STC 57/2005, de 14 de marzo - Instituto de Estudios Fiscales

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STC 57/2005, de 14 de marzo: La imposibilidad para el progenitor de deducirse las
anualidades por alimentos en favor de los hijos no lesiona el principio
constitucional de igualdad
Pablo Chico de la Cámara
Profesor Titular de Derecho Financiero y Tributario Universidad Rey Juan Carlos I.
II.
DOCTRINA DEL TRIBUNAL
No lesiona el principio de igualdad la diferencia de tratamiento fiscal en el
Impuesto sobre la renta de las personas físicas (en adelante, IRPF) entre las
pensiones alimenticias a favor del cónyuge y parientes en relación con las que
perciben los hijos, pues no son términos comparables en cuanto que la finalidad
del pago de las pensiones es distinta en uno y otro caso.
ANTECEDENTES JURISPRUDENCIALES
La STC 1/2001, de 15 de enero, declara que no lesiona el principio de igualdad la diferencia de
trato en el Impuesto sobre la renta de las personas físicas entre un progenitor que conforme al
convenio regulador paga una pensión alimenticia mermando sus ingresos como consecuencia de tales
pagos en relación con el otro progenitor que mantiene sus ingresos derivados del convenio
matrimonial sin producirse ninguna merma económica.
Con posterioridad a la STC. 57/2005, objeto de este estudio, se ha dictado por el Alto Tribunal la
Sentencia 33/2006, de 13 de febrero, manifestándose también a favor de la constitucionalidad del art. 71.2
LIRPF en relación con el principio de igualdad.
III.
SUPUESTO DE HECHO
Como consecuencia de un divorcio, el juez acordó el pago por parte del padre de
una pensión alimenticia en favor de los hijos fruto del matrimonio. A estos efectos, el
progenitor pagador se practicó una reducción en la base imponible en la autoliquidación
del Impuesto sobre la renta de las personas físicas de las cantidades dinerarias pagadas
en concepto de pensión alimenticia a favor de los hijos dada la prohibición que
establece el art. 71. 2 de la Ley del IRPF de 1991.
Dicha autoliquidación fue rectificada por la Agencia Estatal de la
Administración Tributaria (AEAT) que practicó una liquidación provisional sin reducir
la base imponible en la citada cuantía. Contra el anterior acto administrativo se
interpuso una reclamación ante el Tribunal Económico-administrativo Regional de
Madrid (TEAR) que desestimó.
Fallecido el contribuyente el día 14 de julio de 1998, su ex cónyuge, interpuso
contra la anterior Resolución recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal
Superior de Justicia de Madrid. En dicho recurso, la parte actora cuestionó nuevamente
el art. 71.2 de la Ley 18/1991, que impide la deducción de las pensiones por alimentos
abonadas a los hijos, y suplicó el planteamiento de una cuestión de inconstitucionalidad
sobre el inciso del art. 71.2 citado que estipula la deducibilidad de las pensiones “con
excepción de las fijadas a favor de los hijos del sujeto pasivo”, por vulnerar el principio
de igualdad de los arts.14 y 31.1 CE, así como el de capacidad económica del art. 31.1
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CE y el de protección a la familia del art. 39 CE. A juicio de la recurrente, tanto la
liquidación provisional impugnada como las resoluciones administrativa y judicial, que
la confirman vulneran el derecho a la igualdad ante la Ley porque vendrían a consagrar
un trato fiscal más favorable, carente de una justificación objetiva y razonable, para
quienes están obligados por decisión judicial a satisfacer pensiones compensatorias a
favor del cónyuge o de alimentos a los ascendientes, hermanos y descendientes distintos
de los hijos, que para aquellos otros que, como el recurrente, deben abonar anualidades
por alimentos a sus hijos.
Por Sentencia de 13 de junio de 2001 se estimó parcialmente el recurso, con
anulación de la sanción impuesta –por falta de prueba de la culpabilidad del infractor-, y
confirmación de la liquidación provisional –por no apreciarse la lesión del principio de
igualdad-, rechazándose igualmente el planteamiento de la cuestión de
inconstitucionalidad solicitada.
IV.
TIPO DE PROCEDIMIENTO
Se presenta recurso de amparo conforme a lo previsto en el art. 43.1 de la Ley
Orgánica del Tribunal Constitucional (en adelante LOTC) aduciendo la parte
recurrente vulneración del derecho a la igualdad ante la ley (art. 14 en relación con
el art. 31.1 CE). En particular, imputa la parte actora conforme a la lectura del art.
71.2 de la Ley IRPF 18/1991, de 6 de junio, de 1991, una discriminación
injustificada, al excluir dicho precepto las pensiones de alimentos satisfechas a los
hijos de las que se permite reducir de la base imponible, discriminando así no sólo
este tipo de pensiones respecto de las de alimentos satisfechas a otros familiares o
de las compensatorias al cónyuge, sino entre cónyuges, al darse un trato dispar al
cónyuge que presta sus alimentos en el seno del hogar familiar.
V.
FUNDAMENTOS JURÍDICOS
Conforme a reiterada doctrina de este Tribunal, el principio de igualdad “ante o
en la Ley” impone al legislador el deber de dispensar un mismo tratamiento a
quienes se encuentran en situaciones jurídicas iguales, con prohibición de toda
desigualdad que, desde el punto de vista de la finalidad de la norma cuestionada,
carezca de una justificación objetiva y razonable, o que resulte desproporcionada en
relación con dicha justificación. Lo que prohíbe el principio de igualdad son, en
suma, las desigualdades que resulten artificiosas o injustificadas por no venir
fundadas en criterios o juicios de valor generalmente aceptados, además de que, para
que sea constitucionalmente lícita la diferencia de trato, las consecuencias jurídicas
que se deriven de tal distinción deban ser proporcionadas a la finalidad perseguida,
de suerte que se eviten resultados excesivamente gravosos o desmedidos (entre
otros, SSTC 76/1990, de 26 de abril, FJ 9º; 1/2001, de 15 de enero, FJ 3º; 152/2003,
de 17 de julio, FJ 5º; y 193/2004, de 4 de noviembre, FJ 3º).
Es evidente que las razones por las que, según la demanda de amparo, el art.
71.2 de la Ley 18/1991 establece la discriminación denunciada, no son de naturaleza
objetiva sino de carácter subjetivo, pues lo determinante para el diferente trato desde
el punto de vista del deber de contribuir (la procedencia o no de la deducción en la
base imponible) es, en última instancia, la cualidad del pagador de las pensiones
basada en su condición de progenitor (relación paterno-filial), cónyuge (relación
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matrimonial) o de mero pariente (relación de parentesco) con el beneficiario de las
mismas. En este sentido, tal y como hace el recurrente y aceptan tanto el Abogado
del Estado como el Ministerio Público, y vinimos a reconocer en la citada STC
1/2001, el proceso constitucional que enjuiciamos debe asimismo situarse en la
esfera del art. 14 CE; que sí puede ser objeto de amparo.
Establecido que resultan concernidos los arts. 14 y 31.1, ambos CE, debemos
subrayar que, como venimos señalando, la condición sine qua non para que la
igualdad protegida en ambos preceptos resulte vulnerada es que se produzca una
discriminación entre dos situaciones que pueden considerarse iguales. Y este primer
requisito es, precisamente, el que no concurre en este caso, en el que los términos de
comparación ofrecidos por la demandante no resultan idóneos para ilustrar la
desigualdad que se denuncia.
Reconocer exclusivamente a los padres alimentantes que no conviven con sus
hijos el derecho a reducir de la base imponible del tributo el coste de su
manutención sería tanto como establecer su privilegio fiscal discriminatorio frente al
genérico deber de contribuir del art. 31.1 CE, sin una justificación que, desde el
punto de vista constitucional lo legitime. No debemos olvidar que, conforme a
nuestra doctrina, “la exención o bonificación –privilegio de su titular- como quiebra
del principio de generalidad que rige la materia tributaria (art. 31.1 CE), en cuanto
que neutraliza la obligación tributaria derivada de la realización de un hecho
generador de capacidad económica, sólo será constitucionalmente válida cuando
responda a fines de interés general que la justifiquen (por ejemplo, por motivos de
política económica o social, para atender al mínimo de subsistencia, por razones de
técnica tributaria, etc), quedando, en caso contrario, proscrita, pues no hay que
olvidar que los principios de igualdad y generalidad se lesionan cuando “se utiliza
un criterio de reparto de las cargas públicas carente de cualquier justificación
razonable y, por tanto, incompatible con un sistema tributario justo como el que
nuestra Constitución consagra en el art. 31 (STC 134/1996, de 22 de julio, FJ 8º; y
STC 96/2002, de 25 de abril, FJ 7º).
En consecuencia, siendo evidente que, desde un punto de vista constitucional,
tan válida es la opción legislativa dirigida a permitir la deducción del coste de
mantenimiento de los hijos en la base imponible de los pagadores como la de no
permitir dicha deducción (STC 1/2001; FJ 3º), lo cierto es que la adopción de una u
otra medida debe hacerse sin establecer discriminaciones injustificadas entre sus
potenciales destinatarios al tratarse “ a fin de cuentas, de la igualdad de todos ante
una exigencia constitucional – el deber de contribuir o la solidaridad en el
levantamiento de las cargas públicas – que implica, de un lado, una exigencia
directa al legislador, obligado a buscar la riqueza allá donde se encuentre (STC
27/1981, de 20 de julio, FJ 4º; 150/1990, de 4 de octubre, FJ 9º; 221/1992, de 11 de
diciembre, FJ 4º; y 233/1999, de 16 de diciembre, FJ 14º), y de otra parte, la
prohibición en la concesión de privilegios tributarios discriminatorios, es decir, de
los beneficios tributarios injustificados desde el punto de vista constitucional, al
constituir una quiebra del deber genérico de contribuir al sostenimiento de los gastos
del Estado (STC 96/2002, FJ 7º).
Puede descartarse que la pensión compensatoria al cónyuge o la de alimentos a
los parientes puedan equipararse, a los efectos de los arts. 14 y 31 CE, a los
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alimentos a los hijos menores. Y es que, efectivamente, además de que el deber de
alimentos para con los hijos menores viene establecido expresamente en la
Constitución, circunstancia que no acontece con las restantes pensiones que venimos
examinando, que constituyen un deber impuesto legalmente, el fundamento, la
finalidad y los criterios de determinación de cada una de ellas son claramente
diferentes.
Igualmente, la finalidad de una y otra pensiones son distintas, pues la pensión
compensatoria persigue paliar la situación de desequilibrio económico padecida por
unos de los cónyuges como consecuencia de su separación o divorcio, es decir,
cumple una función puramente reparadora, mientras que, la obligación de alimentos
a los hijos desempeña la función de mantenerlos, prestándoles cuidado y educación
(art. 92 CE), así como una formación integral (art. 154 C.civil).
Por lo que respecta a la pensión de alimentos a los parientes –el otro elemento de
comparación alegado- su fundamento descansa únicamente en la situación de
necesidad perentoria o “para subsistir” (art. 148 C. civil) de los parientes con
derecho a percibirlos –cónyuge, ascendientes, descendientes y hermanos (art. 143
C.civil)- se abona sólo desde la fecha en que se interponga la demanda” (art. 148
C.civil) y puede decaer por diversos motivos relacionados con los medios
económicos o, incluso el comportamiento del alimentista (art. 152 C.civil). Por el
contrario, los alimentos a los hijos en la medida en que tienen su origen
exclusivamente en la filiación (art. 39.3 CE), ni precisan demanda alguna para que
se origine el derecho a su percepción, ni la ley prevé excepciones al deber
constitucional de satisfacerlos. En este sentido, no es irrazonable sostener, como
hace el Abogado del Estado, que el legislador ha considerado que, mientras que los
alimentos a los parientes, en tanto que sólo se satisfacen como consecuencia de una
demanda presentada por éstos y tras la correspondiente resolución judicial,
constituyen un gasto de carácter extraordinario cuya deducción resulta procedente,
los alimentos a los hijos suponen un gasto corriente o mero consumo de renta que,
como ocurre con las restantes aplicaciones de renta, no tienen por qué generar un
derecho a su reducción de la base imponible del impuesto.
En definitiva, una vez sentada la diferente naturaleza de las pensiones de
alimentos a los hijos respecto de las pensiones compensatorias y de alimentos a
parientes, es evidente que no se cumple con las exigencias de nuestra doctrina para
poder apreciar la vulneración del art. 14, en relación con el art. 31.1 ambos de la
Constitución, al ser condición indispensable que los términos de comparación que se
aportan para ilustrar la desigualdad denunciada sean homogéneos, requisito esencial
que, como hemos visto, no concurre en este caso.
VI.
COMENTARIO CRÍTICO
De nuevo el Alto Tribunal ha tenido ocasión de enjuiciar si la disposición legal
que limita la posibilidad por el pagador de deducir en el Impuesto sobre la renta de
las personas físicas las anualidades por alimentos a favor de los hijos lesiona el
principio de capacidad económica en relación con el derecho a la igualdad ante la
Ley.
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Como es sabido, el principio de capacidad económica per se no es susceptible de
amparo conforme a lo que establecen los arts. 41.1 y 53.2 LOTC al aparecer
consagrado en la Constitución únicamente en el art. 31, y por consiguiente,
extramuros de los derechos y libertades que son legítimamente reclamables en
amparo, por lo que sólo cabe invocar este principio relacionándolo con el también
de igualdad enunciado en los arts. 14 y 31 de Nuestro Texto Fundamental.
El Tribunal Constitucional ha sentado cierta doctrina a la hora de cuestionarse si
admite o no a trámite supuestas lesiones del principio de igualdad relacionadas con
el también principio de capacidad económica, admitiendo sólo aquellas
discriminaciones que tengan una naturaleza subjetiva, y no objetiva. En el citado
caso, el Alto Tribunal admitió a trámite dicha solicitud en cuanto que la recurrente
alegó discriminaciones en relación con el diferente tratamiento fiscal que establece
la Ley IRPF en relación con las anualidades por alimentos a favor de los hijos con
respecto a las pensiones compensatorias a favor del cónyuge, así como las primeras
en relación con las pensiones alimenticias que pueden disfrutar otros parientes.
La Sentencia objeto de análisis no establece sorpresas, siendo continuista con la
doctrina sentada anteriormente en la STC 1/2001, de 15 de enero. Así. en la citada
STC 1/2001 se alegaba por parte del recurrente la posible lesión del principio de
igualdad en la aplicación de la Ley 18/1991, del IRPF, en cuanto que mientras la ex
–esposa del demandante no tenía que satisfacer a la hija de ambos cantidad alguna
para cubrir sus necesidades, de modo que no sufría ninguna merma en sus ingresos,
el recurrente sí estaba obligado a hacerlo por el convenio regulador, anualidades por
alimentos que, conforme al art. 71.2 Ley IRPF 18/1991, no eran susceptibles de
reducción en la base imponible. Sin embargo, el Alto Tribunal acude a su doctrina
ya consolidada de que el principio de igualdad ante o en la Ley garantizado en el art.
14 CE “impone al legislador el deber de dispensar un mismo tratamiento a quienes
se encuentran en situaciones jurídicas iguales, con prohibición de toda desigualdad
que, desde el punto de vista de la finalidad de la norma cuestionada, carezca de una
justificación objetiva y razonable o resulte desproporcionada en relación con dicha
justificación”, para entender que los términos de comparación que se aportan para
ilustrar la desigualdad denunciada no son homogéneos por lo que el Tribunal
Constitucional desestima el amparo.
En la Sentencia 57/2005, objeto de este comentario, la recurrente (pues se da la
situación anecdótica que el progenitor pagador de dichas pensiones había fallecido
anteriormente y es la ex cónyuge la que ejerce el derecho al amparo) cuestiona también
el art. 71.2 LIRPF de 1991 en base también al principio de igualdad, por supuesta
discriminación entre el tratamiento fiscal que se dispensa a las pensiones alimenticias a
favor de los hijos, en relación con la pensión compensatoria a favor del ex cónyuge (que
resulta ser la propia recurrente) así como la que perciben otros parientes (término éste
de comparación novedoso con respecto a la sentencia del año 2001). Por consiguiente,
se da la paradoja de que la persona que solicita el amparo (su ex –cónyuge) es la misma
persona que se encuentra en el “punto de mira” por supuestamente beneficiarse de un
trato fiscal privilegiado en relación con el que prescribe la misma Ley de renta para el
otro progenitor pagador de las pensiones alimenticias ahora fallecido.
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El Tribunal Constitucional justifica la diferencia de tratamiento tributario entre las
pensiones a favor de parientes (que sí permiten reducción en la base imponible) y la que
perciben los hijos (que no da lugar a la aplicación de la reducción), pues estas últimas
tienen su causa en el deber Constitucional de los padres de prestar asistencia de todo
orden a los hijos (art. 39.3 CE), a diferencia de las pensiones alimenticias en favor de
parientes que únicamente tienen un origen legal (arts. 143 y 148 C. civil) pero no
constitucional. Este argumento apoyado en la jerarquía de fuentes a juicio del Alto
Tribunal justifica el distinto trato fiscal que establece el legislador de renta para unos y
otros pagos al considerar a las pensiones en favor de parientes gastos de carácter
extraordinario cuya existencia es merecedora de la aplicación de una reducción,
mientras que los alimentos a favor de los hijos son considerados gastos corrientes o
meros consumos de renta que como las restantes aplicaciones de renta, no tienen por
qué generar un derecho a su reducción de la base imponible del Impuesto.
Desde una interpretación también de acuerdo al Texto Constitucional fundamentada
en este caso no desde la jerarquía de fuentes, sino cimentada en los principios rectores
de política social y económica del capítulo III de Nuestra Norma Suprema, podría llevar
a pensar que la ratio del art. 71.2 de la Ley IRPF de 1991 tendría su justificación en que
los citados perjuicios económicos derivados del tratamiento fiscal tan desfavorable que
soportan los divorciados con respecto a los casados resulta ciertamente congruente con
el principio rector proclamado en el art. 39 de Nuestra Constitución de protección
social, económica y jurídica a la familia, en cuanto que mientras la pareja con hijos se
mantenga unida el progenitor pagador de pensiones alimenticias no se verá perjudicado.
Sin embargo, esta interpretación no resulta coherente, en cuanto que esta premisa no se
cumple cuando se comparan las familias monoparentales con hijos formadas por
personas divorciadas o separadas judicialmente con las familias biparentales
compuestas de padre y madre casados con hijos. Las primeras tendrán en conjunto una
menor presión fiscal al tener derecho a presentar dos autoliquidaciones tributando de
forma conjunta consiguiendo mitigar la progresividad; situación que no se producirá en
las familias biparentales en los que la progresividad de la tarifa se aplicará con toda su
intensidad. Sin embargo, no es ésta la posición que ha seguido nuestro más Alto
Tribunal en las SSTC. 47/2001, de 15 de febrero; 212/2001, de 29 de octubre, y
21/2002, de 28 de enero; que ha venido a negar la discriminación en relación con el
principio de igualdad entre las personas casadas y las parejas separadas legalmente. Esta
misma situación es denunciada por FALCÓN Y TELLA (cfr. “Comentario general de
jurisprudencia”, Civitas, Revista Española de Derecho Financiero, nº 84, 1994, pág.
805) al afirmar que “no parece admisible que la separación judicial o el divorcio, en
unidades familiares con un único perceptor de renta, puedan suponer, en la práctica, una
menor carga impositiva, y en cambio las cargas familiares no produzcan el mismo
efecto constante matrimonio. El hecho de que la progresividad quede reducida, en la
tributación conjunta por la aplicación de una escala específica no es suficiente, desde
esta perspectiva, en la medida en que la reducción de cuotas que ello supone no siempre
compensa suficiente las cargas familiares, si tomamos como referencia una persona
separada o divorciada con las mismas cargas” (…); la capacidad contributiva de un
perceptor de rendimientos con otras personas a su cargo no es, evidentemente, la misma
que la del individuo no integrado en una unidad familiar, como se pone de manifiesto,
en los supuestos de separación o divorcio, al transformarse dichas cargas en pensiones
compensatorias y adquirir, por ello, carácter deducible”.
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VII. RELEVANCIA JURÍDICA
La actual Ley de renta mantiene el criterio de no permite reducir de la base
imponible las pensiones alimenticias a favor de los hijos por lo que puede señalarse que
dicha doctrina del Alto Tribunal resulta plenamente aplicable a la legislación vigente
aprobada por el TR. LIRPF 40/1998, de 9 de diciembre. El Proyecto de Ley del nuevo
IRPF que está actualmente en tramitación parlamentaria no establece modificaciones al
respecto permitiendo el art. 55 reducir la base imponible con las pensiones
compensatorias a favor de cónyuge y las anualidades por alimentos entre parientes
satisfechas ambas por decisión judicial, con excepción de las fijadas en favor de los
hijos del contribuyente.
No obstante, entendemos que el legislador actual da un paso más en relación con la
legislación anterior al pretender gravar ahora la capacidad económica efectiva o
disponible que se obtiene minorando a la renta neta los gastos que atienden a las
necesidades familiares vitales. Pues bien, debe entenderse que la posición del legislador
de renta de restringir la reducción de las pensiones alimenticias con destino a los hijos
no resulta coherente con el propio objeto del impuesto enunciado en el art. 2.2 del actual
TR. LIRPF de gravar únicamente la capacidad económica disponible del contribuyente.
En efecto, el art. 2.2 establece que “el Impuesto gravará la capacidad económica del
contribuyente, entendida ésta como su renta disponible, que será el resultado de
disminuir la renta en la cuantía del mínimo personal y familiar”. Desde una perspectiva
hacendística, el progenitor pagador de las pensiones alimenticias a favor de los hijos
estará sometido a una mayor renta gravada que resulta difícilmente justificable desde el
punto de vista de su capacidad económica disponible. Así las cosas, dicho progenitor
pagador queda vedado por un lado, a tributar de forma conjunta (art. 84 TR. LIRPF) con
los hijos con los que no convive la mayor parte del año pero que sí coadyuva a su
sustento económico, por otro, a practicarse el mínimo por descendientes (art. 43 TR.
LIRPF), o por último, a practicarse la reducción por el cuidado de hijos siempre que el
descendiente tenga menos de tres años (art. 54 TR. LIRPF). Y en puridad, desde la
óptica de la capacidad económica disponible de cada contribuyente de forma
singularizada no parece que sea suficiente para someter a gravamen la capacidad
económica efectiva la aplicación de la escala de gravamen separadamente al importe de
las anualidades y al resto de la base liquidable general (tal como prescriben los arts. 51
y 62 TR. LIRPF).
Es cierto que el legislador de renta disfruta de cierta discrecionalidad técnica a la
hora de realizar una determinada política fiscal (esto explica que la Ley 44/1978 en un
principio permitiera su reducción en la base imponible, para con posterioridad, el
legislador de la Ley 18/1991, en esta sentencia cuestionada cambiara de criterio, no
admitiendo su reducción). No obstante, como también recuerda Nuestro más Alto
Tribunal, dichas situaciones fácticas sobre las que se proyecta el legislador de renta para
formular un criterio legal no deben conducir a resultados excesivamente gravosos o
desmedidos, lo que en nuestra opinión sucede cuando al progenitor pagador de
pensiones alimenticias por hijos no se le permite tributar de forma conjunta con el
descendiente que no convive (la mayor parte del año) a pesar de contribuir a su sustento
económico. Partiendo de esta premisa, y en atención al mismo art. 146 del Código civil
que el mismo Alto Tribunal invoca (“la cuantía de los alimentos será proporcionada al
caudal o medios de quien los da y a las necesidades de quien los recibe”) parece lógico
que desde un punto de vista de la justicia tributaria el progenitor pagador de acuerdo a
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su capacidad económica disponible pueda también aprovecharse de ciertos beneficios
fiscales que concede la Ley de renta a riesgo de que de no hacerlo, se estarán
sometiendo a gravamen índices inexistentes o ficticios de capacidad económica lo que
resultará incompatible con el principio de capacidad económica que proclama Nuestro
Texto Constitucional.
Incluso siguiendo una interpretación ciertamente interesada, podría señalarse que si
por familia debe entenderse según la definición clásica la unión entre un hombre y una
mujer así como la concepción de hijos, no cabe la menor duda de que dicha disposición
tributaria incentiva a la no tenencia de hijos (en contra del mandato constitucional del
art. 39 de Nuestra Carta Magna) en cuanto que de existir descendencia y producirse una
separación judicial o divorcio, el pagador de la pensión alimenticia por hijos soportará
una carga económica desproporcionada al no ser fiscalmente deducible.
Desde otro estadio, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas ha
entendido en el caso Schumacker (STJCE de 14 de febrero de 1995, asunto C-279/93)
que los no residentes que obtengan la mayor parte de la renta en el Estado de la fuente,
tengan derecho sobre la base del principio de no discriminación a que dicho Estado les
aplique los mismos incentivos fiscales que se les reconoce a los residentes. Aunque esta
doctrina no resulta aplicable directamente al caso que nos ocupa por tratarse de términos
de comparación no homogéneos (en el caso Schumacker, residentes frente a no
residentes a diferencia del caso que nos ocupa que deben compararse pagadores de
pensiones alimenticias sin convivencia con hijos frente a no pagadores con
convivencia), si puede servirnos para formular la siguiente reflexión: si en el ámbito de
la Unión Europea el Tribunal de Luxemburgo ha sido sensible a reconocer los mismos
beneficios fiscales a residentes y no residentes cuando obtienen la mayor parte de la
renta en el mismo país resulta también coherente en base al principio de igualdad con la
capacidad económica que el legislador interno reconozca el derecho a tributar de forma
conjunta a aquellos progenitores que pese a no tener la custodia de sus hijos y en
consecuencia, no exista convivencia, contribuyan en su totalidad a su sustento
económico.
VIII. BIBLIOGRAFÍA
FALCÓN Y TELLA, R., “Comentario general de jurisprudencia”, Civitas, Revista Española de
Derecho Financiero, nº 84, 1994, pág. 805. HERRERA MOLINA, P. capacidad económica y
sistema fiscal, Marcial Pons, Madrid, 1998. SOLER ROCH, Mª. Tª., “Subjetividad tributaria y
capacidad económica de las personas integradas en unidades familiares”, Civitas, Revista Española
de Derecho Financiero, nº 66, 1990.
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