Stephen Hawking

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Por el Prof. Alejandro Medeiros
Docente de Astronomía.
STEPHEN HAWKING: LA DRAMÁTICA HISTORIA DE UN CIENTÍFICO BRILLANTE.
Considerado una de las mentes más brillantes de nuestro tiempo y comparado con el
mismísimo Albert Einstein, el Dr Stephen Hawking ocupa desde hace 30 años la
Cátedra Lucasiana del DAMTP (Departamento de Matemáticas Aplicadas y Física
Teórica) en la Universidad de Cambridge. Cátedra que en otro tiempo ocupó Sir Isaac
Newton y Paul Dirac, dos científicos extraordinarios que se ocuparon de las leyes que
rigen el universo a gran escala y el microcosmos atómico.
El Dr Stephen Hawking ha tenido la asombrosa virtud de intentar conectar ambos
aspectos de la naturaleza mediante la descripción de la evolución del universo a partir
de la Relatividad General y la Mecánica Cuántica. Sus numerosos logros en este campo
y el hecho de ser uno de los investigadores más conocidos a nivel mundial por su
prolífica actividad como divulgador científico, serían más que suficientes para dedicarle
esta nota. Sin embargo el motivo por el que decidimos escribir sobre su vida no es ese, o
por lo menos no es el único, existe una razón mucho más dramática que convierte a este
hombre en un auténtico paradigma, un referente en el que se conjuga la capacidad
intelectual, la entrega sistemática y metódica a su trabajo y la lucha abnegada por vivir.
Hawking dijo una vez: “mi objetivo es simple, es la completa comprensión del
Universo, porque es como es y porque existe”. Sin lugar a dudas una meta muy
ambiciosa que muchos de sus colegas Astrofísicos y Cosmólogos a través de todo el
mundo comparten, pero: ¿qué pensaría Sr. lector si le digo que este objetivo es
manifestado por alguien que está desde hace más de treinta años confinado en una silla
de ruedas y con el cuerpo completamente paralizado? Sus pensamientos son
transmitidos por una computadora que habla por él mediante la lectura del movimiento
de sus ojos y el débil movimiento de uno de sus dedos.
UN JOVEN INQUIETO Y SOÑADOR
Stephen William Hawking nació el 8 de enero de 1942 en Oxford, lugar al que sus
padres se habían trasladado para evitar los constantes bombardeos a la que era sometida
la ciudad de Londres por parte de los nazis (los alemanes habían “civilizadamente”
acordado no destruir sus famosas ciudades universitarias si los aliados no hacían lo
mismo con Gotinga y Heidelberg).
Su padre Frank Hawking -médico especialista en enfermedades tropicales- y su madre
Isobel lo habían educado con todo el protocolo de una familia inglesa típica de la clase
media.
A comienzos de los años 50 Stephen ingresó al colegio de St Albans -50 km al norte de
Londres- donde se despertó su interés por las ciencias. De carácter taciturno y de
aspecto frágil y desgarbado se lo podía reconocer fácilmente. Era sin lugar a dudas la
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personificación del típico "científico obsesivo" al que tantas veces Hollywood se ha
encargado de parodiar en las películas.
No estudiaba demasiado pero siempre aprobaba las asignaturas con buenas notas.
Según sus amigos más cercanos -los únicos que tenían acceso al laboratorio que había
construido en una habitación abandonada de su casa- era difícil entenderlo porque
hablaba de forma rápida y atropellada (como si su capacidad de vocalización fuera
incapaz de seguir el ritmo vertiginoso de sus pensamientos) y frecuentemente se
concentraba tanto en la invención y resolución de juegos que literalmente pasaba horas
y días alejado de la realidad. No puedo dejar de recordar en este sentido el símil con ese
otro gigante que precedió a Hawking en la cátedra que ahora él ocupa: Sir Isaac
Newton. Enfrascado en la resolución de problemas intelectuales se abstraía de tal
manera al punto que en una ocasión, leyendo un libro de matemáticas, perdió un caballo
al que tenía sujeto por la brida. Quizás tampoco sea casual que el propio Hawking
recuerde que nació exactamente 300 años después de la muerte de Galileo y del
nacimiento de Newton.
Uno de los alumnos más sobresalientes de St Albans y amigo personal de Stephen,
recuerda que muchas veces se sumergían en discusiones filosóficas, discusiones en las
que Stephen siempre lo aventajaba al extremo de dejarlo en ridículo.
Según Paul Strathern en “Hawking and Black Holes” el joven estudiante se divertía
reflexionando sobre cómo funcionaba el mundo, un sentido global de cómo era el
“mecanismo de relojería” que hacía marchar el universo.
Probablemente este temprano cuestionamiento fue la semilla que despertó su interés por
la Cosmología, pero no desde un enfoque religioso o mítico o filosófico -tarea de la que
ya se han ocupado las grandes civilizaciones a lo largo de la historia- sino desde un
punto de vista físico, buscando las leyes y relaciones matemáticas que subyacen en la
magnífica armonía del cosmos.
UNA CARRERA PROMETEDORA Y UNA REVELACIÓN DRAMÁTICA
Después de graduarse y aprobar sus estudios A-Levels (exámenes obligatorios en Reino
Unido para ingresar en la Universidad) rindió examen en Oxford para estudiar Física,
sus resultados fueron tan buenos que obtuvo inmediatamente una beca.
Durante su estancia en la Universidad Hawking se pasaba la mayor parte del tiempo
recluido en su habitación, bebiendo solitariamente cerveza (no tenía edad para concurrir
con sus compañeros a los Pubs) y devorando libros de anticipación científica.
Es conocida su afición por la serie Star Trek –en la que incluso participó en uno de sus
capítulos-, y hasta llegó a afirmar que “la Ciencia Ficción estimula la imaginación
aunque no resuelva las complejidades de la física teórica”.
Aun cuando no dedicaba mucho tiempo a su actividad académica su Profesor de Tesis,
el Dr. Roben Berman lo llegó a considerar como el mejor estudiante que tuvo en su
carrera.
Sus dotes intelectuales le permitieron conquistar una inquebrantable confianza en sí
mismo y obtener un reconocimiento público que no le era ajeno y al que respondía con
un personal sentido de arrogancia.
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La habilidad natural que tenía en física y matemáticas y su interés por el funcionamiento
del cosmos lo condujo hacia un posgrado en Cosmología en la Universidad más
prestigiosa de Reino Unido: Cambridge.
Durante el primer trimestre Hawking empezó a experimentar dificultades en sus
movimientos, lo que sumado a una serie de síntomas anteriores de igual naturaleza lo
obligó a visitar un médico.
Después de consultar a varios especialistas el resultado fue unánime e inequívoco:
Stephen Hawking padecía la enfermedad de Lou Gehrig. El joven y prometedor
estudiante de Cambridge se vio de repente en medio de la más horrenda pesadilla.
También conocida como ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) esta enfermedad
incurable destruye progresivamente las neuronas motoras del cerebro y en poco tiempo
lo lleva al paciente a un estado vegetativo. En las últimas etapas se les inyecta morfina
para aliviar la depresión crónica y el temor.
Cuando el joven estudiante preguntó cuánto tiempo le quedaba la respuesta no fue
menos categórica: dos o tres años.
Hawking entró en un estado de profunda depresión. Encerrado en su habitación
escuchaba a Wagner y se intoxicaba con Vodka esperando la muerte.
LA CHICA DE SUS SUEÑOS
Y cuando todo parecía llegar al final, cuando ya no había ninguna posibilidad, cuando la
ciencia y la medicina no tenían capacidad de actuar llegó una persona que literalmente
salvó su vida.
Durante las fiestas de fin de año, poco antes de diagnosticársele el ELA, había conocido
–según sus propias palabras- una “chica maravillosa”: Jane Wilde, una jovencita de 18
años que estaba en el primer año de la Universidad de Londres y que había ido a
Cambridge a visitarlo.
Cuando volvieron a encontrarse la vida de Hawking cambió radicalmente, el oscuro
fantasma de la muerte fue reemplazado por la esperanza, la “ilusión” de una vida en
común.
Hawking y Jane se enamoraron y el joven universitario se propuso una meta, la
enfermedad no lo vencería y obtendría el doctorado en Cosmología y se casaría.
Más allá del horizonte del cálculo, desafiando todos los pronósticos médicos Hawking
se dedicó intensamente a sus estudios, sabía que si iba a vivir con la mujer que amaba y
tener una familia debía terminar la carrera.
En 1965, a los 23 años, Hawking se casa con Jane y comienza a trabajar en la tesis de
posgrado. Su trabajo abordaría los temas más ambiciosos y complejos de la Física y la
Astronomía de nuestro tiempo: el origen y la eventual muerte del universo.
DESCUBRIMIENTOS ASOMBROSOS
A mediados de los años 60 el Físico Británico Roger Penrose desarrolló el concepto de
“singularidad” para describir a los agujeros negros. Los agujeros negros son el producto
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final de estrellas muy masivas que mueren en explosiones llamadas Supernovas. Ese
cadáver estelar se derrumba bajo su propio peso hasta comprimirse en un punto sin
dimensiones donde las leyes físicas colapsan.
A Hawking se le ocurrió que la “singularidad” podía estar al final del tiempo como
estrella muerta pero que podía también estar al principio del tiempo. El universo no
existió por siempre -como pretendía la teoría del Estado Estacionario de Fred Hoylesino que tuvo que haber un comienzo; ese comienzo -despectivamente llamado Big
Bang por sus detractores- debía estar sujeto a las mismas condiciones que existen en el
interior de las estrellas muertas.
Hawking demostró que debió existir un instante cero, un momento de creación y que si
regresamos 14 mil millones de años al pasado la física Newtoniana y la Relatividad de
Einstein pierden valor y carecen de carácter predictivo.
Siguiendo esta misma línea Stephen Hawking ha intentado descifrar lo que sucede en el
interior de los black holes y descubrió que estos objetos, de los que ni siquiera la luz
puede escapar debido a su poderosísimo campo gravitatorio, emiten energía y se
evaporan.
Hawking ha tenido además la valentía de abordar temas “políticamente incorrectos” -tal
como él los define- al estudiar con su colega norteamericano Kip Thorne la posibilidad
de viajar hacia atrás en el tiempo, viajes temporales que violan el principio de
causalidad.
Completamente atrofiado pero con una mente lúcida este hombre ha logrado
desentrañar los secretos más íntimos de la naturaleza en un viaje que lo ha llevado –
como en la nave Enterprise de su serie de televisión favorita- hacia las fronteras más
distantes del universo.
ENTREVISTA A ANDREA SÁNCHEZ, LICENCIADA EN ASTRONOMÍA, MAGISTER EN FÍSICA.
La contribución principal de Stephen Hawking a la Astronomía y a la Física moderna la
podemos separar en dos aspectos, uno que tiene un interés muy general y hasta con
implicancias filosóficas y religiosas que es “como se originó el Universo” y por otro
lado hay otro escenario interesante que es la muerte de las estrellas más masivas que
nuestro Sol, los “Agujeros Negros”, en cuyo interior las leyes de la física no se cumplen
tal como las conocemos. Hawking ha intentado aproximarse a través de nuevos modelos
para explicar este tipo de fenómenos como es el caso de la Teoría de Cuerdas que se
aleja de la Física Clásica y de la Relatividad General.
Esta teoría además le ha permitido incursionar en la Súper Unificación. Como sabemos
existen cuatro fuerzas en la Naturaleza, gravedad, electromagnetismo y las leyes que
rigen el interior del átomo que son la fuerza nuclear fuerte y la débil. Hasta ahora se ha
podido unificar el electromagnetismo y la fuerza nuclear débil y en algún momento se
podrá hacer con la fuerza nuclear fuerte, pero la gravedad no entra en ese modelo, a
través de esta nueva definición del espacio en la que incluimos cuerdas que se cruzan y
se forman nudos es que se intenta incluir a la gravedad. La Teoría de la Súper
Unificación permitiría describir los procesos fundamentales del cosmos a partir de una
sola fórmula matemática.
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Recuadro
El Dr Stephen Hawking realiza una intensa actividad de conferencias en todo el mundo
y ha recibido numerosas condecoraciones y premios. Recientemente el Presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, le otorgó la “Medalla de la Libertad”. Máximo
galardón que se otorga en ese país a personas que se han destacado internacionalmente.
La “Historia del tiempo” es el único libro de divulgación científica (específicamente
centrado en la Física) que alcanzó la categoría de best-seller, habiéndose vendido desde
su primera edición en 1988 millones de ejemplares.
Publicado en “El Observador”, O2.
13 de setiembre de 2009.
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