Likundú; Heinz Delam

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LIKUNDÚ
CAPITULO 1: Despedida
Albert se dirigía al aeropuerto sin prisas porque su novia Astrid se iba de vacaciones al Congo donde vivía su
familia y a Albert no le parecía buena idea. Ella le regaló una figurita de un cocodrilo que su padre le dijo que
era especial. Astrid tuvo que ir al avión porque ya iba a despegar. El chico se fue a casa y se tumbó en la
cama. Sacó la figurita y ésta había cambiado de color y por eso, Albert decidió llamar a Bertrand, un antiguo
profesor que había residido en el Congo durante muchos años. Por la noche soñó con Astrid y cuando se
despertó, el sonido de su sueño seguía presente. Era el extraño cocodrilo.
CAPITULO 2: El brujo de Matonge
Por la mañana, no se lo contó a sus padres, no le creerían. Albert fue al piso de Bertrand, donde estaba su
mujer congoleña, Ivette. Cuando el chico les enseñó la figurita, Ivette se asustó porque no sabía si aquello era
bueno o malo y pidió que se lo llevara. Resultó ser un nkisi. Ella se disculpó por su comportamiento y le dijo
que visitara a un brujo africano que acababa de llegar a la ciudad. Al llegar al lugar indicado, Albert le enseñó
la pieza y éste le dijo que nunca debieron separar las dos mitades de cocodrilo porque ahora Astrid corría
peligro. El brujo le dijo le diera la figura, pero no le hizo caso, por miedo, y se fue a casa asustado.
CAPITULO 3: La noticia
Albert decidió esconder el nkisi en un cajón para olvidarse de todo. A media tarde su madre le dio el teléfono
muy apenada, y la tía de Astrid le dijo que el avión donde la chica volaba no había llegado a su destino. El
objeto había vuelto a cambiar de color. Tenía un tacto muy agradable y Albert pensó que por eso, Astrid
estaría bien. Albert decidió viajar al Congo. Llamó a la Embajada del país para informarse sobre el accidente
que había sufrido su novia. Le dijeron que aún no sabían nada. Por la noche tuvo una pesadilla sobre el
terrorífico suceso. Se despertó, pero el sonido de su sueño seguía presente. Procedía del cajón. Llamó a
Bertrand y le contó todo. A partir de esa llamada, su decisión se hizo firme: partiría a África.
CAPITULO 4: Un viaje imposible
Fue a visitar a la tía de Astrid que estaba muy apenada. Albert seguía convencido de que Astrid estaba viva. El
viaje era muy caro y él no tenía tanto dinero por lo que sus padres le prestaron todo el dinero que iba a
necesitar. Mas tarde, fue a ver a su profesor. Él y su mujer le ayudaron a preparar su viaje. Cuando se fue de la
casa, no se dio cuenta de que una persona le perseguíaMbele Libunga. Él le volvió a pedir la figura pero
Albert se negó. Corrió y se escapó del brujo.
CAPITULO 5: Likundú
Albert tuvo que vacunarse e ir a la agencia de viajes. Todos los vuelos a Kinshasa estaban suspendidos pero
Albert cogió otro vuelo que le llevaría a su destino. Cuando llegó a casa descubrió que habían entrado a robar
pero no se habían llevado nada. Supo que había sido el brujo albino y que le había dejado una simple estatuilla
como su firma. Bertrand le dijo que se tenía que deshacer de la figura del brujo.
CAPITULO 6: Vuelo a Brazzaville
Albert acababa de subir al avión que le llevaría de camino a Astrid. A su lado se sentó un hombre que le dijo
que la compañía de vuelo no era muy buena y todos sus comentarios eran negativos. Durante el viaje, Albert
tenía muchas preguntas sobre lo ocurrido con su novia. Su acompañante era muy pesado y no le dejaba
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dormir. Al cabo de un rato Albert abrió los ojos y encontró a todos los pasajeros dormidos. Se sentía inquieto.
El talismán estaba ardiendo. No podía volverse a dormir.
CAPITULO 7: Travesía nocturna
Llegó a Brazzaville. Se sentía solo y estuvo a punto de arrepentirse pero siguió adelante. Intentó acceder al
trasbordador pero le advirtieron de que estaba cerrado por guerra. El hombre le dijo que había otra manera de
cruzar el río, por la noche. Antes de cruzar paseó por las calles de la ciudad. Estaba todo hecho escombros.
Alquiló una habitación para pasar la noche y a las tres de la madrugada fue al puerto, donde había quedado
para cruzar. Se montó en una siniestra embarcación con cuatro personas. Mientras navegaban se cruzaron con
otra barca y por eso tuvieron que parar para no ser descubiertos. Mientras tanto, Albert conversó con una
mujer de la embarcación. La otra barca se aproximó. Albert temía por su muerte pero
CAPITULO 8: Kinshasa, ciudad sitiada
resultaron ser refugiados que huían de Kinshasa. La barca volvió a ponerse en movimiento. Llegaron a la
República Democrática del Congo. Al llegar a la orilla, Albert se despidió de sus compañeros y se encaminó a
la ciudad. Allí tuvo que escapar de los policías de un viejo taxi y por fin llegó al hotel en el que se hospedaba
su novia Astrid cuando llegó a la ciudad. Allí pidió la misma habitación que tuvo ella y la revisó para
encontrar pistas. Encontró otra estatuilla likundú y desde entonces se preguntó muchas cosas.
CAPITULO 9: La embajada
A las nueve de la mañana, Albert salió por primera vez a las calles del Congo. No tenía tiempo porque tenía
que ir a la Embajada para pedir información sobre el accidente. Entre la gente, pudo ver al brujo albino. Albert
muy asustado comenzó a correr. Ya en la Embajada le dijeron que no debido a la guerra no podían llevar a
cabo una expedición. No le ayudaron. Llamó a Bertrand para comunicarle todo y le dijo que se informara de si
Libunga seguía allá. Albert está decidido a ir en búsqueda del avión de Astrid, pero nadie está dispuesto a
llevarle. En la ciudad se había creado un toque de queda, en el que no se podía estar en la calle a partir de las
diez de la noche. Recordó a los contrabandistas que lo habían llevado allí y decidió ir al puerto en su
encuentro.
CAPITULO 10: Piratas de río
Albert acudió al bar concertado por los contrabandistas pero resultó que allí no se encontraba a nadie. Pero
acabó negociando con otro tipo que estaba dispuesto a llevarle si le pagaba bien. Ya en casa de El capitán, que
era así como dijo que se llamaba y zanjaron el asunto. Partirían mañana.
Al mirar al reloj, faltaban 10 minutos para el toque de queda, y aún se encontraba en la casa de Vangale, el
verdadero nombre de aquel tipo. Vangale le indicó un atajo para llegar antes al hotel. Al llegar al hotel, Albert
llamó a casa de Bertrand, allí Ivette le informó de que su marido había muerto aquella misma mañana
cayéndose por las escaleras. Ivette y Albert empezaron a sospechar de la culpabilidad del Mbele Libunga.
CAPITULO 11: Navegando el río Congo
Antes de zarpar, aquella mañana, a Albert no paraba de venirse esas imágenes de su novia siendo devorada en
medio de la maleza de aquella inmensa selva. Tras conocer la jerarquía que había a bordo, Albert y la
tripulación se encaminó hacia Astrid a través del río Congo. Entre el exótico aroma del tabaco turco, a cada
uno le sugieró una reacción de las palabras de Conrad en la propia sangre de las tinieblas. El tiempo
transcurría muy lento. Entró Albert en el camarote del capitán, ya que la puerta estaba entreabierta. Allí
encontró la foto, cartas y un mechón de pelo pertenecientes a una supuesta antigua amada de Vangale. Es en
ese momento cuando éste irrumpe en la habitación.
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