que Ronda con su audacia geográfica, parece una película de Orson Welles. Una vez en invierno estuvimos unos días en Ronda detrás de Orson Welles. Y Consuelo hizo fotos con el móvil como si fueran las escenas tabernarias de cámara en mano de ‘Campanadas a medianoche’, cuando Orson Welles y Jeanne Moreau se acercaban los hocicos llenos de vitalismo. «Cuántas cosas hemos visto», dice alguien varias veces en esa película. Y después de ver tantas cosas Welles eligió dejar su cuerpo en Ronda. Ahora mismo no sé dónde nació, pero sé que eligió soltar su polvo en Ronda, su polvo alborotado, como diría Quevedo, si Quevedo algún día escribiera sobre Orson Welles. Otra vez estábamos en Zagreb y fuimos a la catedral y recordamos que de allí salía Anthony Perkins en ‘El proceso’. Allí Orson Welles expresó la angustia del hombre contra las abstracciones de la burocracia, lo dejó salir solo de la gran puerta del templo, dejó que un obispo-padre le soltara acusaciones metafísicas desde lo alto de un púlpito. Orson Welles sabía que el hombre, con todas sus complejidades, con sus gorduras, con todas las cosas que ha visto, siempre será acusado por los acusadores, por los puritanos, por los burócratas inasequibles. Y otra vez estábamos en París y nos asomábamos a la Ópera y recordamos que allí se desarrolló la pasión de ese hombre que se perdía en los laberintos, que no sabía quien le acusaba, que era culpable solo por haber nacido, como decían Calderón y Kafka. Y que había visto demasiadas cosas, lo cual resulta imperdonable según la ley de los enemigos de la vida. Pero Orson Welles, el mejor intérprete posible de Falstaff —¿alguien recuerda a algún otro intérprete de Falstaff?—, sabía que la vida, aunque esté condenada, aunque esté llena de ambigüedades, es una historia profunda, vertiginosa, que solo se puede mostrar con un montaje loco, con una profundidad de campo vertiginosa, con unos picados alucinantes, como en ‘Ciudadano Kane’. Y sabía que en el fondo solo importa ese trineo que está olvidado en el desván y que los hombres de la mudanza están a punto de quemar y que resume toda la vida trágica olvidada. Cuántas cosas hemos visto, amigo Orson Welles. Y las seguiremos viendo en tus películas. Los cuadriculados no querrán que las veamos, pero las veremos aunque sea en el desván, y si no, nos emborracharemos tú yo por la calle de los vinos de Lugo, y se unirá a nosotros Falstaff para siempre. Táboa Redonda Domingo 7 de febreiro de 2016 elpRogreso 5 por Javier Nogueira Esquecemento oportuno N ON SEI SE A vostedes hai algún personaxe público que lles dea noxo. Non me refiro a eses que alporizan solo de atopalos na televisión ou no xornal senón a aqueles que con velos lle entran ganas a un de trousalo todo —fóra a alma—. A min iso pásame con Henry Kissinger, antiga man dereita de Richard Nixon, probablemente o peor presidente da historia dos Estados Unidos e tipo de altura moral cando menos cuestionábel. O antigo secretario de Estado estadounidense vén de sacar o que se supón será o seu derradeiro libro, ‘Orden mundial’, no que fai un repaso a moitas das cuestións que forman o espiñazo da xeopolítica actual. Se un non sabe absolutamente nada da traxectoria do autor atopará un libro bastante útil, compendio rápido da política internacional actual escrito cun estilo áxil e comprensivo. Non hai unha bibliografía excesiva —a experiencia directa de Kissinger pódea substituír en boa parte dos casos—, hai unha breve explicación histórica e ideolóxica para os problemas máis relevantes e a análise camiña por sendeiros de interese en moitos momentos, sobre todo ao poñer enriba da mesa as contradicións das diferentes potencias rexionais, incluídos os Estados Unidos. Os últimos capítulos están dedicados a problemas máis transversais, como a tecnoloxía e conciencia humana, unha visión ética ás veces esquecida no medio de análises frías. Non obstante é difícil non poñer en cuestión a tese principal que sostén a obra. Kissinger foi sempre un reaccionario que nos últimos anos pasou a soster teses ideolóxicas propias do neoconservadurismo. Aquí trata de destruír —en van— a importancia d a R e vo l u ción Francesa como creadora dos valores que sosteñen as sociedades democráticas e, por extensión, a orde internacional. Para evitar usala como referencia remite o sistema de equilibrio entre potencias ao Tratado de Westfalia (1648), que puxo fin á Guerra dos Trinta Anos. É unha idea peregrina e desafortunada. Aquel tratado, de enorme importancia para poñer fin ás masacres dos conflitos relixiosos en Centroeuropa, nin tivo relevancia ideolóxica —xa saben, liberdade, igualdade e fraternidade— e nin sequera tivo unha enorme vixencia, xa que expertos de toda Europa consideran a Guerra de Sucesión española (1701-1713) como unha guerra mundial a escala da época. Os argumentos de Kissinger non resisten o mínimo exame consciente. Pero claro: é mellor que todos vostedes, sobre todo os máis novos, coñezan a Henry Kissinger. Se len en inglés recoméndolles un libro, ‘The blood telegram’, de Gary Bass. Nel explícase como Kissinger e Nixon permitiron, a pesar dos avisos do cónsul xeral Blood, o xenocidio de centos de miles de bengalís en Bangladés a mans do exército de Paquistán só para manter a súa política de achegamento a China e illamento da Unión Soviética. Este individuo miserábel actuou con frialdade ante a morte de homes, mulleres e nenos e só foi o prólogo a Vietnam. Camboia, Chile ou {El vicio solitario} La tele que queríamos por Portorosa «De ‘La clave’ yo solamente veía las películas, así que supongo que me perdí uno de los mejores programas de nuestra televisión» e L OTRO DÍA VI el principio de un programa de ‘La clave’. Y ya la presentación de los invitados me dejó con la boca abierta: solo con su respuesta a la pregunta de introducción de Balbín demostraron estar a años luz de cualquier contertulio actual. La verdad es que de ‘La clave’ yo solo veía las películas, así que supongo que me perdí uno de los mejores programas de nuestra televisión. Eso escribía, al menos, el crítico barcelonés orden mundial Henry Kissinger Editorial Debate Páxinas 397 Prezo 23,65 € Joan Francesc de Lasa el seis de julio de 1978 en el semanario Destino. En aquel artículo elogiaba la profesionalidad de José Luis Balbín, su preparación, su eficiencia en la moderación del coloquio y, sobre todo, su «insobornable afán de libertad», que más de un problema le causaría. Y acababa su reseña augurando mejores tiempos para la televisión española, una vez liberada de los dictados de «la Voz de su Amo», que durante lustros la habían malformado. El señor Lasa murió en 2004, con lo que tuvo tiempo de ver que su optimismo resultaba completamente infundado, pero la vida le ahorró esta última década de degradación televisiva que no cesa, y que tiene múltiples vertientes. Las más llamativas: la proliferación de programas donde los concursantes, ya canten, bailen, sobrevivan en islas llenas de cámaras o cocinen, deben abrazarse y llorar en público mientras un jurado los humilla; la irrupción del famoso profesional, que sale en la tele porque es famoso y solo es famoso porque sale en la tele, y se caracteriza además por no tener más mérito que el discutir a gritos —una profesora Chipre. Nada detiña un dos mellores e máis brillantes —en palabras do xornalista David Halberstam— á hora de consentir a aniquilación para obter os resultados políticos desexados. Todo isto está suxeito a un esquecemento oportuno no libro. Kissinger semella non ter formado parte nunca dos problemas que describe e actúa cun cinismo verdadeiramente sorprendente. Tampouco ten ningún atranco en louvar a Richard Nixon e pasar por riba dunha cuestión menor —nótese a ironía— como as escoitas ilegais que pretendían rematar co Partido Demócrata, cheo de individuos que estaban na súa lista negra. Xa o de deixar ben a Gerald Ford, coñecido popularmente por ser incapaz de camiñar e mascar chicle ao mesmo tempo, ímolo deixar como unha cousa da idade: noventa e tres anos en maio. Se son quen de se abstraer de todo isto, felicidades. Poderán chegar a un libro de interese e estar máis informado do que sucede no noso día a día, dende as probas con bombas de hidróxeno de Kim Jong Un ata os acordos con Irán. Pola miña parte, vou poñer a Kissinger nun andel e agardo que a seguinte vez que o vexa sexa no palco do Fürth, do que é socio de honra. de Primaria me decía hace unos años que en las reuniones de padres había habido un antes y un después de ‘Sálvame’—; o el pseudoperiodismo que bajo un baño de seriedad no ofrece más que morbo, donde expertos en nada analizan cada mañana media docena de temas, antirreporteros dan cancha a cualquier familiar o vecino desaprensivo que busca su momento de gloria, y se cuentan medias verdades, se expanden rumores, se tergiversa, se manipula y se insinúan falsas conclusiones sin que importen las consecuencias. De fondo, las peores: la renuncia generalizada a cualquier contenido que aporte o exija algo, y el abandono de la labor informativa objetiva en favor de la creación de opinión más burda. Yo no sé si hay un amo que maneja esos hilos. Tiendo más a explicar estas cosas, incluso las peores, como el resultado de una sucesión de decisiones estúpidas y mezquinas. Pero si alguien se hubiese propuesto convertir aquella preciada libertad en algo vacío e inane no habría podido elegir un modo mejor: lograr que la usáramos así. Táboa Redonda Domingo 7 de febreiro de 2016 elpRogreso 6 por Quinito Mourelle En favor de la aventura A UNQUE NO TUVE en su momento la feliz idea de subrayar aquella línea, recuerdo como si lo hubiese leído ayer que, en algún rincón perdido de ‘Paradiso’, José Lezama Lima afirmaba que un hombre comienza a envejecer en el momento en que muere su madre. A cada uno le ha caído en gracia o en desgracia la suya, pero incluso esa advertencia poética podría cumplirse en el caso de aquellos que, por las causas que fueren, no hayan conocido a su progenitora. No es tarea fácil adentrarse en la novela del cubano. Como punto de partida debemos ser conscientes de que apenas tendremos avituallamiento durante la travesía, por muy surtidas y barrocas que sean las mesas que, descritas cual inventarios de colmadas cornucopias e hiperbólicos bodegones, abundan aquí y allá en su tejido literario. En nuestro ahínco por avanzar tendremos que desbrozar con energía la vegetación fantasiosa y críptica, reconocer en incontables ocasiones el hecho de habernos perdido y avanzar como topos horadando galerías en direcciones desconocidas, sin posibilidad de columbrar significados. Experiencia análoga habrán tenido los aventureros que, machete en mano, se hayan internado por los desfiladeros de ‘Hombres de maíz’ de Miguel Ángel Asturias. Ni siquiera el glosario de términos indígenas que probablemente contendrán sus ediciones, ni un diccionario en toda regla, podrán haberles evitado situaciones de enorme perplejidad, momentos en los que el finísimo y desbordante delirio poético del guatemalteco les habrá desnudado intelectualmente ante la impotencia que conlleva la falta de asideros en el ejercicio de la comprensión Marco rubio y la hora de... Eduardo Suárez y María Ramírez Editorial Debate Páxinas 224 Prezo 20,90 € Marco Rubio es el primer hispano en la historia con serias opciones de llegar a la Casa Blanca. Hijo de inmigrantes que huyeron cabal de un texto. Sin embargo, ese mismo relumbrón, esa descarnada y sorprendente maquinaria de la metáfora y la alucinación, impelerá al lector inquieto para continuar. Finalmente pisará tierra firme y paladeará, una vez recuperado el resuello, el recuerdo de gratísimas e inopinadas sorpresas, volátiles como aquella mariposa musical —op 43. nº1— que se incluye en las ‘Piezas liricas para piano’ de Edvard Grieg. La lista de novelas que responden al perfil señalado es más amplia de lo que las estadísticas de libros más leídos podrían contarnos. Con mayor o menor intensidad la mayoría nos hemos reconocido como lectores en ese desasosiego del caminante que, por tener que acudir constantemente al diccionario, por un lenguaje arbolado, por algún tipo de simbolismo inherente al texto pero difícilmente decodificable o por cualquier otro motivo, se halla a punto de claudicar. Me reconfortaría saber que, vencidos o no, reconociésemos que el esfuerzo merece la pena, que perderse es un inconveniente que, en contrapartida, puede rendirnos gran placer, y que el diccionario es un valiosísimo compañero de cabecera, una fuente inagotable que nos rejuvenece en cada visita. El ourensano Bieito Iglesias recoge en su novela ‘Pan e coitelo’ una cita de Ortega y Gasset: «La lucha por un sueño imposible conduce a la melancolía». ¿Por qué no encarar ese pragmatismo y asumir con valentía esos sueños? No son pocos los términos que tendremos que buscar en el diccionario para disfrutar del despliegue léxico de Iglesias. En ocasiones no obtendre- de la miseria de Cuba antes de la llegada del castrismo y que se quedaron a medio camino de hacer realidad el sueño americano, Rubio es una figura con una fuerte carga simbólica. Su padre nunca pasó de camarero y su madre limpiaba hoteles en Las Vegas o Miami, pero Marco se interesó desde adolescente por la política escuchando a un abuelo que admiraba a Ronald Reagan. Se graduó en la universidad e hizo carrera política comenzando por los cargos más modestos en Miami. Su ascenso dentro del partido tiene que ver tanto con su capacidad retórica como con su habilidad para adaptarse a cualquier situación. Llegó al Senado como uno de los favoritos del sector más conservador y poco a poco se ha ido moviendo hacia posiciones más centristas abanderando la reforma migratoria que podría legalizar la situación de millones de inmigrantes indocumentados. Su trayectoria simboliza de modo inmejorable el auge de la comunidad hispana, y permite retratar a la vez a un joven y ambicioso político, y a la joven y ambiciosa comunidad a la que representa, para ofrecer una imagen poliédrica del país más importante del mundo y el papel que los hispanos desempeñan allí. por R. L. Algunas lecturas nos exigen esfuerzos sobrehumanos. En ocasiones, nuestra competencia lectora, la ayuda de diccionarios y, en su caso, de las auxiliadoras notas al pie de las ediciones críticas, no nos garantizan el éxito. ¿Es razón suficiente para desistir? Franquistas contra franquistas Joan Maria Thomàs Editorial Debate El historiador Joan Maria Thomàs hace en ‘Franquistas contra franquistas’ una narración detallada de las desconocidas luchas intes- mos otra respuesta en esas consultas que el silencio, bien porque algunas palabras sean localismos o bien porque sean de acuñación propia. Con idéntica o mayor frecuencia el diccionario sentirá el ansia de nuestros dedos cuando sigamos las peripecias de otro detective, si es que merece ese nombre, protagonista de algunas de las novelas de Eduardo Mendoza. Viene todo esto a cuento, o no, por la publicación de la versión de ‘El Quijote’ de Andrés Trapiello, publicitada como «traducción al castellano actual» de la obra cervantina. Seguramente es el resultado de un trabajo concienzudo y encomiable, pero también el síntoma de que nos dirigimos al callejón sin salida de la simplificación en aras de la digestión generalizada. Sin voluntad de polemizar, me inclino a pensar que empezamos a envejecer como sociedad en el momento en que tiramos por ese camino, pues nosotros mismos estamos matando a nuestra madre. Por ello concluyo con la cita de Lezama Lima que preside la edición de Cátedra de ‘Paradiso’: «Digo esto para que los jóvenes insistan en lo que no comprenden, que vuelvan sobre lo que no entienden, porque al final sus ojos se abrirán ante un mundo maravilloso». tinas que se mantuvieron en el seno de la coalición que ganó la Guerra Civil española. El bando nacional que venció en la Guerra Civil se mantuvo en el poder durante decenios. Era un conjunto cimentado en la lucha y formado por el Ejército, la Iglesia, el partido único creado en 1937, los carlistas de la Comunión Tradicionalista —no siempre integrados en el partido—, los alfonsinos —que después se hicieron juanistas— de Renovación Española, sectores patronales, empresariales, propietarios agrarios y aún decenas de miles de medianos y pequeños campesinos, así como sectores de las clases medias urba- nas. Pese a un programa fundamental compartido —de anticomunismo y antizquierdismo en general, oposición a la democracia y al liberalismo, catolicismo, uso de la violencia como arma política y antimasonería—, el franquismo incluía sectores distintos que competían a la hora de ganar cuotas de poder, o el poder total. Las poco estudiadas luchas entre franquistas nada más terminar la guerra que enfrentó a los españoles constituyen la fascinante historia que marcó el devenir del régimen que dirigía Franco y sus equilibrios internos durante los siguientes cuarenta años. por R. l. Táboa Redonda Domingo 7 de febreiro de 2016 elpRogreso 7 {Fatiga ocular} por Camilo Franco Eloxios da xuventude tardía Hai tres grandes diferenzas no mundo: clase, xénero e xeracional. As diferenzas son grandes e lonxe de ir a menos, cada cambio implica empeoramento. Algunhas desas diferenzas arguméntanse no festival Escenas do Cambio. Desde as chamadas ao público ou desde a documentación duns feitos que parecen pasar noutro mundo pero claramente forman parte deste. I M O S PA R A VELLOS. Facemos moitos esforzos para ignoralo. Pero imos para vellos. A vellez ten mala prensa e publicidade enganosa. E moita retórica. Á vellez pásalle como a todas esas cousas que nos desgustan: xera unha cantidade incrible de literatura. O festival Escenas do Cambio ten intención de poñer o foco fóra do foco, de ofrecer un contradiscurso que xere un discurso novo. E, por veces, non deixa de evocar un paradoxo ofrecer imaxes dun mundo convulso baixo as cubertas da Cidade da Cultura. Era nas películas do Oeste e nos relatos de Jack London onde as tribos abandonaban os vellos para seguir camiño. Eles facíano literalmente. En Occidente todo ten un ton menos dramático, pero os feitos son os mesmos: deixamos os vellos fóra do discurso agás que teña que ver cos netos, coas pensións ou cos seguros de decesos. Isto non é de agora, hai anos que a concepción que a Administración tiña dos vellos quedou retratada cando foron incluídos naquel epígrafe chamado clases pasivas. O ‘Don Juan’ de Voadora tenta rescatar o argumento de todas as interpretacións negativas. O ‘Don Juan’ de Voadora ten máis de Voadora que de Molière e, se busca refuxiarse nalgún mito, é nese que advirte que hai buscar sempre a cara luminosa da vida. Ese mesmo que pode ser reinterpretado desde aquí recoñecendo que de vello tamén se pode ser gaiteiro. Hai que manipular a tradición, pero manipular a tradición é moi tradicional. Hai outra cara da vellez que, por veces, coincide co lado solleiro da rúa. Témola grazas ás empresa aseguradoras e a esa intención de asegurar o noso porvir —que palabra— de todos os planos de pensións bancarios. Voadora and friends rebusca nese territorio para volver a disociar a palabra vellez da palabra fin que, seguramente, é o imaxinario que nos pesa a todos. A compañía traballa máis no desexo que na realidade. En certo sentido, esquiva o documento en favor da interpretación pop da vida: sexa como sexa ten que ter posibilidades de ser asubiada. A de Voadora é unha aproximación melódica a unha ollada imposta da que liberarse. Liberarse da química da sociedade diante da vellez e, algo menos, liberarse desa especie de xuventude tardía que non deixan de anunciar para cando cheguen eses anos. O que non se saltan nunca coa vellez son as barreiras. Porque a día de hoxe hai tres grandes diferenzas na sociedade: as de clase (que agora son vía económica), as de xénero e as xeracionais. Porque, en realidade, non se trata de se a vellez debe ser diferente doutras idades, que o é de feito, senón se aceptamos que sexa como queira ser. Se aceptamos a realidade como queira ser. A relación de Escenas do Cambio coa realidade ten as súas aristas. O festival ten máis vocación propositiva que transformadora e non tanto por si mesmo como porque aquí a transformación que calquera tipo de teatro poida provocar só será percibida cando eses cambios estean asumidos. Para entón ninguén lembrará do teatro. Do festival do Gaiás podería deducirse que hai dúas liñas de intervención na escena contemporánea respecto á realidade. Unha delas chama pola participación xogando a superar as fronteiras do escénico para entrar neses vellos xogos de opinión controlada. Rimini Protokoll vai casa por casa cun xogo sobre como tomamos decisións. Un xogo no que o paródico non quita o consciente. Europa é un lugar onde se poden negar os referendos ou repetilos ata que saia o resultado que ten que saír. Opinión dirixida ou controlada. Ou, postos a non pararse en matices, a opinión convertida en estatística facilmente utilizable. A outra liña da realidade ten que ver co carácter documental dalgunhas das obras do festival. Documental no sentido máis amplo, asumindo un territorio que os medios informativos foron abandonando conscientes a curto prazo, inconscientes a longo. Teatro de advertencia para espectadores acomodados nos seus problemas inmediatos. Escenas de denuncia que reclaman do espectador unha postura menos cómoda que estar sentados. ‘Lagartijas tiradas al sol’ ofrece dúas versións da mesma inmersión nunha realidade inasumible. En Tijuana reconstrúese a experiencia de quen marcha a traballar a esa cidade mexicana aténdose ao salario mínimo. A narración asume a ironía de que quen conta procede doutro mundo e, finalmente, esa barreira entre clases só se salva se o observador nunca deixa de selo. Tamén pode ser paradoxal que a mesma compañía utilice o formato de conferencia para contar a realidade, aínda máis brutal, de como a narcopolítica mexicana asasina periodistas en Veracruz. Non é a única contraposición de Escenas do Cambio. Entre a danza para denunciar a sintaxe da violencia en Palestina de Arkadi Zaides e o repaso á vida coreográfica de Cédric Andrieux hai toda a distancia que ignoramos entre o confort de Europa e a realidade do resto do mundo. Porque os europeos somos como adolescentes aos que un día o seu pai anuncia que quedou sen traballo. E nin sequera pensamos en poñernos a traballar. Táboa Redonda Domingo 7 de febreiro de 2016 elpRogreso 8 por Santiago Jaureguizar Os nosos escritores proban gastronomías É RASE UNHA VEZ un país moi lonxano no que un rei coordenaba a actividade parlamentaria ante a incapacidade dos partidos para formar goberno... Bah! Ese conto non me gusta. Voulles contar outro. Unha noite de néboa camiñaba por Santiago. Para ver ‘Eyes wide shut’ nun cinema tivera que desprazarme dende Lugo á capital. Cruzaba Praterías en dirección ao aparcadoiro, cando se me atravesou unha figura alta vestida de negro, cun sombreiro milanés do século XVIII e a cara escondida por unha máscara de entroido veneciano tan cursi como todas as máscaras venecianas. O intruso anuncioume: «Imos convidalo a entrar no PEN Club. As intrucións están neste sobre, pero non o abra ata chegar a Lugo». ‘Eyes wide shut’ é un suxestivo filme de Stanley Kubrick, un director que pasou á historia por ‘2001. Unha odisea no espazo’, unha película capaz de ralentizar unha dixestión. Pero non lembrei o acontecido en Praterías por ese filme, senón polo blog O Levantador de Minas, de Alfredo Ferreiro. As persoas intelixentes e que transpiran lecturas, como Alfredo, fascínanme tanto como os aparecidos ou as sociedades clandestinas. O pasado luns linlle a entrada ‘Por que calamos @s escritor@s?’ a respecto do Congreso Internacional de Escritores que está preparando o PEN Galicia en Ourense para outubro. A Ferreiro espértalle pouco entusiamo o PEN galego. Escribiu que «polo que teño ouvido, son menos de cen membros, mais non coñezo ningún sitio onde poder consultalo na web. É,polo que parece, un club moi apoiado institucionalmente, mais de funcionamento opaco e caprichoso». Buf! Gústame esta valentía. Non podo dicir se concordo porque ignoro a oferta de actividades e tarxetas de descontos que ten o PEN Club. Érase unha vez nun país lonxano que un señor escuro con sombreiro milanés, como os que saen en ‘Eyes wide shut’, deume un sobre para facerme membro. Metíno nun exemplar de‘Myron’, de Gore Vidal en Grijalbo. Levábao na man e debeu de esvarar entre as páxinas de camiño ao aparcadoiro de Xoán XXIII, onde tiña o coche, ou foi unha ensoñación tras saír do cinema en Compostela. A descrición do PEN Galicia como organización penumbrosa animoume a pedir novamente o formulario, aínda que advirte Alberto Ferreiro de que é «un club selecto no que soamente se entra por convite dunha elite de socios». Leo nese mesmo artigo de O Levantador que a Asociación de Escritoras e Escritores en Lingua Galega (AELG) se caracteriza polo «asamblearismo» e a «transparencia». Nada máis soporífero que un club ao que pode pertencer calquera e que informa de cada actividade que fai. Tan aburrido como ‘2001. Unha odisea no espazo’. Fun socio da AELG e coñecer as súas actividades alentoume a deixar de selo. O martes estiven seguindo os resultados do Caucus de Iowa, que me excita intelectualmente máis que os asuntos graves que preocupan aos colectivos de escritores galegos. Como cada ano electoral nos Estados Unidos, busquei a CNN en internet e baixei ata a Biblioteca Nodal para coller novelas de Gore Vidal. Na CNN en inglés sigo comprendendo unha palabra de cada cinco, pero nas obras de Gore Vidal sempre aprendo sobre política norteamericana. Nada aprendín con ‘Myron’ (Grijalbo), que é ridícula. O mércores informeime de que imos enviar unha remesa de 25 escritores á Feira Internacional do Libro de Bos Aires, que estará dedicada a Santiago de Compostela. Paréceme gratificante mandar os nosos autores a coñecer A Asociación de Escritores e o PEN Galicia levan décadas nunha disputa silenciosa. Alfredo Ferreiro abriu fogo. Agradézollo porque o panorama literario estaba en mar calmo. sabrosas gastronomías e participar en exultantes xogos florais. Os lectores bonaerenses formarán longas colas de lagartixa para conseguir libros en galego dedicados polos nosas figuras literarias. Con todo, non deixo de preguntarme —e de preguntarlle a Anxo Lorenzo— se unha oficina de tradución non sería máis eficaz para internacionalizar a nosa literatura. Había un documental do 2015 que pasara sen pena nin gloria pola miña vida e que descubrín o xoves pola noite. ‘The best of enemies’ conta os debates que organizou a cadea televisiva ABC co gallo das eleccións norteamericanas de 1968. O convidado para o proxecto foi Gore Vidal. Encargáronlle argumentar o punto de vista demócrata, con Humphrey de candidato. Pedíronlle un nome conservador para defender as posicións republicanas, con Nixon como valedor. Designou a William Buckley, a intelixencia maior da dereita norteamericana. Non errou porque Buckley defendía o seu privilexio de clase cunha sinceridade insultante. Enfronte estaba Gore Vidal, obsesionado por facerse perdoar ser fillo da mesma elite supremacista da que procedía Buckley con soflamas socialdemócratas. Vidal personificou a súa loita interior na novela ‘Myron’ (1968), que protagoniza o conservador Myron, que se cambia de sexo para ser a liberal Myra e vingarse dos homes. ‘The best of enemies’ remite ao eterno debate entre conservadores e progresistas. Cando había dous partidos compartindo San Caetano, os socios do PEN queixábanse en privado da «comprensión institucional» que recibía a AELG. A diverxencia entre o PEN e a AELG ten as trazas de Vella Política e Nova Política; entre organización de cadros e organización de masas, que dicíamos nos 80. En ambos os modelos hai unha elite dominante coa inercia para permanecer; como en calquera actividade humana, nada excepcional nin indignante. Os dez debates que mantiveron Gore Vidal e William Buckley soamente lles permitiron chegar a un acordo: odiábanse. O rancor duroulles en vida e no alén. Cando morreu Buckley, en 2008, Vidal despediuno escribindo que desexaba que ardese no «inferno», pero confesaba que a chegada do seu rival farío «un lugar máis divertido». A ningún dos dous lles faltaba o sentido do humor, unha virtude tan ausente nas nosas elites intelectuais.