Historia del Arte – Sofía Lanchas San Pedro del Vaticano – Pág.: 1

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HISTORIA DEL ARTE.- 2º BAC
TEMA 15
SAN PEDRO DEL VATICANO
En el siglo XV Roma aparecía como un conjunto de ruinas, sin calles, y los peregrinos que querían
visitar las basílicas debían abrirse paso por penosos caminos. Es sintomático que, a pesar del poderío de la
Iglesia durante la Edad Media, no se construyó ninguna catedral que rivalizara con las de otras ciudades
europeas
La ciudad de Roma tenía una doble función: ser la residencia territorial del Estado eclesiástico y el
centro de la Iglesia Católica. Para conseguirlo los papas realizarán una política de construcciones
representativas con el fin de lograr una ciudad de «rango superior». Sus monumentos, y en este caso San
Pedro y su plaza, serán los más representativos. Toda la actividad ciudadana está en función de la Iglesia
y sus construcciones:
«No hay que olvidar que las calles que conectaban las basílicas. y que por tanto eran recorridas por los peregrinos,
rápidamente se transforman en calles comerciales muy importantes, porque naturalmente todos los comercios se agolpan en las
calles de mayor tránsito, como podría suceder hoy en cualquier ciudad moderna.»
Para los papas del Renacimiento, la victoria del cristianismo sobre el paganismo debería quedar
patente en los monumentos antiguos que había en las plazas de Roma.
Así, Sixto V colocó obeliscos en los puntos importantes de las plazas principales. convirtiéndose en
símbolos de la tradición antigua, de la que la Iglesia toma posesión.
El obelisco de la Plaza de San Pedro de 25,5 m. de alto, de granito rojo, fue traído desde Heliopolis
por orden de Calígula y colocado en la espina del circo de Nerón; este emperador realizó inscripciones
dedicadas a Tiberio y Augusto. Posteriormente, Sixto V lo trasladó en 1585 al centro de la Plaza de San
Pedro.
La iglesia de San Pedro de Roma tenemos que encuadrarla dentro de dos estilos artísticos: El
Renacimiento y el Barroco.
1. Fases de realización del proyecto de San Pedro del Vaticano y su integración urbanística
El fortalecimiento de la Iglesia y la necesidad de tener edificios en función de su rango, lleva a
Julio II a encargar a Bramante la construcción de una iglesia sobre el espacio de la antigua basílica
constantiniana.
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Bramante proyecta una planta de cruz griega inscrita en un cuadrado con cuatro torres en los
extremos y una cúpula esférica sobre un tambor dórico. Al morir Bramante continuaron las obras Rafael
y Sangallo, introduciendo alguna modificación, como la
planta de cruz latina, proyecto que será abandonado.
Con Miguel Ángel se vuelve al primitivo proyecto de
cruz griega ideado por Bramante. Centró todo su esfuerzo en
la construcción de la cúpula a la que dio mayor altura,
alcanzando los 131 metros; ésta será terminada por Giacomo
della Porta, siguiendo el proyecto de Miguel Ángel.
Carlo Maderno, al prolongar una de las naves,
transformó la iglesia de
planta central en una de
planta
longitudinal,
construyendo también la fachada, que terminó en 1612. Ésta consta de
grandes columnas, frontón rematando la puerta y un ático en el que
destacan las balaustradas y esculturas.
La fachada plantea la necesidad de construir un pórtico que
conecte la basílica con la ciudad. Las ciudades barrocas se caracterizaban
por estar muy pobladas y tener poco espacio, pero Bernini se encuentra
con un gran espacio libre, marcado por la fachada de la catedral y el
obelisco levantado por Sixto V. Este espacio libre es, en principio, la
Piazza Obliqua (Plaza Oval), que queda encerrada dentro de la
columnata y la iglesia, y unida por ellas al pórtico. Para conectar la
columnata y la iglesia se proyectó una segunda plaza, llamada Piazza
Retta. Según Giedión aparecen de esta forma combinados tres elementos:
«la plaza oval, la plaza «rectangular» y la iglesia».
La elección de esta forma elíptica estuvo condicionada porque un elemento cuadrado no tenía los
requisitos necesarios para reunir al pueblo en las elecciones y ceremonias papales. Hubieran existido
muchos puntos muertos.
Un pórtico circular tenía el inconveniente de incluir la fachada como un segmento de la propia
circunferencia.
Una columnata elíptica era la solución ideal, ya que cumplía los requisitos de albergar con
multitud de visiones a los peregrinos y dejaba en lugar secundario la fachada de Maderna al potenciar
la cúpula.
Estrechando el frente de la Piazza Retta y dándole forma trapecial, se redujo el montante
volumétrico del muro lateral visto desde la gran plaza. Aun cuando las pilastras de los muros laterales de
la Piazza Retta tienen una separación mutua superior a la existente entre los pilares de la columnata, el
espacio percibido desde la gran plaza es casi idéntico. Ambos factores actúan conjuntamente para
proporcionar una sensación de profundidad.
La Piazza Retta desciende en pendiente desde la fachada. Para acomodar esta variación progresiva
de nivel, los muros laterales de la Piazza Retta se deslizan también en pendiente, desembocando en la
plaza elíptica o columnata.
«Suavemente inclinada hacia el obelisco en el centro; luego va ascendiendo en terrazas ligeramente inclinadas y largas
graderías hasta el gigantesco pórtico. La maestría arquitectónica de Bernini se revela cuando el espectador anhelante por
presenciar la bendición descubre que puede dominar todo el inmenso conjunto humano y ver además todo lo que va teniendo
lugar en las grandes terrazas, inmediatas al frontis de la iglesia».
La plaza tiene dos grandes brazos (el tercer brazo proyectado que cerraba la plaza no llegó a
realizarse), que une la ciudad con San Pedro. La construcción de las calles que unen la plaza con la ciudad
va a suponer una nueva ordenación urbanística, pero hasta 1937 no se realizará el eje monumental hasta el
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castillo, uniendo de esta forma las dos calles del Borgo.
En la plaza destacan igualmente las dos fuentes; la de la derecha fue diseñada por Maderna en 1613
y la de la izquierda por Bernini en 1675.
Cuando Bernini se hizo cargo de las obras de San Pedro ya estaban realizadas las principales vías de
Roma. Esta preocupación por el urbanismo estará presente en todos los pontífices desde el siglo XV y
fruto de ello es la ordenación de la ciudad.
1.1. Estructura formal de la Plaza
La Plaza o Columnata como también se la conoce, aparece como un gran paréntesis «porque lo que
Bernini quería era poner en posición secundaria la fachada de Maderno y, en cambio, afirmar el valor
central del monumento, el elemento alegórico-histórico de la cúpula».
Los pórticos que se deslizan rodeando la plaza están formados por cuatro filas de columnas
adaptadas a la curvatura del proyecto, que unidas de dos en dos dejan un espacio interno más amplio:
“Cada brazo consta de cuatro hileras de columnas (284) y de pilares dóricos (88), formando una triple galería, de las
cuales la central podría dejar paso a dos coches; coronan la balaustrada que forma el ático 162 estatuas de santos proyectadas
por Bernini; costó la obra 350.000 escudos. Al pie del obelisco hay unas losas redondas que marcan los focos desde los cuales
se trazó la perspectiva de la plaza, y desde ellas el espectador sólo ve una sola columna de cada serie de a cuatro, puesto que
las más cercanas cubren las tres restantes”.
Estas columnas quiebran el análisis de los elementos estructurales, no soportan nada; reciben una
simple techumbre, a dos vertientes, de ángulo bastante plano. Su misión es de cierre, constituyendo la
hipotética fachada de la plaza, pero a la vez han de enfrentarse a un sistema abierto y transparente que
se opone a la función: cerrar. Aquí surge la originalidad en detalle de la columnata. Su tamaño es
desproporcionado en la valoración del clasicismo -proporción con la figura humana , pero a la vez tiene
una limitación en altura: han de verse las ventanas de los
palacios vaticanos.
La visión de la magna obra, siguiendo las coordenadas
del Barroco, ha de ser dinámica, no estática. El hipotético
espectador penetra en el gran pórtico de la plaza elíptica, sigue
hacia Piazza Retta donde se encuentran los aposentos vaticanos,
y llega, al fin, a la gran escalinata. pórtico de Maderno
A la idea de espacio cóncavo de la plaza se une la de
convexidad de las columnas, adaptadas al rigor del orden dórico,
que acentúa su tamaño colosal en el alzado.
Rematan las columnas las inmensas cornisas del
entablamento, que acentúan la concavidad y reciben las balaustradas de remate y la enorme cantidad de
esculturas.
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1.2. Valoración estética
Entre la gran plaza y la cúpula se interponen intervalos de espacio y tiempo, que el espectador ha de
recorrer primero visualmente, luego caminando. Recogen estas pautas estéticas la idea de infinito, tanto
en la verticalidad como en la horizontalidad de la magna obra. Es un espacio abierto-cerrado
En síntesis el espacio elíptico y el espacio rectangular (casi un trapecio) se completan con el gran
pórtico de la fachada de Maderno. Estos recintos están marcados por la fuerza del claroscuro
arquitectónico: columna-clara, intercolumnios-oscuro. Estos mismos conjuntos, visualizados de cerca,
alteran el efecto: los intercolumnios surge la claridad del hueco-vacío y en las columnas la oscuridad por
contraste. La idea de fachada-pantalla de la visión total desaparece por la visión pormenorizada del
conjunto con la cercanía.
Esta visión se altera profundamente según sean días claros de sol, a los que se une una clara visión
deslumbrante, o en los nublados días de lluvia que producen visión opaca del conjunto.
En el interior de la iglesia la visión sobrecoge al espectador. La combinación de colores
procedente de los mármoles de las esculturas, suelo, la luz procedente de las ventanas, mosaicos dorados,
figuras, grecas, etc. Lleva a la contemplación de un espectáculo de gran belleza.
Como elementos preferentes destacar:
-
El interior de la cúpula de Miguel Ángel, toda ella de mosaicos
con la representación de apóstoles y profetas etc. , sobre fondo
dorado y rematando en una linterna por la parte superior y un
tambor con grandes ventanales en la parte inferior.
-
El Baldaquino de San Pedro, encargado a Bernini en 1624,
representa este concepto de exaltación papal. Éste fue realizado
por Bernini con su padre Pietro como primer oficial y con la
colaboración de Borromini a partir de 1629, finalizándose en 1633.
El baldaquino es de bronce sobredorado y mármol, combinando
elementos escultóricos y arquitectónicos. Esta estructura a medio camino
entre la arquitectura y la escultura, utiliza columnas salomónicas por
primera vez desde la Antigüedad, y trata de crear un espacio más acorde al
espectador. Así sirve de intermediario entre la escala colosal de la basílica
y la humana del espectador.
El uso del orden salomónico es un tanto arbitrario, las columnas tienen un canon similar al
corintio y con un dado de entablamento sobre ellos, estando unidos estos por guardamalletas imitando
decoración textil. El conjunto se halla coronado por cuatro cornapuntas, realizadas por Pietro y
Borromini. . Las columnas están decoradas por pámpanos de vid, referencia a la eucaristía, en los cuales
liban abejas, en alusión al escudo de los Barberini.
Este escudo lo encontramos también en los relieves de los podios.
-
. Esta obra se ha considerado la realización paradigmática del Barroco por tres razones: por
utilizar en orden monumental la columna salomónica, por la grandiosidad monumental que
conceptualiza el poder de la Iglesia Triunfante y por la integración de la obra dentro de la
estructura general de la basílica de San Pedro, complementando a la perfección dos lenguajes
diferentes.
-
El baldaquino está ubicado en la zona del transepto debajo de la cúpula donde está colocado el
altar mayor y sobre la tumba de San Pedro.
-
Otras obras Bernini que otras que destacan en la misma iglesia como “La cátedra de San Pedro”
en el centro de la cabecera con una visión espectacular desde la entrada del recinto, la tumba de
Alejandro VII
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