16. Lc 8, 19

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Universidad P. Comillas
16. Lectura orante de la Biblia
LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO DE LUCAS
Lc 8, 19-21
19
Entonces se presentaron su madre y sus hermanos, pero no pudieron llegar
hasta Jesús a causa del gentío. 20 Entonces le pasaron aviso:
–Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.
21
Él les respondió:
–Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen
en práctica.
PARA LA LECTURA
Lucas toma este pasaje de Marcos, pero hace algunas modificaciones que nos ayudan a
comprender el sentido que nuestro evangelista quiere darle.
En primer lugar, Lucas retoca el texto de Marcos. Recordamos que en Mc, la familia de
Jesús le va a buscar porque dicen que está loco. Jesús propone entonces una nueva familia: ya
no son cercanos los que lo fueron por vínculos de sangre, sino los que escuchan. Sin embargo,
Lucas no hace esta ruptura entre el grupo de los discípulos y su propia familia. Mi madre y
mis hermanos son mi familia como vosotros sois mi familia: porque escucháis la Palabra de
Dios.
En segundo lugar, Lucas cambia la ubicación de estos versículos, y los pone al final de una
sección en la que habla de la escucha de la Palabra de Dios: Tras la parábola del sembrador y
su explicación, y justo después del ejemplo de la lámpara (“Prestad atención a cómo
escucháis”). Con este cambio de ubicación, Lucas pone el acento de este pasaje en la Palabra,
escuchada y puesta en práctica.
Los familiares de Jesús son los modelos del discípulo. Ellos son el ejemplo principal de
quien escucha la palabra de Dios con un corazón noble y generoso (Lc 8,15). Ellos son “mi
madre y mis hermanos”, los que escuchan y cumplen la palabra de Dios.
Jesús afirma un nuevo tipo de vinculación con su persona que transciende los lazos
puramente familiares. La relación más genuina con la persona de Jesús no consiste en
pertenecer a la misma carne y llevar la misma sangre, sino en la adhesión del que acepta como
norma de la propia vida la palabra de Dios.
Universidad P. Comillas
16. Lectura orante de la Biblia
PARA LA MEDITACIÓN
Podemos revisar cómo es nuestra escucha de la Palabra. ¿Qué actitud tengo ante Dios que
sale a mi encuentro en su Palabra? ¿Qué tiempo le dedico? ¿Realmente me mueve al
compromiso y al cambio de vida, es decir, pongo en práctica la Palabra de Dios?
También el pasaje nos da pie para meditar acerca de nuestra personal relación con Dios.
¿Somos hijos porque escuchamos y vivimos la palabra, o más bien porque hace ya muchos
años, siendo niños, fuimos bautizados? ¿Formamos parte de la familia de Jesús porque
elegimos día a día estar atentos a la voluntad del Padre y cumplirla, o más bien porque alguien
decidió un día asociarnos a esta religión?
Y una última cosa: No soy hijo único. ¿La comunidad cristiana a la que pertenezco es una
familia puesta a la escucha de la palabra? ¿Realmente me siento parte de una gran familia
universal? ¿Todo el que busca la voluntad de Dios y la cumple es mi hermano?
PARA LA ORACIÓN
Responde a Dios que ya te ha hablado. Agradécele su Palabra, la vida que te llega a través
de ella. Agradécele su cercanía. Habla con Él de tus descuidos en la escucha, de tu falta de
arrojo para vivir su voluntad. Pídele por su familia, que es la tuya, por los hermanos más
necesitados, los que más sufren. Confíale tus deseos de que su voz suene cada día con más
fuerza en medio de los ruidos del mundo.
SALMO 119
Dichosos los que siguen la ley del Señor
Tu palabra es antorcha para mis pasos
y luz para mis sendas.
Lo he jurado y lo haré:
cumpliré tus justos mandamientos.
¡Estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu palabra.
Acepta, Señor, mi ofrenda,
enséñame tus mandamientos.
Mi vida está siempre en peligro,
mas no olvido tu ley.
Aunque los malvados me tiendan una
trampa,
no me apartaré de tus decretos.
Tus preceptos son por siempre mi herencia
y la alegría de mi corazón.
Inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
mi recompensa será eterna.
Escucharé tu Palabra
Escucharé tu Palabra,
en lo profundo de mi corazón
yo la escucharé.
En la oscuridad de la noche
la Palabra como luz brillará.
Meditaré tu Palabra,
en el silencio interior
la meditaré.
En el desierto de las voces
la Palabra de amor resonará.
Y seguiré tu Palabra,
por el sendero de la vida
yo la seguiré.
En el trance del dolor
la Palabra de la cruz me salvará.
Guardaré tu Palabra,
para la sed de mis días
la guardaré.
En el transcurso del tiempo
la Palabra de lo eterno no pasará.
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