Defraudaciones: Estafas Regulación: el artículo 248 del Código Penal castiga el delito de estafa. Artículo 248. 1. Cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para producir error en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno. 2. También se consideran reos de estafa los que, con ánimo de lucro, y valiéndose de alguna manipulación informática o artificio semejante consigan la transferencia no consentida de cualquier activo patrimonial en perjuicio de tercero. 3. La misma pena se aplicará a los que fabricaren, introdujeren, poseyeren o facilitaren programas de ordenador específicamente destinados a la comisión de las estafas previstas en este artículo. Redacción vigente hasta la entrada en vigor de la Ley Orgánica 15/2003, de 25 de noviembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, el 1 de octubre de 2004: 1. Cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para producir error en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno. 2. También se consideran reos de estafa los que, con ánimo de lucro, y valiéndose de alguna manipulación informática o artificio semejante consigan la transferencia no consentida de cualquier activo patrimonial en perjuicio de tercero. Para que pueda hablarse de estafa en sentido genérico, han de concurrir 5 elementos: 1. Ánimo de lucro que ha de entenderse como el propósito de incorporar el bien del que se trate al propio patrimonio. 2. Que el medio comisivo se concrete en el engaño, engaño suficiente e idóneo para alcanzar el objetivo que se pretenda; se engaña a alguien cuando se le hace creer que es verdad lo que ciertamente no lo és. Se hace creer a otro lo que no es verdad. Engaño que puede ser explícito o implícito: Es explícito cuando se organiza un plan o proceso de seducción para hacer creer a alguien que efectivamente lo que no se ajusta a la verdad es la verdad. Es implícito cuando se deja de comunicar algo, se oculta algo a alguien, a fin de que crea lo que realmente no es cierto o no tanto, no porque se organice una trama para engañarle sino porque se le oculta algo y debido a esa ocultación, esa persona es llevada a error. El engaño, por otra parte, ha de ser adecuado, idóneo, suficiente para llevar a error a una persona, para llevar a error al sujeto pasivo, por tanto, ha de medirse en función de la capacidad de los conocimientos de la víctima. No es lo mismo engañar a una persona de elevado nivel cultural que a una persona de escaso nivel cultural. Es decir, debe ser el adecuado, idóneo para inducir a error a esa víctima de forma que se le haga creer que es acorde a la verdad lo que no lo es. 3. Como consecuencia del haber utilizado como medio comisivo el engaño, ha de generarse error en el destinatario del engaño; aquí se plantea un problema para el que no es muy fácil determinar la solución: cuando hay engaño y se induce a error a alguien y se realiza un acto de disposición patrimonial decimos que hay estafa, pero resulta que el artículo 1269 del Código Civil establece que: Artículo 1269 del Código Civil. Hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiera hecho. Entonces las preguntas son: ¿cuándo podemos afirmar que una persona ha inducido a otra a error y como consecuencia del error le ha provocado a realizar un acto de disposición patrimonial que merece la calificación de estafa y por tanto de hecho con calificación penal? ¿cuándo, por el contrario diremos que sencillamente ha habido dolo – esto es que dos partes se estaban contratando y una de ellas ha inducido mediante maquinaciones insidiosas ha inducido a otro a celebrar un contrato que sin esas maquinaciones no se hubiera celebrado (luego ha sido inducido a error)?; naturalmente que alguien acceda a realizar un contrato que sin esas maquinaciones no se hubiera celebrado significa que ha habido algún tipo de traslación patrimonial que le ha perjudicado. Por tanto, ¿cuándo estaremos ante un ilícito civil y cuando ante un ilícito penal? Es un tema muy controvertido, que según ORTS BERENGUER, en la práctica lo que sucede es que puede acabar habiendo una condena civil o una condena penal en función, no de la gravedad del hecho, sino en función de la vía procesal elegida por la víctima. De manera que la persona que ha sido inducida a error decide interponer una querella criminal, puede acabar habiendo una condena penal y por consiguiente una calificación judicial del hecho como constitutivo de estafa en tanto en que, si la persona que ha resultado perjudicada opta por llevar los hechos por la vía civil y demanda al otro alegando que ha contratado con la parte opuesta porque ha habido dolo por parte del otro contratante y el juez le da la razón, pues nos encontraremos con una sentencia civil en la que se dirá que uno de los contratantes ha procedido con dolo, que el contrato es nulo, que debe indemnizar etc., es decir, nos encontraríamos con una calificación civil del hecho. 4. La consecuencia que ha de seguirse en ese proceso, en virtud del cual se engaña a alguien y mediante engaño se le induce a error, es que la persona inducida a error ha de realizar un acto de disposición patrimonial en perjuicio propio o ajeno debido al engaño al que se le ha conducido, ha de realizar un acto de disposición patrimonial – la persona engañada que puede ser o no el titular del bien respecto del cual se efectúa el acto de disposición –; Aquí hay que tener en cuenta que la cuantía de la defraudado, ha de rebasar, una vez más, la cuantía de los 400 euros. 5. Tiene que haber una relación difícilmente calificada de causalidad, pero si una relación “motivacional” entre el engaño, el error y la realización del acto de disposición patrimonial, de manera que ha de poder afirmarse que el acto de disposición patrimonial no se hubiese realizado si la persona que lo ha llevado a cabo no hubiera sido inducida a error mediante engaño. Precisamente porque ha habido engaño que ha inducido a error a una persona, ésta ha realizado el acto a disposición, acto a disposición que no se hubiera efectuado de faltar el engaño y si la persona en cuestión no hubiese sido inducida a error. Jurisprudencia: Hay una interpretación del ánimo de lucro en el contexto de delito estafa que se aparta algo del concepto que el engaño se maneja respecto del uso y del robo, no es que sea un concepto radicalmente distinto u opuesto pero sí que es un concepto algo más amplio. De manera que la Jurisprudencia tiende a considerar que ha habido ánimo de lucro siempre que el sujeto ha obtenido alguna clase de beneficio, por tanto, no se requiere únicamente o no es imprescindible que exista ese ánimo de incorporar la cosa al propio patrimonio, cualquier beneficio en sentido amplio ha sido entendido por la Jurisprudencia como requisito bastante para entender que se da este elemento y que si se dan los demás, naturalmente nos encontramos ante un delito de estafa. Los supuestos problemáticos sobre los que se duda si constituyen o no delito de estafa: Se ha hablado de la mendicidad engañosa, que en principio habría que descartar como un supuesto de estafa, es decir, la persona que miente desmesuradamente para conseguir mover la caridad a alguien y que ese alguien le entregue una limosna, en el fondo es un acto de disposición patrimonial en perjuicio propio que se ha llevado a cabo porque se ha inducido a error, se ha hecho creer que esa persona que pide limosna está en una situación más desesperada de la que está realmente para que le dé la limosna. En principio esta situación debe descartarse porque generalmente la persona que da una limosna, no lo hace en función de lo que el mendigo/a dice, sino simplemente porque le inspira lástima o por cuestiones religiosas, ahí no hay engaño. En cualquier caso, la cantidad de dinero que se maneja en estos casos es sumamente ridícula y en cualquier caso no constituiría delito sino en todo caso una posible falta. Cuando una persona tiene una tarjeta de crédito y la utiliza para pagar una compra con la particularidad de que no se excede del tope que tiene autorizado para la tarjeta pero sabiendo que no dispone de fondos. La tarjeta como la tiene autorizada hasta un cierto límite de dinero, pasa sin problemas, lo que pasa que cuando llegue el cargo de la compra, no podrá ser atendido porque no hay dinero y la persona que realizó la compra lo sabía perfectamente ¿hay ahí engaño y consiguientemente hay una estafa en la medida en que el vendedor realizara un acto de disposición patrimonial? Es dudoso, no es un caso claro, se podría decir que el vendedor pudo asegurarse puesto que en el fondo es una modalidad de venta a crédito, ya que en un momento de efectúa la disposición pero el cobro se efectúa a los días. Pero es posible que esa persona que ha ido a realizar la compra en el momento que firma y se compromete, tiene saldo suficiente para atender la compra, pero una vez efectuado el cargo, empieza a sacar dinero de la cuenta y lo deja con un saldo inferior de lo que debe por realizar esa primera compra y por lo tanto no puede cubrir el pago de esa compra; aquí sería más fácil advertir la estafa porque el sujeto ha hecho algo para evitar el cobro por parte del vendedor, cuando se formaliza la operación de compraventa hay fondo, por consiguiente el señor puede comprar y el vendedor puede comprobar que si tiene fondos y por consiguiente se puede llevar a cabo la compra, pero si acto seguido se retira el dinero, ¿ha habido engaño? Podría pensarse que sí porque ha habido una maniobra, una manipulación, se ha hecho algo para engañar, aunque es cuestionable. En el primer caso es más dudoso porque en el momento en que realizaba la compra no había fondo, el vendedor podría haber comprobado si había fondo y podría pensarse que no hay engaño. Publicidad: mediante el mensaje publicitario de la índole que sea, se pretende que el receptor del mensaje efectúe un acto de disposición patrimonial, y mediante la publicidad se nos dice, generalmente de forma implícita que un determinado producto tiene unas características, unas cualidades extraordinarias. Lo cierto es que el consumidor sabe, es consciente que lo que sale en la publicidad que se pretende dar a entender implícitamente son situaciones exageradas de la realidad, pero ¿podría considerarse un engaño que induce a error? Podría pensarse que no, porque cualquier persona sabe que la nota característica de la publicidad es la exageración. o No obstante a través de la publicad podría haber alguna situación de engaño, hay una sentencia del Tribunal Europeo de los años 70, que quedó en terreno de los delitos societarios “publicidad engañosa”. La casa de automóviles Alfa Romeo lanzó al mercado un determinado modelo de automóvil y no se limitaba en la publicad a dar las características de ese modelo sino a decir que era más rápido que un vehículo de la competencia que era precisamente el vehículo que se pretendía desplazar con el lanzamiento de ese nuevo vehículo al mercado. Ese tipo de publicad comparativa se consideró engañosa, ilícita y que dio lugar a una fuerte sanción económica a la casa de Alfa Romeo. Aunque hay que decir que este tipo de publicad, más que engañar lo que podría es perjudicar a la competencia; por tanto, aun cuando podamos afirmar que esa publicad es engañosa hay que descartar casi toda posibilidad de apreciar un delito de estafa a partir de mensajes publicitarios que pudieran ser engañosos.