Factores que inciden en el asesinato de efectivos en el Área

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Factores que inciden
en el asesinato de
efectivos policiales
en el Área
Metropolitana de
Caracas. Análisis y
Propuestas
María Isoliett Iglesias
Noviembre de 2012
Factores que inciden en el asesinato de efectivos
policiales en el Área Metropolitana de Caracas.
Análisis y Propuestas
María Isoliett Iglesias
Caracas, Noviembre de 2012
Los análisis y conclusiones contenidos en el presente documento son de la exclusiva
responsabilidad de la autora y en nada comprometen al Instituto Latinoamericano de
Investigaciones Sociales (ILDIS), como organización que coordinó su elaboración y
promovió su debate público.
Instituto Latinoamericano de
Investigaciones Sociales (ILDIS)
Oficina en Venezuela de la
Fundación Friedrich Ebert
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con 2da Transversal de
Altamira, Edif. San Juan, Piso 4,
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Representante de la
Fundación Friedrich Ebert en Venezuela
Heinrich Sassenfeld
Coordinador Institucional del documento
Flavio Carucci T.
Director de Proyectos del ILDIS
Asistente:
Verónica Fortunato Rodríguez
Asistente de Proyectos del ILDIS
Autora: María Isoliett Iglesias
La impresión y reproducción total o parcial de este documento es permitida,
siempre y cuando se mencione el nombre de su autora y de la institución que
coordinó su elaboración.
Índice
Análisis de la problemática relativa al homicidio de policías en Caracas
1
Evidencias
1
Frecuencia y magnitud
1
Arqueo de las políticas públicas existentes y creadas por el Estado
2
Recomendaciones para combatir el problema
5
Análisis de la problemática relativa al homicidio de policías en
Caracas
Evidencias
El número de homicidios en Venezuela ha aumentado de forma progresiva en los
últimos 14 años. Caracas, en ese tiempo, se ha consolidado como la ciudad más
violenta del país y la tercera de Latinoamérica.
Durante esos años cada sector de la población se ha visto golpeado por la
criminalidad; los cuerpos de seguridad del Estado no fueron la excepción de la
regla. El homicidio progresivo de policías o militares se ha evidenciado durante los
últimos tres años. En 2009, en 2010 y en 2011, el registro de los uniformados
caídos en el Área Metropolitana de Caracas era llevado por los periodistas, pues ni
en la Dirección de Estadísticas del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y
Criminalísticas, ni tampoco en el Ministerio para las Relaciones de Interior y Justicia
disponían de cifras discriminadas. En 2012, la recurrencia hizo que la policía
científica armara un registro para conocer la frecuencia, la magnitud y las causas
del homicidio de policías.
Hasta el pasado 15 de noviembre se reportaba en promedio un uniformado caído
cada día en toda la nación. De esos 337 homicidios de policías ocurridos, 67
fueron asesinados en el Área Metropolitana de Caracas según el registro policial
que evidencia nombre, rango, cuerpo de seguridad y causa.
De acuerdo a los registros levantados por los periodistas que cubren la fuente de
sucesos en el Área Metropolitana de Caracas, durante 2009 fueron reportados 57
homicidios de policías; en 2010, esta cifra se ubicó en 59 y en 2011 se totalizaron
83
policías
asesinados.
En las estadísticas de 2012 levantadas por los cuerpos de seguridad, no están
incluidas las muertes de los funcionarios de la Policía Metropolitana, ni siquiera
aquellos que murieron sin que su situación laboral quedara concretada, pues de
ese cuerpo de seguridad que fue suprimido por el Ministerio de Interior y Justicia
hace más de dos años, hay más de mil policías que no han sido liquidados, por lo
cual siguen estando activos y portan credenciales y armas que les fueron asignadas
meses antes de suprimir ese cuerpo de seguridad.
Frecuencia y magnitud
De acuerdo a las estadísticas policiales, en el Área Metropolitana de Caracas, hasta
el 15 noviembre de 2012, los cuerpos de seguridad que habían sido más afectados
por esta problemática fueron: La Policía Nacional Bolivariana, con al menos 18
funcionarios caídos, el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y
Criminalísticas con por lo menos 15 uniformados asesinados, y de la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana en la que sucumbieron por lo menos 15 efectivos.
Los demás quedan repartidos entre cuatro de las cinco policías municipales que
hacen vida en la ciudad y la policía del estado Miranda (Polimiranda).
1
El promedio de muerte de policías en el Área Metropolitana de Caracas es de seis
al mes. Sin embargo, hubo meses en los que el índice se disparó. Julio fue el mes,
hasta ahora, en los que más uniformados cayeron. Cerró con 12 bajas. Le siguen
junio con nueve caídos, marzo con ocho y enero con siete.
De acuerdo a un análisis realizado en el Ministerio de Interior y Justicia a los
funcionarios policiales los matan porque cargan un arma de fuego y ese es el fin
del maleante, hacerse con el armamento.
Según ese documento, nueve de cada diez funcionarios asesinados, tanto en el
Área Metropolitana de Caracas como en el resto del país, estaban fuera de
servicio, por ende no ostentaban la persuasión que logran al portar un uniforme.
Eso a su vez, hace concluir que son tan vulnerables al fenómeno de la delincuencia
como el resto de los ciudadanos.
De acuerdo al informe realizado en el Ministerio de Interior y Justicia, los policías
suelen ser ubicados desprevenidos en sus ratos libres, y el tiempo de respuesta
para defenderse del asalto o intentar frustrarlo no es suficiente.
Otro de los factores que incidió en que tanto los policías que están armados, como
los ciudadanos de civil que porten armas, sean todavía más vulnerables a morir en
un asalto por el solo hecho de tener un armamento, fue la resolución de la
Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y Desarmen que entró
en vigencia el 1 de junio de este año 2012 en la que se prohíbe la comercialización
de armas de fuego por el lapso de un año, así como el otorgamiento de nuevos
portes de armas. Cabe recordar en este punto, que Junio y Julio fueron los meses
con mayor número de policías asesinados en el Área Metropolitana de Caracas.
Solo la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM) está
autorizada para la comercialización de armas y municiones a las personas
exceptuadas en la resolución –cuerpos policiales, empresas o cooperativas de
vigilancia privada y/o transporte de valores, deportistas de tiro, productores
agropecuarios
o
acuicultores
y
la
institución académica nacional especializada en seguridad-, las cuales podrán
adquirirlas solo con autorización del Ministerio de Relaciones de Interior y Justicia
(MRIJ).
Las cantidades, tipos de armas y municiones objeto de la comercialización, serán
validadas por el MRIJ, exceptuadas las dotaciones de la Fuerza Armada Nacional.
Arqueo de las políticas públicas existentes y creadas por el
Estado
Desde 1999 hasta la fecha los homicidios en Venezuela se multiplicaron por tres.
Ese año, cuando el presidente Hugo Chávez se estrenaba en Miraflores, el
Gobierno sacó a la Guardia Nacional a la calle para iniciar una sucesión de al
menos 21 planes de seguridad, en cuyo ínterin han ocurrido más de 100 mil
asesinatos.
2
Esos efectivos de la Guardia Nacional en tareas de patrullaje y labores policiales es
uno de los aspectos que expertos encuentran equivocado a la hora de hacer un
balance sobre el desempeño del Gobierno en materia de seguridad. Los estándares
internacionales estipulan que los militares no deben encargarse de labores de
orden público, pues su formación no está concebida para ello.
En 1999 se registraron 5.968 homicidios y, 13 años después, es decir 2011, cerró
con 18.885 homicidios. Los asesinatos se han disparado en más de 200% durante
estos 14 años de gobierno.
El último ministro de Relaciones Interiores de Rafael Caldera, Hilarión Cardozo,
entregó el testigo con 4.550 asesinatos y para frenar los índices de violencia, que
ya eran escándalo y hasta bandera electoral, Luis Miquilena inauguró el Gobierno
con una política que dejó la coordinación de las tareas contra el hampa en manos
de la Guardia Nacional.
El nuevo ministro de Relaciones Interiores, frente a un país que demandaba
cambios, cuestionó el 26 de marzo de 1999 a los gobiernos anteriores, por
considerar que desarrollaban "políticas epilépticas" y carecían de un programa
concebido que agrupara a todos los organismos de seguridad.
En ese momento, el ministro Miquilena prometió mejorar la situación y para eso
anunció que desplegaría unos 200.000 funcionarios en todo el territorio nacional,
a través de un Plan de Seguridad Ciudadana que planteaba deportar a los
indocumentados, desarmar a la población, acabar con los carnets y credenciales ad
honorem, impedir a los menores de edad permanecer en clubes y sitios públicos a
altas horas de la noche y disuadir los crímenes con efectivos de la Guardia
Nacional.
Miquilena, sin embargo, no hizo la tarea. Ni siquiera duró un año al frente del
ministerio: salió en agosto de 1999 en el camino a la Asamblea Nacional
Constituyente y en su lugar quedó Ignacio Arcaya, que en poco más de seis meses
siguió los mismos lineamientos.
Le tocó entonces a Luis Alfonso Dávila, el tercero de los 12 enroques que el
presidente Chávez ha hecho en la cartera de Interior y Justicia. Desde allí, el nuevo
ministro relanzó los planes de seguridad con comités de vigilancia que buscaron
involucrar a las comunidades.
Ese año, sin embargo, los homicidios registraron el aumento más alto que se haya
visto de un año a otro en el país: los 5.968 asesinatos que dejó 1999 se
incrementaron 34% en 2000, llegando hasta 8.022. Miquilena volvió entonces a la
carga y en su primera declaración otra vez al frente del Ministerio de Interior y
Justicia, anunció mecanismos represivos contra el hampa.
"El país podría desembocar en una situación verdaderamente crítica si no
logramos abatir la insurgencia del mundo hamponil", dijo el 4 de febrero de 2001
minutos después de su nombramiento. A partir de allí lanzó el llamado Plan
Confianza, otra vez con la Guardia Nacional en tareas policiales así como un
3
proceso que abrió el camino para la primera reforma del Código Orgánico Procesal
Penal.
Casi 80% de esos delitos se cometen con armas de fuego, a pesar de los tres
programas de desarme que ha anunciado el Gobierno.
"Lo primero que espero anunciar apenas asuma las riendas del ministerio es un
plan de desarme de toda la población civil, no sólo de los círculos bolivarianos",
afirmó Diosdado Cabello el 5 de mayo de 2002, tras sustituir a Ramón Rodríguez
Chacín en Interior y Justicia a los pocos días de los sucesos del 11 de abril.
"Será un desarme nacional", aseguró. "Quien esté armado en los círculos
bolivarianos de forma ilegal, pues tiene que asumir su responsabilidad". El
corolario de esos anuncios ya son conocidos: Lucas Rincón recibió el testigo en
enero de 2003 y reactivó otro plan de seguridad con el que se comprometió a
disponer de 100.000 efectivos policiales y militares, así como prevenir el delito con
la participación de las comunidades.
Jesse Chacón, por su parte, fue el octavo cambio en Interior y Justicia. Entró en
septiembre de 2004 y a lo largo de dos años y medio lanzó cuatro planes de
seguridad e inició una reforma policial a través de la Comisión Nacional para la
Reforma Policial (Conarepol).
Chacón le entregó el cargo y las conclusiones de la Conarepol a Pedro Carreño,
quien lo desechó porque al parecer lo consideró un "informe de derecha". Dijo
que se necesitaba una nueva consulta para diseñar una policía con valores
socialistas, y así siguieron los planes y ministros: Ramón Rodríguez Chacín regresó
por segunda vez en 2008 y poco tiempo después le siguió su viceministro de
Seguridad Ciudadana, Tarek El Aissami, el que más ha durado en el cargo. Ahora,
el testigo lo asumió el general de División de la Guardia Nacional, Néstor Reverol.
De los programas de estos últimos años destaca el Plan Caracas Segura y otros
similares en los que se vieron funcionarios militares hasta en carpas a las afueras
del metro, las plazas y otros espacios públicos de la capital del país.
De acuerdo con expertos el peor, sin duda, fue el Plan Ruta Segura, anunciado en
2008 por el Presidente con el objetivo de evitar los atracos y asesinatos en el
transporte público. El propio Chávez propuso custodiar los autobuses con un
Guardia Nacional entre sus asientos; sin embargo, la idea solo se materializó por
dos semanas.
El general Néstor Reverol, actual ministro de Interior y Justicia, declaró que la
Misión "A Toda Vida Venezuela", el plan de seguridad número 21 de la actual
administración, contempla las medidas necesarias para lograr las mejoras en
materia de seguridad en todo el país.
"Con las medidas que se están tomando sí es posible una perspectiva de paz en
Venezuela, A Toda Vida Venezuela en materia estructural y funcional está en el
camino correcto. No tenemos excusas".
4
Señaló que esta misión es en sí misma una política no del Ejecutivo sino del Estado,
que aborda de manera integral el problema de la inseguridad en el país.
"En lo institucional se aborda la pobreza y la violencia familiar, en lo situacional la
venta y consumo de drogas y alcohol, en lo institucional la transformación de los
cuerpos policiales y de administración de justicia", explicó el ministro.
Entre las acciones que asegura se están tomando en todos los ámbitos destacó la
"profunda" transformación de las fuerzas policiales desde 2006 con la realización
de la Conarepol. "Desde entonces se está avanzando en el nuevo modelo policial
con la creación del Consejo General de Policías, con la Ley Orgánica del Servicio de
Policías y la Ley del Estatuto de la Policía Nacional".
Apunta el interés del gobierno en dotar a las policías. "90 cuerpos de policías han
recibido dotación incluidos los que están bajo jurisdicción de la oposición", dijo.
El ministro de Interior y Justicia indicó que junto a la restructuración de los cuerpos
de seguridad y su nueva capacitación en la Universidad Experimental de la
Seguridad, existen políticas para la participación de la ciudadanía, para la
prevención y "la convivencia solidaria". "Hay una necesidad de corresponsabilidad
desde prevención individual".
Recomendaciones para combatir el problema
Se concluye que las propuestas para disminuir la recurrencia en el homicidio de
policías deben abarcar a todos los sectores de la sociedad y no focalizarse en el
grupo de funcionarios de seguridad; ello debido a que, de acuerdo a la forma en la
que han sido atacados, determina que son blanco de la delincuencia como lo son
los ciudadanos civiles y no se trata de un plan orquestado para matar policías. Se
descarta, según la investigación, que exista en el Área Metropolitana de Caracas
una banda dedicada a matar policías por venganza.
La norma que se desprende de la ley Orgánica de Policía Nacional regula y plantea
que los policías están en actos de servicios las 24 horas del día; por ende, las
instituciones se les deja asignada el arma de reglamento a los policías aún cuando
están en sus ratos libres.
Sin embargo, hay cuerpos de seguridad en los que los superiores vigilan cómo los
recién graduados usan el arma de reglamento y en base a las evaluaciones que se
llevan frecuentemente, les dejan portarlas cuando están o no libres. A estas
evaluaciones se le agregaría un proceso de formación para que el funcionario no
intente actuar ante un acto criminal cuando está en desventaja, tomando en
cuenta que 90% de los caídos fueron atacados cuando no estaban de servicio.
El funcionario policial no debe resistirse al robo si es interceptado en sus ratos
libres. El tiempo de respuesta para desenfundar su arma no es suficiente cuando el
maleante ya empuña la suya.
5
Los policías deben tener formación universitaria y seguir en el proceso educativo a
lo largo de su carrera.
Debe haber una revisión y reestructuración del sistema de justicia venezolano, para
bajar los índices de impunidad. El maleante debe tener castigo por los hechos que
comete. Si hay castigo, el criminal no saldrá con tanta confianza a cometer sus
fechorías porque sabrá que puede ser aprehendido.
El policía debe ser premiado por un buen procedimiento.
Los criminales deben ser reformados en las cárceles, por ende debe existir una
reestructuración de fondo del sistema carcelario. Además de la construcción de
nuevas cárceles, debe haber personal capacitado como penitenciaristas,
sociólogos, psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales, para fomentar ese
cambio en los maleantes que son apresados. Debe combatirse el hacinamiento.
Debe clasificarse a los presos según sea el delito cometido. Debe haber
restricciones para la disposición y uso de equipos tecnológicos en las cárceles. El
acceso debe ser controlado por las autoridades y no por los presos.
Por otro lado es importante mejorar el nivel socioeconómico de los funcionarios
policiales para que logren salir del entorno donde se desenvuelven. El grueso de
los funcionarios policiales conviven en sectores donde hay mucha delincuencia y
los victimarios saben quiénes son y cuáles son las ventajas de tenerlos tan cerca.
Los funcionarios pocas veces se atreven a arrestarlos por temor a que atenten
contra su familia.
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