WIADRID NUMERO 9-55 H MAYO, ly6b NOTAS SOBRE ABONOS Por JOSE GARCIA FERNANDEZ lugenirro Agrónomo. ^^^^^^y^^ ^^ ^/^O //í^0^%%%%^^^% ^^ ,%^^ ; ; „^,i^i^^, ^^ ^^i ,^^^ ^^^ ,i,/^^^^ , ^^ / ,,,, ,, , ,i^ ^ ^?^9^ ^% ^^.%. %h^i %^.i ^^o^^ / ^^/^///'ii////^^/ / ^ / ,^ / / /9 %i ^;%i^ ^ j^ ^ i^ % ^ i%% ^y^/^ ////ii,j;%°%/ ó^^/^^ ^ , ^,^ °^, NOTAS SOBRE ABONOS Los abonos fosfóricos. En el cultivo de plantas herbáceas, como cereales y legumbres, los abonos fosfatados contribuyen al desarrollo de las raíces, dan rig-idez a los tallos, disminuyen el encamado, aseguran una buena granazón y acortan los ciclos vegetativos. Sobre cl efecto cíe este abono dice el Frofesor inglés Rott^NSOrr, en su F_st7^r^io ci^e^ztífico d^c'l stticlo, que los superfosfatos no dan a las plantas más qtte el 2o por ioo de sus principios fertilizantes, pordue el 8o por ioo restante se convierte en el suelo en fosfatos cle difícil asimilación, como son: el tricálcico y los de aluminio y hi^erro. De esta realidad agronómica se deducen varias consecttencia,. La primera de ellas clice que por cacía ioo kilos de superfosfato de i8 por ioo de riqtteza, solam^ente absorben las platitas 3'6 kilos cle anhídrido fosfórico. ti'eamos ahora las necesidades en fosfórico de plantas de gran cultivo en la agricultura española : cosxc^cs Anhídrido fosfóricu absurbido ICR.^ Ila. I(K. CULTIVO Trigo ............................. Patatas ........................... Recnolacha ...................... 3.000 (grano) zo.ooo (tubérculos) 30.0^0 (raíces) 45 40 50 b7aíz .............................. 3.000 (grano) 30 Algodonero ..................... Lzoo (cápsulas) 30 Ilagamos razonamientos sobre el trigo. I_as raíces de esta planta absorbeti poco fosfórico de los fosfatos naturales del suelo por su poco poder digestivo, y e^igen dtte los principios fertilizantes se encuentren en formas f.áci?mente asimilabl^es. Supon^;amos que cle los 45 kilos necesarios, la planta ab^orbe io kilos de los fosfatos naturales del suelo. En tal -3- caso, los 35 restantes han de suministrarse con abono, y para ello hace falta añadir a cada hectárea i.ooo kilos d^e superfosfato de i8 por ioo, si se tiene en cuenta que ioo kilos de este abono sólo proporcionan al trigo 3'6 kilos de anhídrido fosfórico. Otra consecuencia que podemos d•educir se refiere al momento en que los superfosfatos deben incorporarse al suelo. 0 TOKO OE SELA110 MiATA TENDItAMA !'!TATA TARCIA alwoualA AmeeuxA TAaA^o AO0.0I ♦tG1k0i OI6lDt0 GI601 U ^[ OMkJM 1^110Yi ,}:r YIATAMO 100 ^^0 S00 ^ `AO 600 100 000 T00 l000 000 ^t. I.t00 MLO IEDO ^ N00 1000 l^ig. I.-Reco;emos en este ^ráfico-a modo de oricntacicín-los límites cutr^r Ios cuales surlrn o,rcilar las dosis de aplicación de los su,erfosfatos de cal de T8 por Too de riqueza. Escójaus^ las más clevadas, dentro de cada cultivo, para los suelos compactos o arcillosos, y las menores para los suelos arenosos; a no ser que el análisis de los suelos en relación con su ácido fosfbrico asinii/nb(r aconseje otra dosificación. (De AcuTxxe.) Si éstos se añaden con cierta antelación a la siembra, se transforman pronto en fosfatos insolubl^es, y al lle^ar el crecimiento de la plauta, escaseará el fosfato asimilable, repercutiendo en perjuicio de la alimentación fosfórica. Así, pues, lo más conveniente ^es realizar esta operación poco antes cle la siembra. Pero si se cluiere obtener un mayor rendimiento de este abono, se debe efectuar su distribución en dos veces : una tercera parte, inmediatamente antes de la siembra, y el resto, en el momento pr^cursor del crecimiento del tri^o. De lo indicado se desprencle que la aclición continuacla cle abonos fosfatados va enridueciendo el suelo en este fertili- -4- zante, por la acumulación de los fosfatos tricálcico, de aluminio y de hierro nu asimilados por las plantas. La química del suelo tiene como problema transformar estas cantidades acumuladas de anhídrido fosfórico en formas asimilables. Pero los agricultores pueden favorecer esta transformación m^ediante el empleo de abonos fisiológicamente ácidos, como el sulfato potásico y el sulfato amónico, toda vez que la acidez de los mismos favorece la asimilación de los f^^sfatus insolubles acttmulados. Como resumen de lo anterior, a continuación hacemos un c^tracto en los tres apartados siguienbes : Yf^is^t^eYO. Los superfosfatos han cle emplearse en cantidades del orden de ^i.ooo kilos por hectárea, para obtener 3.000 lcilos de trigo. SeJi^7z^c^o. L.a incorporación al suelo de los abonos fosfatados debe haoerse al tiempo de la siembra, siendo más beneficioso distribuir una tercera parte al sembrar, y el resto del superfosfato, durante el crecimiento de la planta. Terccyo. El sulfato potásico y el sulfato amónico contribuy^en al mejor aprovechamiento de los superfosfatos. Estiércol con superfosfato. La elaboración del estiércol puede realizarse con adición y mezcla de abonos minerales, que no den ]ugar a pérdida de elenl•entos fertilizantes. Al estiércol se le pueden añadir ^uperfosfatos, abon^^s potásicos y sales amónicas; pero no se puede mezclar con escorias de defosforación, porque ello daría lugar a qu^e el estiércol perdiera sus principi^s nitrogenados. Esta preparación se lleva a cabo mezclanclo el estiércol que diariamente se cleposita en las plataformas del estercolero con cantidades proporcionadas de abonos minerales, segím la fórmula que se haya de incorporar al suelo. LTna de las elaboraciones de mayor interés ^económico es la que resulta de mezclar el estiércol con sttperfosfatos. Y de ello nos vamos a ocupar en este momento. Pareoe en principio que tanto daría incorporar el superfosfato directamente al suelo que mezclarl^ con el estiércol -5- durante el llenado de las plataformas, para termina.r llevandoesta mezcla a las tierras de cultivo. P^ero existen notables dif erencias entre una y otra manera de proceder. Cuando el superfosfato s^e incorpora directamente al terreno sufre el fenómeno de la retrogradación, la cual consiste en qu^e se transforma en fosfato tricálcico en tierras calizas y en fosfatos de aluminio y hierro en las ácidas; fosfatos que son de difícil asimilación por las plantas, y quedan en el suelo sin grandes posibilidades de utilización. Esta retrogradación se verifica ^en plazos de sesenta a noventa días, y con ello sólo una parte del fosfato añadido es asimilado por las raíces, fracción que viene a ser de ttn Zo por roo. El 8o por ioo de fosfórico restante va acumulándose ^en el suelo y enriqueciendo las tierras en este elemento sin beneficio inmediato para los cultivos. De ello resulta que la adición al suelo de superfosfato en forma directa supone pérdidas del 8o por Ioo del abono añadido. Cuando se fertilizan 10o hectár^eas con 50o hilos de superfosfato por unidad al precio de una peseta kilo, el valor de la pérdida es de 40.00o pesetas. Cualquier procedimiento que evit,e la retrogradación cle los superfosfatos reportará beneficios económicos superiores a las pérclidas indicadas, toda vez que ello repercute en aumento de cosechas cuyos valores son mayores qtte los costes del abono. La retrogradación de los sup^erfosfatos se dism^inuye mezclándolos con el estiércol al tiempo que se procede al llenado de las plataformas. La razón de ello es qu^e durante la maduración del estiércol experimentan los superfosfatos transformaciones químicas y microbianas qtte los convierten en fosfatos orgánicos, compuestos estos íiltimos que no reaccionan con la cal ni con los óxidos de hierro y aluminio de la misma man^era que los superfosfatos, manteniéndose en forma asimilable para las raíces. De otra parte, los líquidos del estiércol no arrastran los -6- fosfatos, que son retenidos por el poder absoi-bent^e de la materia or;ánica, de tal manera que la mezcla estiércol-superfosfato mantiene su homogeneidad. La proporción de sttperfosfato qu^e se mezcle con el estiércol depende de la fórmula de abonado que se elija. Cuando se trate de to.ooo kilos de estiércol y 50o kilos de superfosfato para una hectárea, corr^esponden seis kilos de superfosfato por metro cuadrado de superficie del estiércol en plataforma, cada medio metro de .altura. De esta forma dueda distribuído el superfosfato en capas a distancias de m^edio metro, siendo conveniente el removido y mezcla del abono mineral con el estiércol, con el fin de facilitar el contacto de estas dos materias, y que reaccionen en la forma clue ha queclaclo expu^esta. Para due el estiércol no pierda su poder fertilizant^e se debe incorporar al suelo con arreglo a las siguientes normas : r.a Se cli;tribuye en peclueños montones sobre el suelo, procediendo inmediatamente a su desparramado con pala de ganchos. Estas dos operaciones las realiza a un tiempo la distribttidora de ,estiércol. ^.a La mezcla del estiércol con la tierra se lleva a cabo mediante labor con grado de discos, dada simultáneamente al desparramado. Debe proscribirse la costumbre de d^ejar reposar en el campo los montones de estiércol. 3.a Las operaciones anteriores se efectuarán con un mes de antelación a la época de si^embra. I.os abonos potásicoa. A los abonos potásicos se les concede en general poca importancia por parte d^e los agricultores. En mttch.as ocasiones hemos escuchado opiniones de personas que parecían enteradas de la cuestión, pero que realmente son portadoras de conocimientos confusos, las cual^es dicen que del potasio no hace falta preocuparse mucho, porque este elemento existe con abundancia en las tierras, toda vez que la arcilla es un silicato doble de aluminio y potasio. Lo cual pued^e ser más -^- cierto cuando las arcillas derivan del feldespato ortosa, pero no así cuando proceden de otros feldespatos. De otra parte, los resultacíos de análisis de ti^erras dan a veces proporciones elevadas de potasa, hasta el 7 por i.ooo, y harece por tanto que están sobradísimas de este ^elemento. Pues aun en estos casos, la adición al suelo de sales potási- Fi;;. z.-Los elementos quc precisan los vegetales para desarrollarse y vivir, los toman del contenido de los suelos, de lo arrastrado por las llucias y del aire, según se coudeusa en este grabado. (De Acuixxr.) cas aumenta los rendimientos agrícolas, porqtte todo el potasio que da ^et análisis no se encuentra en tormas fácilmente asimilables para las plantas. I_a falta de potasio se acusa por coloraciones anormales en los bordes de las hojas, da lugar a tallos débiles y a maduración clefectuosa cle los frutos. Por otra parte, la emisión de rr^^ces se debilita cuando ^el potasio escasea. Así, pues, el emhleo de abonos potásicos sería un procediniiento para amorti^uar los efectos perjudicialc.s de las altas temperaturas dttrante la granazón de los cerealcs, por el doble efecto cle proclucir mayor canticlacl de raíc^es y contrarre^tar la madurez defectuosa. EI potasio lo absorben las plantas por las raíces, y lo sittían en las yemas, en los botones florales, en las partes -S- v^erdes del vegetal y en la e^tremidad de las raíces. Es decir, en las zonas de crecimiento de raíces, tallos, hojas y flores; y por tanto está presente e interviene en el desarrollo de todo el vegetal. Pero también se encuentra el potasio, conforme hemos dicho, en las partes verdes de la planta, donde reside la función clorofiliana u d^e asimilación del carbono, la cual no puede v^erificarse ^in la presencia del potasio, toda vez que este ^elemento es uno dc los metales radiactivos que absorben las plantas, y cuanclo cla la luz en las hojas, desprende electrones, los cuales son los protagonistas de la asimilación d^el carbono. Y destacamos esta propiedad del potasio como la más importante de todas; ya due la absorción de electrones por parte ^le los organisi^uos vivos constituye la base de la vida misma, y lo qtie as^egura la salud y la realización normal de todas las funciones fisiológicas. Podemos, l^ues, resumir lo anterior recordando los beneficios due representan para las pl.antas los abonos potásicos : I.° Mayor crecimiento y desarrollo de raíces, tallos, hojas, flores y frutos. 2.° La granazón cle los oereales se adelanta, lo que supone un mecanismo de defensa contra las altas temperaturas de la época correspondiente. 3.° Los tallos son más fuertes y resisten mejor los efectos d^el encamado. 4.° Por ílltimo, la función clorofiliana o asimiladora del carbono no puede realizarse sin la presencia del pot.asio en las part^es verdes del vegetal. Yor todo ello se aconseja a los agricultores el empleo de abonos potásicos en sus fórmulas de fertilización, aun en el caso de ^lue las tierras acusen alta proporción cle potasa, c^n el fin de que los cultivos se beneficien de las propiedades de clicho elemento y se puedan ir reduciendo los riesgos clue lleva consigo la explotación agrícola. Rccomendamos al lector la obra U^tilgarización de ¢Gonos (por J. Acurrzxc, Ingeniero Agrónomo), editada por el Ministerio de Agricultura. Solo cuesta 2o pesetas. De venta en Liórería Agricola, Fernando VI, z.-Madrid. Gráficas Uguina - Meléndez Valdés. 7- Madrid