Historias de los Trabajadores Migrantes

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Historias de los Trabajadores Migrantes Cada año, miles de mexicanos migran a Estados Unidos para trabajar en empleos de alto riesgo y de bajos salarios. Algunos de estos trabajadores migrantes viajan a sus lugares de trabajo en Estados Unidos con visas para trabajadores huéspedes H-­‐2A (para trabajos agrícolas) y H-­‐2B (para trabajos no agrícolas) mientras que otros llegan como trabajadores sin documentos. Todos en busca de mejores oportunidades de vida para ellos y sus familias. Independientemente de la forma en la que lleguen a los Estados Unidos, los trabajadores migrantes enfrentan abusos durante el reclutamiento y durante el empleo, afectando seriamente la economía de sus familias. En esta cena que está celebrando, le invitamos a que lea los testimonios de dos trabajadores que valientemente quisieron compartir su historia con ustedes y de Norma, quien perdió a su padre en EE.UU. Es momento de conmemorar a aquellos que durante su viaje o trabajo han perdido su vida o han sufrido algún accidente, la valentía de los trabajadores y de sus familias en la lucha por la reivindicación de sus derechos y el compromiso del Centro de los Derechos del Migrante y del Comité de Defensa del Migrante en la búsqueda de la justicia laboral. Y para ello, Ricardo, Juan y Norma nos relatan sus historias, para compartir contigo y con tus invitados los abusos que enfrentan pero también la esperanza que guardan y la razón de su lucha. LA HISTORIA DE JUAN Mi nombre es Juan y soy de una comunidad de Veracruz. Cada año casi tres mil personas de mi comunidad y de otras comunidades cercanas migramos a los Estados Unidos para trabajar en empleos de bajos salarios. En el 2011 fui contratado con una visa H-­‐2B para trabajar para una compañía de ferias en New Hampshire alrededor de ocho meses. En México la situación de vida es muy difícil y el sueldo que uno puede ganar es muy bajo y no es suficiente para mantener a la familia. Por eso decidí irme a trabajar a Estados Unidos. Para llegar a mi trabajo tuve que pagar al reclutador de mi comunidad 5,000 pesos. Para cubrir el costo pedí dinero a mi familia y tardé hasta tres meses y medio para poder pagar mi deuda. En Estados Unidos, trabajaba alrededor de 105 horas a la semana montando las ferias, armando y desarmando juegos, operando los rides, limpiando el espacio para después movernos al siguiente poblado y volver a comenzar. Recibía un pago semanal fijo de $354.00 dólares. El patrón nos descontaba cada semana $25.00 dólares como una garantía para cubrir cualquier daño que pudiéramos causar a la casa a pesar de las pésimas condiciones de la vivienda. Durante los primeros tres meses tuve que dividir mi salario entre el pago de mi deuda en México, el envío de dinero a mi familia y el costo para mantenerme en los Estados Unidos. El dinero que enviaba a mi familia no era suficiente para su sustento. A los cinco meses de estar trabajando, junto con otros cinco compañeros, estábamos quitando un anuncio grande y una pieza de metal del anuncio se rompió y cayó en mi ojo izquierdo. Dado que la compañía no nos proporcionó equipamiento de seguridad como lentes, botas, guantes, etc. yo no contaba con ninguna protección en ese momento. Mi patrón me llevó al hospital y me tuvieron que operar la cornea. El doctor que me atendió me dijo que tenía que estar seis semanas en reposo para permitir que mi ojo se recuperara. Después de mi operación, tuve que quedarme en Estados Unidos para mi recuperación y viví en las trailers que el patrón tenía para los empleados. A los quince días de mi operación, el manager me pidió que le ayudara a mover unos objetos muy pesados, a pesar de las indicaciones del doctor y de que yo le dije que no podía. Al día siguiente de mover las cosas sentí mucho dolor en mi ojo y tuve que regresar al hospital donde me dijeron que la incisión en mi ojo se había vuelto a abrir y tuvieron que operarme nuevamente. Me tuve que quedar en Estados Unidos hasta que el doctor me diera de alta y pudiera regresar a México. Durante este tiempo mi contrato de trabajo terminó y me enviaron a Texas hasta que me recuperara. Durante el tiempo que estuve en Texas, sin posibilidad de regresar a México ni de trabajar, la compañía solamente me daba entre 100 y 150 dólares a la semana. Durante este tiempo mi familia no contaba con un ingreso fijo. El Doctor que me atendió en Estados Unidos me dijo que cuando regresara a trabajar en el 2012 debía ir a una revisión médica. Sin embargo la compañía no me contrató en el 2012 porque dijeron que ya no era apto para desempeñar mi trabajo y porque había sido muy exigente durante mi recuperación. Hasta la fecha mi ojo aún me genera molestias y en ocasiones veo flashes de luz, como si me estuvieran tomando una foto. No he podido ir a mi cita de revisión. Me acerqué al CDM para que me ayudara en la recuperación de mis derechos y afortunadamente tuve éxito. Considero que todos los trabajadores migrantes debemos de defendernos ante todas las injusticias y abusos que enfrentamos. Yo siempre les digo a mis compañeros y amigos en mi comunidad que hablen ante cualquier agresión física o verbal, que no se queden callados, que luchen y que sí tenemos quien nos apoye; que se acerquen al CDM. LA HISTORIA DE RICARDO Mi nombre es Ricardo. Trabajé en Estados Unidos sin documentos mezclando cerámica hasta que en el 2010 me accidenté. Estaba trabajando en la máquina para mezclar la cerámica cuando observé que el compartimento por el cual sale la cerámica cuando ya está mezclada estaba abierto. Para evitar que la cerámica se derramara, intenté cerrar el compartimento y en ese momento la máquina me agarró mi mano y me la arrancó desde la muñeca. Estuve en Estados Unidos durante 5 meses recibiendo atención médica y apoyo económico por salarios perdidos de parte la compañía de seguros. Algunos familiares en Estados Unidos me ofrecieron apoyo con el hospedaje y mi alimentación mientras me recuperaba. El dinero que recibía era suficiente para mantenerme en Estados Unidos y enviar dinero a mi familia en México. Aunque me resultaba difícil recuperarme lejos de mi familia y me deprimí mucho por haber perdido mi mano, porque ahora me resultaría más difícil trabajar. Por ello, decidí regresar a México. Cuando tomé la decisión lo consulté con la compañía de seguros para asegurarme de que no habría problema y de que podría continuar recibiendo mi compensación y el dinero que me correspondía relacionado al accidente. Me dijeron que no habría problema. En Diciembre de 2010 estaba de regreso con mi familia en México. Después de varios meses de no recibir mi dinero, me informaron que no era posible enviarme mis cheques a México y que tendría que regresar a Estados Unidos para cobrar el dinero. Desde entonces no he podido recuperar mi dinero. Ahora, un bufete de abogados me está ayudando en colaboración con CDM. Sin embargo me ha resultado muy difícil conseguir la visa humanitaria y mis abogados me han dicho que si no voy a Estados Unidos, no podré recuperar mi dinero, ni continuar recibiendo mi compensación. Ahora pienso que de haber sabido que iba a tener tanto problema, mejor me hubiera quedado en Estados Unidos aunque tuviera que estar lejos de mi familia. Ahora no tengo trabajo. No puedo trabajar por las heridas que sufrí y los patrones en México contratan a otras personas. Esto está afectando mucho a mi familia porque tenemos mucha necesidad. Lamentablemente quien más sufre en estas situaciones es la familia. Espero poder continuar con mi caso y que todo resulte favorable para mí y los míos, porque en realidad lo necesitamos. Me siento mejor que antes; he recibido mucho apoyo solidario de organizaciones, familiares, amigos en la comunidad y tengo esperanza de que todo salga bien. Ojalá si pueda llegar a Estados Unidos con el apoyo del CDM y de mis abogados y que pueda recuperar lo que por ley me corresponde. LA HISTORIA DE NORMA Soy Norma, vivo en una comunidad en el estado de Veracruz. En mi comunidad, cada año, muchos hombres y mujeres viajan a trabajar a las ferias y carnavales ambulantes en Estados Unidos. En el 2010, mi papá se fue a trabajar a una pequeña feria en California por quinta vez. 15 días después de su partida, recibimos una llamada del hospital de Santa Barbará para informarnos que mi Papá había fallecido. Nadie en mi familia tenía idea de que mi Papá estaba en el hospital. La última vez que hablamos con él nos dijo “nos hablamos después”. Nadie se molestó en avisarnos que mi Papá estaba enfermo. Cuando me dijeron que había muerto, yo no podía creerlo. No sabemos la razón real de la muerte de mi Padre. Todos nos han dicho diferentes razones: el reclutador, el hospital y los compañeros de mi Papá. Después de lo que hemos escuchado creemos que mi Padre murió a causa de tétanos, sabemos que se cortó el brazo con un fierro de uno de los rides y que no recibió atención médica hasta días después de su accidente. Para traer los restos mi Papá a México, tuvimos que pedir ayuda a la Secretaría de Relaciones Exteriores y al Consulado Mexicano porque el reclutador y la compañía se negaron a pagar el traslado debido a que “había muerto a causa de una enfermedad no relacionada a su trabajo”. Tuve que moverme mucho hasta que por fin logramos traer a mi Papá de regreso. Desde la muerte de mi Papá, mi hermano Rodrigo se ha ido a trabajar a las ferias a los Estados Unidos para apoyar a mi Mamá y a los gastos de la casa. 
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